La despedida - Capítulo 6 - Invitados
Carolina regresa y no esta sola, las autoridades de la institución también se hacen presente y todo desemboca en una increíble alegoría difícil de creer
Capítulo 6: Invitados de último momento
Alguien se acercó a la ventana, miró, se volvió a todos, negando con la cabeza. Entendí que no eran las personas a quienes todos esperaban, que lastima, habíamos interrumpido tan amena charla sin motivo aparente.
Entonces el muchacho en la ventana gritó:
- Son unas chicas, creo que quieren divertirse ¿debo dejarlas pasar?
El muchacho no esperó autorización, removió los seguros y las chicas entraron enseguida. Las reconocí de inmediato, me sorprendí y alegre mucho pues, una de ellas era Carolina, había regresado, aunque ya había follado con ella, aun le tenía muchas ganas.
La sorpresa para mí, fue Gaia, amiga de Carolina, la conocía pero no éramos amigos. Las acompañaba Xiomara, una de las gemelas, quien conformaba la nueva asociación de estudiantes. No me percaté, en que momento, salió de la sala, al parecer ella fue quien gestionó su entrada. Entraron las chicas, saludaron a todos.
Gaia, es una chica costeña al igual que su amiga Carolina. Gaia siempre muy abierta y muy parlanchina. Físicamente, muy linda, no muy alta, un cuerpo muy curvilíneo, resalta sobre todo su buen trasero de caderas pronunciadas. Las piernas de Gaia lucen contorneadas y firmes, siempre se ve espectacular con aquellos vaqueros ajustados, que suele usar.
Gaia es una chica muy sexy y casual. Por lo general siempre lleva escotes aunque sus senos parecían no muy grandes, pero si, bien formados. Gaia es de tez muy blanca, hermoso cabello negro, largo y ensortijado, que resalta su hermoso rostro y ojos verdes. Su boquita bien perfilada, con labios muy pronunciados y carnosos.
Gaia llama la atención a donde va, no solo por su hermosura sino también por su forma de expresarse, de mover sus labios con esta forma tan peculiar suya, casi exagerada. Ella habla y habla, se le hace tan fácil hacer amigos donde sea.
A veces en clases, me imaginaba sus carnosos labios rodeando mi pene. Como buena costeña, tiene fama de ser una diosa en la cama. Aunque es muy selectiva con sus amantes, quizás por eso no me he decidido a acercarme. Además porque su novio es muy celoso, sobre todo cuando pasa cerca y yo me quedó mirando su lindo trasero.
Gaia de inmediato encontró a sus amigos. Se acercó a ellos, abandonando a Carolina. Les recriminaba por no haberla invitado.
Carolina se hallaba algo perdida aunque hermosa, mejor que nunca, sus cabellos húmedos, quizás por el duchazo que debió tomar antes de venir. Esta vez, vestía un pantalón blanco, muy ajustado, que acentuaba su enorme y redondo trasero. Una blusa roja, muy fina con un escote no muy pronunciado sobre sus pechos.
En cuanto me ubicó, parecía haber encontrado lo que buscaba. No se acercó inmediatamente, quizás porque me vio abrazando a Mabel. Ella parecía no conocer a nadie más ahí, a excepción de mí y de su amiga. No le quedó más remedio que acercarse.
Cuando se plantó a mi lado, la invité a sentarse a mi derecha, había un puesto libre. Saludó con un beso en la mejilla, a quienes estábamos cerca. Percibí su aroma fresco, su piel fría, quizás por el clima de fuera. Se sentó donde le había indicado y dijo:
- ¿Te divertiste?
- Claro - respondí
- Si… se nota - me miró despectivamente
- No… esperaba que volvieras - contesté de la misma forma
- Sí… aún no sé porque lo hice, debería estar con mi novio, me invitó a pasar la noche en su departamento y la verdad es que, tenía muchas ganas de él. Pero que tonta fui. Preferí ir a casa, tomé una ducha helada para que se me pase lo excitada que se dejaste. Quise dormir pero no pude. Entonces me masturbé muchas veces, pero me calenté aún más. Llamé a Gaia y le pregunté si quería divertirse, ella aceptó de inmediato. Creo que tuvo una discusión con su novio, salió de su departamento y nos encontramos. Y aquí estamos, casi no nos dejan entrar. Tuve que llamar a Xiomara, para que nos ayude. Ahora que estoy aquí, creo que te mantienen ocupado, así que, voy a buscar a alguien libre
Carolina hizo ademán de irse, pero la sujeté fuertemente del brazo.
