La diosa de mis deseos (2).
Despues de una noche increible, sigue mi experiencia con mi diosa.
Aqui dejo la segunda parte de mi primer relato, esta vez ha sido escrito conjuntamente con Sarahlabonita, ha la cual le quiero dar las gracias por su ayuda y darme la idea de hacer este relato de esta forma.
Desperté pensando que las sensaciones que sentía eran un sueño, pero al abrir los ojos me di cuenta que por una vez el sueño se había hecho realidad. Ella se encontraba a mi lado acurrucada alrededor de mis brazos, su suave piel, su sedoso pelo y su dulce aroma, todo en ella era perfecto.
Pase mis dedos sobre su pelo y su piel, tuve que contenerme para no despertarla y hacerle el amor en ese mismo momento. Decidí levantarme haciendo el menor ruido posible para no despertarla e intentar preparar algo de desayuno para cuando mi sueño despertara.
En esos momentos pensaba que estaba en una ilusión, Mikel era delicado en toda su esencia, yo misma pensaba que estaba en el paraíso. Me desperté buscando el calor de él, tenía ganas de que me abrazara, aunque en mi interior trate de no ser muy romántica o más bien dejar mis venas de princesa Disney por si él no era de esos chicos amantes al romanticismo.
Me encontré con un lugar frio. Al mismo tiempo que caía en cuenta: él se había ido. Erguí mi espalda como un robot, estaba un poco en shock, el muy descarado solo disfrutó de mi cuerpo y zarpó. Dure un tiempo al darme cuenta que sus pertenencias aún quedaban en la silla donde antes las tiramos. El alivio me inundo.
Me incorpore de la cama, busque unos de mis camisones y abrí la habitación. Una brisa fuerte con un olor a tortilla me abofeteo. Mi cuerpo salió corriendo sin mí hacia la cocina, para que mis ojos me sorprendieran con tal modelo haciéndome el desayuno. Esta escena es mejor que todas las que había soñado.
Parecía muy feliz cocinando, hasta que decidí interrumpirlo –Señor Mikel, déjeme tomarle una foto- Volteo hacia mí con cara de asustado, hice con mis manos la simulación de tomar una foto – Es para recordar el momento- sonreí de par en par.
-No quería despertarte, disculpa.
- No pasa nada pero menudo susto me he llevado, pensaba que te habías marchado sin despedirte.
- Seria incapaz de hacer algo así
Después de decir esa frase me quede mirándola durante unos segundos, estaba preciosa, llevaba un camisón delicado que dejaba transparentar su cuerpo pero de una forma muy sutil, no sé si lo había elegido a posta o se había puesto lo primero que vio pero estaba simplemente deliciosa. Pensándolo era la primera vez que la veía sin maquillar, sin ningún tipo de artificio que acentuara su belleza y me di cuenta de lo bella que era.
-Espero que tengas hambre, no soy un gran cocinero pero alguna cosilla sé hacer
Me fui acercando a ella, mientras me sonreía, aparte un mechón de su cara con una mano y pose mi otra mano en su cadera, el tacto de la delicada tela de su camisón unido a la curva de su cuerpo hizo que un escalofrió recorriera mi espalda. Nos besamos dulcemente, mi mano pasó a acariciar su espalda para después bajar hasta el final de su camisón e introducirse dentro de el.
Pase mis dedos por la parte posterior de sus muslos mientras que mis labios se deslizaron a su cuello y por segunda vez en poco tiempo me tuve que contener para no hacerle el amor en ese mismo momento.
Me encantaba el dulce toque de su boca por mi garganta, la piel se erizaba, era definitivamente mi punto débil. Sentí como se contenía, tratando de no propasar la línea, saco su mano de cuerpo y se fue a cocinar. El haberme tocado me excito más. Decidí divertirme a costa de su talón de Aquiles. Me quite el camisón y camine ligeramente hacia él, me pegue de su espalda, tratando de que mis senos se sintieran.
