La disciplina de mamá 22

Mamá traerá a uno de sus amantes a casa para que la zorrita vea en primera persona lo bien que se lo pasa. La zorrita será humillada y experimentará los celos y la frustración.

Algunos días después de la experiencia con la jaula de pinchos mi pene parecía totalmente recuperado y las pequeñas laceraciones habían desaparecido. Mi mente, pero, era otra cosa. Mamá me había llevado hasta nuevos límites de ansiedad y frustración. Aquello me hizo ser más consciente que nunca de su poder sobre mí, del sometimiento al que yo mismo me había entregado voluntariamente. En cierta manera estaba asustado, pues no sabía hasta donde me haría llegar. A pesar de eso ni me planteaba abandonar aquella vida y sentía, más que nunca, que no había vuelta atrás.

(…)

-Esta noche tengo una cita. – Mamá me informaba que quedaba con otros hombres para follar, algo que a mí me estaba totalmente vedado. – Aunque esta noche será especial. – Añadió pícara. Más tarde comprendí la diferencia de esta cita con otras, pues el amante de mamá vendría a casa, en lugar de irse ella como hacia normalmente. Me quería tener allí, viéndola con otro hombre, dándole lo que a mí me negaba una y otra vez.  Encima hacía ya diez días que yo estaba sin orgasmos. De hecho había empezado ya a contar el tiempo según mis orgasmos, de tan obsesionado que estaba.

Como siempre fui yo la que la ayudó a preparase para cita. Esperé a que se duchara de rodillas en el suelo del baño, desnudo y con la jaula de castidad puesta. Cuando salió la ayude a secarse, masajeando su curvo y voluptuoso cuerpo antes de arrodillarme de nuevo. Esperé a su lado, paciente, mientras se cepillaba los dientes. En un momento dado me cogió la cara con una mano, apretando con sus fuertes dedos y obligándome  a abrir la boca. Escupió una buena dosis de saliva y dentífrico en mi boca.

-Traga. –Obedecí sin pensar y engullí. Continuó cepillándose los dientes y cuando de nuevo el exceso de saliva y la pasta de dientes le molestó escupió en mi boca. Terminó con la higiene bucal y empezó a maquillarse. La experiencia es un grado y yo ya sabía lo que tenía que hacer. Me acomodé detrás de ella y hundí mi cabeza entre sus nalgas. – Muy bien zorrita,… como me gusta que sepas cuál es tu lugar. – Mi lugar era arrodillado a sus pies y comiéndole el culo. Recorrí con la punta de la lengua su raja de arriba abajo y pronto la introduje un su ano, besándolo como si fuera una boca.

Mamá se demoró y aunque terminó de maquillarse disfrutó de mi profundo beso negro un rato más. Le encantaba tenerme arrodillado comiéndole el culo. Lo movió, lo restregó por mi cara mientras yo pugnaba por penetrar con la lengua el ano, buscando la máxima profundidad. Durante aquel rato me recordó que debía portarme bien y hacer todo lo que ella dijera, sobretodo, según sus propias palabras, para no hacerla quedar mal delante de su invitado. Cuando estuvo satisfecha se dio la vuelta y la seguí de rodillas hasta el cuarto. Allí la vestí. Como no tenía que salir de casa solo le puse la ropa interior. Primero unas medias de rejilla negras y un liguero para sujetarlas. Por encima le coloqué unas braguitas de encaje, también negras. Terminé por el sujetador a juego.

-¿Esta mami guapa? – Me preguntó mientras se miraba en el espejo.

-Sí. – Respondí con la cabeza baja. Estaba enfadado y celoso, por eso mi voz sonaba tímida y poco entusiasta. Mamá ignoró deliberadamente mi reacción y simplemente me ordenó que le trajera unos vertiginosos zapatos de tacón alto, algunas joyas y el perfume. Primero me arrodillé para calzarla.

