La diosa del dolor

Transformación de una chica inocente a una sádica total.

La diosa del dolor.

El nacimiento de una diosa.

Verónica, criada con todas las comodidades que le brindaba el amor y el dinero de sus padres, era una preadolescente cuando la tragedia le arrebato todo su brillo.

Era una noche fría y Verónica volvía presurosa a su casa, se había retrasado un poco en la casa de una amiga y su hora de llegada había pasado. Al doblar una esquina se topo con un hombre que la paro y le pregunto la hora.

_10:15_ Respondió Verónica sin dejar de caminar, en ese momento sintió una mano, nerviosa pero firme, que la tiraba del hombro hacia atrás. A partir de ese momento su memoria es errática; sintió la lengua del hombre en todo su cuerpo, golpes en la cara, su vagina mancillada por un duro falo, los gemidos de placer desesperado y una sensación de inferioridad e impotencia, después oscuridad.

Un torbellino de sonidos la despierta en un hospital, mira el techo blanco y mientras recuerda los sucesos de la noche anterior, llora.

Pasada una semana del hecho la tragedia recién empieza, Verónica no habla con nadie, no quiere ir al psiquiatra, su madre desesperada y deprimida pasa todo el día en la cama, su padre cada vez más distante por el dolor se abandona a la bebida muriendo a la semana en un accidente automovilístico, la madre sin poder soportar el dolor se suicida. Verónica queda echa un fantasma al que la vida no toca, siendo la única heredera de la fortuna de sus padres, deambula por la mansión día y noche, despide a todos los empleados, así la mansión va tomando un aspecto abandonico y ruinoso.

Pasado un año del disparador de la tragedia, el dolor por la muerte de sus padres se había disipado, pero las sensaciones que recordaba de la violación la atormentaban cada noche impidiéndole dormir, la repulsión que sentía cuando recordaba la impotencia, el dolor, el estar obligada a hacer algo que no quería. Odiaba ser débil, sentía que había perdido algo mas que su virginidad aquella noche.

En el primer aniversario de la negra fecha, por primera vez, tuvo un sueño placentero, de hecho tuvo el primer orgasmo de su vida con el; soñó que encontraba a su atacante, estaba atado a una silla con los ojos vendados, ella caminaba hacia el, le destapaba los ojos y le daba una tremenda golpiza. Así, mientras soñaba con la cara ensangrentada de su violador, mancho las sabanas de flujo.

Se despertó agitada. El sueño le revelo sensaciones mas allá de su conocimiento. En ese sueño no era débil, era poderosa e implacable, aunque sentía un poco de culpa al encontrar tanto placer en el dolor ajeno, eso no la detuvo, después de tantos calmantes, por fin había descubierto la cura a su dolor; el dolor de otra persona.

Al principio su satisfacción venia de imaginarse golpeando a su atacante, así justificaba su agresividad como una venganza, pero de a poco su mente fue creando escenarios más exóticos y diferentes victimas. Su papel empezó como una chica que encontraba hombres atados y los golpeaba, pero fue mutando y adquiriendo mas poder, cazaba a sus victimas, los sometía, los humillaba.

Durante meses Verónica se creo para si misma un personaje en su imaginación. Libre de los fantasmas del pasado, obsesionada con este nuevo placer, empezó los preparativos para convertirse en el.

Empezó a salir de noche, iba a clubes nocturnos y observaba el ambiente. De día se entrenaba en su mansión, hacia boxeo y artes marciales, con el tiempo desarrollo una gran habilidad y un gran físico. En los clubes tenia cada vez mas hombres alrededor y con el tiempo se dio cuenta de lo fácil que era manipularlos, bastaba una sonrisa para que se entreguen a cualquier capricho. Así le compraban tragos, cigarros o cumplían prendas humillantes que ella les pedía; como tocarle el culo a otro hombre, o ir y pedirle a una mujer cualquiera que les pegue una cachetada. Ellos volvían humillados, con una sonrisa de perro que hizo su gracia y espera una recompensa, pero nunca recibían nada. Verónica se derretía de placer al verlos tan humillados, sabiendo que era por ella que hacían todo. Ese poder la embriagaba, cuando volvían de una prenda especialmente humillante, al tenerlos frente a ella, derrotados, cabizbajos, debía reprimir sus instintos que le decían que les pegue, que los lastime de verdad, que con sus puños haga brotar la sangre de su cuerpo, que los mate a golpes si le complacía hacerlo.

Hasta que llego el momento. Después de que un joven la abordo, Verónica empezó con su juego de siempre.

_¿Queres probar esto?_ dijo Verónica mostrando su abultado escote.

_Claro linda.

_Pero antes tenes que hacer algo por mí.

_Seguro. ¿Que?.

_Decile al barman que te gustaría chuparle la pija.

_¡Estas loca!

