La deuda II
Primer día de sometimiento de mis nuevos perros
- Bien, ¿Y ahora qué? – dijo Isabel muy altanera.
Me levante hacia ella y le di una bofetada que le deje mi mano marcada en su cara. Ella me miro con gran sorpresa.
- No hablaras si no se te da permiso para ello, puta – le dije. Ahora os quiero a los 2 en el suelo.
Luis en seguida se puso de rodillas. Tenía madera de sumiso, pensé. Pero la altiva de Isabel me volvió a mirar con sorpresa.
- ¡Al suelo he dicho!
Como vi que no había forma, la cogí de los pelos. Ella se revolvió, pero se puso en pie. Con una patada en la corva de la rodilla la tire al suelo. Ella me miro muy enfadada pero resignada a su situación.
- Ahora os quiero a los 2 desnudos. Luis, ayuda a tu mujer a quitarse la ropa y luego quítatela tú.
Luis empezó a desnudar a Isabel. Su cara se fue poniendo cada vez más roja, lo cual a mí me encantaba. Cuando acabo con ella, se empezó a desnudar él y así por fin, tuve por primera vez a mis 2 perros desnudos frente a mí.
- Esta tarde iremos a comprar cosas que nos harán falta para vuestra vida a partir de ahora – comenté.
Ellos seguían en el suelo, Luis en actitud muy sumisa e Isabel en actitud desafiante con mirada de odio en sus ojos. Iba a ser una tarea difícil pero divertida domesticar a esa yegua.
Empecé a darles ciertas ordenes que deberían cumplir en todo momento:
- Estaréis siempre en el suelo a 4 patas. Si no es necesario, no os estará permitido poneros de pie en ningún momento del día. No hablares sin tener mi permiso expreso para ello. Nunca, bajo ningún concepto, me mirareis a la cara. Os dirigiréis a mi como Amo o Señor en cualquier momento, ¿entendido?
- Si Señor – dijo Luis.
Isabel no dijo nada. Solo asintió con la cabeza. En ese momento, eso me bastaba.
- Quiero que me deis todas vuestras claves de Facebook, contraseñas de tarjetas, cuentas de banco, etc.
Isabel iba a protestar, pero Luis se adelantó y vino a 4 patas hasta mi para coger una libreta que yo sostenía. Empezó a apuntar todo lo que había pedido antes la mirada de odio a Isabel. Poco imaginaba ella que no tendría oportunidad de reprochárselo más adelante.
Una vez tuve sus claves, me acerqué a Isabel y antes de que pudiera reaccionar, la agarre por sus increíbles tetas. Así, empecé a magrearselas muy fuerte, disfrutando de cada quejido que emitía la muy puta. Lo que empezaron siendo quejidos de dolor, de pronto se tornaron en quejidos de placer. Esto me hizo mucha gracia:
- Vamos a disfrutar, puta – dije
Ella no dijo nada y espero a que yo acabase. Una vez lo hube hecho, les hice vestir pues íbamos a salir a comer. Se pusieron su ropa y les enseñe su posición cuando estuvieran de pie, con las manos en la espalda y mirando siempre al suelo. Por supuesto, siempre detrás mía. Enseguida asumieron esta posición.
Fuimos a un restaurante y yo pedí por los 3. Para ellos pedí croquetas y spaguetti y yo me pedí un buen chuletón. Fue graciosa ver la cara de Isabel a ser tratados como críos incluso en la comida. Por supuesto lo pagaron todo ellos con el dinero de sus padres, ya que yo no pensaba volver a pagar nada más a partir de ahora.
Luego fuimos de compras. En primer lugar, fuimos a una tienda de mascotas. Allí compre unos collares de perro para ellos y ordene a Isabel que pidiera que hicieran 2 placas con los nombres de “puta” y “puto”. En la tienda alucinaron y la cara de vergüenza de Isabel al pedirlo fue una gozada. Luego compramos unos comederos para perros y algún juguetito más.
A continuación, fuimos a un sex-shop y allí es donde di rienda suelta a mi imaginación. Compre ropa para los 2, algún consolador y otros juguetitos que ya os contare más adelante.
Luego, cargados de bolsas les ordene que me llevaran a su casa. La casa era un chalet de 2 pisos con una enorme piscina y un gran jardín. Por supuesto, tenían personal para cuidar de todo aquello, así que ordene a Luis que los reuniera a todos. Mientras hacía esto, le dije a Isabel que tenía que presentarme a ellos como el nuevo dueño de la casa y como su Amo. Eran 3 criadas y 1 jardinero que alucinaron con la noticia. Otra vez la cara de Isabel entre vergüenza e indignación me pareció de lo más cómica.
Pasamos entonces al salón y le ordene a Isabel que me trajera algo de beber.
- Para eso está el servicio – dijo
- No perrita. A partir de hoy aquí no hay más servicio que tú, así que quiero que vayas a la cocina a 4 patas y vuelvas con algo de beber para mí.
Isabel me miro con cara de odio, pero obedeció y fue para la cocina. Volvió con una coca cola en una bolsa y cogida por la boca, a 4 patas también por supuesto.
Me estaba divirtiendo con ellos, pero estaba muy cansado y sin darnos cuenta, ya era tarde así que decidí que iríamos ya a la cama.
- Pero aún no hemos cenado – protesto Isabel.
De una bofetada, la tumbe en el suelo de nuevo.
- ¿Quién te ha dado permiso para hablar, puta?
Ella bajo la vista muy sumisamente y no dijo nada más. Subimos al cuarto después de mandar irse al servicio. Una vez allí les mande desnudarse y una vez lo hicieron, les mande desnudarme a mí. Tenían una cama muy hermosa King size de 2 metros así que supe que iba a dormir bien. Me metí en la cama y me arropé. Ellos se quedaron fuera de la cama mirándome.
- ¿Qué pasa perros? – dije
- Señor – dijo Luis. Queríamos saber dónde dormiremos nosotros.
- Sois mis mascotas y os comportareis como tal, así que dormiréis en el suelo a los pies de la cama por si me apetece follar a alguno durante la noche o cuando me despierte.
Y así lo hicieron los 2, echándose en el suelo y preparándose para dormir.
Estaré encantado de vuestros comentarios en garvil42@hotmail.com . También podéis agregarme para hablar si queréis.