La despedida - Capítulo 8 - Despertar

Finalmente todo cobra sentido en la mente de Juan, pero las sorpresas no terminan, la fantasía se mezcla con la realidad. ¿cual resulta más increíble?

Capítulo 8: Despertar

-          ¡Despierta!

Juan abrió los ojos asustado… frente a él, el rostro hermoso de Carolina, lo miraba fijamente, esbozando una cálida sonrisa, sus mejillas completamente sonrojadas, como si no pudiera contener su vergüenza.

Entonces Juan se revolvió nervioso en su asiento, mientras cobraba conciencia, algo somnoliento. Recordó la butaca donde se había acomodado al llegar. Recordó el cansancio que sentía y lo cómodo que estaba su asiento. Se había quedado dormido, quien sabe cuánto tiempo había pasado, el despertar resultaba por demás bochornoso.

Los rumores y entrecortadas risitas se extendían alrededor de Juan. Seguramente había estado hablando dormido, la somniloquía, un extraño trastorno en la conducta durante el sueño, que le habían diagnosticado a Juan, hace algunos años, resultaba bastante embarazoso, sobre todo, ahora que se había quedado dormido entre tanto gente.

Juan sintió sobre si, las miradas de todos los presentes iluminando como reflectores, encandilando todo su vejado ser. El silencio que solo duró un par de segundos, para Juan fue eterno y cuando quiso reaccionar el público explotó en profusas risas.

Incluso al frente, en el podio de autoridades, reían los profesores, unos con más esmero que otros. El doctor Cornejo y el resto de invitados importantes, se mostraban divertidos mientras Juan se Encogió de hombros. Sintió como se hacía pequeño, encogiéndose en su butaca hasta casi desaparecer. Intervino el doctor Cornejo, salvando la situación, tomó la palabra con su tono autoritario:

-          Bueno… ahora que podemos seguir – giró, mirando a Juan, este quiso desaparecer en ese momento – vamos a dar por cerrada la ceremonia de posesión. Deseamos el mejor de los éxitos a la nueva presidenta

Parecía que Juan se había perdido toda la reunión, la gente empezó a levantarse y a retirarse. Excepto Carolina y su amiga Gaia que esperaban muy entretenidas, conversando entre ellas. Juan estaba completamente abochornado, no quería moverse, iba a esperar que todos salgan, para entonces escabullirse entre las sombras.

-          Hey tú… ¿te llamas Juan verdad? – preguntó Carolina, con la misma sonrisa de antes

-          Si… - respondió inseguro

-          Tenemos que hablar – agregó Carolina muy seria

-          Lo siento de verdad –soltó Juan tratando de disculparse- creo que me quedé dormido, estaba muy cansado

-          Si… nos dimos cuenta, ja ja – dijo Gaia mientras se retiraba divertida, fue a hablar con su tío

Carolina se levantó también, caminó decidida, volteó y preguntó:

–        ¿Qué esperas? Tenemos que irnos ya – sonrió, justo como lo había hecho en el sueño. Juan quedó mudo, se movió atontado. Trató de acomodar sus zapatos instintivamente, pero se dio cuenta que no hacía falta. Entonces habló a la mujer

-          ¿A dónde vamos? - Preguntó pensando en un dejavú, pero no hubo respuesta

Carolina, pasó junto a Gaia y le cruzó algunas palabras, asintieron mutuamente. Juan caminó rápidamente, como el sueño, la alcanzó junto a la puerta <> pensó.

-          ¿Querías ir en mi auto, no? – La mente de Juan seguía nublosa, los recuerdos del sueño parecían tan reales, él la seguía como sonámbulo

Al salir del pasillo, Juan sitió el frío de la noche apoderarse de él. No entendía como Carolina, con su vestimenta tan ligera, parecía no inmutarse ante el frio. Entonces Carolina, regresó su hermosa mirada, con su habitual firmeza y seguridad, buscando los ojos del hombre dijo:

-          Mi auto esta abajo, vamos – Juan continuó caminando

El no pudo responder, solo se arropó un poco y la siguió. Bajamos las gradas, caminamos hacia el lugar donde había dejado estacionado su auto, a esa hora poca gente quedaba en la universidad. El estacionamiento lucía completamente desolado, fue fácil dar con el auto Blanco. Juan conocía el auto, pero nunca había entrado en él, no era parte de sus amistades, su círculo social era muy diferente.

No recuerdo como hice para alcanzar a Carolina, solo recuerdo que estaba dentro del auto y con la calefacción encendida, entonces me decidí a romper el hielo que se había creado desde que salimos.

.

- ¿Acaso no sientes frío?- pregunté

- Si - cortó secamente la pregunta. Esperé un momento, ella pareció reflexionar y afinó un poco más su respuesta

- Sí… tengo frío, pero no exagero tanto como tú, el frío es algo psicológico

- ¿Sí? pero que puedo hacer si tengo frío –respondí titiritando

- No te entiendo… tu eres de aquí, deberías estar acostumbrado al frio – agregó Carolina

- ¿Qué esperamos? – la corté bruscamente

- A Gaia, por supuesto, yo la traje, soy responsable por ella

En ese momento, vi entre las sombras una pareja, esperaban cerca de nosotros, me esforcé por discernir en la oscuridad. Se trataba de Carmina y Leo, habían salido un poco antes que nosotros y seguramente esperaban un taxi. Me imagine que a esas horas resultaría bastante complicado encontrar uno por esta zona, me la jugué:

