La divina adivina
Santi, un joven salido de... Bueno. Simplemente un joven salido.(Relato porno, tipo comedia americana, y sin pretensiones literarias)
-Santi, pero ¿qué haces así vestido? -le increpa Luismi desde la puerta de entrada, sin poder aguantar la risa- Joer con el superman, tío. Me troncho contigo.
La cosa no es para menos. Santi lleva un antifaz y una especie de traje cutre de lycra negro de super héroe, muy ajustado, con los calzoncillos rojos por fuera, marcando bien la entrepierna. Una letra S enorme de color blanco, mal cosida, adorna su pecho.
-No voy de Superman, tarugo. Soy Sperman -levanta un puño, mira al cielo. Con la otra mano se coge el paquete y sigue hablando con aire soñador-. Siiií... Sperman, el follador justiciero, el que mete su super-polla con su super-impulso orgásmico y su super-chorro espérmico y satisface a las damas super-ninfómanas en apuros...
-Coño, estás loco, tío, calla ya -le corta Luismi.
-¿No dijiste que era una fiesta de disfraces? Me ha costado un huevo acabarlo para hoy, y eso que mi madre me ha ayudado un poco. Espera que me ponga la capa roja, verás qué efecto. Es que pierdo mucho sin la capa, tío.
-Agarra la capa o lo que sea que llegamos tarde, gilipollas. Le dije a tu hermana que venía a recogerte a las ocho para tu fiesta sorpresa de cumpleaños. Y no. No le dije que era de disfraces, jajaja. No te cambies, que no hay tiempo. Además, seguirás igual de ridículo con o sin ese traje y al menos con la máscara no se te ve la cara. Casi mejor así.
Santi sale a la calle arrastrado por su amigo, que cierra la puerta de la casa.
-La zorra de mi hermana me dijo que era una fiesta de disfraces. Es una jodida cabrona. Lo ha hecho para joderme. Ya la joderé yo, ya. Esta se la guardo.
-Sí, yo también jodería a tu hermana. La jodería bien jodida, y me la follaría, y me la tiraría, y la...
-Calla, coño, tío, que es mi hermana -Santi le da un capón a su amigo.
-Pero está muy buena. Tiene un polvo que... Joder, no sabes todo lo que le haría...
-Eres un guarro. Se nota que no tienes hermanas.
-Sí. Tengo una hermana. -Los dos se callan por un momento. Luismi traga saliva.
-"La cosa"... -murmura Santi. En seguida se muerde los labios y se produce un silencio incómodo entre los dos.
-Es... rara. Vale, tío. Lo sé. Mi hermana es tan rara y tan fea que la llaman "la cosa". Ese pelo pegado a la cara, esa cara con esas cejas, esas cejas con tanto pelo, el cutis grasiento con tantos granos... Joder, a mi hermana no se la follaría ni un Sperman salido como tú.
-Me vas a hacer vomitar, con perdón, tío, que es tu familia, es tu hermana, pero... -Ahora se detiene asombrado-. Joderrrrrr, joderrr, joderrrrr... ¿Y estoooo?
Santi alucina cuando llegan al auto que les espera a la vuelta de la esquina. No ha podido recogerle en la puerta de su casa porque el automóvil en cuestión no cabe por esa estrecha calle. Es una preciosa limusina de color negro. El chófer uniformado no puede disimular y mira a Santi con una mezcla de asombro e incredulidad, aunque abre la puerta de atrás sin inmutarse ni esbozar ni la más ligera sonrisa.
-Buenas tardes, señor.
Luismi le indica a Santi con un guiño que suba. En cuanto el chaval sube al auto, el chófer cierra la puerta.
-¡¡Tíooo! ¿¿Tú no vienes?? -le grita Santi a su amigo.
Luismi hace un gesto negativo con la cabeza, sonriendo, y otro gesto con el pulgar hacia arriba.
El coche arranca. El muchacho mira por la ventana trasera a Luismi que le dice adiós con la mano.
-Como esto sea una puta broma, me lo cargo, joder. Cumplo veinte años. Es mi puto cumpleaños. Vale que mi fiesta sorpresa no sea una sorpresa, pero como sea una putada, mañana me lo cargo -Santi pega un golpe al cristal delantero, y este se baja automáticamente-. ¿Usted sabe algo de esto? Esto no me gusta nada, voy a bajar.
-Señor... Tengo órdenes de llevarle a su destino y de tranquilizarle. Confíe en su mejor amigo, que le ha preparado una fiesta de cumpleaños que nunca olvidará.
Santi encoge los hombros, decide entonces relajarse y disfrutar del viaje. Se entretiene toqueteando todos los botoncitos del panel de mandos: el del aire acondicionado, el sonido, las ventanillas que suben y bajan... El auto posee una enorme pantalla LCD, una equipo receptor de sonido Satelite XM, una amplia selección de Cds, una barra completamente almacenada con las bebidas más selectas... Lo mejor de lo mejor.
Santi abre una cerveza Heineken, pone la tele a tope de sonido, zappea con el mando, da saltos en el asiento de cuero liso, tan suave y mullido, mientras sigue toqueteando todos los botones del panel.
El viaje ha sido para Santi más corto de lo que se imaginaba, aunque claro, al chófer le ha parecido eterno. Éste entorna los ojos, baja del auto y le abre la puerta.
-Ya hemos llegado a su destino. Disfrute de su fiesta. Feliz cumpleaños, señor. Volveré a recogerle mañana por la mañana. Siga a la señorita. Ella le indicará.
