La Depresión de Mamá (8 de 14)

Cuando creía que Diego se había olvidado de mí vuelve a la carga, además tengo a Jesús al acecho y yo estoy cada vez más caliente.

LA DEPRESIÓN DE MAMÁ

Episodio 8

Me desperté en medio de la noche. El reloj marcaba las 2:43AM. Tenía mucha sed y me dirigía a la cocina cuando unos susurros en el salón llamaron mi atención.

Sin bajar del todo la escalera pude ver la televisión encendida mostrando una película porno. Si agudizabas el oído escuchabas los gemidos de la chica.

Me acerqué sin llegar a bajar del todo la escalera. Desde esta posición podía ver el sofá y a Diego sentado quedando de espaldas. Solamente podia verle la cabeza y el brazo izquierdo que tenía detrás en posición de relax. Supuse que su otra mano estaría ocupada haciéndose una paja.

Diego: Sigue así, despacito y suave.

Qué dura y grande se te pone, madre mía - dijo la voz de mi madre.

Diego: ¿Hace cuanto que no hacías una paja?

Mamá: Pues hace mucho. Por lo menos desde que Cristina era muy pequeña, ya sabes, cuando al poco de dar a luz tienes que estar sin sexo una temporada. Mi marido me lo pedía y yo le correspondía. Quizás le hice alguna más pero vamos que hace 16 años.

Diego: Joder, con lo que molan las pajas. Con tu edad creí que tendrías mucha experiencia.

Mamá: Pues ya ves, mi marido y yo éramos muy tradicionales. ¿Te gusta como lo hago?

Diego: Me encanta, pero quitate el sujetador, quiero ver esas preciosas y enormes tetas.

Joder, creía que mi madre ya había visto que el sexo con Diego había sido una locura y había entrado en razón, y no solamente no era así, sino que era capaz de estar allí haciendole un pajote ¡¡con nosotras en casa!! ... y con la madre en la misma planta. Para colmo Diego le había dicho que se quitara el sujetador con unos aires de superioridad que clamaban al cielo.

Diego: ¡Joder mira esa puta, y decía que era virgen!

Mamá: Shhh baja la voz que nos van a oir. Lo último que quisiera es que mis hijas vieran esto.

Diego se refería a la escena de la televisión. Como empezaron a susurrar y no entendía lo que decían bajé con cuidado las escaleras y me acerqué todo lo que pude procurando encontrar la mejor posición para ver sin ser vista.

La escena de la televisión mostraba a una chica rubia de bote con el pelo tan claro que era casi blanco. Tenía los ojos azules y unas tetas bastante normalitas con unos grandes pezones rosados y unas aureolas tambíen amplias. Estaba tumbada de espaldas en el sofá con el culo apoyado sobre el respaldo lateral, de manera que se sujetaba las piernas con los brazos quedando su culo casi vertical recibiendo las embestidas de un enorme pollón muy grueso por el culo.

La polla era muy gorda y entraba más o menos la mitad. El chico presionaba pero el culo parecía no permitir mayor penetración y la piel alrededor del ano se hundía antes de permitir el acceso de esa verga. La chica gemía de placer y gesticulaba cierto dolor, pero él movía su pulgar sobre el coño rosado y rojo de placer de la chica. De vez en cuando sacaba toda la verga dejando ver la dilatación del ano de la chica que se veía oscuro, entonces lamía el coño y la chica gemía más y más.

Diego: Menuda puta, como le gusta.

¿Y a ti te gusta como te agarro la enorme polla gorda que tienes entre las piernas?¿Te gusta tener a una madurita haciéndote disfrutar con riesgo a que te pillen? - le dijo mi madre con un tono que nunca habría imaginado, en plan porno.

Diego: Joder claro. Y más me gustaría hacerte eso.

Mamá: Madre mía. No sabía que el culo pudiera dilatarse tanto.

Diego: ¿Qué pasa? ¿Nunca te han dado por el culo?

Mamá: Pues no. Ya te he dicho que mi marido y yo éramos tradicionales. Además eso son cosas más bien modernas.

