La dependienta

Julia es dependienta y sorprende a su jefa recibiendo y probando una ropa a Leire y se unen a ellas para luego participar en una gran orgia de sexo y dureza

LA DEPENDIENTA

Julia era una dependienta de un comercio de ropa de piel y cuero. Una tarde de primavera llegó un pedido de una clienta. La jefa de Julia estaba bastante atenta a la llegada de esos pedidos “especiales”. A Julia siempre le sorprendía cuando llegaban algunos pedidos la celeridad de su jefa en recogerlos, pero nunca le dio mayor importancia hasta que le ocurrió varias veces y entonces le entró la curiosidad.

El día que llegó ese pedido estaba justo Julia tras el mostrador y su jefa en la trastienda. La avisó y la jefa llegó cogió el paquete. Firmó el albarán de entrega y lo escondió en su despacho donde se cerró para comprobar que estaba todo correcto. Llamó a la clienta y la citó para que se probase la ropa al día siguiente por la tarde.

Julia trabajaría ese día. Llegó la clienta y la jefa le ordenó a Julia que se quedase atendiendo la tienda. En el despacho su jefa Christine se reunió con la clienta Leire, una chica joven, una universitaria de aspecto inocente, pero con un cuerpo por el que perdería la cabeza cualquiera. Julia pensaba cómo hacer para acercarse y por un error de su jefa lo pudo hacer.

Había citado a la clienta cinco minutos antes de la hora de cierre con lo que Julia cerró la tienda y se escondió a las puertas del despacho. Vió como la chica se iba quitando la ropa hasta quedarse completamente desnuda. Era preciosa, una chica dulce. La jefa le alcanzó la ropa que Leire se fue probando. Julia estaba alucinando. La ropa eran una especie de tiras de cuero que elevaban sus pechos y los dejaban al aire y a la vista y alcance de cualquiera. En el sexo y el ano tenía dos agujeros reforzados.

Se acercó Christine y estiró de los agujeros hasta situarlos bien. Julia de manera casi involuntaria empezó a acariciarse los muslos introduciendo la mano por debajo de la falda hasta llegar a su sexo. Dentro Christine se había apartado de la chica para admirarla de lejos, pero vio a su dependienta masturbándose y salió por otra puerta de su despacho hasta sorprender a Julia por la espalda.

¿Qué te crees que estás haciendo? ¿Te gusta la chica o te gustaría estar así vestida?  --- la recriminó Christine.

Peerrdonee, pero no sé qué ha pasado, no volverá a ocurrir---- respondió Julia.

Te tendría que castigar por ello, pero te ofrezco participar como va a participar la chica rubia.

¿Y como sería eso?  ----- preguntó curiosa Julia.

Pues para empezar me obedecerías a mí, tendrías sexo con quien yo dijera y probablemente serías follada por un Amo o Ama que yo dijera o vari@s. No es solo sexo, también azotes y otras prácticas que pueden producir dolor, no un simple azote en el culo. Vas a leerte este libro y estas hojas y la semana que viene hablamos si sigues pensando lo mismo. Si tienes dudas con las hojas, tienes mi número me puedes escribir las preguntas que quieras.

Pasó la semana y Christine un día en el trabajo le ordenó a Julia al terminar el turno:

Julia pásate por mi despacho.

Julia cerró la puerta de la tienda y luego fue al despacho de Christine:

¿Te leíste ya el libro y rellenaste las hojas? --- Preguntó tranquilamente la jefa sentada tras su mesa.

Me leí el libro y también he rellenado las hojas, las que no sabía las consulté por Internet y creo está todo.

Así me gusta, ahora dámelas para que las lea, pero primero dime: ¿quieres seguir con el asunto o lo dejamos?  --- preguntó Christine mirando por encima de sus gafas.

Julia fue a su taquilla y volvió con las hojas y el libro y se lo dio a Christine. La jefa comenzó a leerlo. Cuando terminó se levantó y al pasar detrás de Julia pasó su dedo por la nuca suavemente para luego azotar su culo. Cogió el teléfono y mientras miraba a Julia llamó a Leire para que fuera.

Al de unos minutos llegó la chica. Christine salió a la puerta trasera del callejón y la abrió. Leire entró. Luego cuando entró al despacho sin que nadie le ordenara Leire se desnudó y se quedó en la postura que debía adoptar en esas situaciones. Las manos en la nuca y las piernas ligeramente abiertas.

Christine paseó a su lado pellizcando sus pezones, luego la cogió de la mano y la llevó donde Julia, vestida esperaba. Ordenó que la besara. Leire lo hizo a la vez que la iba desnudando. Una mujer preciosa, unos pechos abundantes, cabello cobrizo, un culo duro y respingón y el sexo recortado con un pequeño mechón de vello. Leire la hizo ponerse en la misma posición que había adoptado ella.

Ya estaban las dos chicas allí obedientes. Julia hacía lo mismo que Leire.

Pues ahora te tomaremos las medidas para los trajes de la ceremonia como la ropa que el otro día llegó para Leire. ----- dijo Christine.

