La diosa, la bestia y el bastardo 6
Una nueva entrega de esta segunda etapa.
— ¡Maaaaaaanooooolo mas cacahuates!— gritó Andrea enfadada por tercera vez. Segundos después de ese tercer grito el joven hacía acto de presencia en la sala con los mentados cacahuates.
— ¿Por qué demonios te tardas tanto?;
— Quizás por que ando por ahí perdiendo el tiempo como ciertas personas— respondió el joven con sarcasmo a su hermanita y a Nersy que efectivamente tan solo mataban el tiempo platicando de asuntos sin interés en la sala; por lo contrario Manolo no paraba con tantas labores, labores del hogar que correspondían a la señorita Andrea realizar a lo que sudoroso les dejó el plato y se marchó pero tan solo había avanzado a lo mucho unos pasos en cuanto la voz de su adorada hermanita lo detuvo.
— ¡Ehhhh Manolo! ¿Nos traes refresco? Jijijijiji— Andrea y Nersy rieron en complicidad ante el claro enojo del joven.
— ¿Por qué carajo no me lo pediste a gritos con los cacahuates?;
— Por que en ese momento aun nos quedaba tantito— contestó risueña Nersy.
— ¡Bah! No le expliques nada y no estés de grosero Manolo— intervino Andrea.
— ¿Se les ofrece algo mas a las señoritas?— preguntó chocante Manolo después de servirles el refresco solicitado.
— ¡Sí….hielo!— contestó burlona Andrea— ¡Ahhhh coño bien Manolo, ya lo trajiste, bravo, piensas en todo!;
Una vez mas el chico optó por retirarse y una vez mas se sintió incapaz de hacerlo gracias a otra travesura de aquellas hermosas y perversas diablitas. Nersy se llevó a la boca el vaso con refresco y al hacerlo, Andrea le movió el brazo jugando con ella. ¿Resultado? El líquido terminó en el piso y los zapatos de la chica.
— ¡Assssshhhhhh Manolo cayó refresco al piso! ¿Límpialo no?— le propuso una sonriente Andrea.
— Mira Andrea— le habló el joven acercándosele y clavándole un intimidante y molesto semblante plasmado en su rostro— Solo te advierto que si tu madre llega y no ve todo en orden, a quien joderá será a ti.
— Pues apúrale a limpiar y a seguir con lo tuyo. ¡Dale mueve el culo!;
— ¡Eres odiosa cuando te lo propones!— le dijo el joven marchando en busca de un trapo húmedo.
— ¡Soy tu adoración Manolo!— se rió la malvada chica sintiéndose orgullosa de sí misma ante el control que continuaba ejerciendo sobre aquel joven.
Mientras Manolo limpiaba arrodillado el piso ante los pies de ambas chicas, recordó tiempo atrás, cuando Andrea y Nersy eran unas niñas y hacían de las suyas ensuciando toda la sala, él siempre era quien las asistía y complacía en absoluto. El tiempo había avanzado pero nada había cambiado a excepción de que Andrea y Nersy ya no eran unas niñas, eran unas preciosas señoritas.
El caso es que Manolo seguía siendo el juguete preferido de ellas, como prueba, Andrea descansaba los pies sobre la espalda de Manolo mientras que el pobre avergonzado, se apresuraba a limpiar el piso. Era incapaz de ponerle un alto a aquella chica. Nersy se encargó de incomodar mas a Manolo haciéndolo lucir más rojo que un tomate.
— ¡Wow Manolo qué servicial eres! ¡Te quiero como hermano jajajajajaja! Aunque Francisco te compite sanamente pero si sigues así, nos decidiremos por fin a nombrarte como nuestro exclusivo sirviente oficial. ¿Verdad Andrea? Jajajajajajaja— se burló descaradamente del joven acariciándole la cara, revolviéndole el cabello mientras lo contemplaba a sus pies.
— ¡Sería un grandísimo honor, podría entonces morir en paz!— respondió irónicamente Manolo.
— ¡Jajajajajajajaja ay Nersy pero qué cosas dices! ¡Mira que comparar y catalogar a Manolito con un simple sirviente!— intervino Andrea muerta de risa.
— Y si no es nuestro sirviente, entonces; ¿Qué es?— preguntó Nersy con la firme intención de fastidiar en extremo al joven.
— ¡NUESTRA MASCOTA! Manolo es como una mascota, es mas apropiado que considerarlo un mero sirviente— comentó cínicamente Andrea sin dejar de mirar con burla y despectivamente al chico que dando por terminada la limpieza quiso desaparecer de ahí pero Andrea, en dos felinos movimientos lo abrazó, lo hizo mantenerse de rodillas ante ellas, lo besó con dulzura en las mejillas; como siempre, al final, encargándose de que sus labios se encontraran con los del joven; entonces, continuó hablándole obligándolo a escucharla.
