La despedida - Capítulo 3 - Histeria colectiva
Lo que parecía una reunión de concejo estudiantil, se a convertido en una desenfrenada orgía sexual, abarrotada de excesos e histeria colectiva. Disfrutenla
Capítulo 3: Histeria colectiva
El muchacho de la puertaesta vez no habló, se limitó a abrir la puerta, parecía que la había tenido lista. Carolina pasó como un rayo por la puerta semi abierta, el muchacho curioso, se quedó mirando a la mujer con la puerta entreabierta, yo hice lo propio.
Mientras Carolina se alejaba pode ver, por la pequeña abertura, como sacaba unos chicles de su bolso y se los echaba a la boca. Intentaba seguramente, disimular su aliento a sexo masculino y semen.
Caminó unos pasos, bajando el ritmo con el que había salido, casi de inmediato apareció el imbécil de su novio. Un tipo delgado, de bigote, siempre estaba vestido de corbata y traje, se notaba que tenía dinero y buen gusto.
Lo que él no sabía, es el tipo de hembra tenía a su lado, yo no entendía cómo podía ser tan estúpido y no darse cuenta lo que su novia había estado haciendo. Estaba muerto de rabia, me acerqué a la puerta y me quedé mirando apenas escondido. Carolina besó rápidamente la boca de su novio, lo tomó de la mano y casi lo jaló en la dirección opuesta, se alejó rápidamente, como tratando de escapar.
Tenía ganasde salir corriendo tras la mujer, arrebatarla de las manos de ese tipo. Contarle todo lo que su novia había estado haciendo y el tipo de hombre que ella necesitaba. Estuve a punto de hacerlo, pero algo incomprensible me detuvo, una de las pocas veces que me detuvo a pensar. Esta experiencia parecía haberme cambiado, sentía algo por esa chica, tenía ganas de estar con ella, traté de consolarme con sus palabras, sus promesas, pero no funcionaba, lo único que pensaba es que para ella esto solo fue una aventura y bueno que más podría ser.
Con todo el enojo encima, me acerque a una de las ventanas y removí despacio las cortinas, buscando con la mirada a Carolina. No la encontré, pero si algo que me llamó la atención. En las afueras, de pie como esperando a alguien, una de mis compañera de salón, Carmina.
Juan conoció a Carmina, este último año de estudio. Los dos años anteriores había pertenecido al grupo de Fernanda, lo cual provocó más de un momento tenso, cuando apareció en nuestro salón de clases. Algunas de las chicas la consideraban una espía del otro grupo. Fue realmente complicado, tratar de acercarse y establecer una amistad con ella.
Con el tiempo, todos descubrimos que Carmina no tenía ninguna intención poco fiable. En realidad, es una chica tierna, muy linda persona, fácil de tratar. Cuando desaparecieron las reservas que le teníamos, se incorporó fácilmente al grupo y nos hicimos buenos amigos.
Físicamente también es una mujer muy atractiva. Mide alrededor de un metro setenta, piel blanca, facciones delicadas, un cuerpo más bien delgado, con una cadera amplia y cintura apretada.
Lo que realmente llamaba la atención, era su pequeño pero bien formado trasero. Siempre usaba pantalones muy ajustados, que dejaban ver esas hermosas nalgas bien entalladas. Sus senos de tamaño mediano, casi siempre los tenía muy ocultos, pero se veían deseables.
A mí siempre me gustó esta chica, pero nunca me atreví a acercarse, pues mi amigo Leo desde siempre estuvo enamorado de ella, la seguía por todas partes. La rabia que traía encima, no me dejaba discernir lo bueno de lo malo. Mi mente funcionaba a mil por hora, especialmente cuando maquinaba alguna maldad. En pocos segundos concebí, un astuto plan para traer a Carmina a donde estaba. Caminé rápidamente, fui donde estaba el novio de Sabina, le pregunté en tono amigable:
- ¿Cómo van las cosas por aquí?