Santi está anonadado. Mira hacia arriba. De arriba a abajo. De izquierda a derecha y de derecha a izquierda. Mira a la chica. La chica le sonríe. La verja se abre y el auto arranca y se aleja.
-Bienvenido, señor. Soy Sara, su guía. Si tiene cualquier duda puede consultarme. Para cualquier petición, estoy a su completa disposición. Sígame, por favor.
Y el chico camina tras esa belleza morena como por inercia. Está paralizado, mudo por la emoción. No puede creerlo. ¡Ante él se levanta la famosa mansión de Hugh Hefner, la lujosísima mansión Playboy! ¡Esa de veintidós habitaciones, salas de juegos, zoo privado, canchas de tenis, piscinas! ¡Casi dos mil metros cuadrados de diversión, orgías, juergas morbosas, vicio y regodeo, amenizado por las fantásticas chicas playmates! ¡Guau!
Rodean la fuentecita de la entrada. En los jardines hay pavos reales vivos que pasean con aire ceremonioso. Tuercen por uno de los caminos a la derecha de la mansión.
-Es por aquí, señor. Aquella es la zona privada. Su fiesta especial de cumpleaños se celebra en la zona al aire libre, en las piscinas. ¿Puedo llamarle por su nombre de pila, señor? ¿Puedo tutearte, Santi?
El chico asiente sin poder aún articular palabra y una ráfaga de viento le vuela la capa. La muchacha corre a recogerla y ,cuando ella se agacha, el viento levanta también su faldilla cortita.
No lleva bragas.
Esas tres palabras se repiten constantemente en la mente del chaval. No lleva bragas, no lleva bragas, no lleva bragas...
No. Lleva. Bragas.
Y mientras las palabras se repiten, la imagen se congela ante sus ojos. Esas piernas perfectas; ese culo redondo, respingón, de nalgas preciosas bronceadas; esa vulva rasuradita, carnosa y jugosa asomando desde atrás, diciendo: cómeme, cómeme. No lleva bragas, no lleva bragas... El viento se calma, la faldita se agacha, pero no así la polla de Santi que se ha izado cual bandera. Pero es que... No lleva bragas. ¡¡No lleva bragas!!
-He muerto. He muerto y estoy en el cielo -murmura con la boca abierta al llegar a la zona de las piscinas.
-¡FELIZ CUMPLEAÑOS, SANTIII!
Docenas de chicas imponentes, rubias, morenas, pelirrojas... Todas buenorras. Y todas le miran ahora sonriendo tras cantarle el happy birthday to you, happy birthday, dear Santi.. . Happy birthday to you...
Siguen mirándole... Ahora algunas bailan insinuantes al ritmo de la música disco de Madonna, Times goes bye so slowly, Times goes bye so slowly... escotes de vértigo, piernas kilométricas. Santi observa los bikinis minúsculos que pretenden proteger los pezoncitos duros de las chicas que se bañan en la piscina o que están bajo la cascada.
Dos chicas saltan en las camas elásticas. Boing, boing, boing... Las pupilas del chaval suben y bajan al ritmo del bamboleo de las tetazas de las chicas. Boing, boing, boing... La polla del chico salta también pidiendo auxilio; necesita desesperadamente que le echen una mano.
Y la mano se la echa esa rubia del tanga blanco que hay ahora mismo delante de él. No se lo puede creer. ¡Es Coco! ¡¡Cocooo!! No. El de Barrio Sésamo, no. ¡Es Nicole Coco Austin! Coco para los amigos. La exhuberante mis marzo del calendario Playboy, la del culazo de ensueño, la de las tetas con mayúscula, la de la boca carnosa. Y esa muñeca tiene la mano en su paquete y le mira con cara de vicio.
-Mmmmm. Encantada de conocerte, Santi, cariño. -Se vuelve y llama a las otras chicas, sin dejar de toquetear la abultada entrepierna-. Venga, muchachas, demos la bienvenida a nuestro homenajeado como se merece.
-Uis.... Vaya... Parece muy bien dotado -afirma sonriente la hermosura de pelo castaño y largo que Santi reconoce como Tavia Morris-. ¿Y no tienes calor? ¿No te apetece meterte en la piscina con nosotras?
-Ho... hola. Bueee... Es que... No... No llevo tr... traje de baño... yo...
-No seas tímido. Y qué más da. Mira nosotras nos lo quitamos todo también, para que no te cortes -le sonríe animosa Jaimee Adisson, la miss Abril de la revista, la de piel de ébano y terciopelo.
Y ante sus ojos todas las chicas se van liberando de las escasas prendas que las cubrían, a la vez que casi a la fuerza y entre risas le van despojando también a él de su super traje de Sperman, el follador justiciero.
Y allí le tenemos a nuestro Santi, desnudo, de pie, con el antifaz negro y los calcetines de cuadros, con la piel lechosa de cuerpo enjuto y desgarbado, rodeado de bellezas bronceadas desnudas que se relamen los labios con carita de "fóllame" mirando su polla tiesa. Más de una docena de conejitas hambrientas admirando con apetito la suculenta zanahoria.
-Claro que puedes -le murmura su guía Sara, guiñándole el ojo-. Es tu fiesta de cumpleaños, puedes hacer todo, todo lo que quieras.
