La disciplina de mamá 10. Aprendiendo a compartir.
La visita de Júlia no ha terminado. Mamá prepara una magnífica velada donde la zorrita aprenderá el valor de compartir.
Pase el resto de la tarde solo, encerrado en la habitación de castigo. Mamá y Júlia habían salido mientras yo pasaba las horas pensando en lo que había pasado. Otra vez mamá me había llevado a un nuevo éxtasis, esta vez incorporando a nuestros juegos la muchacha de la que yo había estado tremendamente enamorado. Al no poder hacer nada más estaba entre aburrido y francamente preocupado por las últimas palabras que mamá había pronunciado antes de salir del cuarto.
-Descansa cariño, que esta noche aprenderás una lección importantísima.
Finalmente me quede dormido. Había empezado a anochecer cuando mamá entró en la habitación. Llevaba un plato con un bocadillo y una botella de agua. Me ordenó que comiera mientras ella me observaba en silencio. Después me llevo al baño. Me mandó hacer mis necesidades y ducharme después, siempre bajo su atenta mirada. Ya duchado y limpio me puso unas braguitas infantiles y me ató en uno de los sillones de su cuarto. Finalmente me amordazó y frotó su mano contra el paquete hasta que logró que tuviera una erección. Ya había terminado cuando Júlia entró en el cuarto. Vestía un espectacular body de encaje de color negro que resaltaba su esbelta figura.
-Estás preciosa. - dijo mamá.
-Gracias. – Contestó Júlia enrojeciéndose un poco. Aún se ruborizaba después de lo que había pasado aquella misma tarde.
-Hoy vas a aprender una importante lección. – Dijo mamá dirigiéndose a mí. Se había quitado la ropa y la podía ver en un precioso conjunto de lencería blanca. Se cubrió con una bata. – Esta noche vas a aprender a compartir. – Me removí en el sillón en el momento que sonó el timbre de casa. Mamá salió del cuarto y volvió, instantes después, acompañada de dos hombres. Me asusté. El primero de los hombres era el típico culturista de gimnasio, alto, fuerte y enorme, con unos brazos grandiosos y un cuerpo extra musculado. El segundo era un hombre negro, delgado y nervudo.
-Júlia, te presento a Juan y Mohamed. – Júlia los beso a ambos en las mejillas mientras los observaba como evaluándolos. Una expresión de lujuria cruzaba su rostro.
-Son unos buenos chicos, adiestrados por mí. Si algún día quieres someterlos no tendrás ningún problema, pero quiero que hoy sean más… activos. – Mamá se dirigió a mí. - ¿Estas celosa mi pollita virgen? Oh, no debes estarlo. Juan y Mohamed van a follarse a Júlia y tú lo vas a poder ver todo. Es para que aprendas a compartir. –Miré a mamá, suplicándole. Ella pareció leerme el pensamiento. – No te quejaste cuando deje a Vicky, Ana o a la misma Júlia jugar contigo. Hay que saber compartir. – Mientras tanto Júlia había empezado a besar a Juan, el musculoso de gimnasio mientras que Mohamed se situaba detrás de ella y empezaba a tocarle el culo, los muslos y a besarle el cuello.
Mamá se sentó a mi lado y empezó a acariciarme la polla por encima de las braguitas mientras alternaba su mirada entre el trío que teníamos delante y la expresión de mi cara. Júlia no tardo en desnudar a los dos hombres. Ambos estaban duros. Juan, el musculoso tenía una polla normal, no mayor que la mía, pero Mohamed cumplía el tópico de los africanos y tenía un pollón enorme. Júlia se arrodilló y enfrente de mi empezó a mamarle la polla a aquellos dos hombres. Se ponía en la boca una y mamaba mientras con la mano pajeaba a la otra y sin dejarme de mirar a los ojos, intercambiaba. Lamía y chupaba con lujuria.
-¿La chupa bien chicos? –Preguntó mamá mientras ambos asentían. - ¿Tú que crees mi pollita virgen? – Yo ya había sentido la boca Júlia sobre mi pene y lo hacía muy bien. Ahora se relamía con aquellas dos pollas como si fueran el dulce más bueno del mundo. El musculoso la levantó y la tendió sobre la cama. Los dos hombres se tumbaron a su lado y empezaron a acariciarla y besarla. Mohamed, el negro, se colocó encima de Júlia a horcajadas y ella empezó a comerle la polla hasta el fondo. Juan, mientras, se había deslizado entre sus piernas y se había amorrado contra su sexo.
