La despedida de Mario

Las desventuras de un pobre mortal al encapricharse de la persona menos indicada. El dia en el cual su mejor amigo celebra su despedida de soltero.

LA DESPEDIDA DE MARIO(I)

Eran las seis de la tarde cuando sonó el teléfono, lo cogí y era la voz de mi amigo Mario. Que me invitaba a una fiesta que había organizado su novia en un bonito parador de Guadalajara. Ni inventándome miles de excusas me pude escapar de aquella invitación. Debido a no soportar a Mar, la novia de Mario, no porque fuera muy pesada. Si no que yo ya me había pasado de la raya en un par de ocasiones. Y, la chica, de muy malas maneras me había puesto en mi lugar. Creo sinceramente que no era para tanto. Solo eran chiquilladas de juventud y pecado veniales que cometemos de vez en cuando. De malas ganas acepte la invitación y no acaba de comprender el interés que mostraba. Me vestí de una manera informal y cogí el primer taxi al parador. Tarde una infinidad hasta que llegue al condenado parador. Parecía que estaba en el fin del mundo y daremos gracias que estaba cerca. Si no creo que no habría llegado nunca. Me baje y me encamine hacia el parador. No tenía muy mala pinta por el exterior. Era un edificio de piedra rustica de tres plantas. La entrada estaba al final de un tramo de tres escaleras y era de apertura por infrarrojos. Al entrar en la recepción un botones muy amable me pidió el nombre y al decírmelo. Me condujo a los bajos del parador. Al llegar abajo, justo en la entrada, estaba la parejita haciéndose arrumacos. Le di las gracias al botones y les dije con ironía.

-¡Ya esta bien pavitos que os vais a romper! ¿No podríais separaos un momento? Mar, cariño, no me mires así que lo hago por tú bien.

Mar se volvió con rapidez y si las miradas matasen yo ya estaba enterrado. Sin embargo, la cara de Mario era candor y alegría de verme allí y dándome un gran abrazo me dijo.

-Siéntete como en tu casa. Ya que esto es para conmemorar...

No pudiendo seguir por el puntapié que le dio Mar en las espinillas. La muy canalla se las gastaba muy feas. Pero, de esta manera, no iba a poder conmigo. La mire desafiante y lanzándole un beso la dije.

-Guapetona, no te preocupes que no os voy a avergonzar. Por que creo que la pocilga esta en otro sitio. Y, creo que tú casa esta más cerca de ella.

Con odio mas que simpatía me replico dándome un puñetazo en el hombro. –Ni lo estarás pero sinceramente no creo que te sientas a gusto allí. Porque gente como tú sobra en cualquier parte.

Haciéndola una reverencia y besándola la mano argumente, -seguro, milady, que hay un sitio mejor para nosotros. Pero, me lo reservo para que no se moleste su sensibilidad. Ya que la tiene tan a flor de piel.

Mario no paraba de reír por la cantidad de majaderías que estábamos diciendo. Así que en un alarde de caballerosidad y lanzando un capote nos dijo. -¡Basta ya de tonterías! Mar a que hemos venido a pasarlo bien. Pues, entonces, deja de pelearte con Astolfi. No me dices miles de veces que no merece la pena. Para de una vez. Y, tú siervo de la gleba. Deja de vacilar y compórtate que estamos delante de la gente.

-¡Cómo usted mande milord!

Entre risas intento seguir pero no podía por la memez que acababa de decir. Tardo un rato hasta que se sereno y prosiguió con su charla.

-Te he llamado porque estamos celebrando nuestra despedida de solteros.

-¡Qué dices, eso no puede ser! Tú despedida te la tengo que organizar yo.

-Y un cuerno, para que envíes a mi marido por ahí medio bolinga. ¡Vete al cuerno un rato!

-Mar tampoco es eso. Que Astolfi la haría con la mejor intención. ¿A qué sí?

Me guiño un ojo mientras yo la respondía, -claro, Mar, preciosa. Solo iba a ser una pequeña fiesta entre los colegas y punto. Nada más

Con los brazos en jarra y con una cara que le llegaba a los pies me replico, -ya me conozco vuestra fiesta de colegas. Juergas salvajes e incontroladas que siempre acaban bien. Como la de pablo que se fue de viaje a Pamplona en tren tres horas antes de casarse. A sí la de Juan que le encadenasteis a la puerta del cuartel de la guardia civil borracho y con un pasamontañas puesto. Y, la mejor de todas, la de Héctor que le encerrasteis en su casa durante tres días. ¡Jolin!, que divertido.

-Mar, por favor no seas tan severa. Fueron cosas inocentes, tonterías de juventud. Ahora hemos madurado y no creo que me hicieran esas cosas.

-¡Ya, ya! Pero de este ser no me fío, -con cara de pocos amigos.

En mi rostro se debió de reflejar la maldad porque ninguno de los dos se creyó los argumentos que esgrimí, -A ver si lo entiendo. Teméis que os haga alguna putadilla. Como podéis pensar eso de mí. Si soy la persona más buena del mundo. –Al mirarlos y verles la cara que ponían cambie de argumento y proseguí. –Bueno lo confieso tenía preparado algo. Pero, me lo habéis fastidiado. Solo os iba a vestir de terroristas suicidas y os iba a dejar en medio de la plaza Mayor de Madrid dormidos. Para que cuando os despertarais estuvierais rodeados de policía y os llevaseis un buen susto. Nada más y creo que no tiene importancia.

La cara de ambos era un poema al escuchar lo que le había decido. Mario tenía que sujetar a Mar porque se lanzaba contra mí para sacarme los ojos. Mario con un gesto me dijo que me alejara de allí y con decisión me escabullí entre la gente.

La fiesta estaba muy animada. El salón estaba lleno y me di una vuelta a ver si veía alguien conocido. Pero, para mi sorpresa, no había nadie conocido. Era de esperar la muy bruja no le había dejado que invitara a sus amigos. Pero, si había tenido tiempo de invitar a las estiradas de sus amigas. Que eran insufribles y era mejor estar alejado de ellas. Aunque para mi no me resulto muy difícil. Porque las muy guarras tenían el mismo concepto de mí que Mar. No en vano eran sus amigas. Por suerte, me tope con la familia de Mario que salude con efusividad. Ya que los conocía desde el jardín de infancia y habíamos coincidido en todos los años de colegio y dos de instituto. Al llegar a tercero cogimos ramas distintas y carreras distintas. De esta manera, conocimos a personas distintas y mujeres distintas. De ahí apareció esa estirada de Mar de la facultad de periodismo. La muy estirada y sabihonda, lleva años intentándonos separar. Pero nuestro vínculo es más fuerte que el acero y ella no tiene el calor necesario para separarnos. Charlaba amigablemente con su hermano mayor cuando vi que un ángel recorría el salón. Casi no me fije en ella porque no me dio tiempo de verla bien. Al escurrirse entre un grupo y desaparecer de inmediato. Me disculpe y salí en su persecución. Fue en vano porque al no ver por donde se había ido había perdido su rastro. Me recorrí el salón varias veces. Pero, no había rastro de ella. Parecía como si se la hubiese tragado la tierra. Me desilusiones y me dirigí hacia la mesa donde servían las bebidas. Cogí una cerveza y la di un gran trago. Entro como mano de santo para calmar la sed que me había entrado al verla. En ese momento nos llamaron para cenar. La gente salió disparada hacia el salón contiguo y se vació poco a poco. Cual fue mi sorpresa que la vi que se dirigía al salón. Una ola de calor invadió mi cuerpo al verla camina. Tan grácil y armonioso. Su cuerpo iba envuelto en un traje de noche negro con tirantes muy escotado tanto de delante como de detrás. Y su figura quedaba realzada por los tacones que llevaba. Sin pensármelo dos veces, salí disparada hacia donde se encontraba la mujer. Pero, la volví a perder al meterse dentro de la multitud. Cuando intente recorrerme el salón para encontrarla un camarero muy simpático me indico que las mesas estaban adjudicas y si era tan amable que él mismo me acompañaba hasta mi mesa. Fue horrible la decepción que me lleve, no solo por el desgraciado del camarero si no por la gente con la que me había sentado la muy canalla. Estaba sentada con toda la chavalería que no superaba los setenta años. Allí estaba solo frente al peligro con un bellezon recorriendo el salón y yo sentado con el quinteto de la muerte. Hablando de sus batallitas y de los muertos conocidos que tenían. Una de las ancianas se dirigió a mí para preguntarme de parte de quién venía. La conteste muy amable y me ignoraron toda la noche. Eso fue fabuloso porque pude comer a gusto, al no tener que meter baza. Pero era un fastidio al escucharles como relataban los achaques que tenían y discutían sobres las enfermedades de sus familiares y como siempre sacaban los muertos a relucir. Era el infierno dentro del salón. Fue aterrador y, a la vez, muy frustante el estar sentado y no poder buscarla. Al acabar la cena, fue un alivio porque nos dijeron que podíamos pasar a la discoteca que tenían en el sótano. La gente se levanto poco a poco y se fueron bajando a la discoteca. Por suerte, mis queridos ancianos, fueron los primeros en desaparecer y encaminarse a la discoteca. Eso me permitió tomarme una copa a mis anchas mientras oteaba el horizonte. Al momento, note unas manos sobre mis hombros, alce la cabeza y vi que era Mario solo. Sonreí y charlamos hasta que la volví a ver. Esta vez estaba hablando con un grupo de gente que no conocía mire a Mario y le pregunte.

-¿Quién es aquella mujer del vestido negro que esta hablando con esa gente?

-Es Francesca, una amiga del trabajo de Mar. No la conozco mucho sé que son muy buenas amigas. Pero, nada más.

-Ya esta, no sabes nada más. Pues, vaya, creía que me ibas a dar su teléfono.

-¡Carbón! ¡Siempre igual! Si tienes tanto interés acércate a ella y pídeselo.

-Ahora mismo. ¿Dónde se ha metido?

Señalando con el dedo Mario me respondió, -muy fácil bajando las escaleras hacia la disco. ¡Tontaina!

Tenía razón salí como un cohete disparado pero al llegar a la escalera. Ya no se la veía. Baje con lentitud para poder ver el paisaje pero no había rastro de mi dama. La desilusión se apodero de mí y con paso cariacontecido me aproxime al bar pedí una copa y me la tome con tranquilidad mirando hacia la pista de baile. Todo el mundo se lo estaba pasando de miedo menos yo. El tonto que estaba buscando a la dama del amanecer. Me quede pensativo hasta que una voz me saco del ensoñamiento.

-¡Buenas noches, mi dulce amigo! ¿Me buscaba, aquí me tienes para lo que gustes?

Al darme la vuelta casi se me cae la copa de la mano, al verla delante de mí. Era preciosa, mas aun que de lejos. Su mirada desprendía un calor y una simpatía sin precedente, su sonrisa te desarmaba y su palabra te conquistaba. El solo mirarla me produjo un vació inmenso. Me quede petrificado, no podía mover ni un músculo. Solo la podía contemplar su cara. Salí del ensoñamiento cuando ella chasca los dedos y me acaricio la mejilla. Con una amplia sonrisa me comento.

-Si no te importa vente conmigo a sentarte mientras tomamos algo.

