La domadora flaca

Después de algo mas de experiencia con mis chicos...me pasó esto! Adelante de la serie de ALBA!

La domadora flaca

-Tendré que cobrarle un extra señorita. Dijo el conductor.

-Disculpe, no hay problema por eso.

Ya tenía experiencia con esos conductores. Sabía que actuaban así para ganar más dinero y, como me habían enseñado los señores con los que me movía, se pagaba la tasa extra y un poco más. Así siempre se quedaba como un señor. Pero yo no era un señor, era una señorita. Así que en el manual de putita dice que hay que enseñar un poco más de piernas para que los conductores estén contentos y que acabe pagando el señor. Así todos contentos.

-Son 25€. Dijo al llegar al final de la ruta.

-¿No hay extra? Pregunté.

-No le haré eso a una preciosidad como tú. Dijo el conductor tras verme las braguitas nuevas que estrenaba durante el trayecto.

-Gracias, ha sido un trayecto muy agradable.

Saqué la tarjeta que Iván me había dado para gastos y la pasé por el datáfono del conductor.

Llegué a casa de Iván con uno de mis últimos modelitos. Un vestido con una abertura en la pierna derecha y la ropa interior a estrenar, bien fina para no marcar ni un hilo. Me quedaba como un guante de látex bien ajustado.

-¡Dios bendito!

Iván me agarró de la mano y me hizo dar una vuelta sobre mí.

-ES-PEC-TA-CU-LAR.

Así me recibió ese hombre, que empezaba a estar más en mi vida que cualquier otro.

-Gracias. ¿Cumplo las expectativas? Añadí a sus palabras.

-Te has pasado el juego. Dijo sonriente.

Reímos e Iván soltó mi mano para coger sus cosas. Llaves, americana y un fajo de billetes de la caja escondida.

-Estamos listos, ¿vamos?

Caminé hacía él, que no se movió del sitio. Le agarré del brazo.

-¿Vamos? Dije tirando del mismo.

-Joder, no puedo. Tengo que hacerlo antes de salir.

-¿El qué? Dije extrañada.

Me agarró por los brazos colocándome cara a cara con él. Su dedo índice y corazón agarraron la abertura del vestido, todo sin perder contacto con mis ojos, abriendo la raja hasta que la tela no daba más de sí. Solo dejó de mirarme cuando se agachó. Le perdí de vista y quedé mirando al frente. A mi cabeza vinieron las horas de preparación que había dedicado en arreglarme. Pero quién era yo para decirle que no a ese hombre que tanto me mimaba. Sentí cómo sus dedos agarraban mis finas braguitas y las bajaba hasta mis rodillas. Allí se detuvo para rodear mis nalgas con sus manos y llevar su boca a mi coño. Sentí sus labios darme unos besos tiernos y delicados. Pero seguido a esos besos su lengua se metió entre mis labios.

-oOoOoOohhhh…valía la pena las horas de preparación para eso. Y tanto que sí.

Agarró mis nalgas y apretaba contra su cara con fuerza. Su lengua recorría y entraba en mi coño; una maravilla. Cuando notaba mi coño empapado Iván apartó su cara. Bajó mis bragas hasta el suelo, haciéndome levantar los pies para dejarme sin ellas. Se levantó y dejo ir el vestido, quedando de nuevo en su sitio. Su barbilla brillaba. Puse mi mano en su hombro diciendo:

-¿Ya está? ¿Me dejas así?

-Jajajaja, a punto de caramelo. ¿No?

-¿Pero, por qué? Dije apenada.

-Porque llegamos tarde.

-Que le jodan a la hora…

Iván tiró de mí agarrándome de la manita y fuimos al garaje. Yo iba callada, sintiendo la humedad entre mis piernas. De camino al evento como podéis imaginar no podría estar quieta y es cuando más morbo me da un hombre maduro. Porque saben guardar ese punto de seriedad, ese punto de maldad. Yo iba chorreando con las piernas abiertas y él casi ni se inmutaba. Mantenía el rostro feliz, pero haciéndome sufrir.