_Dale, eso me excita mucho, se lo preguntas y vamos a mi casa.

_Bueno.

El barman se rió y después hizo el anuncio para todo el bar, así hombres y mujeres se rieron del pobre chico. Verónica lo miraba volver con una sonrisa maliciosa.

_Dale vamos a tu casa.

_No sabes que mejor no quiero ir, sos un puto de mierda que queres chuparle la pija al barman._Verónica dijo esto en vos lo suficientemente alta para que los que estaban cerca, incluido el barman la escucharan.

_¡Sos una hija de puta!._Y diciendo esto intento pegarle una cachetada. Pero fue detenido por uno de los guardias de seguridad, que lo agarro del brazo y lo saco bruscamente del lugar.

Tirado en la esquina del bar, bajo una noche fría, el chico lloraba, el de seguridad le había doblado un poco el brazo, y la frustración que le había provocado la escena lo paralizaba de ira.

A los cinco minutos se percata del ruido de unos tacos en la acera, al mirar al costado ve a Verónica caminar altivamente hacia el.

_¡Hija de puta, te voy a matar!_ grito al tiempo que se paro y corrio hacia ella, quien lo espero tranquilamente, y en un rápido movimiento lo tomo del pelo y con un rodillazo en el estomago lo hizo caer de rodillas. Acercó su hermosa cara a la mueca petrificada de dolor y miedo del chico, con violencia y desprecio le suelto las palabras que quedaran marcadas para siempre en la mente de los dos; para Verónica son las palabras que empezaron su inminente transformación a una diosa del dolor, para el chico son las palabras que marcaran su sentencia de por vida al dolor, la humillación y la esclavitud.

_Escúchame gusano, para mi vos no sos mas que mierda, basura. Si quiero te golpeo, si quiero te corto o te quemo, ni siquiera me temblaría la mano para matarte. Ahora vamos a ir a mi casa, donde te espera una vida de dolor y miedo mas allá de lo que puedas imaginar. Te voy a convertir en un saco de huesos rotos, de yagas, pus, y sangre, y cuando me aburra voy a pisarte el cráneo hasta hacerlo reventar.

Así nació la diosa del dolor y la muerte.

Descubrimiento del cuero: la diosa del dolor en cuero negro.

Verónica llevo al humillado chico a su casa, lo encerró en el sótano proporcionándole una terrible golpiza, después lo obligo a lamerle el coño durante largas horas mientras le proporcionaba latigazos con un cinturón en la espalda.

Una nueva vida había empezado para ambos. Con un grueso collar de cuero que lo unía a la pared mediante una cadena, el chico lloraba de miedo y dolor desnudo en el suelo. Mientras, Verónica se acostaba con una sonrisa sádica, escuchando el llanto de su prisionero. Por fin había puesto en marcha lo que, sin saberlo, deseo desde que la violaron; por fin se dio cuenta que ella había estado sufriendo por no poder ser la violadora, pero ahora, libre de culpa, podía llevar su instinto sádico hasta el final. Aunque todavía tenia ciertas resistencias, se dejaba llevar cada vez mas, y si bien, todo lo que le dijo al chico cundo lo tuvo derrotado en la esquina del bar fue un poco exagerado, le excitaba asustarlo con las palabras.

Los días transcurrieron, Verónica se divertía soltando a su prisionero y diciéndole que si la derrotaba, era libre. El chico entonces se paraba, y con la intención de derrotarla se abalanzaba sobre ella, pero era demasiado lento y estaba débil por la mala alimentación y el maltrato, ella le daba pocos golpes y dejaba que se recuperara, el volvía a la carga y era otra vez derrotado, siempre terminaba suplicando por su vida.

Verónica se ponía muy caliente al ver a ese hombre totalmente sometido, un ardor le quemaba el pecho y la volvía cada vez mas violenta, pero ella lo contenía, sin querer admitirlo, tenia un miedo secreto a toda su maldad.

Fue a la semana de cazar a su prisionero cuando descubrió el cuero. Paseaba por un centro comercial, buscando ropa para capturar a su segunda victima cuando se detuvo en una vitrina, había un tapado de cuero negro que la enamoro, entro y si preguntar el precio lo llevo.

Ya devuelta en su casa, saco el tapado y lo miro detenidamente, el cuero era de la mas alta calidad, su superficie suave invitaba a la maldad, se veía en su brillo el placer y el dolor, mientras miraba el abrigo se dio cuenta, el cuero negro era la vestimenta que una diosa del dolor debe llevar, tan digno de veneración y temor como ella misma, se imagino convertida en la diosa del dolor, enfundada en cuero negro, un escalofrío corrió por su espalda y las llamas en su pecho crecieron. Pero todavía no era el momento. Dejo el abrigo colgado y fue a darle una golpiza a su siervo, una golpiza que nunca olvidaría.

Encuentro de una compañera.

