La destrucción de Jano

Conclusión de la historia que comenzó con "La caída de Jano". La espía industrial capturada recibe un tratamiento muy especial por parte de su captor y descubre un mundo de retorcidos placeres.

Un horrible dolor de cabeza fue lo primero que volvió al maltrecho cerebro de Laura. Se encontraba totalmente desorientada y confusa; no podía moverse ni ver nada. Poco a poco, sus sentidos y su mente fueron recobrándose... muy poco a poco. Durante una eternidad sintió la debilidad de sus miembros y se preguntó dónde estaba. Unos minutos después (u horas, era incapaz de medir el tiempo) se dio cuenta de que estaba tumbada de costado en un duro suelo. Sentía la mandíbula dolorida... estaba mordiendo algo... algo redondo. Intentó escupirlo, pero no pudo; fue a quitárselo con las manos y descubrió que las tenía pegadas a la espalda. "¿Qué me pasa? ¿Por qué me duele todo y no puedo moverme? ¿Tanto bebí anoche?"

De pronto, empezaron a aparecer inquietantes imágenes en su mente.

Alguien que le golpea.

Ella, caída de rodillas.

Una voz insidiosa.

Sus tetas expuestas.

Unas manos que la violentan.

Su coño húmedo.

Su indefensión mientras la masturban.

La explosión de su clítoris.

El paño en su cara... el olor... la oscuridad.

El pánico se apoderó de ella cuando recordó todo, ¡y se convirtió en puro terror cuando fue consciente de que estaba amordazada con una bola, las manos esposadas a la espalda y sus tobillos y rodillas atados!

"Ay, dios, no, ese cerdo me golpeó y me dejó fuera de combate después de... después de... oh, mierda". Se acordó de cómo había disfrutado aquella agresión sexual y la humillación volvió a instalarse en su mente... ¿Estaba desnuda? Miró hacia abajo y vio que no lo estaba... o no del todo. tenía la cremallera del mono bajada hasta el ombligo y sus tetas estaban al aire; sus pezones del tamaño de gominolas estaban duros como piedras.  "Hijo de puta". Se retorció de rabia. Su mono negro estaba sucio; parecía que la habían arrastrado por el suelo, y sus pechos... ¿qué era aquello pegajoso en su escote? Le llevó unos segundos comprender qué era.

"Semen".

"Este hijoputa se ha corrido en mis tetas... ¡El muy cerdo!"

Presa del miedo y la rabia, se retorció, rodó, gruñendo y gritando a través de la bola, incapaz de soltarse de sus ataduras. Comprendió que lo único que hacía era cansarse y decidió parar y ahorrar energías. Quizá le hicieran falta luego. Y había algo más: el retorcerse de esa manera, el saberse indefensa... habían hecho aparecer un pequeño redondel húmedo en su entrepierna. No volvería a caer. Era una mujer inteligente e independiente; sentir eso estaba mal.

Miró a su alrededor. Se encontraba en un gran espacio medio vacío: una nave industrial abandonada. Restos de maquinaria se esparcían por el suelo, y la luz diurna entraba por grandes cristaleras situadas junto al techo agujereado. De las vigas metálicas colgaban cientos de pesadas cadenas, restos de alguna maquinaria, supuso. Un poco más allá, había una piscina... no, un tanque, un depósito de agua, de bastante anchura pero poca altura, más o menos la mitad de una persona. El único sonido que se escuchaba era el de un grifo en la pared del depósito, goteando.

Estaba sola.

Dolorida.

Indefensa.

Aterrorizada.

Tenía que dominar su miedo... y ese maldito cosquilleo que sentía en su bajo vientre.

