La despedida
El siguiente relato cuenta la historia de Marta, una chica que descubre por primera vez lo que se siente cuando amas realmente.
El siguiente relato cuenta la historia de Marta, una chica que descubre por primera vez lo que se siente cuando amas realmente.
Martes 13 de Septiembre:
No pensaba que me volvería a saber de ella otra vez, pensaba que nuestras vidas ya se habían separado definitivamente y había decidido empezar de cero, pero aquella llamada lo cambio todo…
Para entender este momento y entender porque una llamada puede ser tan importante, en mi mente os traslado en el tiempo 18 meses, 4 días, 5 horas y 37 minutos. Recuerdo la última conversación que tuve con ella, como si la tuviera grabada con fuego en mi mente y todavía oigo su voz diciéndome:
Marta, llevas dos días diferente, estás como más callada...incluso anoche mientras hacíamos el amor, he sentido algo distinto en ti, era tu actitud, como si hubieras tomado una determinación, parecías distinta. También recuerdo la despedida de ella en aquel aeropuerto, pero eso os lo contaré más adelante.
Estas palabras, fueron las últimas que palabras que escucha de ella, hasta hoy y mi historia comienza así:
Yo soy una chica de 29 años, segura de mi misma y de mi sexualidad. Me encontraba en una situación complicada, porque lo acababa de dejar con mi novio después de una relación de 3 años. Toda mi vida había creído que era feliz, que mi vida era perfecta, un trabajo que me gusta, mis amigos, mi pareja, todo era perfecto o eso pensaba yo.
Como en todas las crisis personales que había tenido en mi vida, siempre salía corriendo de todos y de todo, apartándome del mundo, como si de alguna manera creyera que cuando volviera a la realidad, solo hubiera sido un mal sueño, así que decidí marcharme fuera de Madrid unos días para evadirme.
Mi destino en esta ocasión fue Huelva, una tierra a la que adoro y es el único sitio en el mundo, donde puedo volar y olvidarme de todos mis problemas.
Aquella noche estaba dispuesta a comerme el mundo, a conocer al primer chico que me gustara y disfrutar de esa noche, como si fuera la última, porque lo necesitaba. Me puse mi mejor vestido, zapatos de tacón y todo el maquillaje que necesitaba para pintar mi tristeza, aquella noche solo podía enseñar mi sonrisa.
Salí con mi amiga Elena, una amiga de toda la vida que tampoco estaba pasando por un buen momento en su vida y decidimos salir juntas aquella noche. Como hacía 4 meses que no nos veíamos, nos pusimos un poco al día de nuestras cosas, de cómo nos había ido, pero lo más fuerte estaba todavía por venir…porque mi mejor amiga me acababa de contar en ese mismo instante que era lesbiana. En ese momento no supe cómo reaccionar y solo pude poner cara de asombro, sin saber muy bien que decir, pero inmediatamente conseguí salir de ese estado e intentar quitar mi cara de sorpresa. Decidí que lo mejor que puedes hacer si no sabes que decir, es no decir nada, así que la abracé y la dije que pasara lo que pasara, siempre me tendría a su lado, que nunca la abandonaría.
Sentí curiosidad de cómo sería su mundo, en que ambientes se movía y como sería relacionarse con otra mujer, por mera curiosidad y porque quería demostrarla a mi amiga, que la apoyaba. Después de un rato de charla entre nosotras, decidimos ir a tomar una copa, así que nos marchamos juntas a disfrutar de la noche.
Estuvimos en varios bares y la noche no pintaba como yo me lo había imaginado, poca gente, música aceptable, pero para ser un miércoles tampoco estaba mal. Cuando nos dieron las 3 de la mañana, mi amiga Elena mi invito a tomarnos la última copa en un bar de ambiente, así que pensé que tampoco pasaba nada por tomarme una copa allí, ya que yo tenía muy clara mi sexualidad.
Cuando llegamos a aquel bar, solo había mujeres, no había ni un solo hombre y aquello me pareció “distinto”, pero decidimos quedarnos. Al fondo de la barra había un grupo de mueres charlando y riéndose, parecía que se divertían y yo intentaba no mirarlas fijamente, no quería que pensaran que yo…ya sabéis.. Mi amiga Elena no tuvo ningún reparo en mirar fijamente a una de las chicas, miradas sinuosas que invitaban a entablar una conversación y algo más. Aquella chica a la que mi mejor amiga miraba fijamente, se acercó a nosotras y después de presentarse y la primera toma de contacto, nos invitó a unirnos a su grupo de amigas y a mi aquella situación me pareció divertida, además la chica era muy educada.En seguida comenzamos a entablar conversación con ellas y poco a poco, me empecé a sentir muy cómoda con aquellas chicas, me hacían sentir bien y la verdad es que no paramos de reírnos todas juntas.