Me cogió de la mano y me llevo a una esquina de la discoteca. La iluminación era un foco que daba justo encima de la mesa pequeña de cristal. Flanqueando a esta había un sofá y una rinconera. Me senté en la rinconera mientras observaba como se sentaba en el sofá. Al ser un vestido vaporoso y acabado en picos. Se lo estiro pasándose las manos por el trasero hasta que se sentó, cruzo las piernas y se me quedo mirando mientras oscilaba el pie de arriba abajo. Ese movimiento me hipnotizo dé tal manera que no note cuando dos mujeres se sentaron al lado mío. Me di cuenta cuando me besaron. Salí del trance, la mire y cuando mire hacia Francesca estaba retirando la mesa y acercando el sofá todo lo que podía. El sofá quedo situado encima de foco de luz y Francesca al sentarse repitió la misma acción. Salvo que esta vez se subió la parte delantera de la falda hasta las rodillas. Se quito el zapato que llevaba cogido al tobillo por una correa y lo apoyo sobre el mío. No podía de dejar de mirar su cuerpo sumido entre luces y sombras. Mi adrenalina se disparo y la excitación tomo el control de la situación. Mi cuerpo reaccionó como un misil a las caricias que me daban las dos mujeres que me flanqueaban. Sus bocas jugueteaban con mi cara. Besándome y mordisqueándome tanto por el cuello como por las orejas. Mi boca se fundía entre las de ellas y sus manos recorrían mi cuerpo a su antojo. Era tan fuerte el deseo que perdí el control sobre mis sentidos. Me deje llevar a los valles de la lujuria y del desenfreno. Estaba a su merced y sometido al influjo de las tres mujeres. Ambas pararon de inmediato y me sujetaron las manos por las muñecas. Las mire, pero ellas solo miraban hacia Francesca. La mire y vi la lujuria en su cara. Note como su pie ascendía por mi pierna y se acomodaba entre mis piernas. Lo poso sobre el paquete haciendo fuerza mientras se acomodaba en la butaca. Mi miembro la dio la bienvenida creciendo de tamaño e intentando escapar de mis pantalones. Su pie, por su parte, no cedió en el empeño y siguió con fuerza acariciándomelo. De arriba para abajo a un ritmo constante. Mi placer aumentaba pero no era pleno. Mi mayor satisfacción hubiera sido el haber atrapado ese pie con mis manos. Hubiera sido la cima del éxtasis pero las dos mujeres no me dejaban. Trate de escapar, fue en vano porque sus fuerzas no flaquearon ni un instante. Me deje ir al comprobar que el intento fue baldío. Y, cuando estaba llegando a un estadio superior Francesca disminuyó el ritmo y mi calor corporal descendió. Me relaje y recosté mi cabeza contra el sofá para recuperarme un poco. Hasta que mi pulso y mi respiración fueron constantes. Entonces levante la cabeza y vi que las tres seguían a mi vera. Esto me envalentono y con gran coraje y fuerza de voluntad pose mi mano en la pierna de cada una de las mujeres que tenía a mi lado. Y con mucha delicadeza la fui deslizando hasta la cara interna del muslo. En lugar de cerrarlas se fueron abriendo para permitir con mayor facilidad mi ascensión. Fui subiendo con lentitud hasta que llegue al final de la media. Note como sus cuerpos se estremecían al pasar mi mano del delicado nailon al calor de sus pieles. Se les puso la piel de gallina y un gran escalofrió les debió recorrer el cuerpo. Al llegar a la ingle tantee para tocar la braga. La toque y busque la goma para colarme dentro. Sin oposición la levante y me introduje como un ladrón. Me sorprendí al comprobar que ambas iban depiladas. Una de ellas iba rasurada por completo, la otra sin embargo se había dejado una línea muy delgada de pelos. Descendí y con suma destreza le separe los labios vaginales y empecé a masturbarlas. Mis dedos recorrían su vulva con toda confianza, unas veces entraban en la cueva sin llamar y otras solo se dedicaban a tocar a la puerta. Tenía en mis manos a las dos mujeres que se retorcían de placer según el ritmo que yo tocara. Pero, mis ojos no se podía desviar de la mirada de Francesca. Esta por su parte seguía inmóvil con su pie en mi paquete. Contemplaba la situación con tranquilidad y serenidad. Y, en un momento dado, saco el pie de mi entrepierna. Se echo hacia delante con una sonrisa malévola, las golpeo en las pantorrillas y las mujeres reaccionaron cerrando las piernas y se sacaron mis manos de sus coños. Se levantaron y se perdieron entre la muchedumbre. Me quede confuso y contrariado por la situación. Francesca volvía a tomar el control de la situación y se sentaba con toda tranquilidad en el sofá. El triunfo se reflejaba tanto en la cara como en su sonrisa y esta situación la hacia más grande. Yo, sin embargo, estaba muy contrariado y enfadado. Estaba llegando a la cima cuando por dos veces la muy zorra de Francesca me lo chafa. Pero, esto no iba a quedar así. No podía permitir que se salieran con la suya. Una se me iba y otra se me venía cuando me arme de valor y me lance a por ella. Con rapidez me abalance sobre ella, Introduciendo uno de mis brazos entre sus rodillas y el otro entre los riñones y el respaldo del sofá. La cogí en volandas y la pose sobre el tresillo. Sin dejarla respirar, la abrí de piernas y me introduje entre ella cogiendo la por los brazos y llevándoselos por encima de la cabeza. Mi cuerpo recorría toda la superficie del suyo salvo ambos troncos que se separaban progresivamente. De esta manera nuestras miradas se entre cruzaban y así yo podía dominar la situación para decirle mi opinión como así hice.

-¡Te creías muy lista! Creías que me tenías bajo tu control. Pues, no y vas a saber lo que es bueno. Por no dejarme disfrutar de tus amigas. Te voy a poseer aquí mismo delante de todos y si quieres puedes chillar todo lo que quieras para que te vean como te poseo.

A Francesca se le ilumino la cara y con sarcasmo me replico. –Vamos, gran macho, empálame como una puta. Me da igual. Pero, ten segura una cosa que si me domas aquí mismo. En la vida poseerás a mis amigas.

Mi semblante cambio, mis fuerzas disminuyeron bajo mínimo. La solté y con cara de pocos amigos me la quede mirando. Se incorporo y se me acerco a cuatro patas como una gata en celo. Besándome en la mejilla me dijo mientras su mano descendía por mi pecho y me masajeaba mis partes por encima de los pantalones.

-Me gustan los hombres decididos y a los que les gusta jugar. Sígueme y jamás me podrás olvidar.

Se levanto y me cogió de la mano para que me levantara. Accedí de muy buena gana poniéndome en pie, al llegar a su altura me rodeo el cuello con su brazo y me dijo al oído.

-Quiero que sigas siendo tú mismo y que aproveches la situación todo lo que puedas. Mi cuerpo Serra tu goce como el tuyo del mío. Relájate y déjate llevar por el camino del placer. Para poseer lo dones que dios nos ha dado.

Paro de hablar al notar como mis manos se quedaban pegadas en su trasero y jugueteaban con él. Su mirada se hizo más enérgica y una sonrisa picarona afloro en su rostro. Me guiño el ojo y me beso apasionadamente. Al principio mis labios estaban semi cerrados y se fueron abriendo a medida que su lengua se introducía en mi boca. Cada vez era un poco más hasta que por fin entro hasta la cocina. Fue algo maravilloso el tener su cuerpo junto al mío. Notar el oscilar de sus pechos contra mi pecho, la turgencia de sus glúteos contra mis manos y el rozar de su vientre contra mi miembro. Me hizo enloquecer y estuve en un tris de tumbarla sobre el sofá. Pero, en el momento que lo iba a hacer ella se despego y me dijo.

-Creo que no es el sitio apropiado para dejarnos llevar. Sígueme y disfrutaremos el uno del otro.

Me cogió de la mano y salimos de la sala en un abrir y cerrar de ojos. Llegamos al ascensor, lo llamo y mientras los esperábamos mi brazo la atrajo contra mi cuerpo y mi mano volvió a perderse entre sus nalgas. Ella me sonrió, se pego todo lo que pudo y se dejo llevar hasta que llega el ascensor. Entramos en él y al cerrarse las puertas la lujuria se apodero de nosotros. Francesca me arrincono contra una de las esquinas y se lanzo a comerme la boca con mucho ardor. Sus manos me sujetaban la cabeza mientras su lengua y su saliva se hacían dueñas de mi boca. Mis manos iban por libre recorriendo todo su cuerpo hasta que llegaron a su cintura. Estas a medida que seguían su descenso comenzaron a traer su cuerpo hacia el mío. Además, de que la iba subiendo el vestido para introducirla en su interior. Francesca, en lugar de alejarse, se iba pegando más y se dejaba hacer. Mis manos traspasaron la frontera y recorrieron los glúteos de principio a fin. Hasta que sonó el timbre del ascensor. Nos separamos, nos colocamos la ropa y nos apeamos como una pareja normal. Aunque nuestra calentura fuese mayor. Escrutamos el pasillo para comprobar que no había nadie y al haber comprobado que no lo había. Francesca y yo nos entrelazamos y fuimos caminando hasta la puerta del dormitorio. Al llegar, Francesca se adelanto y metió la tarjeta para abrir la puerta. Momento que aproveche para cogerla por la cintura, acércame todo lo que pude y comentarle mientras mis manos subían y la atrapaban sus pechos.

-Espero que este preparada para lo que te viene encima. Luego no protestes menina.

La llave hizo un ruido metálico que indicaba que estaba abierta. Francesca retiro la tarjeta, abrió la puerta y la lanzo hacia el interior. Avanzo hacia el interior de la habitación conmigo pegado a ella, tan pegado que podía sentir su respiración. Cerró la puerta al pasar y retrocedió hasta que mi espalda queda apoyada contra ella. Me retiro con sus manos las mías de sus pechos, se dio la vuelta y me dio un beso corto pero intenso. Me miro y me dijo susurrándome al oído.

-Bienvenido caballero a mi habitación y espero que disfrute el espectáculo que va a vivir.

Encendí la luz y vi a las dos mujeres que nos habían abandonado en la discoteca tumbadas en la cama. Una al lado de la otra. Francesca se adelanto y ambas chicas fueron al encuentro de ella. Las tres se saludaron con sendos besos en la boca. Se pusieron delante de mí y me las presento.

La primera que me presento fue a Carol, una rubia de media melena y lisa, media uno setenta. Iba vestida con un camisón de tirantes que dejaba vislumbrar la escasez de pecho. Además que apenas le tapaba el culito prieto y respingon que tapaba con la braga. Las piernas iban enfundadas en una medias negras que le llegaban a la mitad del muslo e iban sujetas mediante la goma elástica de estas. La segunda fue Ana que era morena de pelo largo y rizado, media uno sesenta e iba vestida con un body transparente que le dejaba al descubierto todos sus encantos. Tania unos pechos grandes y turgentes que bamboleaban a medida que se movía y el coño lo tenía rasurado. Cada una de las mujeres se colocaron halado de Francesca. Esta, por su parte, deslizo sus brazos por la cadera de estas y reposo sus manos al final de cada una. Me quede boquiabierto al contemplar la situación. Si Francesca estaba buena, las mujeres que la flanqueaban igual o mejor aun. Y, para colmo, las tres estaban en la misma habitación que yo. Mi cara debía de ser un poema porque las tres mujeres tenían una sonrisa de satisfacción en sus caras. Las tres mujeres se dieron la vuelta y vi como Francesca descendía su mano por el culo de ambas e introducía el dedo entre los glúteos de ambas. Ninguna de las dos mujeres rechistó, ni hicieron el amago de retirarlo, se dejaron hacer hasta que el dedo se introdujo por completo dentro de sus glúteos. Al llegar a la cama, Francesca las coloco a cuatro patas, se dio la vuelta mientras me decía.

-Están colocadas para su disfruté. Espero que las hagas gozar como yo lo haría. Son tuyas.

