La despedida-parte 3

En esta ocasión no os voy a adelantar nada de esta hotoria, solo que merece la pena leerlo..

Nunca pensé que una simple ducha fuera a ser tan gratificante para mi, pero me estaba duchando con María y haciendo el amor con ella por primera vez a solas, así que os podéis imaginar lo que pudo significar para mi.

El agua caliente nos caía resbalando por nuestros cuerpos desnudos, mientras María acariciaba fuertemente mis pechos. Sentí como sus dulces manos acariciaban mi clítoris y como suavemente iba deslizando sus dedos dentro de mí y me estaba volviendo loca de placer. Su lengua y la mía eran una mientras nos besábamos y poco a poco empezó a deslizarse por mi cadera, hasta rozar su lengua en el punto más caliente de mi cuerpo. Comencé a gritar de placer, mientras intentaba sujetarme en aquella ducha , hasta que en ese  instante, explote vaginalmente como nunca antes me había sucedido y fue una de las mejores corridas de toda mi vida!.

Ambas salimos de la ducha con una  sonrisa, pero al mismo tiempo noté en la mirada de María un sentimiento de culpabilidad por su chico Javier, como si le hubiera traicionado por primera vez. Nunca antes habíamos hecho el amor juntas sin la participación de Javier y entendía que sintiera que le había traicionado. Aquel día fue el despertar de un impulso entre dos mujeres que sienten algo más que un simple deseo y sentí que para María también fue algo más que el hecho de experimentar con una mujer, o el morbo de saber que se siente.

Para entender más a María, os diré que ella es una mujer no tiene miedo a enfrentarse a nada y para ella el sexo, ya fuera un hombre o una mujer, era una manera de explorar nuevas sensaciones y no tenía reparos en cruzar ciertos límites o cruzar fronteras, que jamás cruzarían muchas personas en su vida y solo por eso la admiraba. Su chico Javier tenía 4 años menos que Maria y era un chico más bien reservado, pero le apasionaba  el sexo como a María y a veces parecía que solo eran dos personas que se hacían compañía y que disfrutaban juntos de sus impulsos, pero que no había nada más profundo en ellos como pareja, o al menos eso intuía.

Javier y María se conocieron de la manera menos habitual que os podáis imaginar.  María me contó que Javier y ella coincidieron en una cena con varios amigos, en las que Javier también había ido invitado por una amiga de María. Hasta ahí puede parecer todo normal, incluso aburrido, pero comenzar una cena en la que a los 15 minutos de empezar y con apenas pocos minutos de conversación en una cena formal, tampoco es habitual que María acabara en el baño de hombres haciéndole una tremenda mamada a Javier.

Normalmente los comienzos que empiezan así, no suelen durar demasiado, pero así fue su comienzo y a fecha de hoy ambos llevan juntos más de dos años. Siempre me he preguntado en que momento ambos sintieron la necesidad de compartirse con terceras personas, así que aquella tarde decidí preguntarla a María cuando había sido su primera vez y para mi sorpresa, me respondió que fue el mismo día que leyó la nota que yo había olvidado en aquella estantería. Me sentí alagada, porque por primera vez había despertado el deseo sexual a una pareja y eso que estoy acostumbrada a que me pasen cosas inusuales, pero me encantó sentirme el centro de atención en una situación así. Pasaron varios días y nuestra vida como compañeras de piso, continuó de manera habitual. Solíamos cenar juntas, ya que la mayor parte del día ella estaba en la librería trabajando y nos encontrábamos en casa al caer la noche.

Recuerdo que una de las noches María saco el tema de la masturbación y como si de dos buenas amigas que se cuentan confidencias se tratara, me preguntó como solía masturbarme y que pensamientos se pasaban por mi cabeza. La confesé que últimamente mi único pensamiento era ella y sonrió mientras asentía. María me contó que en ocasiones se había masturbado pensando en una mujer, pero que también lo hacía cuando imaginaba que era penetrada por dos hombres. Con María podía hablar de cualquier cosa que se nos pasara por la cabeza y por eso me hacía sentir muy cómoda. Ambas teníamos una complicidad que no es fácil de tener y esa sensación solo la había tenido con dos personas en toda mi vida., Rocío y mi mejor amiga Elena.

