La dependienta: mi 1º vez con (toda) una mujer

Sin comerlo ni beberlo, viví una experiencia límite que cambiaría para siempre mi vida, y me descubriría a un amor que creí ni siquiera existiese.

LA DEPENDIENTA: MI 1ª VEZ CON (TODA) UNA MUJER

Hola. Me llamo Laura y soy la protagonista de este relato. Tengo 25 años y el pelo castaño claro algo largo, de frente despejada, ojos verdes y expresión aniñada. De cintura estrecha y caderas algo más anchas de los normal(lo que me hace tener un culo muy respingón), nunca he tenido problemas para tener hombres en mi vida, pero no voy lo que tengo que escribir no es sobre los hombres sino sobre las mujeres, porqué una vez tuve una de las experiencias más excitantes y placenteras que recuerdo a los 19 años.

Ocurrió, además, por un azar que me tuvo aquella tarde de martes de Julio recorriendo mi ciudad natal de tienda en tienda, buscando un material para un trabajo que debía terminar. Busqué en tantas imprentas como pude, hasta que entré en una que estaba en una calle muy alejada del centro (era mi última opción…vamos que prácticamente iba a la desesperada). Sin embargo, pasé como un minuto entero en el umbral de la puerta, pues nada más entrar, tuve una visión sublime, celestial: la dependienta de aquella imprenta.

Unos 45 años, pelo rubio recogido y con flequillo a la izquierda, ojos azul mar, expresión agradable y un cuerpo bien conservado dentro de aquella camisa azul claro y el pantalón azul oscuro. No sé porqué pero me parecía increíble sentir atraída por una mujer, gustándome tanto los hombres (con decir que me dejé desvirgar con 14 años en los lavabos de mi colegio por un profesor creo me explico bastante bien, ¿verdad?). Sin embargo, aquella mujer, que era guapísima, me excitó de un modo tan fuerte que mi vientre y los muslos de mis piernas comenzaron a arder. Tuve suerte de no hacer saltar la alarma de incendios por la calentura que llevaba. Pero lo mejor fue que, por una vez, aquello fue correspondido(y sé que a muchos hombres les encantaría que eso les ocurriera a ellos…¡que se fastidien!). Cuando aquella mujer me miró, vi en ella la misma mirada de deseo, y sentirme deseada por ella me puso casi mojada. Me acerqué lo más naturalmente que pude a ella y tragué saliva para poder salir de mi nube.

-Buenos días. Vengo buscando material de folios, bolígrafos y un par de revistas que tienen este título, y que no encuentro por ninguna parte-bromeé-.

La dependienta miró la nota que le di, y vi una placa con su nombre en la camisa, que antes estaba demasiado lejos para leer: Mari Luz, era su nombre. Dos palabras que ahora me sonaban a gloria divina.

-Creo que las tengo-me dijo-. En las estanterías del fondo, a la izquierda, cerca de la esquina. En cuanto a esos folios y lápices tengo en abundancia.

-Muchas gracias. Al final y la izquierda. Lo recordaré.

Volví a coger la nota y fui hacia allí. Mientras caminaba, me sentí explorada, observada por ella. No era para menos debido a lo que llevaba puesto…¡es verdad!, no he mencionado mi ropa: falda plisada corta de rayas rojas y negras, camisa blanco marfil, una riñonera para el dinero y un par de playeros(es que hacía mucho calor…y más en ese momento jejeje). Al llegar a las estanterías comencé a rebuscar por todos lados, intentando encontrar esas dos malditas revistas que no encontraba. Pude dar con una, y di un suspiro de alivio. Entonces sentí que chocaron conmigo y me giré. Era Mari Luz, con un par de cajas que a saber que haría con ellas.

-Disculpa, es que tengo que cambiar los Nºs viejos por los nuevos. Tienes suerte de haber encontrado lo que buscabas, casi iba a cambiarlo.

-Sí, menos mal-dije aliviada-. Mis profesores me matan si no consigo acabar esto para el viernes. ¡Maldita clase de verano!.

Mari Luz se rió por mi enfado y yo también me reí. Seguí buscando la otra revista mientras ella comenzaba a cambiar Nºs. Empezó por abajo, arrodillándose para sacar revistas y poner las otras. Quejándose de calor, se desabrochó dos botones, aunque yo ya sabía que lo hacía por mí, para que yo la viera. A través de su blusa, descubrí dos pechos aún erguidos sin sujetador, que en aquellos me parecía ya tenía en mi boca. Paralizada por aquella delicia, sentí una mano que me tocó el tobillo y lentamente me acariciaba la pierna, sumiendo hasta la rodilla. Era muy suave y placentero. Mari Luz no se giró para mirarme mientras me tocaba, como intentando guardar (vanas) apariencias de normalidad. Me sentía mojarme mientras era explorada por aquella preciosidad, y mis braguitas humedecerse con el suave roce de su mano en mi piel. Seguidamente, se agachó un poco más y sin barrera alguna mi vista disfrutó con la visión de aquellas joyas de la corona, que ansiaba tocar. Mi mano derecha iba a ir hacia ella, cuando ambas escuchamos el repicar de las campanillas que había en la puerta. En un "flash" Mari Luz se arregló y salió a atender al cliente, mientras yo me quedé allí temblando con un calentón de marras, con mi respiración agitada y mi cuerpo suplicando que el cliente ese se largara para que ella me hiciera lo que quisiera. Quería ser su juguete, su herramienta de placer, deseaba ser usada a su antojo y rendirme a sus caprichos más íntimos y obscenos. Me sorprendí de mí misma por esa situación, y quedé allí hasta que no pude aguantar más, y la vi hablando con un hombre, que estaba montando un poco el numerito, creyendo que tenía posibilidades con ella. ¡Y una leche!. ¡¡Ella era mía!!.