-Mikel no te voltees – Fui besando lentamente su espalda, el calor corporal iba aumentando, yo me excitaba más y más – Me gustas.
En ese momento se dio la vuelta, en sus ojos se veía el deseo ligado a un extraño sentimiento que no podía entender. Me besó con amor, era muy apasionado, tomo mi cara con sus manos para atraerme a él, mientras metía su lengua deliberadamente en mi boca. Bajo su mano derecha a mi cintura para pegarme más a él.
Mis manos estaban en su espalda y yo ayudaba para que estuviéramos más pegados. Nuestra respiración era entrecortada. Comencé a mojar más, mi mano izquierda se posó en su pene, dando un masaje, aumentando más la erección. En lo que yo frotaba su miembro, el inspeccionaba o se aseguraba de que estuviera mojada.
-¿Qué te parece si dejamos el desayuno para luego? – la pregunte mientras la cogía por la cadera para subirla a la encimera de la cocina.
Ella asintió con una sonrisa y volvió a besarme, sus manos no dejaban de acariciar mí pene dándome un placer increíble, en varios momentos tuve que parar de besarla porque no era capaz de concentrarme.
Me encantaba notar lo húmeda y caliente que estaba, mis dedos acariciaban sus labios vaginales y su clítoris lo mejor que sabían, arrancando gemidos de placer de su labios. En un momento deje de besarla y mis besos fueron descendiendo de su boca, a su cuello, a sus pechos y por un último su vagina.
Me encantaba su aroma y su sabor, mi legua recorría su intimidad y mis dedos empezaron a penetrarla. Sus gemidos me animaban a aumentar el ritmo haciendo que se estremeciera de placer y agarrara mi pelo con fuerza.
Decidí repetir la misma operación de la noche anterior que la llevo a un fuerte orgasmo. Mientras lamia su clítoris saque mis dedos de su vagina y empecé a jugar con la apretadita entrada de su ano, y cuando estuvo bien lubricada le introduje un dedo.
Eso le tenía que estar gustando mucho porque cada vez gritaba más fuerte, introduje un segundo dedo en su apretadito ano y aumente el ritmo.
Me retorcía de placer, me encantaba lo que hacía con sus dedos en mi ano. Quería que me penetrara, que me hiciera suya. Comencé a moverme al ritmo contrario de sus dedos, para que pudieran entrar más.
-Penétrame, hazlo ahora, penétrame.
Sentí como su pene entro de un golpe en mi vagina, mientras seguía metiendo sus dedos en mi culo. Me estaba volviendo loca. Aunque no sabía muy bien cómo podía hacerlo. Seguíamos moviéndonos y la respiración se hizo más entrecortada.
Mis acometidas se hicieron fuertes y profundas incentivado por sus gemidos y su cara de placer. La baje de la encimera de la cocina, y ella se puso de rodillas y se llevo mi pene a su boca mirándome a los ojos con una cara de lujuria que me excito todavía más.
La pedí que parara para evitar que me corriera en su boca, ella se levanto y nos besamos apasionadamente, la di la vuelta poniéndola de espaldas a mí. Volví a penetrarla mientras con mis manos acariciaba su cuerpo, besaba su cuello y lamia su espalda.
La visión de su espalda y su precioso culo me excito todavía más, mi pene volvió a entrar en su vagina de una sola embestida. El placer que sentía era increíble, pero no sé que me gustaba más si mi propio placer o el notar como mi diosa no paraba de gritar pidiéndome más.
Entre tanta excitación no pensaba bien, pero mis dedos se dirigieron a mi clítoris y lo estimule por un rato. Hasta que casi perdí la conciencia. Mi cuerpo se movía solo, la lujuria, la libido, todo estaba en una perfecta conexión, hasta que explote.
Grite, era rico. El orgasmo fue tan fuerte que los oídos se taparon. Al poco momento sentí como mi vagina se llenó de semen caliente. Nos quedamos en ese momento viéndonos.
Me dio un beso, era diferente a todos, tenía amor en sus labios.