- Es Carmina y Leo –dije en voz alta

- ¿Y?- contestó Carolina

- Bueno… tal vez podemos tomar un taxi los tres, pues vivimos muy cerca

- ¿Estás loco? - reaccionó como me lo esperaba, mientras yo fingía demencia

- No quiero que te molestes en llevarme… yo puedo ir solo además mi casa no está muy lejos


-          ¿Entonces me vas a contar? – repitió Carolina, alzando la voz con insistencia pero a la vez con una sonrisa atrevida en sus labios, volviendo su rostro a donde se encontraba Juan. Ensimismado, se demoró en responder, esto era un sueño o la realidad, su mente le jugaba una mala pasada

-          ¿Qué quieres que te cuente? – Al fin respondió Juan, completamente perdido entre los recuerdos del sueño y la realidad se mezclaba. Que hacia ahí, no entendía, Carolina era casi una desconocida, por alguna razón él, la había seguido hasta ahí

-          Eres el hombre más gracioso que he conocido –agregó contenta- ¿cómo se te ocurre dormir y soñar en plena reunión? no lo puedo creer

-          Ya te pedí disculpas… ¿qué es lo que quieres de mí? ¿porque me trajiste hasta aquí? – interrogó Juan algo molesto

-          ¿Dímelo tú? eras el que decía que quería ir conmigo, insistías debía esperarte, llevarte en mi auto ¿Es que no lo recuerdas?

-          ¿Yo decía eso?

-          Si… bueno, en tu sueño ¿estabas soñando cierto?

-          Supongo… - respondió Juan, contrariado por confirmar sus sospecha, no solo soñaba, también hablaba dormido

-          Bueno… quiero saberlo todo ¿que estabas soñando? ¿cómo sabías mi nombre? y te llevaré a donde tú quieras, solo cuéntame todo por favor ¿Quieres?

-          Yo… no sé, estoy muy avergonzado ¿Qué estamos esperando? – preguntó Juan de pronto, como si hubiera tenido que hacer esa pregunta, de inmediato se dio cuenta de la coincidencia y agregó – déjame adivinar ¿Gaia?

-          Si, Gaia por supuesto… yo la traje, soy responsable por ella

-          DEJAVÚ – respondió Juan instintivamente, sin entender lo que pasaba, este dialogo ya lo había vivido

-          ¿Cómo? – preguntó Carolina frunciendo las cejas

-          Mi sueño - respondió Juan contrariado - me preguntabas por él, en mi sueño me decías lo mismo, que eras responsable por Gaia - suspiró

-          ¿Debe ser una broma? –hubo un silencio entre los dos- En realidad, no soy responsable por ella. Es solo que, ella vino conmigo y tengo que llevarla a casa. Pero lograste llamar mi atención ¿me estás diciendo que ya tuviste esta conversación, en tu sueño? ¿Tratas de impresionarme o algo así?

-          Te sorprenderías – Juan hablaba entre dientes

-          ¿Como? No importa… dime que más pasó en tu sueño

-          Hmmm pues… según mi sueño, debe aparecer Carmina y mi amigo Leo. Entonces yo te pido que los llevemos – Ambos se quedaron callados, como esperando que algo suceda, instintivamente miraron las ventanas buscando en los alrededores, nada

-          Bueno, no todo pasa como queremos ¿no te parece? - ambos rieron y bromearon al respecto, recalcando lo ridículo de la situación. De pronto, un golpe en la puerta, les hizo saltar a los dos, quienes no atinaban a reaccionar

-          ¿Qué pasa? – preguntó Carolina asustada

-          Creo que es Gaia, por favor abre las puertas – agregó Juan tranquilizándola

-          Mi amor – hablaba Gaia mientras entraba al auto, su voz chillona retumbaba por doquier, no paraba de hablar - no vas a creer lo que pasó, cuando venía, me encontré con un par de amigos, conversamos un rato y se nos va el tiempo

-          Si, nos dimos cuenta – contestó Carolina, dejando escapar un suspiro aliviada

-          Pero espera, eso no es todo – Gaia regresa su mirada al asiento trasero donde estaba Juan – Hola bello durmiente – saluda, sin ocultar su emoción, luego continúa su parloteo – bueno, como decía, se nos hizo tarde y el novio de Carmina se enojó, no te imaginas la que se armó, estaba histérico y la dejó abandonada

-          ¡Carmina! – pronuncian al unísono Juan y Carolina incrédulos

-          Si, Carmina y Leo ¿los conoces? vienen conmigo, dime que podemos llevarlos ¿Si? ¿Si? están esperando, por favor – Gaia no esperó respuesta, movió sus manos como desesperada, haciendo señas. De inmediato, se abre la puerta trasera del auto y la pareja aparece de las sombras, Gaia continua - te presento, Carmina y Leo ¿cierto que si les puedes dar una aventón? – de inmediato Carmina y Leo se introducen en el auto, el sorprendido Juan tiene que acomodarse en un rincón del asiento trasero

-          Claro – respondió Carolina mientras miraba a Juan que también estaba boquiabierto, estupefacto viéndose inmerso en un sueño o pesadilla irreal

Carolina bajó el tono de su voz y todo se oscureció de pronto, se acercó a mí ser, con toda la ternura de la que fue capaz.

