La despedida
Sara era un chica bajita, ni delgada ni rellena, pelo rizado que se teñía de pelirrojo dejando ver a días sus raíces morenas, un culo resultón adornado con unas tetas bien colocadas, que en ocasiones dejaba imaginar en algún escote algo más provocador de lo debido para la oficina. Sobre su personali
Sara era un chica bajita, ni delgada ni rellena, pelo rizado que se teñía de pelirrojo dejando ver a días sus raíces morenas, un culo resultón adornado con unas tetas bien colocadas, que en ocasiones dejaba imaginar en algún escote algo más provocador de lo debido para la oficina. Sobre su personalidad, os contaré que era muy, muy charlatana, siempre sabe de todo o tiene un amigo que sabe o una anécdota que contar. Vamos, no es "la chica" de la oficina, pero, a sus 36 añitos si es agradable de ver y tratar.
Trabaja subcontratada en mi empresa, y desde hace ya unos años, todos los días la llevo y traigo al trabajo, soportando a días su continua charla y riéndome a días de sus ocurrencias y en muchas ocasiones siendo el saco de lágrimas de días de trabajo duro y estrés, en su personalidad no va tomarse las cosas con calma y eso en el trabajo no es bueno. Por supuesto, también disfruto de sus escotes o esas faldas que dejan ver sus bonitas piernas, sobre todo cuando se sienta en el coche.
El último verano nos dio la noticia, su empresa la cambiaba de oficina, con tanta crisis y tanto follón laboral no se encontraba a gusto en el trabajo y quería cambiar de aires.
Quedaba una semana para que se fuera cuando la recogí por la mañana para ir al trabajo, llegó sonriente como siempre, se monte en el coche y me dio un CD.
- Es un regalo de despedida, cuando lo veas me dices qué te parece, yo te pediré un regalo también.
No me dejó decir nada, así que fuimos al trabajo como siempre.
A media mañana me acordé del CD y en un momento libre lo puse en el portátil. Dentro del CD había un único fichero de video con un nombre extraño, como los que generan las cámaras de video. Ejecuté el fichero en cuestión y una música suave comenzó a sonar, pude ver como alguien quitaba la tapa de la cámara de video, se veía al fondo una habitación.
Sara se puso en el centro del plano estaba descalza y con un camisón azul brillante, sin decir nada comenzó a desnudarse haciendo un striptease ante la cámara. Primero se levantó lentamente el camisón, enseñando el tanga rojo que llevaba puesto, dio una vuelta y puede disfrutar de su redondeado y apretado culo, mientras dejaba caer uno de los tirantes y mostraba uno de sus pechos. Eran mucho más grandes de lo que había imaginado, lo subió con una mano y comenzó a lamerse un pezón mientras miraba a la cámara. Luego se dio la vuelta y, de espaldas a la cámara, dejó caer los dos tirantes del camisón, de manera que este resbalo por sus caderas hasta el suelo, lo aparto lentamente con uno de sus pies y se subió la cama a cuatro patas, miró con picardía hacia la cámara mientras con una mano se acariciaba la entrepierna, se dio la vuelta, se sentó en el borde de la cama y pude verla solo con el tanga, las piernas abiertas y como seguía acariciándose bajo el tanga mientras se sobaba con la otra mano las tetas. Se tumbó sobre la cama y se quitó el tanga bastante torpemente, siguió tumbada mientras comenzó a masturbarse salvajemente, una mano en el clítoris mientras metía dos dedos de la otra en su vagina, la música continuaba, pero ahora estaba acompañada de sus gemidos, así siguió un buen rato, vibró, tembló, cerró las piernas y continuo unos segundos tumbada. Se levantó, se acercó a la cámara lentamente, el video finalizó con un primer plano suyo lamiendo uno de sus dedos, brillante por sus jugos y un beso en el objetivo.
Me quedé realmente helado, por supuesto, vi el video varias veces esa mañana mientras pensaba qué le iba a decir cuando se montara en el coche para ir a casa. Lógicamente no podría decirle que no lo había visto, seguro que sabía que así era. De hecho, seguro que sabía las erecciones que me había provocado.
Llegó la hora de volver a casa, se montó con naturalidad:
Sara: ¿Has visto mi regalo?
YO: Si, por supuesto.
Sara: Seguro que además lo has visto más de una vez
Yo: Otra vez la respuesta es por supuesto, incita a verlo varias veces, pero me sorprende ¿puedo preguntar por qué?
Sara: Por dos motivos, uno por lo buen compañero que has sido estos años y otro porque tengo que pedirte a tí también un regalo.
Yo: Pues pide, si está en mi mano - mi imaginación empezó a volar, yo estaba (y estoy) casado, así que no contaba con que me pidiera que fuera infiel a mi mujer
Sara: Te regalo el video y te lo puedes quedar para siempre, pero quiero ver cómo te cascas una paja, no quiero nada más, nunca he visto a un tío hacerlo y creo que eres el único del mundo al que le puedo pedir algo así y que no incluya un polvo en el lote y sobre todo una relación posterior.