- ¿No estarás celosa? ¿o sí? -pregunté
- Yo… No, para nada, no eres mi novio. Además veo que hay muchas mujeres para ti, y yo también quiero algo para mi
- No te vayas… yo puedo satisfacerte a ti y a las demás – me acerque a su oído y le dije - Te deseo a ti
- Yo también – respondió algo más tranquila - regresé solo por ti - agregó
- Entonces ¿porque pareces tan enojada? - pregunté
- Te quiero solo para mí
- Y me tendrás – me acerqué a sus labios y le planté un beso largo y delicioso. Jugamos un rato con nuestras lenguas, a las otras chicas no pareció gustarles mi actitud
Dejamos de besarnos, porque apareció Ariana, vistiendo solo una toalla que cubría su desnudez. Ella parecía toda húmeda, nos decía que el agua de las duchas estaba deliciosa. Los que deseáramos podíamos hacer uso de una reconfortante ducha. Además había que prepararse, los invitados estaban por llegar.
Todos estuvieron de acuerdo, fueron entrando por turnos. Fernanda ahora conversaba con Daniel. Pensé que no me caería mal, una ducha, cuando de pronto Fernanda regresó a donde yo estaba y descaradamente me plantó un beso en la boca, obligándome a que chupara su lengua.
- No olvides lo que me prometiste -dijo y luego se retiró rumbo a las duchas, moviendo exageradamente su trasero blanco
- Yo también haré lo mismo – farfulló Mabel muy enojada
Casi inmediatamente, Carolina me recriminó
- Eso te ganas por juntarte con esas putas… son de lo peor
- Lo sé… pero, saben tirar muy bien – agregué contento
- ¿Mejor que yo? -preguntó Carolina
- Es diferente… cada mujer tiene lo suyo
- Quiero que me folles, solo a mí, para eso vine, voy a hacer lo que tú quieras
Para mi sorpresa, en ese momento mi pene reaccionó, parece que había descansado bastante. Carolina y yo aprovechamos la oportunidad, comenzamos a besarnos frenéticamente.
Nos estábamos calentando mucho, nos manoseamos mutuamente. Ella tomó mi pene semi-erecto con sus manos. Estaba dispuesta a chuparlo, cuando salieron las chicas que estaban en la ducha. Fernanda tenía puesto un vestido rojo, muy corto, muy sexy, se acercó a nosotros y nos recriminó:
- ¿Empezaron la fiesta sin mí? no se los voy a perdonar
Carolina no soltó ni un segundo mi pene, más bien lo sujetó con ansia, como apoderándose de lo que era suyo.
Estábamos en lo que parecía una incómoda situación cuando de pronto tocaron la puerta. Llegaron los invitados gritó Ariana más emocionada que nunca. Ella tenía puesto un vestido negro, semi transparente. Fernanda resignada, tuvo que salir al encuentro.
Entonces noté que la mayoría de chicas, se había puesto algo de ropa encima. Algunas vestían únicamente su ropa interior, otras, unas falditas cortas, pero con los pechos al aire. Otras más, lucían unas camisetas muy delgadas, regresé la mirada a la puerta, justo cuando entraban los tan esperados invitados.
Entraron saludando, caminando por el medio de una corte de honor que formaron la mayoría de mujeres, paradas junto a la puerta. Pude notar que algunos de que entraban, eran profesores de la faculta.
De alguna manera era fácil distinguir la figura y voz inconfundible del el Dr. Rafael Cornejo, decano de la facultad. Parecía que la voz del Doctor era replicada en los altavoces pues se escuchaba tan cerca. Con solo oír su voz, ronca y fuerte resultaba fácil hacerse la idea de su presencia, siempre vestía con su habitual y elegante traje oscuro.