— ¡No pongas esa cara Manolo, aquí todos sabemos tus orígenes y te lo he dicho muchas veces! ¡Agradecido deberías de estar al encontrarte con nosotras y no en la calle o en un jodido orfanato o yo que se!;
— ¡ERES COMO UNA MASCOTA MANOLO!— alzó la voz Andrea, mirándolo fijamente, sin importarle que una vez mas había conseguido su propósito, hacer llorar y sufrir a la persona que sin duda mas la adoraba en este mundo— ¡Eres como una mascota por que a las mascotas se les adopta así como a ti que te encontramos en el basurero! ¡Mi madre te adoptó como si fueras un cachorro!— concluyó cruelmente.
— Jajajajajajaja— se rió Nersy con ganas— ¡Coño Andrea!; entonces, ¿Por qué no le ponemos nombre al cachorro?; más bien, ¿Por qué no se lo cambiamos? ¡Manolo como que ya aburre!— terminó por hundir al joven en la ofensa y la indignación.
Manolo temblaba de impotencia, se clavaba las uñas en las manos; era demasiado, demasiado el dominio que Andrea ejercía sobre él. Aquellas lastimosas palabras se las había dicho una y otra vez, se las había dicho encontrándose solos o en presencia de Nersy como en esta ocasión; ambos sabían que lo seguiría haciendo pues Andrea, por naturaleza era cruel e insensible y Manolo en verdad parecía haber nacido para adorarla, no para cuestionarla, mucho menos para enfrentarla.
— ¡Bájale Manolo, no hagas tanto teatro, bien sabes que me gusta recordarte tu origen para que nunca lo pierdas de vista y lo de ser nuestra mascota, debería para ti, ser motivo de orgullo!;
— ¡Si vieras cuantos mueren por ser nuestras mascotas!— comentó riéndose sin control.
Manolo la miró con los ojos llorosos, sin duda tenía mucho que reprocharle pero una vez más, no encontró ni logró armarse con los argumentos suficientes para hacerlo a lo que derrotado y humillado decidió retirarse.
— ¡Oye oye oye!— lo retuvo Nersy— ¿Y mis zapatos qué?— lo interrogó burlona, moviendo graciosamente los pies y con ellos sus favoritos zapatos de piso cerrados color arena— No se van a limpiar solos, igual se mancharon de refresco, refresco que la burra de tu hermanita tiró— concluyó sorprendiendo a Andrea al golpearla en la cabeza con la palma de su mano.
El joven miró a Andrea como preguntándole en silencio qué debía hacer.
— ¡Límpialos Manolo, limpia los zapatos de Nersy!; El joven retrocedió unos pasos con la intención de marcharse.
— ¡MANOLO!— gritó Andrea enérgicamente.
Manolo se acabó una vez mas ante la puta determinación de la chica y su clara y evidente debilidad de él que como un robot, se dejó caer de rodillas ante las penetrantes miradas de ambas jóvenes y con el trapo en mano, se dispuso resignado, a limpiarle los zapatos a la señorita Nersy. En cuestión de segundos, Manolo no resistió más y rompió a llorar como un niño ante los pies de una sorprendida Nersy.
— ¡Qué malas, ya lo hicimos llorar!— se burló Andrea.
— ¡Yo no hice nada!— fue la graciosa opinión de Nersy llevándose las manos hacia atrás de la cabeza.
— ¡Ehhh descálzate y déjale los zapatos, digo, para que estés mas cómoda!— le propuso Andrea.
— ¿Me descalzas?— le insinuó Nersy a un adolorido moralmente Manolo que tan solo se limitó a complacer a la joven.
— ¿Y no le molesta el olor de mis pies?— insistía Nersy en hacerle mas desgraciado el día al joven.
— Está acostumbrado— respondió Andrea mirando con aparente lástima al humillado joven— Recuerda que me besa los pies desde pequeña.
— ¡Entonces le gusta!— opinó Nersy.
— ¡No lo se si le gusta pero de que está acostumbrado a estar a mis pies lo está!— comentó una orgullosa y frívola Andrea— A lo que no creo que haya mucha diferencia de que ahora permanezca a tus pies, además, no sería la primera vez.
— ¡Bien!— contestó Nersy estirando indolente los pies, dejándolos a centímetros de la cara de Manolo que no paraba de llorar ni de sentir el olor que destilaba del interior de los zapatos y de los pies de la muchacha.