Comenzó a arrastrarse por el suelo sucio, retorciéndose, girando, tratando de encontrar algo para liberarse de sus ataduras. Intentó mover los tobillos uno tras otro para tratar de aflojar las ataduras, pero nada consiguió. Lo peor es que el cosquilleo no hacía más que ir en aumento: sentirse indefensa, el sabor de la mordaza de bola, sus gruñidos, sus forcejeos... todo conspiraba en contra de ella para excitarla más. ¿Pero qué clase de pervertida era? Estaba atada y amordazada en un almacén abandonado, en manos de un depravado que hasta podía matarla, ¡y no hacía más que mojar la entrepierna! Cuando quiso darse cuenta estaba frotando los muslos uno contra otro... El placer la invadía en oleadas y cuanto más intentaba liberarse, más se le encharcaba el coño... Miró alrededor, la luz proveniente de los altos ventanales y los agujeros del techo incidía en la maquinaria abandonada y las cajas apiladas, creando múltiples sombras... le pareció ver algo, pero no oyó nada... Ocultos en las sombras, podía haber decenas de hombres observándola... Justo al pensarlo, sus muslos chocaron con más fuerza y notó una cálida humedad que pringaba sus labios mayores... ¡Mierda! ¿Por qué había tenido que pensar eso? No parecía haber nadie, pero a esas alturas no le importaba: se revolcaba, removía, encogía y estiraba por el suelo, la grava se le clavaba en las tetas y ese dolor la hacía gemir, un guijarro puntiagudo la hizo sangrar levemente justo al lado de la areola, el placer le mareaba... las cadenas balanceándose, la sombra alargada justo entre aquellas dos máquinas, un chirrido lejano... todo le parecieron pruebas de que los machos estaban allí, acechándola, sorprendiendo su patética masturbación, a punto de saltar sobre ella para torturarla y violarla repetidamente... fue entonces cuando, con un sordo alarido gutural, se corrió, se corrió violenta, desesperadamente, sintió que la cabeza se le iba, que su matriz y su clítoris explotaban, sintiendo que la vergüenza la llevaba a un placer antes desconocido para ella...

Quedó agotada, jadeante, su cuerpo inmovilizado espasmaba involuntariamente como si fuera epiléptica... apenas había empezado a recobrar la plena consciencia cuando oyó unas solitarias palmadas.

-¡Bravo, zorra! ¡Bravo!

Laura quiso morirse de la vergüenza.

  • Ya veo que le estás cogiendo gusto a tu nueva condición de puta sometida... ¿Sabes? Cuando te corriste en mi mano de aquella manera, que parecía que te estabas meando, lo supe. Supe que la todopoderosa Jano no era más que una mujerzuela ansiosa de ser dominada.

Ella le miró desde el suelo, atónita. ¿Cómo era posible que...?

  • ¿Que cómo he averiguado que eres Jano? Bueno, la seguridad es mi especialidad, y para tener a mis jefes lo más seguros posible, he de saber lo más posible. Tengo una base de datos muy completa, buena memoria sobre tu modus operandi... y algunos contactos que puede que te sorprendieran... sólo he tenido que sumar dos y dos. - Acto seguido le quitó la mordaza de la boca.

Laura se estremeció de pánico: no sólo había sido atrapada, sino que su identidad clandestina había sido descubierta... Su derrota era total... sólo quería que aquello acabara cuanto antes. Todavía jadeando, dijo:

  • De acuerdo, ya me has descubierto... acabemos... acabemos con esto, y... entrégame a la policía.

El jefe de seguridad emitió una sonora carcajada que retumbó como un trueno en la nave abandonada.

  • Sería muy estúpido si desaprovechase una oportunidad como ésta, ¿no te parece? Tengo en mis manos una de las ladronas más hábiles que existen, capaz de hacerme ganar millones... y además es una zorra a la que le vuelve loca que la sometan...

-...

  • Verás, tengo planes para Jano. A partir de ahora, robarás para mí. Tranquila, con el dinero que ganaré gracias a tí te tendré como una reina, puedes estar segura. Pero antes... he de asegurar tu completa lealtad a tu nuevo jefe...

  • Eres... un... un...

  • Cuidado con esa boquita, puta, has de mostrar más respeto... No perdamos más tiempo, he de seguir rompiéndote por dentro hasta que tu mente sólo piense en complacerme... Y para eso, nada mejor que mantenerte dentro de una pesadilla química...