Juan lo conocía muy bien. Había trabajado con él, mucho antes incluso de iniciar su campaña electoral. En el primer año de su carrera, Juan fue seleccionado de entre trecientos alumnos para representar a la facultad en un congreso de fiscalización. Luego impartió algunas charlas a a los alumnos de la facultad lo cual le hizo muy popular. El Dr. Cornejo siempre lo consideró su mano derecha y lo apoyó en su campaña electoral.
El Doctor Cornejo, llegó sonriente, luciendo orgulloso, aferrado a su brazo derecho, una curvilínea mujer que dejó sin habla a todos los hombres presentes. La desconocida, al parecer era su amante.
En los años que lo conocía, llegué a darme cuenta que este viejo no tenía escrúpulos, ni vergüenza. Llevaba sus amantes a la universidad, cuando y como quería. Y claro lo que más tenía el hombre, era dinero, podía darse lujos que yo jamás podría imaginarme.
La chica tendría unos 20 años seguramente, delgada, una figura de modelo, impecable. Su rostro, hermoso, digno de una diosa. El tipo de chicas, que solo miras en la televisión o revistas. Mi mente repasaba, parecía haberla visto antes. Me hice la firme promesa de follarme esta mujer, si estaba aquí seguro sabía a lo que venía.
Luego observé a una de mis profesoras, la Doctora Sáenz de la mano de su nuevo amante el Dr. Armijos.
La doctora Sara Sáenz es casada, hasta donde conozco, tiene dos hijas. Sin embargo puedo dar fe, que está bastante bien cuidada. Siempre viste, faldas muy cortas y provocadoras. Es una mujer muy sensual, pese a su edad. En sus clases resultaba muy difícil concentrarse.
Según me habían comentado, esta profesora, gustaba de solicitar favores sexuales, a ciertos alumnos a cambio de obtener buenas notas. Decían que incluso tenía encuentros dentro de la universidad. Yo nunca lo creí, pero su presencia en este lugar, me hizo replantear mi concepción, y entender que quizás había algo de verdad.
A decir verdad, Sara como le gusta que la llamen, no tiene la menor vergüenza de que la vean con su nuevo amante el Dr. Armijos. Él es un profesor muy joven y tiene su efecto sobre las chicas. Conozco a muchas de mis compañeras que se le han insinuado descaradamente, lo que no sé, es si alguna de ellas terminó acostándose con él.
El caso es que Sara y su amante, se paseaban por la universidad con el más grande de los descaros. Tomados de la mano siempre, besándose por los pasillos. A veces, incluso tocándose, morbosamente luego de clases. Ni hablar de los comentarios de sonidos y movimientos raros dentro de sus respectivas oficinas.
Una vez, vi a Sara con su esposo, en una reunión de la facultad. Ella lo llevó a la mesa donde estaba el Dr. Armijos, Tomó asiendo en medio de los dos. Disfrutaban haciendo el tonto al marido, aunque también cabe la posibilidad de que fueran una pareja moderna.
Luego, ingreso por la puerta principal, una de las profesoras más veteranas de la universidad. Con unos cincuenta años o más, la Dra. Miriam Halof acompañada de su hija, quien también trabajaba en la universidad como pasante.
La hija de la Dra. Es una niña de unos 18 años, no muy alta ni escultural pero tenía una carita inocente, que llama mucho la atención cuando se la ve. La Dra. Halof tenía una relación muy estrecha con sus hijas. Ella comparte mucho tiempo con sus hermosos retoños, según sus propias palabras. Ella las lleva a bailes, conciertos y se esfuerza por entender las necesidades de las jóvenes.
Lo que jamás me imagine es que frecuentaran este tipo de fiestas. Conocí a la hija de la Dra. Halof una noche, en un baile en de la universidad. Aunque su madre es muy celosa, pude hacer amistad con ella. Mi relación con ella nunca pasó, de un inocente cariño. Casi de inmediato. Me gustó mucho, sobre todo por la inocencia y ternura que demostraba en cada una de sus palabras y acciones.