Mamá seguía acariciándome el pene por encima de las braguitas. Ella también se acariciaba y la otra mano la tenía debajo de su tanga. Mientras Juan había puesto a cuatro patas a Júlia y apartándole un poco la ropa interior había empezado a penetrarla. Júlia seguía mamando el enrome pene de Mohamed, poniéndoselo entero en la boca, ahogándose ella misma con ansia.
-Mira como disfruta. Tal vez deba unirme. – Miré a mamá alarmado. Ver a Júlia follándose aquellos dos hombres era una humillación que me provocaba extraños sentimientos, y como no, una enorme calentura. Pero no sabía si podría soportar ver a mamá follar con otros hombres, darles lo que a mí me negaba una y otra y vez. Mamá me leyó de nuevo el pensamiento y riéndose apartó un poco mis braguitas para liberar a mi polla. Empezó a pajearme. –Tienes que aprender a compartir zorrita. – Juan le había quitado el body a Júlia y completamente desnuda la cogió y la levantó con sus enormes brazos. Júlia le rodeo con sus piernas y así, de pie, empezó a follársela. Se besaban con fuerza entre los gemidos de Júlia. Sus piernas tensas estaban sudorosas. Las enormes manos del hombre la cogían del culo con fuerza mientras le daba potentes envites. Después de unos minutos Juan dejo caer el cuerpo de la chica. Júlia nos miró con una sonrisa y se acercó a mí. Apoyó sus manos en mi pecho y en una de mis piernas y empezó a lamerme la cara.
-Es una pena que mami no te deje follar, no sabes lo que te pierdes zorrita. Le voy a pedir a tu mami que te deje virgen un tiempo mientras yo me voy follando a todos sus amiguitos.- Se dirigió a Mohamed. -Quiero que me empales con ese pollón. – La dulce e inocente voz de Júlia había desaparecido. Ahora solo quedaba lujuria, deseo, vicio,… Vi al hombre negro acercarse por detrás de ella, abrirle las piernas y deslizarle la polla en el interior poco a poco. Júlia seguía apoyada en mí, con su cara a escasos centímetros de la mía. Podía ver como sus facciones se desencajaban por el placer. Una vez el hombre la hubo penetrado del todo la cogió de las caderas y empezó un suave mete saca. Poco a poco iba incrementando el ritmo mientras Júlia gemía.
-Si… dame duro… dame… - La palabras salían entrecortadas. Mamá seguía a mi lado haciéndome una paja. Si seguía así no tardaría mucho en llegar al orgasmo, sobre todo cuando Júlia, aprovechando que Mohamed había bajado el ritmo de sus embestidas me bajó un poco la mordaza y empezó a besarme. Nuestras caras chochaban cuando el negro le daba fuertes embistes. Júlia no tardo en alcanzar un orgasmo y se derrumbó sobre mí. Mohamed se retiró un poco y Júlia se sentó sobre mí, rozando mi polla con sus muslos calientes. – Creo que tu mami también se merece una buena follada. – Fui a protestar pero Júlia volvió a ponerme la mordaza. Cuando se levantó pude ver como mamá ya estaba tendida sobre la cama con una polla en cada mano. Los dos hombres la desnudaron y empezaron a besarla, a chupar sus pechos, a lamer su vientre, a acariciar sus muslos. Mamá gimió cuando el musculoso introdujo sus dedos dentro de ella. Hubiera muerto de celos si Júlia no hubiera deslizado sus dedos entre mis piernas para jugar con mi polla y los testículos.
Mamá tumbó a Mohamed y sentándose encima de él, su coño se tragó de un solo golpe aquel enorme pene negro. – Si…Oh… cuando tiempo sin una buena polla. – Mamá cabalgaba como si estuviera poseída. Juan se puso de pie encima de la cama y mamá empezó a hacerle una frenética mamada. Mientras Júlia seguía jugando con mi atado cuerpo, acariciándome y pellizcándome.
-Mira como disfruta tu mami. – Me decía Júlia. – Al ser un pobre niñito no puedes follar, si hubieras aguantado antes. - Mientras tanto ella también se estaba masturbando. Cuando se cansó, Júlia fue a buscar a Juan y lo sentó a mi lado, en otro de los sillones donde primero mamá y después ella misma habían estado sentadas. De repente se sentó encima de él, a horcajadas y empezó a follárselo. Su cuerpo flexible se movía a mi lado y de vez en cuando alargaba una de sus manos para acariciarme las mejillas, el pecho y el pene. Giré la mirada hacía la cama donde Mohamed había puesto a mamá a cuatro patas y seguía moviéndose detrás suyo con fuerza. Los ojos de mamá se posaron en mí.