Estuvimos más de una hora charlando con ellas, pero sobre todo, la mayor parte del tiempo estuve hablando con Rocío, que fue la que más hizo por integrarme con sus amigas, mientras mi amiga Elena se centraba en Bea, en la chica que la gustaba. Las otras dos chicas (Sandra y Rebeca), estuvieron la mayor parte del tiempo bailando en la pista, acercándose brevemente a nosotras para darle un sorbo a la copa.
Rocío me hizo reír, me hizo sentir especial y apenas sin darme cuenta, estaba contando mi vida a una desconocida que acababa de conocer y los motivos por los que yo había acabado en ese Bar con mi amiga. Ella tampoco tuvo reparos en contarme su historia y que también había estado casada hace 7 años, pero que poco tiempo después, conoció el amor de su vida, a la mujer de su vida y que había terminado con ella…
No sé cuánto tiempo estuvimos hablando juntas, pero cuando nos quisimos dar cuenta, ya estaban cerrando el bar y decidimos darnos los teléfonos para seguir charlando otro día como dos buenas amigas que han congeniado. Nos despedimos de aquellas chicas, a pesar de que mi amiga Elena se quedó con las ganas de marcharse con Bea, pero por la mañana tenía que madrugar y decidió posponer ese encuentro para otra ocasión. Por alguna razón aquella noche no pude parar de pensar en esa chica y en lo cómoda me ha había hecho sentir, pero inmediatamente pensé que era la misma sensación que podía tener con cualquier amiga, así que intente dormirme y descansar aquella noche.
A la mañana siguiente instintivamente miré mi móvil, como si de alguna forma esperara recibir un mensaje de Rocío y así fue, era ella invitándome a tomar un café aquella mañana.
Pegué un salto de la cama, corriendo como loca por la casa sin saber muy bien que ponerme o como peinarme y pensé, ¿pero si solo es una amiga que acabo de conocer, que estoy haciendo?, así que me puse unos vaqueros y ropa cómoda y me marche para llegar a tiempo donde me había citado con Rocío. Como si de dos personas que se conocen hace mucho tiempo, nos dimos un abrazo e inmediatamente después, no paramos de hablar la una de la otra, con absoluta confianza y complicidad y aquello me dejaba totalmente descolocada, pero solo quería disfrutar de ese momento y de su compañía.
Rocío era una mujer extrovertida, algo alocada, pero con las ideas muy claras, me trasmitía mucha seguridad al hablar y eso me hacía sentir a mi segura. A pesar de que ella tenía 7 años más que yo, a veces parecía que tenía la inocencia de una niña, pero la madurez de una mujer.Después de tomar café decidimos marcharnos a comer juntas y pasar la tarde en una cala con unas vistas preciosas, quería llevarla al sitio donde suelo ir cuando estoy en Huelva y necesito pensar. Cuando llegamos a mi refugio con el mar de fondo, ambas nos quedamos mirando a lo lejos, disfrutando de la calma que había en ese lugar y por un momento y sin darnos cuenta, ambas estábamos cogidas de la mano mirándonos y se hizo un silencio….
En aquel momento fue la primera vez que una mujer me besó, mi corazón palpitaba y me temblaban las piernas, pero no pude apartarme de ella y solo me deje llevar. Cuando abrí los ojos me entro pánico y solo pude decirle a Rocío que debía marcharme porque tenía algo de prisa y noto claramente el miedo en mis ojos.
Me marche a casa intentando pensar que aquello no había ocurrido, que lo que había pasado era fruto de lo mal que me encontraba emocionalmente y que simplemente necesitaba el cariño de cualquier que pudiera dármelo, así que intente calmarme y no darle más importancia de la que había tenido, un simple beso.
Pasaron 4 días y yo no podía parar de pensar en aquella mañana, en lo que había sentido y me pasé el día sin separarme de mi móvil, como si nuevamente espera que Rocío se pusiera en contacto conmigo, pero no lo hizo.Cogí el teléfono para llamarla, me sentía mal por la manera en la que me había marchado y que mejor excusa que disculparme, para hablar con ella de nuevo. Dieron ocho largos tonos…y mi corazón de nuevo palpitaba. Por una parte deseaba que me cogiera el teléfono, pero por otra deseaba que no contestara, pero lo hizo e inmediatamente escuche su sonrisa al otro lado del teléfono como si nada hubiera pasado.
Estuvimos charlando unos 15 minutos contándonos como nos había ido el día, hablando de cosas cotidianas, sin mencionar en ningún momento lo que había ocurrido, como si para ella fuera todo normal, así que eso me hizo calmarme y relajarme de nuevo. Decidimos vernos nuevamente aquella noche, porque Rocío quería invitarme a cenar a su casa, así que ni me lo pensé dos veces y acepté su invitación.