Finalmente entraron al salón, dos tipos a quien yo no conocía. Debían ser empleados pues entraron cargando algunos paquetes. Pude discernir que algunos de las cajas traían licor. En otra caja aparato de amplificación, una filmadora profesional.
Los tipos al entrar, observaron a las chicas semi desnudas, se quedaron paralizados, no podían decir ni hacer nada, solo miraban morbosamente a las chicas con sus diminutos hilos dentales, que prácticamente no ocultaban nada. Seguramente se imaginaban las depravadas acciones de sus jefes. Algunas de las chicas, les invitaron a quedarse.
Supongo que de alguna manera los hombres les resultaban atractivos pues no faltaba quien se le insinuara. Los hombres descargaron los paquetes y se quedaron mirando el ir y venir de las chicas. Patricia con sus senos al aire, se paró frente a ellos y les hizo un guiño, como pidiendo que aprovecharan la oportunidad.
En ese momento, apareció Mabel completamente desnuda y mojada por la ducha que acababa de tomar. Caminó de lo más natural, como si estuviera completamente sola en la habitación. Una toalla blanca cubría desde sus senos hasta poco más abajo de sus nalgas, mientras tanto con otra toalla más pequeña secaba delicadamente su cabello.
Se ubicó justo en frente de los dos hombres, les dio la espalda, sin siquiera prestarles atención. Lo que si pude nota fue sus blancas mejillas, ahora parecían completamente ruborizadas. Sus labios completamente rojos, hinchados. Me imagine, que quizás folló con alguien en la ducha, pero aun parecía muy excitada.
Puse mi completa atención a la mujer, quería hacer algo, llamar la atención, tentar a los chicos, como si deseara que la poseyeran ahí mismo. Entonces soltó deliberadamente la toalla que tenía en sus manos y se agachó a recogerla. Con la acción expuso el esplendor de su delicioso y firme culo.
Un poco más abajo, se podía mirar claramente, una vagina bien depilada, con unos labios menores rosado oscuro, extendidos y abriéndose apaciblemente para dejar ver su perfecta entrada.
Sobre la hermosa vagina, un agujero dilatado pedía castigo. Se tomó su tiempo, aprovecho su posición inclinada para secarse los pies, demorándose y moviendo cadenciosamente su exquisito trasero, al ritmo de una música inexistente. Uno de los muchachos del servicio, dio un paso adelante pero el otro lo detuvo indicándole que era hora de irse.
Los dos muchachos resignados, se retiraron lentamente sin dejar de ver la maravilla de mujer que dejaban abandonada. Mabel en la misma posición, los regresó a ver, dejando caer aún más sus rubios cabellos al suelo. Entonces lanzón un beso al aire, lamentándose seguramente de no haber podido disfrutar de aquellos bultos que se notaban bajo los pantalones de los dos hombres.
Me excitó mucho la escena de Mabel provocando a los chicos, mi pene reaccionó, con una erección al cien por ciento.
Las gemelas de inmediato se apoderaron de las cajas abriéndolas y obteniendo toda suerte de aparatos, cremas, lubricantes, consoladores y hasta látigos. Todo un ajuar de sadismo y control por otro lado.
En cuanto se cerraron las puertas, se acabó el espectáculo de Mabel. De pronto sentí frio, decidí ir en busca de mis ropas para cubrirme. Carolina no me soltó ni un segundo, agarraba fuertemente mi bien erecto pene.
Pasamos cerca de Mabel, quien se afanaba por colocarse un babydoll negro, muy sexy. Al pasar junto a ella, no pude evitarlo, Solté una ligera palmada, sobre las blancas nalgas de Mabel. Ella me correspondió con una sonrisa a la vez que cruzó una mirada de desprecio hacia Carolina.
No podía entender la agresividad de estas mujeres. << Ahora que había regresado mi erección, iba a satisfacer a todas las que pudiera, no hay necesidad de pelear >> pensé
Entonces, encontré mis ropas donde las había dejado, junto al podio de autoridades. Mientras me acomodaba el sweater con el que había llegado, escuché algo como unos gritos, o regaños.
