La diosa, la bestia y el bastardo 8

Manolo se entristeció al ver que Andrea egoístamente, lejos de preocuparse por su amiga, no le dio mayor importancia al tema.

— ¡POR QUÉ DEMONIOS NO TOCAS!— gritó la muchacha llorando avergonzada; instantes después, Andrea se llevó las manos a la cara ocultando su rostro y rompió a llorar desconsoladamente.

Manolo había entrado con tan mala fortuna para Andrea en el preciso momento en el que ésta se masturbaba, se proporcionaba placer mirando una película pornográfica; más bien, una película totalmente orientada en el BDSM.

Manolo se demoró para lograr actuar y articular palabra. La impresión mas fuerte se la había llevado él al entrar y mirar en la tv a una imponente señorita con altas botas negras y repleta en cuero azotando sin piedad a una desnuda e indefensa jovencita que no hacía otra cosa que chillar y lamer las botas de su ama.

Manolo no asimilaba aquello en cuanto desvió tantito la mirada a la cama; Andrea gemía, sudaba y se masturbaba endemoniadamente; cuando Andrea intentó decir algo en su defensa le fue imposible. Manolo presenció como la muchacha se convulsionaba en la cama producto del poderoso orgasmo que estaba experimentando.

Manolo apagó el televisor sin importarle en detenerse a observar que ahora la esclava le proporcionaba placer a su joven ama que gemía y jadeaba justo como lo había hecho Andrea.

Manolo miraba asombrado, asustado y enojado a Andrea; una vez mas a su criterio, la muchacha lo había decepcionado. La chica, lejos de cualquier anterior reacción de vergüenza, se había repuesto y ahora la situación no hacía más que excitarla.

— ¡Oye qué carajo haces!— le reclamó a Manolo en cuanto éste intentaba destruir con sus propias manos las películas y revistas que se encontraban en el piso de la habitación orientadas igual al BDSM.

— ¡Súbete las bragas!— le ordenó en seco Manolo— ¡Y la puta falda también! Ya le explicarás a tu madre qué demonios significa todo esto.

— ¡Yo no le voy a explicar nada a nadie por que tú no dirás una sola palabra Manolo!;

— ¡SE ACABÓ ANDREA! Estás fuera de control y en parte ha sido culpa mía por encubrirte siempre; me llevaré éstas cosas y se las entregaré a mamá, a ella dirás qué significan y claro está, atente a las consecuencias.

Manolo se apoderó de algunas pruebas del supuesto delito de Andrea y se disponía a salir del cuarto. Karina y Graciela no tardarían en llegar; Andrea se desesperó, lo que menos quería era problemas con su madre; ya la había amenazado con echarla de la casa y si ahora la enfrentaba sin la protección de Manolo, seguro era que llevaba todas las de perder.

— ¡MANOLO!— le habló llorosa, a nada de rogarle, corrió tras él y lo abrazó pero Manolo la empujó y la chica terminó en el piso.

— ¡Lo siento Andrea! Esto es demasiado, te has excedido; mas que otra cosa, necesitas atención profesional, un psicólogo; ¡Estás mal Andrea, muy confundida! Ésta vez mamá tiene que enterarse, lo siento en verdad.

Andrea; desde el piso se sorbió los mocos, secó sus lágrimas, miró a Manolo con cierto rencor pero enseguida, en su rostro se dibujó una maliciosa sonrisa, se armó de valor, de seguridad y tenía razones para hacerlo.

— ¡Entonces hablaremos con mamá, eso haremos, hablemos con mamá!— se expresó con la voz áspera producto del llanto pero también burlona, irónica.

— ¡Tú lo has dicho!— contestó Manolo.

— ¡Yo ya se que decirle!— continuó Andrea— ¡QUE SE VAYA A LA MIERDA! ¿Y tú ya sabes qué decirle Manolo?;

Manolo la miró sin entender. Andrea se puso en pie; se dirigió a revisar entre sus pertenencias, extrajo algunos discos, se acercó al dvd, preparó todo y antes de darle play miró sonriente a Manolo.

— Antes de hablar con mamá, te sugiero que veas esto; ¡A ver que te parece mi querido e inocente Manolo! ¡INGENUO Y ESTÚPIDO DE NACIMIENTO!— le habló en un tono cargado de burla y de lástima.

Manolo una vez más se encontraba atónito, estupefacto; sin percatarse soltó las pruebas del delito de Andrea para detenerse a observar las propias.