Llegamos al sitio, con mucho glamour, pero yo iba sin bragas. Así que en mi mente el glamour se disipaba ligeramente. Íbamos como dos pinceles, eso es cierto. Aparcamos en el parking del lugar y subimos hasta la entrada. Allí no podías entrar si no tenías la entrada correspondiente en el teléfono móvil. Nos dieron una acreditación y para dentro.

No sé cómo describir lo que vi. Lo intentaré. Lo que más me impactó fue la elegancia de la gente y que, a pesar del bullicio, la gente no gritaba en exceso. Se escuchaba el murmullo, pero no más. Era un espacio muy amplio, con dos barras a ambos lados de la sala. Alguna mesa alta para sentarse y un escenario al final de todo. Nosotros nos quedamos en una mesa cerca de la barra derecha. Allí nos sirvieron una copa de cava rosado y charlaba con Iván.

-¿Dónde me has metido?

-Son los premios anuales de un diario.

Sonaba música y los dos estábamos atentos a todo lo que nos rodeaba. Iván estaba buscando a alguien por su mirada insistente y nerviosa. Yo simplemente me aburría y sentía mi coño húmedo.

-¡Hombre! Aquí estas. Dijo un hombre alto y guapo.

-¡¡Eeehh…!! Por fin. Iván se fundió en un abrazo con aquel guaperas.

-Llegas tarde, ¿no? Llevo un rato por aquí y no te veía.

-Sí, bueno, acabamos de llegar. Ya sabes que a veces me cuesta abrocharme los zapatos con esta barriga.

-Si estas mejor que nunca.

-Eso es verdad. Añadió Iván.

-No vienes solo, ¿no? Dijo ese chico después de mirarme varias veces mientras hablaba con Iván.

-Por supuesto, ya te dije que necesitaba dos entradas. Ella es Alba. Dijo señalándome con el brazo extendido.

-Hola, encantado. Soy Gerard.

-Igualmente. Dije sin perder detalle de su mirada. Nos dimos dos besos después de mirarnos a los ojos. Era un chico guapo, alto, bien peinado y desprendía un olor maravilloso.

-¿Vamos? Dijo después de soltar mi cadera.

-Tú mandas. Dijo Iván.

Caminaba detrás de ellos mientras hablaban. Yo solamente seguía sus pasos escuchando mi pequeño tacón golpear el suelo. Cruzamos un par de puertas que llevaban a un ascensor que nos elevaría hasta la parte alta donde teníamos unas vistas privilegiadas del escenario. Llegamos allí, nos acomodamos en el sitio, que no era más grande que un lavabo de restaurante. Desde allí teníamos unas vistas perfectas. Gerard, cogió un teléfono que había en medio de los asientos y pidió una botella de vino con tres copas. A los pocos minutos y después de acomodarnos sonó una música enunciativa y bajaron las luces, eso estaba a punto de empezar. Con la música ya no podía seguir la conversación de ellos dos. Quedé al lado de Gerard, el en medio e Iván al otro lado. La supuesta gala había empezado, cuando se abrió la puerta y nos dejaron la botella de vino y unas copas acompañadas de un canapé. Sirvieron las copas y estuvimos atentos a lo que ocurría en el escenario. ¡MENUDO TOSTÓN!  Para qué me habría traído aquí Iván. ¿Quería quedar bien con sus amiguetes? Pues que me hubiese comido el coño antes de venir, ¡joder! Busqué mi teléfono y conteste algún WhatsApp. Me salió un bostezo, que me cortó Gerard.

-¿Te aburres?

-Bueno. Dije evidenciando que estaba más que aburrida.

-Si te vas no verás cómo entrego un premio.

-¿Tú? Dije extrañada.

-Claro, ¿no sabes quién soy?

-Pues no. Lo siento. ¿Quién coño era? Me pregunté.

Se acercó a Iván y le hizo algún comentario. Volviendo a mí oreja para hablarme de nuevo.

-Si quieres, puedes quitarme un poco de nervios. Me pongo nervioso para hablar en público y me han dicho que eres muy buena.