¿Quién hablaba? al parecer muy molesto, el Dr. Cornejo. Discutía acaloradamente con Gaia. Carolina me explicó, que el Dr. Cornejo es tío de Gaia. Con justa razón estaba enfurecido con su sobrina por asistir a este tipo de fiestas.
El Dr. Cornejo estaba en una posición difícil, pues su hermano, quien vive fuera de la ciudad, le había recomendado el cuidado de Gaia. El padre de Gaia, la creía muy inocente y pensaba que a su hija le costaría mucho adaptarse una nueva ciudad, llena de vicios y peligros, vaya que estaba equivocado.
Ambos estaban muy enfrascados en una disputa muy abierta y sin el menor pudor.
- A ver tío… mi padre jamás le pidió a usted que me negara asistir a una orgía ¿O sí? ¿Lo que quiere es cuidarme? Excelente, aquí me tiene, cuídeme, voy a estar muy cerca donde pueda verme pero de ninguna manera voy a salir de aquí. O es que usted ¿quiere que mi tía se entere dónde está? y ¿con quién está? No se usted, pero a mí me parece, que le conviene que yo permanezca aquí. Déjese de babosadas, los dos vinimos a disfrutar y es precisamente lo que voy a hacer
- Pero hija… yo –pensó muchos sus palabras, como si no tuviera alternativa- solo puedo pedirte que tengas cuidado, pórtate bien, no hagas ninguna de tus locuras ¿estas protegida?
- Si claro… hace poco recibí mi inyección. Pero no vine a portarme bien, quiero ser mala, quiero que me conozca como soy. Cree que no me he dado cuenta, sé muy bien que usted se espía, cuando estoy en la ducha ¿quería verme desnuda? Esta es su oportunidad
Gaia comenzó su espectáculo, al son de un ritmo tropical que tocaba en el fondo. Gaia se movía sensualmente a la vez que retiraba sus prendas frente a su tío. Comenzó por su pantalón, fue lo que más le costó sacarse, por lo apretado de la tela. Una vez fuera su pantalón dejó al descubierto, una tanguita negra, muy pequeña con encajes.
Daniel y otros comedidos terminaron de montar los amplificadores y parlantes. Entonces la música sonó, esta vez más potente, en toda la sala y quizás afuera también. La canción me resultaba conocida, seguramente todos la reconocimos de inmediato “Sexy lady” un tema por demás oportuno. Todos apoyaron a Gaia, cantando y animándola a bailar.
Gaia no se hizo de rogar, le encantaba llamar la atención, bailó sensualmente, moviendo descaradamente, su blanco trasero frente a su tío. Poco a poco se desprendió de una blusa cortita, arrojándola por los aires. La parte de arriba de su ropa íntima era una combinación con la de abajo. Aunque sus pechos no son muy grandes, sobresalían bastante con su apretada prenda superior.
Finalmente dio la espalda a su tío y de frente a donde nos encontrábamos nosotros. Saludó a Carolina con una sonrisa, mientras soltaba el sujetador del top. Fuimos afortunados, observamos la primicia de sus pechos, blancos, pequeños, bien formados. Coronaban un par de aureolas rosadas, muy apetitosas. Dio vuelta, se plantó a pocos pasos de su tío, lanzó su top hacia el rostro del anonadado hombre. Él no le quitaba los ojos de encima, la miraba morbosamente, tomó la prenda, la pasó por su nariz y luego pasó su lengua por encima. Carolina mencionó una frase difícil de olvidar:
- Es una loca… nunca va a cambiar, es capaz de follarse a su tío
Entonces interrumpió el espectáculo Fernanda, quien se acercó con el resto de chicas y pidió su atención.
- Estimado doctor Cornejo, usted es nuestro invitado especial, por lo tanto, deseamos complacerlo. De todas las estas hermosas chicas, escoja usted, cual o cuales prefiere
Las chicas, se acercaron, exhibiendo sus diminutas tangas. Resaltando sus mejor atributos, como ofreciéndose al hombre que visiblemente es más adulto que todos los presentes.