— Debo irme— dijo Nersy minutos después— ¡Cálzame!— le ordenó con naturalidad a Manolo, divirtiéndose en acariciarle la mejilla con los deditos de su pie a modo de secarle las lágrimas.
— ¡Jajajajajajajaja!— se carcajeó alegremente Nersy. Andrea, antes de que Manolo la calzara, lo había obligado a besarle los pies a su amiga pensando que con ello lo humillaba mas; por el contrario, a Manolo le sirvió para olvidar el trato tan déspota que le daba su adorada Andrea y se refugió siquiera por unos benditos instantes en el inofensivo y sí excitante aroma de los pies de Nersy que riendo se marchó.
— ¡Ay Manolo como eres patético, me avergüenzas y haces el ridículo ante Nersy!— lo reprendió Andrea dejándolo solo, tirado en el piso con su dolor— ¡Nos vemos luego….Bastardito!— se río Andrea de él pisándole la espalda, permaneciendo sobre él por unos segundos y alejándose silbando de la sala.
Manolo se encontraba en verdad mal como cada vez que Andrea y Nersy se burlaban de él; siendo menores en edad, lo superaban por mucho en carácter y determinación pero en especial tenía que ver y por mucho, el cariño que Manolo sentía por Andrea, cariño que dio paso al amor y este a la adoración.
Andrea por su parte, estimaba a Manolo pero no escatimaba en hacerle daño; a lo mucho lo estimaba como lo que cínicamente le había comentado y comparado: como a una mascota a lo que cruelmente se aprovechaba de la situación y de la entrega total de aquel joven hacia ella.
Así era la vida de Manolo, de Andrea, de su familia; así transcurría. Andrea pisoteaba moralmente a Manolo y en breves instantes volvía a reconstruirlo.
Con una sonrisa más bien de pena y de burla que de afecto, con una migaja de su atención era suficiente para tener a Manolo comiendo de su mano.
Manolo tan solo veía tristemente como estaba siendo absorbido por Andrea sin poder hacer algo a su favor causando la pena y el enojo de Karina y Graciela que no comprendían el excesivo amor del joven, si es que ese era el término correcto a emplear.
Días después, Andrea llegaba a casa luego de hacer ejercicio con Nersy, estaba bañada en sudor; como siempre, entró silbando y luego luego se dirigió camino a la sala al visualizar ahí a la familia reunida charlando alegremente.
— ¡Qué hubo perdedores!— exclamó burlona Andrea al no pasarle desapercibido que los tres ahí presentes temblaron al oírla y verla.
Andrea se echó encima de Manolo que se encontraba solo en un mueble; en el de enfrente descansaban Graciela y Karina. Andrea se recostó ofreciéndole los pies a Manolo.
— ¡Descálzame Manolito, debo tener los pies muy sudados!— le indicó bostezando, intentando relajarse.
Todos hicieron de verdad un gran esfuerzo por continuar la charla pero resultó imposible; Manolo tras descalzar a Andrea, le pidió con la mirada suplicante que se comportara, que no arruinara la tranquila tarde pero ésta, maliciosamente ante la vista de Karina y Graciela comenzó a acariciarle la cara a Manolo con sus sudados pies.
— ¡ANDREA, HAZ EL PUTO FAVOR DE CALMARTE!— le exigió amablemente su madre con la cara de asco al ver como su hija no paraba prácticamente de limpiarse el sudor de sus pies en la cara roja de Manolo que nada mas no hacía nada, estaba absolutamente quieto.
— ¿Por qué? ¡Si está acostumbrado! ¿Verdad Manolo?— hablaba Andrea en un plan chocante, molestoso, hiriente— Yo creo que hasta le gusta pues desde pequeña él ha sido quien me calza, me descalza, mima mis pies; en fin.
— ¿Te gusta como me huelen los pies Manolo? ¡Anda, habla coño y así salimos de dudas!— le decía riendo, encaprichada en continuar restregándole las plantas de los pies en la cara al joven que ante todo, luchaba con la terrible erección que sentía.
— ¡ANDREA!— gritó su madre pero Andrea no se detuvo.
Karina miró enérgicamente a Manolo pero éste ni se percató pues Andrea le había ocultado el rostro con ambos pies. Graciela abandonó la sala y Karina dos segundos después la siguió.
— ¿Y qué Manolo? ¿Te gusta como huelen mis pies? ¡A Mauricio le fascina! Anda coño, confiesa y en la cena le damos la sorpresa a mamá de que te encanta el olor de mis pies jajajajajajajaja— fue lo último que alcanzó a escuchar Karina al subir las escaleras sin entender como diantres, Manolo le soportaba tanto a aquella odiosa muchacha de quien se cuestionaba, a quien había heredado ese maldito carácter.