Francesca se fue retirando a medida que yo me aproximaba a las dos mujeres. Era un espectáculo maravilloso. El ver a dos mujeres con el culo en pompa para ti y tapado en cierta medida por un tanga de menos de cinco centímetros. Al llegar a la altura de Francesca, la bese en los labios y me quede mirando a las dos mujeres. Para mí era imposible decidirme por alguna. Porque ambos culos estaban de muerte. Así que lo primero que hice fue acariciarlos a los dos a la vez. Los recorrí por completo pero sin llegar a profundiza y llegue a la conclusión que era una perdida de tiempo y de goce porque no las podía satisfacer a la vez. Así que tome la decisión de ir una por una. Me decidí por Ana porque era la que más porción de cuerpo la había visto. Además de haberme gustado los melones que tenía y quería poseerlos de inmediato. Al estar de pie mi primera reacción fue sacármela para penetrarla sin dilación pero Francesca amarrándome de la mano y moviendo la cabeza me dijo que no. Me dio rabia que Francesca me cortara el rollo y sin darme cuenta la golpee en el culo. Me quede sorprendido al ver que Ana no se movía ni un milímetro. Si no que mantuvo la posición y soltó un gemido de gusto. Repetí el golpe y no solo respondió de la misma manera sino que el gemido fue más fuerte. Esto disparo mi adrenalina y me encendió el chip de la bravuconería. En lugar de acariciarla con mimo me lance a estilo salvaje. Mis manos le agarraban, le apretaban, le pellizcaban como autenticas posesas. Me dedicaba a escupir en el tanga tanto por delante como por detrás sin contemplaciones. Y esparcía la saliva con mis manos por toda la entre pierna. Ana disfrutaba como una enferma y no me daba tregua ninguna. Su culo cada vez iba mas para atrás y era más sensible a mis caricias. Llego a la cima de la excitación cuando la enganche del tanga y tire de el para arriba con delicadeza. Entonces, la parte delantera del tanga se fue transformando en un hilo que desapareció a través de los labios vaginales. Parecía que no llevase nada puesto. Al estirar del tanga, me permitió separarlo de su piel y poderlo apartar hacia un lado. De esta manera, pude juguetear con su ano. Escupí varias veces sobre para lubricarlo y esparcí la saliva con los dedos dándole un suave majase. Al notar que perdía humedad me lance a humedecer la superficie con mi lengua que recorrió toda la superficie con total impunidad. Al principio me dio un cierto resquemor el chuparla o besarla el culo pero al notar la rugosidad de su esfínter sobre mi lengua me excito de tal manera que me hizo enloquecer de placer. Una corriente de lujuria se apodero de mí y me transformo en una persona diferente. Ya no solo quería parparlo con la lengua sino que quería penetrarlo con la misma. Y, sin pensármelo dos veces, la abrir los glúteos todo lo que pude y la introduje la lengua. La primera vez solo metí la punta de la lengua pero después la introduje todo lo que pude. Fue indescriptible la sensación que me recorría todo el cuerpo y el sabor que poseía en mi boca. Eso me hizo enloquecer y disfrutar del ano en todas sus dimensiones. Estaba poseído y para mí ya no había otra cosa en este mundo nada más que disfrutar de ese ano. Hasta que una mano me adujo de aquel mundo paradisiaco. Al mirar hacia donde venía la mano me di cuenta que era la de Francesca que me decía.

-Venga campeón que ya he visto muy bien como has hecho disfrutar a Ana. Ahora quiero ver como lo haces con Carolina.

Al mirar hacia las dos mujeres vi como el ano de Ana rezumaba mi salpica y se deslizaba hacia su coño. Me acerque a ambas, le di dos cachetes en el culo de Ana y repartí la saliva por su culo y la que se deslizaba hacia su coño la aproveche para repartirla sobre los labios vaginales. Mi mano recorrió de arriba para abajo toda su superficie y sin darme cuenta fui introduciéndome cada vez más. Al principio, solo le abría los labios y con sus propios jugos le acariciaba el clítoris. Pero, al final, acabe por penetrarla. Mis dedos se deslizaron hasta donde los nudillos permitieron. Mantuve mi mano en su interior hasta que Ana comenzó a moverse. Como una niña tímida pero con decisión, se aparto hasta que casi tuvo fuera la uña y se lo introdujo de sopetón. Fue el sonido más agradable que he escuchado el golpear de mi carne contra la suya. Repitió el movimiento varias veces hasta que aumento su calor y sus jugos inundaron mi mano. Ahí aumento su frecuencia y bombeo se hizo más intenso. Mis dedos aparecían y desaparecían a una gran velocidad y sus gemidos se hicieron constantes. Yo, no hice nada en absoluto. Solo saque la mano de su coño cuando acabaron los espasmos de su orgasmo. Mi mano estaba anegada por sus jugos, la limpie con mi lengua y ataque sobre mi otra presa

Carolina por su parte era otra cosa. Al llevar puesto esa especie de camisón de tirantes dejaba solo descubierto el culo por su parte frontal. Al ponerme frente a ella, la levante el camisón y pude ver su culo en toda su expresión. Engañaba mucho al verlo cubierto por el camisón. Pero, poseía un algo especial, al estar semi tapado. El morbo de percibirlo y no poderlo ver. Mis manos se posaron sobre sus bragas y el tacto del nailon me hizo enloquecer. La acaricie toda su superficie con suavidad, poniendo mas esmero sobre la raja de los dos glúteos y su coño. Mi sed de sexo fue en aumento y sin pensármelo dos veces la agarre por la cintura y simule como la penetraba. La embestí y frote mi paquete hasta que Francesca me volvió a dar otro toque de atención. Entonces me apoye el tronco contra su espalda, deslice mis manos por el suyo hasta que acaricie sus peras. Y volví a restregarme como un animal desoyendo la advertencia de Francesca. Esta me agarro por el pelo y dándome un estirón fuerte me levanto de la cama y me obligo a que me arrodillara delante de ella. Hizo el ademán de golpearme la cara pero en el último momento se freno diciéndome.

-Sé un niño bueno y acata las órdenes. Solo tú serás capaz para librarte del castigo. Y óyeme bien antes de seguir, solo haré contigo lo que tú hagas con los demás.

Me acaricio la cara y me dejo proseguir. Levante la vista y vi como se alejaba de donde estaba. Como un rayo concentre toda mi atención sobre Carolina como un animal en celo me lance sobre ella y comencé mi asedio. La verdad era que la visión que tenía desde arriba era magnifica pero la que tenía ahora era sublime. Y fue mejorando a medida que fui introduciendo mi cabeza entre las piernas de esta. Al tumbarme sobre la cama vi de otra manera la situación. No solo que el culo dominaba el entorno sino que el coño, el vientre e incluso si me apuras hasta los pechos. De esta forma la limpieza de bajos iba a ser mayor. Mis ojos no sabían dónde posarse porque donde mirasen siempre descubrían algo nuevo. Sin embargo, mis manos estaban en su salsa al anda a su libre albedrío. Tan pronto estaban encaramadas en sus pechos como se perdían entre los confines de sus piernas. Mi excitación era mayúscula y mi pene estaba dentro de una prisión luchando por liberarse. Pero, esto no lo podía cambiar al tenerme que someter a sus reglas. Así que como un loco, me lance a comerme sus pechos. Mi boca y mi lengua recorrían largas distancia para poder probar el delicioso néctar de sus pezones. Primero, a través de su ropa. Pero, al final, sacándolos del envoltorio. Sus pechos eran dos peras maduras que colgaban del árbol para que yo la disfrutase. Una vez que me sacie de este manjar fui descendiendo por su vientre hasta que llegue al ombligo. El oasis más bonito que un viajero se pudiera encontrar en medio del desierto. Me colmo más de deseo que otros lugares que alguna vez hayamos visitado. Le regale todas mis atenciones y este se hizo deliciosamente escurridizo. Se reblandecía o se endurecía al ritmo que le daba mis caricias. Me hubiera quedado toda la vida si no hubiese estado tan cerca del monte de venus que apareció de improviso. Solo basto una mirada furtiva para verle aparecer allí. Dibujado sobre el horizonte mis manos volaron hacia él y se fundieron en él. Pronto la humedad hizo presencia en él y mi boca se lanzo a fundirse con ella. Mi lengua recorría toda su extensión dejando un surco tras de si. Llego un momento que no se sabía que eran jugos y que era saliva. Solo se veía una tremenda humedad. Salí de la cueva, la abrí las piernas y la quite las bragas. Y casi me caigo al suelo redondo al ver lo que estaba viendo. Carolina tenía uno de los mejores culos y el coño más bonito que había visto. Esto volvió a aumentar mi lujuria y al tener en las manos las bragas. Me dedique a frotarle el coño y el culo con ellas. Cuando acabe las olí, las lamí, se las tire a Francesca para se quedara con ellas y me volví a introducir entre las piernas de Carolina. Me dedique en cuerpo y alma a lamerla el coño y a penetrárselo. Primero un dedo, luego dos y acabe metiendole tres hasta el fondo. Carolina disfrutaba de lo lindo cada vez que le introducía los dedos dentro de la vagina. Su cadera oscilaba de arriba para abajo y sus gemidos eran audibles. De vez en cuando paraba cuando llegaba al estadio máximo, le sacaba los dedos y me dedicaba a masajearle el ano. Su disfrute fue máximo hasta que note que mi picha quedaba libre. Salto como un resorte al quitarme los pantalones y los calzoncillos. Seguí con mi trabajo hasta que note que entraba en algo cálido y húmedo. Al principio, la cabeza se me fue y fui dominado por la lujuria. Pero, después, se me despeja la cabeza y comprendí que me las estaban mamando. Note el suave deslizar de la lengua sobre el pene y como la saliva se deslizaba a través de él y se perdía por entre los huevos. Me abrace a Carolina y la mordisquee los labios mientras la boca subía y bajaba como una posesa. Le dije que se quitara y cual fue mi sorpresa al ver que la que me estaba mamando la polla era la propia Francesca. Se la saco de la boca teniéndola firmemente agarrada por los huevos. Esta quedaba en perpendicular no solo por la tremenda erección sino por que sobresalía entre el dedo corazón y anular. De esta manera, la podía mamar, chupar y escupir con toda facilidad. La polla estuvo de esta manera hasta que se canso. Luego la cogió como si fuera un micro por encima de los huevos. Recorrió toda la extensión de la misma con la lengua, aprisiono el capullo entre los dientes y con ella en la cara mientras me decía.

-Posees la polla más rica del mundo. Pero, aun no esta preparada para mis mejores deseos. Haz disfrutar a mis amigas como unas perras y follatelas a tu antojo. Y demuéstrame que eres digno de entrar en mi harem.