El chico miraba su sangre manchar el piso, también logro distinguir un par de dientes, estaba tan dolorido como atónito, hasta ese entonces las golpizas habían sido duras pero no a este extremo. Había bajado las escaleras muy rápido, había pateado la puerta y caminado hacia el como si estuviera enfurecida por algo. Sin mediar una palabra ni sacarle la cadena, le había pateado la cara dejando su nariz quebrada mirando el techo, después el pobre chico había sentido que un coño húmedo besaba la sangre de su cara y una vos de ángel que exigía con maldad placer. Se esforzaba por lamer aquella boca diabólica, al mismo tiempo, luchaba por respirar, sentía las uñas de su captora atravesando su pecho en todas direcciones. Después de un tiempo, no sabia cuanto, se había desmayado.

Despertó con un chorro de meo que caía sobre su cara, en cuanto acabo, una serie de golpes cayeron sobre su mandíbula, sus dientes volaron con su sangre. Ella lo tomo de ambos lados de la cara, y lo miro a los ojos, fijo, con desprecio y crueldad, el juro que en ese momento vio al demonio tras esos ojos.

_Vas a morir criatura patética._ dijo ella en un tono de voz inmensamente dulce._Pero no ahora, vas a morir muy lenta y dolorosamente._Era la voz y el cuerpo de un ángel, poseído por un demonio.

Verónica salió del sótano temblando, nunca antes se había liberado tanto y, aunque sentía un poco de culpa, la sensación de libertad, la sensación de tal poder la obnubilaba.

En los días siguientes dejo descansar a su prisionero, se sintió un poco culpable al ver el estado en el que estaba, así que lo ayudo a comer; cuando termino, al verla por primera vez en una actitud dulce, el chico le pregunto:

_¿Por qué me tratas así?, yo no te hice nada.

_Veo que no puedes aceptar un regalo sin estropear todo._respondió Verónica, sintiendo la culpa desaparecer y crecer la ira._No vuelvas a hablar sin mi permiso._le dijo con rabia. No entendía como ese gusano, desfigurado por los golpes, se animaba a exigirle respuestas.

Aunque ella no se diera cuenta su ego estaba creciendo, tanto poder la había vuelto despótica, no iba a tolerar que un instrumento de placer, (pues era todo lo que el chico era para ella), le hablara como si le hablara a cualquiera.

Decidió que el chico pasaría a ser su esclavo, debía preparar la comida, mantener limpia la mansión y hacer cualquier cosa que ella quisiera. Lo tenia desnudo siempre y con cadenas en pies y manos que limitaban sus movimientos, así el esclavo aprendió a cocinar, limpiar y a obedecer cada capricho de Verónica al instante, cualquier error o desobediencia Verónica se encargaba de marcarlo en su cuerpo con violencia, crueldad y placer.

Así transcurrió otro año, Verónica era un ama despiadada, disfrutaba todos los castigos, pero sobre todo los que su esclavo no merecía, porque sabia que le dolían mas, y porque se sentía mas poderosa cuando lo lastimaba sin razón, solo por capricho. Había descubierto diversos instrumentos de dolor, pero sobre todo le encantaban los látigos, el sótano, devenido en sala de torturas, estaba tapizado con látigos de todas las formas imaginables, muchos, modificados por ella para hacerlos más temibles, pero su preferido era el látigo largo, fabricado totalmente en cuero negro; se había vuelto una experta en su manipulación y siempre lo tenia en la mano, listo para abrir surcos en la piel de su esclavo.

Pero aunque se había vuelto muy sádica, nunca se había vestido de cuero, sabia que ese seria el paso definitivo, su transformación total en una diosa. Cada día contemplaba el tapado que había comprado y sentía su poder, el poder del cuero, la llamaba, la incitaba a soltar completamente su maldad, pero todavía no era el momento, aun no.

Su pobre esclavo ya no era un ser humano, privado de todos sus derechos y placeres, su único pensamiento era no hacer enfurecer a su ama, estaba atrapado, sus momentos más felices eran cuando el ama no lo golpeaba, eran los únicos momentos de relativa paz. Por otra parte su cuerpo otora atlético y bello, ahora estaba convertido en un monumento andante al dolor, su espalda estaba en carne viva constantemente ya que era objeto casi continuo del látigo de su ama, su pecho y abdomen estaban marcados con grandes cicatrices alineadas para que se lea: "esclavo de la diosa del dolor", producto de una noche especialmente dolorosa en que su ama jugo un poco con cuchillos, estaba flaco y le faltaba el dedo meñique de la mano izquierda, consecuencia también de la noche de los cuchillos; su cara lucia una nariz quebrada que nunca se atendió, ojeras profundas que enmarcaban unos ojos apagados y tristes, su boca no contaba mas que con dos pares de dientes.