Gaia de pronto, pasó a segundo plano, este parecía ser el plan de Fernanda, como anfitriona no podía permitir que otra mujer, se robe el show.
Los ojos del doctor, brillaron extasiado, como un sonámbulo fue tocando, acariciando y hasta pellizcando, los senos, nalgas, vaginas y todo lo que le era ofrecido a manera de tributo. El doctor Cornejo no tiene ni una pizca de tonto, escogió las mejores según su criterio. Mabel fue una de las elegidas, aunque puso una cara de poco interés.
No estoy seguro de si Ariana fue escogida, pero se quedó con las demás, con el pretexto de ayudar. Pronto Ariana estuvo besando en la boca al doctor, mientras él desnudaba completamente a Mabel. Ella fue directo a buscar su pene, tratando de evitar el prominente abdomen que colgaba del hombre.
Mabel sacó una verga ya erecta y se lo metió a su boca sin ninguna contemplación. Comenzó su característico chupeteo, él se dejaba hacer, lo disfrutaba. Alternaba besándose en la boca con su amante, la modelo, a la derecha y Ariana a la Izquierda.
Observé entonces a Gaia. Estaba claramente molesta, le habían robado su show. A ella le encantaba ser el centro de atención y ahora parecía un poco perdida en el lugar.
El resto de asistentes, especialmente hombres, parecían querer únicamente observar. Yo en cambio, estaba listo para la acción y no me bastaba con mirar. Entonces, le pedí a Carolina, que llamase a su amiga, para que no esté sola. En cuando Gaia se acercó, me presentó muy cordial. Gaia me saludó con un beso muy apasionado en mi boca, acompañado de un largo jugueteo con nuestras lenguas.
- Gaia, este es el tipo que te comenté – dijo Carolina
- A bueno –contestó Gaia con una amplia sonrisa– entonces tienes que dejarme probarlo también, como lo prometiste
Sin más, Gaia se inclinó hacia mi erecto pene, lo tomó con sus manos y lo masturbó como desesperada. Luego se lo metió en la boca, chupó sin control. Una experiencia inigualable, se notaba que esta mujer tenía mucha práctica, mucho más que su amiga.
Carolina pareció disgustarse, no le pareció bien que su amiga se haya adelantado. Entonces decidí besarla mientras recorría con mis manos lo mejor de su cuerpo. Carolina no ofreció resistencia alguna, empecé a desnudarla.
Pude notar como se encendían las luces, micrófonos y cámaras filmadoras al mí alrededor. Las cámaras comenzaron a ir de un lugar a otro, de la mano de aquellos que formaron la asociación de estudiantes.
Frente a mí, Apareció Patricia con un consolador en la mano izquierda, una botella de licor en la otra y unos paquetitos blancos y cafés. Al rato, también se acercó Fernanda, se arrodilló, sobre la alfombra danto la espalda a Patricia. Luego, levantó la tela roja de su vestido, mostrando su hermoso trasero. Patricia dejó la botella en el suelo, luego remojó el consolador en su boca y finalmente lo insertó por detrás a Fernanda. Ella parecía disfrutaba las acciones de su amiga.
Leo apareció en la escena, de la mano de su nueva conquista, Carmina. Ella ni siquiera nos miró, se arrodilló hasta descansar en sus cuatro extremidades. Leo se acercó por detrás, parecía haber recuperado su erección, penetró a Carmina.
Con el primer roce de Leo, ella empezó a gritar exageradamente. Me parecieron un poco falsos sus gemidos, pero era la excitación y los orgasmos que su amante le estaba haciendo sentir.O quizás solo quería llamar la atención, demostrar que estaba disfrutando, que su nuevo amante realmente la satisfacía, quien sabe.