Inmediatamente después de cenar me marché a mi habitación y estando tumbada en mi cama, me imaginé a María en esa escena con dos hombres que me había descrito durante la cena. En realidad no me excitaba que dos hombres hicieran el amor a María, me excitaba imaginármela gozando y gimiendo como cuando su chico Javier la hacía el amor estando conmigo.

Comencé a acariciarme los pechos y a masturbarme pensando en María, así que no tardé demasiado tiempo en correrme.

Viernes 15 de Octubre:

Habían pasado dos meses desde mi último encuentro sexual con María a solas y aquella mañana ella iba con mucha prisa y me pidió que me pasara por casa de Javier a recoger unos libros que le había dejado y que necesitaba tener en la tienda esa misma mañana. Como iba justa de tiempo, la dije que no se preocupara y que luego la llevaría los libros que me había pedido.

Llame a Javier para decirle que me pasaría por su casa, pero no me contestaba al teléfono. Me imaginé que estaría trabajando, así que cogí mis cosas y me marché a su casa siguiendo las indicaciones que María me había dejado.

El piso de Javier era un piso muy grande, con 4 habitaciones y con unas tremendas vistas al centro de Madrid. Abrí la puerta con las llaves que me había dado María y cuando me disponía a ir a la mesa que me había indicado para coger sus libros, oí unos gemidos en una habitación. En ese momento pensé que lo mejor que podía hacer era marcharme, pero me pudo la curiosidad y me acerqué aún más hacía esa habitación.

A medida que mas me acercaba, más me daba cuenta que aquellos gemidos eran de Javier con otra mujer, puesto que era imposible que estuviera con María. La puerta de su habitación estaba entreabierta y me quedé inmóvil intentando mirar por el pequeño recoveco que me permitía apreciar aquella escena. Por alguna razón que no puedo explicaros, permanecí unos minutos más mirando a Javier haciendo el amor con aquella otra mujer, hasta que Javier giró levemente su cabeza y se percató que yo estaba allí mirando. Pensé que me había metido en un problema muy serio, pero Javier continuo haciendo el amor a esa desconocida, como si no le importara en absoluto que yo estuviera allí y lo que pudiera pensar, me sentí totalmente confundida y descolocada!.

Decidí marcharme y no continuar allí, pensando en el daño que sufriría María si se llegara a  enterar de lo que había pasado, de cómo se sentiría.

Bajé las escaleras rápidamente, ni si quiera me detuve a esperar el ascensor, solo quería salir corriendo de esa situación.

Cuando llegó la noche y llegué a casa, María estaba llorando  e inmediatamente después pensé que Javier se lo había contado todo y que me odiaría por no haberla contado lo que mis ojos habían visto aquella mañana. Me sentí la peor amiga y amante que se puede ser en esta vida.

María me confesó  que estaba embarazada, que se había enterado ese mismo día y que el padre por supuesto era Javier. Si yo ya me sentía mal, imaginaros todo lo que se pudo pasar por mi cabeza escuchándola, me sentía horriblemente mal por la escena que había visto y pensé que ese no era el mejor momento para contarla lo que había vivido en casa de Javier. Pasaron varias semanas y María se encontraba muy ilusionada con ser madre, incluso Javier se sentía aún más ilusionado que ella. Decidí que no era quien para romper algo tan bonito entre dos personas, independientemente de lo que hubiera visto aquella mañana en el pasado.

Recuerdo el embarazo de María como si lo viviera yo y os aseguro que lo viví como si de mi propia novia se tratara, yo ya me sentía parte de ese niño que nacería pronto.

Javier me trataba exactamente igual que siempre y entendí que Javier daba por hecho que jamás contaría nada, que sería nuestro secreto para siempre.