- Bien –respondió – pero parece que están necesitando ayuda los muchachos, estas mujeres son insaciables, están acabando con todos, son pocos los que aun aguantan
- ¿Y porque no les ayudas? – pregunté - tú podrías disfrutar de alguna de estas zorras
- Ja ja ja - sonrió – Si, pero mi novia me pidió que no interviniera, a ella no le gusta que tenga sexo con putas, como ella les llama - interesante concepto, me pareció, sobre todo porque su novia, era una de ellas - Sabina prefiere que la observe mientras ella goza con otros, ella me ofreció más tarde una sorpresa que no olvidaría nunca
- Entiendo, pero no te da ni un poquito de ganas de cogerte alguna
- Claro hombre, no soy de piedra, he pasado masturbándome desde que empezó, ya he terminado como tres veces y aún estoy muy excitado – reía a carcajadas
- Hagamos algo –solté en tono misterioso- ¿Qué te parece si resuelvo tu problema? Escucha… Sabina te dijo que no tuvieras sexo con las perras de esta sala y lo has cumplido, pero mira, mira fuera – El muchacho observó por la ventana y dijo sorprendido
- ¡Carmina!
- Así es
- Pero… a ella no le gustan estas cosas, incluso dicen que es virgen
- ¿Por qué no lo averiguamos? aquí esta Leo, son muy amigos y también es tu amiga ¿no? Yo hablo con Leo, seguro va a estar de acuerdo ¿Qué te parece si salen los dos y la invitan a pasar?
- Podemos intentarlo, ahora lo llamo
De inmediato, bajé las gradas a donde estaba Leo, le dije que había algo importante que teníamos que charlar, no lo dudó ni un momento y me siguió a donde estaba el novio de Sabina.
Leo y Juan somos amigos desde el inicio de nuestros estudios en la facultad. Leo es un tipo genial, le gusta relacionarse con todo el mundo, él fue una de las grandes ayudas que Juan tuvo en su campaña electoral. Como se le hacía más fácil relacionarse con las personas fue el encargado de establecer los nuevos contactos.
Cuando Juan tuvo las discrepancias con Mario, él siempre se mantuvo neutra y cuando termine alejándose. Él fue el único de su equipo, que se quedó trabajando con Mario, fue casi una traición pero con el tiempo lo perdonó, porque sabía lo importante que era para él ese trabajo.
- Vamos a hacer lo siguiente. Los dos se van a vestir y van a salir a buscar a Carmina que esta afuera. Tienen que ser rápidos y muy convincentes, tienen que persuadirla de entrar. Tienen que hacerle creer que la necesitamos aquí. Si se niega, oblíguenla, usen la fuerza si es necesario, para eso van los dos. Muy importante, antes de entrar deben vendar los ojos de Carmina. Las mujeres se excitan con las sorpresas. Pero no se apresuren, fuera de aquí, no intenten propasarse, sean muy respetuosos. Parece que espera a alguien, antes de nada pregunten eso, para saber de cuánto tiempo disponen, de ser posible tráiganla por las buenas, eso sí, como fue mi idea yo me la tiro primero ¿Que opinan?
- Excelente idea – Dijo el novio de Sabina
- Yo voy con mucho gusto – respondió Leo
Enseguida Leo y su amigo fueron a buscar sus ropas para vestirse. Al poco rato ambos salieron del salón a cumplir su misión, mientras yo los seguía con la mirada desde la ventana. En ese momento mi pene parecía estar recobrando la normalidad, bastante flácido y relajado. Decidí dar una vuelta por el lugar, sabía que los muchachos, podrían demorar un buen rato hasta convencerla.
La mayoría de hombres estaban rendidos. O bien acostados en el suelo, o sentados en alguna butaca. Los pocos que aún quedaban de pie. Se repartían entre Mabel y Sabina. Ambas parecían unas lobas insaciables, exprimiendo los penes con sus bocas o con alguno de sus huecos.