-Besa los pies de mami. – Ya tenía los zapatos puestos y esto fue lo que besé. Chupé la punta, lamí el talón,… - Continua ayudándome. – Me levanté después de adorar sus zapatos y le puse los pendientes. No usaría más joya que esta además del collar con la llave de mi jaula de castidad. Finalmente rocié una buena dosis de perfume por su cuello. Mamá se miró en el espejo, satisfecha. Debo reconocer que estaba preciosa y me quedé unos segundos embobado, bebiéndome su belleza con los ojos. El timbre de la puerta interrumpió mis pensamientos. El amante de mamá había llegado.

(…)

Mamá y su amante se sentaron en el sofá mientras bebían una copa de vino. El tipo era un hombre normal que me ignoró en todo momento. Mamá tampoco me hizo mucho caso y después de obligarme a servirles el vino me ordenó tumbarme en el suelo. Allí me quedé mientras ella acercaba uno de sus zapatos a mi boca. Lamí la planta y chupé el cuero del zapato. Intenté abstraerme de la conversación, concentrándome en adorar los pies y zapatos de mamá. Tuve tanto éxito que ni siquiera me percaté que los dos ya habían empezado a besarse, dejando los placeres de Baco a un lado para dedicarse a los de Venus. Levanté un poco la mirada y pude ver como mamá ya rebuscaba entre la bragueta del hombre hasta sacarle el miembro, ya erecto y preparado. Ella se inclinó un poco y se tragó el pene de un golpe para empezar a mamarlo con ganas. Aquella imagen era terriblemente turbadora. Me sentí celoso, furioso,… pero mi encerrado pene empezó a reaccionar. Después de tantos días sin orgasmos y siendo constantemente calentado por mamá hacía que mi joven cuerpo reaccionara ante cualquier estimulo sexual. Me enfadé conmigo mismo por aquellas encontradas sensaciones.

-Levántate. – Mamá se dirigía al hombre y rápidamente le hizo caso. Ella le arrancó los pantalones y acabó de desnudarlo. Mamá se inclinó ahora sobre mí y me acarició el rostro. – Mami necesita un cojín cómodo, así que estate quieto. – Afirmé y ella rápidamente se sentó sobre si cara. Sus nalgas, cubiertas por las braguitas negras, me ahogaron y me dificultaron la respiración. Tampoco podía ver nada, pero percibí como el hombre se acercaba y escuché como mamá empezó de nuevo a mamarle la polla. Los ruidos que hacia su boca eran más que evidentes y a través de ellos pude saber cómo mamá succionaba, chupaba, lamía y relamía el falo del desconocido. Mientras le daba placer se removía, aplastándome con su gran y redondo culo. Intenté balbucear algo para decirle que me estaba ahogando y que apenas podía respirar, pues también me tapaba la nariz, pero no pude y si ella percibió mi incomodidad la ignoró. Estaba demasiado ocupada mamándole la polla a aquel hombre. Continuó así varios minutos que se me hicieron eternos, pero finalmente se levantó y respiré hondo, recuperando el aire.

-Siéntate en el sofá. – Le indicó al hombre y este obedeció. – Y tú, zorrita ponte de rodillas, que vas a sacarme las bragas con la boca. – Yo también obedecí y mordisqueé el borde de la prenda para tirar hacia abajo con mi cuello. Me costó un poco, pero finalmente la prenda se deslizó por los muslos y dejó al aire el velludo sexo de mamá. Ella se sentó también el sofá y con una mano empezó a masturbar al hombre, que gruñó de placer. Separó bien las piernas y miró a los ojos con una expresión que yo ya conocía bien. Quería que le comiera el coño.