  • ¿Qué... qué quieres decir? ... Oh, no, espera, no, el cloroformo otra vez no, por favor, no, espera, ¡ESP*MMMMMFFFFFF!!!!!

Atada como estaba, no tuvo ninguna posibilidad... Pero intentó resistirse... sintió la fuerza de aquella mano presionando el trapo... tan poderosa... los vapores se adueñaron de ella, y entre pitidos y destellos oyó a una pobre zorra gimiendo mientras la narcotizaban... una zorra que era ella misma...

Por un momento, pensó que soñaba con volar. Flotaba en la oscuridad, sus pies no notaban el suelo, y por unos instantes se creyó libre. Lo primero que volvió fue el dolor; sus muñecas parecían soportar un gran peso y todas las articulaciones de su cuerpo se quejaban a su maltratado cerebro. Después volvieron los recuerdos, recuerdos de derrota, humillación y un intenso placer, que la dejaron sin aliento. Seguía en la nave abandonada y su cuerpo colgaba de las muñecas, balanceándose levemente. Una viga metálica la sostenía como un pelele a poca distancia del suelo. En algún momento había perdido los zapatos, y podía ver sus pies desnudos, así como su mono sucio abierto hasta el ombligo y sus pechos surcados de pequeñas heridas causadas por los guijarros. Al recordar su vergonzoso orgasmo su ánimo descendió aún más... Ella se había dejado golpear y atrapar; ella se había entregado al placer en lugar de resistir y esperar el momento de escapar; ella estaba disfrutando con aquel sexo depravado, aceptando los términos humillantes que su captor establecía... bajó la cabeza y gruesas lágrimas rodaron por sus mejillas; era cierto lo que él le decía, era una zorra degenerada sin remedio, una estúpida que gozaba con su propio sometimiento. Abrumada por su derrota no notó que él se acercaba.

-Hola de nuevo, putita dormilona.

Se lo dijo en voz baja, al oído; aquello hizo que Laura se estremeciese y volvió el cosquilleo a sus entrañas. Aquel hombre lograba excitarla sólo con susurrarle, era demasiado fuerte para ella...

-Pareces más dócil... ¿aceptaste ya que eres una zorra a mi servicio?

Ella guardó silencio, totalmente abrumada. Sabía que si lo decía en voz alta sería su fin.

-Bueno, sigamos con tu aprendizaje. Parece que todavía no tienes claro que no puedes evitar ser tan viciosa y que necesitas un macho que controle tu celo...

La cadena de la que colgaba empezó a bajar poco a poco. Debajo de ella, sobre el suelo, había un artilugio negro parecido a una silla de montar; en su parte superior, un falo de goma de grandes dimensiones apuntaba directamente hacia ella.

-No sé si conoces esta maquinita, se llama Sybian y las putitas como tú soléis gozarla mucho.

Laura notó que le desgarraba el mono por la entrepierna; supo que su coño sería violado en breve por la máquina. Empezó a balancearse, en una patética imitación de resistencia.

-Por... por favor, para... No lo hagas, no hay necesidad, haré lo que quieras... oooohhh...

Gimió sorprendida cuando los dedos del hombre se introdujeron por su vagina, lubricándola con un líquido.

  • Ay, pero qué tontita eres... Lo que quiero que hagas, precisamente, es que cabalgues en el Sybian como la perra en celo que eres.

Lubricó el falo y siguió bajando a Laura, alineandola para que recibiera la polla de goma en su coño sin dificultad. Ella sintió aquella cosa deslizándose en su interior, abriendo sus entrañas.

  • ahhh... ahhh... qué grande... ufff... joder... n-no...