- Quiero que vayas conmigo, pasar la noche juntos – yo me puse serio, fingí pensarlo

- Está bien… pero qué tal si, damos un aventón a los chicos – Tenia que aprovechar la situación para ayudar a Carmina y Leo, especialmente a Carmina, por mi culpa estaba ahí

- Claro que sí - respondió emocionada Carolina, con una sonrisa que hubiera iluminado el parqueadero

Carolina presionó algunas veces el claxon del auto, hasta que llamamos la atención de los muchachos, ellos se acercaron tímidamente. Obviamente no se negaron a nuestra propuesta, subieron al auto enseguida.

Carolina ahora con un nuevo semblante les explicaba que teníamos que esperar a su amiga, enseguida saldríamos. A ninguno nos incomodó al principio, sin embargo conforme pasaban los minutos, parecía que Gaia se estaba demorando demasiado. Me ofrecí para ir a buscarla, pero justo cuando se disponía a salir del auto vimos aparecer entre la oscuridad una figura semi desnuda, que corría hacia nosotros, indiscutiblemente se trataba de Gaia .

Subió a la parte de atrás del auto, se encontró con Carmina y Leo, saludaron efusivamente. Todos soltábamos carcajadas, por la singular aparición de la mujer. Gaia únicamente llevaba puesto su blusa y la parte inferior de su ropa interior. Su top y el pantalón los sujetaba con su mano izquierda.

El auto arrancó mientras Carolina recriminaba la demora de Gaia:

- ¡Estás loca! Llevo esperándote casi treinta minutos y apareces así ¿qué tal si te hubiera visto alguien?

- Pues que miren, a cualquiera le encantaría ver un hermoso cuerpo como el mío

- Vas a pescar un resfriado – añadí

- Si, en eso tienes razón, necesito algo para calentarme – guiño un ojo pícaramente

- Tranquila corazón – añadió Carolina – ¿no tuviste suficiente ya? Por favor compórtense todos, nos acercamos a la salida, hay guardias – en eso tenía razón, no era bueno levantar sospechas. Si levantábamos sospechas, podríamos arruinar la fiesta que aún continuaba en el hemiciclo

En cuanto llegamos a la puerta de salida, nos detuvimos mientras el guardia nos abría paso. El tiempo que tomó arrancar nuevamente el auto, nos permitió poner atención en la chica que salía caminando a nuestra derecha.

Increíble pero cierto, se trataba de la modelo, caminaba sola, cerca de la puerta para peatones. Carolina parecía molesta, fingió no ver, he intentó acelerar lo más pronto posible, la detuve y salí del auto, para dar encuentro a la mujer.

- Hola… ¿estás bien? – pregunté galante

- Si… de lujo – respondió con ironía en sus palabras

- ¿Pasó algo con el doctor Cornejo?- pregunté tratando de detenerla

- Eso no es de tu incumbencia –respondió mientras hacia el ademán de esquivarme - Quizás la pregunta era demasiado estúpida, era obvio que algo había pasado

- ¿Te llevamos a casa? no es bueno que andes sola a esta hora – increpé como si fuera una orden, más que una petición

Me miró fijo a los ojos con cierto desprecio, me preparé para la negación, pero por esas cosas extrañas de las mujeres aceptó. Cuando abrí la puerta, pude notar el malestar, en el rostro de Carolina, no tuve más, que encogerme de hombros y acomodarla en el asiento delantero del auto, junto a mí.

En la parte posterior del auto, Gaia había armado su propia fiesta llena de risas y algarabía. Contaba sus hazañas y andanzas, inesperadamente gritó:

- ¡Excelente! ya estamos completos… ¿dónde continuamos la fiesta? es muy temprano para ir a casa – ya había convencido a Leo, para que le siguiese la corriente

- Así es… vamos a pasarlo bien - agregó Leo

- ¿Porque no? – respondió la modelo, yo solo regresé la mirada a Carolina, ella no compartía la idea, pero se limitó a decir

- Si ustedes quieren – su tono era difícil aceptar como una afirmación

- La que decide aquí es Carolina, ella es la jefa – añadí

- Vamos chica, no seas aburrida, llévanos a algún lugar interesante de esta ciudad – soltó Gaia.

- Está bien… ¿A dónde? – Dijo a regaña dientes Carolina


-          Hey, tierra llamando a Carolina, Juan – Gaia reía profusamente, también Carmina y Leo quienes ya estaban dentro del auto, acomodados en el asiento trasero junto a Juan -  ¿Que se traen ustedes dos? – preguntó Gaia

-          Nada… - respondió Juan, sacudiendo la cabeza, tratando de recobrar la conciencia, dos segundos antes, estaba sentado en la parte delantera del auto y ahora estaba atrás, su mente le jugaba una mala pasada

-          ¿Cómo que nada? algo se traen – Leo y Carmina empezaron a incomodarse, pero Carolina salió al rescate

-          ¿No van a creer esto? Juan es un vidente o algo así, me dijo que soñó todo esto, es de locos – Todos rieron nuevamente

-          Claro –intervino Leo- estuvo durmiendo toda la reunión, frente a todas las autoridades, eso definitivamente es un poder especial – las risas empeoraron, Juan solo se encogió de hombros

-          Vamos Juan, diles lo que me estabas contando

-          No importa – contestó tratando de calmar los ánimos, pero en su interior hubiera querido que la tierra lo tragase, en ese preciso instante

-          ¿Cómo que no importa? Justo antes que llegaran, me estaba contando que unos desconocidos, Leo y Carmina, iban a venir con nosotros y de pronto ¡puff! aquí están ¿no les parece increíble?

-          ¿Lo dices en serio? – agregó Carmina incrédula – ¿Pero cómo? ¿Puedes predecir el futuro?