Diego: Lo moderno ha sido perder prejuicios y que más gente se suelte, o que más gente admita lo que hace, pero enculadas se hacían hasta en las cavernas.

Mamá: ¿Debe ser doloroso no? Si a veces a una le cuesta en el servicio... Imagina con eso tan duro.¿Tú alguna vez lo has hecho?

Diego: ¿Sexo Anal? Claro, da mucho gusto porque el culo está muy apretado.

Mamá: Buf eso ya para los chicas jóvenes, además ahí en el porno se ve todo muy limpito pero allí detrás...

Diego: Es muy sencillo Hay métodos para limpiar por dentro y para dilatar también. Deberíamos probarlo, así sales de dudas.

Mamá: No sé... yo creo que tengo ya una edad para no hacer esas cosas.

Diego le dió un beso y le cogió poniéndola a horcajadas sobre él. Besó con dulzura sus enormes pechos y luego la besó profundamente. Su enorme polla empalmada rozaba el pantalón de pijama de mi madre, que tenía un manchón fruto de la humedad imperante en su coño. La estuvo besando un buen rato mientras seguía hablando con ella.

Diego: Tienes a un chico de 20 años loquito por estar contigo. Te follaría a todas horas. Estoy seguro de que tu cuerpo es la envidia de la mayoría de tus amigas. Si yo fuera tú, cuando yo me vaya a mi casa, me dedicaría a follar todo lo que pudiera y más, sin importar con quien, disfrutando de todo lo que te has perdido.

Mamá: Igual tendría que empezar ya ¿no?jajaja.

Diego: Hombre yo no soy celoso, pero mientras yo este aquí polla no te va a faltar.

El cabrón le hablaba como a una ramera y mi madre estaba rendida a él. No podía creer que le dejara hablar así. Una cosa era follar y tener sexo y otra era dejarse hablar como si fuera su chulo a ese engreído prepotente de mierda.

Diego se levantó sujetando a mi madre con los brazos por las nalgas. Le comía las tetas con lujuria, se recreaba, ensalivaba los pezones y los succionaba haciendo grandes ruidos. Ese mastodonte estuvo así varios minutos y las tetas de mi madre parecía que se habían llevado una ducha. Sus pezones parecían duros como piedras y él, entre los gemidos que ella trataba de ahogar para no hacer mucho ruido, se la llevó a un sillón junto al sofá de modo que quedaba sobre él de espaldas a mí y él sentado casi de frente.

Diego: ¿Entonces qué? ¿Cuando te estreno ese precioso culo?

Joder Diego, no sé. ¿Debería dejarme? - le preguntó mi madre con falsa inocencia.

Diego: Joder te enculaba aquí mismo, si no te la meto me van a reventar los huevos. Súbete encima quiero destrozarte ese coño a pollazos.

Mamá: SHHH joder que nos van a oír.

Diego dijo que le daba igual que no podía más, y ella le dio un húmedo beso y se arrodilló frente a él.

Mamá: Voy a hacer que te relajes, pero luego cada uno a su cama.

No podía ver la polla de Diego desde esta posición. Mi madre movía la cabeza arriba y abajo y estaba claro que se la estaba chupando. Solo cuando mi madre se la chupaba de lado, extendiendo su lengua por todo el tronco del enorme rabo de Diego, podía vislumbrar esa estaca dura como una espada en todo su esplendor.

Yo estaba cachondísima y el calor había pasado de mi zona lumbar al interior de mi coñito, que ya lubricaba pidiendo algo que llevarse dentro. No quería tocarme así que resistí como pude, pero tampoco podía irme.

Entonces vi que Diego me pilló, vio como miraba y sonrió, mi madre dejó de chupársela y previniendo que me pillase me escondí de su posible descubrimiento. Diego le dijo que estuviera tranquila y que por favor siguiese chupando , que ya se encargaba él de vigilar que no viniera nadie y estaría atento a cualquier ruido.