Me incliné entre sus piernas y besé la cara interna de sus muslos. Me puse en la boca unos cuantos de aquellos salvajes pelos negros y los chupé. Con la lengua empecé a dar pequeños lametones para estimularla. Poco a poco mi cabeza fue hundiéndose más entre sus piernas y no tardé en apoderarme con la boca de su sexo. Escuché como mamá besaba a su amante mientras no dejaba de masturbarlo. Ignoré los gemidos de ambos, el sonido de sus bocas,… e hice lo único que podía hacer, comerle el coño a mamá con todas las ganas y habilidad de que era capaz. En cierta manera quería hacerlo tan bien que no fuera necesario que aquel hombre se la follara,… era una ilusión estúpida, pero al fin y al cabo mi mente estaba alterada por la excitación de tantos días sin orgasmos y por las constantes humillaciones y juegos de mamá.

Mientras le comía el coño ella se deshizo del sujetador y al levantar la mirada pude ver sus enormes pechos mecerse. El amante los tomó con sus manos, los acarició, los tocó, los apretó, jugó con los pezones oscuros, los besó, los lamió, los chupó,… Los celos me embargaron de nuevo. Mamá pareció tener suficiente de mi boca y me apartó bruscamente. Se levantó y recogió las braguitas. Las frotó contra su sexo, empapándolas de sus fluidos vaginales. Hizo un  ovillo con ellas y me las puso en la boca de malas maneras. Me acarició la mejilla y me guiñó un ojo.

– Ahora mami quiere un poco de polla, estate quieto y mírame como follo. – Me dio la espalda y se sentó a horcajadas encima del desconocido. Vi como su polla se deslizaba con facilidad al interior de mamá y como ella empezaba a cabalgarlo. Primero lo hizo poco a poco, disfrutando del momento pero no tardó en aumentar su ritmo. Rodeó al hombre con los brazos, lo besó,… mientras sus sexos se fundían. –Si… si… la quiero dentro,… si… sigue… - La escuchaba gemir y jadear. Sin sacarse la polla de dentro y en una muestra de agilidad felina mamá se dio la vuelta para mirarme. Se apoyó en el sofá para seguir cabalgando aquella polla y posó sus ojos, llenos de lujuria, en los míos. – Si… si… ¿Te gusta… ver follar… a mami…? – Me preguntó con la respiración alterada. Negué con la cabeza, intentando contener las lágrimas fruto de los celos, la humillación, la furia,…. – Pobre… zorrita… virgen… - Aprovechó para cogerme la cara y empujarme hasta ella. Mi cara quedó a escasos centímetros de donde la polla del desconocido empalaba a mamá. – Mira bien… zorrita,… mira como folla… mami… -

Esta vez ya no pude contener más las lágrimas. No podía aguantar más y mis sentimientos tomaron el control. Ella, al verlo, dejó de follar y se sacó el pene de dentro, levantándose. Indicó con un ademan que su amante también lo hiciera. A mí también me levantó, pero fue de un tirón de pelo. Ella se quedó de rodillas, entre los dos. Tenía una mano en cada sexo, masturbaba el gran y erecto falo del desconocido mientras sujetaba mis testículos y zarandeaba mi jaula de castidad. Miré al suelo, sin atreverme a posar mis llorosos ojos en  ella o al hombre.

-No te pongas triste, zorrita.- Me dijo mientras lamía la polla del amante. – Mami necesita una polla de verdad. – Cambió de pene y esta vez lamió el mío, enjaulado y frustrado. – No una pollita virgen como la tuya. –Mordí las bragas de mi boca con rabia. – Tu pollita virgen no me sirve de nada,… -Cambió de sexo de nuevo y se tragó el falo del hombre, que volvió a gruñir de placer. Le envidié por poder sentir la cálida boca de mamá mientras que yo solo tenía el frio e inclemente metal de la jaula. – Tu pollita…- Se sacó el sexo de la boca un segundo, lamió, chupó y continuó humillándome. - … tiene que estar encerradita,… tu pollita tiene que quedarse virgen,…  Ahora se bueno y continua haciéndome de cojín, que mami tiene ganas de seguir follando.