-          Lo soñó - aclaró Carolina

-          ¡Ah! ¿Algo como visiones? ¿Bueno y ahora qué? ¿qué va a pasar?

-          Bueno – Juan tragó saliva tratando de recordar – no te sabría responder, a excepción de la Modelo, que deberíamos encontrar en la puerta de salida, estamos todos

-          ¿Modelo? – gritó Leo poniendo los ojos como platos

-          Si… había una modelo, en mi sueño claro, ella nos acompañó

-          ¿A dónde? – agregó Gaia muy interesada

-          No estoy seguro, ustedes saben que los recuerdos del sueño van desapareciendo con el tiempo. En mi sueño, lo discutíamos, justo como ahora, en el auto. Creo que hablábamos, de un bar o algo parecido, pero Carmina no estuvo de acuerdo porque tenía su blusa rota – Juan se detuvo, dándose cuenta del error que había cometido, al decir eso

-          ¿Rota? ¿Porque la tendría rota? – Agregó de inmediato Carmina

-          Una larga historia – farfulló Juan sin más detalles

-          Bueno… propongo algo - Habló Leo, poniendo punto de orden - si están de acuerdo y ya que estamos aquí. Vamos a algún lugar cómodo, tomamos unas cervezas y hablamos respecto al tema. Les soy sincero, esto es lo más loco que he escuchado el día de hoy y no quiero perderme ni un detalle ¿Alguien me apoya? – su última pregunta sonó por todo el auto con un entusiasmo propio de Leo

-          Pues –intervino Carolina algo indecisa- de todas formas, Gaia y yo íbamos a salir y es verdad, también estoy muy intrigada

-          Bueno, yo diría que NO, en otras condiciones – dijo Carmina haciendo énfasis en el no– pero mi novio, me dejó, está histérico, y seguro me va a esperar en casa para armar un problema. Además, le había dicho a mi madre que iba a hacer un deber, así que hoy tengo tiempo libre – Gaia daba saltitos como niña todos parecían estar de acuerdo

-          Bueno vamos entonces – dijo Carolina mientras encendía el auto y tomaba el camino. Todos discutían a donde ir, mientras Juan solo pensaba en lo bochornoso y extraño que era esto

-          Pero, hay algo importante que Juan debe hacer – tomó las riendas otra vez Leo – antes que te olvides del sueño, ve tomando nota de lo que recuerdes, luego vamos armando los detalles ¿te parece? – Juan aceptó con desgano, parecía ser el conejillo de indias de algún experimento raro, aun así, empezó a escribir con un papel y lápiz que le prestaron

Se formó una confusión pues todos opinaban diferente, todos tenían un sitio preferido a donde ir. Al final, nos decidimos por un lugar de lo más informal y privado en el centro de la ciudad.

A Carmina y Carolina sin embargo, les pareció de pésimo gusto ir a ese lugar, tal como estaban vestidas. Especialmente Carmina ya que tenía gran parte de sus ropas hechas hilachas. Entonces Carolina tuvo lo que parecía una magnífica idea. Irían a su departamento, se cambiarían de ropa, ella prestaría algo a Carmina para que pudiéramos salir sin problemas.

En cuestión de minutos, llegamos al departamento, las chicas subieron gritando mientras corrían “no demoramos”. Leo y yo decidimos seguirlas, pues no estábamos convencidos de su rapidez. Seguramente las mujeres se tomarían su tiempo y no estaba en nuestros planes pasar horas en el auto.

Fácilmente dimos con el departamento, las mujeres dejaban una estela de puestas abiertas, o prendas de ropa en su caminar. En cuanto entramos al apartamento, Gaia hizo de anfitriona y nos ofreció el hogar, como si fuera suya, no cabía la menor duda que había estado ahí muchas veces. Nos acomodamos alrededor de la modelo, en la elegante sala, mientras Gaia nos ofrecía algo de tomar.

- ¿Whisky? por favor – dijo la modelo, nos sorprendió a todos, decidimos seguirle la corriente, pedimos lo mismo

Gaia apareció frente a nosotros con una botella llena de Johnnie Walker Negro y un par de copas. Luego tomó asiento, cerca de nosotros, animando la espera. Carolina y Carmina desaparecieron en una de las habitaciones. Nosotros devoramos las copas, como animales sedientos. El tiempo pasaba y Gaia hacia bien, pasando una copa tras otra, para aliviar la espera. Charlábamos amenamente, de vez en vez, Gaia entraba a la habitación llevando un par de copas a las ausentes.

En una de las tantas entradas y salidas de la habitación, Gaia tropezó al salir y casi cae. Todos reímos a carcajadas, sin darnos cuenta, que el alcohol había hecho efecto en nosotros, reíamos casi de todo. Finalmente Gaia pidió nuestra atención:

- Cuando,… -divagaba como si sus labios pesaran- Carmina… salga, por favor digan que se ve bien, por favor, por favor…  - Carmina salió en el acto, con una cara de descontento descomunal

Todos nos miramos, no pudimos evitar reír sin control, fue un reflejo incontrolable. Como era de esperarse la figura de Carolina es muy diferente a la de Carmina. Las ropas prestadas, sobre el frágil cuerpo de Carmina formaban una ilusión óptica por demás graciosa.

Las dos chicas entraron de inmediato molestas, pasados unos 5 minutos, volvieron a salir, esta vez intentamos no reír. Sin embargo, nuestras fingidas muestras de aprecio tampoco convencieron a Carmina. Al final de unos dos intentos más, Carmina se molestó mucho y se retiró la camiseta que traía puesta, la dejó a un lado y corrió a los brazos de Leo, angustiada.