— ¿Qué vas a decir ante esto Manolo, que vas a alegar?— lo presionaba Andrea mientras encendía un cigarrillo y se paseaba indolente a su alrededor— ¡Venga coño adelántame algo! ¡Como vas a explicarle, con que argumentos cuentas ante estas cochinadas que llevas rato haciendo en el baño!;

Manolo temblaba. No se atrevía a darle la cara a la muchacha. La imagen del televisor no reproducía otra cosa que a él.

¡Era él oliendo las zapatillas de Andrea en el baño, masturbándose, eyaculando, lamiendo dichas zapatillas! Enseguida, por si no fuera suficiente, la imagen lo mostraba ahora con unas bragas de la joven ajustadas a su cara, respirándolas, masturbándose, eyaculando, restregándoselas en la cara.

Manolo solo asimilaba lo más lógico y crucial: ¡Estaba perdido y en poder de Andrea! Miró a la joven por un instante; ésta le dedicó una cínica sonrisa repleta de burla, desprecio y pena. Manolo humilló la mirada.

— ¡Tengo cámaras en el baño!— le soltó sin rodeos— ¡Y ahora por fin rinden frutos! Con la Bestia y mamá nunca pasó nada interesante pero contigo jajajajajajajajaja; ¡Ay Manolo quien te viera! ¿Quién necesita al psicólogo?;

— ¡Yo digo que nadie! Claro, si cooperas conmigo mami no tiene por qué enterarse del pervertido y enfermo hijo que tiene en casa; ¡Qué se podía esperar de ti Manolo, digo, si te sacamos de un basurero es claro que nada!;

Una lágrima corrió por la mejilla de Manolo pero esa lágrima y muchas mas carecían de valor ante Andrea. No eran nada para ella, por lo tanto, no se iba por eso a conmover del afectado joven.

— ¿Sabes qué Manolo? Olvida todo lo anterior, eso de que cooperes pues no hay trato, a mí no me importa lo que mamá piense de mí; ¡Yo vivo mi vida como se me da la puta gana y si me corre le pediré a Nersy que hable con sus padres y me permitan vivir con ellos! O puedo recurrir con Rubí o su prima, en fin, tengo una que otra aliada que me puede salvar el culo de momento pero….. ¿Y tú Manolo?;

— ¡Será divertido ver que cara pone mami en cuanto te descubra y sepa como eres realmente! ¡No se hable mas!— hizo una pausa solo para saborear el momento y continuó atormentando al joven— ¡Mamá está a nada de llegar! ¿Le dices tú primero? ¡No! ¡Primero las damas! O sea que mamá sabrá primero que su orgullo no es más que un enfermo que se masturba en el baño oliendo mis zapatos y mi ropa interior jajajajajajajajaja— se carcajeó cruelmente.

— ¡Y claro, solo si mamá resiste, eso que no lo creo entonces, quizás sobre tiempo para decirle que la menor de sus hijas de quien ya no espera ni le sorprende nada también tiene ciertos gustos como mirar una que otra peli y proporcionarse algo de justo y merecido placer!— finalizó la chica con una sonrisa de triunfo en su rostro ante la evidente derrota del joven Manolo.

— ¡NO DIGAS NADA TE LO SUPLICO!— le imploró el joven con la voz entrecortada.

¡Jajajajajajajajajajajajajajajaja!; La cruel risa de Andrea terminó por desarmar al joven, por quebrarlo.

— ¡TE LO SUPLICO ANDREA TE LO SUPLICO!— se deshacía en ruegos Manolo aunque lo que mas resonaba en la habitación eran las carcajadas de Andrea.

Instantes después, Andrea, acariciándose su largo y suave cabello mostró a Manolo sus perfectos dientes blancos al sonreírle y hablarle dulcemente.

— ¡Arrodíllate! Si no quieres que diga nada será mejor que me obedezcas sin objeción alguna de tu parte; ¡VENGA PUES!— alzó Andrea la voz— Mamá está por llegar apenas y tendrás tiempo de convencerme así que aprovéchalo; ¡Te quiero de rodillas, arrastrándote a mis pies, implorándome que no te delate!;

Eso hizo Manolo; se abandonó a la voluntad de Andrea, se arrodilló ante ella para terminar humillantemente postrado ante sus pies, llorando miedoso y avergonzado.

Andrea se tomó su tiempo para contemplarlo desde ya roto moralmente ante sus pies. El juego, el cruel juego de Andrea con Manolo apenas iniciaba pues lo que menos tenía en mente era delatarlo.

¡No! Su propósito y su única intención era aprovecharse de él, adueñarse aun mas del joven en cuerpo y alma y ello implicaba degradarlo, rebajarlo como persona, hundirlo hasta convertirlo en un ser sin voluntad para realizar en él lo que más le fascinaba a la muchacha: dominarlo y someterlo a placer, conservarlo debajo de las plantas de sus pies.

