La disciplina de mamá 13

La zorrita y mamá tomaran una importante decisión sobre el futuro. La zorrita, pero, cometerá una ofensa imperdonable que mamá no dudará en castigar.

El verano llegaba a su fin y yo temía que acabara. Mi castigo por las malas notas había sido pasar el verano con mamá, ahora que terminaba, yo, teóricamente, debía volver a casa de mi padre y seguir con mi estudios. Antes de llegar a casa de mamá yo había temido que el verano sería aburrido y estaba deseoso de volver a la ciudad, ahora, más de dos meses después no podía imaginarme la vida sin ser humillado, castigado y llenado sexualmente por mi madre. Estaba tenso y nervioso y no me había atrevido a decir nada hasta que una mañana mamá abordó el tema.

Estábamos en su cuarto. Ella estaba tumbada en la cama, desnuda, mientras yo le hacía la pedicura, también desnudo y con una considerable erección.

-El verano se acaba… y tienes que volver a tus estudios.

-Yo me quiero quedar contigo, mamá.

-Mi niñito virgen… - Suspiró ella. – Te quedarás conmigo pero no creas que dejarás tus estudios. He estado mirando opciones y harás las asignaturas a distancia, yo té supervisare y a final de curso harás los exámenes… pobre de ti que no apruebes.

-¡Gracias mamá! –Exclamé feliz por no separarme de aquella mujer que me volvía loco. Besé sus pies, agradecido. Mamá empezó a reírse, divertida.

-¿Porque no me lo agradeces como se merece? – Separó un poco sus piernas y yo adiviné sus deseos. Empecé a comerle el coño con mi habitual entusiasmo, lamiendo, sintiendo el cosquilleo de su mata de pelo en la lengua, saboreando y bebiendo de sus jugos.

-Si…zorrita… que bien le comes el coñito a mami…eres todo un experto… - Seguí hasta que llegó al orgasmo. Con un tirón de pelo mamá me puso a su altura y empezó a besarme, mordisqueándome los labios y la lengua. Me ordenó que me sentara encima de su vientre, con mi polla entre sus tetas. Encerró entre ellas mi pene y con sus manos empezó a moverlas, haciéndome una deliciosa cubana. -¿Te gustan las tetas de mami?

-Si…mami. – La calidez y suavidad de aquellos dos enormes pechos sobre mi polla era deliciosa. El movimiento frenético de mamá y el tamaño de las tetas hacían que casi toda mi polla estuviera rodeada de carne y piel.

-Si quieres correrte ya sabes que hacer.- Quería que suplicara. Le encantaba tenerme al límite del orgasmo y hacerme pedírselo por favor, para negármelo o concedérmelo según su capricho. Yo había aprendido a controlar bastante mejor mis corridas, pero aún ocurrían accidentes o simplemente mamá tenía ganas de castigarme y me hacía correr.

-Por favor…mami… quiero correrme en tus tetas.- Dije, sumiso.

-Pero si te corres, las tetas de mami quedaran sucias de tu leche. –Siguió ella juguetona. - ¿Las limpiara la zorrita con la boquita? – Aunque yo ya había probado mi propio semen decenas de veces aún seguía sintiendo cierto asco cada vez que mamá me obligaba a tomarlo.

-Mami… -Dudé a la vez que ella movía sus tetas cada vez más rápido.

-Recuerda que aún no tienes permiso para correrte y tampoco no has contestado mi pregunta. ¿Limpiaras mis tetas? –Afirmé. -Puedes correrte puta. – No tardé mucho más y con algunos movimientos más de las tetas de mamá mi polla empezó a soltar esperma. Me estrujó el pene hasta que este soltó toda su carga. Cuando saqué de allí mi polla pude ver un espeso grumo de semen en su cuello, otros habían quedado en el espacio en la cara interior de sus tetas y en el canal entre ambas. -¿Vamos, que esperas?

Cumplí y dejé sus tetas relucientes. Empecé por el gran grumo del cuello para después bajar con mi lengua por aquel magnifico espacio que había entre las dos tetas. Después lamí la cara interna de los pechos hasta que no quedo ni una gota. Cuando terminé mi polla volvía a estar dura.

-Eres incorregible. –dijo mamá sonriendo al verla.

(…)

Mamá, pero, no me dejo descargar más. Comimos y ella se tumbó en el sofá y se durmió viendo una película. Ella llevaba un rato durmiendo y yo no podía parar de mirar el escote de la bata, sus muslos torneados al descubierto,… una erección asomó por las braguitas que aquel día yo vestía. Presa del calentón me levanté sin hacer ruido y fui hacia el baño. Allí me quité las braguitas y empecé a masturbarme. Si hubiera tenido paciencia y esperado un rato, probablemente mamá me hubiera dado el alivio que yo necesitaba, pero yo vivía permanentemente excitado y no pensaba con claridad. Tan concentrado estaba en mi paja que no me percaté de que mamá se había despertado y cuando abrió la puerta de un golpe y me pilló con mi mano masturbándome frenéticamente me asusté.