Aquella cosa la penetró sin pausa, sin piedad, se sintió ensartada hasta la matriz; se sorprendió pensando en que ojalá fuera la polla de su secuestrador... Estaba sentada a horcajadas sobre el aparato, y la polla de goma bien alojada en su interior. El hombre soltó sus muñecas, y sus brazos cayeron inertes a sus costados, apenas tenía fuerzas, ni físicas ni mentales. Ahora podría levantarse e intentar escapar, pero no podía... o no quería... De pronto la polla comenzó a girar en su interior. "¡¡¡AHH!!!" No había salido de su sorpresa cuando también se puso a vibrar. Vio que él sostenía un mando en su mano, conectado al Sybian, y que controlaba el giro y la vibración, que fue aumentando gradualmente. Apoyó las manos en el aparato y se inclinó hacia adelante, haciendo que la polla de goma le rozara las paredes vaginales...

-Ohhh! Otra vez nnnoooohhhh...

Otro incremento de la potencia y sus flujos descendieron por el aparato, pringándolo, mientras Laura se valía de las manos para subir y bajar levemente su trasero... cabalgando el aparato como él dijo que haría... "Me conoce mejor que yo misma, sabe cómo tenerme sometida"... Fue aumentando el ritmo de la cabalgada, sus nalgas subían y bajaban mientras el placer iba creciendo más y más... Él se acercó y le tiró del pelo hacia atrás y quedó complacido cuando vio su expresión de niña perdida, gimiendo con la boca entreabierta, entregada. Sin preámbulos, sus labios se comieron los de ella en un beso húmedo y avasallador que pilló a la chica de sorpresa; pronto tuvo una lengua carnosa invadiendo su boca, recorriéndola, devorándola. Se quedó sin aliento mientras respondía al beso, se había entregado sin resistencia... De pronto, ¡PAF!, sintió un puño incrustarse en su vientre dolorosamente, haciéndola gritar, pero él no dejó de besarla. Aquella mezcla de brutalidad y delicadeza la volvió loca. Él siguió besándola, ahogando con su boca los gritos de sorpresa y dolor de Laura al notar su estómago golpeado... Después, presionó su tripa con el puño, dejándolo allí, sacándole el aire mientras ella no podía parar de cabalgar el aparato. La presión del puño apretaba sus entrañas y le pareció que éste llegaba a rozarse con la polla de goma; tosía, gemía, gritaba... Tenía la impresión de que su vientre se había comprimido y eso aumentaba la vibración; Le vibraba hasta el pelo. Culeaba furiosamente, sin descanso, mientras esa compresión la llevaba cerca del orgasmo, gimiendo y gritando... y no podía apartar la mirada de los ojos de aquel hombre. Eran duros, fríos, poderosos, se estaba perdiendo en aquella mirada, en aquella presión en su vientre que le contraía las entrañas, en la vibración de aquella polla incrustada en lo más profundo... No vio las pinzas hasta que fue demasiado tarde. Un dolor lacerante la traspasó, haciéndola gritar, nublándole la vista... bajó la mirada y las vio aplastando sus pezones de forma inmisericorde, deformándolos, sus tetazas botando por el movimiento de la follada y haciendo que aquellas pinzas bailaran... pero aquella visión, aquel dolor, no hizo más que aumentar su excitación, y empezó a culear más rápido, más fuerte, más profundo. Estaba completamente desquiciada, desesperada por correrse, no era más que un animalito en celo... él le levantó la cabeza y aquellos ojos volvieron a adueñarse de todo... su puño apretaba y aflojaba, apretaba más profundo... Y su cuerpo estalló en mil pedazos, gritaba una y otra vez "¡Me corro! ¡Me corro! ¡Me corroOOOOOOOOHHHHHHHHH!!!!!!!" mientras él sonreía y la llamaba puta... el orgasmo se alargó de forma agónica y ella sintió cómo su voluntad desaparecía y su dignidad no era más que un recuerdo...

Había vuelto a perder.

Y lo había disfrutado.

Ahora era totalmente suya.

Su cabeza cayó en el pecho del hombre, mareada y dolorida...

  • Qué... me has hecho...

  • Oh, sólo he sacado a la luz tu verdadera personalidad... ahora está claro que gozas cuando un macho te domina.

