La depresión de Sergio

Le ofrecía una teta para que se la chupara, y él no se hizo rogar. Con todo su largo saber se metió en la boca lo que pudo de una teta. (FOTOS)

LA DEPRESIÓN DE SERGIO

Pobre hombre, lo veíamos medtitabundo y cabizbajo, su rostro trasuntaba una tristeza infinita, una pena sin nombre.

Varios amigos procuramos inquirir las causas de ese estado calamitoso. Sergio no parecía Sergio. Las amigas que solían compartir su cama se quejaban de que ya no las llamaba.

Abandonó su consultorio, y casi no se ocupaba de su clínica. Todo parecía irse a pique.

Tampoco viajaba a Buenos Aires a encontrarse con las mujeres que allí lo esperaban ansiosas. Se dejó estar, comía de todo y ya no practicaba ningún deporte ni hacía su habitual gimnasia. Aumentó mucho de peso.

Como me considero uno de sus mejores amigos lo acosé con preguntas, y luego de varios días se franqueo conmigo:

Estoy deprimido, angustiado, sin más lenguaje que un llanto. En TR han rechazado mi último relato. Dicen que las fotos que incluí parecen de una menor de edad. En verdad no sé la edad que tiene la chica, no es muy alta, pero tiene un cuerpazo de veterana, no puede ser menor, no puede. Me pidieron que cambiara las fotos, pero sería como traicionarla y traicionarme. Además el relato sin las fotos perdería su esencia, y me he aficionado a incluir fotos en mis relatos.

Ante esta calamidad le sugerí que consultara con un psicólogo. Lo hizo, pero el profesional no podía tratarlo ya que también era su amigo. Apenas le sugirió que para salir de la inercia en que se hallaba escribiera un relato en el que incluyera una mujer de la que no pudiera sospecharse que era menor de edad. Volvió a confiarse conmigo:

¿Y cómo hago? Mis relatos siempre son reales, tendría que tener un encuentro con una mujer mayor, y no hay ninguna a mi alcance. Las mujeres se jubilan a los sesenta años, o sea que en mi ámbito laboral no hay ninguna que supere esa edad. ¿Y cómo hago para hallar alguna que además de acostarse conmigo me deje tomarle fotos?

Todos los amigos de Sergio nos abocamos a la tarea de buscar una mujer de avanzada edad, que superara los prejuicios del webmaster de TR, que aceptara tener un encuentro sexual con nuestro amigo, y que aceptara ser fotografiada en acción.

Raúl apareció un día con la solución: su suegra Zuni, sesenta y siete años, viuda desde hace tiempo, y no resignada. Al punto que había llegado a pedirle su yerno que la cogiera. Raúl se negó, prefería a su esposa que está bien buena, o a su secretaria que está mejor y es más joven. La suegra era una señora algo entrada en carnes, con presumibles blanduras y caídas por todos lados, dada su edad. Pero con un rostro que alguna vez fue bonito, en el que se destacaban sus ojos. Y un cuerpo que, pese a las falencias enumeradas se veía rotundo y abundante.

Hablamos con Zuni, le planteamos lo de las fotos, nos respondió que si la cogían bien se hacía fotos y hasta estatuas. Le garantizamos que sería cogida a su entera satisfacción.

Hablamos con Sergio para ponerlo al tanto, abatido consintió. Pero me dijo que no estaba en condiciones de relatar lo que pasara. Me rogó que lo hiciera yo, él me contaría sucintamente lo que sucediera y yo debía redactar el relato para ser enviado a TR.

Arreglé con Zuni que Sergio iría a la casa de ella en la noche siguiente.

Tomó un comprimido de Viagra porque temía que su fiel amigo de tantos lances no le respondiera en el momento de la verdad. Preparó su cámara y marchó a la lid.

Ella lo recibió con ropa sugerente y bien maquillada y peinada. Hubo muy poco diálogo, unos besos de lengua y la señora comenzó a quitarse la ropa. Allí Sergio le pidió tomar la primera foto.

