La doctora
Visita al médico con sorpresa.
Principios de septiembre, aprovechando los últimos días del verano, había pasado el fin de semana en la casa de mis tíos en la costa, no estuvo mal, me lo había montado con una francesa.
El lunes por la mañana, cuando volví al trabajo, sentí una picazón en la cabeza del pene y una especie de sustancia lechosa; en lo primero que pensé fue en alguna enfermedad de transmisión sexual, pues con la francesa no use preservativo. La solución era ir al medico, pero me resultaba vergonzoso, recordé que la empresa disponía de un medico privado no muy lejos de la oficina, había oído hablar de él, Alejandro Maldonado.
Me dirigí a su consulta, por lo que había escuchado, debería tener unos 60 años. Cuando llegue comprobé que la consulta era un piso adaptado a las necesidades de consulta. En la recepción había una recepcionista, una joven simpática y con un tetamen espectacular, cuando se agachaba dejaba ver sus tetas bien recogidas por el sujetador.
- ¿El doctor Maldonado, Alejandro? – pregunte.
- Tiene cita.
- No es una urgencia – dije enseñándole la tarjeta de empresa.
- El no esta hoy, atiende el sustituto.
Mire un cartel que había enfrente que ponía, Doctor Alejandro Maldonado; sust. Alex Maldonado, supuse que seria un familiar, casi seguro su hijo por eso de Alejandro y Alex.
- Es lo mismo es una urgencia.
- Pase a la sala de espera, ya le llamare.
En la sala había 5 personas mas, aunque dos de ellas eran acompañantes, debía esperar tres turnos supuse. Y así fue, aunque después de mí entraron varios pacientes mas, a mí me toco entrar el tercero.
- Buenos días, siéntese y cuénteme.
Mi sorpresa fue enorme, tras la mesa estaba una mujer de no más de 30 años.
- Creo que hay una equivocación, el doctor Alex Maldonado.
- Soy yo, doctora Alexandra Maldonado, pero me llaman Alex. Tiene algún problema por que sea mujer – dijo casi enfadada.
- ¡No! Simplemente que esperaba... bueno y que mi consulta es algo delicada.
- Pues no piense en mi como mujer, sino como medico.
- Difícil dejar de pensar que es una mujer – dije casi susurrando.
Era una mujer rubia, pelo largo recogido en una coleta, debajo de la bata se intuían dos pechos firmes, con pezones también firmes que se marcaban hasta en la bata, y unas piernas bien torneadas.
- Decía.
- Nada, que es difícil de explicar.
- Comience diciendo que le pasa.
- Tengo un picor en la cabeza del pene...
- Comprendo, pase a la salita de aquí al lado y desnúdese de cintura para abajo.
Entre en la sala contigua, y me desnude, unos minutos después entraba la doctora, llevaba puestos unos guantes blancos, con los dedos pulgar e índice de su mano derecha me cogió el pene, di un respingo tenia los dedos fríos.
- Perdone.
- Es natural, que los tenga fríos.
Libero la punta del pene del prepucio, comprobé que estaba rojizo y tenia una especie de restos lechosos, la consecuencia de esta acción fue que mi pene comenzó a crecer.
- Lo siento.
- Es normal que suceda, puede vestirse.
La doctora salió y yo tras vestirme la seguí. Me senté en la silla frente a ella. Esperaba que mi polla se deshinchase al vestirme pero seguía en pie de guerra.
- Necesito me conteste unas preguntas, para hacerle la ficha.
- ¡Dispare!
Sonrió levemente.
- ¿Edad?
- 30 años.
- ¿Estado civil? Casado, soltero...
- Soltero y sin compromiso.
La doctora levantó una ceja, no sé si el gesto fue de incredulidad, sorpresa o...
- ¿La ultima vez que mantuvo relaciones sexuales?
- Anoche.
- Con pareja habitual, masculina o femenina.
- Femenina, siempre femenina, y fue ocasional.
- Diría que es sexualmente activo.
- ¡Muy activo!
- Muy activo y sin pareja estable, tomara precauciones.
- Precauciones siempre, bueno casi siempre.
- Fumador, bebedor, drogas.
- Ni drogas ni tabaco, y beber lo que socialmente se llama correcto.
Termino de escribir.
- Lo que tiene son hongos, no son de los malos pero hay que tratarlos. Durante dos semanas tomara este antibiótico y se lavara la zona afectada 3 veces al día y se colocara esta crema. ¿Lo ha comprendido?.
- Si, gracias – dije levantándome.
- Una cosa mas, bueno dos cosas. La primera si puede comunicarle a la ocasional del fin de semana lo de los hongos le hará un favor.
- Será difícil fue a 400 kilómetros de aquí, y la segunda.
- Absténgase de utilizar el pajarito por lo menos dos semana mientras dura el tratamiento.
Salí de la consulta pensando porque le había llamado a mi polla pajarito, si era un pajarraco.
Durante casi tres semanas seguí los consejos de la doctora, al tercer sábado decidí que debía salir y como había dicho la doctora buscarme una ocasional.
Llevaba una hora en el local que solía ir estaba hablando con una ocasional de no más de 25 años, la tenia en el bote, cuando justo a mi lado se sentó la doctora Alex Maldonado junto con un hombre de edad próxima a los 35 años, le hice un saludo con la mano. Ella se sorprendió al verme, y se acerco.
- Nos conocemos.
- Si, bueno no sé si se acordara de mí, estuve hace unas tres semanas en su consulta, con un problemita de bajos.