Se levanto y se quedo apoyada en la pared mirando hacia la cama. Me puse en pie para seguirla pero ella me lo negó moviendo las manos. Me di la vuelta y vi que las dos mujeres estaban tumbadas sobre la cama y según me iba acercando se levantaron y se acercaron al borde de la cama. Me quede de pie en medio de ambas enseñándolas mi pene erecto. Ambas mujeres se fueron acercando paulatinamente mientras me veían como me pajeaban. Estuvieron así hasta que concluí de pajearme y deje el pene erecto en medio de ellas. Ninguna de ellas daba el primer paso hasta que las ayude con mis manos sobre sus cabezas. No opusieron resistencia, ni las obligue, si no que al sentir la presión de mis manos se lanzaron sobre ella. Sus bocas llegaron a la vez y siguieron el mismo recorrido. Desde los huevos hasta el glande y luego se besaron con mi glande en medio. Fue maravilloso notar el intercambio de saliva y de las lenguas luchando por entrar en la boca de la contraria. Mi erección aumenta al ser participe de este intercambio. Nada mas finalizar, se fueron turnando para introducírsela en la boca. Mi polla era como una peonza que iba de boca en boca perforándolas hasta la campanilla. Todo siguió igual hasta que me centre en Ana. La sujete de la cabeza y comencé a follarme su boca sin compasión. No iba a un ritmo constante si no que lo variaba de vez en cuando. Lo mismo que la profundidad de penetración que oscilaba unas veces más dentro que otras. Una de las veces cuando tenía la polla dentro de su boca. Carolina aprovecha el momento para chuparme el culo. Esto me enloqueció el notar como sus labios y su lengua jugueteaban con mi recto y como su saliva era esparcida por su mano hasta los huevos. Sentí tanto placer que casi me corro en la boca de Ana. Así que tuve que parar y retirar a Carolina de mi recto. Esto hizo que mi excitación remitiera un poco y me recuperara un poco. Me levante de la cama, observe a las dos mujeres y volví a la faena. Cogí a Ana por las piernas, la arrastre hacia mí y abriéndola todo lo que pude. Se la clave hasta el fondo. Sus ojos se abrieron como platos, la cara se le empezó a poner roja y un leve gemido se le escapo entre dientes. La fui dando embestidas duras y lentas mientras la iba levantando las piernas hasta que sus rodillas quedaron a la altura de mi pecho. Se la metí hasta el fondo y me fui echando sobre ella hasta que mis labios se fundieron con los de ella. Al irme retirando sus ojos desprendían un brillo especial y su cara era el fiel retrato de la lujuria. Nuestros ojos se fundieron en uno solo mientras me la follaba. MiI polla entraba y salía de su cueva como un martillo neumático golpeando con una precisión milimétrica. Mi autoestima y mi frenesí iban en aumento en la medida que aumentaban sus gemidos. A Ana le era imposible el mantener los ojos abiertos, de mantener las manos quietas y de mordisquearse el labio. Casi estuve a punto de correrme al notar los espasmos del orgasmo. Note como oscilaba su cadera y se le contraían los músculos pélvicos. Fue maravilloso el mantenerla dentro. Al concluir se la saque, la acaricié los pechos, la bese y me fui contra Carolina. Que estaba sentada a los pies de la cama observando la situación y masturbándose. Al verme se tumbo boca arriba y fue al encuentro de mi polla. Yo me deje hacer y Carolina tomo el control de la situación. Paseo su lengua por mi pene sin dejar un solo rincón, fue descendiendo por los huevos hasta que llego al ano. Allí me volvió a aplicar el masaje que me había hecho con anterioridad pero esta vez con más calma. Su lengua se afano en humedecerlo, en acariciarlo y hasta en penetrarlo. Una sensación nueva me abordo y me desestabilizo. En lugar de perder firmeza en el miembro este reacciono como si tal cosa poniéndose mas dura que de costumbre. Perdí la noción del tiempo mientras me lo estuvo chupando y solo fui consciente de la situación cuando volví a sentir mi polla en su boca. Carolina se agarraba a mi culo y se tragaba mi polla hasta los huevos levantando la cabeza. Aproveche una de las veces que descendía para tumbarme sobre ella y follarle la boca. Carolina la abrió todo lo que pudo y me siguió el juego. Se la saque de la boca, la golpee con ella y se la restregué por toda la cara. Su cara reflejaba satisfacción de ser golpeada con un miembro. Me fui apartando para admirarla más detenidamente y ahora me daba más morbo que antes. Al verla con toda la cara cubierta de saliva y la sonrisa picarona que tenía. La puse boca abajo abriéndola las piernas todo lo que pude. Vi como se abría su coño y el culo. La escupí entre los glúteos y esparcí la saliva con la mano. Tanto el culo como el coño desprendían un calor muy especial y me ordenaban que los tomase. Mi primera impresión fue la de meterla en el coño pero en el último momento cambie de opinión y se la metí por el culo. La fui acercando a la entrada de su ano con lentitud. Pose mi glande contra su esfínter sin hacer fuerza. Luego empecé a hacer un poco de fuerza. Al principio el esfínter se resistió pero poco a poco fue cediendo y cada vez me dejaba llegar más lejos. Primero la punta, el glande, un poco mas del glande, media polla, tres cuartos de polla y por último la polla entera. Al tenerla dentro me tumbe sobre ella y apoye mi cara en su hombro. Su cuerpo estaba totalmente empapado y su respiración era entrecortada. La cara estaba roja y gemía con debilidad. La bese en el cuello y la empecé a follar con delicadeza sin movimientos bruscos y sin sacársela del culo. A partir de ahí sus gemidos se hicieron más fuertes y constante, y a la vez más rico para mí. Que reforzaban mi posición. Al cansarme de estar en esa posición, me fui levantando con la polla metida en su recto. La ayude a levantarse deslizando mis brazos por sus caderas. Cuando estaba a mi altura la agarre del pelo y la fui levantando la cabeza hasta la altura de la cadera. Así es como la volví a sodomizar pero esta vez sin compasión. Mis embestidas eran más fuertes y constantes, y de vez en cuando, se me salí de su culo y se la tenía que volver a meter. Ya no gemía si no que gritaba en una mezcla de placer y dolor. Entre gritos fui apoyando mi vientre contra su espalda, deslice mis manos sobre sus pechos y la levante con migo hasta que quedamos derechos. Seguí así hasta que una mano me golpeo el culo, gire la cabeza y vi que Francesca estaba al lado mío diciéndome.

-¡Ya esta bien! Deja a un lado de estas mariconadas porque ha llegado el momento de la traca final. Chicas, gracias.

Sin darme cuenta Carolina ya se había sacado mi polla de su culo y se había alejado de la cama junto con Ana. Ambas mujeres estaban apoyadas contra la pared mirando la situación. Volví a mirar a Francesca y esta me beso apasionadamente mientras me hacia caer junto con ella a la cama. Trate de zafarme de ella para follarmela a gusto. Pero, ella no me deja negándolo con la cabeza. Me deje llevar y sin recomendarse a Dios, ni al diablo se introdujo mi polla en su vagina. Cabalgo sobre mí como una autentica posesa mientras sus uñas aprisionaban mis pectorales. No sé que me dio pero perdí la cordura de tal manera que solo recuerdo que me desperté sobre la cama yo solo. La habitación estaba desierta y no había rastro de las mujeres de la noche anterior. Fue, algo descorazonador, el darse cuenta de que has pasado una buena noche pero ha sido todo ficticio. La registre de arriba para abajo por si había algún rastro de ellas pero no había ninguno. Me vestí y con añoranza abandone la habitación con cierta nostalgia, a la vez, que melancolía. No por la situación vivida sino por no recordar nada. Eso solo podía ser debido por una cosa los efectos del alcohol. Pero, mi cuerpo no albergaba ningún tipo de resaca. Del mismo modo que entre salí de la habitación y me dirigí al ascensor. Por el camino iba enfrascado en mis pensamientos cuando una voz me saco de mi ensimismamiento. Me di la vuelta al reconocer ese timbre de voz y cual fue mi sorpresa al ver allí parados y con una sonrisa de oreja a oreja a Mar y a Mario. Mi semblante pasa de la alegría al fracaso y casi sin mirarlos les pregunte.

-¿Qué decís? Iba metido en mi mundo y no sé lo que me estabais diciendo ¿Me lo podéis repetir?

-¿Qué tal has pasado la noche, campeón? Te veo algo pálido como si no hubieras dormido.

-Déjame en paz, Mario. Y, además, a vosotros que os importa si he dormido o no

-Sí, sí. A otro tonto con ese cuento. Si hubieras dormido no nos contestarías de esta manera.

-Vale, Mar. ¡Vete a la mierda con tu novio!

-Astolfi no es necesario que seas borde. Solo queremos saber si triunfantes anoche. Solo eso.

-Os lo diré vuestras altezas. ¡No me acuerdo! ¡Vale! ¡Y tampoco sé si he dormido! Si me disculpáis tengo que volver a la habitación.

-A coger la memoria que la tienes ida.

Me contesto Mar riéndose al igual que el imbecil de Mario mientras me volvía hacia la habitación. Fue la excusa perfecta para deshacerme de ellos. Los muy pelmazos no tendrían otra cosa que hacer que joderme la mañana. Con lo bien que me había levantado. Me los tengo que encontrar por el pasillo para darme la brasa. Menos mal que uno tiene escuela y salí airoso de los atolladeros. Al pararme delante de la puerta de la habitación rebusque por entre lo bolsillo para buscar la llave. Y, por más, que miraba no aparecía. En cambio, tenía un sobre en el bolsillo del pantalón. Me extraño tenerlo por que no recordaba haberme guardado ninguno y estaba seguro que hay debería de estar la cartera. Lo saque, lo abrí y cual fue mi sorpresa que en su interior había dinero y una nota. Un recuerdo apareció en mi mente y fue la cara de Francesca. Me emocione y con premura leí el contenido de la nota que decía así:

"Lo siento mucho por no esperar a que te despertaras. Pero, tengo negocios que atender. Aquí te dejo el dinero para que vayas a reunirte conmigo a la dirección abajo indicada. Espero verte hoy. Anoche lo pase de miedo. P.D. Por si cambias de idea, tengo tu cartera."

No me importo lo mas mínimo que me hubiera cogido la cartera para obligarme a ir. Hubiera ido de todas formas para saber que fue lo que la hice. Lo que más me gusto fue la forma tan sutil para obligarme a ir. Me sentía halagado y, a la vez, un poco contrariado. Por no saber el juego que se traía entre manos Francesca. Y, sin aguardar un instante más, salí del hotel y me encamine hacia la dirección que me indicaba.

Al motarme en el taxi el trayecto se me hizo inmenso. Pero, a la vez, llevadero por no quitarme de la cabeza a Francesca. Estaba muy ilusionado con volverla a ver. No me di cuenta ni por donde iba, ni el día que hacia hasta que me apee del taxi. Al poner el pie en la calle un sol radiante y caluroso me golpeo en la cara devolviéndome a la realidad. Le pague al taxista y cuando se marcho vi que estaba delante de un chalet. Pero, era el único chalet que había en la calle. Exceptuando el que había al final de la calle que casi no se le distinguía. Me quede maravillado al verlo. Un chalet de cuatro plantas de paredes rusticas y un jardín inmenso. La primera impresión fue tocar al telefonillo pero al apoyarme en la puerta esta cedió y se abrió de par en par. Con tranquilidad y un poco de nervios entre en el jardín cerrando la puerta. La casa por fuera se veía inmensa pero por dentro tendría que ser aun mayor. Toda la finca estaba vallada y tenía una barrera de alizonica que la bordeaban por completo. Estas no permitían que ninguna mirada indiscreta penetrase en la casa. Rodee la casa por el jardín que poseía un manto verde de césped que desprendía el frescor de estar recién cortado. Según me iba internando en la propiedad empecé a vislumbra el reflejo del agua en la piscina que no era muy grande. Solo servía para refrescarse en este tiempo. Mis ojos me dolían mucho al no saber donde debía de mirar porque los pusiera donde los pusiera siempre me quedaba extasiado. Al bordearla casi por completo, pude ver que el jardín trasero era inmenso. Estaba sin palabras de tanta belleza que había allí dentro. Solo me saco del ensoñamiento una voz que no sabía donde estaba. Hasta que me di cuenta de la mujer que estaba tumbada al sol. Con tranquilidad me acerque a ella y me puse mirándola tapándola el sol. Ella no me quitaba ojo a través de sus gafas de sol y al estar tumbada boca abajo sobre la hamaca. Al llegar a su altura me pregunto.

-¿Eres el amigo de Francesca? –respondiéndola con un movimiento de cabeza. –En cantada, soy Zoraida. –Añadió mientras se levantaba.