-Si… te gusta ver… como hombres… de verdad… se follan… a mami. – Sus grandes pechos se movían arriba y abajo con fuerza. –Mira… y aprende… algún día… - El orgasmo la interrumpió y se quedó unos segundos, derrumbada, encima de la cama. Júlia mientras tanto besaba con pasión al enorme hombre mientras se movía encima de él con más fuerza. Mamá se levantó de la cama y se acercó a mí. -¿Entiendes ahora porque te estoy enseñando a aguantar, porque te obligo a pedir permiso para correrte? Mira como aguantan los dos, ambos pasaron por un entrenamiento similar al tuyo, pueden estar toda la noche follando y solo se correrán cuando yo se lo diga. –Mamá me liberó de la silla pero me ató las manos detrás de la espalda. De pie, enfrente de ella, yo empezaba a entender un poco más a aquella mujer. Tanto ella como Júlia estaban disfrutando de una manera que yo aún no podía provocar. En aquel momento comprendí que todo valía la pena si algún día era capaz de complacer de aquella manera a mi madre, a Vicky, a Júlia,… a cualquier mujer con la que mamá quisiera. Mamá bajó la mordaza y la dejó en mi cuello. Me tiró del pelo con fuerza y puso mi cara encima de la suya. Abrí la boca para recibir una bona dosis de su saliva. Me besó e introdujo su lengua hasta el fondo de mi garganta. Era uno de aquellos besos donde había pasión y posesión, mordisqueó mis labios, escupió en mi boca y su lengua la recorrió de arriba abajo. No pensé demasiado que la boca de mamá había estado, literalmente, chupando pollas de otros hombres y me dejé llevar por mi propia excitación. De otro tirón de pelo mamá me puso de rodillas y amorró mi cara a su coño. En aquel momento algo de orgullo despertó en mi interior. Sí, yo no podía follarme a mamá, pero nada como mi boca para darle placer. Mamá gimió complacida.
Júlia se llevó a Juan a la cama y se tumbó boca arriba con las piernas abiertas. El hombre la penetró mientras ella le cogía la polla a Mohamed y se la tragaba toda. Mamá me levantó sin soltarme del pelo y me arrastró hasta la cama, donde dejó mi cabeza pegada a la barriga de la chica, con mi mejilla contra su vientre. Podía ver perfectamente como el hombre la penetraba con fuerza, como su polla, brillante por los jugos de la muchacha, entraba y salía con gran facilidad de su coño. Mamá me giró la cabeza y pude ver como Júlia se deleitaba con el enorme pene negro en la boca. Chupaba, lamia e intentaba ponérselo todo en la boca, atragantándose y relamiéndose a partes iguales. Estuvimos un rato así, hasta que mamá se cansó y apartó a Juan de entre las piernas de Júlia y colocó allí mi cabeza.
-Acaba. – Me dijo. Estuve confuso unos instantes hasta que entendí lo que quería mamá y puse mi cara entre los muslos de Júlia y empecé a comerle el coño. Ella soltó de su boca la negra polla de Mohamed y me cogió de la cabeza con ambas manos mientras me apretaba con fuerza contra su sexo.
-Si…zorrita… - Lamí aquella vagina de arriba abajo esmerándome todo lo que pude hasta que ella alcanzó un nuevo orgasmo. Saboreé sus jugos hasta que otro tirón de pelo me separó de entre las piernas de Júlia. Mamá me tumbó en la cama boca arriba mientras ella se sentaba en mi cara.
-Vamos, cómele el culito a mami, zorrita. – Casi ahogándome por el peso de mamá luche con mi boca y lengua hasta que alcancé el ano. Con la lengua penetré aquel agujero. –Déjamelo bien mojadito que quiero que me follen el culo. – Mamá se movía y se frotaba con mi cara mientras yo luchaba tanto por respirar como para obedecer lo que se me había ordenado. A mi lado oía, pues no podía ver nada, las risitas de Júlia, el sonido de su boca cuando mamaba con fuerza una polla y los roncos gemidos de los hombres. Cuando a mamá le pareció suficiente me liberó de su dulce prisión y me tiró a los pies de la cama. Mohamed se tumbó en la cama y en un momento mamá ya tenía toda su polla dentro. Juan se colocó detrás de mamá y con un poco más de saliva para lubricar empezó a hurgar con sus dedos en su agujero de atrás. No tardó mucho en encarar su polla y poco a poco empezó a penetrar a mi madre por el culo. Ella gemía y jadeaba como una loca cuando, ya con las dos pollas dentro, empezó un caótico movimiento entre los tres.
