La Depresión de Mamá (1 de 14)

Cuando me impliqué en recuperar a Mamá, no fui consciente de dónde me estaba metiendo. Lo que entendí como necesario, supuso un cambio total en nuestras vidas. Una historia de jóvenes, milfs, y la lucha entre el deseo y la razón.

INTRODUCCIÓN

Queridos lectores de TodoRelatos. Nuevamente estoy con vosotros compartiendo una nueva historia que espero guste a la mayoría. Como la última vez la historia está ya escrita. Comencé con una historia de 3 partes con una gran aceptación y pasé a una de 6 que se me descontroló un poco. Ésta me ha llevado más tiempo y se me he ido a la friolera de 14 entregas.

Hay entregas más largas y otras más cortas. Unas con poco sexo como esta primera entrega, otras con algo más y otras con más aún, siempre buscando una descripción detallada de las escenas que es algo que hecho en falta en muchos de los excitantes relatos que tengo el placer de leer por aquí.

No sabía como categorizarlo, porque es extenso pero no me parece una serie porque ya está terminado antes de publicar el primer episodio. Tiene un poco de todo así que lo he puesto en Hetero: General.

Sin más que añadir ahí va la primera entrega.

LA DEPRESIÓN DE MAMÁ

Episodio 1

Perdí la cuenta de las semanas que habían pasado, pero llegó un punto que no encontraba solución y temía que mi madre cometiese una locura.

Una dura ruptura matrimonial fue el suceso desencadenante. Mi padre, piloto de aviones se enrolló con una azafata 20 años más joven que mi madre, y lejos de sentirse mal y arrepentido, mi padre se fue con su amante y nos dejó a todas. Y digo todas porque en casa vivíamos: mi madre, mi padre(cuando no viajaba), mi hermana Cristina y yo.

Mi madre era azafata cuando conoció a mi padre, pero al quedarse embarazada de mí dejó ese trabajo, y se dedicó a las tareas del hogar. Poco después montó una agencia de viajes y le fue muy bien. En poco tiempo ya tenía a 3 empleadas a su cargo y apenas pasaba por allí.

Como bien he dicho mi madre trabajaba de azafata cuando conoció a mi padre. Le conoció en el aeropuerto, tomando café y no como personal a sus órdenes; de hecho en muy pocas ocasiones compartieron avión.

Por aquel entonces mi madre tenía 19 años y mi padre 30. Mi madre Isabel, era una joven chica de tez clara, de 170cmts. Con unos grandes pechos, quiza una 100. Pelirroja, con ojos verdes, pelo largo y ondulado y una cintura de avispa. Además, según confesaba mi padre, un culo espectacular.

A día de hoy ya habían pasado 20 años mi madre Isabel tenía 39 años, pero una vida cuidada de gimnasio le habían permitido mantener un cuerpo muy por encima de la media de su edad, pese a dos partos; si bien, estos meses su aspecto era triste y estaba mucho más delgada. No se arreglaba, y pasaba largas horas en cama, ni que decir que ni se interesaba por la agencia, teniendo que ir yo misma a hablar con las trabajadoras que, comprensivas, se encargaban incluso de las tareas administrativas y de gestión para que el negocio siguiese funcionando a pleno rendimiento.

Yo tengo 18 años recién cumplidos. Me llamo Estefanía. Soy un chica de pelo largo y ondulado castaño claro, cuerpo atlético de 175cmts de altura con ojos azules heredados de mi padre, tan claros que parecían brillar en la oscuridad. Soy bastante alta, la más alta entre mis amigas, y también la que tiene las tetas más bonitas. No heredé los enormes pechos de mi madre pero tengo una 85 firme con unos pezones rosados y puntiagudos ligeramente curvados hacia arriba. Mi culo es como el de mi madre. Hasta hace no mucho solíamos compartir gimnasio, y además hago muchos ejercicios de gluteos y sentadillas para mantener este culo. Mis amigas dicen que con lo joven que soy sacrifico mucho tiempo en estas cosas, pero yo creo que aunque a estas edades casi todo lo relativo al cuerpo es genética nunca está de más ejercitarse para sentirse mejor, más saludable y porque no decirlo sentirse que se está bien buena. A mí me gusta y a mi novio más.

