La doctora rural (2)

María sufre una sorpresa inesperada y cambia su vida

En casa poco pude dormir. Fue demasiado. Ramón tenía 90 años y yo había caído en lo más bajo con el, no se repetiría.

Esa mañana estaba tranquila la consulta hasta que llegó Teresa, tensa y con prisa. Entró sin llamar.

Teresa: María que ha pasado?

María: Teresa, tranquila no ha pasado nada

Teresa: Ah no? Ramón ha venido a la tienda ayer, traía tus bragas...

María: Joder

Teresa: María dime que Ramón miente

María: No, no miente

Inmediatamente salí hacia la casa de Ramón con Teresa detrás. Al llegar a su "casa" ya que parecía mas un galpón aldrajoso que otra cosa, entré y el parecía que me estaba esperando.

María: Devuelveme mi ropa

Ramón: Cálmate, ayer no estabas tan enfadada

María: Ayer ya pasó y ayer ya se acabó

Ramón: Esto acabará cuando yo lo diga, tu haras lo que se te diga

María: Si bueno hombre, lo que me faltaba...

Ramón: Tengo tus bragas a buen recaudo, son mi prueba

María: Eso no prueba nada, me las podrías haber robado

Ramón: Ya, pero curiosamente, usted, la doctora guarra gozó tanto ayer que con sus gritos alertó a dos testigos que en este pueblo tan pequeño son un poco peligrosos

María: Que????

Ramón: Vamos que o colaboras o aquí se va a saber todo de pé a pá

Teresa me miraba con piedad. Yo miraba a Ramón con rencor aunque se me pasaba un poco conforme bajaba mi mirada hacia ese paquete que me volvía a hipnotizar. Cada vez me parecía más grande.

María: Que quieres?

Ramón: Harás lo que se te manda, y como veo que traes compañía, pues tendrá que ayudarte...

María: Habla

Ramón: Todos los días a las 5 de la tarde irás al supermercado de Teresa. Allí tendras mis órdenes esperandote, cumple y serás libre.


Eran las 5 y cruzaba la calle hacia el supermercado como un cordero al matadero. Al llegar Teresa me miró con piedad y con resignación. Me entregó un sobre cerrado, lo rompí y comencé a leer.

"Doctora guarra, me ha dejado para el arrastre con su follada de ayer asi que no tengo el cuerpo para fiestas, de todas maneras como debemos ser buenos cristianos me gusta compartir. Teresa ya conoce sus órdenes asi que no hará falta que se digan nada. Vaya a casa y vistase exactamente igual que ayer, vuelva  al supermercado y colóquese en el pasillo de la droguería. Una vez allí, espere y disfrute. Cuando todo acabe regale su sujetador"

Teresa no habló pero movió los labios diciendo: "por lo menos pasaré la llave". No me alivió en absoluto eso aunque mientras me cambiaba de ropa si respiré pensando que si estaba el supermercado cerrado al público se acabarían los testigos y podríamos acabar con esto.

Pasé junto a Teresa, que estaba en la caja sin decir nada, directamente a la droguería. Estaba desierto el pasillo no había mas que una escalera de tres peldaños.

Oí abrir la puerta y oí a Ramón saludar a Teresa, pero no venía solo.

Ramón: Teresa, está la doctora por aqui que no está en casa

Teresa: sí por ahí anda

Ramón: Gracias, maja

Con sudores los oí llegar. Ramón con su paso cansado tipico de anciano de 90 años venía acompañado de Fausto, el mecánico del pueblo, uno de los más jóvenes del lugar a pesar de que ya estaba jubilado aún hacía chapucillas, tenía 69 años. Fausto era muy gordo, tenía graves problemas de sobrepeso y tenía pelo por todo el cuerpo intuído por los grandes pelos que le asomaban en la espalda del mono azul que traía manchado de aceite y barro.

Ramón: Mira Fausto aquí está la doctora, habla con ella seguro que resuelve tu problema.

