La Depresión de Mamá (4 de 14)

Desayunando con mi hermana aparece Diego vacilando de haber pasado una gran noche. Me cabreaba de la poca vergüenza que tenía el muy cerdo. Un rato más tarde le pierdo de vista, y cuando voy a curiosear le encuentro en la habitación de mamá...

LA DEPRESIÓN DE MAMÁ

Episodio 4

Al día siguiente bajé a desayunar con mi hermana. Mamá y Merche seguían durmiendo. Cogimos un tazón de cereales cada una y nos fuimos al salón a tomarlo mientras veíamos la tele.

Serían las 11 de la mañana cuando escuchamos unos pasos y apareció Diego con todo el pelo revuelto y con la ya inseparable barba de 4 o 5 días.

Diego: Buenos días princesitas. ¿Tú no estabas con una amiga?

Cristina: Buenos días roncador jajaja. Estaba, pero ahora estoy aquí, ya ves.

Diego: ¿Ronqué mucho o qué?

Cristina: Pues vamos, temblaban las paredes jajaja. Se ve que dormías agusto si no te despertaste con tus propios ronquidos.

Y tan a gusto que dormía el cerdo - pensé yo. Se había follado a mi madre.

Diego: Es que estuve con una mujer de verdad y me dejó rendido jejeje.

Cristina: ¿ Y con quien estuviste tú? Si no te vi de fiesta.

Diego: Tengo mis recursos. Este sex appeal es irresistible.

Cristina: jajajaja Sex appeal dice, Estefi ¿tú que opinas?

Miré a Diego de arriba abajo, llevaba una camiseta blanca ancha y un pantalón corto de fútbol que dejaba ver un bulto de paquete enorme, parecía empalmado. Me quedé mirando por un momento y mi hermana me llamó la atención para contestar, levanté la mirada y le vi que se había quedado mirando como le miraba el paquete y me sonreía con chulería. Me puse roja como un tomate.

Disimulé como pude y solté lo primero que se me vino a la mente.

Estefanía: Pues yo lo veo en pie de guerra para haber descargado ayer.

Cristina entonces se fijó también en el paquete.

Cristina: Sí, tienes la bandera arriba.

Diego se palpó el paquete por encima del pantalón.

Diego: ¿Esto? Más bien está a media asta. Lo que pasa es que no es como la de cualquier picha corta de por ahí y claro, causa confusión. No te la enseño porque está aquí tu hermana... y porque eres una niña claro.

Estefanía: ¡Serás cerdo!

Diego hizo un sonido ronco imitando a un cerdo y mi hermana se puso a reir. Le reía todas las gracias.

Para mi Diego se pasaba con las confianzas, además de la falta de respeto vacilando de ligue y sexo cuando la otra parte era nuestra madre. Nuevamente creo que disfrutaba el cabrón con esa situación, si bien él no sabía que yo vi lo sucedido anoche.

Cristina: Jajaja no creas que no he visto alguna. Ya no soy una niña ¡eh!

Diego: Como ésta no, te lo garantizo.

Cristina: Pues sácala y entre mi hermana y yo te juzgamos. Venga valiente, ¿O eres un cagao?

Diego hizo ademán de bajarse el pantalón y yo le dije que se dejasen ambos de tonterías que si nos habíamos vuelto locos. Diego se fue hacia la cocina en plan victorioso y diciendo que constase que a él no le daba vergüenza mostrarse como dios le trajo al mundo.

Mi hermana aún se reía y me decía que era una broma que no creía que se atreviera a bajarse los pantalones, que solo quería dejarle mal. Yo le dije que ese era capaz de todo y que se dejase de tonterías con él que iba a salir escaldada.

Cristina me preguntó con quien creería que se había liado y yo le contesté que sería mentira, aunque bien sabía yo con quien.

Diego tardaba en volver así que fui a curiosear y como no lo vi en la cocina, subí las escaleras. Escuché la ducha de la habitación de mi madre, la puerta nuevamente estaba medio abierta así que me asomé con cautela y vi a Diego junto a la puerta del baño, que también debía estar algo abierta, asomándose mientras se palpaba el paquete por encima del pantalón. Lo tenía durísimo el cerdo, desde luego no había tenido bastante el cabrón.

El ruido de la ducha cesó, y se escuchó el ruido que hace un bote de espuma al sacar su contenido. Pensé que se estaría acicalando el pelo, pero entonces vi que Diego se sacaba el pene y se comenzaba a masturbar. Su mano subía y bajaba, pero no lo hizo durante mucho rato.