Esta vez me dejó sentarme en el sofá. Ella se recostó, con las piernas abiertas, con la cabeza apoyada en mi vientre. El tipo se colocó en el otro lado del sofá y rápidamente guio su polla hasta el coño peludo de mamá. La penetró de un  golpe que hizo que mamá se estremeciera de placer. Empezó a embestirla con fuerza y vigor. Ella gimió.

-Si… si…- La escuchaba, sentía su cuerpo temblar a cada embestida del hombre. –Mami… necesita… una polla… de verdad…-  Iba repitiéndome entre gemidos. – Tu pollita… se quedara… encerrada… virgen…- Mientras decía estas palabras mamá se estremeció y adiviné que había alcanzado el orgasmo por cómo se contorneaba, gritaba y temblaba. – ¡Sí!... ¡Oh!

El tipo parecía que tampoco podría contenerse mucho más y mamá le indicó que se acercara. Le cogió el pene y empezó a mamárselo y chupárselo. El hombre gruñó con fuerza y se corrió en la boca de mamá, que succionó todo el semen y se lo tragó, relamiéndose golosa. El amante se derrumbó sobre el sofá mientras mamá se incorporaba y se sentaba a horacadas sobre mí. Me quitó las bragas de la boca.

-¿No te ha gustado ver a mami disfrutando de una polla de verdad? – Me dijo con tono sensual y burlón a partes iguales. No respondí y bajé la mirada. Ella me cogió la cara con fuerza. –Mi pobre zorrita… - Acercó sus labios a los míos y empezó a darme pequeños y dulces besos. Yo cerré la boca con fuerza. Para empezar no podía obviar que el amante de mamá se acababa de correr en su boca y aunque ella se había tragado todo el semen debo reconocer que me daba mucho asco. Por otro lado no quería besarla porque estaba furioso, enfadado con ella por humillarme de aquella manera y esa era la única forma de rebelarme. Ella, pero, no estaba dispuesta a tolerármelo. - ¿Está enfado mi niñito virgen? ¿Estas enfadado con mami? Eso está muy mal… - Me abofeteó con fuerza. – Ahora se un niño de mami obediente y dame un beso. –Acercó de nuevo su rostro al mío y sus labios se posaron en los míos. Los besó dulcemente y poco a poco respondí, ignorando el asco por donde había estado la boca de mamá hacia solo unos instantes, entreabriendo ligeramente la boca. La lengua de mamá lo aprovechó y se deslizó hasta el interior. Me besó con pasión mientras yo le respondía tímidamente. – Mi zorrita… -Suspiró, satisfecha por humillarme de nuevo con aquel asqueroso beso y porque a pesar de mi rabia yo seguía no teniendo voluntad y me sometía a aquel capricho. – Ahora se bueno y prepáranos algo de comer, estaremos en el dormitorio.

(…)

Mientras estaba en la cocina preparando la comida mi rabia y enfado aumentaron. Encima me tocaba servirles, lo que se sumaba a la profunda humillación que yo ya sentía. Terminé y en una bandeja les llevé la comida. Al entrar en el dormitorio los pude a ambos tumbados, besándose.

-Dame la bandeja y ponte de rodillas a mi lado. –Me ordenó mamá y yo obedecí, tendiéndole la comida y arrodillándome al lado de la cama. Devoraron la comida rápidamente, hambrientos por el sexo. Una vez saciado el estómago pareció que necesitaban satisfacer otros órganos e instintos y empezaron a besarse. Mamá no tardó en deslizarse por la cama para aprisionar el pene del hombre entre sus labios. Mientras la hacia la mamada me miraba a los ojos, atenta a mi expresión. Intenté que no se notara el huracán de sentimientos que tenía: celos, envidia, rabia, humillación, enfado, furia,… Ella, pero, como siempre, me leía el interior perfectamente. Podía verlo en sus lascivos y crueles ojos.  Poco a poco el sexo del hombre empezó a crecer en la boca de mamá.