Al escuchar a mi madre escupir y succionar volví a mirar, no sé porque no me iba pero no podía evitar mirar. Mi madre succionaba su glande y Diego se retorcía de gusto. Subía y bajaba su cabeza en movimientos rápidos y lentos alternativamente, pajeando con una mano mientras le comía y succionaba las pelotas. Diego le cogió el pelo y la guío en sus movimientos por toda la polla y los huevos; y entonces el cabrón mirándome hizo algo que no me hubiera esperado.

Diego: Joder que gusto, ¿Cuanta polla te puedes tragar?

Mamá: Uuuf no sé, no creo que me quepa entera.

Diego: Vamos a intentarlo.

Diego le ayudaba mientras mi madre trataba de tragarse ese "imposible de tragar" enorme falo. Solo paraba cuando le daban arcadas y para decir que no podía, entonces Diego le volvía a empujar y mi madre respondía a sus deseos sin queja alguna.

Cuando mi madre tosía y decía que no podía hablaba con la voz entrecortada fruto de los borbotones de saliva que se le acumulaban en la garganta.

Diego volvió a mirarme le quitó la abundante saliva de la cara a mi madre, la besó y le preguntó si le habían follado alguna vez la boca. Ella contestó que nunca había hecho una mamada tan profunda, así que mucho menos lo que él decía.

Fue cuando Diego la cogió y la recostó en el sillón de modo que su cabeza quedaba colgando del reposabrazos y en la posición perfecta para penetrársela como si de un coño se tratase.

Comenzó a meterle la polla en la boca. Mi madre emitía sonidos guturales y cuando se la sacaba trataba de quitarse la abundante saliva que le caía hasta en la nariz. Diego cada vez metía más polla, mi madre cada vez tenía más falta de aire y le decía que por favor más despacio. Se la metió más despacio, pero se inclinó hacia delante metiéndole casi toda la polla en la garganta y manteniéndola unos segundos ahí hasta que ella le avisaba golpeándole la pierna con su mano. Lo repitió en varias ocasiones sin dejar de mirarme, y entonces le comenzó a follar la boca rápidamente aunque sin meterla entera.

A pesar de que en ocasiones a mi madre le salía alguna arcada, él solo paró para anunciarle que estaba a punto de correrse. Sacó la polla de la boca de mamá y situó los huevos en su lugar; huevos que mi madre succionaba mientras Diego se pajeaba rápidamente con su mano derecha y le rozaba el coño por encima del pijama con la mano izquierda.

Diego: ¡AAHHH! ¡¡YA VIENE!! Me voy a correr en tus tetas aaaaahh.

Cinco abundantes chorros de espeso blanco y cálido esperma cayeron sobre las tetas de mi madre, que no dejó de seguir succionando los huevos que tenía sobre la cara; cara llena de babas y roja por la posición.

Diego se apretó la polla subiendo su prepucio y escurríendo así las últimas gotas en la barbilla de mi madre. Un pequeño borbotón de esperma quedó en su glande. Diego se retiró un poco y fue mi madre la que al darse la vuelta se lo llevó a la boca dejándoselo completamente limpio de un solo lametón.

Yo por mi parte me fui a la cocina a por el agua, donde entré a oscuras para no ser descubierta. Traté de apagar mi calor con tres enormes tragos de agua fría pero ni tan siquiera esos tragos me quitaron el calentón, así que abrí el congelador saqué el envase de hielos y me llevé uno a la boca. Su frescor me hizo calmarme a medida que se derretía en mi boca, aún así decidí quedarme hasta acabarlo para darles tiempo a irse a la habitación.

Iba a meter el hielo en el congelador cuando Diego entró por la puerta dándome un susto que se me cayó el envase y todos los hielos se esparcieron por el suelo. Por suerte el cerdo llevaba puesto el pantalón del pijama aunque aún sudaba mucho.

Diego: Estefi ¿¡Qué haces aquí tan tarde!?

Estefanía: Pues ya ves me dio sed. ¿qué cosas eh?

Diego hablaba bien fuerte y había cerrado la puerta detrás de sí. Me pareció ver una sombra a través del cristal de la puerta de la cocina y supuse que mi madre estaba detrás. Seguramente Diego quería evitar que ella descubriese que les había visto y como yo también lo prefería, le seguí el rollo.