Me quede sin palabras al ver el cuerpo que tenía esa mujer. Llevaba puesto un bikini de dos piezas en azul claro. La parte de arriba le tapaba en parte su abultado pecho pero al ser transparente la parte delantera. Dejaba a la vista sus pezones. Sin embargo la parte de abajo era grande y bastante ceñida. Lo que le marcaba sus labios vaginales. El color del bikini le acentuaba el moreno que tenía en la piel. Me parecía mentira que Francesca solo tuviera amigas de ese estilo. Y no hubiera ninguna fea dentro de la colección. En el fondo me caía bien la muy jodida. Zoraida me sonrió al ver la cara que había puesto según se levantaba, se levanto las gafas dejado al descubiertos esos ojos azules grisáceo que poseía y me dio dos besos. Se dio la vuelta y se volvió a tumbar boca abajo. Casi me desmayo al verla los cuartos traseros. Si lo de delante estaba bueno lo de atrás era mejor. Me tuve que calmar y sentarme para que no se me notara mucho. Aunque creo que Zoraida se dio cuenta que mi mirada se había centrado en el culo tan bonito que tenía y por la poca tela que lo tapaba. Y, sin dejarme respirar me dijo.

-Siento tener que decirte que Francesca se ha tenido que ir a realizar una serie de gestiones. Pero, me ha dejado a mí para que te haga compañía, para disculparme en su nombre y para servirte en lo que mandes. Y, también, me ha dicho que esta noche os reuniréis en su casa de Madrid a la que te llevare.

-De acuerdo, Zoraida. ¿Pero, se puede saber que haremos hasta entonces?

-No sé tú pero yo voy a tomar el sol todo el día.

-Pues mira que bien. Que día más bonito me espera. Pero, en fin, si no hay otra cosa me tumbare a tu lado.

Me levante, me senté en la hamaca de al lado y cuando me iba a tumbar Zoraida me interrumpió diciéndome lo siguiente.

-Guapetón, antes de que te sientes puedes ser tan amable de darme un poco de crema para que no me queme.

-Con mucho gusto, pero en lugar de llamarme guapetón. Llámame por mi nombre que es Astolfi.

La cogí el bote de crema protector de su mano y me puse se rodillas al lado de su tumbona. Mis ojos hacían chiripitas al verla el cuerpazo que tenía delante de mí. El calor era insoportable no solo por la solana que me estaba dando sino por la temperatura corporal que se disparaba por momentos. Todo concluyo con un empalme de campeonato al ver como se limpiaba las manos acariciándose los glúteos, se desabrochando la parte de arriba del bikini y coloca los brazo como almohada para apoyar la cabeza. Todo era perfecto salvo un detalle que Zoraida no había retirado lo que unía la parte superior del bikini. Con sumo cuidado retire la primera parte y cuando iba a retirar la segunda. La que ya había retirado volvió a su sitio. Esto me contrario un poco hasta que lo cogí y se lo introduje entre el sujetador y el pecho. Zoraida ni rechisto al notar como introduje mi mano y le toque el pecho sin reparo. Esto me altero un poco más y mi adrenalina se disparo hacia cotas insospechadas. Después de haber despejado la espalda comencé la operación. Disparando un chorro de crema por su espalda. Zoraida dio un respingo al notar el frescor de la crema al chozar contra su espalda. Y, de inmediato, me puse a extenderla masajeándola la espalda y haciendo breves incursiones por los hombros, el cuello y, de vez en cuando, los laterales incluyendo los pechos. Zoraida ni rechisto siguió tumbada, dejándose hacer y esto me permitió ir mas allá. Volví a coger el tubo de crema y esta vez se lo aplique sobre los glúteos y las piernas. Le fui extendiendo la crema sobre sus glúteos sin profundizar y bajando la pierna hasta que llegaba a los pies. Repetí varias veces la correría para que me dejara hacer. Pero, una de la veces que subía la mano la deslice entre la pierna y la fui subiendo entre sus glúteos hasta que acabaron. Hay me detuve y se los masajee de nuevo pero esta vez mis manos se introducían entre sus glúteos. Pare cuando Zoraida se dio la vuelta diciéndome.

-Ya esta bien de darme crema en la parte trasera. Creo que tengo más piel en la parte delantera.

Zoraida se tumbo boca arriba a poyando su cabeza sobre sus brazos y dejando las piernas semi abiertas. No sabía que hacer si seguir o darme la vuelta y largarme a mi casa. Pero, como ella me había invitado a darle crema no la iba a hacer ese feo. Así que me aproxime e iba a darla crema cuando me paso lo mismo. Pero esta vez lo que me molestaba era toda la parte de arriba. Así que con tranquilidad y algo de colaboración por su parte se lo retire, dejando al aire sus pechos. Dos enormes pechos que se escapan por entre mis dedos y que serían perfectos para hacer una cubana. Lance un chorro de crema en el canalillo y fue como una bomba de relojería. Porque su pecho se endurecieron y sus pezones salieron disparados a recibirme. Fue un placer y un grato honor el poder aplicarle la crema sobre sus pechos. Enloquecí solo al notar la firmeza y la suave textura de ambos senos. Y la facilidad con la que mis manos podían recorrerlos por la lubricación de la crema. Con lentitud le fui extendiendo la crema por todo el vientre hasta que llegue al principio de la braga del bikini. Hay me retuve un poco al no querer despedirme con tanta facilidad del mejor manjar que son los pechos. Me despedí de ellos diciéndoles hasta luego y con un leve apretón. De ahí descendí hasta la braga. Me pare y me entretuve extendiendo la crema sobre su vientre como si tal cosa. Pero, de improviso, hice una pequeña incursión sobre terreno enemigo. Deslice mi mano con premura sobre la braga acariciándola toda su extensión hasta que le dibuje los labios vaginales sobre ella. De allí volví a subir con rapidez. Espere un poco y vi que Zoraida no me decía nada. Eso me indico que las hostilidades aun no habían comenzado. Me envalentone y mande un grueso de mis efectivos sobre territorio enemigos. Pero, esta vez, no para hacer una breve parada. Si no para tratar de tomar posesión del monte. Mi mano volvió a discurrir sobre su braga pero esta vez se centro en el coño. Se lo sobe hasta la saciedad, recorriéndolo de punta a punta, introduciendo mis dedos tanto en su interior como entre sus glúteos lo que me permitía su fina tela. Zoraida casi no reaccionaba. Solo aumento su frecuencia respiratoria y comenzó a entreabrir las piernas. Mi mente fue relegada a un segundo plano y mi polla tomo el control de la situación. Marco el principio y el fin de mi estado y me dio las fuerzas necesarias para cruzar la frontera de introducir mi mano entre su braga. Fue chocante el tocar su coño rasurado y suave. Eso me excito sobre manera y provoco que aumentara mi temperatura corporal hasta máximos aun no descritos. El sudor me recorría toda la espalda y me empapaba tanto la camisa como los pantalones. Mi pulso se acelero y se mantuvo más firme que de costumbre lo que me concedió aun más precisión en mis trabajos manuales. Mi mano tomo posesión del terreno con una facilidad espasmosa y lo reconoció de arriba para abajo y viceversa. Dando libertad a los dedos para explorar cualquier oquedad. Fue un disfrute mutuo al permitirme Zoraida que mis dedos entrasen en su raja con total libertad, que los frotase contra su clítoris y que la masajeara el ano. Todo concluyo al llegar Zoraida al orgasmo que fue acojonante el sentir como sus músculos se contraían con mis dedos en su interior. Zoraida se incorporo cerrando las piernas con la respiración alterada y gimiendo como una loca. Me saco la mano de su conejito y se tiro de cabeza a la piscina. Yo me quedo sentado observando como se refrescaba en la piscina mientras recogía sus fluidos con la lengua de mi mano. Creía que al chuparme la mano la excitación disminuiría pero fue casi al contrario me la aumento mas todavía. Y fue peor cuando la vi salir de la piscina con solo la parte de abajo del bikini, con sus domingas al aire y como las gotas de agua recorrían toda su figura. Era la sensación mas agradable y placentera que había tenido desde hacia tiempo. No sé que cara tendría o por lo empalmado que estaba que al acercase Zoraida me dijo.

-Astolfi creo que te convendría que te duchases antes de salir a comer porque tienes una pinta horrible.

-No creo que necesite una ducha precisamente ahora, ¿no crees?

La conteste mientras me ponía en pie, dejando al descubierto mi gran empalme. La cara de Zoraida cambio de la satisfacción al asombro, sin poder controlar su mirada que se centraba en el bulto que tenía dentro de mis pantalones y con una voz entre cortada me repitió.

-Insisto Astolfi y ahora mas que nunca que necesitas una ducha bien fría, para bajarte el calor.

Sin hacerle caso a sus palabras me fui acercando a ella. Rodeándola para poder captar como sus ojos me perseguían como un alma en pena hasta que me coloque a su espalda. Ahí volví avanzar hacia ella hasta que nuestros cuerpos se fundieron en uno solo, Mi mano se posaron en su cuerpo acariciándola los señor, el vientre hasta que se hundieron raja mientras mis labios se comieron su pescuezo. Zoraida al principio se sobresalto pero al notar la suavidad de mis caricias se dejo llevar presa del desenfreno. Con suma destreza me hice con el control de la situación u conseguí llevar a Zoraida al terreno donde yo quería. Como un gran bailarín la fui aproximando hasta la hamaca donde la tumbe y me aleje para poderla verla mejor. Su cuerpo desprendía un vigor y una fuerza especial que te llamaba para que lo poseyeras sin control. Su mirada poseía un brillo especial que traspasaba cualquier tipo de pasión llegando a la lujuria. Me fui desnudando a medida que me iba acercando hasta que solo me deje el bóxer que me retenía la tremenda hinchazón que tenía. Zoraida por su parte se fue ahuecando y cruzando las piernas a medida que me iba acercando a la hamaca. Su mirada paso de recorrerme todo el cuerpo a solo centrarse en mi paquete. Desprendiendo un calor inusual. Además de poderme traspasar el cuerpo por completo. Su boca no paraba se abría y se cerraba, se mojaba los labios, se los mordisqueaba incluso se chupaba los dedos. Sus manos tenían vida propia tan pronto se estaban mesando el cabello, como se chupaba los dedos, como se acariciaba los pechos o se masturbaba como una posesa. La visión era muy excitante, a la vez, que enfermiza. El ver como esa diosa se toquetea al verte. Cuando llegue a su altura Zoraida se lanzo como una loca para quitarme el bóxer. Pero, la retuve con mis manos y con palabras amistosa.

-No seas impaciente mi reina que vas a disfrutar de tu manjar. Pero, si lo quieres liberar con la boca el bóxer has de bajar.

Zoraida me sorprendió, al dar por hecho que iba a desistir. En lugar de eso, su mirada se volvió más lujuriosa y ardía en deseos por ver mi polla en libertad. Y una sonrisa picarona afloro en su rostro cuando sus manos se posaron sobre mi paquete y comenzaron a acariciarlo. Rápidamente intente atrapar sus manos pero fue en vano. Porque el rostro de Zoraida se había interpuesto en mi camino. Lo tenía todo calculado para impedirme que la quitara las manos, al empezar sus trabajos de succión. Mi cuerpo se estremeció al notar la suave presión de sus labios sobre mi miembro. Como su lengua y su boca recorrían toda su extensión mojando el bóxer de saliva. Sus manos masajeaban los huevos y escabulléndose para acariciarme el culo. Sus dedos se introducían entre mis glúteos recorriéndolo de arriba para abajo. Notando como sus dientes mordisqueaban el glande y daban suaves tirones del bóxer para soltarlo a cierta distancia. Era algo indescriptible el poder dominar tanto placer que estaba recibiendo. Mi cabeza ya no regia ni una sola idea solo quería poseerla como un animal. Estaba llegando al culmen cuando ella se alejo la cabeza y comenzó a escupirme sobe el bóxer. Los primeros acertaron en la polla pero los últimos fueron a para al ombligo. Con tranquilidad Zoraida fue esparciendo los salivazos del bóxer par que se fundieran por el. Y, después, subió para quitármelos del vientre dándome un suave masaje. Por encima y por debajo del ombligo, por encima y por debajo de la goma de los bóxer. Hasta que con un rápido y suave movimiento de manos me bajo el bóxer hasta los tobillos dejando libre mi miembro. Se quedo petrificada al ver como mi polla se erguía al quedar libre de su prisión. Quedándose parada a un centímetro de su voz. Ella no supo reaccionar pero yo me aproveche de la situación abalanzándome sobre ella mientras la decía.

