La Deuda VII

Hago un trio con Isabel, Luis y Paula

Un día, mientras estaba descansando en el sofá, recibí una llamada:

-         Diga

-         Hola, ¿Santiago?

-         Si, ¿Quién es?

-         Soy Paula. Te llamaba porque mi marido no está y estaba aquí aburrida en mi casa. Mis hijas están con los abuelos y me preguntaba si podría pasarme por tu casa a jugar un poco.

-         Por supuesto, tu visita siempre es bienvenida.

-         Fantástico. En 1 hora estaré allí.

Aproximadamente en una hora, sonó la puerta. Luis, en sus funciones de mayordomo, fue a abrirla. Oí de fondo un buen cachete, cosa que debió darle Paula a Luis, y luego apareció Paula en el salón. Iba vestida toda de negro, pantalón y camiseta, y de zapatos llevaba unas deportivas.

-         Hola Paula. Tan guapa como siempre – le dije

-         Adulador – me contesto ella con una sonrisa

-         No, sabes que es cierto. Yo nunca miento

Se acercó y me dio dos besos mientras se sentaba en el sofá. Isabel estaba en el suelo a mi lado con la cabeza descansada entre mis piernas. Yo se la acariciaba cosa que a ella parecía gustarla. Se había convertido en toda una perra. Luis fue al lado de Paula y se puso a sus pies

-         Estoy cansadísima.

Sin tener que decir nada más, Luis la descalzo y empezó a darle un masaje en los pies. Debía de hacerlo muy bien pues Paula se deshacía en gemidos.

-         Esto es maravilloso – me dijo al fin. Que bien te lo has montado Santiago

-         Si. La verdad es que tengo que reconocer que me va muy bien en mi nueva vida. No me falta de nada, pues todo lo que quiero lo consigo de sus padres. Una llamada de Isabel a papa y en seguida me envía lo que le habíamos pedido.

-         Eres todo un cabronazo – rio Paula

-         Y a ti que te gusta – le dije guiñándole un ojo.

-         De eso mismo te quería hablar. Sabes que yo soy muy morbosa y el otro día disfrute mucho con tus perros, pero también sabes que soy más sumisa que Ama y no me sentó bien del todo ni me sentí realizada completamente.

Vi en ese momento por donde iba y en seguida me vino a la mente la posibilidad de tener a dos perras juntas para mí. Antes de que acabara de explicarse, le di una bofetada que la dejo totalmente callada.

-         Bien puta, desnúdate y al suelo.

Paula reacciono enseguida y empezó a quitarse la ropa muy despacio, como sabía que a mí me gustaba. Se quitó las zapatillas, a continuación la camiseta y luego el pantalón. Llevaba un conjunto rojo de ropa interior precioso con un tanga muy sexy.

-         Todo – le ordene

Se desabrocho el sujetador, dejando ver sus enormes tetas y por último, se quitó el tanga. Isabel lo había visto todo pues estaba en el suelo a mi lado. No le quitaba ojo y me hizo mucha gracia la cara que puso al ver las inmensas ubres de Paula. Esta fue al suelo junto a Isabel y puso postura de sumisión hacia mi enseguida.

-         Bien perras, esto mejora por momentos. Hace unos meses estaba sin ninguna puta y ahora tengo 3 para mí. Creo que hoy será un gran día jejej.

Cogí la cabeza de Isabel con una mano y la de Paula con la otra y las junté para que se dieran un beso. La 2 eran hetero pero comprendieron mis intenciones y empezaron a besarse. Primero un beso tímido. Poco a poco fueron intensificando su fuerza hasta que Isabel saco la lengua. Paula parecía reacia a ello, pero para agradarme acabo sacando la suya también. Al final, las 2 lenguas jugaban enrollándose la una con la otra y yo disfrutaba de ese beso. Entonces, decidí intervenir yo y metí también mi lengua en ese lio de saliva que se había formado.

Estuvimos así un bien rato hasta que decidí que ya estaba bien. Me separé, me echa para atrás y dije:

-          Muy bien putitas, ahora a chupar

Las 2 se lanzaron desesperadas contra la cremallera de mi pantalón. Gano Isabel y Paula pareció decepcionada. Me saco el miembro y comenzó a chupar.

-         Despacio, que hay para las dos.

Con este cometario hice que Isabel compartiera su premio con Paula que entonces comenzó a chupar también con avidez. La una me chupaba la polla y la otra los huevos y pasado un tiempo, cambiaban. Yo disfrutaba de la mamada hasta que me acorde de Luis. Este estaba en una esquina callado, como sin querer molestar. Le mande a por los juguetitos que había comprado el otro día. Él fue rápidamente, como siempre hacia, y vino con ellos.

Agarré la pala y mientras ellas chupaban empecé a azótalas el culo, indistintamente a una y a otra. Con cada golpe, ellas gemían, pero no descuidaban su labor de mamar bien. Cogí entonces un consolador con control remoto que había comprado y se lo introduje por el culo a Paula. Esta protesto al principio pero luego, aguanto perfectamente el aparato. Entonces lo puse a velocidad media y Paula se volvió semi loca. Sus gemidos empezaron a inundar la casa.

-         Permiso para correrme Señor – dijo pues sabía perfectamente que debía de pedirlo.

-         No lo tienes puta. Ninguna se correrá antes que yo

Y diciendo esto, comencé a acariciar a Isabel. Esta empezó con gemidos suaves, y según iba intensificando mis caricias, sus gemidos iban aumentando.

Decidí entonces cambiar la velocidad del vibrador que tenía Paula en el culo. Así, lo puse en máxima velocidad. Sus gemidos pasaron en ese momento a gritos. Me hacía mucha gracia verla aguantar para conseguir no correrse, cosa que, pese a todo, hizo.

Entonces, decidí que ya era hora de correrme y a pesar de seguir acariciando a Isabel, me entregue al placer de la mamada que me estaban proporcionando las dos zorras. Así, cuando Paula estaba chupándomela, un chorro de mi semen le inundo la garganta. Ella lo trago con avidez y parecía que entonces era Isabel la decepcionada

Cuando acabé de eyacular, dije:

-         Podéis correos

Paula empezó con espasmos y jadeos y con un grito fuerte, no hizo saber que había llegado al orgasmo. Mientras, yo seguía con Isabel y había pasado de acariciarla a introducirle tres dedos en el coño. Ella jadeaba claramente ahora. La hice incorporarse y me introduje uno de sus pezones en la boca. Eso fue demasiado para ella que empezó a orgasmar en mi mano.

Allí quedamos los 3, yo tendido en el sofá y mis zorras en el suelo las dos. Le pedí entonces una bebida a Luis y fue rápidamente a por ella. Me encantaba humillarle así, sirviéndome un refrigerio después de que me había follado a su mujer.

Acto seguido les di permiso a las dos perras para que se pusieran en el sofá, una a cada lado mío, con la cabeza recostada en mis piernas y puse mis manos en cada uno de esos 2 magníficos pares de tetas que tenían.

Estaré encantado de vuestros comentarios en garvil42@hotmail.com . También podéis agregarme para hablar si queréis.