Unos instantes después, el novio de Sabina, se acercó de frente a Carmina y colocó su falo en la boca. Carmina sorprendida por la inesperada inserción, silenció sus gemidos y abrió sus ojos como platos. “A mamar” gritó Leo, mientras la penetrada por atrás. Carmina aceptó el falo semi flácido, empezó a tragarlo, claramente noté como sus pómulos enrojecieron como si no hubiera esperado lo que estaba haciendo. Me llamó la atención, ahora Carmina aceptaba voluntariamente múltiples parejas sin poner ninguna oposición.
Entonces deseé darme un respiro, descansar de estas insaciables hembritas. Quería follarme otra vez a Carmina. Parecía que ahora estaba abierta a nuevas experiencias, tenía que intentarlo. No tenía nada que perder y en caso que no quisiera, en el lugar había tantas mujeres ardientes y dispuestas a pasarla bien. Lo único que me preocupó es que quizás no alcance ni el tiempo, ni mi erección para disfrutarlas a todas.
Gaia seguía chupando mi pene, no lo hace nada mal. Lo hacía duro, con ansia, mamaba con tanta desesperación que casi desprende mi verga con su boca. Yo jalaba mientras tanto los deliciosos senos de Carolina, desafortunadamente ya no me excitaban como antes, pero tampoco podía despreciarlos.
Cuando desnudé completamente a Carolina, la coloqué en cuatro frente a mí, para aprovechar lamiendo ese delicioso sexo que lucía ya, completamente mojado. Entonces me imaginé a Carolina comiendo una concha húmeda, no sé por qué, pero me excitó mucho la idea.
Hice un gran esfuerzo por liberar mi falo de la boca de Gaia. Le pedí que se acostara en el suelo boca arriba, con sus piernas separadas, retiré la tanga color negro semi-transparente que aun llevaba puesta. Seguramente esperaba que me coloque sobre ella para montarla al puro estilo misionero.
Tan rápido como pude tomé el cuerpo de Carolina, lo coloqué sobre el de Gaia formando un 69 perfecto. Al principio, Carolina no pareció agradarle mi idea, seguramente ese tipo de perversiones, no eran de su agrado. Le hablé tan cariñoso como pude, le expliqué que era mi fantasía y la convencí, aduciendo que a veces hay que experimentar emociones nuevas, al final cedió.
Gaia en cambio, nunca puso ningún objeción, inmediatamente sitió el cuerpo de Carolina, empezó a acariciarlo. Recibió la vagina de su compañera con su boca húmeda y lengua experta llena de pasión, al poco rato emergieron los primeros gemidos de Carolina. Ni si quiera ella se creía, estaba disfrutando de una experiencia lesbiana.
- ¿No es la primera vez que haces esto, Gaia? - dijo Carolina con su voz quebrantada
Gaia lo que menos quería en ese momento era entablar una conversación. Ella devoraba aquellos enormes labios vaginales, estratégicamente ubicados en su boca. Carolina en cambio, no parecía estar interesada en dar placer a su amiga. Decidí ayudarla, me coloqué frente a ella, ubicando mi órgano en el rostro de Carolina. De inmediato lo tomó y se lo incrustó en su boca, tratando de sofocar los gemidos que le sacaba su amiga.
Después de un rato, retiré mi tranca de la boca de la mujer, estaba lo suficientemente lubricada. Me incliné un poco, levanté las piernas de Gaia hasta mis hombros. Toqué con mis manos su deliciosa vagina, más que lubricada para ese momento, introduje fácilmente dos de mis dedos, jugué en sus interiores. Entonces Gaia me sorprendió con sus gritos desesperados, pensé que no le gustaba y retiré mis dedos. Gaia respondió aún más sorprendentemente:
- ¡Vamos! -Gritó- entra de una vez ¿Qué esperas? lléname completa, castígame como a una perra en celo
De inmediato me deslicé en la jugosa vagina de Gaia. Sin problemas, entré hasta el fondo, este sexo fue especialmente delicioso, quizás por su tamaño, quizás por su textura, ni grande, ni pequeña lo justo. Lo que mi cansada verga necesitaba para descansar, cobijada con tan tersa y suave humedad.