- No voy a ninguna parte – gritó Carmina

- Es lo mejor… estoy cansada. - Agregó Carolina algo aliviada. Entonces apareció Gaia, ágil como una pantera

- Por supuesto, no hay necesidad de ir a ninguna parte, nos quedamos aquí, no hay lugar más privado que este

- Que buena idea. – concluí

Por decisión unánime, a excepción de Leo y Carmina que no paraban de besarse, coincidimos en que debíamos quedarnos ahí. Conversamos un poco, tomamos unas copas, nos relajamos. El plan era después, compartir hasta el amanecer y luego salir cada uno a sus respectivos hogares.

Entonces nos acomodamos tranquilos en los sillones. Carolina por supuesto tomó asiento en el sofá, junto a mí. La modelo a mi izquierda sola. Gaia iba de un lugar a otro repartiendo las copas cada vez que creía conveniente. Carmina y Leo no se separaban, ella sentada sobre las piernas de su pareja, lo besaba tiernamente sin ningún pudor, el lugar se volvió ameno en poco tiempo.

Entre las cosas más graciosas, recuerdo a Leo mientras besaba a Carmina, en algún momento, pasó una de sus manos por los senos de la mujer. La tentación era evidente pues tenía sus hermosos senos casi expuestos, apenas tapados por los restos del sostén. Completamente visibles, después de haberse quitado la camiseta de Carolina. Lo gracioso como decía, fue que Carmina, reaccionó sobre exaltada, asustada quizás, todos reímos profusamente.

Después de un momento, Gaia saltó al centro de la sala, invitando a todos a bailar. Leo y yo, contestamos que solo bailaríamos, si primeramente las chicas nos hacían un show y se quitaban las ropas completamente. Gaia ni lo pensó, de inmediato comenzó a moverse como una perra cualquiera, a la par de la música, debo reconocer que lo hacía muy sensual, como solo ella podía hacerlo.

Casi de inmediato, saltó a la escena la modelo, con la delicadeza propia de ella pero con una seguridad muy intimidante. Se movía mientras me miraba fijamente. Carolina  no aguantó la irritante actitud de su invitada y pensó en voz alta << Estoy en mi casa puedo hacer lo que me dé la gana >>

Entonces comenzó a mover su delicioso cuerpo frente a mí, me encantó el espectáculo. Sin duda, si no hubiera estado tan agotado y hambriento, me hubiera lanzado sobre ellas ahí mismo. Las mujeres, como unas cualquieras, perras indecentes, se movían sin ninguna vergüenza, tocándose a ellas mismas o a sus compañeras.

Carmina, demoró un poco más, en tomar confianza, solo cuando todas se encontraban con el torso desnudo, se animó a salir al frente.


Los cinco jóvenes llegaron a un bar muy tranquilo, y algo alejado de la ciudad. El largo trayecto fue aprovechado por Juan, quien alcanzó a escribir lo que recordaba de su sueño hasta la parte en que llegaron al departamento de Carolina.

Los muchachos se acomodaron en una mesa, comenzaron a beber cuanta cerveza podían. Juan no dejaba de escribir, hojas y hojas de lo que el recordaba de sueño, los muchachos reían ampliamente de lo que estaba pasando, pero Juan parecía un poseído, no dejaba de escribir

-          Bueno Juan ¿vas a leer en algún momento, lo que pasó en tu sueño? ¿estábamos en este bar los cinco? – Gritó Leo

-          No, la verdad, que no. En mi sueño no fuimos a un bar, fuimos al departamento de Carolina para que Carmina pueda cambiarse de ropa

-          ¿Otra vez con el cuento de mi ropa? ¿Dime que pasó en tu sueño con mi ropa? – Juan se sonrojó de inmediato y agachó la mirada

-          No, no, no – habló Carolina, con su voz graciosa por el alcohol que había bebido -  él tiene que decirme a mi primero, que hacia yo en su sueño, porque hay que reconocer que eres todo un Galán cuando sueñas ja ja ja

-          ¿Cómo? – preguntó Juan intrigado

-          Te voy a contar – Carolina aclaró su voz, que le resultaba difícil de controlar – Cuando llegué a la reunión, tuvimos una conversación muy interesante. Bueno al menos eso pensé yo. Gaia y yo nos sentamos junto a ti, eran los únicos puestos libres, tú me dijiste – ¿así que volviste? Me pareció muy gracioso porque nunca me había ido, pensé que estabas solo estabas tratando de entablar una conversación. Luego me dijiste todo eso, de que me veía tan linda en estos pantalones blancos. Que mi cuerpo es tan espectacular, que te encanta la forma como llenan mis caderas el pantalón. Por dios estaba sorprendida y alagada, hasta que saliste con el tema de mi novio. Decías que él no me hace feliz y que una mujer tan sexy como yo, necesita un verdadero hombre. Estuve a punto de darte una bofetada, cuando Gaia me hizo caer en cuenta que estabas dormido

-          Claro que si – Aclaró Gaia – tan dormido que tu cabeza caía prácticamente sobre los hombros de la pobre Carolina, pero también te pusiste galán conmigo, me dijiste que tenía unos labios tan deliciosos que te encantaría probarlos y hasta llegar a chuparlos o algo así. Queríamos salir corriendo, pero te veías tan tierno hablando dormido – todos rieron

-          Por lo que veo me quede dormido un largo tiempo, según mi sueño, lo que me están contando, pasa aproximadamente a la mitad de mi sueño. Tengo que ofrecer una disculpa, de verdad que lo siento, estoy muy abochornado por todo, ahora que he escrito gran parte del sueño, me da como mucha pena contarles. Es un sueño muy tonto en realidad, un sueño hmmm, no sé cómo decirlo

-          Húmedo –agregó Gaia con el mayor descaro

-          ¡Oh por dios!– dijo Carolina poniendo un rostro ingenuo fingido

-          Bueno ya somos grandes – dijo Leo – ¿porque nos asustamos por esas cosas?