Cuando lo tuvo empalmado mamá se colocó a cuatro patas en la cama y el tipo se acomodó detrás de ella para empezar a percutirla. La penetraba con fuerza, empujándola. Los gemidos de mamá se hicieron más ruidosos.

-El pie,… zorrita… el pie… - Dijo entre jadeos. Yo la entendí perfectamente y me acerqué a la cama, apoyándome un poco en ella para coger uno de sus pies, cubiertos aún por las medias y llevármelo a la boca. A pesar de mi terrible enfado y rabia me tragué el poco orgullo que me quedaba. Sabía que solo tenía una opción: obedecer a mamá. Si ella quería que le chupara el pie, arrodillado a los pies de la cama, mientras su amante se la follaba yo la complacería.

Aquello era una tortura mucho más dura que cualquier golpe, jaula de castidad con pinchos o degradación. Verla follar de aquella manera, y encima que yo me sometería y colaborara de aquella manera, me hacía sentir pequeño y humillado. Contuve las lágrimas de nuevo y me tragué el pie, jugué con la lengua intentando, a través de la tela, chupar sus dedos.

-Si… si… - Mamá jadeaba cada vez más, pues el hombre le daba cada vez más fuerte. Por unos segundos me imaginé que era yo el que la tenía a cuatro patas y me la follaba de aquella manera tan brutal y primaria. Mamá, pero, me devolvió a la realidad. – Si… mira… como le dan… duro… a mami… pobre… zorrita virgen… - Cada vez me sentía más humillado y yo mismo colaboré en ello chupando el pie de mamá con más ansiedad. Era lo único que podía hacer.

El hombre siguió embistiéndola a cuatro patas hasta que mamá los gritos de mamá me hicieron saber que había alcanzado un nuevo orgasmo. Cuando se desplazó por la cama y le vi la cara de lujuria supe que aún no tenía suficiente.

-Ven aquí zorrita. – El tipo ya se había desplazado de detrás de mamá para arrodillarse encima de la cama al lado de su cara. Ella le cogió el pene para masturbarlo suavemente. Yo me había colocado detrás de la grupa de mamá. – Cómeme el culo zorrita, que después mami quiere polla en el culito. – Sin decir nada más se tragó el falo de su amante y yo me acerqué más a sus nalgas para poder obedecer. Mi lengua, primero tímida, empezó a explorar la raja de su culo. Mis lametones fueron haciéndose más profundos y para terminar la punta de mi legua empezó a humedecer la entrada de su ano. Fui introduciéndola poco a poco, salivando para facilitar que otro hombre la sodomizara. Penetré el ano más hondo, besándolo y chupándolo. – Si mi zorrita, lo haces muy bien,… cómele el culito a mami,… déjamelo bien preparado para que me lo revienten. –Así lo hice y después de un buen rato el culo de mamá estaba empapado de mis babas, abierto y preparado para su amante. Ella no había dejado de mamarle el pene al hombre, lamiéndolo golosa.

Esta vez mamá me ordenó que me tumbara en la cama debajo de ella, que siguió a cuatro patas. Mi cabeza quedó justo a la entrada de su sexo y gracias a eso pude ver como su amante colocaba su pene en la entrada trasera de mamá y empezaba a penetrarle el ano. El sexo fue introduciéndose allí mientras mamá jadeaba por sentirse empalada de aquella manera.

-Si… párteme en dos… - Gimió. Finalmente todo el miembro del hombre la penetró. – Si… me siento llena,… fóllame el culo,… - El tipo no se hizo de rogar y empezó a empujar, embistiendo a mamá para sodomizarla. Sus testículos se balanceaban demasiado cerca de mi cara mi gusto. –Zorrita,… cómele el coño a mami… mientras me dan por culo…

Las palabras de mamá me sacaron de nuevo de mis pensamientos. Cada vez más humillado y sometido, obedecí, levantando un poco el cuello para poder alcanzar su espesa mata de vello púbico. Encontré a mamá muy mojada y el intenso sabor de sus fluidos vaginales se apoderó de toda mi lengua. Estaba tan cachonda que con solo unos lametones se corrió en mi boca. Aun así seguía queriendo más.