Mis ojos cambiaron de destino y se fueron a ver que hacía Iván. Gerard puso una mano en mi muslo descubierto. Iván me miraba detrás de la cabeza de Gerard y me hizo un gesto de aprobación. Vamos, que me tocaba comerme una polla. Al menos no sería tan aburrido. Además, si a vosotros os ofrecieran comeros el coño de una chica agradable a la vista, ¿Qué haríais? A demás me encantan las pollas.

-¿Pero, aquí? Dije mirando al estrecho espacio que había entre el balcón y las butacas.

-Solo es para descargar tensiones. No falta mucho para que tenga que salir.

-Si quieres ponerte de pie, detrás que hay más espacio.

-¿Qué? Dijo llevando su mano a lo más profundo de mi pierna aprovechando la abertura de mi vestido y acercando su oreja a mi cara. Justo aplaudían en la sala y no se escuchaba nada.

-Que si quieres que te lo haga aquí detrás, que hay más espacio.

-Seguro que eso no te importa a ti. Sus dedos fueron a mis labios. Pude sentir que todavía estaba húmeda. Los dedos de ese hombre estaban pringados de mi flujo. Y eso que no había llegado ni a tocarme de lleno. Instintivamente lamí esos dedos.

Dejé el bolso en la butaca y me lancé al suelo de rodillas. Fui dando pequeños pasitos con mis rodillas hasta acomodarme justo delante de Gerard. Acomodó su culo más adelante y desabrochando su pantalón y un poco de su ayuda pude sacar su polla, ya algo juguetona. La pajee, con mi mano derecha, la izquierda estaba apoyada en su rodilla. Recuerdo pajear unas cuantas veces para ver la mercancía y llevarla a mi boca. Cuando empezó a crecer tenía un tamaño más bien grande. Se chupaba muy bien; estaba dura, pero no reventaba. Tenía ese punto de flacidez. La piel acompañaba mi mamada con facilidad. Quise ver la cara de ese hombre y le vi tan tranquilo mirando el acto que transcurría en la parte baja. Llevaba un buen rato entretenida, la verdad que me lo estaba pasando mejor que anteriormente, pero Gerard me apartó la cabeza de su polla poniendo dos dedos sobre mi frente. Se acercó a mi oreja.

-Te dije que era poco rato. Me toca salir. Si quieres luego te acabo. Guardó su polla en el pantalón y se levantó saludando a Iván con un golpe de manos.

Allí me quedé otra vez, empapada y con las ganas. Miré a Iván y sonreía viéndome allí arrodillada. Me incorporé y me senté en la butaca de Gerard. Iván me cogió de la mano y seguimos viendo esa aburrida fiesta. Yo sentía el sabor a polla en mi boca, eso me hacía tener aún más ganas de polla. ¡Quería follar! O que me diesen leche. Intenté coquetear con Iván, que parecía estar más atento a Gerard que de mí.

-¿No quieres que te la chupe a ti? Dije en tono juguetón jugando con el lóbulo de su oreja.

-¿Aquí, ahora? Miró el reloj y me agarró de la nuca.

-Puedes sacarme todo lo que quieras.

Me arrodille de la misma manera que con Gerard y saqué la polla de Iván. Tuve también que ponerla dura, cosa que no me llevó mucho tiempo. La polla de Iván era muy manejable, porque no tenía un tamaño desmesurado y no me atragantaba al darlo todo en la mamada. Así que me hice unas cuantas gárgaras con su capullo. Yo lo estaba dando todo cuando Iván se puso a aplaudir. Qué coño hace, -pensé-, cuando escuché la voz de Gerard por el micro. Estaba dando el premio que le tocaba. Así que sin dar más importancia seguí con lo mío. Si os digo la verdad no fue una de las mejores mamadas de mi vida pero sí la que más pulcritud había tenido. No dejé caer ni una sola gota de semen. Todo lo ingerí dejando la polla más limpia que cuando empecé. Me senté de nuevo acicalándome la cara y el vestido y esperamos a que acabara aquello.