En el segundo aniversario de su violación Verónica puso en marcha la parte final de su transformación en la diosa del dolor. Llamo a una joven diseñadora de ropa, y le explico que quería un traje de cuero, pero, con ciertas características:

debía ser con cuero negro de la más alta calidad, solo podía estar adornado con metal y este debía ser acero pulido, y por ultimo debía ser agresivo, tan agresivo que provocaría miedo solo mirarlo. La diseñadora se encontraba perpleja y curiosa sobre semejante encargo, además la paga era excelente así que acepto, le dijo que le llevaría varios diseños de y ella elegiría según su propio gusto.

Y llego el momento, una semana después de la llamada, Daniela, la diseñadora, estaba llegando a la mansión de Verónica. Mientras el taxi se acercaba, y se distinguía la mansión en lo alto de una colina, Daniela pensaba en lo raro de este encargo, y en lo raro que se lo encararan a una diseñadora tan joven como ella.

La puerta de madera se abrió y apareció Verónica, se saludaron y Daniela fue directo al grano.

_La verdad quería preguntarle algunas cosas, antes de mostrarle el diseño._dijo con timidez.

_Bueno, adelante._Verónica hablaba con dulzura, pese a ser cinco años mas joven que la diseñadora, se sentía más grande, con mas experiencia, Daniela hablaba sin mirarla a los ojos, estaba nerviosa y eso inspiro cierta ternura en Verónica.

_¿Por que me eligió a mi?.

_Quería una diseñadora joven, con la mente abierta, fui a la facultad de diseño y vi los trabajos finales de tu generación, tu trabajo me pareció el más interesante.

_¿Por que?.

_Creí ver cierta violencia en tu trabajo, eso me intereso, pero también la vi reprimida. ¿Estoy en lo cierto?.

Daniela la miro atónita, nunca se había pensado en eso, pero ahora que ella lo mencionaba, se daba cuenta de que era así.

_Nunca lo había pensado, pero creo que tiene razón.

_Bueno, lo que yo quiero es que dejes salir esa violencia en mi traje, toda tu violencia y maldad deben surgir.

_No se si podré hacerlo.

_Estoy segura de que si._respondió Verónica con una sonrisa.

_Bueno esto es lo que hice hasta ahora.

Daniela le paso un block con veinte diseños, lentamente Verónica fue pasando las páginas, al fin cerro el block y se lo devolvió.

_Excelente trabajo, aunque después del quinto no lograste hacer algo más agresivo.

_Si, lo sé, para la próxima semana lo voy a mejorar.

_Estaba pensando, que tal vez te gustaría quedarte aquí conmigo, hasta finalizar el trabajo. ¿Vivís sola?.

_No vivo con mis padres, pero hace rato que me quiero ir.

_Bueno, ¿entonces?.

_No se debería pensarlo.

_Por supuesto todos los gastos correrán por mi cuenta, y considerando tu entera dedicación a mi encargo la paga se triplicara.

_Bueno, esta bien, me voy a quedar contigo

_Perfecto, déjame que te muestre tu habitación, y ya podes ir a buscar tus cosas.

Verónica la acompaño al altillo, y le mostró la mansión. Un plan se le había ocurrido mirando el trabajo final de Daniela, sabia que era como ella, solo necesitaba que le mostraran el camino.

Mientras en la mente de Daniela se agolpaban las preguntas, pero no quería ser grosera, ya habría tiempo para respuestas.

Daniela: corazón sádico.

Verónica había planeado muy bien todo, iba a convertir a Daniela en una adicta al dolor ajeno. Le gustaba la idea de pervertirla, transformarla en una sádica sin escrúpulos a su servicio. Lo mas difícil era librarla de la culpa, enseñarle a disfrutar del dolor de su victima sin pensar en su bienestar.

Lo primero que debía hacer Verónica era liberar la ira de Daniela, para eso le ordeno a su esclavo que la violara.

Era una noche cálida de primavera, la ventana del cuarto de Daniela estaba abierta, y ella, daba vueltas en la cama, tapado parcialmente su cuerpo desnudo por sabanas de seda blanca. La puerta de madera crujió suavemente, como un maullido, para darle paso a una siniestra figura. Un cuerpo sin voluntad era arrastrado por cuerdas invisibles, cuerdas que manipulaba una joven diabólica, los pasos lentos e inseguros se dirigían hacia el hermoso cuerpo de una mujer que soñaba con ríos de sangre y gritos de dolor. Una mano, sin dedo meñique, tapo unos labios suaves que se estremecieron con su tacto, un cuerpo perfecto fue profanado por un cuerpo deforme, con la fuerza del deseo de cientos de noches frías, el falo duro penetro los labios, que acogieron su producto al cabo de unos segundos. De repente, la puerta del cuarto se abrió, la joven detrás de los hilos apareció; su mano blandía un fierro y su cara delataba una sonrisa al pensar en su misión, tomando de los pelos a su esclavo lo tiro lejos de la cama, y con tres golpes certeros lo dejo llorando en silencio sobre su sangre.