  • Yo... oh... no sé... yo no...

  • Tranquila, puta, ya verás que someterse a un macho no es nada malo... en realidad ya lo has visto... Pero estás cansada, tengo que ponerte a dormir.

  • ¿C-como...? Nnnnnnoooooo...

Los ya conocidos vapores del cloroformo inundaron de nuevo sus sentidos, pero esta vez apenas luchó; se limitó a gruñir y quejarse... notó su coño todavía palpitante por la corrida mientras perdía la visión y se hundía toda en un mar oscuro...

Laura volvía a flotar entre imágenes de pezones aplastados, puños hundiéndose en el vientre y unos ojos duros e hipnóticos. Su cerebro, frito por tantas dosis consecutivas de cloroformo, apenas distinguía entre el sueño y la consciencia. Y ya no le importaba. Se sentía como una Alicia en un país de maravillas perversas. Todo en aquel mundo le excitaba y la dejaba inerme ante las oleadas de placer que sentía.

Entonces, aquel país tomó la forma de una nave abandonada.

Volvía a la realidad.

Había aprendido a temer la realidad.

Allí la esperaban aquellos ojos.

Pero el temor le atraía.

Esta vez su vientre magullado descansaba sobre el borde del oxidado depósito del agua que había visto antes, hacía mucho tiempo. Veía su reflejo deformado en el agua, el rostro de una mujer que había sido una ladrona y que ahora no era más que una zorra expectante. Las manos estaban esposadas a su espalda, y sus tobillos atados a una barra que le obligaba a mantenerse bien abierta de piernas. El mono, sucio, maloliente ya, estaba tirado en el suelo hecho un guiñapo.

Sabía que había llegado el momento.

Él la haría suya.

La follaría.

Le obligaría a decir que se sometía a su poderío.

Unos pasos a su espalda la hicieron estremecer. Su coño, que no podía dominar, se mojó preparándose para lo inevitable. El hombre no dijo nada esta vez; solamente la penetró de un golpe que hizo que Laura gritara sorprendida, humillada y dolorida; y luego comenzó a bombear. Su polla golpeaba una y otra vez sus entrañas, haciendola gemir audiblemente, dejándola sin aliento; su mente estaba rota, sólo quería que él la follara eternamente, que destrozara su coño, que le hiciera saber quién mandaba. Acabó gritando su sumisión, le suplicó que no parara, que era su zorra, su putita, que la usara y violara como a él le saliera de los huevos; le encantó usar aquel lenguaje sucio. Pero aquello no iba a ser tan fácil.

Una mano en su cabeza la empujó hacia el agua sucia... y la sumergió.

El miedo volvió a llenar su ser, se sacudió violentamente mientras su dueño no dejaba de empujar: "¡¡Me va a matar mientras me folla!!!" Entró en pánico mientras su coño no dejaba de manar flujos, tragó agua... y la mano la sacó. Tosía mientras gemía y suplicaba, boqueando como un pez, pero la mano era inflexible. La sumergió otra vez. Entonces comprendió que estaba en sus manos. Que la mataría si quería. Que era su derecho. Que su sumisión no tenía límites. Al volver a aspirar agua, su coño se contrajo en espasmos; su cuerpo ya no le obedecía. Empezó a nublársele la vista.

Otra vez se vio fuera del agua; vomitó y tosió mientras aquel hombre seguía penetrándola. Laura no quería que parase. Cuando la volvió a sumergir, no se resistió... contuvo la respiración todo el tiempo que pudo, aterrada pero decidida, y sintiendo un enorme placer por toda aquella retorcida mezcla de sensaciones; igual que se había sometido a él, cuando no pudo aguantar más se sometió al agua que llenó sus pulmones y se encontró en una asfixia angustiosa que la excitó aún más.

De pronto estaba tumbada boca arriba en el suelo, tosiendo, vomitando, en brazos de su nuevo dueño. Estaba viva. Y aquellos ojos la poseían.

  • Shhhh, tranquila, tranquila, buena puta. Ya estás preparada.