— ¡Acércate Manolo, ándale, gatea!— le indicó una divertida Andrea que tomaba asiento en su mueble favorito. El avergonzado joven gateó como un vulgar animal hasta situarse de nueva cuenta ante los pies de la señorita Andrea.

— ¡BÉSAME LOS PIES MANOLO! ¡Uy que emocionante debe ser para ti! ¿No? Tanto tiempo escondido en el baño con mis zapatos y mis bragas y ahora por fin se te va a hacer realidad jajajajajajajajaja.

— ¡QUÉ ESPERAS PERRO! ¡RESTRIEGA TU CARA SOBRE MIS PIES JUSTO COMO LO HAZ HECHO POR TANTO TIEMPO EN EL BAÑO! ¡PLAFFFFFFFFFFF!;

Manolo miró a la cara a la joven y ésta le estampó una impactante bofetada. Manolo quedó fulminado, con la cara pegada sobre aquellos divinos pies que tanto había deseado, con los que tantas noches había soñado y ahora que el momento se daba no parecía disfrutarlo aunque su pene no pensaba lo mismo.

Manolo cubrió de besos y lágrimas los pies de Andrea, la obedeció al pie de la letra restregando su cara como un perrillo tal como la chica se lo había ordenado. La siguiente orden estremeció aun más a Manolo.

— ¡DESNÚDATE!— fue lo que dijo Andrea al momento que lo pateaba en la cara para apartarlo, ponerse en pie y cerrar con seguro la puerta para prevenir por si su madre llegaba a casa.

— ¿Qué no me oíste estúpido?;

— ¡No me hables así Andrea!;

— ¡Te hablo como se me da la puta gana, siempre ha sido así y ahora con mas razón! ¡Eres mío Manolo, completamente mío y con lo mío hago lo que se me antoja!— le aclaró sonriente.

Manolo no podía sentirse mas humillado al quedar completamente desnudo y de rodillas ante Andrea pero ésta se daría a la labor de hacerlo sentirse aun más miserable y denigrado.

— ¡Vaya como lo vi en la tv jajajajajajaja tu soldadito quiere mas acción, bien, vamos a complacerlo!— bromeaba al observar el pene de Manolo en todo el esplendor de su erección.

Quedaba claro que a Manolo aquella situación lo humillaba y lo excitaba.

— ¡HUELEME LOS PIES MANOLO! ¡No me los beses solo huélemelos!— le ordenó sin llegar a cansarse de estarse burlando de aquel joven.

Manolo lloraba como un niño pero si antes nunca pudo ponerle un alto a la chica, ahora ya no era el momento. El joven vilmente se arrastró y se entregó al capricho cruel de aquella señorita que adoraba.

— ¡No te toques ahí Manolo!— lo reprendió Andrea al percatarse que éste a pesar de la bochornosa situación por la que estaba pasando, intentó acariciarse inconscientemente el pene.

Andrea lo mantuvo unos instantes oliéndole los pies y pudo apreciar que Manolo lo hacía excitado, se llenaba sus pulmones de aquella fragancia proveniente de los pies de la chica; Andrea sonreía con malicia, intuía que Manolo estaba perdido y ella se encargaría de exprimirlo. Andrea al igual se excitó con lo que estaba sucediendo y comenzó de nuevo a masturbarse.

— ¿Qué haces?— preguntó tembloroso Manolo.

— ¡Cállate torpe y continúa oliendo mis pies, continúa satisfaciendo lo que por tanto tiempo haz ocultado en el baño!— le indicó con una patada en la cara.

Instantes después Manolo no vio a Andrea alcanzar otro orgasmo al tener la cara oculta por las plantas de los pies de la muchacha pero los gemidos y el movimiento de los pies de la chica así se lo hicieron saber.

Andrea temblaba, gemía, se estremecía de placer. Manolo muy a su pesar, presentía que al igual reventaría en cualquier momento a lo que no se opuso a lo que Andrea hizo con él.

La muchacha tras reponerse del orgasmo, sin mediar palabra, acomodó los pies en la cara a Manolo, lo hizo respirar su esencia por minutos, bajó un pie, lo depositó sobre su miembro y fue cuestión de acariciárselo para que Manolo eyaculara con el pie de Andrea sobre su miembro y el otro pie sobre su cara. Manolo terminó en el piso totalmente confundido ante tal situación.

— ¡Limpia el piso!— le ordenó la chica. El joven tan solo y trataba de armarse con un trapo para cumplir la orden.