Rápidamente se dio vuelta y abraso a la llorosa Daniela, consolándola e incitándola suavemente, como un demoño hablándole al oído. Las palabras la hicieron parar de llorar, el dolor se iba, en su lugar crecía una ira y un desprecio por su atacante, que fue liberado en una furiosa serie de golpes con el fierro. El atacante, esclavo forzado, no volvió a caminar.

Un torbellino de sensaciones embriagaba a Daniela, toda la humillación y el dolor de ser violada se habían disuelto con el castigo que le había proporcionado a su violador, ahora, viendo la sangre extenderse hasta sus pies descalzos, se preguntaba que había hecho.

_¡Verónica!, ¡creo que lo mate!.

_No importa, el te ataco, hiciste bien.

_¡No!, no hice bien, lo mate, iré a la cárcel, mi vida esta acabada.

_ No iras a la cárcel, vamos a enterrarlo en el patio interior, nadie sabrá nada.

_Pero nos van a descubrir._Daniela había empezado a llorar.

_No va a pasar nada niña idiota._le escupió Verónica con rabia.

_Pero..._ dijo entre llanto, pero no consiguió acabar la frase, la palma de la mano de Verónica, se estrello contra su mejilla.

_Mira llorona patética, te vas a callar ya mismo y me vas a ayudar a enterrar el cuerpo.

La vida de este estúpido no valía nada, ¿cómo puede ser que te lamentes por la muerte del tipo que te quería violar?.

Sin decir una palabra mas enterraron el cuerpo y se sentaron en la oscuridad del patio interior a descansar. Finalmente Daniela rompió el silencio.

_¿Puedo confesarte algo?

_Si._Respondió Verónica irritada.

_Mientras lo estaba golpeando me sentí como nunca me sentí en la vida. Era la sensación mas deliciosa del mundo, era libre.

_Claro que si, golpear sin piedad a una persona es lo mas hermoso que conozco.

_¿Vos sentís lo mismo?.

_Si, y lo siento mil veces mas que vos.

_¿Como?, ¿como lo haces?, ¿me podrías enseñar?.

_Todo tiene su precio.

Daniela estaba perpleja, había matado a una persona esta noche, pero la culpa desaparecía al darse cuenta que no la iban a descubrir, y después había escuchado la historia más insólita, de la chica que le había propuesto el trabajo mas extraño de su vida. Pero para su sorpresa no la extrañaba tanto, desde que escucho la vos de Verónica en el teléfono, sintió un poder que emanaba de ella, y, al estar en su presencia, se sintió pequeña, como una niña, a pesar de ser cinco años mas grande.

Por supuesto que Verónica nunca pensó en decirle toda la verdad, le contó si, que el sujeto que la violo era su esclavo, y le contó todo lo que le hacia, sin omitir detalle. Pero nunca le dijo que ella le había ordenado que la violara, invento una historia, le dijo que se escapo, y por la abstinencia no se había logrado controlar, lo que era totalmente creíble.

Después le dijo que si quería pasar su vida castigando personas, debía pagar un precio, ese precio era ser su esclava, con todo lo que ello implica. Pero si aceptaba Verónica le brindaría sujetos para que se divierta.

El trato se cerro y la diosa del dolor consiguió que una sádica sin escrúpulos cayera a sus pies.

El nacimiento de Sádika: esclava de la diosa del dolor.

Daniela se ponía lentamente su traje, ella misma lo había diseñado, el cuero se pegaba a todas sus curvas, la hacia sentir tan poderosa. Las garras de acero brillaban al sol matinal, el espejo devolvió una imagen temible, una hermosa fémina vestida totalmente de cuero negro, en la punta de los guantes asomaban garras de acero, sus nudillos y muñecas lucían afiladas puntas. Ella se veía y se excitaba, se había convertido en una sádica total, al punto de no poder vivir sin hacer sentir dolor, todos los días se vestía con su traje y bajaba al sótano donde podía elegir, entre mas de cincuenta hombres, a los que ella quisiera, para golpear hasta que se cansara, incluso podía matarlos a golpes. Se sentía como una diosa entre gusanos. Pero sabia que la única diosa era su ama. Estaba orgullosa de ser esclava de una diosa, y se sentía aun más orgullosa de ser su favorita y de gozar de los privilegios que ello traía. Era totalmente devota y no había nada que se negara a hacer para su diosa. Al final de cuentas ella le había dado todo su poder y podía quitárselo, y eso era algo que Daniela no podría soportar.

Hacia tiempo ya, se había arrodillado ante Verónica, al lado de la tumba de su primer victima, y le había jurado obediencia por toda su vida, un beso en cada pie sello el juramento.

