La diablesa
Los besos de una mujer
Nunca supe lo que me esperaba cuando conocí a Rocio. La conocí por un grupo de amigos una noche. Estábamos emborrachándonos en un garito y ellas estaban al lado, pero nosotros estábamos jugando a un juego de beber y se animaron a jugar con nosotros. Ni les preguntamos si querían jugar con nosotros, ellas mismas se adjuntaron poco a poco. Roció era la más sociable, y desde luego no llegaba para nada a ser descarada. Morena de ojos negros, con carita de niña. Ni siquiera iba arreglada para ser el objeto de cualquier chico, con unos vaqueros y una blusa blanca apenas escotada, pero era la más guapa del grupo de todas formas. El caso es que empezó hablando con uno de mis colegas que estaba al lado suyo, pero la cosa no la llamo mucho, así que fue hablando con cada uno hasta que acabo hablando conmigo y la cosa funciono.
Estuvimos en un par de bares mas, y entre cubata y bromas ya me decidí a lanzarme, y la chica me hizo la famosa cobra, pero para mi sorpresa, después del fiasco, ella misma me dijo que si que quería echarme un polvo, pero que eso era para más tarde y que no quería nada de besos en la boca. En ese momento pensé que igual era una prostituta, pero ella me dijo que no pensara mal, que solo era una manía personal.
Cuando llegamos a su portal se me hizo más raro no poder besarla en la boca. Entramos en el ascensor y yo empecé a besarla por el cuello y a meter mis manos por debajo de su blusa. Entramos en su casa, y le quite la blusa antes de llegar al dormitorio. Ella también me quito los pantalones con rapidez y antes de darnos cuenta, los dos estábamos desnudos y la estaba penetrando. Me había puesto a mil, con esa carita de niña y ese tanguita blanco que casi le arranco de un mordisco…..
Yo lo estaba gozando muchísimo y además acababa de conseguir que ella se corriera, cuando pasó algo que deseaba casi tanto como correrme: Ella me empezó a besar en los labios con cierta ternura. No pude evitar quedarme parado en aquel momento y mientras que mis manos se deslizaban por sus piernas mi erección desapareció por completo. Estaba a punto de correrme, por mi parte ya había conseguido que ella tuviese su orgasmo, y de repente me había quedado en vacio.
Me quede muy pillado por la situación, pero ella ni se inmuto y me empezó a decir que le había encantado y que había habido conexión entre los dos. Yo la dije que no sabía que me había pasado al final y ella me dijo que antes eran las chicas las que se quedaban a medias, pero que ahora eso le podía pasar a un chico. Después de un rato nos quedamos dormidos.
Aquella mañana me fui de aquella casa con un mosqueo importante, pero con una sonrisa porque al fin y al cabo había cumplido expectativas.
A los 3 días Roció me llamo para volver a quedar. Estuvimos tomando un café. Ella vino mas arreglada, maquillada, y bastante más sexy. La verdad es que no me había corrido en días, y no me había dado ni cuenta de que lo necesitaba, y cuando la vi me vino a la memoria lo del sábado y enseguida me puse muy caliente. La metí un par de puyas a ver si colaba, pero ella estaba ocupada entre semana con el tema del trabajo así que no pudo ser. Pero al irse me dio un cálido en beso en los labios. La pregunte que como así me daba un beso, a lo que ella me contesto que por mi, ella hacia el esfuerzo.
Al llegar a casa, fui a mi cuarto dispuesto a hacerme una paja. Me puse con las cosas que más me ponen como videos de dos chicas, o el video de una chica forzada a tener un orgasmo atada a una cama, pero no se me ponía dura. No sabía que pasaba. Lo intente al día siguiente y tampoco.
Llego el fin de semana y Roció no pudo salir, pero se presento en mi casa justo antes de salir y cuando me quise dar cuenta me dio otro beso en la boca. No pille, ni tuve la ocasión, ni la busque, pero llegar a casa de fiesta, después de ver un montón de chicas guapas y que no se te ponga dura para hacerte una paja ya mina la moral. Así que cuando quede con ella el martes siguiente no iba con todas de mi parte. Mi inseguridad en el momento hizo que me quisiera echar atrás cuando ella me ofreció subir a su casa, pero ella me dijo que ya sabía lo que me pasaba.