Es como si le hubiera leído el pensamiento. Se muere por tocar esas tetas, esas hermosas pechugas turgentes de Coco. Y no sólo esas tetas. Todas, todas las tetas. Las de Chelse, las de Kendra, las de Jodie, las de Jaimee, las de Tavia... Mmmmm... Y con los ojos brillantes de la emoción y la sonrisa congelada en la cara, Santi tantea, roza, acaricia, sobetea palpa, pellizca... con una mano, con las dos... El pulgar de la derecha en ese pezoncito rosado y chiquito, la mano izquierda abarcando la teta de piel oscura...
-¿Te gustan las mías?
-Toca, toca las mías. Mira que pezones más ricos. Prueba a chuparlos.
-Mmmm... Sí, Santi, Saborea también los míos.
Y el muchacho no habla, porque le falta boca para abarcar a lamer y besar y chupar tanta teta que se le ofrece. Y las manos antes indecisas ya se lanzan con precisión a sobar culos de nalgas prietas, mientras saborea pezones de diferentes colores y tamaños. Las manos se atreven más y los dedos tientan los chichis depiladitos y suaves. Deditos curiosos que deciden ir más allá y explorar entre los pliegues de carne rosada y húmeda. Ojalá pudiera probar esos coñitos dulces y deliciosos.
Jodie Ann se sienta en el suave y mullido cesped artificial, abriendo las piernas y llamándole:
-Santi, ven a comerme el coño. Me muero de ganas de que me lo comas...
-Y yo!
-El mío también! Santi, cómeme el chichi.
Y todas las chicas se van sentando a su alrededor formando un círculo, como en los juegos de campamento, pero con las piernas flexionadas y dejando bien expuesto el coño brindado. Todos a su disposición.
Y al chico se le cae la baba, a su polla se le cae la baba y los conejitos babean de ganitas de ser comidos. Y Santi, que nunca ha despreciado un convite y en los buffets libres no se corta un pelo, mete los deditos, lame, chupa, mete la lengua, y estimula clítoris a unas y a otras.
Sara, la guía, aparece con una caja grande con artículos dentro. Las playmates aplauden.
-¡Juguetes! ¡Vamos a jugar! -gritan ellas.
Santi observa como las conejitas, riendo como niñas en el Toy's a Rus, sacan de la caja diferentes vibradores de tamaños y colores, bolas anales, lubricantes, aceites, y otros artilugios y se quedan mirándole, expectantes.
Sara le susurra al oído:
-Están esperando órdenes. Tú eres el que manda. Recuerda que la fiesta es en tu honor.
-Pero... ¿Yo puedo pedir lo que quiera? ¿Todo, todo, todo lo que yo quiera?
-Santi. Atiende mis palabras. Tú eres el amo. Ellas son tuyas. Son tu regalo.
-Yo soy el amo, soy el amo... -se levanta, alza el puño y se coge la polla, riendo-. ¡Soy el puto amo!
Las chicas le miran con cara de deseo, unas sonriendo, otras relamiéndose los labios, unas se tocan los pezones, otras siguen jugando con su dedito entre las piernas.
-Bien. Jessica, y Stephanie y tú, como te llames, coged esos consoladores y os los metéis, estos grandes. Tú, la pelirroja, Miranda, coge el lubricante y esas bolas anales y vas lubrificando y dilatando el ano a todas, sobre todo a esa Kendra Wilkinson, que luego se la meteré por el culo. Vosotras dos quiero que os comáis el coño una a la otra.
-¿Y nosotras? -pregunta Coco.
-Vosotras os quedáis aquí, a mi ladito que os voy a dar polla. Sperman, el follador justiciero, tiene una gran misión que cumplir, la cosa está que arde, a punto de explotar, así que os quiero de rodillas y chupándomela por turnos, mientras os sobo y os meto los dedos por todas partes.
-¿Deseas que haga yo algo, Santi? -Le pregunta Sara, su guía, con sonrisa picarona.
-Sí. Tú quédate aquí y ve haciéndote un dedito, que vas a ser la primera a la que me folle -le dice metiéndole mano por debajo de la faldita-. Ains, qué coñito más rico, mmm... Y chicas, chicaaas... No os preocupéis, que tenemos toda la noche. Aquí tenéis polla y leche para todas.
Durante un buen rato la música de fondo se combina con los gemidos y suspiros de las chicas y los jadeos de Santi...
-Sí, así, Coco. Chúpamela así, Kendra, ven y lámeme suave los huevos. Luego no estaría mal probar el chochito de Sara Nollevabragas y metérsela en ese coño apretadito. Mmmmmm... Las voy a poner en círculo a todas, a gatas, y me las voy a ir tirando a todas, se van a hartar de polla, por el coño y por el culo, todas, todas, todas...
-Santi, fóllame, fóllame ya.
-Santi, a mí, metemela a mí, que me muero de ganas.
-Cielo, mi culito es todo tuyo.
La Coco la chupa como nadie y el chico ya no puede aguantar más; con un ligero jadeo se corre en la boca de la rubia explosiva y
Y Santi cierra el cuaderno, deja el bolígrafo encima de la mesa del escritorio y vuelve a mirar embobado el calendario de las chicas Playboy de la pared de su habitación, se baja el pantalón del pijama y empieza a masturbarse volviendo a recordar toda la escena, su sueño. Su maravilloso sueño follando con las conejitas en la mansión de las orgías.
-¡Santiago! -su hermana Vanessa, vestida con un ligero short y un top y con unos pompones en la mano abre la puerta y se asoma. Al chico casi ni le da tiempo a subirse los pantalones.
