La doctora rural (5)
La doctora rural tiene ya una "manía" incurable
El despertador sonó con ganas. Otro lunes más en la consulta, otra nueva semana. Mi nueva vida parecía haber comenzado. Aún ayer hablé con mi familia, quiero quedarme aquí en este pueblo de mala muerte, Ramón me emputeció, ahora mismo disfruto con esto y no se a donde puedo llegar. Me empecé a mojar recordando el primer día con Ramón en la consulta, Fausto en el supermercado, el cura... me encantaba. Seguía haciendo deporte, mi cuerpo era un caramelo para eses viejos y me encantaba sentirme deseada. También me acordé de Teresa, no tuve más señales de ella desde el Sábado y el capítulo del taller.
Despues de asearme bajé a la consulta, el frío comenzaba a llegar al pueblo y mi armario ya lucía otro tipo de ropa. Me puse una falda larga por los tobillos y una blusa. Dudé si bajar la chaqueta, creo que estando en el despacho no la necesitaré.
Eran las 9, abro la agenda, increible, solo Jaime vendría a revisar el resultado de su analítica.
Empiezo a buscar los resultados en el ordenador y me recorre un pensamiento por la cabeza... podré estar un día sin cazar... me viene a la cabeza como follarme a Jaime nada mas ver su nombre en la agenda... estaré bien? una cosa era asumir que me gusta follarme a señores y otra es que me obligue a hacerlo todos los días.
La verdad es que tenía unos valores bastante buenos para su edad y parecía que la salud no era algo de lo que debiera preocuparse Jaime que con 75 años y las condiciones en las que vivía ya era bastante.
Cuando lo ví entrar por la puerta el chip me cambió. Mi pelea interna se hacía ya evidente. Era mi próxima presa, la quinta si contamos a Teresa.
Con mi puerta de la consulta abierta le veía sentado en la sala de espera. Un señor alto, bastante alto, con un chandal de licra y zapatos negro, vamos que a primera vista, sexual y erótico no era.
María: Jaime, pase
Jaime: Buenos dias señora doctora, llegó el frío y se nota que no hai nadie en el consultorio
Instintivamente pasé la llave. No podía negarme a mis instintos, era la presa y punto
María: Bien Jaime, estuve revisando sus resultados y a grandes rasgos están bien pero si no le importa querría revisar todo bien y hacer unas pequeñas pruebas para corroborar todo
Jaime: De acuerdo doctora usted manda
María: Vamos a comenzar por un electrocardiograma asi que quítese la parte de arriba y túmbese en la camilla
Jaime comenzó a sacarse la chaqueta del chándal para continuar con la camiseta. Tenía el pecho lleno de pelo blanco, se le notaban las costillas porque estaba delgado y las carnes todas estaban ya flácidas.
Se tumbó en la camilla y yo me acerque, comenzaba el juego.
Con Jaime tumbado en la camilla comencé a activar la máquina. Mientras colocaba los electrodos acercaba más y más mis tetas a su cara. Mi blusa marcaba perfectamente mis grandes pechos y Jaime no perdía detalle, estaban tan cerca y tan lejos pensaba el. Cambié de lado y repetí la operación, el bulto en la entrepierna de Jaime comenzaba a dilucidarse al ver mis tetas a centímetros y aproveché la situación. Hice que me resbalaba y caí encima de su cara con mis tetas. En esa posición y sin moverme le pedí disculpas... o no
María: Perdoneme Jaime, que torpe
Instintivamente el señor me agarró por la cintura por si me caía y me acerco más a el. Ahora si tenía mis tetas en su cara. Me agarraba con fuerza y comenzó a bajar su mano hasta que apretó mi culo por encima de la falda. Empezó a chuparme los pechos por encima de la blusa y eso me hizo gemir.
Con agilidad me subí a la camilla y me acomodé encima de él. Seguía tumbado conmigo sentada encima de polla ya erecta. No hacía falta decir nada, en silencio comencé a sacarme la blusa mientras Jaime, colorado y babeando no perdía detalle. Cuando saque el sujetador no pudo evitarlo y comenzó a sobarme. Me volví a acercar y la comida de tetas fue espectacular.
María: Comame las tetas toditas
Jaime: Vaya melones doctora
Con su mano me levantó la falda, separó un poco mis bragas y comenzó a sobarme mi raja con habilidad. Me bajé con rapidez de la camilla y me quité las bragas. Jaime comenzó a bajar su pantalón y su calzoncillo dejando su miembro erecto. No lo dudé, me puse en posición de 69 y mientras me comía mi raja comencé a mamar como si no hubiera un mañana.
Jaime: sacate que me voy a correr, puta
Casi me tira de la camilla con la fuerza que hizo. Se bajó con ímpetu y me agarró bastante fuerte del brazo. Empezaba a hacerme daño. Me sentó en una silla tal y como estaba.
Jaime: quitate la falda esa, quedate en pelotas
Estaba un poco asustada y tardé en reaccionar, me parecía que se comportaba de forma violenta
Jaime: que pasa no escuchas?, me calientas y ahora...
Me saque la falda, obediente y quedé en pelotas delante de Jaime
Jaime: Ven conmigo.
Jaime salió de la consulta y en la salita de espera se paró.
Jaime: apoyate en la pared
Me apoyé en la pared y desde atrás Jaime comenzó a besarme el culo. Poco a poco fue metiendo su lengua y me estaba poniendo a mil. Cuando me di cuenta el dolor me avisó de que estaba intentando meterme su polla por mi culo.
Jaime: te voy a romper tu superculo doctora
Por fin pudo meter su polla al mismo tiempo que grité. Me folló el culo
Jaime: te encanta verdad?
María: Sigue y calla joder
Jaime: Haz que me corra, me encanta oirte
María: Follame el culo cabrón
Jaime: Estas muy buena, puta
María: Correte en tu culo, es para ti
Sacó rápidamente su polla de mi culo y me la metió por mi rajita, empapada como estaba no pude evitar correrme del gusto.
Jaime: que mojada estas
María: te estaba esperando a tí, sacala que te la voy a comer
Se la comí con garbo y su leche golpeó mi paladar. Allí estaba de rodillas enfrente de otro viejo que me había abierto el culo. Soy una guarra, lo se.