Al acabar nos levantamos y esperamos la señal de Gerard, que nos recogió en otro punto del ese local. De allí subimos al coche de Iván y fuimos de copas. Llegamos detrás de él aparcando en un sitio reservado para la gente con acceso VIP.

-¿Pero quién es este tío? Pregunté a Iván después de ver que todo el mundo le lamia el culo. Bueno yo la polla. Al menos una vez, durante un ratito.

-Es un exfutbolista. Jugó en…desconecté, al saber qué tipo de calaña era. Me dio un poco de rabia saber un poco de su pasado.

Bajamos y entramos todo en fila. Hacía mucho que no iba a una discoteca y nunca había ido de ese palo. Así que queráis o no estaba con mis percepciones a una revolución tremenda. Entramos por la puerta que entra todo el mundo, pero no fuimos hacía donde iba toda la gente. Nos metieron por una puerta que custodiaba un portero de dos por dos. Tenía un brazo que era más grande que mis dos piernas juntas. Después de sonreír y saludar, sentí el zumbido de los altavoces y calmar mi estado de ánimo; una puerta se cerró y todo pareció calmarse.

-¿Que tomáis? Dijo Gerard.

Pedimos unas copas y yo no podía estar sin moverme. Así que me puse a bailar, tonteando con Iván, en definitiva me lo iba a pasar bien ya que la situación acompañaba. Gerard hablaba por teléfono y con algún empleado o jefe del sitio. Gerard se acercó a nosotros y nos comentó que vendría más gente y que lo pasáramos bien. Que no teníamos que preocuparnos de pagar nada. Que si queríamos alguna canción en concreto la pidiéramos en la Tablet que había en el rincón. Corté el discurso, haciéndome un poco la rebelde.

-Es todo una pasada, pero a todo esto, lo más importante para una chica. ¿Dónde está el lavabo?

-Es verdad, preciosa. Cogiéndome de la mano y llevándome a una puerta que no se podía apreciar, ya que era corredera y del mismo color que las paredes. La poca luz y las luces de colores, hacía que fuera casi invisible si no lo sabías.

-Lo único, que hoy no podrás ir acompañada por otra mujer.

-No pasa nada, puedo ir contigo. Dije intentando provocar a Gerard.

-Será un placer.

Solté su mano y me metí dentro de la puerta que había dentro de ese lavabo. Un cosquilleo me picaba en el estómago. ¿Sería la corrida de Iván? No creo. ¿Sería que me estaba gustando el tonteo con ese Gerard y quería seguir exprimiendo su polla? Seguramente.

Entré al baño y tras cerrar la puerta presentí que no estaba sola. Me giré para cerrar la puerta y allí estaba Gerard.

-Al final sí que vas a acompañarme como si fueses una mujer.

-No. Lo haré como Gerard.

Dio unos pasos hacia mí y me agarró el pelo dulcemente con sus manos pasando sus antebrazos por mi cuello. Sonreí al gesto ya que era sensual. Pero sus manos soltaron mi pelo y me agarró el cuello con las dos manos. Pensé que me iba a matar. De veras, me apretaba con las dos manos, mi cara debía ser de auténtico terror. Pensé en gritar por pura supervivencia, pero no creía que nadie me escuchara con dos puertas cerradas y la música en el exterior. Mi respiración delataba mi miedo. Por suerte sus manos dejaron de apretar.

  • Las niñas como tú normalmente no me llaman, pero tú...

Dejó la frase a medidas y sin soltar el cuello, una de sus manos se desprendió recorriendo todo mi cuerpo hasta la raja que mi vestido lucía. Introdujo en el interior su mano y empezó a sobarme el coño.

-Tú, ¡desprendes un aroma distinto, luces una mirada distinta, tienes algo distinto!

-Así que vas sin bragas. Menuda perla estás hecha. Dijo tras apartar mi vestido y comprobar mi estado.