-¡Pajeándote sin mi permiso! – Gritó. Me cogió del pelo y tiró con fuerza. Me abofeteó dos veces llena de rabia. – Que decepción… Esto merece un buen castigo y medidas drásticas. – Me llevó tirándome del pelo a la habitación de castigo. Me ató las manos con fuerza por detrás de la espalda. Yo lloriqueaba.

-Por favor… lo siento…mami… perdóname…

-Vas a saber lo que es bueno. –Fue su respuesta. – Te he estado malcriando demasiado. Solo eres una puta pervertida que merece mano dura. -Me tiró sobre el desnudo colchón y me hizo apoyar las rodillas y poner mi culo bien en pompa. Pude ver como cogía el cinturón y lo doblaba. El dolor del primer golpe hizo llenar mis ojos de lágrimas.

-Perdóname mami. – Dije entrecortadamente.- No lo haré más

-Cállate. Sabes perfectamente que tu pollita es mía y que tener orgasmos por tu cuenta y sin permiso esta terminantemente prohibido. – Mamá dio un segundo golpe, más fuerte que el primero. Yo recibía castigos más de una vez y con el cinturón cuando mi falta era especialmente grave, pero nunca mamá me había pegado con tanta fuerza. Siguió golpeando mis nalgas con violencia y cuando mis quejidos, suplicas y lloriqueos le cansaron simplemente me amordazó con fuerza para seguir golpeando. Perdí la cuenta de los azotes y cuando se dio por satisfecha me ató en la cama, bocabajo, para dejar mi dolorido culo al aire.

-Te vas a quedar así hasta mañana para que reflexiones sobre lo que has hecho. Yo aprovecharé para ir y venir de la ciudad. Lo que ha pasado hoy me ha decepcionado mucho, pero también me he dado cuenta de que necesitas más disciplina y para ello necesito algunos artículos de la tienda de Ana. – Me quede así encerrado y oscuras, atado y dolorido, avergonzado y triste por haber decepcionado y enfadado a mamá… y terriblemente excitado.

(…)

Dormí y desperté sin menor idea de la noción del tiempo. Seguía con la mordaza puesta y me dolía la boca, aparte de tener una sed terrible. También aguantaba las ganas de orinar. El tiempo encerrado me pasó eterno, pero finalmente Mamá entró en la habitación. Estaba preciosa con una blusa blanca y una falda por encima de las rodillas.

-Espero que hayas reflexionado sobre tu intolerable comportamiento de ayer. – Intenté asentir con la cabeza. Mamá me desató y sin mediar palabra me acompaño al baño. Después de hacer mis necesidades me llevó de nuevo a la habitación de castigo. Allí por fin me quitó la mordaza y me tendió una botella de agua de la que bebí ávidamente.

-Lo siento mamá. –Le dije bajando mí mirada lleno de vergüenza.

-Está bien que lo sientas, pero igualmente lo que pasó me demuestra que aún no eres la zorra sumisa que yo quiero. Hasta ahora he sido muy benévola contigo, pero esto cambiara a partir de hoy. – Su voz era firme, pero no mostraba ya el terrible enfado de la tarde anterior. - Ahora seguiremos con el castigo, no pienses que con el cinturón de ayer tienes suficiente. – Esperé sumiso las órdenes de mamá. Me ató las manos detrás de la espalda y me ordenó ponerme de pie, enfrente de ella, sentada en la cama. Empezó a acariciarme el pene con suavidad, que no tardó en endurecerse. Sin mediar palabra alargó la otra mano y me agarró los testículos con fuerza y empezó a apretar.

-Aghhh. – Me quejé, dolorido y cogido por sorpresa.

-¿Duele? Eso es lo que quiero. –Dijo seria. – Ahora quiero que te disculpes por lo de ayer de manera apropiada y más vale que seas convincente, por tu bien. – Con estas últimas palabras apretó un poco más mis testículos con su mano de acero.

-Yo… lo siento mamá… no volverá a ocurrir… - Mamá no soltó mis testículos, pero volvió a pajearme suavemente con la otra mano. – Estaba muy cachondo, te veía dormir,… tan guapa… - Mamá apretó con más fuerza durante unos segundos.

-No me hagas la pelota. – Dijo.

-Lo siento… - Repetí. – Soy tu zorra virgen, mi pollita es tuya… - Me sometí de nuevo a ella de palabra, intentado que soltara mis huevos antes de que quedaran aplastados. Aquello pareció funcionar y los soltó, con una sonrisa perversa en los labios.