-          ¿En realidad fue un sueño húmedo? – preguntó Carmina

-          Claro que si – aseguró Gaia – se notaba claramente la erección que tenía – Juan volvió a encogerse de hombros aún más rojo que antes

-          ¡Por Dios Gaia! ¿cómo es que te fijas en esas cosas?

-          No seas hipócrita mi amor, a ti te consta

-          Entonces yo no quiero saber nada de ese sueño -  aclaró Carmina

-          Pero yo si –Dijo Leo, algo contrariado- yo voy a leer estas hojas, quieran ustedes o no

-          ¡No! no – Juan agarró las hojas protegiéndolas – pregunten lo que quieran yo les explico, lo que sea posible hacerlo

-          Bueno, a mí, si me interesa saber ¿qué hacía yo en tu sueño? ¿qué papel tenía? – pregunto rápidamente Leo

-          Tú, eras novio de Carmina, ambos muy cariñosos, se besaban, lo pasaban bien

-          Dices que no fuimos a un bar, que hacíamos en casa de Carolina

-          Bebíamos, whisky

-          Con razón, pedias wiski durante tu sueño ¿eso fue todo? – preguntó Carolina

-          No, ahí viene la parte, que quizás no quieran oír – Se quedó en silencio, miró la expresión de todos, ellos estaban expectantes a las palabras de Juan – Las chicas, hicieron un streaptease - Todos rieron a carcajadas

-          Eso es todo – dijo Gaia – ¡por Dios! ¿tanto misterio para eso? Whisky y bailarinas, gran cosa

-          Dime una cosa – preguntó Carolina muy seria - ¿Qué Whisky tomábamos en mi casa?

-          Una botella de Johnnie Walker Negro que tenías abierta en tu bar

-          ¡Oh por dios! esto es una extraña coincidencia – todos rieron sin creer lo que estaba pasando

-          Porque no vamos a tu casa entonces y tomamos la botella – agregó Leo, risas

-          No, no importa cuánto alcohol beba no conseguirás que haga un striptease

-          Pero si un whisky – agregó todos rieron

-          Además, mi prima está de visita, no es posible

Las chicas continuaron, hasta desnudarse completamente. A decir verdad, espectáculo no fue del todo sensual, ni derroche de delicadeza. El efecto del alcohol había calado en las chicas. Me di cuenta entonces, Carmina llevaba la peor parte, sus movimientos eran torpes y toscos. Me di cuenta que no era de las chicas, que acostumbraban a tomar demasiado alcohol.

En uno de sus movimientos provocativos hacia Leo, mientras estaba de espaladas a mí. Se agachó, hablando al oído de Leo, sucedió entonces que fue a dar un mal paso. Tropezó con uno de mis pies, poco faltó para que cayera. Gracias a mi agilidad, pude estirar mis manos hacia ese ya conocido trasero, que se dirigía justo a mí. Lo tomé con mis dos manos, lo acaricié deteniendo la caída. En vista que mi pene no reaccionaba, decidí darle placer de otra forma. Acerque mi rostro hacia él y pasé mi lengua lo más bajo que pude. Lamia su deliciosa abertura, con dirección a su delicado ano, parecía gustoso y decidido a probar mi ardiente lengua.

Repetí algunas veces el procedimiento, mientras ella trataba de incorporarse. Yo rebuscaba suavemente con mis dedos, pude percibir una sutil humedad entre aquellos  finos labios menores, que ahora lucían un poco rojos, algo irritados, quizás por el uso.

Carmina no aguantó más, su vergüenza era notoria, forcejeó hasta librarse de mis manos. Liberé el delicioso culo pero mientras escapaba estiré mi brazo y choqué fuertemente mi mano en uno de sus glúteos. Mi golpe pareció darle impulso, se escabullo rodeando la mesa de centro, para volver al lugar donde se encontraba Leo y huir de mi acoso.

Luis algo embobado por el alcohol, mostraba a Carmina, lo que parecía ser una pequeña erección de su miembro, o por lo menos su mejor intento. Yo miraba orgulloso la huella de mi mano en la hermosa nalga de Carmina.

Carmina se detuvo algo tambaleante, frente a Leo, lo pensó por unos segundos, finalmente cayó de rodillas con su rostro justo sobre el pene de Leo. De inmediato la observé devorar el pene semi-flácido de Leo, dudo que haya logrado endurarlo más, pero lo intentó.

Sentí algo de envidia por Leo, mi verga no parecía dar señal de vida. Gaia por supuesto se percató de mi extremado toqueteo hacia Carmina. Decidió aprovechar la oportunidad, se acercó, se postró decidida frente a mí, alzó una de sus piernas colocándolas junto a mi hombro, no dijo nada pero entendí lo que quería. No la hice esperar, lamí desesperadamente su vagina, sacando algunos gemidos, le gustaba y a mí también.