— ¡Basta ya Andrea!— la cortó Manolo apartándole los pies de su rostro rojo de vergüenza y excitación interna.
— ¿Pero por qué Manolo? Digo, sería lo mas natural, si desde niña me besas los pies a éstas alturas debería no gustarte, fascinarte como me huelen los pies— insistía Andrea en ofenderlo al restregarle los pies en el rostro.
— ¡Anda Manolo! Es más; ¿Por qué no me das mi masaje con los labios en vez de las manos? ¡Es fácil, solo me los besas! Múa múa múa jajajajajajajajaja;
— ¡Venga Manolo bésame los pies; Mauricio me los lame hasta entre los dedos cuando me pican!— se burlaba sin consideración alguna Andrea.
Manolo, lejos de otra reacción, se limitó a separar de su rostro los pies de la joven y hacerle cosquillas en sus plantas y luego por todo el cuerpo.
— ¡Jajajajajajajaja basta maldito Manolo!— se dio por vencida Andrea no sin antes sorprenderlo al acercarle una vez mas el pie a la cara, bajarlo velozmente y con ello golpearle directo en su miembro.
— ¡Auccccccchhhhhhh eso debió doler….poooooobre!— se rió Andrea hablándole en un tono que pregonaba lástima, solo ella sabía si la sentía y en qué cantidad. La chica se marchó a su habitación abandonando a Manolo que tallaba y tallaba su adolorido miembro.
Manolo y su adicción no se vieron satisfechos hasta que éste no terminó por correrse como el pervertido que era en el baño; fue cuestión de esperar que Andrea se cambiara, se bañara y abandonara el baño para que éste entrara armado con las bragas que Andrea se había quitado apenas instantes y las calcetas blancas que al igual había utilizado.
Manolo respiró las prendas con frenesí, el éxtasis se había apoderado de él y no se detuvo hasta eyacular como un loco y empaparse de la esencia de las sudadas y olorosas prendas.
Mas tarde, fumando un cigarrillo meditaba, se cuestionaba con sumo detenimiento en las palabras de Andrea, en su ironía al hablar, al expresarse.
— ¿Se me notará acaso?— se discutía Manolo— ¿Seré tan obvio? ¿Se me verá tan descarada mi atención en sus pies? ¡No lo creo! ¡Soy muy cauteloso! ¿Pero? ¿Y si se ha dado cuenta la vez cuando eyaculé oliéndole los pies?;
— ¡No! ¡Imposible, ella dormía! Pero igual y se supone que dormía cuando le robé el beso la vez que llegó borracha— continuaba atormentándose el joven— Mmmm… ¡No, definitivamente no sabe nada! Andrea es tan maldita que de sospechar algo ya me lo hubiese gritado a la cara en compañía de Nersy aun así, debo evitar mirarle los pies cuando estamos juntos. ¡Demonios, tanto a ella como a Nersy le huelen divinamente bien los pies!; en fin— concluyó Manolo sus profundos pensamientos cayendo en cuenta de que Andrea no sabía nada acerca de su fetichismo pero debía ser aun mucho mas precavido pues con Andrea el mayor pecado que se podía cometer era la confianza aunque la chica con su expresión había logrado confundir a Manolo.
Había logrado que se debatiera un buen rato atormentándose en descifrar si acaso le había descubierto algo pero por otro lado; Andrea, no había dicho mas que la verdad y lo que sabía; Manolo en cierta forma le adoraba los pies besándoselos desde muy niña, entonces, a estas alturas, el pensar de Andrea era lógico, si a Manolo no le agradaba el olor de sus pies al menos ya debería estar identificado con ellos y seguro que podría reconocerlos hasta con los ojos cerrados.
Pero el tema no quedaba ahí; a Manolo no solo le agradaba el olor de los pies de Andrea. ¡Moría por ellos! Como prueba resaltaba el apropiarse de sus prendas íntimas y su calzado y satisfacer encerrado en el baño sus ya citados raros placeres.
Esa era la mayor preocupación de Manolo; una cosa era admitir con Andrea que le gustaba besarle los pies, otra era confesarle todo aquello que hacía a sus espaldas con sus prendas, mención aparte de que le gustaba pero igual se sentía ofendido y si Andrea se enteraba segurito y se la pasaría burlándose de él, humillándolo junto con Nersy.
Manolo estaba confundido. Andrea le había sembrado la duda y lo mejor era lo que había decidido; ser más precavido, no ser tan descarado en especial cuando se dedicaba a espiar y admirar los bien cuidados pies de Andrea y de Nersy.
Continuará……………………………………………