-Zoraida, querida, has roto las reglas y te voy a tener que castigar.

Zoraida intento responderme pero no la deje al introducirle mi miembro en la boca mientras la abría. Al principio opuso resistencia golpeándome con su mano abierta en los glúteos. Pero, luego, fue cediendo a medida que se la iba sacando de la boca. Sus golpes se volvieron caricias y al tener su boca libre con una mirada de lasciva me grito.

-¡Follame como la puta que soy! ¡Tápame todos mis agujeros con tu picha y rellénalos con tu leche rica! ¡Quiero sentirme sucia, que me destroces el cuerpo y sentir como tu polla me desgarra el interior! ¡Cabronazo, soy tu perra más fiel!

-Como tú desees mi gatita.

Y sin darle tiempo a reaccionar le metí la picha hasta la garganta comenzando mi obra de sometimiento. Su respiración se hizo forzada al tenerla que alternar con el entrar y salir de mi polla en su boca. La fricción era mínima porque su saliva rebosaba por su boca, mi polla y por los huevos. Mi placer fue mayor al sentir como sus manos me acariciaban los huevos y el culo. Podría haberme pasado toda la vida follandome esa boca. Pero, se la saque de improviso retirándosela de su alcance para poder visitar lugares más exóticos. Y, según me iba retirando mas morbo me iba dando Zoraida. Al ver como la saliva descendía por las barbilla y colgaba de esta hasta que se precipitaba contra el pecho. Ella el lugar de retirársela me miro pidiéndome con la mirada que no se la quitara su premio. Y yo de muy buenas maneras le decía.

-Preciosa, no cojas ansias que aun no ha llegado la traca final.

Zoraida me miro extrañada mientras me iba alejando de ella y no me había alejado ni un metro. Cuando Zoraida se levanto y se lanzo en persecución de mi polla. Menos mal que estuve rápida para retener su acometida sujetándola por los hombros, levantándola en volandas mientras la llevaba hacia la hamaca. Zoraida rodeo mi cuello con sus brazos y me dirigió la mirada más tierna y complaciente que había recibido en mi vida. Sus ojos me enternecieron de tal manera que estuve en un tris de dejarme convencer y dejar que ella cumpliera su objetivo. Pero, esta vez mantuve la cabeza fría y la tumbe con delicadeza sobre la hamaca. Su cara se reflejaba la satisfacción al creer que la iba a follar otra vez por su boca. Su expresión fue cambiando a medida que descendí hacia sus pies. Al sentarme junto a sus pies, Zoraida en cogió las piernas y las cerro para no permitirme llegar hasta su preciado botín. En lugar de ceder en mi empeño por su oposición. Me dio mas fuerzas y ganas de poseerla y en lugar de intentar forzar la situación. Tome el mejor camino que es la sutileza y la amabilidad. Porque lo único que tenía a mano eran su delicados pies. Así que comencé acariciando sus pies. Zoraida, en vez de aflojar en mis caricias. Se hizo más fuerte y menos compasiva. Hasta que mis besos, mis caricias y mi lametones se hicieron mas intensos. No solo en sus pies, en sus espinillas, en sus rodillas, si no en todos los sitios que mi boca o lengua podían pasar. Esto desestabilizo sus fuerzas y me permitió estirarle las piernas y abrirse las para ver el tesoro que guardaba entre sus piernas. La visión fue lo mejor del mundo el ver como se dibujaban sus labios sobre la tela y me llamaban para que se los comiera. Como un alma en pena me lance como un loco sobre ellos y sin importarme la tela que había entre nosotros se los chupe como si la vida me fuera en ello. Fue maravilloso al notar como sus manos me retenían la cabeza para que no me escapase, como sus piernas se cerraban y se abrían sobre mi cabeza y como su cadera oscilaba al notar mis caricias. No aguante mucho la presión sobre mi cabeza y el solo darle el placer con mis labios. Así que en un descuido me zafe de sus manos y me tumbe sobre ella mientras la decía.

Cariño acabas de comprar todos los números para ser la espectadora principal para ver la traca final.

La cara se le ilumino cuando las quite la parte de abajo del bikini y la lance a la piscina. Sus ojos se abrieron como platos y soltó un suave gemido al notar como mi polla entraba hasta el fondo de su vagina. Así la tuve durante unos segundos, hasta que comencé la faena primero suave y después mas energía. Estuve sometiéndola tumbada hasta que su cara se puso como un tomate. Ahí fue cuando se la saque la puse a cuatro patas y se la volví a clavar sin miramientos. Empecé a bombear teniéndola sujeta por las caderas. Después mis manos la engancharon del pelo y la fui levantando hasta que su espalda descanso sobre mi pecho. Así mis manos tenían la libertad para acariciarla todas las partes de su cuerpo. En ese momento me tuve que parar y sacársela porque me iba a correr en su interior. Pero, yo no quería correrme en su coño. Mi leche si que iba a quedar en su interior pero no en el de su vagina, si no en el interior de su boca. Así que sin miramientos la arrodillé y la folle la boca como un loco. Mi polla entraba y salí como un objeto poseído y mis huevos rebotaban sobre su barbilla. En el mejor momento mi músculos se contrajeron y mi leche inundo toda su boca escapándosele entre la comisura de su boca. No se la saque hasta que la erección había remitido. Entonces Zoraida se escupió en los pechos y se la restregó por los mismos. Nos besemos y abrazados entremos en la casa para asearnos. Zoraida me dejo el baño de abajo para que me duchara y me aseare mientras ella iba al de arriba para asearse. Se lo tomo con tranquilidad porque a mi me dio el tiempo suficiente como para sentarme a tomar el sol y quedarme dormido. Solo me di cuenta de que había vuelto cuando me despertó dándome un beso. Fue algo bellísimo el verla vestida de calle. Aun ganaba mucho mas que desnuda aunque la prefería de la otra forma. Iba vestida con una falda larga morada con una camiseta de tirantes del mismo color escotada que le hacia un pecho muy bonito y calzaba unas sandalias que solo iban sujetas entre el dedo pulgar y el meñique. Nos besamos y fuimos a comer fuera. La tarde a un fue mejor que la mañana charlamos de muchas cosas y creo que entre nosotros floreció una bonita amistad. Aunque el deseo flotaba en el ambiente. Todo fue maravilloso hasta que Zoraida me indico que había llegado el momento que me tenía que reunir con Francesca. No creí que nunca fuera a decir una cosa así pero era realmente yo quien la decía. Porque tenía que dejar a semejante mujer para reunirme con otra que casi no conocía era una locura. El trayecto hasta la casa de Madrid de Francesca se me hizo muy corto y pesado al no dirigirnos la palabra. Solo Hablamos cuando detuvo el coche y la dije mirándola a los ojos.

-¿Mi reina nos volveremos a ver?

Zoraida miro con tristeza t después de darme un beso calido y húmedo me contesto, -depende de ti.

Al decirme esto, mis manos la retuvieron la cabeza para fundirnos en el último beso. Aquel que parece que dura una eternidad y solo ha sido durante un segundo. Fue algo mágico porque al separar nuestros labios nuestras miradas se fundieron en una sola. Dando lugar a que mis manos volvieran a tener entre si ese cuerpo, acariciando su cara, la suavidad de sus pechos y le humedad que mana de entre sus bragas. Cegándome de tal manera que mis labios se volvieron a juntar con los suyos, recorriendo su cuelo hasta que sus pezones fueron atrapados. El m0omento fue roto al llegar al deseado orgasmo, la luz nos devolvió a la realidad. Me apee del coche y vi como se perdía entre las calles de Madrid y yo me dirigía hasta el apartamento de Francesca.

Dude varias veces si ir o no ir pero al final me arme de valor y subí. Al llegar a la puerta las dudas me volvieron a asaltar pero las deseche con la mayor rapidez porque quería ver a Francesca. Llame a la puerta y al cabo de unos minutos me abrió la puerta una mujer de color de mediana estatura que iba vestida con una minifalda rosa ajustada, una camiseta de tirantes sin escote del mismo color y con sandalias. Al verla mis ojos se abrieron como platos y mi mirada la desnudo barias veces al irla recorriendo de arriba para abajo. Su cuerpo era un escándalo y me dejo perplejo por como se le realzaba la figura. Además, de su tez. Me embobe de tal manera que fue ella la que se dirigió a mí.

-¿Tú debes de ser Astolfi, el amigo que estaba esperando Francesca?

En lugar de responder me la quede mirando a la cara con expresión de bobo. Lo que hizo que ella se riera antes de volverme a hablar.

-¿Cómo veo que eres algo tímido me presentare yo? Me llamo Ursula y estoy encantada de conocerte.

Y sin darme un segundo para reaccionar, se acerco y rodeándome el cuello con sus brazos me dio un beso en los labios. Al principio, era inocente pero con el paso del tiempo fue minando mis resistencias hasta que su lengua se introdujo en mi boca. Me quede paralizado ante la reacción de Ursula y solo mi boca tenía vida para responder a sus caricias y fundirse con lo labios de ella. El tiempo se detuvo al fundir nuestros labios porque me pareció como si hubiera estado toda la vida besándome. Pero, cuando empezaba a reaccionar Ursula se fue retirando poco a poco y destrozándome las pocas defensas que me quedaban al mirarme con esos ojos negros y una maravillosa sonrisa. Intente frenar su retirada sujetándola por la cadera. Pero, ella con más habilidad y maestría, me dio un beso en la mejilla mientras me decía.

-Tranquilo, pichón que aun no has empezado a volar. Sígueme que te voy a llevar delante de Francesca.

Y con una rapidez felina se dio la vuelta y empezó a caminar con soltura por la casa. Yo la seguía a una cierta distancia para poderla ver como oscilaba sus caderas y poderme recrear con sus maravillosa piernas. Ursula se iba riendo porque sabía que me iba recreando con las curvas de su cuerpo. De repente, se paro delante de una puerta y espero a que me pusiera a su altura. Dio tres golpes suaves en la puerta y espero a que la voz de Francesca le diera la orden de entrar. Mientras que esperábamos aproveche la ocasión para deslizar mi mano por debajo de su falda. Me encanto sobre manera la firmeza de sus glúteos y la suavidad de su piel. A medida que mi mano se iba deslizando por el. Ursula en lugar de apartarse mantuvo la compostura, me miro, me beso y me hablo susurrándome al oído.

-Eres un chico malo que estas intentándote a aprovechar de mí. No sigas jugando con fuego porque te puedes quemar. Y las quemaduras en esta casa se curan muy mal.