- Ya creo recordar, José Antonio. Espero que siguieras mis indicaciones, los hongos en el pene suelen ser muy molestos.
Pude ver la cara de mi acompañante, y como en unos segundos se levantaba y se iba.
- Lo siento, no pensé... – dijo sonriendo.
- No pasa nada... – dije con resignación.
- Es mejor ser prudente, pásate el lunes a eso de las dos por la consulta. Vuelvo con mi marido. Nos vemos – y se marcho.
Decidí que lo mejor era irse, si seguía allí, seguro que la ocasional terminaría por contárselo a todas las posibles ocasionales, la metedura de pata de la doctora había sido de las grandes.
El lunes a las dos en punto llegue a la consulta, la recepcionista ya se marchaba.
- ¿La doctora?
- ¿Tiene cita?
- No sé, quede con la doctora a las dos de hoy lunes.
- ¿Qué raro? No tengo registrada la cita.
- Se le habrá pasado.
- Puede, pero cerramos a las dos. Espere.
Entro, y salió unos segundos después, tras ella salía también la Doctora.
- Ya le atiendo, aunque no son horas.
- Pero si me dijo...
No me dejo seguir.
- Yo dije, tu dijiste, es lo mismo. Ya cierro yo.
Salió la recepcionista, cerrando la puerta.
- Ven entra vamos a ver como evoluciona eso, ¿Cuándo fue la ultima vez que te pusiste la pomada?
- Esta mañana.
- Bien, ya sabes pasa a la salita contigua y...
- Me desnudo de cintura para bajo.
- Eso es.
Entre en la sala y me desnude, unos minutos mas tarde entro ella con una pequeña palangana y un bote.
- Bien, acércate aquí a la camilla – dijo ella poniendo la palangana sobre la camilla.
Me acerque a la camilla. Ella me cogió la polla con su mano enguantada y la coloco encima de la palangana.
- El liquido del bote no es mas que suero, agua salina de limpieza, lo que voy a hacer es limpiar el glande, tirare del prepucio hacia tras.
Y tal como lo dijo lo hizo, al primer contacto de mi polla con el agua di un respingo, estuve apunto de irme hacia tras, pero no pude porque me tenia agarrada la polla con su mano. Siguió la operación de limpieza, movía una vez y otra mi polla esto hizo que empezase a endurecerse.
- Lo siento – dije al ver que mi polla crecía a cada movimiento de su mano.
- Esta bien, mejor cuanto más grande este mejor se limpia – siguió con su meneo.
Para rematar la faena, al mirar hacia abajo vi el escote, me imagine sus tetas, el crecimiento de la polla era irreversible, la tenia dura muy dura, al principio la sujetaba con dos dedos ahora la sujetaba con la mano entera, cogió una toallita y comenzó a secarla, esperaba que aquello hiciera que mi polla disminuyese, pero no fue así.
- Como lo ves, esta curado.
Hubo un silencio que me acojono.
- Esta muy bien, esta como para comérsela.
Pensé que lo de comérsela lo había dicho en sentido figurativo, pero no fue así, sin decir nada se la metió en la boca y comenzó a chupármela.
- Que rica – dijo al sacársela – vamos a ver si funciona bien.
Me condujo a una habitación del fondo, ante mis ojos se desnudo, yo hice lo mismo. La polla la tenia tiesa, tres semanas en ayuno era mucho tiempo, se tumbo en la cama, yo me tumbe junto ella, acaricie sus tetas, sus pezones, los mordisquee, baje la mano y acaricie su vientre primero y después su entrepierna. Con los dedos acaricie su clítoris y sus labios vaginales.
- Mátemela, quiero sentirla dentro.
- No quieres que me pongo protección.
- ¡Deberías! Pero yo la prefiero al natural, tu decides.
Yo también lo prefería al natural, me coloque entre sus piernas, haciendo que las abriera mas aun, con mi polla roce su clítoris y los labios vaginales, varias veces antes de metérsela, lentamente dejando que mi propio peso hiciera resto, una vez dentro comencé a empujar, mientras agarraba sus tetas, y mordía sus pezones, ella gemía.
- Así fuerte, dame más.
Y yo seguí hasta que dio un grito había alcanzado el orgasmo, pero como yo no me había corrido seguí, aunque cambie de posición hice que pusiera su pierna izquierda sobre mi hombro derecho primero y después sobre el hombro izquierdo quedando en posición lateral a mí, y seguí empujando, un nuevo orgasmo hizo que se relajara y se pusiera boca abajo, entonces la cogí por la cintura eleve su trasero, y volví a metérsela, con las manos atraía su cuerpo hacia mi, haciendo que la penetración fuese mas profunda, no tardo en alcanzar otro orgasmo y unos segundo después me corría, tres grandes chorros de leche, en tres empujones, y después otros tantos con menos carga, era la leche acumulada durante tres semanas, quedamos tumbados en la cama yo encima de ella, exhaustos del esfuerzo realizado, pero muy relajados.
- Esto quiere decir que estoy curado.
- Si, pero con los hongos hay que tener mucho cuidado Serra necesario que vengas a reconocimiento, te parece bien el jueves a las dos, espera a que se vaya la recepcionista.
Durante varios meses, hasta que me volvieron a trasladar de oficina, estuve yendo a reconocimiento medico, dos veces por semana, los lunes y los jueves, y algunos fines de semana incluso en casa de la doctora, aquellos fines de semana que su marido estaba de viaje.