Comenzó a acariciarle el cuello, las tetas, el vientre.

  • ¿Qué eres?

Laura reunió las pocas fuerzas que le quedaban.

  • Su... puta.

  • ¿Quieres serlo?

  • Ohh... síiiii... soy suya... hágame lo que quiera... soy... soy una c-cerda que goza cuando usted abusa de ella... soy incapaz... incapaz de resistirme a su poder... esclavíceme.. máteme... si... quiere... Pero... por favor, n-no deje de hacer que... que mi coño se corra... una... y otra vez...

Dió un respingo y un "¡Ah!" de triunfo cuando él masajeó su clítoris. Rapidamente volvió a gemir y a mover sus caderas, allí mojada, desnuda y tirada en el sucio suelo de una nave en ruinas... Él metió el pulgar en la boca de la chica y ésta comenzó automaticamente a succionar como un bebé, mirándole a los ojos con expresión agradecida... y se corrió entre violentos espasmos y sin dejar de chupar ese dedo...

  • ¿Contenta, puta?

Ella asintió moviendo la cabeza.

  • Ya has aprendido quién manda?

Volvió a asentir.

  • ¿Quieres que te ponga a dormir?

Otro movimiento de cabeza, asintiendo como una niña pequeña. Cuando el trapo volvió a su cara, ella abrió mucho los ojos, pero no era de sorpresa, sino de alivio. Se había hecho adicta al cloroformo. Gimió suavemente y quedó inconsciente con el pulgar de su dueño metido en la boca.

DOS AÑOS DESPUÉS

Todo había salido a pedir de boca. La insignificante operación que acababa de realizar le reportaría otro buen montón de dinero. Aunque ya tenían mucho. Gracias al algoritmo de Dynamic Systems, el Amo se permitió despedirse de la empresa; su profesionalidad había quedado en entredicho por el robo, pero no dijo a nadie que le importaba un comino. Ella no había dejado huellas ni rastros; era muy buena en lo suyo, y se sentía feliz como una colegiala cuando él se lo decía. Jano había vuelto y las empresas se disputaban sus servicios tanto como la temían; tenía una prometedora carrera por delante. Laura metió el coche en el garaje, apagó el motor y se relajó durante unos momentos. Era feliz. Hacía lo que más le gustaba en el mundo, ganaba dinero por hacerlo, y tenía un Amo que le hacía ver las estrellas... literalmente. Adoraba cuando la dejaba fuera de combate; se resistía con toda la fuerza de la que era capaz, porque la derrota así era mucho más placentera. Aunque él no se prodigaba en dejarla inconsciente para no causarle daños irreversibles; decía que había que dejar tiempo entre noqueamientos para que el cerebro descansara. Podían pasar meses entre una ocasión y otra, y eso no le gustaba. Pero sabía que el Amo tenía razón. Siempre la tenía. Y, bueno, eso no quitaba para que su cuerpo fuera torturado y violado constantemente. La tenía loca, incapaz de pensar, follada día y noche por todos los agujeros, alimentada con su semen, torturada y humillada, alquilada a sus amigos... Algunas veces le había costado hackear algún objetivo pensando en todos los abusos que su Amo le dispensaba; se tenía que controlar para terminar su trabajo, y sólo entonces se permitía masturbarse si su Amo no estaba cerca para suplicarle que la follara.

Entró en la casa, dejó las llaves en el aparador de la entrada...

-¡¡Ugggghhh!!!

Se desplomó de bruces en el suelo, atontada por el golpe. Entre brumas, vio a su Amo con la porra en la mano. Ella gemía de dolor. El Amo le dio la vuelta como a un muñeco. Él vio cómo ella ponía los ojos en blanco, casi perdida en su mente... Eso le encantaba. Le levantó la cabeza del suelo. Laura bizqueaba, babeaba y sonreía como una idiota justo antes de que el Amo le golpeara otra vez en la nuca.

  • Bienvenida a casa, pedazo de puta.