Saque mi mano de debajo de su falda al oír la voz de Francesca al otro lado de la puerta. Ursula me beso y con una sonrisa picarona abrió la puerta, permitiéndome entrar en la biblioteca de la casa y vi como Francesca se dirigió hacia mí. Mi corazón volvía a palpitar al ver como esa hembra se dirigió hacia mí. A mido de ver, estaba aun mejor que la noche anterior. Aunque a mi me gusta una barbaridad las mujeres con falda. Pero, he de reconocer que como iba vestida me seguía volviendo loco. Iba vestida con un pantalón elástico azul marino, una blusa blanca a rayas muy finas en azul marino y unos zapatos bajos cerrados. En ese momento, para mi, la habitación carecía de valor. Al igual que las personas que había en ella. Solo tenía ojos para ella y para poder admirar toda su belleza. El tiempo se detuvo y me parecía como si sus pasos se hicieran cada vez más cortos. Estaba tan ansioso por hablarla, abrazarla y sentirla. Que casi me abalanzo hacia ella. Cuando, por fin llego, hizo un ademán para que Ursula se retirara. Esta dio un respingo y salio disparada por la puerta cerrándola de un portazo. Francesca estaba radiante y su mirada tenía un brillo especial que le ilunimaba todo el rostro. Ambos nos miramos como dos jovenzuelos que se acababan de ver por primera vez. Hasta que nos besamos en la boca como auténticos desesperados mientras que nuestras manos recorrían nuestros cuerpo. Estuvimos besándonos hasta que nos saciamos nuestra sed de calor, de arrumacos y de caricias. Fue la mejor droga que calmo la gran pasión que nos corroía desde el interior. Al separarnos Francesca me cogió de la mano y me llevo a una esquina de la biblioteca donde había un tresillo, dos butacones y una mesa camilla para tomar el café o el té. Nos sentamos en el tresillo uno frente al otro mirándonos y acariciándonos. Porque aun nos quedaba esa sed malsana de seguir tocando a la otra persona. Su cara no bajo de luminosidad en ningún instante, sino que aumento más su intensidad. Permanecimos en silencio hasta que Francesca rompió el hielo.

-Siento mucho, el haberte quitado la cartera. Pero, creía que estaba en la obligación de darte una explicación.

-¿Una explicación, de qué? Si yo no tengo nada que reprocharte. Estoy muy contento de volverte haber aunque me la hayas quitado. –La conteste mientras la besaba las manos.

Francesca con un gesto serio me replico. –Creo que aun no te han explicado nada. Sino no estarías aquí tan contento. Estarías insultándome y con la policía escoltándote.

-Francesca, para un momento y ve al grano. No te andes por las ramas si me tienes que decir algo dilo ya.

-Astolfi, no te has dicho nada o te estas haciendo el tonto.

-No sé de que me estas hablando. Pero, si eres mas clara me enterare y sabrás si me enfado o no.

-Que todo estaba preparado por los novios para que te acostaras con dos profesionales.

Con cara de asombro y mirando alrededor, -no fastidies que me la han jugado los muy canallas. ¡Joder!, y eso que decía que nunca me la iban a dar. ¡Serán hijos de puta!

-¿Astolfi que te pasa? Se pude saber que estas mirando.

-O sea que es un prostíbulo.

-Si, pero será mejor que lo llames agencia de compañía.

-¡Yuju!

A Francesca casi le da un soponcio por el grito que pegue y al verme como me reía. No salía de su asombro cuando me abalance sobre ella tumbándola en el sofá y besándola en la boca mientras la decía.

-Te follaría sobre este sofá colmándote de atenciones y serías la envidia de todos los presentes. Pero, creo que esto seria una muy mala imagen para el negocio.

La levante del tresillo la misma vez que yo y nos volvimos a sentar en el. Mire alrededor y vi que la poca gente que había en la estancia nos estaba mirando. Pero, nada mas volver nosotros a la calma la gente dejo de mirarnos. Francesca se sentía muy incomoda por la reacción que había tenido y ahora estaba a la defensiva. Ya no respondía de la misma manera a mis carias y su rostro había perdido toda su luminosidad. Así que con dulzura la pregunte.

-¿Qué te pasa, preciosa? ¿A qué viene esa cara?

-No lo sabes. A tu reacción. Que bien mirad estoy con la dueña y me la voy a follar delante de todos para demostrar lo grande que eres.

-¡Francesca! –La dije mientras estiraba mi mano para tocarla la cara. Pero, ella en un movimiento rápido y seguro a parto la cara y de un manotazo se quito de en medio la mano. Su cara había cambiado de la mañana a la noche. Ya no desprendía ese candor que tenía al recibirme. Ahora era autoritaria e inflexible. Aunque los ojos tenían una luminosidad que le conferían astucia. Me agarro del cuello de la camisa tirando hacia ella con energía mientras me gritaba.

-¡Ni Francesca ni niños muertos! ¡Ahora vas a saber quien soy yo!

Me levanto del tresillo y me arrojo a uno de los sofás. Caí como un fardo cuando lo lanzan al fondo de un camión. Estando en un tris de volcar el sofá y acabar dando con mis huesos contra el suelo. Pero, menos mal, que tuve el equilibrio y las suerte necesaria para poder controlar el sofá. Al alzar la vista ví que Francesca se había ido a un extremo de la habitación hablando con una rubia con cola de caballo y un poco mas alta que ella por los tacones. Iba vestida con un vestido ajustado azul marino y medias negras. Ambas mujeres miraron hacia donde estaba sentado y se dirigieron hacia mí. Según se iban acercando, mas ve iba fascinando la mujer que iba al lado de Francesca. Se pararon a mi vera y yo muy gentilmente me levante cuando estaban a mi lado. Francesca con soltura y con una amabilidad exquisita nos presento

-Olga este es Astolfi. Astolfi esta es Olga.

-Encantado. –Contestamos los dos mientras nos dábamos dos besos.

Francesca se cruzo delante de ambos para sentarse en el tresillo. Deslizando su mano para tocarme el paquete mientras me susurraba al oído.

-Venga, machote. Demuéstrame lo que me ibas a hacer delante de todos. Follatela con pasión y cólmala de atenciones y hazme sentir la envidia que solo eres tu capaz de hacer sentir.

Se sentó, me guiño un ojo y me lanzo un beso que cogí de muy buenas maneras plantándomelo en la boca. Me volví y pude contemplar la belleza del Este que tenía delante de mí. De ojos claros como el mar y de tez blanca como la nieve. No podía dejar de mirar esos labios finos y carnosos pintados de rojo pasión y ese cuelo largo y estilizado que me invitaba a comer. Di varias vueltas a su alrededor deleitándome de las curvas que realzaba su vestido. Solo me detuve a su espalda, reduciendo el espacio que había entre ambos hasta que no cabía ni una gota de aire. Esto la altero un poco, ya que podía notar como se le acelero el ritmo cardiaco y la frecuencia de la respiración. Dio un respingo al notar como mis manos atrapaban sus pechos y se los acariciaba con dulzura. Suspiro y se le escapo un suave gemido al besarla el cuello. Poniéndose la carne de gallina y recostando la cabeza sobre mi hombro. Podía haber seguido y haberla follado en ese momento. Pero, me pareció que aun no era el momento apropiado. La libere de su prisión, la cogí de la mano y la puse de pie delante del sofá mientras me sentaba en él. Ella hizo el ademán de sentarse, pero de muy buenas maneras y sujetándola por la cadera la mantuve en pie. Estaba disfrutando como un enano con la situación. Me estaba aprovechando de una mujer mientras otra me miraba. Ese morbo acrecentaba mi masculinidad y me hacia aflorar a la piel un instinto salvaje que tuve que refrenar. Para no follarmela de malas maneras. Y, de esta manera, perder a Francesca. Así que me centre en lo que estaba haciendo y proseguí con mi trabajo. Al tenerla de pie su bien formado culo quedaba a la altura de mi cabeza Cogiéndola por las caderas la situé enfrente mía y sujetándola con firmeza empecé a restregar mi cabeza contra su culo. Al principio, solo me conformaba con acariciar el terciopelo de su vestido con mi cara. Pero, después se lo bese, se lo lamí e incluso se lo mordisquee. Tantas eran mis ansias que no me pude aguantar y mis manos pasaron a la acción. Acariciando sus piernas de los tobillos hasta adentrarse en las profundidades de su falda. Olga en lugar de retroceder mantenía la posición sin moverse un milímetro y se dejaba hacer todo lo que quisiera. Lentamente le fui subiendo el vestido y cual fue mi sorpresa al ver que su culo era aun mejor al descubierto y lo llevaba tapado por un tanga de color azul celeste. Los glúteos los tenía firmes y duros recibiendo mis caricias con destreza. Mis manos cada vez eran más atrevidas por que las fui introduciendo un poco más. Al principio solo la tocaba por encima del tanga pero al final mis manos se introducían entre el y la carne como Pedro por su casa. Hasta que me arte se lo quite y se lo lance a Francesca. Esta lo cogió, lo olió y se lo puso por encima de los pantalones. Eso me termino por enloquecer y me lance contra Olga. Me levante y con sutileza la puse a cuatro patas con las piernas abiertas. Le hice que arqueara la espalda todo lo que pudiera para tener el culo y su coño a mi entera disposición. La abrí los glúteos todo lo que pude para poderla escupir con facilidad en el culo. La saliva al golpear contra su esfínter resbalaba hacia su coño y cuando iba a entrar en el mismo con mi mano lo recogía y se lo untaba en el culo haciendo movimientos circulares. Era una gozada el sentir su ano en mis dedos. Al tenerlo húmedo comencé a besarlo con suavidad. Poco a poco fui aumentando la presión hasta que comencé a pasar la lengua. Al principio me pareció muy rugoso pero al darle varios lengüetazas me afino el tacto y acabe por pasarle la lengua por toda su extensión. Una de las veces que me retire para tomar aire y dejarla un poco descansar. Vi como la saliva le recorría el ano, se desliza por los labios vaginales y al acabar estos goteaba sobre la mesa. Olga estaba espléndida y preparada para ser sodomizada. Pero, me volví a reprimir porque aun no había llegado el momento oportuno. La levante de donde estaba la quite el vestido y la senté al lado de Francesca. Con tranquilidad me puse a la espalda de la dos mujeres, me coloque detrás de Francesca, la agarre de los pechos y la susurre al oído.

-Ahora vas a ver como trato a las mujeres que follo. Y, luego, no me pidas responsabilidades.