Diego: Oye cuando has bajado... esto.. la tele estaba encendida...

El porno dices - le dije bastante fuerte.

Sí, bueno. Me quedé dormido y no me di cuenta -contestó

Estefanía: Si lo que te preocupa es si me acerqué a verte, tranquilo que no fue así. No me apetecía verte el manubrio.

Diego: Bueno, entonces tema zanjado.

La sombra tras la puerta se movió, estaba claro que mi madre nos había oído y se fue más tranquila.

Mientras recogía el hielo, vi a Diego abrir la puerta y asomarse al pasillo. Le pedí con cierta aspereza que me ayudase a recoger el hielo del suelo, pero lo que hizo fue volver a sus andadas.

¿Y qué me llevo yo a cambio? - contestó sujetándose el paquete por encima del pijama.

Le miré al paquete y luego a la cara cuya sonrisa me cabreaba sobremanera.

Recogí el hielo y lo tiré en la pica y entonces el cerdo se acercó y me acorraló contra la mísma situándose a mi espalda y pudiendo yo notar su verga pegada a mi culo.

Estefanía: ¿Pero que hostias haces?

Traté de separarme pero Diego que era mucho más grande y fuerte me sujetó ambos brazos con una sola mano, agarrándome las muñecas con su mano derecha mientras acercaba su boca a mi oído.

Diego( susurrando) : Cuando quieras puedes ocupar el lugar de tu madre. Yo estoy deseando dejar que me comas la polla que se te ve hambrienta.

O me sueltas o grito, te lo juro- le dije cabreada y mirándole fijamente a los ojos.

Diego me dio un lametón en el cuello como en la discoteca, pero esta vez además me chupó el lóbulo de la oreja derecha haciendo que un eléctrico destello recorriese mi cuerpo y el calor de mi coño reapareciese poco a poco.

Me soltó y me separé empujándole.

Estefanía: Te he seguido el rollo para que mi madre se quede tranquila, pero entre tú y yo nunca habrá nada , y como sigas acosándome igual te llevas una sorpresa.

Diego se rió y me dijo que se notaba que estaba necesitada de polla, y que le gustaba como mi cabeza simulaba cabreo pero luego estaba cachonda mirando su polla, deseándola en mi coño. Reiteró que su cuarto estaba justo enfrente para cuando me diera un calentón.

Estefanía: Solo miré por curiosidad nada más.

Diego: Jaja. Si fuera curiosidad nada más ver que estaba follando te irías y no te quedarías ahí mirando como si quisieras participar. Quieres que te coja y te la meta bien adentro.

Estefanía: Mira que eres creído. Eres un cerdo que no sabes tratar a las mujeres. Mi novio me trata mucho mejor que tú y además aunque no la tenga tan grande no te tiene que envidiar nada y folla mejor y la tiene más dura seguramente.

Jajjajaajajajajajaja - rió Diego a carcajadas.

Me fui cabreada y subí la escalera. Me encontré a mi madre arriba saliendo en bata de su habitación.

Tenía los ojos llorosos aún de la follada de boca y los pelos también empapados. No le dije nada de su aspecto y le tranquilicé sin decir que les había visto. Me fui a mi cuarto pero no pude dormir en toda la noche.

El viernes me lo pasé en la biblioteca y por la noche salí con mi novio a cenar y luego le hice una paja en el coche siguiendo las instrucciones del doctor. Aguantó más que el día anterior, aunque tampoco fui tan mala. Me dejó en casa y me fui a la cama directa.

El sábado fue practicamente igual, solo que me fui a comer con mi novio en lugar de a cenar. Echamos un polvo en el que se portó muy bien y duró almenos 10 minutos de penetración. Aunque no conseguí correrme pasé un muy buen rato y volví a casa contenta.

Al llegar a casa estaba mi madre tomando un café con Merche. Les pregunté por mi hermana y me dijeron que había salido a correr con Diego.

