La dependienta de la tienda de hípica 3
Días después fui a la tienda y surgió lo inevitable, incluso acabó hablando con su novio mientras me la chupaba.
La dependienta de la tienda de hípica 3
Cuando nos fuimos del hotel, me dijo que lo había pasado genial, que se sentía muy a gusto conmigo pero que seguía sintiendo algo muy fuerte por su pareja. Que, aunque fuera difícil de entender, amaba a su pareja pero yo le gustaba muchísimo y podría llegar a quererme también.
Yo le dije que respetaría su decisión y que la estaría esperando si finalmente se decantaba por dejarlo con su pareja.
Nos despedimos en la propia casa rural con un apasionado beso, quedándome a ver como se iba con su coche.
Varios días después fui a la tienda cerca de la hora de cierre a mediodía a comprar cosas para el trabajo y estaba ella despampanante, con una camiseta de rejilla blanca transparente, un sujetador negro que se veía perfectamente a través de la camiseta y una falda negra por encima de la rodilla que quitaba el hipo con sus interminables piernas.
Al verme, me sonrió más que de costumbre, pero solo me dijo “Hola, Manu, enseguida estoy contigo” ya que había más clientes.
Cuando terminó con ellos, esperó a que salieran por la puerta y se me acercó casi corriendo y me dio un fuerte abrazo y un beso muy cariñoso en la mejilla, a lo que yo respondí abrazándola también.
Le pregunté que si eso era por algo en especial, y me dijo que simplemente porque se alegraba de verme.
Muy picarón yo le contesté que yo también me alegraba de verla, pero que había alguien que se alegraba aún más, haciendo un gesto con la mirada hacia abajo. Ella se rio y me dijo que no empezara que eso terminaba mal. Viendo que no se lo había tomado muy mal, yo continué picándola diciéndole que las últimas veces había terminado muy bien y que sería un delito no “alegrarse” de verla estando tan espectacular como había ido a trabajar. Mientras hablaba y seguíamos abrazados, metí mis manos por debajo de su falda, arriesgándome a un bofetón como está mandado. Ella dejó que mis manos llegaran hasta sus nalgas desnudas, notando que llevaba un tanga. En ese momento, me agarró las manos y me dijo “espera, que la puerta está abierta, pero ya son las 2, hora de comer, y yo ya sé lo que quiero de menú”, esto último me lo dijo guiñándome el ojo.
Se acercó a cerrar la puerta con llave y volvió, me cogió de las manos y me llevó hacia el fondo de la tienda, me sentó empujándome en el sofá que allí tiene, se arrodilló entre mis piernas y empezó a desabrocharme el cinturón.
Yo estaba empalmadísimo, mi polla estaba dura como una piedra y en cuanto me desabrochó el cinturón y me bajó el pantalón, se encontró con un bulto duro en los calzoncillos. Lo miró, se rió, me miró y me dijo “pues si que se alegra de verme”.
Enseguida se puso a darle mordisquitos a través de los calzoncillos, incluso metiéndosela en la boca lo que le dejaban aquéllos.
Empezó a bajarme poco a poco la ropa interior sin dejar de mordisquearla por fuera.
Según me bajó el calzoncillo, mi polla se quedó totalmente erecta delante de su cara. La cogió con la mano izquierda y, mientras pajeaba lentamente mi pene, me pasaba la lengua por mis huevos, lamiendo una y otra vez los dos huevos llegando a pasar la lengua por mi ano. Una vez más, me volvió a sorprender cuando me levantó una pierna y se la puso sobre su hombro, y empezó a lamerme el ano metiendo la lengua dentro de él, mientras seguía pajeándome con su mano izquierda.
En varias ocasiones me noté a punto de explotar, pero me pude contener para seguir disfrutando de lo que me estaba haciendo esta Diosa del placer con la que disfrutaba tanto cada vez que ella quería.
A los pocos minutos, dejó de lamerme el ano y me bajó la pierna de su hombro, y se metió directamente mi polla en su boca, llegando casi hasta el fondo.
Yo la dejé que hiciera conmigo lo que quisiera durante un buen rato, estaba tan ensimismado que solo me dediqué a disfrutar de lo buena que era Nuria mamando polla y comiéndome el culo.
Ella sola se metía la polla hasta que le daba arcada, una y otra vez, y a mi me ponía más cachondo como disfrutaba. Siempre me dejaba flipado lo buena niña que es, siempre risueña, siempre sonriente y con una voz tan dulce, con sus gafitas cuando no lleva lentillas, y lo verdaderamente guarra que era en el sexo. Me encanta, Dios, la amo. Pena que no esté conmigo siempre.
La cogí por las axilas para que dejase de comerme la polla, la levanté y la empujé hacia el sofá, le subí la falda y me di cuenta de que tenía los muslos un poco húmedo. Estaba tan mojada que le estaba bajando un poco por el interior de sus muslos.
Le empecé a dar mordisquitos sobre el tanga, notando su chochito húmedo a través de la tela. Ella soltaba gritiditos sofocados de placer. Aparté el tanga y comencé a comérmelo entero, siempre limpia. Ella seguía gimiendo, me agarraba del pelo apretándome contra su vagina. Murmuraba “¡Dios, sigue, eres único!”.