-¿Pero es que tú no sabes llamar a las puertas, gilipollas? -le increpa molesto.
-¡Vete a la mierda! Tu amigo, el repelente ese, como se llame, ha llamado hace un rato. ¿Por qué llama al fijo? ¿No te puede llamar a tu móvil? Bueno, ese anormal dijo no se qué del partido de esta tarde. No se te ocurra acercarte ahora al patio de atrás, que estamos mis amigas y yo ensayando, friki.
Santi asiente y mira a su hermana con odio. Detesta a Vanessa. Es tan pija que hasta los tampax que usa son de Hello Kitty, seguro. Sólo le gusta una cosa de su hermana: sus amigas. Se las follaría a todas. Y dos veces. O más...
Y con este pensamiento en mente, sigue con su tarea masturbatoria. Esta vez la fantasía vuela hacia el patio trasero de su casa, donde una docena de preciosas animadoras le ofrecen sus cuerpos sudorosos y excitados para complacer a Sperman, el follador Justiciero. Seguro que Desiré, la capitana de animadoras, la chupa como nadie... Mmmmm...
-Seguro que Desiré, la capitana de animadoras, la chupa como nadie... Mmmmm... -le susurra Santi a Luismi desde su asiento.
El partido hace tiempo que ha terminado, la gente ha ido abandonando las gradas, contentos por la victoria del equipo universitario local. Desiré se ha quedado rezagada, recogiendo los pompones y el material, aunque lo cierto es que está esperando a su novio Borja, el capitán del equipo vencedor. Santi y su amigo Luismi siguen sentados en sus asientos.
-Seguro que sí. Joder. No la veo desde aquí. Vaya mierda de partido, tío.
-Pero si hemos ganado -dice Santi, limpiándose las gafas con una de las orejeras de su estrafalaria gorra.
-¿Hemos? Ni que hubieras jugado tú, tarado. Han ganado ellos, los Toros de San Fernando. Nosotros ni siquiera hemos visto el partido porque nos tapa la columna esta. Vaya mierda de sitio que hemos pillado... Bueno, ¿nos vamos?
-Shhh... No. Espera un poco, tío. Quiero seguir deleitándome con el culito prieto y el escote de Desiré. Mira, ahora llega su novio, el Borja, que asco me da ese tío. Es un...
-Un tío bueno -afirma convencido Luismi.
-¿Ein? -Santi le mira enarcando una ceja.
-Digo que está bueno, joder. Eso está a la vista. Vamos, que es normal que las niñas le adoren. Es un cachas con el cuerpo musculoso, atlético, guapo, rubio, ojos azules. Si fuese tía también intentaría llevármelo al huerto.
-¿Ein? -Santi le sigue mirando alucinado.
-Joder, Santi, no seas cabrón. Digo que... Joder, no me mires así, ya no sé ni lo que digo.
-¿Si fueras maricón te dejarías dar por culo por el Borja?
-Y una mierda. Si yo fuera maricón yo le daría por el culo al Borja.
-Vale, tío, qué alivio... Así me parece estupendo. Que le den por el puto culo a Borja, y si lo hicieras tú, mejor que mejor, pero... Shhhh. ¿Qué ha pasado? Eso ha sonado como una hostia.
Los susurros de Borja y Desiré se han convertido en gritos después de la bofetada que le ha arreado la chica. El muchacho tiene la cara encendida.
-¡Eres un cabrón! -le grita la chica-. ¡Volviste a dejarme plantada! ¡Y ya van tres veces! ¿Sabes lo que voy a hacer? Te juro que voy a liarme con el primer tío que vea, te lo juro por lo más sagrado que voy a dejar que me folle por todos los lados el primer tío que se me ponga delante, y lo haré la noche del baile de primavera. ¡Iré con él al baile para que nos vea todo el mundo y dejarte en ridículo, cabronazo de mierda!
Santi aún no sabe si fueron sus piernas las que se movieron solas y saltaron automáticamente los escalones de las gradas de cuatro en cuatro, o fue su polla la que tiró de él como loca hasta situarse frente a Desiré. Y todo sin pensar que a su lado estaba Borja, el bruto de metro noventa y siete, el terror de los frikis, el matón de la Uni. Y es que las ocasiones las pintan calvas, y en ese caso, su calva polla es la que le impide detenerse a pensar que se está jugando el pellejo.
Pero hay que entenderlo. Y es que a Santi las hormonas le impiden pensar; y allí está, plantado ante Desiré, con la sonrisa embobada en el rostro. ¿Y Desiré? Pues imaginad. La cara de la jefa de animadoras es todo un poema al ver al hermano friki de Vanessa, al larguirucho ese con la gorra enorme azul con orejeras. Su mirada, entre sorprendida y asqueada, cambia a furiosa cuando escucha las carcajadas delirantes de Borja, que casi se tira al suelo partiéndose.
-Mira quién ha aparecido... ¡Pocoyo! Jajaja. ¿Con este mamarracho? -a Borja le saltan las lágrimas de la risa-. ¿Vas a dejar que te folle esta birria? ¿Vas a ir al baile de primavera con este anormal?
La expresión furiosa de Desiré torna a triunfal cuando se encara al capitán del equipo de Baloncesto. La de Santi no ha cambiado, sigue con la sonrisa embobada congelada en su rostro y los ojos tras las gafas clavados en el pronunciado escote de la chica.
-Pues sí -continúa ella, levantando la barbilla, orgullosa-. Voy a ir con... con... con esto... con este... como se llame.