Me quedé realmente alucinado con su petición, no sabía si mandarla a la mierda o dejarme seducir por la idea, la verdad es que yo ya la había visto a ella masturbarse, así que decir que no a las bravas tampoco podía... tarde unos segundos en reaccionar.
Yo: Vale, pero yo pongo las normas del dónde, cuando y cómo.
Sara: Perfecto, pues ya me dirás.
Sorprendentemente ese fue el fin de la conversación ese día, yo me fui a casa con el video y ella a su casa. Me lleve de deberes organizar como dejarla que me viera cascármela... curiosos deberes.
Dos días después lo tenía ya todo previsto. A media mañana la llamé al móvil:
Yo: Ya he planificado lo que me has pedido.
Sara: Si, ¿para cuándo?
Yo: Hoy, al salir del trabajo y antes de llegar a casa
Sara: ¿Tengo que hacer algo?
Yo: Pues si, ahora que lo dices, yo te he visto en el video, pero también quiero verlo en directo, así que cuando te montes en el coche sólo puedes llevar puesto el vestido, sin sujetador ni bragas, tanga o lo que lleves.
Sara: Vale, me pongo con ello entonces. Luego nos vemos.
Treinta minutos después llegó un paquete por la valija interna a mi mesa, era un sobre con algo blando dentro, lo abrí y había un sujetador rojo y unas braguitas de encaje del mismo color con una nota: Guárdamelas para luego. La cachonda de ella iba a estar media mañana sin bragas ni sujetador. Me puse cachondo sólo de pensarlo, sobre todo porque hoy era uno de esos calurosos días de trajecito con escote prominente y falda corta.
Hora de salir, bajé al coche y ella ya estaba en el parking esperándome. Nos montamos en el coche:
Sara: ¿Te ha llegado mi paquete?
Yo: Si.
Sara: ¿Y qué tal le ha sentado a tu paquete? - sonrisa pícara de conversación preparada
Yo: Pues bien, llevo cachondo desde que ha llegado. No me imaginaba que fueras tu tan "calentorra".
Sara: Y no lo soy, sólo es por el momento.
Yo: Claro, como que fuera la primera vez.
Sara: Lo es - puso cara algo seria
Yo: Hombre que sea la primera vez que vayas a ver a un tío masturbarse no creo que sea para tanto.
Sara: Va a ser la primera vez que vea un hombre desnudo.
YO: Anda ya, eso no se lo cree nadie, que tienes 36 añazos.
Sara: Ya, pues hasta ahora nadie a caído, así que he decidido que quiero algo de experiencia para cuando pille
Yo: Me estás asustando ¿eres virgen?
Sara: Si ser virgen es no haber follado con un tío si, y lo voy a seguir siendo hasta que llegue el momento... sobrevivo con vibradores y ... alguna otra cosilla.
Yo: Me dejas de piedra.
El caso es que llegábamos a la altura de un centro comercial que pilla de camino a casa y que a las horas a las que pasamos nosotros suele estar casi vacío. Puse rumbo al parking subterráneo y esquivando un pivote del suelo me fui a la segunda planta que suele estar cerrada cuando hay poca gente y quieren que todos aparquen en la primera planta. Sara sonrió intuyendo dónde íbamos.
Aparqué el coche cerca de una de las pocas lámparas que estaban encendidas:
Yo: Bueno, hemos llegado - eché hacia atrás su asiento y el mío.
Sara: Y no te imaginas lo cachonda que estoy.
Yo: Pues no quiero imaginarlo, quítate el vestido
Así lo hizo y pude disfrutar de su cuerpo totalmente desnudo en el asiento del copiloto, se había depilado totalmente desde el video que me había regalado, estaba muy nerviosa, con la piel totalmente erizada, los pezones duros como piedras y le temblaban las piernas, se tumbó sobre el respaldo y cerro los ojos, yo me deleitaba con el espectáculo y elle vibraba por los nervios.
Yo: Realmente nunca has tenido sexo con nadie, la verdad es que pensé que me estabas vacilando.
Sara: No te rías de mí - dijo mirando al techo del coche
Yo: No lo haré, pero puedes mirar mientras me desnudo
Como no quería hacerla esperar me di prisa en dejar los zapatos bajo los pedales del coche, me quité el pantalón para que viera la parte superior de mi verga que sobresalía ya del slip y ya más lentamente me quité el camisero. Ella estaba concentrada en mi pene, otra pista más de que no había visto uno en vivo o al menos uno erecto. Me bajé el calzón lentamente y mi pene apuntó libre al techo del vehículo. Su cara era una mezcla de nervios, sorpresa, placer... le brillaban los ojos especialmente y yo me estaba poniendo cada vez más cachondo.
Me tumbé, a partir de aquí comenzaba la improvisación, no había pensado qué hacer entonces, así que me tumbé y comencé a masturbarme:
Yo: ¿Esto es lo que querías ver?
Sara: Si - dijo con voz temblorosa.
Yo: ¿Seguro que no quieres hacerlo t˙? - Se movió nerviosa en el asiento y no dijo nada.