Me ponía más cachondo pensar que le gustaba más como se lo hacía yo que su novio.
Le levanté las piernas para poder lamerle también el ano. Lo tenía limpito, sin un solo pelo. Me encantaba. Continué lamiendo el ano, metiendo la lengua todo lo que podía, y ella seguía gimiendo y gritando “¡Oh, Dios, si, si, me encanta, comételo todo!”.
Continué con ello hasta que ella misma me cogió de los pelos, me apartó y me dijo “¡FÓLLAME, FÓLLAME COMO NUNCA!”.
Me incorporé sobre ella, cogió un preservativo de su bolso, me lo colocó y empecé a penetrarla, una y otra vez, gimiendo los dos de placer.
En esto que empezó a sonar su móvil, se le cambió la cara. “Es mi novio, tengo un tono para él, lo tengo que coger”.
Se levantó, se recolocó la falda y el tanga y fue rápido hacia el mostrador para coger el teléfono, atendiendo la llamada y diciéndole a su novio “Hola, cari, estoy con un cliente aún, te llamo en cuanto termine, ¿si? Hasta ahora, amor, te amo”.
Volvió al fondo de la tienda y me dijo “perdona, me suele llamar en el descanso para ver cómo estoy, ahora lo llamaré, ¿por donde íbamos?” Con esa sonrisa picarona nuevamente.
Yo seguía sentado con mi polla más erecta que nunca, se sentó sobre mí apartándose el tanga de su vagina y empezó a cabalgar sobre mi. Yo aproveche que la tenía en esa posición y, mientras ella seguía cabalgando, empecé a desabrocharle el sujetador por encima de la camiseta de rejilla, quitándoselo y dejando entrever sus perfectos pechos entre los huecos de las rejillas, y empecé a chuparle los pezones entre esos huecos.
Ella no paraba de gemir, me miraba, me comía la boca mordiéndome el labio, me chupeteaba el cuello, me mordía la oreja, me volvía loco, llegando a correrme en esa misma postura.
Después de llegar yo al orgasmo, me levanté y la coloqué en cuatro sobre el sofá, empezando a penetrarla desde detrás, notando como con sus manos me acariciaba los huevos, me dejaba flipado cómo sabía todo lo que me podría poner cachondo.
Poco después me subió la mano hacia el pene, parando yo el movimiento y notando como tiraba del preservativo hacia delante, y finalmente me dijo “dame por detrás, quiero que me folles el culo, reviéntame como una perra”.
Sin rechistar, me escupí la mano y la pasé por mi pene, viendo como ella hacía lo mismo con su culo, frotándose saliva por todo alrededor del ano.
Apunté con mi pene a su culo, lo coloqué en la entrada y empecé a empujar poquito a poco, metiendo y sacando cada vez que entraba un trocito más.
Ella ponía cara de dolor a la vez que me decía que no parase, que le encantaba, que le ponía muy cachonda.
Yo continué, hasta que estaba completamente metida, y empecé a follarle el culo como si fuese por el coño.
A los minutos de estar en esa postura, me dijo que me volviera a sentar, así que me senté recostado hacia atrás, ella se colocó encima, agarró mi pene, se lo dirigió hacia el ano y se empezó a follar ella misma el culo, haciendo todos los movimientos, limitándome yo a disfrutar las penetradas que le estaba metiendo en el ano.
Estuvimos en esta postura mientras ella se tocaba el clitoris hasta que ella tuvo un orgasmo, dándole unos pequeños espasmos casi de dolor, disfrutando cada uno de esos espasmos.
Para terminar, se levantó, se escupió la mano, la frotó contra mi polla, y una vez la había repasado entera se puso de rodillas delante de mi y se la empezó a meter en la boca otra vez, chupandomela mientras me metía un dedo en el culo, cuando sonó el móvil otra vez, siendo su novio de nuevo.
Volvió a cogerlo y le dijo a su novio que si, que ya había terminado con el cliente pero que no le había llamado porque estaba comiendo, a la vez que se volvía a meter mi pene en la boca.
Una de las veces se metió la polla hasta el fondo y le dio una arcada, provocándole una tos y le dijo a su novio que se había atragantado con una patata.
Siguió así un rato hablando con su novio, a veces me pajeaba y otras veces se metía la polla en la boca, hasta que finalmente yo estaba a punto de explotar ya y dirigí mi polla hacia su boca, abriendo ella y sacando la lengua, tragándose todo lo que le eché, que ya no era mucho porque ya me había corrido antes.
Ella continuó hablando con su novio mientras yo me vestía y ella se colocaba la falda y el tanga, aunque seguía sin el sujetador y se le veían las tetas a través de la camiseta de rejillas.
Finalmente le dijo a su novio que le llamaría en 5 minutos ya que iba a ir un momento al baño, momento en el que aprovechamos para comprarle lo que había ido a comprar, despedirnos y yo grabar ese recuerdo en mi cabeza que nunca olvidaría.