-Santi -consigue articular el chico, aunque la chica ni siquiera le mira.
-Ooooooh, siiiiiiiiiií... -sigue ella-. Y voy a dejar que me vea todo el mundo con él, y bailaré con él, y luego nos iremos a la colina de las afueras con el coche, donde van todas las parejitas, para que nos vean todos, y follaré con él y te aseguro que iré diciendo por ahí que he ganado con el cambio, pregonaré a los cuatro vientos que folla mil veces mejor que tú, que eres un picha floja de cinco centímetros. Claro que sí. Y verás como te repatea que todos se enteren que tu chica te ha dejado por... por... esto -señala a Santi, torciendo el gesto.
Borja deja de reír. Su rostro está encendido por la furia, pero su rabia se concentra, no en Desiré, sino en ese gafotas flaco y desgarbado al que agarra de la pechera de la camiseta, con los ojos echando chispas y la cara tan cerca de la suya que puede oler su aliento.
Luismi salta entonces de detrás de la columna, pero afortunadamente la cosa no va a más. En ese momento entra en el recinto la banda de música de la Universidad, entonando el himno del equipo, con docenas de estudiantes y jugadores tras ellos, vitoreando a los Toros de San Fernando, y que agarran en hombros a su Capitán para sacarlo por la puerta grande.
-¡Toros! ¡Toros! ¡Tooooros! -vitorea todo el grupo.
Desiré también vitorea, pero con sorna y haciendo el símbolo de los cuernos con los dedos a su ex-novio y sale con la multitud. Santi, entusiasmado se une a los gritos y al gesto de cornudo. Borja mira fijamente a Santi con mirada asesina, le señala y hace un gesto pasándose el dedo pulgar por la garganta.
-Me va a matar, tío -le susurra el chaval a Luismi al oído.
-Me va a matar, tío -los dos muchachos se esconden tras el puesto de las palomitas de la feria, intentando recuperar el aliento tras escapar huyendo de Borja y su pandilla.
-Claro, es que tu también... A quién se le ocurre encontrarte con la super panda de tíos altos y musculitos y su capo, y decirles: "Anda, mira, aquí llegan Mariposita de Espinar y los Carnavaleros del Sur". Es pa' matarte. Lo que te faltaba.
-Esta boca, que me pierde, ya lo sabes. Joder, por ahí vienen. Mejor que nos separemos, que contra ti no tiene nada y si te pilla conmigo igual también pierdes los dientes. Me esconderé en cualquier sitio hasta que pasen de largo.
Antes de que Luismi pueda abrir la boca, Santi ya ha salido corriendo y ha entrado en la barraca de Erato, la adivinadora.
Es extraño. El ambiente ensordecedor de la feria, la música delirante del carrusel, el estrépito de los cochecitos de choque... Todo parece haber enmudecido de repente, y eso que la puerta de la barraca sigue abierta. El aroma a vainilla es embriagador; la música relajante y la luz ténue de las velas aromáticas hacen que el muchacho se relaje por fin y se le escapa un largo suspiro.
-Cierra la puerta. Siéntate aquí -la voz seductora es acompañada de una mirada de largas pestañas que envuelven unos ojos verdes, rasgados y brillantes como los de una gata-. Dame la mano, cielín.
-Sí, señora -obedece el muchacho, como hipnotizado por esos ojos, esa media melena castaño claro y esa sonrisa irónica de mujer fatal de película de gansters en blanco y negro. Sólo el tacto de su mano sujetando la suya hace que tenga una inmediata erección.
-Sé lo que te preocupa. No, no solo es lo de ese tipejo que te anda persiguiendo. Es lo de dentro de dos semanas. ¿Verdad, cielín? Estás acojonado por lo que pueda ocurrir la noche del quince cuando acabe el baile. Tienes razones para preocuparte. La vas a cagar. Sólo has follado en tus sueños y sabes que no vas a dar la talla. Igual por los nervios ni siquiera te empalmas cuando llegue el momento. Déjame ver una cosa. Levántate.
Santi no da crédito. Seguro que está soñando, seguro, porque esa hermosa mujer, además de que parece saberlo todo, se levanta también de la silla y se le acerca con pasos felinos, se arrodilla ante él, le desabrocha con soltura la hebilla del cinturón, el botón del pantalón, baja la cremallera, tira de sus vaqueros y de sus calzoncillos, y deja su polla erecta al descubierto.
-Bien. Esto es bueno. Estás acojonado, pero empalmado -sigue mirando, como calibrando su miembro viril-. No está nada mal, tienes una buena polla.
Santi sigue alucinando, pero se deja hacer. Esa mujer, tan hermosa como extraña, le pasa la mano por los testículos, rodea la base de su pene, acerca la boca y le mira con esos ojos de verde esmeralda... Y mientras habla, el muchacho puede sentir su aliento cálido en la punta de su miembro.
-Sentir una polla jugosa dentro de mi boca es uno de los mayores placeres de la vida. Tu polla es hermosa, bien tiesa, con esa puntita viscosa de buena leche que me encantaría saborear ya. Puedo hacer que te vuelvas loco de placer si te chupo la polla como sólo yo sé hacerlo. Primero despacio, lamiéndote como un buen caramelo, luego ya mamadas profundas, hasta el fondo. Mi lengua puede hacerte gemir como un animal...
