La deuda

Como conseguí a un matrimonio para que fueran mis perros y satisfaciesen todos mis deseos

Hola. Mi nombre es Santiago. Vivo en un pueblo de Madrid y tengo 50 años. Soy una persona educada y culta. También soy muy celoso de lo mío. Si alguien coge algo mío y lo utiliza sin permiso, puedo llegar a ser terrible. Por último, deciros que soy minusválido. Deambulo con una silla de ruedas, aunque puedo ponerme de pie unos segundos con facilidad.

Contaros también que me dedico a los préstamos. Se que no es algo legal como lo hago yo, pero como siempre pienso, si alguien viene a mí, ya sabe lo que hay. No obligo a nadie a aceptar dinero mío.

Una vez dicho esto os contare como adquirí a mis 2 perros. Se llamaban Isabel y Luis. Luis tenía 35 años. Era muy delgado y una persona muy callada. Se notaba que la que llevaba el peso de la relación era Isabel. Ella tenía 33 años. Tenía un cuerpo que parecía esculpido por un artista. Unas piernas largas y bien torneadas. Un culo perfecto. Con todo, lo mejor eran sus tetas. No eran grandes ni pequeñas, sino que tenían el tamaño ideal. Además de todo eso, tenía una cara que era una delicia de mirar.

Me habían hecho hace unos meses una petición de 25000 euros para poner en marcha un negocio que había pensado. Estaban seguros de que iba a ser un bombazo y de que el dinero les iba a llover del cielo. Yo, evidentemente, accedí una vez estudiados los posibles avales que tenían y les dije que tenían que devolverme 28000 euros en seis meses o se atendrían a las consecuencias. Ellos sabían que solía trabajar con un grupo latino que eran los que me hacían el trabajo sucio. Ante su confianza en su negocio, accedieron inmediatamente.

De esto hacia 5 meses y yo estaba esperando que me llamaran para devolverme el dinero. Un día recibí una llamada de Isabel diciéndome que teníamos que hablar. Yo accedí y les di cita para dos días después. Yo sabía por mis informadores que el negocio no les había ido todo lo bien que ellos creían les iba a ir. En pocas palabras, había sido un fiasco y se encontraban en la más absoluta bancarrota ya que habían invertido todos sus ahorros en dicho negocio.

Previendo lo que iba a pasar, empecé a buscar la forma de conseguir mi dinero. Eran 5000 euros y no iba a regalarlos como si tal cosa. Además, mi “reputación” quedaría empañada si no los cobraba con la prontitud adecuada. Repase sus avales. Tenían casa en la urbanización de La Moraleja a nombre de sus padres. Pensé en que con eso me serviría para cobrar mi dinero ya que de las urbanizaciones más caras de Madrid.

Hay que decir que Isabel procedía de una familia adinerada. Su padre tenía una constructora y estaba muy bien relacionado. Era invitado a numerosos eventos y como regalo de bodas les hizo un chalet magnifico en el que Vivian. De todas formas y para que no pagaran por el inmueble, les tenia arrendados por una cantidad irrisoria que le pagaban todos los meses.

Se habían casado hacía ya 3 años. La boda fue todo un acontecimiento. Fueron unas 600 personas invitadas y había reporteros de varias revistas del corazón. Mucha gente famosa se dio cita allí. Recuerdo haber leído sobre ella en alguna revista

Llego el día y la hora de la cita. Yo les esperaba en mi despacho cuando llamaron a la puerta.

-         Hola, buenos días – dijo Isabel.

-         Buenos días – conteste yo. Pasad adelante, vamos a mi despacho

Fuimos los 3 hacia allí. Luis como siempre, no dijo nada y se limitó a seguir como un perrito a Isabel. Al llegar al despacho nos sentamos y les ofrecí algo de tomar. Luis declino el ofrecimiento e Isabel me pidió un poco de agua. Yo me serví una coca cola.

-         Bien, ¿qué es lo querías de mí? – les dije sabiendo de antemano su respuesta.

-         Veras Santiago, dijo Isabel. Resulta que nos va a ser imposible pagarte en el plazo fijado la cantidad acordada. Hemos tenido muchos problemas con la empresa que hemos formado y no tenemos el dinero que te debemos, así que quería ver la posibilidad de fijar un nuevo plazo para la restitución de tu dinero.

Yo la mire con cara de preocupación y muy serio

-         Eso no va a poder ser Isabel. Como comprenderás, tengo una reputación que cuidar y si la gente ve que ahora empiezo a fallar, no seréis los últimos que vendréis a mí con historias. Te quedan 23 días para que el plazo expire. Si no pagáis tendré que llamar a “la cuadrilla” (así es como se conocía al grupo de latinos del que hable antes) y ya sabes que si los sueltas. Son ingobernables.

-         No por favor – dijo Isabel. Te ruego un poco de tiempo más y te juro que tendrás todo tu dinero. Por favor, con un par de meses más nos bastaría.