Diego se metió la polla en el pantalón aún dura como una roca y marcando un paquete enorme. tocó a la puerta del baño ("TOC TOC") y abrió directamente.

Isabel: ¿¡Que haces!?¡Sal de aquí, por dios!

Diego: Shhh no querrás que nos oigan.

Mi madre y Diego bajaron el tono de la conversación, así que perdí parte de la misma. Abrí con cuidado la puerta y me acerqué para intentar oirles.

Isabel: .........

Diego: .... pasé muy bien.... tiempo..... esto.

Isabel: .....estaba muy borracha y me dejé......situación. ... Amigo de mi hija....

Diego: Te estás depilando, está claro que es por mis palabras de anoche, además no dejes que lo que dicen que está mal te impida hacer lo que quieres.

Isabel: No es eso. Podría ser tu madre por edad. Además están mis hijas.. nos van a escuchar, no debes estar aquí.

Diego: Shhh A mi no me importa la edad, en absoluto. Eres una mujer bellísima y me atraes más que las de mi edad. Trae, déjame que lo haga yo.

Isabel: ¡Pero que cara tienes! Sal que me da vergüenza. Esto es algo muy íntimo.

Diego: No es la primera vez que lo hago.

Hubo un momento de silencio; escuché el chorro de agua y al poco unos ruiditos de golpecitos.

Me asomé con cautela al quicio de la puerta del baño. No podía creer lo que veían mis ojos.

Mi madre estaba sentada sobre la taza del wc con una toalla pequeña marrón claro rodeándole el pelo, otra más grande enroscada en su torso, tapándole los pechos y abierta en la zona del ombligo; además estaba con las piernas abiertas de par en par. Tenía espuma en la parte baja del vientre, vamos sobre el mismo coño. Diego estaba sentado en el suelo, con sus piernas entre las piernas de mamá justo al contrario, con un pequeño barreño de agua donde enjuagaba los restos de espuma y bello púbico que iba quitando del chocho pelirrojo de mi madre.

No me lo podía creer, mi madre ya no estaba borracha, y estaba ahí permitiendo que Diego le afeitara la zona más íntima. Y estando nosotras en casa.

Isabel: Lo haces muy bien.

Diego: Ya te he dicho que es la primera vez que lo hago.

Isabel: ¿Y eso? ¿Quien fue la afortunada?

Diego: Tenía un rollete con una mujer que cuando su marido se llevaba a los niños al parque me llamaba para que la... "atendiera"

Isabel: ¡Qué zorra!

Diego: Bueno, no creas, las he visto peores.

Isabel: ¿Has estado con muchas más? ¡Pero si tienes 20 años!

Diego: Los hombres siempre tendemos a exagerar, pero mujeres ya adultas , mujeres como dios manda no ha habido muchas. De mi edad ya si han caído algunas más, jeje. Aunque había una que me enseñó bien jeje.

Isabel: ¿Quien?

Diego: Una profesora de repaso que contrató mi madre cuando yo tenía 16. Me daba repaso, pero no de lo que mi madre pensaba jeje. Yo seguí suspendiendo pero mi madre tardó en despedirla.

Isabel: ¿Qué les das hijo? Madre mía.

Diego: Depende. A algunas mimos, otras quieren probar cosas nuevas, pero en general, a las mujeres os gusta que os den caña. Los tíos en general son muy de boquilla, pero luego tienen más miedo y vergüenza que la mujer en el sexo y si le unes que las mujeres tampoco sois demasiado de iniciativa pues perdéis interés en repetir. También tener una polla en condiciones, hablando mal, y durar bastante ayuda, y mucho.

Mi madre le miró el paquete fijamente, aunque este hecho no fue apreciado por Diego que estaba ya terminando con el afeitado. No sé si seguiría empalmado, supongo que sí, estaba frente a mi madre que era guapísima y estaba abierta de patas.

Diego cogió el extremo de la toalla que quedaba en la apertura junto al ombligo para quitar la poca espuma que quedaba, le dijo que esperase un momento y cogió un poco de aceite de baño. Se empapó las manos y le echó un chorrillo por las zonas rasuradas para comenzar a extender el aceite de una manera muy natural y espontánea.

Isabel: Estás a todo ¿eh? Quien iba a decir que los chicos de ahora fuérais tan atentos.

