La depilación de mi madre

Una simple depilación puede ser un inicio de bastantes mas cosas dentro de la familia.

LA DEPILACIÓN DE MI MADRE

Una vez al mes mis padres cenan en casa, es una manera de no perder el contacto, además, con Berta, mi mujer, se llevan muy bien.

Tengo treinta años, los mismos que Berta, estamos juntos desde hace cinco, mis padres sobrepasan los 50 a pesar de que no lo aparentan, mi madre, Carmen, es muy delgada y ha sabido conservarse y mi padre, Juan, hace deporte cada día.

Mi mujer y mi madre estaban acabando de preparar la cena, mi padre y yo tomábamos una cerveza sentados en la mesa de la cocina, no sé exactamente qué pero a Berta se le cayó algo, se agachó para cogerlo y la mezcla de los tejanos bajos de cintura con una blusa corta hizo que gran parte del tanga quedara a la vista de mi padre, este, que nunca ha conocido la vergüenza, le dijo a mi madre:

  • Mira, tienes que hacer como Berta, ponerte tanga y no éstas bragas tan grandes.
  • No son grandes, dijo mi madre riendo, pero nunca me he probado un tanga, tendré que hacerlo.
  • No tienes ninguno?, le preguntó mi mujer.
  • No.
  • Yo te dejo uno.

A mi madre el encantó la idea, se fueron a nuestra habitación y estuvieron un rato, regresaron muy contentas, mi madre dijo:

  • Ya llevo tanga, creía que me molestaría dentro del culo pero me siento bien.
  • Ya le he dicho a Carmen, dijo Berta a mi padre, que tendrá que depilarse por lo menos los lados de las ingles.
  • Se le salen los pelitos?, preguntó mi padre
  • Si, un poco, dijo mi madre riendo
  • Enséñanoslo, dijo mi padre.

Y mi madre ni corta ni perezosa se levantó la falda enseñándonos su pubis cubierto por una fina tira de tela en cuyos lados salían los pelos del pubis. He visto infinidad de veces a mi madre desnuda pero aquella acción me pareció especialmente erótica.

  • Berta no tiene este problema, dijo mi madre.
  • No, en absoluto, no tengo ni un solo pelo, dijo riendo.
  • Tendrás que hacer como mi madre, dije en broma, enséñanoslo.

Esta sin ningún tapujo ni vergüenza por que estuviera su suegro allí delante se desabrochó los tejanos y los bajó hasta las rodillas, a mi padre casi se le salen los ojos, llevaba un tanga que era por delante bastante más ancho que el de mi madre, realmente si no hubiera tenido el coño completamente depilado tampoco hubiesen salido los pelos, mi padre dijo:

  • La verdad es que no nos has dado ninguna prueba de que lo lleves depilado, esta tanga tapa mucho más que el de Carmen.
  • Tendrás que demostrárselo, dijo mi madre

No sé en qué pensó mi mujer pero lo que hizo es coger la goma del tanga y de un certero movimiento lo bajó hasta los pantalones, creo que el corazón de mi padre empezó a palpitar, pero el mío no se quedó atrás, nos mostraba su coño sin un solo pelo y una gran parte de la vagina, como que Berta tiene los muslos muy separada, debajo el coño se hace el puente, por lo tanto mi padre lo podía admirar casi todo.

  • Si, dijo mi padre, me gusta más el coño depilado.

Todos nos reíamos, mi mujer seguía sin subirse el tanga, mi padre continuó:

  • Además veo que no solo te depilas el pubis, más abajo tampoco tienes pelos.
  • No, tampoco, dijo

Y para que quedase claro, mi mujer abrió un poco las piernas, arqueó la espalda y con los dedos separó los muslos enseñando el coño casi abierto a su suegro, estaba seguro que era consciente de lo que hacía y que entendía que las risas y comentarios de mi madre eran suficientes para darle su aprobación a mostrarse así ante su marido, mi padre dijo:

  • Exactamente así me gustaría que lo llevara tu suegra, te lo haces tú o te lo hacen?
  • Me lo hacen, una misma es muy difícil, pero sé hacerlo, algunas veces depilo a mi amiga.
  • Y me lo harías a mí, dijo mi madre
  • Claro.
  • Ahora?
  • Si quieres, cenaremos más tarde pero es igual, lo hacemos en la habitación?
  • No, dijo mi madre, en el sofá irá bien.
  • Voy a por las cosas.