-Sí-le oí decir a él-. Esos archivadores son los que busco, pero más arriba.

Mari Luz subió un par de peldaños en la escalera, mientras su falda dejaba entrever lo que él disimuladamente miraba con cara de lobo. Fue entonces cuando vi que se había cambiado el pantalón por una falda del mismo color, enseñando unas piernas preciosas, que ahora deseaba recorrer. Sé que lo había hecho por mí, porqué cuando fue a cambiar las revistas viejas por las nuevas se subió la falda un poco, enseñando pierna. Ahora yo la mirada fascinada, embobaba, deseando que aquel indeseable se largase.

-¿Éstos-preguntó ella-, o estos otros-señaló a la derecha-?.

-Los de la siguiente estantería y a la derecha. Esos, esos son-dijo riendo-.

Sentí un ataque de celos que quería cargarme a aquel tío, pero de repente, Mari Luz me miró a los ojos, diciéndome con su expresión "no pasa nada, ya sé lo que hizo mientras estaba en la escalera". Me alegré por eso, como si fuera mi amante desde hacía años. Le cobró las carpetas a aquel indeseable y se largó, echando una última mirada al atravesar la puerta. Una vez se fue, Mari Luz avanzó hacia la puerta. Me iba a dar un ataque si ella salía tras aquel tío, y mi corazón palpitó con fuerza, pensando que no iba a tenerla para mí. Mi sorpresa fue cuando, una vez llegó a la puerta, no salió de la imprenta, si no que cogió un cartel de "vuelvo en unos minutos" y lo puso en el cristal, haciéndome la mujer más feliz de mi vida. Me lanzó una mirada señalando hacia la pared, y vi la puerta de la trastienda. Me metí en ella como fiel esclava, y ella detrás de mí a los pocos segundos. Cerró la puerta, y se lanzó a devorarme la boca con un beso tan apasionado que lo sentí hasta en la yema de mis dedos. Mi cuerpo entero se rindió a ella y su lengua con la mía era tan dulce que no quería dejar de besarla jamás. Mis dedos parecían hincharse deseando acariciarla, y las llevé a su cuello para besarnos más fuerte. Las suyas me recorrían la espalda electrizándome como ningún hombre lo había conseguido.

Dos segundos tocándome, y me puso más excitada de lo que lo había estado jamás. Dejó de besarme, pero no separó sus labios de mi cuerpo, bajando al cuello para ponerme a tono. Yo no dejaba de jadear, y sentía mis braguitas empaparse bajo mi corta faldita. Mis manos se fueron a su cintura, y bajaron a sus nalgas, apretándolas y sintiendo su firmeza. Una la dejé allí, mientras la otra se fue a recorrer su vientre y tocando su pecho por encima de la camisa, aumentado mí deseo de desnudarla y verla en todo su esplendor. Mi adorada amante dejó de besarme y me miró a los ojos, con un fuego que iba a devorarme, y yo deseaba ser devorada. Me quedé como en estado de shock, inmóvil, mientras esperaba que viniera a por mí, que me poseyera.

-Hola soy Laura estoy encantada de conocerte-dije de refilón bromeando-….

-Hola Laura-se rió-. Yo soy Mari Luz, y prepárate para ver más luces de las que jamás habrás visto en toda tu vida-. Eres preciosa. Deja que te ame

Vino a mí y comenzó a acariciarme con la ropa puesta. Me excitó que lo hiciera así, tomándose su tiempo para calentarme más(si es que eso era posible). Sintió mis pechos, mi vientre, apretó mi culo como yo el suyo, y sintió la humedad bajo mi faldita. Le entró una furia asesina y me desvistió tirando de la ropa, casi desgarrándola. No llegó a desnudarme, pero sí abrió mi camisa y rompió mis braguitas, subiendo luego mi falda a mi cinturón para dejarla ahí. Casi me sentía como una víctima de violación. Tras ver mi cuerpo, su mano se posó en mi sexo húmedo y dos dedos entraron por él, a la vez que un pecho fue explorado por su otra mano y el otro pecho era degustado por su boca. Mis gemidos se hacían fuertes y sonoros, mientras mi cuerpo y mi mente deseaban quedarse allí toda mi vida, dejando que ella me hiciera lo que quisiera. Separé mis piernas y otro dedo entró en mi dilatado y palpitante sexo. Mis manos buscaban aferrarse a algo, y abrazaron la nuca de Mari Luz, que me degustaba sin compasión alguna. En el momento que llevó sus manos a mi cara, supe que me había llegado el turno, y por poco babeo de tantas ganas que tenía de ella.