Para que viera que no la guardaba rencor. En lugar de marcharme en busca de Olga me quede besándola el cuello mientras mis manos se entretenían colándose dentro de su camisa para tocarle sus pechos desnudos. Francesca en lugar de negarse a mis caricias las aceptó de buen grado hasta que a mí me dio la gana. Después la deje y me fui detrás de Olga. A la que quite el sujetador liberándole los pechos. No muy grandes pero más firmes y turgentes que otra cosa. El tacto era muy suave y los pezones lo tenía en un color carne divino. Mis manos los atraparon con destreza, los acariciaron y amasaron con suavidad. Hasta que mi boca los succiono. Era incomodísimo el comerte unas peras tan ricas desde la parte de atrás. Así que con agilidad salte el sillón y como un alma en pena me arrodille entre sus piernas y me lance a sus pechos. Que los tenía sujetos entre mis manos, iba de uno a otro como un demente. Apretándolos, chupándolos, mordisqueándolos e incluso atrapando su pezón entre mis dedos y oscilándole el pecho de arriba para abajo. Olga no se quejaba solo respiraba entrecortado y el sudor le comenzaba a aparecer en el rostro. La bese lascivamente atrapando su labio inferior entre mis dientes y tirando de el hasta que se me escapo. Fui descendiendo besándola por todo el cuerpo hasta que llegue a su coño. Ahí me pare, la sople a la altura del clítoris y ella se deshizo como un castillo de naipes. Soltó unos gemidos largos y suaves, contorsiono todo el cuerpo, alzo la cadera restregándome toda su buba contra mi cara. Note el calor y la humedad que guardaba en su interior que solo calmo cuando pare de soplarla. Volviendo a su posición inicial de sentada sobre el tresillo. Después de calmarse la quite el liguero y me arrodille a sus pies. Francesca me miro extrañada y expectante por que no sabía lo que iba a hacer. La sonreí mientras agachaba la cabeza y la besaba los zapatos. Recorriendo con la lengua hasta el mas leve rincón. Saboreando el cuero, oliendo su aroma y paladeando su textura. Me excite de tal manera que me senté en el suelo y la alce los pies para poder tocar la suela con las manos. Estaba muy gastada por el uso pero al tacto era una sensación indescriptible. Mordisqueé y chupe los tacones hasta decir basta. Al quitarle los zapatos introduje mi nariz para captar su fragancia y con la lengua saboree su interior. Me excite de tal manera que me dolía la polla de tenerla encerrada, palpitaba como una campana gritándome que quería salir. El sudor, no solo, nacía en mi frente sino que ya recorría mi espalda. El culmen fue mayor cuando ataque sus piernas. El solo contemplarlas me excitaba sobre manera. No era por que iban enfundadas en las medias si no que tenía unos pies pequeños y juguetones y unas piernas largas y estilizadas. No sabía por cual empezar. Así que cogí los dos entre mis manos y olí la planta del pie. Que despedía un aroma suave y delicado que te envolvía y te aconsejaba que siguieras adelante. Se lo chupe y se los bese desde el talón hasta los dedos sintiendo la textura y paladeando su suavidad. Apoye sus pies sobre mis rodillas y con mis manos abiertas le fui quitando las medias con suavidad. A medida que iba avanzando estas se iban enrollando sobre si mismas y al quitárselas por completo solo se quedaban en un reguño. Cuando se las quite junte los dos pares, las olí y un escalofrío me recorrió todo el cuerpo de la lujuria que tenía encerrada en mi cuerpo, y se las lance a Francesca. Que las recogió, las olió y se las dejo sujetas en el elástico del pantalón. La guiñe un ojo y proseguí con la tarea. Olga seguía con los pies sobre mis rodillas. Se los baje al suelo pero antes de bajarlos se los limpie. Le lamí la planta de los pies, los dedos e incluso entre ellos. Disfrute como un enano al recorrer con mi lengua la suavidad de esa piel. Nada mas dejarlos en el suelo, la abrí las piernas y comencé la ascensión besándola primero una pierna hasta que llegaba a la ingle. Ahí me paraba y empezaba con la otra. Al haberlo hecho con ambas. Introduje mis manos en las corvas de las rodillas y se las levante hasta que las rodillas tocaron su pecho. Así quedaron a la vista sus dos cuevas para poderlas colonizar. Mi boca y mi lengua se lanzaron como dos expertos exploradores que van a reconocer el terreno. Iban de un lado a otro repartiendo con igualdad sus fuerzas sobre ambos objetivos. Hubo un momento en el que no pude aguantar por más tiempo los envites de Olga y cedí a sus pretensiones dejando en libertad sus piernas. Me quito mis dos premios para descansar un poco del ritmo que había impuesto. Tenía la cara roja, jadeaba y el sudor empezaba a manar de su frente y a recorrer sus pechos. El verla así me hizo rugir de placer y me desboque al ver como se volvía a posicionar para que atacase su coño. Me lance a tumba muerta y antes de que mis labios se posaran en su vulva. Sus manos me atraparon la cabeza y me empujaron a su interior. Aguantando mi cabeza mientras me lo restregaba por la boca. Tal fue la intensidad que puse que se corrió en mi boca en un instante. Dando unos bandazos espasmódicos con la cadera frente a mi cara hasta que se desplomo sobre el sofá. Era la primera vez que una mujer me follaba la boca con su coño pero fue tan extraordinario que lo volvería a repetir mil veces. Olga estaba satisfecha y plenamente colmada porque no tenía intenciones de seguir. Iba a empezar a recoger su cosa. Cuando me levante, me desnude y me fui hacia ella. Me miro con extrañeza pero en lugar de negarse. Se coloco en posición para mamarme la polla. La bese en los labios, le di la mano a Francesca para ayudarla a levantarse y tumbe a Olga en el sillón. La abrí las piernas introduciéndole mi miembro hasta el fondo y me fui tumbando sobre ella hasta que la cubrí por completo. La mire a los ojos comenzando a follarla con embestidas fuertes y hasta el fondo. Cada vez que se la hundía su cara cambiaba de color abriendo los ojos como platos y gimiendo muy fuerte. La cosa cambio al empezar con las embestidas rápidas y constantes. Entonces cerraba los ojos gimiendo como una loca, oscilaba la cabeza a ambos lados, clavaba sus uñas en mi espalda y cerraba las piernas entorno a mi cuerpo. No tardo en llegar el primer orgasmo contrayéndosele todo el cuerpo y aumentando la frecuencia e intensidad del gemido. Me tuve que para hasta que se ceso. Olga me quería retirar de encima suya pero al ver que no lo hacia volvió a cerrar sus piernas entorno a mi cuerpo y dejo que continuara. Volviendo a reanudar la tarea pero esta vez le fui encadenando uno detrás de otro. No sé como lo hice pero fue bestial como se aceleraba y se frenaba a las mil maravillas. Solo reducía la frecuencia de embestida cuando se corría y cuando cesaba en sus espasmos la volvía a aumentar. Pare cuando vi que estaba totalmente extenuada, bañados ambos en sudor y creía que ya le había dado la lección a Francesca. Me levante y cuando me dirigía a recoger mi ropa. Olga se lanzo sobre mi polla mamándomela como una loca. Me tuve que sentar para estar mas cómodo mientras me la comía. Olga era muy ducha en la materia porque era capaz de introducírsela hasta la campanilla. Me la chupo desde el glande, pasando por los huevos hasta el culo. Fue una sensación muy placentera el sentir su lengua recorriendo mi esfínter. Me masajeo de tal manera con las manos que antes de que me diera cuenta me estaba corriendo en su cara como un descosido. Me dejo baldado al acabar de descargar. Me tome un tiempo hasta que me recupere, me vestí y ya me estaba esperando Ursula en la puerta. Francesca me dijo que la acompañara. La bese y me fui detrás de Ursula que me llevo a la cocina. Me senté en una mesa y esta me dio la cena que devore con tranquilidad por el esfuerzo que acababa de realizar. Ursula ni se sentó en la mesa estaba recogiendo la cocino hasta que la dije.

-Para un momento chica que me estas estresando. ¿Por qué no te sientas y me haces compañía?

-No puedo, tengo mucho que hacer. –Me contesto sin darse la vuelta.

-No seas mala y siéntate conmigo. Te prometo que no te voy a comer.

-¡No!

-¿Ursula que te pasa? ¿Estás muy rara? ¿Me puedes decir que te pasa conmigo? –la dije con tranquilidad y amabilidad.

Ursula se dio la vuelta con cara de pocos amigos, avanzo hacia la mesa y apoyándola manos sobre la mesa me contesto con ironía. –Tú sabrás que me has hecho o lo que me has dejado de hacer.

-Ursula no te entiendo. O me lo dices mas claro o me haces un croquis.

-Muy fácil, entras en la casa te doy unos cariñitos que son correspondidos. Y en lugar de follar conmigo mas tarde, te follas a ese putón rumano de Olga.

-Es por eso. Ha sido una tontería y todo lo ha provocado Francesca. Yo solo me he limitado a seguir la corriente. Palabrita del niño Jesús. –La conteste mientras me besaba el dedo índice y pulgar que estaban cerrados.

Ursula muy contrariada y con mucho despotismo se giro y me pregunto, -¿has terminado?

-Sí, mi reina.

-Pues, entonces sígueme que te tengo que llevar a que descanses en tus aposentos.

Me la quede mirando con cara de bobo sin que ella se diera cuenta. Tuve que salir corriendo detrás de ella por que no me espero. La alcance de milagro y nada mas alcanzarla llegamos delante de una puerta. La abrió, entro dentro y me enseño la habitación que era como una sala de baile. Podía estar allí dentro por lo menos unas diez personas y sin tocarse lo mas mínimo. La cama era redonda estaba situada en el centro de la habitación y parecía pequeña. Había un armario empotrado en la pared de frente, había tres ventanas en la pared de la izquierda y en la pared de la izquierda había una cómoda con cajones. Mire a Ursula con cara de preocupación y la pregunte.

-¿Esto es solo para mi o va a venir a dormir alguien mas?

-Que yo sepa no creo que venga nadie a hacerte compañía.

Se dio la vuelta para marcharse pero la corte el paso cerrando la puerta. Ursula me miro con cara de poco amigos y con una mirada desafiante y sin darme tiempo a que prosiguiera me pregunto, -¿Desea algo el señor?

Me coloque a su espalda atrayéndola hacia mi mientras mis manos agarraban sus pechos y la susurraba al oído la repuesta. –No es lo que deseo si no que quiero poseerte. Pasar toda la noche contigo y poderme despertar mañana contigo a mi lado sabiendo que podré tener una vez mas.

Ursula se deshacía entre mis brazos pero en un momento se me escurrió entre las manos. Se encaro conmigo y me dio un rodillazo entre las piernas que me dejo k.o. La ví como salía corriendo cerrando la puerta tras de si. Estuve ahí tumbado en esa posición hasta que la puerta se volvió a abrir y Francesca me ayudo a levantarme. Me recostó sobre la cama y me pregunto.

-¿Qué te ha pasado?

-Nada tu amiga, la que me abrió la puerta que me he lanzado para ver si me la beneficiaba. Se ha revuelto cuando mas vulnerable era y me ha dejado sin el carné de padre.

Francesca se sonrió y me comento mientras me desnudaba, -no la conoces y has ido demasiado deprisa. Tienes que darla un poco de tiempo para que se situé. La tengo en fase de aprendizaje pero te aseguro que si le das un poco de tiempo disfrutaras de sus artes ocultas.

-No te lo discuto Francesca y tendrás tus razones. Bajo mi punto de vista, no creo que me vuelva a acercar a ella en tiempo porque no quiero que me vuelva a exprimir lo huevos como lo ha hecho hoy.

-No volverá a pasar. Te lo prometo, mañana mismo hablare con ella y no habrá ningún problema mas.

-Eso espero mi reina y ahora que te parece si retozamos sobre este buen colchón.

La conteste mientras deslizaba mi mano entre la bata y la acariciaba un pecho.

Francesca se levanto, se quito la bata dejándome apreciar todas sus curvas, se tumbo acariciándome los huevos mientras me decía, -no creo que este en condiciones de cumplirme. Lo pasaríamos tan mal los dos que seria un grave error el anticipar los acontecimientos. Estas muy dañado como para pedirle excesos. Relájate y hablemos con tranquilidad.

Iba a llevarla la contraria pero cuando iba a decírselo mi polla se excito de tal manera por sus caricias. Que un dolor muy intenso me recorrió todo el cuerpo. Y como un poseso la retire la mano y la conteste, -esta bien, mi niña. Pero, no me acaricies más.

Francesca retiro su mano con una sonrisa mientras nos besábamos. Mis manos cobraron vida y recorrieron todo su cuerpo hasta que llegaron a los glúteos que exploraron por completo. Francesca se dejo hacer hasta que empecé a juguetear con un dedo sobre su ano haciendo una leve presión. Francesca reacciono mordiéndome el labio y dándome una sonora bofetada mientras me decía.

-¡En tu vida vuelvas a tratarme como me estas tratando!

-¿Qué he hecho?

-No vuelvas a intentarme forzar o lo vas a pasar mal.

-Francesca, en ningún momento que he querido forzar. Solo te estaba metiendo mano.

-Una cosa es meter mano y que me deje y otra muy distinta que sin mi permiso me metas el dedo por el culo sin consultarme.

-Lo siento Francesca no se volverá a repetir.

-Tranquilo que la culpa ha sido mía por creer que ibas a ser distinto.