Martes 8 de Marzo:

María estaba de unos seis meses aproximadamente y aquella tarde me pidió que la acompañara a hacerse una ecografía, ya que a Javier le era imposible por trabajo y salté de alegría,  por primera vez iba a ver a ese niño y estaba loca de contenta.

Llegamos a la clínica y ambas estábamos muy nerviosas y deseando poder ver en aquella pantalla los latidos del bebe y cuando llegó el ansiado momento, ambas rompimos a llorar.

María estaba muy emocionada y solo quería llegar a casa de Javier con aquella pequeña foto de su hijo en su vientre y que Javier se emocionara con nosotras. Cogimos un taxi para llegar lo antes posible y nos dispusimos a entrar en casa de Javier. Cerramos la puerta y María se adelantó rápidamente para ser la primera en darle la noticia y cuando abrió la puerta de su habitación, Javier estaba desnudo haciendo el amor con aquella desconocida, la misma que vieron mis ojos aquella mañana que les sorprendí.

Os podéis imaginar la tremenda situación que vivimos en ese momento. María no paraba de gritar, propiciando toda clase de insultos a Javier y a aquella desconocida, fue la situación más desagradable que he vivido jamás. La chica que estaba con Javier se vistió rápidamente y se marcho sin apenas mencionar palabra muy avergonzada.  Javier no paraba de llorar y de pedirla perdón a gritos, hasta sentí pena por el y porque ahora ese niño de alguna forma pagaría las consecuencias.

De nuevo me sentí horrible y que no solo Javier había traicionado a María, yo también la había traicionado… y solo pude abrazarla todo lo fuerte que pude y decirla que yo no la abandonaría, que estaría en todo momento con ella para que no se derrumbara entre lloros.

Pararon varias semanas en las que Javier estuvo intentado que María le perdonara, pero ella jamás lo hizo y un buen día, Javier dejo de llamarla, simplemente desapareció de nuestras vidas.

14 de Junio:

Recuerdo que ya estaba empezando a apretar el calor y que María cada vez estaba más agobiada con el embarazo y estaba a punto de salir de cuentas.

Acabamos de desayunar y María comenzó a encontrarse mal y a tener pequeñas contracciones, pero tampoco nos asustamos, porque últimamente se había convertido en algo habitual.

Las contracciones fueron en aumento hasta el punto de asustarnos, así que nos vestimos rápidamente y nos marchamos juntas al hospital en mi coche.

Cuando llegamos al hospital, pasaron largas horas de espera y yo me estaba volviendo loca sin saber que más hacer, hasta que por fin salio el Médico para decirme que el bebe estaba a punto de nacer y que María había pedido expresamente que yo estuviera allí, así que me encontré en aquel quirófano viendo nacer a aquel bebe, mientras sujetaba fuertemente la mano de María.

Aquella vivencia fue la más bella que había tenido jamás y además la estaba compartiendo con la mujer de la que me había enamorado.

16 años después:

Muchos os estaréis preguntando como acabó aquella historia y que sucedió entre María y yo, pues bien, allá voy:

Aquella niña que nació aquel 14 de Junio, hoy tiene 16 años y decidimos llamarla Roció, en memoria del amor que perdí hace mucho tiempo y que siempre tengo presente. Hoy en día María y yo seguimos juntas y somos 4 en la familia: María, yo, Rocío y nuestro segundo hijo David, del que yo misma pude vivir la experiencia de tenerle en mi vientre y verle nacer.

Han pasado 16 años y como en muchos comienzos tristes, no siempre en la vida te regalan alegrías,  pero hoy en día continuo paseando de la mano con María (mi mujer) y con mis hijos, así que poco más puedo pedirle a la vida, simplemente me siento la mujer más feliz del mundo al lado de mi familia.

Pdata: Quizás me anime a escribiros una cuarta parte de esta historia, en la que os contaré como fueron esos 16 años de convivencia con mi familia, quien sabe….

Un abrazo