Al poco rato, se acercó la modelo, se recostó sobre el sillón abriendo sus bien formadas piernas y mostrando ese perfecto sexo abierto de par en par. Aquella vagina era tan perfecta que Gaia no pudo resistir la tentación, cambio de posición rápidamente, se puse en cuatro sobre el sillón, levantando su hermoso culo hasta colocarlo en mi rostro, continué mis lamidas, mientras ella saboreaba los líquidos de la modelo. La modelo, parecía haber cambiado de actitud, antes no se hubiera atrevido a participar, era un buen ejemplo de lo que podía hacer el alcohol en algunas chicas.

Gaia saboreaba el sexo de la modelo, yo devoraba todos los agujeros del hermoso culo de Gaia. Entonces pasó lo que faltaba, la cereza del pastel, Carolina se acercó a mí, lamiendo entre mis piernas, buscando algo que en ese momento parecía imposible. Succionó, chupó algunas veces mi flácido pene sin resultado alguno. Ella introducía completamente mis bolas, en su boca, lo hacía con tanto esmero que sentí algo de pena, impotencia quizás.

Me puse de pie, deseaba agradecer, todos sus intentos de revivir mi verga. Quería dar un poco de placer a mi amante preferida, Carolina. Pero cuando me incorporé, inmediatamente encontré los labios de la modelo, que me esperaban con un cálido beso, no sé en qué momento se levantó pero sus intenciones eran claras. Trataba de retirar todos los restos de jugos, que Gaia había dejado en mi boca. Sus besos eran tan pasionales que tuve que volver a sentarme y soportar sus caricias casi salvajes.

Carolina no aguantó más, tomó asiento en mis piernas. Alejó con su mano derecha a la modelo, comenzó a besarme y acariciarme diciéndome que en su casa, ella tiene privilegios. Yo la toqué, acaricié, pellizqué y sobé lo mejor que pude, hasta que ella pareció estar lo suficientemente excitada. Entonces, inserté mis dedos en su húmeda vagina, esto desató estremecimientos en todo su cuerpo, ella trataba de disimular sollozando intensos bramidos de pasión.

En cuanto pude, coloqué a Carolina en cuclillas, justo en frente de la modelo, ella entendió rápidamente y se retiró, dejando espacio a Carolina. Tomó asiento en el borde del sofá, separó sus piernas mientras pasaba sensualmente sus dedos, por encima de su vagina perfecta.

Gaia apareció y rápidamente se acomodó bajo Carolina, encajando su cabeza entre las piernas de esta. Gaia comenzó a lamer suavemente los jugos de su amiga, mientras yo la besaba desde atrás, jugando con nuestras lenguas. En esa posición, tomé fuertemente los deliciosos senos de Carolina, ella incrementó sus gemidos.

Me levanté, dejando una escena mágica, casi de ensueño, en la que me hubiera gustado participar, lástima que mi falo no opinaba lo mismo. Viendo mis limitaciones actuales, decidí probar suerte con la vagina de Gaia y la modelo. Ambas, se encontraban entrecruzadas, frotando entre si sus húmedas cavidades. La modelo además se divertía con uno de sus dedos intercalando entre su clítoris y el de su amiga.

Yo también acaricie, introduje mis dedos por doquier y de paso saboree ambos sexos. Pasamos algún tiempo así, las chicas se provocaron algunos orgasmos entre ellas. Parecían en verdad eran insaciables, continuaban frotando, sus lenguas, sus cuerpos, hasta Carolina ahora compartía conmigo el néctar de ambas vulvas. Seguían sin parar, mientras yo por mi parte, cada vez más cansado, sentía que la escena se volvía opaca, irreal, decidí parar, buscar un baño quizás una ducha, podría ayudarme.

-          Sigo sin entender Juan ¿fue o no, un sueño húmedo? – Preguntó Carolina, sacando a Juan de un trance hipnótico

-          Que si mujer – gritó Gaia envalentonada por el alcohol en sus venas

-          Déjalo hablar –aclaró Carolina conciliadora- casi no ha dicho nada, desde que salimos de la universidad. Ha pasado escribiendo el pobre y no nos ha dejado leer, ni siquiera ha bebido como nosotros. Además hay algo que no entiendo, si en su sueño la única pareja fue Carmina y Leo ¿porque estaba tan excitado? ¿Dime que hacia yo en tu sueño? ¿Responde?

-          Tuuu – Juan se puso rojo de inmediato, sin saber que responder – como te digo, tu y yo, bueno éramos pareja por así decirlo – Carolina sonrió aliviada, como si eso fuera lo que esperaba escuchar, Gaia frunció el ceño inconforme

-          ¿Pero tú me preguntabas algo de mi novio? – arremetió Carolina

-          Bueno… en mi sueño – todos dejaron sus copas para poner atención a lo que decía Juan – nos conocimos en esa reunión, según me decías habías tenido algunos “problemas” con tu novio y habías venido buscando compañía, no por casualidad me acerqué a ti y bueno podría decirse que empezamos algún tipo de relación

-          ¡Oh! qué lindo – dijo Carmina poniendo cara de enamorada

-          Luego… tú te fuiste algo apurada, tú novio te esperaba fuera. Yo… los miraba como se alejaban. Podría decirse que… quedé muy enojado

-          ¡Qué romántico! – expresó Carmina – ahora si quiero saber, que hacia yo y con Leo, eso de ser su pareja nunca se me pasaría por la cabeza, pero quiero saber ¿qué hacía yo? – Juan apuró su copa de cerveza para tomar valor