-Tengo algo que en parte es un don y por otra una maldición. Cuando beso a un chico le produzco impotencia temporal. Mis labios al contacto con tu saliva producen una sustancia que hace que tus testículos dejen de segregar testosterona y ya no tengas la suficiente excitación como para tener una erección. Solo si tocan tu saliva. Los médicos lo llaman “Beso de Bruja”.
Me dejo perplejo, “Beso de Bruja”, aunque eso me hizo cuadrar lo que me había pasado esos días.
Al principio me asusto mucho, pero ella me tranquilizo diciéndome que todo eso sería una ayuda en nuestra relación. A ella le tranquilizaba porque así no podría serla infiel, y yo no me iba a sentir insatisfecho. Empezamos a salir y cada vez que hacíamos el amor y yo me iba a correr, ella me besaba. No sabía que me pasaba pero no era capaz de desengancharme de ella. Mis testículos cada vez estaban más pesados y mi mente mas nublada, aunque realmente cuando ella me besaba perdía mis ganas de tener sexo. Era como algo que me enganchaba, ella conseguía ponerme a mil, y luego era capaz de hacerme sentir libre de esa sensación de necesidad de sexo.
Para ella era perfecto, porque llevaba una vida muy ajetreada y apenas podíamos vernos. Era su amante perfecto, calculaba cuando tendría tiempo para echar un polvo y así quedaba conmigo. También me hacia tenerle la casa limpia, y hacerme cargo de sus recados.
Así paso todo un año, bajo el control de Roció, hasta que una semana no nos vimos por diferentes circunstancias, el efecto de sus “Besos de Bruja” se disipo, y me decidí a hacerme una buena paja. Cuando acabe con la primera me sentí tan bien que decidí hacerme otra, y al cabo de un rato acabe haciéndome una tercera. Me sentí liberado y empecé a verlo todo con mucha más claridad.
Lo primero que decidí fue dejarlo con ella, porque esa relación no era sana ni nada parecido. Mi vida había pasado de ser normal y tener amigos, a ser el exclavo de una mujer que me mantenía bajo su encanto. Fui a su casa y lo hable con ella:
-¡¡Pero como que lo dejamos¡¡ ¡¡ Si yo estoy muy contenta¡¡
-Esta relación no es una relación sana y normal y lo mejor es dejarlo aquí y ahora. No es algo bueno para mí. Antes tenía mis amigos y ahora……¡¡parezco tu exclavo¡¡
La conversación no subió mucho más de tono, ella no quería perderme, intentaba convencerme para seguir, pero yo ya lo tenía decidido.
Ella me pidió un último polvo de despedida, y prometió no darme ningún beso. No sabía si confiar mucho en ella, pero la verdad es que se mostro sorprendentemente comprensiva y después de todo nunca había faltado a su palabra.
Me quito el jersey, y después la camisa, para empezar a darme besos por el cuello y el pecho. Ella iba vestida con su traje de oficina, y me dedique a bajarle la falda y abrirle la blusa. Me encantaban esos conjuntos negros de encaje con medias y zapatos de tacón alto. La metí mano entre el tanga negro y ella me bajo los pantalones dejando mi pene con una gran erección a la vista.
Justo antes de bajar, ella me miro a los ojos y puso una sonrisa malvada. Bajo hacia mi pene, algo que hasta ahora jamás había hecho, y empezó a chupármelo. Subía y bajaba, y volvía hacerlo. Pero el gran calentón que me había nublado la mente, se fue desvaneciendo, pasando a darme cuenta del posible error que habría cometido.
-¡¡Mis besos en los labios te dejan impotente unos días, pero una felación es posible que te deje impotente de por vida¡¡
-¿Pero qué dices?
-¡¡No pensaras que ibas a dejarme así y te ibas a quedar tan tranquilo¡¡
Estuve discutiendo con ella, y llamándola de todo. Ella acabo llamando a la policía para echarme de allí. No la he vuelto a ver desde entonces.
Y ahora estoy aquí, en la sala de espera de mi médico de cabecera, después de 2 meses de pruebas, esperando para saber, si podre volver a tener una erección o no.