-Si…Dadme duro…vamos mariquitas…dadme fuerte… -en aquel momento mamá parecía que se había vuelto loca de placer. Ella no era consciente de nada más que las dos pollas que la penetraban tanto por el culo como por el coño. Yo lo observaba todo de rodillas sin saber muy bien cómo debía sentirme cuando noté por detrás el cuerpo de Júlia pegándose al mío y sus manos agarrándome, una el pene y otra los testículos. Su boca se puso en mi cuello y empezó a besuquearlo, lamerlo, morderlo. Aprisionó con sus labios un trozo de mi piel y empezó a succionarlo con fuerza mientras su mano me apretaba los huevos y la otra me pajeaba. Separó sus labios de mi piel para acercarse a mi oído y susurrar.
-Mira a tu mami zorrita. Mira como disfruta. – Mamá seguía empalada por las dos pollas y gozaba con ganas. Las manos de Mohamed le agarraban las tetazas, que aun así se bamboleaban con violencia ante los embates de los dos hombres. Júlia seguía manoseándome con violencia. Su mano abandonó mi polla para agarrar uno de mis pechos y apretarlo, como si fuera de mujer. Obviamente yo no tenía y acababa pellizcándome con fuerza más que otra cosa. Acabó esa tarea y me tiró del pelo hacía atrás quedando mi cara mirando al techo mientras seguía oyendo los jadeos, gemidos y gritos de mamá. Júlia se puso delante de mí y me abrió la boca con los dedos y soltó varios salivajos en mi boca. Me abofeteó un par de veces.
-Eres más guarra de lo que pensaba, estas disfrutando tu más que nosotras. – Eso no era cierto… del todo. Me hubiera encantado ser yo el que se estuviera follando a mamá en aquel momento, pero verlo mientras a mí me era negado despertaba la “zorrita” que yo era. -¿Eres una putita verdad? – Titubeé antes de contestar y Júlia aprovechó aquellos instantes para darme otro fuerte bofetón con el que mi mejilla ardió y se enrojeció.
-Soy la putita de mami… - Dije, aunque en realidad era un pequeño desafío contra Júlia, yo era de mi madre, no de ella. Júlia sonrió y se acercó a mi oído.
-Esto lo vas a pagar, tranquilo que no me olvido y antes de lo que piensas chillarás que eres también mi putita. – Susurró con suavidad, amenazante. Mientras decía esto me apretó con fuerza los huevos. Cuando estaba a punto de chillar de dolor fue el grito de mamá el que nos interrumpió. Se había corrido y ahora se había derrumbado sobre el negro pecho de Mohamed mientras que el musculoso cuerpo de Juan se separaba del suyo. Mamá recuperó poco a poco la respiración y se levantó de la cama y del cuerpo de Mohamed y se dirigió a Júlia.
-¿No quieres probar? Que te follen mientras te dan por el culo es un placer que toda mujer debería probar.
-No gracias, algún otro día, pero nunca he probado el sexo anal y me reservo para alguien especial. – Dijo mientras me miraba con malicia.
-Bueno, tú te lo pierdes. –Le giñó un ojo a Júlia mientras añadía. – No crees que estos muchachos necesitan descargar ya. – Mamá tumbó a Júlia en el borde de la cama y puso a los dos hombres de pie enfrente de ella. A mí me colocó tumbado a su lado, donde tenía una perfecta visión de todo. Mamá se puso en medio de los dos hombres y empezó a pajearlos. – Vamos chicos, correros encima de esta belleza. – Después de follarse a aquellas dos preciosas mujeres de aquella manera yo estaba sorprendido del aguante de Juan y Mohamed. Ahora, pero, con el permiso de la que un día había sido también su ama, se relajaron y no tardaron en correrse. El primero fue Juan que soltó un enorme chorro de esperma que se estrelló contra todo el cuerpo de Júlia. La chica se deleitó mientras la regaban de aquella manera. Mohamed tampoco tardó mucho y su polla escupió varios lefazos que acabaron de pringar la cara, el cuello, los pechos, el vientre y los muslos de Júlia.