Diego: ¿Tu ex-marido no lo era?

Isabel: ¿Ese? No, era bastante soso. Siempre estaba cansado de los viajes, y no se aplicaba demasiado.

Diego: Vamos que no te satisfacía como tú necesitabas.

Isabel: A ver al principio sí, pero una vez tienes hijos la cosa cambia, y yo tuve a estefanía muy joven.

Diego: Con una mujer tan bella no hay excusa para no cumplir como un hombre. Yo te voy a devolver la alegría almenos por el tiempo que esté aquí.

El muy cochino estaba hablando abiertamente con mi madre de sexo, y como quien no quiere la cosa había empezado a acercar los dedos dejando lo que parecía algo natural y transformándolo en algo ya más íntimo. Al principio le rozaba con los dedos pero a poco que pasó ya le estaba masajeando el coño después de haberle depilado, y esta vez no estaba borracha ni mucho menos.

Isabel: No Diego, nos van a oir.

Diego: Shhh pues no hagas ruido y listo.

Diego empujó ligeramente hacia atrás a mi madre, que se reposó contra la cisterna del wc. Con los dedos aceitosos comenzó a masajear su coño recién rasurado, que ya brillaba no sé si por el aceite o por sus propios fluidos.Lo tenía muy bonito, me sorprendió para su edad. Tenía los labios menores más grandes que los míos y era más oscuro que mi chocho rosadito, aunque así rasurado era realmente sexy.

Ahí estaba yo como una voyeur viendo como Diego disfrutaba de mi madre, y como ella disfrutaba de él. De nuevo la sensación de no poder dejar de mirar y a la vez no poder hacer algo para evitar lo que estaba sucediendo.

Ella trató de separarle aunque sin demasiada energía. Diego introdujo el dedo corazón de la mano derecha en su vagina realizando 5 o 6 mete-saca para dar paso a dos dedos. Mordió y chupó la cara interna del muslo derecho de mamá, que ya tenía sobre su hombro izquierdo para facilitar la masturbación. Mi madre se mordía los labios para ahogar sus gemidos, pero se contorneaba y cada vez le costaba más evitar aumentar el ruido de los mísmos.

Diego: Shhh que nos van a oir.

Isabel: mmmmm mmmm Es que no puedo...

Diego paso su lengua por los labios mayores para dar directos lametones sobre el clitoris de mi madre, ahí ella ya se mordía el brazo con fuerza. El hijo de Merche la estaba haciendo gozar de verdad. Sus gemidos eran casi continuos y aventuraban la llegada de un orgasmo. Diego alzó ambas piernas con los brazos y realizó varios lametones desde el ano al coño pegando al máximo su boca al coño de mamá en el ultimo lametón y succionando con fuerza,de hecho hacía bastante ruido.

Vi a mi madre temblar de verdad, sus piernas parecían tener vida propia. Con la mano izquierda apretó con fuerza el pelo de Diego mientras se mordía la mano derecha reduciendo el ruido de un grito que sin duda era la prueba evidente de que había llegado al orgasmo.

Toda esa escena lejos de hacerme sentir mal, me produjo un tremendo calentón y sin darme cuenta me estaba frotando el chochito sobre el pantalón. Pude ver que el pantalón blanco del pijama dejaba ver un manchón húmedo justo en esa zona. Salí directa hacia mi habitación y al entrar cerré la puerta, me eché sobre la cama y comencé a tocarme. Pensaba en mi novio, pero no podía evitar asociar su imagen a la ineptitud sexual de las últimas veces. Comencé a pensar en Diego, y en nuestros magreos de verano, en mi primera paja y sin darme cuenta ya pensaba en ser sometida por ese cerdo allí mismo, sobre mi misma cama.

Estaba en mis pensamientos más cochinos cuando tocaron a la puerta. Era mi hermana que me decía que saliese corriendo que me tenía que contar una cosa sobre mamá.

Me asusté tanto pensando que mi hermana había pillado a Diego y mi madre que me levanté sin subirme el pantalón del pijama del todo. Abrí la puerta asustada, pero por suerte no me dijo lo que temía oir. Me dijo que mamá había decidido que saliesemos todos a comer por ahí y a dar una vuelta por el parque. Aunque pueda parecer algo muy normal, era la primera vez que sucedía en varios meses; parece ser que las acciones del cerdo de Diego estaban ayudando a mamá a superar su depresión...

CONTINUARÁ...