Aquella noche antes de salir de casa me miré al espejo, estaba radiante, mi sonrisa era la de una niña en su primera cita, me sentía ilusionada de nuevo. Cuando caminaba frente a la casa de Rocío a punto de tocar su puerta, de nuevo me temblaron las piernas y me quede parada inmóvil durante unos segundos, no podía moverme. Saque el valor para seguir caminando y cuando toque su puerta, ella estaba guapísima, en ese momento vi a la mujer más bella del mundo, apenas podía hablar, solo podía mirarla y ver lo guapa que estaba.Cuando conseguí volver a ser yo misma con una copa de vino en la mano, nos sentamos en la mesa y Rocío había preparado una cena maravillosa, me sentí como una reina en ese momento, nunca ningún hombre me había tratado así. Aquella noche estaba viviendo un sueño, mi sueño y no quería despertar nunca.Al terminar de cenar ella me cogió nuevamente de la mano y con su mirada me dijo que no tuviera miedo y me deje llevar nuevamente. Sentí sus besos como nunca los había sentido y sus caricias sobre mi pelo, sobre mi cuello acariciándome lentamente, me hizo sentir lo que jamás había sentido con nadie jamás.
Rocío por primera vez me hizo el amor, por primera vez sentí lo que es hacer el amor con una mujer y disfrute del sexo como nunca pensé que pudiera sentirlo con nadie y me quede dormida sobre su cuerpo desnudo abrazada a ella. A la mañana siguiente me desperté y ella no estaba a mi lado, pero me había dejado una Rosa con una nota junto a la almohada que decía así:
Guarda esta rosa, porque si la guardas sé que volveré a verte esta noche. Gracias por aparecer en mi vida. Rocío.
Aquel día fue el comienzo de una nueva vida para mí, porque pasé con Roció los mejores 8 meses de mi vida.
Poco a poco fuimos compartiendo muchas cosas, amistades, cada cosa que hacíamos lo haciamos juntas compartiéndolo todo, así que decidí al poco tiempo venirme a Huelva a vivir con ella en el piso que tenía alquilado y conseguí trabajo.
Fueron meses muy intensos, con nuestras discusiones, con nuestras risas y por tantas cosas que pudimos compartir en ese periodo de tiempo.
Mi mejor amiga ahora era feliz también, porque ahora se sentía mucho más apoyada por mí y ya no solo era su mejor amiga, también me había convertido en su cómplice.
Cada día que pasé con ella desde aquel instante, fue maravilloso, pero yo sabía que ella debía marcharse fuera de España por trabajo y que tardaría mucho tiempo en volver a verla.
La última noche que estuve con ella estaba tensa, porque sabía que si se marchaba, quizás la perdería para siempre o que cuando volviera, nada volvería a ser como antes y no pude evitar no darle a Rocío la mejor despedida aquella semana.
Por primera vez en mi vida, descubrí que yo no era lesbiana, si no que me había enamorado de aquella mujer, no me gustaban las mujeres, solo me gustaba ella.
Aquel día fui a despedirla al Aeropuerto y no pude evitar llorar delante de ella, porque aquella maravillosa experiencia, se terminaba en ese aeropuerto, pero Rocío no paraba de repetirme que volvería pronto y que no me preocupara.
Pasaron más de 18 meses, pero nunca volví a ver a Rocío. No me contestaba a las llamadas y las cartas que la envié a la dirección que me había dado, me venían devueltas, estaba destrozada porque todo lo que había vivido con ella había sido una mentira y me sentí estúpida por haberla esperado tanto tiempo.
Aquel 13 de Septiembre recibí una llamada de su madre llorando, en la que me decía que tenía una carta de su hija para mí. En ese momento me asuste y la pregunte a su madre muy nerviosa que estaba pasando, pero su madre me contesto que en la carta su hija lo explicaba todo, que era la decisión de su hija y que debía cumplirlo.
A los dos días recibí una carta que decía así:
Hola amor mío, todo este tiempo he llorado cada día pensando en ti y pensando en que había abandonado a la mujer de mi vida.
Si he hecho esto es porque no podía dejar que me vieras sufrir, que vieras como me iba marchitando y que solo te quedaras con el mejor recuerdo que tenías de mí. Solo quiero que sepas que ojala hubiera podido regalarte una rosa cada día, pero por desgracia mi enfermedad me lo impedía y me quedaba poco tiempo….
Ojala puedas perdonarme y solo espero que guardes siempre esa rosa, porque así siempre que la veas podrás recordarme como era.
Gracias por hacer que mis últimos 8 meses hayan sido los mejores de mi vida, porque me he podido marchar feliz de este mundo.
Tuya siempre…Rocío.
Te quiero y te abrazo desde el cielo donde algún día me encontraré contigo.