Sabina lucía su cuerpo todo lleno de semen, no había lugar sin residuos, su ano, senos, rostro manos, chorreaban el inconfundible líquido blanco. En algunos lugares empezaba a secarse. Me preguntaba cuántos hombres habrían terminado sobre ella para lograr este efecto.
Cuando pasé cerca de Sabina, ella me miró con ganas, me guiñó uno de sus ojos. Parecía querer más, no importaba la enorme tranca que tenía clavada en su boca.
El resto de chicas debido a la falta de hombres, habían comenzado a darse placer entre ellas. Encontré a Patricia haciendo un sesenta y nueve perfecto con Olivia. Cuando Olivia se percató de mi presencia, me llamó, intentó hablar desde su posición.
- Hola Juan, no te había visto por aquí ¿Te gustaría participar? ¿Te gustaría llenar mi culito? como la vez pasada ¿recuerdas? Hmmm… Mi huequito está hambriento ¿Te atreves? – recordé la fascinación de esta mujer por el sexo anal y mi corta historia con ella. Con solo dar un vistazo, era obvio que ambas mujeres no solo saboreaban sus sexos, sino también que introducían sus dedos en sus orificios traseros para provocarse placer
- ¿Por qué no? -Respondí- tengo buenos recuerdos de tu delicioso culo – Y realmente me sentía tentado a tomar estas dos mujeres
- Aquí está, lindo, tu segunda oportunidad aprovéchala
- Está bien, pero empieza mamando mi pene, si lo haces bien, te premiaré.
Al oír eso, Patricia que estaba sobre Olivia regresó la mirada con una cara de fastidio. Estaba recibiendo una buena dosis de sexo oral, antes de ser interrumpida, seguramente pensó que le iba a quitar su caramelo. Yo aproveché la situación para mejorar la posición de las mujeres.
Tome de las enormes caderas de Patricia y las levanté hasta que sus rodillas hicieron un ángulo de noventa grados con sus contorneadas piernas. Entonces acomodé mi verga, algo flácida, en la boca de Olivia.
Me encontré frente a mí, aquel hermoso trasero, casi mítico, unas prominentes y espectaculares nalgas, no podía dejar pasar esta oportunidad. Empecé a degustarlo. Patricia quiso resistirse al principio, la sujeté fuerte para que no pudiera zafarse. El rostro de Patricia, resbaló hasta topar con la vagina de Olivia. Una ubicación mucho más placentera para la Olivia. Ahora Patricia, podía saborear mejor que antes los jugos de su amiga.
No perdí el tiempo, seguía deleitándome del sabroso y dilatado ano de patricia. Un agujero del cual había escuchado mucho, pero jamás había tenido la oportunidad de probarlo. Aquellos que lo conocían, tenían razón, esta caverna no tenía rival. Ni que hablar de sus caderas, nalgas todo el conjunto, ha sido hasta el momento, de los mejores culos que han pasado por la facultad.
Apretaba aquellas hermosas nalgas con mis manos. No solo eran grandes y bien formadas lo realmente asombroso, era su exquisito sabor y hasta aroma tan especial, enbrujante. He probado algunos en mi vida, todos aquellos, incluido el trasero de Carolina no hacen comparación. Este culo era especial, delicioso, como hecho para el sexo.
Me preguntaba, como lo cuidaba, que sustancia se untaba para lograr ese sabor tan exquisito. Quizás nunca lo sepa, lo si era seguro, es que otra vez estaba excitado. El culo de Patricia y las mamadas de Olivia, me estaban devolviendo mi erección. No podía esperar para penetrar el agujero anal que tenía al frente y que jugueteaba con mi lengua.