Actualmente estoy estudiando derecho, aunque no he empezado con buen pie pues tengo que llevar mi casa por la situación de mi madre, y por mi hermana, que está en la edad del pavo con 16 años. Estoy lo que bien se puede decir desesperada.

Mi madre se pasaba la mayor parte del día en su habitación, tumbada sobre la cama. Casi nunca se vestía y tenía unos cambios de humor insoportables. Al principio la entendía por todo lo sucedido. Traté de animarle y hacerle sentir mejor, pero evidentemente fracasé, pues lo que al principio eran lloros por las noches y ausencia de ganas de salir de casa, se fue convirtiendo poco a poco en discusiones respecto a que no quería ver chicos en casa(ni tan siquiera mi novio), discusiones sobre que no hacíamos bien las tareas del hogar o discusiones por la cosa más absurda que os podáis imaginar.

Fui a ver a un psicólogo en busca de ayuda o esperanza. Me estuvo preguntando todo tipo de cosas, relativas al abuso del alcohol, uso de medicamentos para la depresión etc. y como ninguno de ellos estaba de manifiesto en la conducta de mi madre, me dijo que no creía necesaria una valoración médica, y que en el momento que saliera de casa y se relacionara con amigos y amigas la situación cambiaría rápidamente.

Tomé buena nota de las palabras del psicólogo, y llamé a una amiga suya que solía venir los veranos a casa durante una temporada. Aunque hacía como 4 años que no venía siempre habían sido amigas, desde pequeñas, así que le pedí ayuda con mi madre. Tampoco era verano (estabamos a mediados de enero) pero las navidades habían sido tan tristes que no podía más.

María de las Mercedes, que así se llamaba la amiga de mi madre, me dijo que se venía para casa una temporada, que se cogía un vuelo y que se traía también a su hijo-y esto me lo dijo como pequeño secreto- porque no se fiaba de dejarle solo en casa.

No pensé en lo que iba a suponer que viniera su hijo hasta que ya había colgado el teléfono.

Cuando eramos unos críos, su hijo Diego, era un chico regordete que me caía simpático desde el primer día. Nos pasabamos horas y horas jugando en la playa los veranos, y en casa íbamos de la piscina a la habitación y viceversa.

Diego y yo compartíamos algo más que una amistad "normal". Un día nos colamos en casa de un vecino y en su habitación encontramos unas revistas porno, un condón y un video-cassette que al parecer también era porno por el título del mísmo: "Historias de perversión". Pese a que le dije que dejáramos todo allí, Diego lo cogió y lo trajo consigo a casa.

Empezó a mirar las revistas y yo a mis 13 años comenzaba a sentir curiosidad por esas cosas, pero me daba vergüenza y realmente nunca había visto nada relacionado con esas cosas, y mucho menos un vídeo.

Diego ya había visto muchas. Él tenía 15 años y ya se masturbaba por aquel entonces; eso yo no tardé mucho en descubrirlo.

Como ya he dicho Diego era regordete. También era de piel muy blanca, con el pelo corto negro y los ojos marrones claros; no era muy agraciado, pero tampoco era feo. Ese mismo día me enseñó la revista. Yo me asomé a la ventana y vi a su madre y mi madre juntas tomando el sol junto a la piscina y a mi hermana pequeña Cristina bañándose.

Cerré la puerta de la habitación con llave y observé no sin algo de repulsa lo que veían mis ojos. Era una revista de PRIVATE, el número no lo recuerdo. En ella se presentaban historias de sexo con fotos explícitas y textos que estaban en inglés, aunque no era demasiado difícil de traducir.

Iban al grano totalmente jajaja. Chico conoce a chica y le invita a su casa y a continuación sexo sin compromiso. Vi por primera vez el enorme tamaño de los penes y como éstos penetraban a las chicas y éstas ponían cara de placer.

Diego me estuvo "instruyendo teóricamente" en lo que era el sexo. Yo no podía evitar decir que meterse un pene en la boca era asqueroso y ya cuando veía que no solamente se lo metían sino que los hombres se corrían y llenaban las bocas de esas chicas de un espeso esperma blanquecino pues no pude evitar una arcada.

En los siguientes días, Diego me enseñó su pene. Y me enseñó como se le ponía duro. Me pidió que le enseñara mi vagina, pero no lo hice. Las tetas aún no me habían crecido apenas, aunque eso si se lo enseñé.