Un alivio inmediato invadió mi cuerpo al sentir su mano en mi coño. Era un calmante para mí. Sus dedos resbalaban por mis labios vaginales. Su mirada tensa clavada en mis ojos. Sus dedos recorriendo lentamente con ayuda de mi flujo vaginal. Sus movimientos eran muy lentos. Su mirada seguía clavada en mis ojos. Puse mi mano encima de la que sujetaba todavía mi cuello, para tener un punto de apoyo. Sus dedos iban aumentando ligueramente la intensidad y nuestras cabezas cada vez estaban más cerca la una de la otra. Mis labios buscaron ese beso de complicidad, pero Gerard estaba para otra labor. Sin más quitó la mano de mi coño e hizo que me diera la vuelta. Levantó mi vestido hasta más allá de mi espalda. Dejando todo mi culo al aire libre, apoyé mis manos en la cisterna y sentí cómo sus labios besaban mis pequeñas y blancas nalgas. Podía escuchar su respiración de excitación. Después de abrir ligeramente mis nalgas con sus manos puso su boca en mi culo. Sentí una sensación muy muy agradable. Un bálsamo para mí, teniendo en cuenta el estado en el que me encontraba. Unos ligeros gemidos salieron de mi garganta. Su boca absorbía cada centímetro de mi piel y su lengua empezó a recorrer toda mi raja. Cuando digo toda, es toda. Parecía un superviviente recién rescatado que no come desde hace semanas. Su lengua no paraba y cuando llegaba a mi ano se recreaba un poco más en él. Su boca pasó a mis nalgas y les daba mordiscos contenidos de placer, si hubiese querido podría haberme arrancado un trozo de carne, estaba muy cachonda. Pero no eran mordiscos piadosos entre sobeteos.

-PLLLLLLLAAAAAAAAFFFFFFFF, PLAAAAAAAAAAAAAAAAAFFFF!!!!

Me dio dos cachetadas, que me desplazaron del sitio en el que estaba. Quedé apoyada en la pared del baño. Gerard puso bien su corbata, ajusto su polla en el pantalón y salió del bañó. Yo tuve que coger aire y recomponerme. Madre mía que zorra me había puesto en pocos minutos. Mi miré en el espejo y me retoqué el pelo para poder salir lo más decente posible.

Cuando salí del baño estaban los dos últimos hombres a los que les había visto la polla, sentados en un sofá, charlando y tomando una copa. Me acerqué a ellos y me ofrecieron de su bebida. Cosa que no rechacé y me senté.

-¿Qué? ¿Cómo ves el sitio? Preguntó Gerard.

-Bien, la verdad. Dije algo cortada.

-¿No te llevan mucho de fiesta? ¡Muy mal! Dijo Gerard poniendo su mano en la rodilla que quedaba al descubierto.

-O muy bien. Dije mirando a Iván con cara de putita.

-¡Aahhh… pillín! Entonces nada que decir. Entonces eres de la carne que corre por estos sitios. Por aquí arriba estarás más segura. Yo te puedo cuidar, ¿verdad Iván?

-No lo creo, dijo Iván con una sonrisa en su cara.

Gerard parecía tener ese don de poder. Que todo el mundo le sigue, pero en realidad no tiene nadie a su lado.

-¡Por supuesto!¡ Aquí hay hienas no hombres. Remarcó Gerard, bebiendo de su copa.

-¿Entonces, evitarás que sea carroña esta noche? Dije queriendo ser cariñosa con Gerard.

-Si tú me dejas.

-El señor, no me lo recomienda. Dije señalando a Iván.

-Pero eso no va así.

-¿Y cómo va?

-Va como yo diga.

-Entonces no cuidaras de mí. Afirmé entristeciendo mi rostro.

-Tu misma. Mira, tú no eres capaz ni de cuidarte a ti misma. Pero se ha acabado la charla.

Se levantó y fue hacía la puerta a recibir a otra gente que esperaba la comprobación del portero. Yo me acurruqué al lado de Iván que me rodeó con su brazo, apretándome hacía el.

