La doble vida de la señora Miravete 02

La señora Miravete sale de fiesta...: Nuestra protagonista sale de "caza"...

CAPÍTULO 2º

LA SEÑORA MIRAVETE SALE DE FIESTA

Ha sido una semana larga y dura pero fructífera en los dos bufetes legales que regenta nuestra bella y caliente protagonista. Se han firmado acuerdos millonarios y eso es motivo de celebración, cosa que ya ha hecho con sus colegas de profesión.

Pero como ya sabemos, Claudia Miravete, es una mujer insaciable de sexo, una auténtica guarra comepollas, casi una ninfómana, y no le basta con una o dos copitas del mejor champán, ella necesita un buen rabo que llevarse a la boca y al coño y es por eso que hoy, Viernes por la noche, ha decido salir en busca de un buen semental que sacie sus apetitos sexuales.

Tras vestirse con su traje más sensual y elegante se mira al espejo y se examina cada centímetro de su escultural figura, sus tetas de tamaño perfecto talla 90, su cinturita cuidada a base de gimnasio y su trasero, duro y firme, que obliga a volverse a los hombres cuando pasea por la calle. Sonríe y se relame, humedeciendo sus sensuales y apetecibles labios antes de coger su bolso Louis Vuitton y salir a la calle en busca de algún semental con el que saciar sus más bajos instintos sexuales...

Antes de salir aún se detiene a cepillar con cuidado su hermosa y larga melena negra y sólo cuando considera que su cabello está divino de la muerte sale a la calle y se dirige a su carísimo descapotable aparcado a las puertas de su lujosa mansión.

Cinco minutos más tarde, Claudia Miravete llega por fin al local de moda en su la ciudad.

No le hace falta ni esperar en la cola, nada más verla, el guardia de seguridad le dedica una amable sonrisa y le abre el cordón de acceso, ante las protestas de los allí reunidos, sobretodo de las féminas, que ven como sus parejas se comen a nuestra con lascivas miradas de deseo.

Una vez dentro del local, la señora Miravete se dirige a una de las tres barras a pedir algo que la anime más si cabe todavía, mientras sus ojos recorren el lugar en busca de algún posible candidato a semental de la noche.

Cuando por fin lo encuentra, se acomoda el vestido, negro y ajustado y de generoso escote, se humedece los labios, y camina hacia él.

Él, en cuestión, es un tipo de aspecto un tanto anodino, pero de constitución atlética, como le gustan a nuestra protagonista.

-Hola, guapo… -Saluda al tipo rozando su entrepierna de forma apenas perceptible, pero lo suficiente para calibrar la herramienta de su más que posible amante-. ¿Me invitas a un trago?

-¿Eh? –Él la mira, la examina de arriba abajo, y sonríe, al tiempo que nota como sus nada despreciables veinte centímetros de polla se endurecen bajo la tela de su pantalón, ante la visión de tan estupenda hembra.

-Yo puedo comerte la polla como nunca antes te la han comido –susurra Claudia al oído del, cada vez más alucinado, joven-. Mmm… ¿Qué me dices, guapetón? ¿Te apetece que mi lengua recorra y ensalive cada centímetro de tu dura verga? –Mientras dice esto, nuestra caliente protagonista acaricia sin reparo alguno la abultadísima entrepierna del apuesto galán, que traga saliva y musita un débil, apenas perceptible:

-S-sí…

-Pues sígueme –ni corta ni perezosa, la señora Miravete, toma la mano de su futuro amante y lo arrastra hacia los reservados.

Una vez allí, y sin casi darle tiempo a reaccionar, Claudia Miravete baja la cremallera de su anónimo amante saca su polla, totalmente dura y erecta en su máxima expresión y comienza a mamar con ansias, haciendo sonoros ruidos con su lengua y garganta.

-MMM… QUÉ POLLA TAN RICA, CARIÑO –Gime la caliente señora Miravete, sacándose el cipote de la boca y pajeándola durante unos instantes antes de volver a metérsela en la boca para seguir la mamada para deleite del joven que se siente morir del gusto.

-¡JOOODER, QUÉ MAMADA! –Jadea el afortunado semental, dejándose caer en uno de los sillones del reservado, mientras nuestra protagonista sigue mamando, comiendo y succionando su dura y enhiesta polla.

-ESTOY MOJÁDISIMA, CARIÑO… -Susurra Claudia al oído del joven, mientras se arremanga el vestido, bajo el cual no lleva nada y se ahorcaja sobre el empalmado mástil de carne dura y palpitante, y lo introduce muy despacio en su chorreante coñito.

Y comienza la cabalgada en medio de una orgía de gemidos, jadeos y suspiros, que hacen que los demás ocupantes de los reservados dejen sus quehaceres y se fijen en nuestra protagonista y en su cada vez más feliz amante.

-¡ASÍ, CABRÓN, ASÍ! ¡FÓLLAME MÁS FUERTE, TALÁDRAME EL COÑO CON TU CIPOTEEE! –Chilla la señora Miravete mientras se aferra con fuerza al cuello y hombros de su amante en un intento porque su polla le llegue lo más hondo posible dentro del caliente y chorreante chumino.

Y por fin, después de quince minutos de intensa cabalgada…

-¡ME VOY A CORREEER! –Gime el semental para gozo de nuestra protagonista, que baja de su montura y se amorra al duro y palpitante cipote cuando de éste comienza a brotar el semen caliente, dulce y espeso, para tragarse hasta la última gota.

-Mmm… No ha estado nada mal, ricura –sonríe la caliente dama dando un beso a su sorprendido amante, para luego dejarlo en los reservados del local nocturno, derrengado y con la picha, ya flácida, fuera de la cremallera.