Zuni posó como si la foto fuera para Play Boy , con una mirada ansiosa, cargada de sugestión. Pero eso no bastó para erguir la verga de él.

En procura de lograr la ansiada dureza necesaria para cumplir con el cometido de dejar satisfecha a la anciana se acercó para acariciar su carne desbordante. La magreó sin quitarle la ropa interior. Notaba las tetas muy blandas dentro del armado sujetador, pero las apretó igual que si fueran las más ricas tetas de una adolescente.

El culo estaba algo caído, la trusa no alcanzaba a contenerlo ni a sostenerlo, lo acarició con un poco de ternura.

Cuando tocó la parte delantera la notó húmeda, y ella se estremeció y soltó un tenue gemido. Le dijo que hacía años que no le hacían eso, que le gustaba mucho, que deseaba que le chuparan los pezones.

Se quitó el sujetador, lo que Sergio aprovechó para preparar su cámara. La señora adoptó una pose que creyó sexy, apartando la trusa para mostrar su concha.

Le ofrecía una teta para que se la chupara, y él no se hizo rogar. Con todo su largo saber se metió en la boca lo que pudo de una teta, mientras entre dos dedos aprisionaba el pezón de la otra.

La señora gemía, gritaba y pedía que por favor la cogiera, pero la herramienta de él no estaba preparada aún.

Le sacó la trusa, dejándole las medias blancas que lo excitaban, para dedicarle una de sus magistrales comidas de concha. Le arrancó dos orgasmos muy prolongados. Y no le disgustó la tarea, la mujer olía a jabón perfumado, no derramaba casi jugos debido a su avanzada edad. Él pensaba que lograría satisfacer al puritano webmaster de TR, y le publicarían el relato. Aunque no estaría escrito por él era el co-protagonista .

Reflexionaba, mientras entraba con su lengua en la señora, que esa concha era demasiado grande, aún para su gran verga. Que no lo apretaría lo suficiente para hacerlo gozar .

Asumió ese riesgo, todo sea por satisfacer a Alex, ya que muy difícilmente pensaría alguien que Zuni era menor de edad.

La mujer estaba algo desconcertada porque su partenaire sexual todavía permanecía vestido, y tomó la iniciativa. Se dirigió a la bragueta y extrajo la portentosa verga, aún no erecta del todo.

Se la metió en la boca e inició una experta mamada. La recorría íntegra con labios y lengua. Él advirtió que se había quitado la dentadura postiza para ser más eficiente. Esto lo halagó sobremanera y le permitió la tan ansiada erección. Se sintió caliente, como hacía días no lo estaba. La depresión había inhibido su libido.

Le tomó la cabeza con sus dos manos y le cogió la boca con dedicación, como si se tratara de Lu, la hija menor de su amante, que tanto lo deleitaba con sus mamadas.

Con un goce intenso sobrevino su eyaculación. Había leche acumulada por mucho tiempo. Zuni se atragantó, tosió hacia delante para no ensuciarle el pantalón, y terminó por tragarse casi todo con fruición. Volvió a confesar que desde hace años no probaba el sabor del semen.

Desnuda y bamboleando las carnes fue a buscar dos vasos de whisky y cigarrillos. Bebieron y fumaron ambos, mientras él se desnudaba completamente y charlaban algo. Ella quería que esa relación se prolongara en el tiempo. Sergio le explicó los motivos del encuentro, la ilusionó con el argumento de que cuando se viera el relato y sus fotos en la web habría muchos interesados en tener algo con ella. La señora se entusiasmó ante la perspectiva de abandonar su forzada abstinencia.