Verónica le mostró como se degrada a una persona hasta transformarla en nada. Le mostró el inmenso placer de doblegar las voluntades y quebrar los espíritus, hasta dejar un cuerpo vacío, para moldearlo según sus caprichos.

Daniela no podía sentir menos que admiración cuando recordaba la noche en que Verónica había capturado a un joven para empezar las clases.

Era una noche cálida sin luna, por una calle tenebrosa un chico de 17 años caminaba presuroso por llegar a su casa. Verónica le dijo a Daniela que se escondiera y observara. De entre las sombras delante del chico salió la figura de una hermosa adolescente, su cara lucia delicadas lagrimas en sus mejillas.

_¿Estas bien?, ¿puedo ayudarte en algo?_pregunto el joven.

Como respuesta obtuvo un sólido golpe en su mandíbula que lo tiro al suelo, vio cernirse sobre si la figura otora inocente de una joven, ahora convertida en un demonio. El pie de la chica presionó el pecho de su victima, este hacia esfuerzos por respirar, pero cada vez le costaba más. Con una cruel sonrisa Verónica presionaba mas, y más, el chico se ahogaba.

Desde las sombras Daniela se hallaba impresionada y excitada, la forma en que había derribado a ese chico, y ahora controlaba su respiración con un pie; al ver la escena se dio cuenta que así deseaba ser.

Verónica retiro su pie, el chico respiro aliviado, ella dejo que se recupere, quería darle un poco de esperanza, camino alrededor de la figura tendida en el piso, en cuanto su victima dejo de respirar agitado, con dos patadas en las costillas lo dejo en posición fetal llorando.

Olas de placer invadían a Daniela, su mano había bajado hasta su entrepierna empezando una suave estimulación, no solo adoraba ver a una persona sufriendo, sino que se acababa de dar cuenta que adoraba completamente a Verónica, estaba enamorada.

El chico sentía un fuerte dolor en su lado derecho, y estaba confundido, no entendía porque lo había atacado. Sintió una voz dulce entre su dolor:

_¿Así que el hombrecito no puede con una simple niña?

Al principio no entendía las palabras, pero de repente algo en su ego masculino exploto, el dolor desapareció y se levanto velozmente. Miro hacia su alrededor, su atacante era una chica mas o menos de su edad, "ningún problema" se dijo, y se abalanzo hacia ella.

Dos golpes en su cara lo aturdieron y lo convencieron de que no seria tan fácil vencerla, un rodillazo en él estomago lo hizo caer de rodillas y un pie aplastando sus huevos lo derroto.

_¡Por favor!, ¡no me pegues mas!, ¡por favor!._el chico lloraba arrodillado ante Verónica, quien con aumentar un poco la presión de su pie contra los huevos del chico, conseguía sacar gritos y lagrimas de su victima.

Daniela extasiada tuvo un orgasmo brutal, cuando volvió a la realidad vio que Verónica le hacia señas para que se acercara.

Cuando llego a su lado, estaba fuera de si, deseaba hacer daño, así que su ama le hizo un regalo.

Daniela lo vio arrodillado frente a ella, el chico se agarraba los huevos con una evidente facción de dolor en su rostro, ella se deleito con esa expresión un momento, de repente en un ataque de ira golpeo la cara del chico con violencia, el cuerpo callo, y ella piso su cara contra el suelo, el trato de sacar el pie con las manos, en cuanto se dio cuenta, Daniela empiezo a saltar sobre su abdomen. El joven escupió sangre, su mente le dice que pida piedad, pero no puede emitir salvo quejidos. La excitada joven deja de saltar y se arroja sobre él, sus manos ahorcan al chico, que sin aire, trata de pedir clemencia. Daniela no puede controlarse, sabe que si lo ahorca mas tiempo lo va a matar, pero no le importa, esta embriagada de poder.

El joven muere, y así, se revela el corazón sádico de Daniela.

A medida que baja las escaleras que conducen al sótano los lamentos de los prisioneros se escuchan mas fuerte. Con una patada de su bota de cuero abre la puerta, al entrar, se hace un absoluto silencio y los condenados se arrodillan ante ella y dejan un pasillo para el paso de su cruel carcelera. El taco y la suela de metal de la bota producen un chasquido en la piedra del suelo, los prisioneros están a ambos lados de ella, desnudos y mugrientos, sus vidas transcurren entre las paredes del sótano, manchadas de sangre sucia, embadurnadas de dolor.

Daniela camina lentamente entre ellos, se deleita con su poder. En el ultimo lugar de la fila derecha ve a uno de sus prisioneros temblar y se encamina hacia él.

El prisionero sabe que lo descubrió, el miedo lo hace temblar mas, cuando las botas de su carcelera se encuentran frente a el, sus pequeños ojos dejan caer algunas lagrimas por sus mejillas rojas y su boca suelta pequeños quejidos.