Y ella sigue y sigue hablando con su polla en la mano, y Santi está enloqueciendo de verdad. Sí, ahora sí. Erato acerca la boca más y le da una mamada bien profunda. El chico nunca había estado tan excitado, tanto que se corre en cuanto ella levanta la cabeza y separa los labios de su pene. Tres grandes chorros de semen caen sobre la cara de la adivina, que luego mira hacia arriba con los ojos entornados.
-Lo sabía. Eyaculación precoz. Si esa noche duras tanto como ahora, vas a hacer el ridículo, chaval. Son diez euros, cielín.
-¿Por la mamada?
-Siéntate, capullito -Erato le mira entre enfadada y divertida, el muchacho se sienta de nuevo y ella vuelve a su silla-. ¿Has creído que soy una puta? No soy una puta. Los diez euros son por mi trabajo de adivinación. La mamada ha sido una simple comprobación de que sí que tienes un problema, pollo.
-No voy a llegar a metérsela -se desespera el chaval-. ¡Seguro que me corro en cuanto se quite las bragas! Sí, perdón. Diez euros.
Saca el dinero del bolsillo y lo deja sobre la mesa, ella se levanta a guardarlo en un bote. Entonces Santi se fija más en sus curvas, esa falda estrecha que marca bien el culo, y en el escote de la blusa de seda en el que asoman unos pechos plenos. ¿Qué edad tendrá? Seguro que rondará casi los 40 tacos, pero está más buena que la nocilla de dos colores. Se parece a esa actriz antigua... que no recuerda el nombre.
-Bien, el problema existe -se sienta ella y continúa-. Pero me has caído bien, me gustas y eso es un punto a tu favor. Creo que si te pones en mis manos puedo ayudarte a solucionarlo. No, no te costará dinero. Digamos que simplemente tienes que hacer lo que yo te diga en todo momento y al final te pediré un pequeño favor a cambio de mi ayuda. Nada raro, no te preocupes y tampoco te obligaré a hacerlo si tú no quieres.
-¿Y cómo se soluciona esto? Soy un puto eyaculador precoz, joder.
-Pues con un buen entrenamiento. Es lo que necesitas, cielín. Yo puedo hacer que te conviertas en el mejor amante, en un experto lamecoños que sepa mover la lengua tan bien que deje a las mujeres extasiadas; puedo convertirte en un gran follador, que las deje tan satisfechas que nunca olviden tu polla. Sí, creo que puedo conseguirlo.
-¿Vamos a follar? -Santi contempla como las gotas de su semen caen indolentes sobre la mesa, ya que la mujer aún no se ha limpiado el rostro.
Un chorrito gotea sobre su labio rosado y ella pasa la lengua para lamerlo. Esa visión y la idea de follarse a la vidente hace que se vuelva a empalmar de nuevo.
-¿Estás otra vez cachondo, cielín? -Se ríe ella-. Pues no, no follaremos. Te acosaré, te pajearé, te tocaré, te lameré, te haré mamadas, te dedicarás a conocer un cuerpo de mujer a fondo, dejaré que me toques, que me lamas... Pero no vamos a follar. Eso no... No, hasta que yo no vea que estás preparado para hacerlo. Y ahora ya puedes irte. Ven dentro de media hora a mi casa, a esta dirección y empezaremos tu entrenamiento.
Santi recoge la tarjeta:
-Bien, señora... Erato.
-Te acabo de chupar la polla, pollo, puedes tutearme -sonríe ella.
-Bien, Erato. Dentro de dos horas en su... en tu casa. De acuerdo.
El chaval sale del puesto algo mareado, tal vez por los aromas tan fuertes de las velas o porque aún no ha asimilado lo que le acaba de ocurrir.
-Esto es la hostia... -murmura.
-Esto es la hostia... -murmura Santi, escondido tras el contenedor de basura en las afueras de la ciudad, en los límites de la feria- Menos mal que me he fijado bien, joder... Esta es la noche más rara de mi vida... Qué cosas... Esto parece la serie esa... En los límites de la realidad. Igual he entrado en una realidad alternativa, un plano paralelo o... Vete tú a saber.
Antes de esconderse, les vio forcejear desde lo lejos cuando se dirigía a casa de Erato, allí, en ese callejón, al animal de Borja y a su amigo Luismi. Estaban enzarzados en el suelo, agarrándose uno a otro, casi rompiéndose la ropa, luchando, peleando como bestias salvajes... Como animales... Comiéndose los morros el uno al otro como animales en celo.
-¡Me cagüen la puta! -Santi a punto de lanzarse contra Borja se desvía, da un salto y se esconde tras el contenedor-. Y un cojón de pato. Que no están luchando, que están retozando, jurungueando, follando o casi follando. Esto es la hostia... Quien lo hubiera dicho... Al fin y al cabo, Borja sí que era una Mariposita de Espinar, pero ¿Luismi? -Santi se asoma un poco de nuevo-. Pues Luismi está de pie en la pared y Borja está arrodillado con la cabeza entre sus piernas. No hay lugar a dudas. Borja se la chupa a Luimi. Mi mejor amigo es gay. Bueno, tampoco es algo que me vaya a traumatizar demasiado. Tener un amigo gay está bien. Lo jodido es que mi mejor amigo gay está liado con el mariconazo del Borja, porque Luismi puede ser gay, pero Borja es un mariconazo que te cagas, que hasta los homos tienen sus categorías, no vayamos jodiendo y Luismi es un tío de puta madre y en vista de lo visto y de los mugidos que llegan hasta aquí, creo que mi colega le está dando por culo al capitán del equipo de los Toros.