— ¡Con la lengua!— le aclaró Andrea con una cínica sonrisa.

— ¡No haré tal cosa!— le dijo Manolo preocupado.

— ¡Entonces le diré a mamá!;

— ¡Ya es suficiente Andrea!;

— ¡NO NO LO ES!;

— ¡Te exijo que me entregues esos discos y que desaparezcas las malditas cámaras del baño!;

— ¡Jajajajajajajajaja tú no exiges nada, no naciste para eso y las cámaras se quedan, pobre de ti que las alteres o las dañes!;

— ¡Dale lame tu semen mmmm bueno pero antes acércate, dame un besito!— le dijo riendo señalándose su sexo. Manolo no logró articular palabra hasta transcurrir unos segundos.

— ¡No Andrea por favor no es correcto somos hermanos!;

— ¡Jajajajajajajajajaja ay Manolo eso ya ni tú te lo crees! A que no te preguntabas que era correcto y que no cuando estabas en el baño, ¿Verdad? ¡Dale, no tengo tu tiempo, quiero bañarme!;

Manolo intentó resistirse; desgraciadamente ante Andrea nunca había sido dueño de sus actos.

Fue la misma Andrea quien lo tomó por los cabellos, lo acercó a su sexo y le restregó el rostro a placer.

— ¡Mmmmmm vaya, que bien se siente tu carita por aquí jajajajajajaja! ¡LARGO! ¡Limpia ahora tu semen!;

Manolo estuvo a punto de alegar algo pero en ese momento oyó voces de su madre y Graciela; suplicó a Andrea con la mirada que lo dejara marchar pero ésta se mantuvo en su postura.

Manolo sabía que Andrea no se tentaría el corazón y que no le preocupaba ni se lo pensaría dos veces en hablar con su madre.

Andrea luchaba por no estallar en carcajearse y llamar la atención de su madre ante los gestos del pobre Manolo que sufrió pero al final desapareció del piso todo rastro de semen.

— ¿Quitarás las cámaras?— preguntaba mas tarde Manolo a modo de súplica en la habitación a Andrea mientras le daba su masaje de todas las noches a sus pies, ahora, proporcionándoselo con sus labios.

— ¡No!— fue la seca respuesta de Andrea dándole una calada a su cigarrillo— Y deja de hablar; ¡Te quiero besando mis pies! ¿No te gustan tanto? Pues no me molestes o te privo de ellos jajajajajajaja además ni te preocupes Manolo, ya no será necesario que te refugies en el baño, todos los días te permitiré por que te quiero mucho que te masturbes oliéndome los pies, mis zapatos, bragas…en fin.

— A mi no me molesta pero a cambio exijo de ti obediencia absoluta. Siempre lo haz hecho Manolo, solo que ahora no habrá lugar ni para la más mínima queja de tu parte; vivirás para mí, para servirme y complacerme.

— ¡Estás yendo muy lejos Andrea! ¡Es demasiado!;

— ¡No no lo es! Además esto te gusta, admítelo.

— ¡No es cierto!;

— ¿Probamos?— lo retó Andrea acariciándole el pene. Manolo se estremeció.

— ¡Te gusta Manolo! ¿Sabes por qué?;

— ¡NO NO LO SE POR UN DEMONIO QUE NO LO SE!;

— ¡Te gusta por que te excita, por que solo así satisfaces todas tus pasiones oscuras que siempre han habitado tu interior, que dormían y que ahora han despertado y que yo sabré explotar!;

— ¡Así es Manolo; sencillo, no puedes negarlo, desconozco que tanto te sientas confundido y dolido pero lo que se es que te gusta y te excita!;

— Pero también me ofende y me denigra como ser humano— opinó un perplejo Manolo.

— Eso es por que existen en ti rasgos de voluntad, orgullo y dignidad— le resolvió el misterio Andrea— Pero ni te apures; ¡Yo me encargaré de hacerlos desaparecer para que puedas vivir tranquilo bajo mis pies!;

— ¡Ponle la mano!— le ordenó de pronto señalándole la colilla aun encendida de su cigarro que acababa de arrojar al piso. El joven la miró indeciso.

— ¡PONLE LA MANO ENCIMA COÑO!— le exigió ésta vez Andrea.

Manolo terminó por obedecer y por reprimir un grito de angustia y dolor en el momento en que Andrea le pisó la mano, se la aplastó imprimiendo fuerza al mover su pie de lado a lado para apagar la colilla que hacía contacto obligado con la mano de Manolo puesto que cubría la colilla.