Patricia comenzó a gemir, al parecer le gustaba como lo trataba. Olivia recibía placer en esta posición y emanaba pasión por su entrada. Patricia tuvo que esforzarse aún más para beber todos los líquidos de su amiga. Volví a separar las piernas de Patricia, hasta que su vagina fue a dar con la boca de Olivia. Esta entendió bien, retiró mi tranca de su boca y procedió a limpiarla los jugos de su amiga, con lametazos largos y profundos.
Observé mi verga, erecta, no tan fuerte como antes pero suficiente para hacer gozar a esta perra. Sin contemplaciones inserté, en el dilatado asterisco de Patricia. Eso le encantó, de inmediato esta comenzó a moverse como una loca. No sé cuántos hombres entraron ahí antes, pero el agujero era bastante holgado. Su cueva se ajustaba perfectamente al tamaño actual que tenía mi falo y la sensación era única.
Patricia comenzaba a gritar cada vez que era envestida y esto me excitaba, especialmente porque Patricia vociferaba obscenidades fruto del estado de excitación:
- Adoro una verga en mi culo, métela con más fuerza papi, si… lléname de leche, vamos, vamos… atraviésame… que me traspase completa… vamos cabron, has que salga tu verga por mi boca
La situación era excitante y algo graciosa a la vez. Conocía a esta mujer, conocía su perfil ejecutivo y muy serio. Jamás me la hubiera imaginado, en la intimidad como una mujer bulliciosa y casi vulgar. Ella gritaba sin la menor vergüenza, soltaba cualquier cantidad de improperios obscenos, impronunciables. Algo sorprendente viniendo de una mujer tan culta y preparada como Patricia, por lo menos eso aparentaba. Esta faceta sexual de la mujer no la hubiera conocido a no ser por esta oportunidad que tenía ahora.
Hubiera pasado horas degustando ese delicioso cuerpo, pero recordé que, si todo salía bien, pronto entraría Carmina. Seguramente esos gritos podrían asustarla. Tuve que retirar mi pene a regañadientes de ese hueco delicioso. Cambié de posición, di vuelta y fui hacia donde estaba el rostro de Patricia, pero esta vez, se lo ofrecí a Olivia.
Patricia estaba histérica, furiosa, no entendía porque había dejado de darle placer. Estaba acostumbrada a tener toda la atención de sus sus amantes, que la complacieran la complacieran, esta no concebía que estaba pasando. Antes que Patricia pudiera decir palabra alguna, la tomé de sus hermosos cabellos y la encaré:
- Hace tiempo te envié un correo, en donde te decía, que me gustaría poseerte así como ahora ¿Por qué nunca respondiste? – Patricia miraba incrédula, no entendía, era momento de follar, no de hablar, frunció el ceño, como tratando de recordar, luego respondió ofendida
- ¿Eras tú? ¿Cómo mierda lo iba a saber? Hay tantos morbosos, cobardes, que me escriben a diario. No creí, que fueras capaz de cumplirlo, soy una mujer muy exigente
- Una perra exigente querrás decir – solté, sintiéndome confiado de la situación
- Como quieras… esta es tu oportunidad… puedes cumplir tus sueños, puedes follarme con todas tus fuerzas
- Tal vez… tal vez, ya no te deseo tanto como entonces. Tal vez, hoy conocí un culo mejor que el tuyo. Y solo tal vez, hasta voy a conocer otros aún mejores, así que voy a seguir probando
Patricia se quedó muda, no sabía que decir, seguramente no esperaba esta humillación. Siempre había sido engreída, se sentía deseada, confiaba en ser la poseedora del mejor cuerpo, nadie podía igualarse, ella conocía muy bien sus atributos. Pero yo quería cóbrale el desplante, que hace poco había sufrido.
Hace casi un año, Juan contactó a Patricia para solicitar el auspicio de su empresa en su campaña electoral. La actitud de ella fue por demás despectiva. Le hizo esperar más de lo normal, en su oficina. Cuando apareció ni lo miró, lo ignoró por completo. Le costó mucho conseguir su ayuda. Patricia seguramente pensó, que un jovencito de tercer año, inexperto, intentando postularse a al consejo estudiantil, jamás tendría éxito.