Mi hermana solía correr, de hecho hasta los 15 años estaba apuntada a un club de atletismo, pero entonces el volumen de las tetas le molestaba mucho y lo dejó. Desde entonces pocas veces la había visto salir a correr. El hecho de que se fuera con Diego me puso en alerta.¿ Sería esa cabrón capaz de intentar algo también con mi hermana?

Merche: Siéntate con nosotras hija, que nunca paramos un rato para hablar.

Mamá: Sí cielo. Ten toma una taza de café.

Me senté con ellas, pero no podía dejar de pensar en mi hermana. No me podía fiar de Diego, no viendo como se comportaba conmigo y sobretodo con mi madre.

Estefanía: ¿Y eso que ha salido Cris a correr?

Mamá: Dijo que le apetecía salir, que hacía mucho que no lo hacía y que estaba cogiendo unos kilillos.

Estefanía: Pero si está perfecta.

Merche: Ya te digo que está perfecta. ¡Ay si tuviera yo su edad!, o la tuya. No se me escapaba ni uno. Lo que me ha extrañado ha sido Diego. No le veo correr ni cuando se le escapa el metro.

Estefanía: ¿Y cuanto hace que se han ido?

Mamá: ¡Ay que pesada! Se acaban de ir,ya volverán. No se van a perder, Cris conoce el monte de memoria.

Me preguntaron por la universidad, las cosas que ellas querían hacer cuando eran adolescentes y las que acabaron haciendo. Hablamos de chicos y conquistas, de sexo, tamaños y más chicos; cosas de mujeres vaya. Debían haber pasado 50 minutos y no volvían.

Yo conocía el recorrido de Cris por los alrededores. Vivir en el campo nos permitía hacernos rutas para correr y ella cogía fondo para el atletismo. Me levanté con la idea de salir a buscarlos, pero al abrir la puerta entró ella riendo y él no estaba todavía.

Si que has tardado - le dijo mi madre.

Cristina: 1 hora y 5 minutos, pero es que hemos parado un rato en la cabaña y luego junto a la costa para ver bien el paisaje; viene tormenta.

Dijo que se iba a dar una ducha y le pidió a mamá usar el hidromasaje. Subí detrás de mi hermana y cuando se iba a duchar entré con ella.

Empecé preguntándole por la repentina voluntad de correr y me contestó que simplemente le apetecía, y que Diego le quiso acompañar porque al parecer en los partidos de fútbol que jugaba con mi novio se encontraba muy cansado.

Estefanía: ¿Eso es todo? Entonces... ¿vas a volver a correr?

Cristina: Ya veremos, ganas no me faltan.

Estefanía: Cris...

Cristina: Joder hermanita ¡qué pesada! No sé qué te pasa.

No quería preguntarle directamente, pero no me sonaba bien, no me fiaba.

Salí del baño y me cruce con Diego que subía la escalera en dirección al otro baño, estaba empapado en sudor, pero sobremanera.

Le pregunté que donde habían ido, y su versión era exactamente como la de Cris. Se metió en el baño y cerró la puerta.

El resto del día pasó sin sobresaltos.

Al día siguiente, mi novio me llamó y me contó que esa noche a las 21 tenían partido y que se jugaban un trofeo. Me comentó que Diego iba a ir y vendría a buscarlo; que le gustaría que fuera yo también.

Aproveché para mirar el WhatsApp y avisar a Marta para que viniera también pero me dijo que trabajaba esa noche.

Marta trabajaba de camarera en una discoteca famosa del centro. Vi que en la conversación con el hermano de mi novio había 20 mensajes sin leer.

Entré y eran casi todos obscenidades sobre cosas que me haría y un par de fotos más. En una se había puesto mis bragas de sombrero y una nariz de payaso y en la otra le había puesto el tanga rosa a un conejo de peluche gordinflón. La verdad es que me hizo mucha gracia, aunque le dije que si no le daba vergüenza decirme esas cosas siendo la novia de su hermano.

Por un único polvo contigo le pegaba un tiro a mi hermano - me contestó al par de minutos.