Ramón se acercó a mi y me entregó un papel mientras me susurró al oído "me encanta jugar". Desdoblé el papel y en letras mayusculas podía leerse: "FAUSTO, 69 años, mecánico, soltero, no tiene ni idea de la que se le avecina. Aquí en el supermercado, FOLLATELO"

Levanté un momento el ojo del papel y vi como Teresa echaba el cierre sin que Fausto se enterase. Le miré y vi en el a un hombre bonachón pero nada atractivo...iba a ser dificil

María: Fausto que tal, cuéntame...

Fausto: Doctora mire que en el taller se me ha desplazado el gato hidráulico y me he pillado el dedo.

Fausto traía el dedo morado, como un pan. ¿Que hago para cumplir con Ramón?. Con decisión agarré su dedo lesionado y sin dejar de mirarle me lo lleve a la boca. Empecé a chuparle el dedo de la forma mas sensual que pude y a el le empezaron a subir los colores

Fausto: Doc Doc.. Doctora que hace

María: (mientras sacaba el dedo de mi boca y lo acercaba a mis tetas) Te gusto, Fausto?

Fausto estaba bloqueado y yo ya me estaba excitando, al final iba a resultar que si que era una guarra. Fausto se dio media vuelta sin decir palabra, se iba a escapar, tenía miedo, yo tenía poco tiempo. Le agarre de la mano, se paró, me acerque y a su oído le dije: "Fausto por favor, aquí no hai hombres de mi edad, hazme el amor aunque solo sea una vez, lo necesito". Fausto se paró y se giró, le agarré sus manos y me las puse en las tetas. Estaba muy cohibido y la cosa no fluía. Con mis manos agarré el paquete, era enano. Todo era enano comparado con Ramón pero ese pene era minúsculo. Metí mi mano por la bragueta del mono y tarde en encontrar la mini polla de Fausto. Comencé a pajearla pero no crecía.

María: Fausto no te gusto?

Fausto: María eres guapisima

María: Te voy a comer esta pollita

La frase hizo como un resorte y la polla de Fausto se empalmó. No creció demasiado pero por lo menos estaba parada y algo se podría hacer. Me agaché y comencé a comerle la polla a Fausto como una autentica profesional. Le lamí los huevos y la polla como si fuese el mejor helado del mundo. Tomé aire...

Maria: Fausto, pídeme lo que quieras

Fausto: Solo quiero que me la siga chupando hasta correrme

Pensé que al fin y al cabo tendría suerte, con la mamada acabaría con Fausto y a otra cosa... Fausto rugió de placer cuando su semen me golpeo el paladar. Colorado de verguenza se abrochó el mono. Casi no me había ni tocado una teta, estaba completamente vestida por lo que la segunda parte de la orden tendría que improvisarla. Me saque la camiseta y el sujetador mientras Fausto miraba embelesado mis tetas.

María: Fausto, tienes que ser más extrovertido mira que melones te has perdido

Fausto: Mas lo siento yo

María: Toma, recuerdalas en casa y pajeate conmigo (le dije entregandole mi sostén) y ya te dejo aqui unas recetas para ese dedo vale?

Fausto: Volveré a verla doctora?

María: No creo Fausto, no creo

En ese momento entró Ramón aporreando la puerta y despues de que Teresa le abriera.

Ramón: Fausto que tal... como va ese... dedo

Fausto: Bien, esperemos que con estes medicamentos vaya bien y si no tendré que volver a ver a la doctora

María: Irá bien irá bien

Fausto se fue y Ramón se acerco agarrandome con violencia el culo para decirme al oído "ya se que no te llegó ni para empezar, guarra pero pronto te lo compensarán". Salí un minuto despues de Ramón, casi sin saludar a Teresa. Pensando que el puto viejo tenía razón, el mecánico ni me tocó un pelo mientras le comía la polla y ahora me iba con una calentura tremenda.

CONTINUARÁ