-Dios que cuerpo, que ojos, que culo, que pechos, que hermosura de mujer toda para mí -dije-…Te voy a hacer gritar de gusto…Vas a derretirte en mis manos

-Vamos, Laurita mía-me desafió-. A ver si lo haces mejor

Salté a sus piernas y las abrí, hundiendo mi cabeza entre ellas. El olor de su sexo era un afrodisíaco natural para mí, y tan excitante que hundí mi lengua tanto como pude. Mis manos fueron a sus nalgas para acercarla más a mí, y luego subieron lentamente por sus pechos, sintiendo la dulzura de sus pezones erectos por mis lascivas caricias. Mari Luz comenzó a retorcerse sin control alguno, sumida en el placer que le estaba dando(y el que quedaba por dar). Su sexo comenzó, algo más tarde que el mío, a mojarse en unos jugos que sabían a gloria, a bendición celestial, y cada vez chorreaba más y más. Me puse a su altura sacando mi lengua de su sexo, pero dejando mi mano para que siguiese haciendo su trabajo.

Al llegar a su cara volvimos a besarnos, pero esta vez teníamos en la boca el regusto de los jugos de la otra, algo que nos encantó a ambas el deleitarnos por nuestro propio sabor en boca de otra. Su mano también me aferro en la entrepierna y comenzó a friccionarme con rapidez. Detuve mi mano unos segundos y con las dos re acaricié sus pechos, pero también los probaba, satisfaciendo el deseo que me provocó cuando me los enseñó por primera vez minutos antes. Satisfecha mi pasión y excitada más, volvimos a nuestra búsqueda común y nuestras manos volvieron a encontrar en el sexo de la otra. Mari Luz, al igual que yo, no estaba desnuda del todo, y eso era excitante, tan cansada como estaba de tener que desnudarme para hacer estas cosas tan ricas.

-Mmmmmmmm Laura sigue así, sigue…..No te pareeeeeeeees……..

-Te quiero Mari Luz………te quieroooooooo……fóllame amor míoooooo

-Eres preciosaaaaaaaa……te adoroooooo…….eres mi cielooooooo…….

-Y tú el míooooooo….vamos, sigueeeee….sigueeeee…………..

Llegó un punto en que no podíamos ni hablar coherentemente. Solo gemíamos como animales en celo y la marea de placer subía por momentos. Nuestras manos libres se cogieron mientras las otras estaban llevándonos a la cumbre del placer. Con un grito que seguro tuvo que oírse en la calle, ambas gozamos y caímos al suelo agotadas por el esfuerzo. Permanecimos abrazadas un buen rato, sin hablar palabra. El olor de su sudor me produjo una felicidad que incluso comencé a llorar de emoción.

-¿Qué pasa mi niña-me dijo dulcemente quitando mis lágrimas-?. ¿Qué ocurre?.

-Es que soy feliz-sollocé-…Nunca me había entregado a nadie como a ti, mi amor…mi corazón, te pertenece…Es tuyo…Soy tuya

-Sssssshh-me chistó, abrazándome-. No pasa nada. Solo déjate llevar, y disfruta.

-¿No crees que los posibles clientes se preguntarán porqué tardas tanto en volver a abrir la tienda-bromeé-?.

-Que le den a los clientes-dijo riéndose-. Mi única devoción eres tú….

Volvimos a abrazarnos, fundidas una con la otra durante largo tiempo, en aquella trastienda. Por supuesto, volvimos a hacer el amor una vez más, pues no podíamos prescindir de una nueva ocasión de amarnos. Cuando nos vestimos, me confesó que era la primera vez que le pasaba, como a mí(yo también se lo dije). Como punto final, nos dimos un largo beso antes de despedirnos e irme llevándome lo que había venido a comprar(que ni recordaba para qué lo necesitaba), que me salió gratis.

Al día siguiente volví a verla, y desde entonces, somos pareja. Rompí con mi novio, que nunca llegó a entenderlo(¡hombres!), y ella con su marido, con el que llevaba años felizmente casada(al cual me presentó una vez cuando lo vimos, y con el que me acosté sin que él supiera quien era yo en realidad. Tenía el capricho de saber como era el ex amante de mí adorada mujer…). Desde entonces, hemos sido felices las dos juntas, incluso probando cosas nuevas(intercambios, orgías, algún que otro hombre…) que han ido fortaleciendo nuestra relación. Soy suya y ella es mía. Y casi cada noche, ambas revivimos la pasión y la dicha de estar juntas, recordando la primera vez que nos amamos, que estuvimos juntas, en aquella trastienda de nuestra imprenta