Aquello se fue llenando de otra gente a la que saludé sin ni siquiera saber su nombre. El alcohol empezaba a entrar en mi estómago y este se repartía por mis venas. Música más alta, menos luz, más alegría se respiraba en ese sitio. Después de llevar un rato bailando con Iván, el cual podía sentir su polla dura bajo el pantalón. Hacía mucho tiempo que no estaba en una fiesta y la verdad, me lo estaba pasando en grande. Bailaba, bebía y era feliz. Entonces se acercó Gerard y puso sus manos en mi cintura. Pero dirigiéndose a Iván y, sin poder escuchar lo que le decía, Iván se fue y Gerard centró toda la atención en mí.

-Hombre, por fin vienes a verme. Dije contenta de verle.

-¿Me echabas de menos? Preguntó con esa cara de pillín que tenía.

-Sí. Dije algo perjudicada poniendo cara de pena.

-Pero no te pongas triste, ya estoy aquí.

Y le di un pico tirándome a su boca, ansiosa, borracha y tan cachonda como estaba. Pero Gerard me hizo la cobra. Su mano se puso en mi cuello de nuevo pero ahora el dedo pulgar se posaba en mis labios. El dedo recorría mis labios. Agarró mis manos pegándonos el uno al otro, como preparados para un baile nupcial. Así fue, empezamos a bailar, sin tener presente la música que sonaba ya que no correspondía con ese baile. Pero el baile era intenso, morboso y saltaban chispas entre nosotros. Yo tenía muchas clases de baile en mis pies, Gerard no tantas pero algo sabía. Vueltas, pasos y miradas. Ese momento me pareció mágico. En uno de sus giros, quedé de espaldas a él, muy pegados. Su boca recorría mi cuello y una de sus manos se coló entre mi vestido llegando a tocar mi coño.

-Sigues empapada.

Yo no podía hablar. Solo respirar me costaba y estaba agitada.

-¿Vienes conmigo? Dijo.

Solo moví la cabeza de arriba a abajo. Me cogió de la mano y me llevó a otra sala. No sabría describir donde fue. Pero llegamos a una sala de baja iluminación con leds alrededor de la pared. La música estaba en otra frecuencia. Había otros hombres bebiendo y fumando, pero no me importaba la gente. Quería besar a Gerard. Quería sentir su deseo descargando en mí. Gerard acababa de hablar con el portero de esa sala y yo no había soltado su mano. Cuando vi que la conversación acababa, me lancé a la boca de Gerard. Mi beso fue de pura desesperación. Gerard me paró un poco los pies y me volvió a besar más pausadamente. Mientras me comía el lóbulo de la oreja tuve que decir:

-Pensaba que me llevarías…

No me dejo acabar cuando me di cuenta que tenía las tetas fuera. Los tirantes de mi vestido habían sufrido un tirón hacia abajo. Sentí la presencia de alguien a mi lado, levanté rápidamente la mirada y pude reconocer a Iván. Puse mi mano en su mejilla y el también llevo las suyas a mi cabeza. Pero pude ver cómo me mostraba el collar que utilizábamos cuando era de su propiedad. Se acercó a mi oreja…

-Así siempre sabrán que eres de alguien. Eres mía recuerda. Me besó en la boca y me abrochó el collar y cuando me di cuenta estaba desnuda entre las manos de Gerard. Agarrándome por las manos como si fuese una presa, me llevó hasta una mesa donde unos hombres tuvieron que aparatar su bebida para que mis tetas se apoyaran. Sentí el frío del agua que había encima de la mesa.

Tuve un Déjà vu de momentos antes cuando Gerard me comía el culo en el baño. Repitió el mismo movimiento de su lengua repasando cara centímetro de mi trasero. Al poco me ayudó a levantar y me pudo se rodillas delatante suyo mientras se sentaba en el sofá de la sala. Me agarró del pelo y a trabajar.

Mi posición era la siguiente: mi cabeza entre sus piernas, casi cortándome la respiración, su cuerpo inclinado hacia adelante y azotándome el culo sin ningún cuidado. En esos momentos era el juguete de ese hombre. Mi boca no podía tragar más carne, mi culo estaba dolorido de los azotes que me daba. Me agarró del cuello y me levantó entre risas después de dejarme el culo rojo como un tomate bien maduro.