Miré las fotos que me mandó el otro día (las de su cuerpo trabajado de gimnasio) y me sentí halagada. Luego volví a pensar en que me había quitado las bragas y la movida en su casa del otro día y se me quitó la sonrisa de la cara.

A las 19:30 bajé las escaleras con unos vaqueros negros y un jersey blanco fino que me quedaba bien apretado realzando con todo ello mi figura.

Llevaba unas botas negras preciosas con tiras de cuero compradas en Zara. Me había pintado los labios de un rojo pasión tras maquillarme a conciencia para estar bien guapa y que mi novio fardase de chica.

Cuando bajé, me sorprendió ver a Diego vestido de fútbol, pero más me sorprendió ver a mi madre con un vestido blanco muy ceñido con minifalda a la altura del medio muslo y con un escote tremendo que parecía que iba pidiendo guerra, aunque con mucho glamour. Sobre el escote un colgante de joyas que le regaló papá. Tenía unos tacones blancos también y un bolso pequeño a juego. Sus labios eran también rojo pasión y tenía un sombreado de ojos oscuro que realzaba sus claros ojos verde esmeralda. Su pelo rizado lo tenía medio recogido en un moño y le caía el resto por la parte derecha del rostro, pero en un peinado más propio de una boda que de cualquier día. Estaba sencillamente más preciosa de lo que la había visto jamás.

Merche: ¿Qué? ¿bonita ,eh? 20 años de peluquería tienen que tener sus ventajas.

Mercedes estaba guapísima también. Llevaba un jersey fino y ajustado negro que realzaba exageradamente sus pechos. Si no fuera tan oscuro seguro que marcaría los pezones facilmente. Tenía el cuello alto y grueso pero era lo único más suelto que llevaba. Vestía unos leggins también negros que le marcaban un buen culo y sus carnosos labios pintados de rosa junto con su piel bronceada de rayos uva le hacía parecer una auténtica muñeca. Para tener 42 años eso era espectacular.

Les pregunté que a qué se debía el espectáculo que de quien era la boda, y ambas rieron.

Me dijeron que iban a salir de fiesta y que no las esperásemos levantadas. Diego trataba de convencerlas para venir al partido, pero no parecían por la labor. Cuando llegó mi novio las saludó y trató también de animarlas a venir, les dijo que habría chicos, muchos chicos y mucha testosterona y entre risas aceptaron venir, pero que en cuanto acabase el partido se iban.

Mi hermana se quedó en casa y Diego y yo fuimos en el coche de mi novio, mientras mamá y Merche nos seguían en el Mercedes. Al llegar allí y bajar del coche, los cerca de 50 espectadores(casi todos hombres) se nos quedaron mirando y se escucharon algunos silbidos. Mi madre sonreía, yo me avergonzaba y mi novio presumía de chica.

El partido era de fútbol Sala. En poco tiempo empezó y al salir los jugadores algunos chocaron con la puerta de acceso al quedarse embobados mirando a mi madre y Merche.

Todos eran mayores que mi novio, rondarían los 25 años el más joven y 35 el más mayor.

Diego me sorprendió mucho. Para ser tan grande jugaba bien. Mi novio era el crack del equipo y los goles caían en ambas porterías continuamente. El partido era lo de menos, el espectáculo estaba en la grada.

Estábamos al aire libre pero estaba techado por una porchada. A mi madre y a Merche se le acercaban muchos chicos y ellas hablaban y reían; me gustó ver así a Mamá; hacía tanto que no la veía feliz que se me puso la carne de gallina y hasta me emocioné un poco.

Fui un momento al servicio y aproveché para comprar unas pipas en el kiosco. Al ir a pagar apareció Jesús y le dijo al hombre que me atendía que pagaba él.

Jesús: No contestas mis WhatsApps, no me sigues el rollo.

Estefanía: No. No me parece bien.

Jesús: Madre mía que guapa estás. Te vienes conmigo al coche que te tengo que contar una cosa... y tal...

Jesús puso cara de disimulo y silbó me hizo gracia y no pude evitar reir.