Cogí con mi mano la suya y la puse sobre mi pene, se incorporó para acomodarse y me dedicó una sonrisa mientras yo le marcaba el ritmo, después cogí su otra mano y la llevé sobre mi testículos
Yo: Es todo tuyo, juega, experimenta, no te cortes - estaba cachondísimo y ella nerviosa, miraba mi poya, me miraba a mi...
Sara: Así está bien?
Yo: Seguro, estas poniéndome como una moto
La dejé jugar un poco más, puse mi mano sobre su cabeza y la empujé suavemente para acercarla a mi, me miró sorprendida y hizo un amago de resistirte, pero luego ella sola se acercó a centímetros de mi pene, la empuje un poco más.
Yo: Juega con tu lengua, por favor
Sara: Hummm ¿seguro?
Yo: Por supuesto, tranquila que no me voy a correr todavía, me has pedido ver cómo me masturbo.
Comenzó suavemente, primero con sus labios, como con miedo a abrir su boca, pero le duró poco la timidez, lamió con su lengua todo mi capullo y luego lo metió en su boca, primero la punta, luego un poco más, luego, ayudada por mi mano, se metió prácticamente todo mi pene en la boca, sentí como tocaba el fondo de su garganta. Ese memento comenzó a meterla y sacarla mientras con la otra mano acariciaba mis huevos.
Yo: Vale, vale - la tuve que parar si no quería correrme en su boca, la sacó y se tumbó sobre su asiento
Sara: ¿Te he hecho daño?
Yo: ¿Daño? No tengo palabras para explicarte lo que me estabas haciendo.
Sin decir nada más me incliné sobre ella y comencé a chuparle los pezones, estremecimiento total en su cuerpo, pare un momento para observar como estaba con la cabeza en el reposacabezas y los ojos cerrados. Volví a sus pechos mientras una de mis manos jugaba con su pelo y la otra recorría sus piernas y sus caderas. Se revolvía nerviosamente sobre el asiento hasta que coloque mi mano entre sus piernas y las abrí suave pero firmemente. En ese momento se quedo quieta, como paralizada, aproveché para dejar sus tetas y bajar mi cabeza hasta su rasurada entrepierna. Abrí algo más sus piernas y comencé a comerle el clítoris, eso la hizo comenzar de nuevo a moverse y gemir, completé el masaje con mi mano libre sobre sus pechos. Note como arqueaba la espalda y surgía flujo de su entrepierna, se acababa de correr por primera vez cuando cayó derrumbada sobre el asiento.
Eso no me hizo parar, abrí más sus piernas y comencé a meter mi lengua en su vagina mientras con uno de mis dedos jugaba con su hinchado clítoris, poco a poco comenzó otra vez a vibrar, de vez en cuando sacaba mi lengua y dejaba más y más saliva mezclarse con sus jugos y escurrirse entre sus piernas llegando a su culo, recogía esa mezcla con mi mano y lo utilizaba para masturbar su clítoris. Se corrió por segunda vez
Sara: Me estás matando, no puedo más, no me quedan fuerzas.
Yo: Pues todavía no he acabado.
Me incorporé, volví a su pezón con mi lengua y comencé a meter uno de mis dedos en su vagina, estaba tan sumamente lubricada que era casi incapaz de impedir que entrara totalmente, así que probé con dos dedos. Al notar el segundo dedo Sara comenzó a gemir más fuerte y noté como volvía a fluir su orgasmo entre mis dedos. Volví otra vez con mi lengua a su clítoris, sólo que esta vez mis dedos, al recoger sus fluidos de su culo, no volvieron a su vagina, sino que se los metí levemente por el culo. En primera instancia apretó como si se quisiera resistir, pero entre mi mano en su pecho y mi lengua con su clítoris fue incapaz de resistirse, de hecho utilizó sus manos para abrir más su culo mientras se lo follaba con dos dedos. Otro orgasmo brutal hizo que se sacudiera y juntara las piernas.
Me puse sobre ella, con mi poya entre sus tetas y la saqué de su letargo:
Yo: ¿Querías ver como me masturbo?
Sara: Por supuesto - dijo mientras me miraba con cara de niña mala y ponía sus manos bajo la cabeza
Yo: Pues ponte cómoda para ver bien
Comencé a sacudirme la poya, tenía una excitación brutal por todo lo que había pasado, así que en nada me corrí sobre sus tetas, ella miraba como brotaba abundantemente el semen de mi pene y cubría parte de sus pechos. Cuando acabé se quedó quieta, como esperando, así que acerqué mi capullo a su boca y lo lamió con ansia:
Yo: ¿Está rico?
Sara: Pues si, pero no hay problema, me has dejado mucho por aquí - dijo señalando sus pechos.
Se incorporó, acarró sus grandes tetas y comenzó a lamer y absorber todo mi leche, a la que no llegaba se la acercó con las manos. Cuando tuvo toda en la boca me miró, me enseño la lengua cubierta y lo tragó juguetonamente.
Se fue a trabajar a otra empresa, pero una vez al año quedamos a esa misma hora en ese mismo sitio para hacer lo mismo.