Los tres nos fuimos al salón, regresó mi mujer con una toalla, espuma de afeitar y una maquinilla, mi madre dijo:

  • Me subo la falda?
  • Mejor te la quitas, dijo Berta

Desabrochó la falda y la dejó caer, después se bajó el tanga y se lo sacó, se estiró sobre el sofá y abrió las piernas, realmente nunca había tenido aquella visión del coño de mi madre, tenía mucho bello, Berta lo humedeció antes de aplicarle la espuma, pasó los dedos primero por el pubis y fue bajando hasta expandirla por el coño, "así estará fresquito", dijo.

Cogió la cuchilla y con mucho cuidado rasuró los pelos del pubis, en cada pasada iba dejando una parte completamente despejada, después fue bajando los dedos para poder continuar con los que rodeaban el coño, mi padre y yo mirábamos sin perder detalle de lo que hacían, cuando los dedos de Berta tocaron los labios vi que mi madre ponía una cara especial, de placer, no le di más importancia pero a medida que mi mujer manipulaba esta zona las caras eran más que evidentes, mi mujer se dio cuenta enseguida y nos miró sonriendo, no sabíamos que decir, mi madre solo cerraba los ojos importándole muy poco lo que hacíamos, cuando acabó la depilación dejó la cuchilla a un lado, se untó crema suavizante en las manos y puso muy delicadamente los dedos por el interior de los labios vaginales, lo que hasta aquel momento solo habían sido movimientos se convirtieron en gemidos, al ver la aceptación, continuó acariciando los labios, los abrió para localizar el clítoris, se veía rojo y duro, lo masajeó, mi madre ya no ocultaba los gemidos, le cogía la mano como intentando que intensificara el ritmo, miré a mi padre que no salía de su asombro pero no hacía nada por cortarlo, entonces mi mujer sin dejar de tocarle el clítoris subió la otra mano por el vientre de mi madre hasta llegar a los pechos que agarraba y masajeaba con pasión, ya con total descaro mi madre se movía a espasmos disfrutando de la masturbación, mi mujer pasó la mano por debajo de la blusa y vimos que le levantaba el sujetador, la mano se movía jugando con los pezones mientras que la otra jugaba con el coño, mi madre cogía a Berta por la cintura y fue subiendo hasta tocarle las tetas, Berta acercó la cara al coño de mi madre y sacando la lengua le lamio los labios y el clítoris, los dedos de la mano entraban y salían rápido del agujero de follar, aquello no podía durar mucho y entre violentos espasmos se corrió como una loca sin parar, tuvo el orgasmo más intenso y duradero que he visto en mi viuda, mi padre seguía inmóvil no creyéndose lo que estaba sucediendo.

Cuando acabó de correrse se dio cuenta de lo que acababa de hacer, mi padre no mostró ningún enfado, su rostro mostraba todo lo contrario, lo que le tranquilizó, mi mujer se separó, pudimos ver en toda plenitud el coño depilado y excitado de mi madre, se incorporó, con la toalla se acabó de sacar la espuma que quedaba, se colocó el sujetador en las tetas, se puso el tanga, la falda y dijo riendo:

  • Creo que es hora de cenar.

No pudimos hacer nada más que reír, a pesar de que tanto mi padre como yo estábamos con la polla a tope y los ojos de Berta nos indicaban el mismo estado.

  • No es la primera vez que haces esto, dijo mi madre a Berta
  • No, ciertamente no, te ha gustado?
  • Gustado es poco, me ha encantado.

Acabamos de cenar sin comentar nada de lo sucedido, yo no tenía ni idea de que mi mujer hubiese tenido experiencias homosexuales, incluso me extrañó no saberlo ya que siempre hemos sido muy sinceros en explicarnos nuestras relaciones antes de conocernos, cuando ya se fueron mis padres fue lo primero que le pregunté y me dijo:

  • Es que no es una experiencia antes de conocerte, cuando nos depilamos con María (su amiga), siempre lo hacemos, ella a mí y yo a ella.
  • Y por qué no me lo dijiste nunca?
  • No pensaba que fuera algo que te gustara.

Ahora de vez en cuando Berta y yo hablamos de aquella velada y nos ponemos muy calientes, mi madre nunca ha vuelto a mencionar el tema pero estoy seguro que si pudiera le pediría a Berta "otra depilación" lo haría, ah!, y veo a María con otros ojos.