Gaia no es una mujer muy alta, ni gruesa, por lo que su sexo era acorde a su tamaño. Las paredes vaginales tampoco eran demasiado ajustadas, quizás esto se debía a un sin número de experiencias sexuales que debió haber tenido. Lo que fuera que haya pasado antes, había formado una vagina de forma y tamaño perfectas para mi tranca.
No es que tenga preferencias especiales y tampoco iba a despreciar una entrada como la de Carolina. Pero mientras penetraba a Gaia, inconscientemente me puse a comparar aquellos dos sexos que pude probar ese día. Mi imaginación volaba y era por ejemplo capaz de cotejar es sexo que ahora penetraba con la húmeda, muy grande y deliciosa concha de Carolina.
Mi verga bien erecta, hacía las veces de catador oficial de vaginas y basado en su experiencia podía discernir fácilmente, profundidad, presión, temperatura, textura y hasta humedad de aquellas cavernas.
Gaia, como había dicho, tiene una conchita físicamente pequeña, pero debido a su recorrido sexual era lo suficiente profunda y estrecha como para poder maniobrar con ligereza.
Carolina en cambio, es físicamente más alta, más gruesa, caderas grandes y nalgas redondas, por lo tanto su vagina es grande, amplia y con unos deliciosos labios menores que sobresalen gozosos, saborearla es exquisito, pero cuando la penetro puedo sentir una textura algo más rugosa, algo más apretada por su falta de experiencia. Profunda, tan profunda que mi falo, parece no llegar al final.
Si bien es bastante cómodo estar dentro de esta mujer, resulta menos placentero cuando está completamente húmeda, sus paredes no ajustan lo suficiente y requiere más esfuerzo llegar a una eyaculación dentro de ella.
Todos estos pensamientos extraños, venían a mi cabeza y me hacían alejar mi mente del momento que estaba viviendo. Me sentía extasiado, como volando mientras mi cuerpo penetraba sin descanso a Gaia. Carolina ahora mordía mis tetillas y me excité tanto que retiré mi palo empapado de la feminidad de Gaia, obligué a Carolina que se lo mame completo.
De esa forma, de alguna manera estaba cumpliendo mi fantasía, Carolina bebiendo los jugos de otra mujer, desde mi tranca. Carolina quiso reaccionar cuando sintió un sabor diferente en su paladar, chupó con dificultad, como si se llenara de asco.
Pero yo insistí, tomé con mis manos fuertemente, jale los cabellos de la mujer hasta que mi verga penetrara en su boca y sus labios llegasen a mis testículos. Luego la soltaba, dejándola saborear, se dio cuenta que no era nada del otro mundo, continuó, limpió mi pene de los líquidos de su amiga.
Otra vez inserté mi falo en la jugosa vagina de Gaia, el paraíso nuevamente y empecé a soñar otra vez con todo el placer que me daba. Repetí el proceso varias veces, por un buen tiempo, penetrando a Gaia vaginalmente. Penetrando a Carolina oralmente, ella tragaba todo los jugos, está cada vez lo disfrutaba más.
Envestía cada vez con más fuerza y la morbosa sensación me trasformaba en un ser poderoso. Estaba tan excitado, como nunca antes lo estuve, mi mente volaba tan alto que en algún momento logre un desdoblamiento astral. Mi alma salió de mi cuerpo y podía verme a mí mismo follando con dos mujeres, una sensación increíble, única, podía narrar con lujo de detalle como mi cuerpo perforaba a estas dos mujeres.
Justo entonces, ocurrió el primer orgasmo de Gaia. Comenzó a quejarse y a retorcerse como una loca bajo Carolina. Vi claramente como un chorro de fluido surgía de la vagina de Gaia y resbalaban por mi pelvis y piernas.
Entonces pasó algo aún más sorprendente, como dije antes podía ver lo que pasaba desde otro ángulo sin detener a mi cuerpo que seguía bombeando. Carolina exudó de su vagina un líquido transparente, al principio pensé que era orina. Luego, entendí que en realidad eran sus jugos. Carolina parecía haberse estado conteniendo, hasta ese momento, no pudo más se liberó, abandonó toda timidez, al fin se atrevió a saborear la vagina de su amiga .
CONTINUARÁ...