-         Mi respuesta es inamovible – dije. Siempre tenéis la casa de vuestros padres en la que vivís para pagar el crédito.

-         Pero no puedo hacer eso. No le puedo decir a mi padre que ha salido mal y que estoy en bancarrota – me grito Isabel.

-         Es lo que hay. Yo que vosotros lo pensaría

En ese momento vi los nervios que tenían los 2 y vi una oportunidad para conseguir mis propósitos que no eran otros que conseguirlos para mi satisfacción personal.

-         Claro que, habría otra oportunidad.

-         ¿Cuál? – dijo Isabel enseguida

-         Me podíais hacer ciertos favorcillos personales hasta ver mi deuda saldada.

-         ¿Qué clase de favores? – pregunto Isabel con cara de no entender nada de lo que se estaba hablando allí.

-         Ya sabes – dije mientras miraba claramente a sus pechos con una sonrisa en la boca.

-         ¡Pero que te crees! ¡No soy ninguna puta ¡- grito Isabel.

Se levantó y me dio una bofetada en la cara. Agarro a Luis de la mano y salió del despacho terriblemente enfadada. Yo quede sentado en el, contento pues había plantado la semilla que quería ver germinar en un futuro próximo.

Así pasaron varios días son saber yo nada de ellos. Yo casi me había olvidado ya de lo hablado en la reunión. Faltando una semana para expirar en plazo, sonó el teléfono:

-         ¿Diga?

-         ¿Santiago?

-         Si dígame

-         Soy Isabel – su voz sonaba dura y cortante. Necesito hablar contigo.

-         ¿Cómo te viene hoy a las cinco en mi despacho?

-         Perfecto. Hasta luego.

A las 17.00 horas, sonó la puerta. Fui a abrir y allí estaban Isabel y Luis. Tenían los 2 una cara muy seria

-         Hola – dijo ella

-         Hola que tal, pasad – dije yo como sin saber a lo que venían

Una vez en el despacho, fue Isabel quien empezó a hablar

-         Queríamos saber cómo seria eso

-         ¿El qué? – dije queriendo parecer ingenuo

-         Lo de hacerte favores – dijo Luis ante la cara de sorpresa de Isabel, pues casi nunca hablaba.

Supe en eso momento que ya los tenía, así que me tomé todo el tiempo que pude para contestar. Eso ponía a Isabel muy nerviosa y se le notaba perfectamente. Yo disfrutaba enormemente con esto.

-          ¿Qué queréis saber exactamente?

-         Ya sabes – dijo Isabel. Las condiciones que pondrías y como seria.

-         Bien – dije. Es mucho dinero, así que tendría que ser un tiempo que yo considerara suficiente para ver cubierta la deuda, digamos, un año. Durante ese tiempo no tendríais voluntad y estarías totalmente a mi disposición. Yo podría hacer con vosotros lo que quisiera y vosotros tendríais que acatar todas mis órdenes fueran estas cuales fueran.

-         ¡Seriamos entonces como tus esclavos! – dijo Isabel entonces

-         Justo. No lo quería decir así pero es lo que seríais a partir del día en que convinierais serlo.

Isabel se levantó de nuevo, agarro la mano de Luis otra vez y salió de mi despacho dando un portazo. Yo me quede sentado sonriendo ya que sabían que tarde o temprano, acabarían aceptando mi propuesta.

El día anterior a que finalizara el plazo del pago de la deuda, por fin recibí la llamada que tanto había estado esperando.

-         ¿Diga?

-         ¿Santiago?, soy Isabel. Aceptamos tu propuesta

-         Magnifico, dije. Solo queda plasmarlo en un papel. Pasaos esta tarde a firmar el contrato a las 17.00 en punto.

En ese momento, Isabel colgó. Yo llame a un amigo mío que es abogado y me ayuda en ciertos asuntos. Le explique el tema y le pedí que redactara un contrato en el que la pareja acordaba ser mía por su propio pie. Le dije que tenía que tenerlo a las 16.00, así que sin más tardar, se puso en ello. Me dijo que estuviera tranquilo, que me lo haría llegar para esa hora. Y así fue, a las 16.00 un mensajero me entrego un sobre con el contrato redactado. Así que espere la llegada de Isabel y Luis.

A las 17.15, sonó la puerta. Me pareció un último acto de rebeldía pues solían ser una pareja muy puntual. Pasamos al despacho y les entregue el contrato para que lo leyeran

-         ¡Pero con esto podrás hacer lo que quieras con nosotros! – dijo Isabel asombrada

-         Os lo dije. Firmad o ateneos a las consecuencias.

Así que los tres firmamos el documento, el cual guarde en una caja fuerte a buen recaudo de posibles robos.

Estaré encantado de vuestros comentarios en garvil42@hotmail.com . También podéis agregarme para hablar si queréis.