-Ahora mi zorrita. – Mamá me levantó un poco y me puso rodillas. Con su mano empezó a pajearme. Yo observaba el cuerpo de Júlia lleno de semen mientras ella iba jugando con aquellos chorros y masturbándose. Aun manchada de aquella manera era una autentica belleza. –Vamos córrete para mami. - Aquella visión y la mano de mamá hicieron que yo también soltara varios chorros de esperma sobre el cuerpo de Júlia en un intenso orgasmo. Caí rendido sobre el manchado cuerpo de Júlia.
-Muchachos ya sabéis donde está el otro baño para lavaros y las otras habitaciones. Si tenéis hambre serviros vosotros mismos. Nos vemos mañana. – Así que se quedarían por la noche. Los dos hombres se marcharon de la habitación y nos quedamos los tres. Mamá me desató y me llevó a la ducha junto con Júlia. – Mira que sucia ha quedado, creo tienes que limpiar a Júlia. – En aquel momento temí que mamá me obligara a lamer y tragar no solo mi semen, sino el de los otros hombres, pero en lugar de eso posó mis manos sobre el cuerpo de la muchacha. Yo empecé a tocar y frotar mientras mamá nos regaba con la ducha. El esperma resbalaba por el cuerpo de la chica gracias tanto a mis manos como al agua. Me recreé acariciando aquel magnifico cuerpo, sus pechos, su liso vientre, sus piernas,…
-Vamos zorrita, no disfrutes demasiado. – Me interrumpió mamá, pero en lugar de separarme puso algo de jabón en mis manos que seguí distribuyendo por todo el cuerpo de la muchacha. La dejé bien limpia para después pasar a enjabonar el cuerpo de mamá con la misma veneración. Poder acariciar aquellos dos cuerpos casi sin restricciones volvió a llenar de sangre mi polla, que había perdido la erección después de correrse.
-Es una zorrita insaciable. – Le dijo mamá a Júlia. –Nunca tiene suficiente. – Diciendo esto me tiró del pelo y me puso de rodillas en el baño. Acercó su peludo sexo a mi cara y empecé a comérselo. –Aunque yo tampoco. – Me agarró de la cabeza y se restregó contra mi cara. –Mi niño, cómemele el coñito a mami,…
-Sois tal para cual. – Comentó divertida Júlia mientras yo seguía a lo mío. Yo seguí comiéndole el coño a mamá hasta que llegó al orgasmo. Sin tiempo para recuperarme mamá me paso a Júlia y esta vez fue a ella a la que empecé a dar placer con mi boca. Sus gemidos eran suaves y su respiración entrecortada mientras yo la exploraba con la lengua. Yo había hecho grandes progresos durante mis días con mamá y mi boca no tardo en inundarse de sus jugos al hacerla llegar al éxtasis. Acabaron de lavarme a mí y salimos de la ducha. Las dos mujeres se secaron y cuando mamá hubo terminado me froto con fuerza con toalla. Mi polla se movía, dura, arriba y abajo por los bruscos movimientos de mamá.
-No creo que la zorrita pueda dormir con eso. – Dijo Júlia señalando a mi pene.
-Ya verás que rápido lo arreglamos. -Contestó mamá divertida. Me llevaron al cuarto donde mamá me ató las manos a la cama. Se puso ella de rodillas enfrente de mí mientras levantaba mi torso inferior. Apoyó mis piernas, levantadas, en sus hombros y colocó su cara enfrente de mi culo. Allí empezó a lubricarlo con la lengua y una buena dosis de saliva.
-Cariño, en el cajón hay un vibrador gris ¿Puedes dármelo? –Le pidió mamá a Júlia.
-Si claro. – Júlia le paso el vibrador, que no tardó en estar en mi culo a máxima potencia. Mamá empezó a pajearme de aquella manera. Mi polla apuntaba a mi propia cara. Júlia se sentó en el cabezal de la cama y empezó a abrirme la boca con los dedos.
-Vamos zorrita, es hora de correrse. –Mamá aumentó el ritmo.
-Pobrecito niñito que se va a correr en su propia boquita. – Se burló Júlia. Efectivamente mamá sabía perfectamente lo que le estaba haciendo a mi polla y no tarde en notar mi polla a punto de estallar. Fueron tres chorros los que me salpicaron la cara y el cuello, pero ninguno entro directamente en mi boca. Eso no preocupo a Júlia que fue recogiendo los espesos grumos para pasarlos a mi boca con sus dedos. Una vez hubo terminado mamá me sacó el consolador del culo. Las dos mujeres se tendieron cada una a mi lado y así fue como finalmente me quede dormido.
Continuara…