Me dió dos besos y me acompañó. Saludó a su hermano que le devolvió el saludo y se sentó a mi lado. Tenía una cerveza en la mano de la que me ofreció en varias ocasiones pero le dije que no. No obstante estuvimos hablando un poco, aunque yo era bastante seca. Cada dos por tres me decía que cuándo iba a dejar a su hermano y liarme con él. Yo era cortante y le dije que ya estaba bien que ya estaba siendo pesado y entonces se me acercó al oído.

Jesús: ¿Por qué no me das las bragas que llevas hoy? Seguro que ya huelen.

Estefanía: Sí hombre ¿Otras para la colección no?

Jesús: Seguro que tengo más bragas tuyas que mi hermano, ¿qué pasaría si las dejase sobre mi cama? ¿o entre mis cosas?¿ que crees que pensaría él?

Estefanía: No serás capaz, además no las reconocería.

Jesús: Hombre igual las bragas blancas son comunes, pero el tanga rosa ese con la parte delantera transparente... seguro que aún se pajea pensando en ti con eso puesto o con las de Hello Kitty.

Estefanía: Mira. Yo tengo claro lo que quiero, y follar contigo no está en mi lista.

Dicho esto me levanté y me fui al baño. Él me siguió y entró detrás mía. Le pedí que saliese, que nos iban a ver y se iban a pensar cualquier cosa. Me dijo que si solo me preocupaba que nos vieran fueramos a su coche un momento y sacó su móvil para enseñarme varias fotos mías desnuda, aparte de la que ya me había mandado, incluida una cuando andaba a cuatro patas hacia mi novio en la que se me veía todo el chumino y cuando hacía zoom se podía ver hasta su humedad. ¡Putos smartphones!

Después me enseñó un vídeo con sonido de esa misma situación, y yo me quedé embobada mirando.

El muy cerdo me susurraba que era una guarra, que me encantaba el sexo y que se notaba que quería más de lo que tenía. Cada vez estaba más cerca y le dije que me dejara. Me decía que tenía las bragas blancas en su bolsillo y me las enseñó. Se las pedí y él dijo que no, que si yo quería se las llevaba a mi madre, que seguro que las reconoce que las lavará ella.

Le cogí del brazo cuando iba a salir y le dije que le daba algo a cambio y él me preguntó el qué y le contesté que un beso. Sonrió y me dijo que esto era una equivocación. Yo le dije que le daba un beso con lengua y con pasión. Me miró fijamente a los ojos, de muy cerca con esos ojos marrones oscuros.

Jesús: ¿Estás segura de hacerlo?

Estefanía: Sí.

Jesús: ¿Me puedo agarrar a tu cintura?

Estefanía: Sí pero no me sobes.

Jesús se quito el jersey de golpe y vi que no llevaba camiseta debajo. Me asusté un poco la verdad. Le comenté que solo era un beso y me contestó que así se sentía más cómodo.

Acerqué mis labios y él se agachó ligeramente. Le di un primer pico y entonces envolví su labio superior con los míos. Nuestras bocas se unieron y cerramos los ojos. Un escalofrío recorrió mi cuerpo y le puse una mano en el pecho. Su mano derecha avanzó por mi cintura llegando a subir hasta mi teta más próxima y entonces un resplandor blanco me devolvió a la realidad.

Estefanía: ¡¡Me has hecho una foto cabrón!!

Jesús: No he podido evitarlo, me ha encantado. Toma, aquí tienes.

Me dio un beso en la frente me guiñó un ojo cogió mi mano derecha y me puso las bragas blancas en ella para salir de allí sin decir nada más.

Me quedé allí dentro, ensimismada por unos segundos. Había recuperado mis bragas, una de ellas,pero a cambio de concederle una foto besándome, ¿Cómo sería esa foto? ¿Se me vería bien?¿Se sabría que era yo? En cualquier caso ese no era quizás el principal problema. Era la primera vez que besaba a un chico de esa manera desde que estaba con mi novio y lo peor es que me había gustado...

CONTINUARÁ...