— El dolor Manolo, el dolor puede llegar a ser un cruel pero efectivo maestro, no me obligues a usarlo contigo y te aseguro que es muy fácil que logres que no lo haga; tan solo obedéceme en todo, siempre lo haz hecho pero siempre te haz quejado.

— ¡Ahora no Manolo! Ahora solo queda obedecer y ambos sabemos que lo de las grabaciones del baño es tan solo un pretexto. A mí me gusta mandarte, a ti obedecerme; lo de tu orgullo, ya te dije, déjalo en mis manos y terminaré por dejar tu orgullo rendido a mis pies.

— ¡Dale Bastardo, puedes irte a dormir, mañana será un nuevo día Manolo, ya verás como te irás acostumbrando, por ti mismo o a la fuerza pero te juro que te acostumbrarás o al menos te resignarás!;

Esa noche Manolo no logró conciliar el sueño; él no sabía, no imaginaba de qué rayos hablaba Andrea; por lo contrario, Andrea sabía muy bien lo que haría y hasta donde hundiría a Manolo.

No le preocupaba, sabía que ella y solo ella contaba con el don de destruirlo y reconstruirlo. Manolo no podía detenerse a pensar ni a meditar, no tenía tiempo para ello. Andrea había sido muy clara con él; tan solo debía adaptarse a la presente etapa de su vida y a no alarmarse en extremo ante las sorpresas que se iban dando con el paso de los días; sorpresas y noticias que más bien Andrea le iba comunicando de lo que esperaba de él.

Manolo sabía que no había más que seguirle el juego a Andrea, para su desgracia, no era un juego inocente ni divertido; era un juego cruel, como todo lo que Andrea ideaba para molestar a los demás.

Manolo comprendió que todo era consecuencia y resultado a lo que lo había llevado su comportamiento y su débil carácter ante Andrea desde niña, no podía responsabilizar a nadie mas que a él mismo.

Andrea tenía razón; a Manolo le molestaba y lo ofendía que la chica se burlara de él pero también le gustaba, mas exacto, lo excitaba y si el tema a tocar, a profundizar, era ese gusto que le había tomado a los pies de la chica, ahí no había mucho que discutir; simplemente Manolo se había acostumbrado a ese olor de los pies de Andrea pues desde niña fue él mismo quien hizo de la costumbre un verdadero ritual de besarle y adorarle los pies.

Para la niña, era normal que Manolo le besara los pies; ambos crecieron así. Ahora la niña era una muchacha hermosa y cruel y Manolo sabía, intuía aunque se negaba a aceptar que tarde o temprano terminaría siendo para Andrea un mero instrumento de diversión y de placer.

Era lo que logró por consentirla y acostumbrarla desde pequeña a que él le besara los pies; fruto de ello era ahora la nueva relación. Por fin tenía Manolo acceso a los pies de Andrea y gozaba con ellos su maravillosa esencia pero el costo era muy alto y seguiría subiendo para poder seguir contando con aquella mórbida fragancia.

Andrea fue clara desde el principio con Manolo; no solo era obedecerla, era obedecerla sin condición alguna o atenerse a las consecuencias. A Andrea no le importaba denigrar al joven en la intimidad o en presencia de cualquier otra persona.

Manolo lloró cuando Andrea le gritó que sería para ella lo que quisiera; su juguete, su sirviente, su esclavo. Le comentó finalmente haciéndole entender que poco a poco lo iría privando de toda libertad hasta convertirlo en su fiel prisionero en cuerpo y mente hasta reducirlo a la nada.

Lo único que Andrea lamentó de su nueva relación con Manolo fue el no poder hacer partícipe a Nersy de su felicidad pues lamentablemente en esos días, la familia de Nersy había sufrido un terrible accidente, una verdadera desgracia; suerte que Nersy no viajó con ellos y la pobre se desmayó en cuanto se enteró que el autobús se había estrellado.

Andrea se frotaba las manos para que Nersy regresara con sus padres sanos y salvos y todo volviera a la normalidad; entonces platicaría a Nersy todo lo acontecido en su ausencia y la haría formar parte de la dominación y proceso de domesticación y educación de Manolo.

¡Seguro que a Manolo le excita, le gusta y le humilla que Nersy lo someta y se burle de él!— pensaba entusiasmada Andrea pero todo aquello se esfumó en cuanto Andrea supo que lastimosamente los padres de Nersy habían muerto y su hermano se debatía entre la vida y la muerte; por lo tanto, no tenía para cuando contar con su amiga.

Manolo se entristeció al ver que Andrea egoístamente, lejos de preocuparse por su amiga, no le dio mayor importancia al tema.

Continuará………………………………………………..