Ella lo ve llorar y sonríe, con sus dedos forrados de cuero acaricia sus mejillas secando sus lagrimas, siente al prisionero temblar con su contacto. Con vos dulce y sarcástica le pregunta:

_¿Que pasa gordito lindo?, ¿te duele algo?._

El no dice nada. Ella se enoja y con una cachetada le grita.

_¡Responde pedazo de basura!.

_Es que no aguanto mas, tengo ganas de cagar._Y diciendo esto el suelo recibe su mierda.

Daniela, fuera de si, le cruza la cara con sus garras dejándole cuatro surcos profundos y rojos en cada mejilla, lo tira al suelo llevando su cabeza de los pelos hasta el lugar donde se encentra la mierda, con furia le aplasta la cara contra ella y pisa su nuca, dejando la nariz y la boca de su prisionero llenas de mierda, después de unos minutos lo da vuelta, el esclavo escupe su materia marrón y respira desesperado, ella lo agarra de su collar y lo a arrastro hasta un rincón, donde lo encadena, se para sobre el y levanta la vos:

_¡Escuchen basura despreciable!, ¡desde ahora todas sus necesidades las van a hacer sobre el!_dice al tiempo que señala al prisionero bajo sus pies_¡y van a empezar ahora!, quiero que hagan una fila, y de a uno van a hacer los que necesiten hacer.

Así bajo el látigo de Daniela el prisionero fue enterado bajo una montaña de mierda, meo y vomito.

Daniela salió del sótano sintiéndose sucia pero enormemente excitada. Decidió darse una ducha. En el baño había dos esclavos, uno arrodillado y encadenado a la pared, el otro parado junto a la bañera, la carcelera lleno la boca del primero con su orina, y le ordeno al segundo que la bañara; esto significaba que la tendría que desvestir, darle sexo oral por el tiempo que ella lo solicite, prepararle el agua, a la temperatura ideal y por ultimo limpiar todo su cuerpo con total esmero y delicadeza. Al ser Daniela la que iba a recibir el servicio, el esclavo tendría que soportar un gran dolor, ya que la temible carcelera era conocida por su violencia, incluso para las cosas que no la requerían en lo mas mínimo.

Después del baño, sintiéndose limpia y satisfecha, enfundada nuevamente en su traje de cuero, se dirigió hacia sus habitaciones. En ellas todo era sombrío, las paredes de piedra, las cortinas de terciopelo rojo, temibles instrumentos de tortura, celdas.

En una esquina, entre las sombras, estaba encerrado el ser más desafortunado del mundo, el único esclavo de Sádica. Verónica se lo regalo hace algún tiempo, cuando recién empezaba a cazar esclavos. Él era un joven que la desgracia cruzo en el camino de Verónica un noche, ella sentía ganas de violencia y encontró a un chico que caminaba solo, sin mediar palabra, le enlazo su látigo largo al cuello y comenzó a ahorcarlo, cuando su cara se tornaba azul lo soltó y lo arrojo contra una pared, el, tratando de recuperarse sintió estallar el látigo en su espalda varias veces.

Cuando volvió a su mansión con la presa llamo a su esclava.

_Sádica, quiero hacerte un regalo, solo porque eres una excelente carcelera y me estas ayudando mucho. Él es tu regalo, tu único esclavo, la única persona en esta casa para la cual vos sos una diosa.

_Gracias mi ama._ Y lamiendo las botas de su diosa, Sádika sonreía.

Bajo el dominio de la cruel carcelera el joven fue deformándose, convirtiéndose en la repugnante criatura que ahora estaba encerrada. Ella lo tuvo amarrado a una silla por semanas, mientras creaba su traje, el que la convertiría en una diosa. El nunca olvidaría la noche en que se lo puso por primera vez, la vio salir del baño desnuda, su piel se revelaba hermosa a la luz de las velas, lo miro fijamente y sonrió con malicia, tomo el mono de cuero y se lo puso lentamente, sus ojos brillaban con mas sadismo a medida que se lo ponía, luego, las botas altas envolvieron sus piernas, los tacos de metal la hicieron ocho centímetros mas alta; sus dedos fueron desapareciendo bajo unos oscuros guantes de cuero, en su lugar aparecieron garras negras con uñas de metal, los nudillos y muñecas cubiertos con afiladas puntas de metal, nunca mas esa piel seria cubierta por otra vestimenta, nunca mas ese corazón albergaría bondad ni piedad, solo el dolor y la perversión guiarían esta alma, Sádika, esclava de la diosa del dolor había nacido.

El traje de cuero.

Por fin Verónica vio su encargo convertido en realidad, su esclava había pasado semanas diseñando el traje pero, al fin, lo tenia frente a ella.