Las cosas cambiarían, varios días después, cuando finalmente analizaron el plan de trabajo que presentó Juan. Paola y la empresa en la que trabajaba accedieron sin poner ninguna condición adicional.
Un día miércoles, Juan recibió la noticia, su propuesta fue aceptada. Juan estaba muy contento, fue a las oficinas a firmar el compromiso. Paola nunca apareció, en su lugar había dejado un encargado, que coincidió ser un amigo de Juan, el cual trabajaba en la misma empresa.
Después de la firma de los documentos, ambos fueron a almorzar. Mientras charlaban le explicó a Juan, la razón por la cual Patricia no estaba presente. Según su amigo, Patricia tenía un romance con el gerente de la empresa. Ambos desaparecían todos los miércoles, sin falta. Al parecer eran una pareja tan acalorara, que se les había visto en posiciones muy comprometedoras, ahí mismo, en el parqueadero subterráneo de las oficinas.
El amigo de Juan, le facilitó una dirección personal de correo electrónico, que al parecer pertenecía a Paola. Le dijo que en algún momento, le podría ser útil. Incluso podía conseguir algo de sexo, si la amenazaba con hacer público su romance. Ya algunos de sus compañeros habían obtenido favores de Patricia. Juan le escribió un correo muy subido de tono, pero nunca recibió respuesta. Juan pensó que lo habían engañado, pero siempre le había quedado la duda.
Ahora la tenía en mis manos, la tenía desnuda excitada y siendo follada como cualquier perra ya no me quedaba duda del tipo de mujer que era. Una zorra como cualquier otra a quien podía follarla y humillarla hasta cansarme. Ahora me daba cuenta que todo lo que me conto mi amigo era verdad.
Patricia no dejaba de mirarme con sus ojos inyectados de coraje. Ella no sabía si llorar, alejarse o rechazar mi afirmación. Yo aproveché su desconcierto, para colocar las piernas de Olivia sobre mis hombros. Olivia esbozó una sonrisa cómplice, había escuchado todo y sabía lo engreída que es Patricia. Nadie antes, se había atrevido a hacer, lo que hice. Patricia tenía razón de estar tan fastidiada.
Introduje mi miembro en la vagina de Olivia sin ninguna dificultad. Mi verga se deslizó fácilmente con lubricación y dilatación que tenía. Me sentía holgado, llegue a pensar que en ese agujero, fácilmente cabria una mano completa. Esta es la segunda vez que poseía a Olivia, pero nunca la había visto tan excitada como ahora. Siempre pensé, que ella tenía preferencia por mujeres, hasta que una noche, llegue a tener una improvisada aventura con ella, en los patios de la universidad.
Remojé mi pene, en la jugosa vagina de Olivia, hasta que caí en cuenta, nunca solté los cabellos de Patricia. Ella se había quedado inmóvil, pero ahora intentaba irse. Reaccioné con algo de violencia, jalándola más fuerte y obligándola a que chupara mi húmedo falo. Al principio se resistió, pero luego se dio cuenta de que no podía liberarse, entonces accedió de mala gana.
Dejé que Patricia babeara mi pene lo suficiente, luego coloqué mi glande, en la entrada anal de Olivia. Eso era lo que me interesaba, introduje suavemente, el agujero estaba bastante apretado, parecía una tarea complicada. Esta era la segunda vez, que intentaban penetrarla analmente, pero parecía la primera. Me imagine que le iba a doler pero no puso objeción, estaba tan excitada, no le importó.
Metía y sacaba muy despacio, así le gustaba, no fuerte pues decía que le lastimaba. Olivia no es una chica de gritos fuertes, es más bien recatada y prefiere ahogar sus gemidos mordiendo sus los labios. Eso me indicaba que lo estaba disfrutando. Olivia dejó de lamer la vagina de Patricia, ahora solo observaba desde su posición.