-Si… si… más… dame duro…  - Le pedía a su amante. – No pares zorrita… cómele… el coñito… a mami… - Me ordenaba a mí y yo, su zorrita, cumplí sus deseos. Con los ojos cerrados me concentré para darle a mamá todo el placer que mis labios y lengua eran capaces. Besé su clítoris, lo lamí, lo chupé,… obsesionado con poder darle a mamá lo que pedía de mí. Ella se contorneaba, gritaba, gozaba,… mientras era sodomizada y con mi boca en su vagina. Perdí toda noción del tiempo y solo fui consciente cuando los espasmos del cuerpo de mamá me anunciaron que había llegado a un intenso clímax. – Oh… si… si… - Se derrumbó sobre la cama, exhausta, ahíta de placer.

Poco a poco se recuperó, respirando profundamente y con la piel empapada de sudor. Hizo que el hombre se tumbara en la cama y yo a su lado. Mamá se acomodó entre nosotros, a la altura de nuestra entrepierna. El hombre estaba empalmado, duro y excitado por la intensa follada al culo de mamá. Yo en cambió estaba enjaula y presa de sentimientos encontrados, contradictorios y con mi ánimo alterado.

-Mira bien zorrita,… mira lo zorra que también es mami. Quiero que veas como se la chupo,… tú, en cambió…- Acabó su frase apretando mis testículos y tragándose la polla del hombre. Mamó como una actriz porno, clavándose ella misma el pene hasta la garganta, salivando, chupando, besando,… Todo lo hacía mirándome a los ojos y después de unos instantes no pude resistir más aquella mirada, aquella situación,… y ladeé la cabeza para no ver. A mamá no le gustó y reaccionó apretando mis testículos. – He dicho que quiero que lo veas. No cierres los ojos ni apartes la mirada,… o te aseguro que te arrepentirás. – Así pues me vi obligado a ver como mamá seguía haciéndole una excelente y sensual mamada a su amante. Le daba profundos lametones por todos los genitales, chupaba el glande y se tragaba toda la polla, que desaparecía en su boca. Su cuello y cabeza se movían a una vertiginosa velocidad y a un ritmo que parecía imposible.

El amante de mamá poco rato pudo resistir tal lascivia, lujuria y habilidad y escuché como soltaba un gruñido ronco. Su cuerpo se contorneó y mamá, otra vez, recogió todo el semen en su boca para tragárselo, relamiéndose como una gata con aquella blanca y espesa esperma. Me miró sonriendo, contenta por haberme mostrado como podía ser de complaciente con otros, por haberme humillado mientras seguía en castidad,…

Despidió al amante rápidamente. El hombre se duchó y visitó en apenas unos minutos y se largó de casa después de despedirse de mamá. Yo esperé en la habitación, cabizbajo y triste. Mamá regresó y se tendió en la cama, a mi lado. Seguía desnuda, solo cubierta por las medias de rejilla y el ligero. Su vello púbico brillaba por los flujos vaginales. Se acercó a mí, buscándome los labios. Giré la cara y ella esta vez se lo tomo a risa.

-¿Estas enfadada zorrita? – No contesté. – ¿No te ha gustado ver a mami follar con otro? Es una lástima,… yo me lo he pasado muy bien. – Me cogió la cara, obligándola a mirarla a los ojos. Nuestros rostros estaban a escasos centímetros. – Mi pobre zorrita virgen… -Suspiró. – Dale un besito a mami de buenas noches. – No pude resistirme, a pesar de todo mamá seguía siendo mi dueña, mi diosa,… y posé tímidamente mis labios sobre los suyos. Cuando nuestras bocas se despegaron la sonrisa de mamá se había ensanchado. Con aquel beso yo le había confirmado lo que ella ya sabía,… que podía hacer conmigo lo que quisiera.

Continuará…