Quería que parara de agarrarme tan fuerte el cuello, quería disfrutar de ese polvo, quería disfrutar de esa polla de ese hombre. No quería que se ensañara. Dos dedos de la mano que no me apretaba el cuello fueron a mi boca.

-No te enfríes nena. ¡TRAGA! Sus dedos entraban casi más que su polla. Joder qué incómodo era.

Así que decidí revelarme y mordí sus dedos.

-Aaahhhh, zorra….PLLLAAAAAAFFFFFFF!!!!!!!

-¡¡¡Aaahhh!!!!….grité.

-¿Me dejas? Dije agarrando toda la polla con mi mano.

Empecé a mamar esa polla con muchas ganas. Mi boca resbalaba por la polla como si fuese un helado. Entonces noté cómo una mano recorría mi coño. Quise mirar pero como podéis imaginar, Gerard me bloqueo esa posibilidad amarrándome más a su polla. Quise pensar que era Iván y me dejé llevar. El alcohol y mi excitación ayudaban bastante. Después de correrme mientras mamaba la polla de Gerard y una mano desconocida hacía que me corriera. Cogí aire y por suerte una camarera trajo una ronda, miré hacia atrás para tener una mirada de complicidad con el hombre que me había dado el orgasmo y me apretó la mejilla como un abuelo a su nieta. Vi su sonrisa y...

Cuando desperté con el cuerpo medio recuperado de la paliza que me había dado. Abrí los ojos y el sol entraba bastante fuerte por la ventana, era la casa de Iván, reconocía el sito. Mi cabeza daba tumbos. Parecía que el día había avanzado bastante. Miré el teléfono para ver la hora pero no pude ni fijarme en el reloj. Tenía muchísimas notificaciones. Había aplicaciones abiertas que habitualmente no estaban abiertas, WhatsApp de números que no tenía memorizados, entre otras. Deslicé la pantalla hacia abajo para abrir esas notificaciones. Fui a la de mensajes de texto que era la que más aparentaba haber y no era a habitual verlas. Apreté para abrir los mensajes y el mismo mensaje se repetía.

Bizum de ** por la cantidad de *€

Podía haber como diez de ese estilo. La mayoría de dos cifras, alguna de tres. No me lo podía creer. Fui a la banca móvil y mi huella desactivó la seguridad. Al poner el dedo en la detección dactilar mis uñas de gel estaban como si hubiera estado escarbando el suelo. Las miré mientras la app se abría, pero mis ojos estaban más pendientes de la cifra que aparecía en mi pantalla. Había aumentado considerablemente.

-¡Joder; qué locura! Qué ha pasado, me pregunté.

Me senté en la cama para acercarme al borde y sentí un dolor fuerte en las nalgas. Como después de una caída. Puse los pies en el suelo y me di cuenta de que solo llevaba una camiseta de Iván. Me acerqué al espejo que Iván tiene en la habitación y colocándome para ver mi culo pude ver mi culo magullado, con arañazos y algún morado. Busqué mi bolso y lo localicé en el suelo de la habitación con el vestido, tacones. Todo envuelto, no recordaba nada. Cogí el bolso y busqué unas braguitas limpias que siempre llevaba.

Bajé a buscar a Iván a que me explicara qué pasó después de que mi mente desconectara de lo sucedido. Busqué en la cocina, fui hasta el sofá por si estaba allí estirado. Recorrí toda la casa y no lo encontré. Solo me quedaba la planta superior de la casa y el jardín interior. Así que antes de subir me asomé y lo vi estirado en una hamaca con las gafas de sol, sin moverse me acerqué sigilosamente y pase mi dedo por su cara. Reacciono a mi caricia. Pero solo para hablar:

-Mis más somcera admiración, señorita.

Sonreí y me senté a su lado.

-Tengo algún lapsus, no sé cuándo me convertí en señorita.

Sus manos acariciaban mis piernas.

-Te has convertido en todo un icono. Ayer dejaste el listón muy alto. Eres única, alguien como tú cuesta mucho de encontrar.