Patricia miraba atenta como entraba y salía mi verga del hueco de Olivia. De vez en cuando lamía un poco la vagina de su compañera. Patricia envidiaba mucho a Olivia por el placer que estaba disfrutando. Debes en cuando le echaba una mirada. Tomé con mis brazos a Patricia intenté tocarla y besarla, se dejó hacer. Nunca dejé de penetrar a Olivia, seguía con buen ritmo. Patricia se incorporó, sentándose sobre el abdomen de su amiga.
En esa posición, pude disfrutar todo el hermoso cuerpo de Patria. No cabía duda, es hermosa como ninguna. A su lado Olivia no tenía comparación, pero mi falo, igual disfrutaba penetrando su estrecho agujero. Fui a saborear los pezones de Patricia, provocándole placer, pero si dejar de envestir a Olivia por atrás.
Acerqué aún más a Patricia, atraje sus piernas hacia mi cadera, como si quisiera penetrarla. Bajé mis manos acariciando su espalda, hasta llegar a esas enormes y firmes nalgas. La sensación era única, indescriptible, realmente lo estaba disfrutando, pero no quería que ella lo notara.
Patricia recibía también mis embestidas, mientras penetraba a Olivia, mi pelvis chocaba con su perfecto monte de venus. Notaba como sus pezones cada vez iban poniéndose más firmes y apuntando al cielo, pero dentro de mi boca. Luego tuve ganas de besar su pervertida boca. Lo hice, bajé mordisqueando suavemente su piel, sus hombros y subiendo nuevamente hasta sus oídos. Cuando estuve ahí, le dije suave y delicadamente que no había en el mundo un culo mejor que el suyo, solo estaba un poco enojado porque nunca respondió mi correo.
Patricia pareció alegrarse, se acercó aún más, y la besé nuevamente saboreando esos deliciosos y carnosos labios. Fue un beso fugaz pero muy ardiente, jugamos con nuestras lenguas, simulando un falo penetrándola, pasamos un buen rato entrelazados pero manteniendo el ritmo de embestidas.
Nos dimos cuenta que Olivia se estremecía por un fuerte orgasmo. Ella agarraba sus pechos pequeños pero firmes, con ambas manos, los estrujaba y jalaba con gran fuerza. Patricia estaba sentada sobre la pelvis de Olivia lo cual incrementaba el orgasmo de Olivia. Ella no dejaba de quejarse, retorciéndose, disfrutando de esa cualidad tan deslumbrante que tiene las mujeres, una vez que han llegado a su orgasmo, pueden continuar y continuar disfrutándolo.
Yo no quería parar, no tenía por qué hacerlo, seguía abriéndome paso en el perforado trasero de Olivia. Al mismo tiempo besaba y manoseaba apasionadamente a Patricia. Seguramente hubiera poseído a Patricia, de no haber sido porque en ese preciso momento se abrió la puerta con un fuerte golpe.
El ruido sorprendió a todos en el salón, se hizo el silencio, era Carmina, según mis instrucciones entraba vendada los ojos. De cada lado mis dos amigos, sujetándola del brazo. Entraron lentamente, haciendo la señal para que no se haga ruido, todos quedaron sorprendidos sin entender, mientras Carmina decía algo que nadie alcanzaba a escuchar.
Los tres bajaron escalón por escalón con mucha delicadeza, la pusieron al frente de todos. Carmina no sabía lo que estaba pasando o quien estaba frente a ella. Sonreí para mis adentros, era tiempo de comenzar la fiesta, mi propia fiesta. Dejé a Olivia y a Patricia, no sin antes pedirles que me ayudaran, era algo especial que quería hacer, ellas aceptaron se incorporaron y me siguieron hacia donde estaba Carmina ese momento.
CONTINUARÁ...