-Aún no hemos terminado. Túmbate en mi regazo. – Obedecí inmediatamente. Mamá terminó de acodarme entre sus piernas y no tardó en empezar a darme una buena azotaina, esta vez con sus manos desnudas. – Eres un zorrita pervertida… pero no te preocupes… mami te va a convertir aún más en una puta degenerada… ahora bien… siempre bajo mis órdenes… - su respiración se entrecortaba por el esfuerzo de la intensa golpiza. Entre sus fuertes palmadas y el cinturón de ayer mis nalgas ardían de dolor… pero por el otro lado mi polla estaba cada vez más dura. – ¿Serás la puta degenerada de mami?

-Si mami. –Contesté entre gemidos de dolor y placer entremezclados. – Soy tu zorrita virgen… tu putita perversa… - Terminó la azotaina y me dejo tendido sobre la cama, pude ver como mamá también estaba terriblemente excitada por la expresión de su rostro, su respiración entrecortada, sus ojos brillantes,… Se desnudó completamente y de una bolsa que había dejado al entrar sacó un extraño consolador. Era negro, con la forma ahusada y fálica. Tenía unas correas como las del arnés de cintura, pero mucho más cortas y anchas, además de tener una tercera por arriba. Finalmente terminaba con una pieza esférica, parecida a una mordaza de plástico. Efectivamente era una mordaza. Mamá me ató las correas a la cara, con mi boca mordiendo la esfera. Parecía como si de mi cara saliera una enhiesta polla de plástico negro.

-Ven aquí. – Me dijo mientras se recostaba sobre la cama con las piernas abiertas. Su peludo sexo brillaba de excitación. Me cogió la cara y encaró el consolador antes de introducírselo de un golpe hasta el fondo. Marcándome el ritmo con sus manos empecé a follar su coño con los movimientos de mi cara. – Si mi zorrita… no pares… no sabes lo que disfrutaré… siendo mala… contigo… -Sus gemidos inundaban en cuarto de castigo. Cuando el movimiento de mi cuello se frenaba por el cansancio las fuertes manos de mamá seguían zarandeando mi cabeza mientras el consolador entraba y salía de su vagina. – Si… Me voy… - Jadeó mamá al alcanzar el orgasmo. Tuve unos instantes de descanso aún con el plástico en el interior de mi madre. Sin sacárselo se montó sobre mí y yo quede bocarriba. Mamá empezó a cabalgar el consolador de boca, insaciable. Apenas podía entrever sus pechos bamboleándose por encima de mí. Todo su cuerpo temblaba y a cada uno de sus movimientos mi cabeza retumbaba, aprisionada entre sus muslos. Olí su sudor, oí sus gemidos y su respiración, cada vez más profunda y entrecortada. – Vamos, muévete tú, puta zorra virgen. – Lo dijo con rabia y pasión. Obedecí y esta vez yo me moví, intentando seguir el movimiento más rápido, fuerte y profundo posible. –Así mi puta… sigue… -Gemía mamá. Aguanté todo lo que pude y finalmente el cuerpo de mamá se tensó en un segundo orgasmo que la derrumbó y la dejó encima de mí, jadeante, durante unos minutos. Finalmente se levantó y empezó a desatarme el arnés de cara. Respiré aliviado y moví mi dolorida mandíbula, recuperando sensaciones y tragando el exceso de saliva. No tuve demasiado tiempo pues rápidamente mamá me llenó la boca de nuevo con el consolador, pero esta vez la parte que había estado dentro de ella. El pene de plástico estaba empapado de los dos orgasmos de mamá y los saboreé gustoso.

-Mira como disfruta la puta chupando una polla de plástico. – Se burló. – Cada día me demuestras más que necesitas chupar una buena polla… - Paré de lamer consolador, alarmado y asustado. Mamá reacciono y me folló la boca con el consolador con rudeza. Tuve arcadas, me atraganté y mis ojos se llenaron de lágrimas. Con la otra mano empezó a masturbarme con fuerza. Mi cuerpo tembló y aún con la boca llena gemí de placer. – Mira que cachonda te pones con solo pensarlo. – Continuó burlándose mamá. Pero esta vez yo solo podía pensar en las sensaciones de mi violada garganta, de mi entrepierna,… - Ni se te ocurra correrte aún. – Dijo mamá al notar mi calentura. Sacó el consolador de mi boca. Respiré y ladeando mi cabeza escupí en el suelo el exceso de saliva de mi boca. – Guarra. Ahora lo limpiaras con la lengua.  – Ordenó mamá señalando el pequeño charco de saliva que se había formado en el suelo. Tragué el resto de saliva antes de que con un tirón de pelo mamá me tirara al suelo. Me acercó la cara al charco de saliva y lamí lo mejor que pude. – Limpia zorra. – Oí su voz, cargada de una autoridad y con una seria e implacable actitud que yo no había visto nunca. Cuando mamá se dio por satisfecha volvió a tirarme sobre la cama con violencia. –Ahora te voy a follar el culito como la puta que eres.