Diego se masturbaba delante mía. Teníamos una cabaña a 20 minutos de casa andando hecha por mi padre y su hermano y la utilizábamos como nuestro lugar secreto. Como ya he adelantado Diego se masturbaba, y no solamente lo hacía a conciencia sino que me pedía que se la tocase. El pene no era como los de las revistas y yo no tenía otros con los que compararlo, quizás alguna vez que vi a mi padre de casualidad, pero la de Diego era más grande. Yo alguna vez pensé en tocarle y ver que se sentía.Me preguntaba si estaba tan duro como parecía, si estaba caliente y si se sentía algo especial al cogerlo. Ese verano no llegué a hacer nada de eso, pero las confianzas sexuales, fueron a más el año siguiente.

El año siguiente, con 14 y 16 años respectivamente. Yo ya me había enrollado con algunos chicos y me habían tocado las tetas que ya estaban bastante crecidas. Ese verano nuestros secretos de habitación y sobretodo de cabaña fueron más allá. Practicamos el "petting" que para quien no lo sepa consiste en simular una relación sexual pero con la ropa puesta. Al principio lo hacíamos con un cogín entre nuestras zonas íntimas, pero a la semana de empezar ya lo hacíamos sin el cojín. Simulábamos únicamente las posturas de penetración de la revista(misionero, cowboy o a cuatro patas) y los vídeos de la película mencionada, además habíamos asaltado la casa del vecino y teníamos más material. Aunque lo guardaba él por miedo a que lo encontrase mi madre o mi hermana que a veces iba también a la cabaña con sus amigas.

Nunca nos besamos, pero yo ya le enseñé mi chochito con sus primeros pelos y me tocaba frente a él mientras Diego hacía lo propio. Le permití que me tocase las tetas, me pidió besarlas y le dejé hacerlo. A día de hoy aún recuerdo esa primera sensación. Ese electrizante y nervioso escalofrío que recorrió todo mi cuerpo; ese calor que sentía en mis pezones cuando los absorbía con sus labios notando la humedad de su boca en mis pechos, era tan placentero que me lo repetía en muchas ocasiones, y contenta que estaba yo.

Poco antes de irse de nuevo con su madre a su localidad acabada la temporada que solía estar en casa, le hice mi primera paja. Sentí el calor de su verga,la suavidad de su tacto. La manera en como crecía y como revotaban sus pelotas. Había crecido respecto al año anterior. Era grande,era incluso más grande que los que tenían algunos de los actores de las revistas y videos que seguíamos mirando en las ocasiones que estábamos a solas. Tras un corto y excitante sube y baja, sube y baja, la cabeza de su pene se puso muy roja, inmediatamente sentí su esperma espeso,abundante y tremendamente caliente caer sobre el dorso de mi mano mientras él me pedía que no parase el sube y baja. Seguí sacudiendo esa verga mientras numerosos chorros seguían saliendo de su punta. No era la primera vez que se corría delante mía, pero fue la primera que yo era la que había provocado esa sensación.

Ver su cara de placer, como se ponía tenso y se echaba hacia atrás tumbado en la cama y sentir esa corrida tan caliente y abundante sobre mi mano, me produjo un calentón en mi zona íntima realmente fuera de lo que había sentido hasta el momento. Salí de la habitación y fui directa al baño. Allí dí un paso más allá en mi masturbación. Fue la primera vez que además de frotarme la zona externa de la vagina y lo que yo llamaba mi "botoncito del gusto" introduje mi dedo corazón, humedecido por la saliva cálida de mi boca en el interior de mi vagina. Se me erizaron los pelos, me puse tensa y comencé a entrar y salir con ese dedo mientras imaginaba como podía entrar una cosa tan grande como un pene allí dentro si tan estrecho lo sentía con mi pequeño dedo.

Desde entonces no lo he vuelto a ver en estos cuatro años. Ahora su llegada me inspiraba sobretodo vergüenza y temor a qué grado de confianza tendríamos ahora y su impacto en mi relación con mi novio Ángel. Pero esos pensamientos pronto abandonaron mi cabeza. Lo importante era que mi madre se recuperase...

CONTINUARÁ...