-          Quizás lo que te diga no te va a gustar, no te tocó una parte muy buena

-          No importa, ya sé que me tocó ser pareja de este – señaló con el dedo a Leo, todos rieron, completamente desinhibidos por el alcohol

-          Sí… pero fue mi culpa –Juan buscaba las palabras- la verdad es que… en mi sueño, solicité a Leo y al otro chico, nunca supe sé cómo se llamaba, que te hicieran entrar con los ojos vendados a la reunión. Se suponía que estaba muy enojado, debido a la salida de Carolina. Entonces, los muchachos y yo… nos propasamos contigo y por eso, tu ropa estaba estropeada –Juan agachó la cabeza aún más- lo siento

-          ¡Por dios Juan! esos sueños tuyos – repuso Carmina, sin saber cómo actuar ante la confesión

-          Luego –Intervino nuevamente Juan, sin esperar el consentimiento de Carmina - Leo apaciguó los ánimos, digamos que fue mucho más condescendiente que nosotros, en consecuencia ambos, terminaron siendo pareja

-          ¿Qué clase de reunión es esa? - gritó Leo-  con todas las autoridades ahí

-          En realidad –Aclaró Juan- en mi sueño no había autoridades, por lo menos al inicio, era más como… una fiesta. Si, eso, como una fiesta

-          Bueno –intervino Carmina como si hubiera recordado algo- hay algo de verdad en tu historia, yo estaba fuera del paraninfo, muy contrariada después de una discusión con mi novio, me encontré con Leo y su amigo, casi me obligaron a entrar, aduciendo que me iba a divertir y bueno aquí estoy

-          Lo ven… yo tenía razón, Juan es una especie de adivino – Carolina sonrió alegre – ¿cómo iba a saber el todo eso?

-          Yo sigo sin entender – habló Gaia algo molesta - ¿En qué parte del sueño entro yo?

-          Tú llegaste después. Cuando Carolina regresó al paraninfo, llegó contigo y Xiomara, según decías preferías estar conmigo a tu novio – Juan volvió a sonrojarse – Carolina solo reía sin decir nada

-          ¿Ahí fue cuando me coqueteaste? – preguntó Gaia, buscando más información

-          En realidad… eras tú la que se mostraba muy cariñosa conmigo, yo solo te decía lo hermosa que eres y cuanto me gustabas, en mi sueño claro – Gaia guiñó su ojo mostrándose complacida

-          Muchachos son casi las dos de la mañana –Retomó Leo sin poder pronunciar bien las palabras  - tenemos que pensar cómo vamos a llegar a casa

-          Exactamente la misma hora –Juan miraba su reloj- que dejábamos el paraninfo, en mi sueño, claro – A nadie pareció importarle ahora la afirmación de Juan

-          Tranquilos muchachos, yo los llevo –Carolina intentó levantarse pero resbaló y estuvo a punto de caer, de no haber sido por Juan que la agarró fuertemente

-          Mi galante héroe –dijo Carolina riendo estúpidamente – uf creo que estoy un poco…

-          Tranquilos… yo apenas he bebido, los puedo llevar a sus respectivos hogares

-          No… no, no todos vamos a mi casa – gritó Carolina arrastrando las palabras – como en el sueño de Juan, salud – agregó Carolina mientras se servía la última copa

Cuando eran casi las tres de la mañana salí de la ducha un poco más fresco, en la sala me encontré con una escena parecida a la que dejé minutos atrás. Las tres chicas, la modelo, Carolina y Gaia, sentadas en el sofá muy pegadas y con sus manos buscando entre las partes íntimas de sus compañeras, empeñadas en un largo y profundo beso en el que jugaban sus lenguas. Lo que me sorprendió, fue no encontrar a Carmina, ni a Leo en el lugar, eso me preocupó pues llegue a pensar, que habían salido a sus respectivos hogares, a esa hora y en ese estado.

Iba a preguntar a las chicas, pero era claro que no se habían fijado, en lo que pasaba a su alrededor. Comencé a buscarlos, fui a la cocina me imagine primero que se les había abierto el apetito, no los encontré, quizás otro apetito.

Comencé a buscar en los dormitorios, uno de ellos estaba cerrado, fui directo a él. Abrí suavemente la puerta, no tenía seguro, me encontré de frente, sobre la cama a Carmina en cuatro y detrás a Leo tirándosela al mejor estilo del perrito. Carmina tenía los ojos nublados, entornados, estaba recibiendo una buena penetración.

Envidiaba a Leo porque a esa hora el aun tenia fuerzas para continuar. En ese momento, llegó un orgasmo muy notorio, Carmina gemía como una loca. Por alguna razón sentí algo de vergüenza, y decidí dejarlos. Iba a cerrar la puerta, pero Leo se percató de mi presencia, con una sonrisa me indicó que pasara, me dijo que no había problema, que podía compartirla si deseaba. Solo me pidió que los dejara pasar la noche, solos en ese cuarto. Le respondí que aunque no era mi departamento, pensaba que no habría problema, que continuaran con lo suyo, entonces cerré la puerta y me fui.

Aun después del baño, estaba tan agotado que me pareció más prudente, ir a descansar un poco. Entré al primer cuarto vacío que encontré, me recosté. Al poco rato, quedé profundamente dormito, exhausto, no sé cuánto tiempo permanecí así. En algún momento recuerdo como entre sueños, escuché a las chicas a mi lado, entre risas y conversaciones se recostaron en la misma cama.

C ONTINUARÁ...