Vuelve a mirar la tarjeta que lleva aún en la mano, la que le ha dado la vidente, mira hacia el cielo, se quita las gafas, se las limpia con la faldilla de la camisa de cuadros y suspira.
-Creo que lo mejor es que me largue de aquí.
-Creo que lo mejor es que me largue de aquí -se dice Santi con la boca seca, contemplando la gran cantidad de juguetes sexuales de todo tipo que adornan los estantes y las paredes de habitación de Erato; hay de todo, desde esposas y látigos, hasta bolitas y consoladores de todos los tamaños-. A ver si he da'o con una loca que me encadena y me pone el culo morao a palazos antes de abrírmelo con un pollón de plástico pegado a un arnés. De eso nada, galletas Siro, que me piro.
-No voy a hacerte daño, no te preocupes. A no ser que tú me lo pidas, cielín -le dice ella saliendo del cuarto de baño con un camisoncito transparente de puntillas de color negro.
La prenda es tan escasa de tejido que apenas tapa lo justo, dejando ver las bien torneadas piernas por abajo y la regata de los pechos por arriba, y el resto lo deja entrever. La forma redonda de las tetas, los pezones claros, el vientre liso, unas pronunciadas caderas y un triángulo de pelusita en el pubis.
No lleva bragas.
Las tres palabras que fascinan, hechizan y embelesan a cualquier Santi del mundo... Y Santi ya no piensa en marcharse. De hecho, Santi ya no piensa. Su polla tiesa le mantiene fijo en el sitio como el ancla de acero aferra al barco varado en el puerto.
Y su polla está ahora más dura que el acero galvanizado de un ancla Delta, marca ACME, porque la perversa mujer ha dejado la puerta del baño entreabierta, se ha sentado en el vidé, de cara a él y se ha subido el camisoncito...
Erato, la adivinadora sin bragas, está enjabonándose de manera lánguida el vello de la entrepierna para proceder a su depilación con una maquinilla de afeitar cuyo mango es de color rosa. Flexiona y abre bien las piernas, consciente de que el muchacho la está mirando, para ofrecerle un buen panorama. Empieza a pasar la maquinilla desde atrás, abriendo con la mano los pliegues hasta dejarlos completamente libres de vello.
Es lo más excitante que ha visto el muchacho en su vida... Sobretodo cuando ella le mira y le dice:
-Ven entra. Aún me quedan algunos pelitos en el pubis. Acaba tú de depilarme. Es muy fácil, como cuando te afeitas tú. Yo te guiaré.
Y el chico se sienta al borde de la bañera, agarra la maquinilla con manos temblorosas, pero se deja guiar por la mujer.
-Ahora toca, verás qué suave. Es más cómodo que no haya vello si me vas a hacer una buena comida de coño -y le sonríe de manera pícara sabiendo que al chico la polla está a punto de hacerle saltar el botón del pantalón y cargarse el espejo del baño.
Nunca había tocado el pubis de una mujer. La verdad es que nunca había estado tan cerca de una preciosa mujer semidesnuda en su cuarto de baño con la mano entre sus piernas. La mano se va deslizando hacia abajo, pero ella le detiene.
-Lección número uno, cielín. Cuando una chica tiene ganas de acostarse con un tío, es porque el tío le gusta. Y si el tío le gusta, ella espera que la bese antes de meterle los deditos en el chichi.
-A Desiré no le gusto. No follará conmigo porque yo le guste, sino por joder al maric... -uis, ahora que ya sabe que es mariposa, no se atreve a llamarle mariconazo, qué raro, por dios- bueno, por joder al cabronazo de su ex-novio Borja.
-Bueno -Erato se seca el pubis con la toallita y se pone en pie-. Ahora estás conmigo y a mí sí que me gustas. A ver cómo besas...
Santi se levanta. Se quita las gafas, las deja sobre el lavabo. Se inclina y besa a la adivina dulcemente, primero tanteando con los labios, luego se atreve algo más, saca la lengua y la pasa alrededor, acariciando sus labios, sigue insistiendo con la lengua y ella entreabre la boca, dejando que la lengua entre a conocer a la suya...
Y mientras las lenguas colisionan, las manos de Santi pasan sin indicación de la entrenadora a la lección número dos, pues se meten bajo el camisoncito a acariciar el hermoso culo de nalgas prietas. Siguen fundidos en ese beso, cada vez más hambriento, ella con las manos sobre la nuca del muchacho agarrándole del cabello. Una mano de él sube hacia la espalda, ladea por debajo del brazo y se dedica a acariciar ese pezoncito duro, mientras la otra mano sigue en su labor de acariciar el culo.
El chico no sabe qué le excita más, si la piel suave del trasero, el pezón tan rígido y la tersura de esa tetaza o los gemiditos de excitación que se escapan de la boca de ella mientras se besan.
Por fin se separan, ambos acalorados y casi sin aliento.
-Mmmmmm... Pues sí que besas bien, pollo -ella le mira con esos ojos verdes brillantes por la excitación-. ¿Has besado a muchas chicas?
-A la hermana de mi amigo, la Cosa, hace tiempo, por una apuesta, y a una chica con la que salí el último año de instituto, pero que no me dejaba meterle la lengua. Bueno, ni la lengua ni nada, no me dejaba meterle nada en ningún sitio.