Pero faltaba la prueba de fuego, la anciana dama necesitaba ser cogida según las reglas del arte, con una verga dura bien metida en su concha. Y la de él no estaba dura del todo. Ella estaba dispuesta a suplir con la boca su carencia de otros encantos, y en un periquete logró que le herramienta se pusiera en condiciones, y que el hombre se calentara hasta el punto de olvidar tantas blanduras y caídas, y estar más que dispuesto a penetrarla por la concha que antes juzgara demasiado dilatada. La lubricación que brindara la comida de concha era suficiente, tampoco habría demasiada resistencia a la penetración.

Él la tiró en un sofá, ya que no quería demorar el acto central de la noche. Le abrió las piernas y la penetró de un solo golpe, semi parado, inclinado sobre ella para apretarle una teta con su mano derecha, mientras se la sobaba con la izquierda. El trozo de teta que sobresalía se asemejaba a una teta de adolescente, y eso lo excitó, le recordó las tetas tan bellas de Lu .

La cámara estaba preparada para disparar con el timer, y captó esto.

Tal cómo él pensaba la concha de Zuni era muy grande y casi no lo apretaba, estaba acostumbrado a sentirse oprimido por las conchitas juveniles que le eran habituales. Le gustaba entrar con dificultad por las estrecheces de las niñas. Y aquí había ingresado sin ningún esfuerzo, como Perico por su casa.

No obstante bombeaba con ahínco, sin mirar para que no se le cayera la verga al ver la teta sobrante que colgaba gelatinosa y flácida.

La señora gritó su orgasmo, y muy pronto gritó, más todavía, el siguiente. Los gritos y las palabras de la mujer lo excitaban, pero no hasta el punto de desatar su eyaculación.

Entonces fue que tomó una determinación heroica.

Sacó la verga de la concha extensa. Levantó ambas piernas de la anciana hasta que se le ofreció a la vista el rugoso asterisco del ano. Guió la verga con una mano hasta apoyarla en el agujerito posterior de la señora. Y empujó con fuerza, toda la lubricación existente era la que provenía de sus líquidos pre seminales, pero ese ano tenía algunas carreras corridas y el pene terminó por abrirse paso.

Zuni gritó de dolor al principio, y eso lo enardeció más, lo suficiente como para metérsela entera.

Ah, allí sí la sentía apretada, podía palpar con el glande las rugosidades del recto.

Esperó que ella diera la señal, que consistió en leves movimientos para poder sentir toda la verga que tenía adentro. Y se la sacó un poco, para enseguida volver a meterla y así de seguido.

Ella se acariciaba el clítoris con dos dedos, y se meneaba con evidente placer.

El orgasmo de ella desató la eyaculación de él, tan copiosa como la que le sacara la señora con su boca.

Lamentablemente este tramo no pudo ser documentado porque en el apuro Sergio no había activado la cámara para que volviera a disparar.

Sobrevinieron más confesiones de Zuni:

De joven sabía gozar de todo lo que se me pusiera a tiro, era muy bonita y muy fácil. El santo de mi marido supo sobrellevar sus cuernos con dignidad. Hasta hicimos algunos tríos, ¡y en aquella época!. De viuda sólo tuve un amante estable, pero era muy mayor y al poco tiempo ya no se le paraba.

He probado muchas pijas, pero ninguna como la tuya.

Prometeme que si algún lector de TR quiere coger conmigo me vas a avisar enseguida, esta cogida de hoy no ha hecho más que darme más ganas de sentir una verga adentro.

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Hasta aquí el relato basado en lo que Sergio me narró de esa sesión de sexo con la anciana dama.

Perdonen los lectores si mi escritura no alcanza la calidad de la de Sergio, carezco de su oficio. Apenas traté de volcar los hechos, y suplir así a mi amigo que no está en condiciones de escribir, debido a la depresión originada en el rechazo de su relato anterior.

Todos los amigos de Sergio que participamos en esta aventura estamos aguardando expectantes que el webmaster de Tr no rechace este relato por pensar que Zuni es menor de edad. Parece que el tal Alex es muy quisquilloso en este tema.

Quizás si este relato se publica mi amigo vuelva a escribir.

Gracias por haber llegado al final.

Orlando