-Si… por favor… mami… reviéntame el culito… - Jadeé loco de excitación. Ella sonrió, perversa, mientras se ataba el arnés de cintura.

-Que zorra eres… Mi hijo es una puta degenerada.- Se acercó a mí y me separo las piernas, levantándome un poco el culo. Atado como estaba solo pude intentar facilitarle la operación. Ella, hábil, simplemente se colocó detrás de mí y de un fuerte golpe me penetró hasta el fondo. Me cogió las caderas con sus manos y empezó a follarme duro. Sentí mi culo lleno mientras mi polla dura se movía al aire a cada golpe de mamá.

-Si mami… tu hijo es una zorra… tu zorra… solo tuya… haré lo que pidas… trátame como la puta soy… - Dije entre gemidos, cada vez más caliente, más fuera de mi… más consciente de que todo lo que decía era verdad. Ese era yo y mi único deseo era ser el juguete de mi madre. – Ella no respondió y simplemente empezó a follarme con más violencia. Soltó una de mis caderas para tirarme de pelo. Me había sodomizado duro otras veces, pero no como aquella. El dolor y el placer se mezclaban en un mar de excitación.

-¿Te gusta? ¿Disfrutas que mami te parta el culito? – Preguntó

-Si…mami… -Siguió dándome duro unos minutos hasta que agotada, se derrumbó sobre mí. Sentí el peso de su cuerpo, sus grandes pechos contra mi espalda, nuestras pieles sudadas en contacto… Finalmente se levantó y el consolador salió de mi culo. Mamá me dio la vuelta, manteniéndome con las piernas y el culo algo levantadas mientras se quitaba el arnés. Rápidamente cogió un vibrador y llenó mi ano de nuevo. Conectó el vibrador a máxima potencia y todo mi interior tembló. El zumbido del vibrador inundaba el cuarto.

-Ohh… si… - Apenas pude decir.

-Hoy te has portado bien. No tenía previsto dejar correrte, pero creo que te lo mereces. – Yo apenas era consciente de sus palabras, pues el vibrador en mi interior me tenía terriblemente excitado. – No me malinterpretes. A partir de ahora seré más dura y severa contigo y te tendrás que ganar tus orgasmos. – Me ayudó a ponerme de rodillas sobre la cama con la espalda recta. El vibrador seguía a máxima potencia encajonado en mi culo. Mamá se tumbó delante de mí con las piernas bien abiertas. Me cogió el pene y lo restregó contra la mata de pelo negro que cubría su sexo. Empezó a pajearme.

-Si…mami…gracias… - Apenas pude decir.

-Vamos zorrita, córrete en el chochito peludo de mami… - Sus palabras fueron como un gatillo y en apenas unos segundos me corrí, manchando en coño de mamá de espeso y abundante esperma. – Ahora límpiame en coño, zorra. – Me incliné como pude y el vibrador salió de mi culo solo, cayendo y siguiendo en marcha sobre el colchón. Me abalancé sobre el sexo de mamá, tragando sus jugos y mi esperma, ansioso por complacerla. Ella me cogió la cabeza y restregó mi boca abierta por toda su peluda vagina. Lamí y tragué largo rato, hasta que el asqueroso sabor de mi semen desapareció para dejar solo el dulce sabor de los jugos de mamá cuando alcanzó un nuevo orgasmo.

(…)

Recuperamos en aliento y mamá me llevo al baño, donde observó atenta como me duchaba. Puso especial hincapié en que me lavara bien el pene. Simplemente obedecí. Cuando terminé ella ya me esperaba con la toalla. Me secó con fuerza y vigor todo el cuerpo. Finalmente hizo lo mismo con mis genitales, secándolos con esmero.

-Como ya no puedo fiarme de ti tendremos que introducir un nuevo elemento de control. – Me dijo. Salió del cuarto de baño y volvió con un pequeño aparto de plástico. Era un dispositivo de castidad. Era de plástico y consistía en una pequeña anilla que mamá puso alrededor de mi pene y testículos. Introdujo mi flácido pene en la otra pieza y las encajo, para finalmente cerrarlas con un pequeño candado. Me mostró la llave, que colgó con una cadena en su cuello. – Lo siento mi zorrita, pero a partir de ahora tendrás que conformarte con muchos menos orgasmos…

Continuará…