-Bien, si la cosa tratara solo de besar, ya estarías graduado con diploma, pero se trata de follar y de dejar el pabellón bien alto, así que pasemos a la siguiente lección. Desnúdate, ponte a cuatro sobre la cama que te voy a hacer una buena sesión de spanking... Jajaja... no, que es broma, te has puesto pálido, jajaja, pues a algunos les encanta... Bueno, para gustos, colores, aunque no creo que sea tu estilo. Venga, desnúdate, pero déjate puestos los calzoncillos. La siguiente lección es visual. Quiero que me mires bien.
Mientras Santi se desnuda con precipitación, ella se contonea hacia el equipo de música, un tocadiscos antiguo de aguja, y lo pone en funcionamiento. Suena el Put the Blame on Mame, boy, de la película Gilda. Con un toque delicado en el pecho, indica al chico que se siente al borde de la cama. Erato, con movimientos sinuosos, lentos y provocadores, va quitándose esa única prenda que, aunque escasa, parece eterna.
Desnuda es una diosa, una auténtica diosa... Se sube el cabello hacia arriba, sonriendo lo engancha con una aguja que hay sobre la mesilla, luego se sienta en una silla y abre las piernas, separando con los dedos los pliegues de los labios.
-Ven. Mírame bien... Esto es un coño, un coño real; un real coño, visto de cerca. No todos los coños son iguales, hay muchos tipos de coño...
-Sí, eso canta el Chivi -confirma Santi, de rodillas ante la mujer, sin perder detalle. La sangre parece haberse concentrado en dos zonas de su cuerpo: la polla a punto de explotar y las orejas, que están rojas también como tomates.
-Pues ahora que lo has visto bien, quiero que lo huelas. Aspira profundamente... El olor también es peculiar en cada mujer. Huéleme toda, huéleme, y tócame... Explórame con tus manos, todo lo que quieras...
Y se tumba sobre la cama con esa encantadora sonrisa capaz de desarmar a cualquiera. Al principio las manos del chico son algo torpes y rudas, pero Erato se encarga de aleccionarle.
-No, no amases los pechos como si estuvieras haciendo un pan. Agárralos con firmeza, pero teniendo en cuenta que el pezón es muy sensible... Eso. Mmmmm... Así. Y ahora chúpalos. ¡Au! Noooo... No sorbas hacia adentro, que es molesto. Eso, sí, sí... así... Ay, cielín, qué bueno... Haciendo circulitos con la lengua, sí... Mmmmm... ¡Ay! ¡Para!
-¿Qué he hecho mal? -Santi se detiene sofocado.
-Ay, pollo, así no, que estás frotando mi clítoris como si fuese un boleto "rasca y gana". Humedece antes los dedos con mis propios fluidos, o con tu saliva, y acaricia con mucha delicadeza. Lo mejor es hacerlo con la lengua. Venga, cómeme bien el chichi, a ver si consigues que me corra...
El disco hace rato que ha terminado, pero el sonido monótono que produce el tocadiscos parece que marca el ritmo de las lamidas contínuas de Santi entre las piernas de la adivina.
-Así, así, ¡Así! Me corro... ¡Me corroooo! ¡SIIIIIIIIIIIII! Mmmmm... Aaaaah... Mmmmm... Ya... Dios, sí. Mmmmm. Para... para ya... para, cielín... ¡PARA, JODER!
-¿Ein? -el chico levanta la cabeza.
-Para, tienes que parar. Ya me he corrido... Lo has hecho muy bien, de verdad. Al principio algo desacompasado, pero luego le has cogido el ritmo. Ha sido genial, ya lo creo... Mmm... Pero ahora tienes que parar. El clítoris es muy sensible y después del orgasmo tras estimularlo, volver a tocarlo enseguida nos produce una sensación algo desagradable a la mayoría de las mujeres.
-Ah, vale... ¿Entonces lo he hecho bien? Te... ¿Te has quedado bien?
-Ya lo creo que sí... Mmmm -se despereza ella, metiendo la mano en su calzoncillo y meneando su miembro con determinación-. Estás muy cachondo. Tienes la polla más dura que una piedra. Bueno, para compensar lo a gusto que me he quedado, dime qué quieres... una paja, una mamada, una cubana o frotar la polla entre mis piernas, meterla entre mis nalgas o... Vaya...
El líquido caliente cubre ya la mano de la vidente y empapa los calzoncillos al tiempo que al chico se le escapa un largo suspiro.
-Lo siento... No he podido controlarme más -murmura avergonzado.
-No te preocupes, cielín. No hemos hecho más que empezar. Tenemos quince días por delante para tu puesta a punto. Cuando termine contigo, vas a tener más aguante, potencia y resistencia que un motor Ferrari fórmula uno, pero mucha menos velocidad, claro -le guiña el ojo con sonrisa pícara-. Y ahora vístete, esta noche tienes que irte pronto, estoy esperando una visita.
Y ante la insistencia y el apremio de Erato, Santi se viste con la misma precipitación con la que anteriormente se desvistió. Casi a empujones le planta ante la puerta y le dice:
-Mañana nos vemos, pollo.
-¿Vengo yo aquí?
-No, ya te buscaré yo.
-¿Sabrás dónde encontrarme?
-Claro, cariño... Recuerda que soy adivina -y le da un ligero beso en la mejilla, cerrando la puerta.
CONTINUARÁ
(Como me enrollo contando la historia, la cosa se alarga. Espero que a vosotros también se os haya alargado la cosa, que vosotras que hayáis ido al grano...Y que... que el final de esta historia será publicado en menos de una semana, estimados lectores y lectoras.Recibid un saludito de Gatitakarabo y muchas gracias por comentar).