Se acerco a el, era un traje temible sin duda, paso sus manos sobre el cuero y se estremeció; frente a la mirada de Daniela, Verónica se desnudo y se puso el traje; en ese momento algo dentro de ella se rompió, su corazón empezó a latir violentamente, las llamas en su pecho la devoraban, sus músculos se tensaron y una energía mágica recorría sus venas; Daniela miraba la escena con devoción, su ama totalmente vestida de cuero era la cosa más hermosa que había visto en su vida, en sus ojos la bondad desaparecía, un mar de sadismo se adivinaba tras ellos; sintiendo tal poder Verónica estaba extasiada, con un grito corto el silencio de la mansión, reclamaba la presencia de su esclavo frente a ella. Diez segundos después un aterrado joven aparecía en la sala, el dedo indicie de Verónica lo llamo, el se acerco con la sangre congelada y con una mueca de piedad en la cara; en cuanto se arrodillo ante ella su boca fue pateada por una bota implacable, una cadena golpeo su espalda con violencia; la excitación crecía en Verónica al ver a tan patética criatura gritando de dolor por ella, piso el arco de su espalda y enlazo su cuello con la cadena, los intentos de aspirar algo de aire del muchacho la hacían sonreír, al fin en el ultimo suspiro de vida la cadena se aflojo, pero callo sobre su cara con mas fuerza que nunca, Verónica reía a carcajadas por cada azote que le daba al muchacha con la cadena, cuando se canso tomo su látigo largo y desprendió la piel de su espalda a latigazos.

Daniela no pudo evitar masturbarse ante la hermosa escena que estaba viendo,

Verónica era implacable, sus tacos de metal marcaban la piel del esclavo, los guantes, con afiladas uñas de metal, rasgaban la carne y bebían sangre, una gruesa cadena caía una y otra vez sobre un cuerpo que no podía resistir más. El orgasmo llego para Daniela junto con la muerte para el esclavo; Verónica Convertida en la diosa del dolor, estaba con su temible y hermoso traje sobre un cadáver deformado, a su alrededor, una laguna de sangre.

_Trae a un prisionero de la mazmorra para sustituir a este pedazo de mierda, y que otro limpie esta porquería._ordeno la diosa con voz implacable, y miro a su esclava con unos ojos tan fríos y malvados, que hasta la temible Sádika tembló de miedo.

Caminando hacia la mazmorra ardía por dentro, la escena la había dejado caliente y algún esclavo iba a sufrir. Abrió la puerta de madera, tomo a una esclavo por la cabeza y lo golpeo contra la pared, la cabeza se abrió dejando paso a la sangre, los prisioneros se apuraron a arrodillarse frente a su carcelera, pero Sádika azotaba a todos con una bestialidad inédita. Cuando se detuvo, el suelo de la mazmorra estaba tapizado de cuerpos magullados, Sádika caminaba sobre ellos, disfrutando cada alarido de dolor. Tomo a uno de los pelos y le ordeno presentarse ante la diosa del dolor.

Descubrimiento del poder oscuro.

El prisionero llego a la sala, estaba desnudo y a cuatro patas, su mirada fija en el suelo de repente se topo con un charco de sangre, horrorizado no pudo evitar levantar la vista; vio el cuerpo de uno de sus compañeros de prisión, sobre el, parada majestuosamente, Verónica le daba al espalda, su cuerpo perfecto envuelto en cuero, amenazantes puntas de metal salían del cuero, de la punta de sus guantes las afiladas garras chorreaban sangre. De repente el esclavo sintió una fuerza que lo arrastraba por el suelo hasta ponerlo delante de su captora.

Desde el suelo la imagen de la diosa era imponente, ella sonrió y una herida apareció en el rostro del esclavo. Las llamas en el pecho de Verónica ardían de maldad, los poderes recién descubiertos la embriagaban, era realmente una diosa. El esclavo vio sus dedos desaparecer, en su lugar se formaban patas de un animal infernal, en unos segundos, la Diosa del dolor convirtió a un ser humano en un animal diabólico, los aullidos llenaban la mansión, con una mirada el animal volvió a ser humano.

_¡Por favor! ¡No haga eso de nuevo!_ el esclavo lloraba abrazando las botas de la Diosa.

Ella lo miró, sus ojos se llenaron de odio, una fuerza invisible lanzo a su victima contra una pared, con los ojos en llamas la Diosa cerraba su mano poco a poco, dejando cada vez menos aire en los pulmones de su esclavo. Al fin el cuerpo callo al suelo sin vida.

El imperio de la diosa del dolor.

El cielo se oscureció, desde la mansión la sombra cubrió la ciudad, los hombres se convirtieron en bestias de trabajo o guerra, en el mejor de los casos en esclavos con forma casi humana, las mujeres, salvo la Diosa y Sádika, en arpías devora-hombres, el dolor reino.

La Diosa del dolor, junto con Sádika, se paseaban torturando y haciendo sufrir al que se cruzara en su camino, caminaban por calles llenas de sangre, diosas en un mundo de bestias.