Pidieron toda la ropa y cuando llegó Christine se la probó ajustándola a su cuerpo.

Ahora haremos vida normal hasta que sea la ceremonia. Te avisaré con una semana de antelación. Ese día podrás ser usada, azotada y follada por varios y varias. Será tu ceremonia de iniciación como la de Leire.

Al de unos días trabajando Christine se acercó a Julia mientras ésta ordenaba cosas y metiéndola la mano bajo la falda y el tanga acarició su agujerito trasero apretándoselo un poco. Julia suspiró. Christine susurró:

El viernes es el día. Leire te escribirá y quedarás con ella.

Y llegó el día. Julia se duchó, perfumó. Había mantenido su sexo recortado perfectamente. Bajó de casa. Fuera le esperaba Leire. Cogieron el tren y se bajaron en un apeadero cerca de unos antiguos pabellones. Algunos se habían transformado en lofts. Llegaron uno de ellos que era el más alejado y más discreto. Leire tocó el timbre y abrió Nerea, una mujer con el pelo color pajizo y casi cortado al cero.

Les dio un par de bolsas donde debieron meter sus ropas. Julia y Leire se quedaron sin ropa y Siguieron a Nerea que había metido las bolsas en dos taquillas. Fueron conducidas a dos vestuarios, en el vestuario había un chico también desnudo. En cuanto vió entrar a Nerea se puso de pies en la misma postura que habían adoptado Leire y Julia la otra vez. Eran tres. Nerea les hizo arrodillarse y ponerse a cuatro patas en el suelo. La cabeza ahora pegada al suelo y el culo en pompa. Nerea cogió tres bolsas para enemas. Las llenó con agua templada y añadió un poco de laxante. Con un poco de lubricante lubricó el ano de las dos mujeres y del chico y por gravedad fue dejando caer toda la bolsa en cada uno de ellas y él. Cuando la bolsa se vació les colocó un plug en cada ano que impedía que saliera nada y esperaron hasta que el laxante hizo efecto. Cada uno fue a un baño donde se vació. Repitieron otra vez con menos cantidad hasta que quedaron completamente limpios.

Luego les hizo ducharse. Por último, caminaron hasta un vestuario donde en tres montones estaban los ropajes que debieran adoptar ese día. Se los pusieron. Nerea ayudó a Aitor a sacar la polla por el agujero frontal. Luego Nerea les acercó las tres capas que se pusieron y cubrieron sus cabezas con las capuchas. Se colocaron en fila. Primero Aitor, luego Leire y por último Julia. Pasaron por un pasillo hasta llegar a una gran habitación como un gran salón de actos. Allí en el suelo, en mitad de un gran mosaico de losetas blancas y negras como un gran tablero de ajedrez, había un gran escudo diseñado para el grupo. Sobre ese escudo fueron colocados como tres cepos. Un diseño especial. Cuando se colocasen sobre ellos se tendrían que arrodillar y su cabeza quedaría más baja que sus pies con lo que los dos agujeros quedasen a la altura de las pollas o strapones.

Rodeando ese tablero una gran cantidad de tronos donde diversos Amos y Amas observaban la escena. Presidiendo la escena un gran trono dividido en tres tronos repujados en madera y sobre una tarima que les hacía estar más elevado que el resto y en los cuales se sentaban dos Amas y un Amo. Con sus cabezas tapadas con máscaras de cuero y hierro. Julia estaba excitadísima, todo aquel misterio le excitaba.

¿Quien entrega a estos aspirantes?  ---- pregunta ceremoniosamente Nerea.

Yo, Christine entrego a Leire y a Julia que serán conocidas como Cne1 y Cne2.

Yo, Thor entrego a Aitor que será conocido como Thr1.

Que así sea y pasen a pertenecer a nuestro grupo. --- entonó seriamente Nerea

Hizo colocarse de pies al y las aspirantes. Sin descubrir sus rostros ni retirar sus capuchas fueron colocados en los cepos. Levantó las partes traseras de las capas atándolas a sus cinturas. Luego bajó los pantalones hasta dejar las nalgas descubiertas. Primero se acercaron Christine y Thor que a sus respectivos sumisos azotaron 10 veces en cada nalga con una pala ancha de madera oscura. Luego fueron bajando los tres Dominantes que presidían la sesión y aplicaron otros diez en cada nalga también. Los sumisos les costaba, pero aguantaron contando cada azote.

Ahora se les volvió a poner sus pantalones quedando expuestos sus agujeros. El Dominante que presidía bajó y se colocó tras Aitor, se cogió de sus caderas. Las otras dos mujeres lo hicieron tras Julia y Leire. Previamente, Nerea había embadurnado todos los agujeros con lubricante de manera generosa.

De una sola vez los tres penetraron a l@s sumisos, solo dos embestidas por agujero. Luego el resto de Dominantes del salón hicieron lo mismo, pero solo una embestida por agujero. Cuando terminaron. Las chicas fueron folladas por Christine y como aportaba dos sumisas eligió a Nerea para que se follase a la otra. Se fueron alternando entre Julia y Leire. Thor se follaba a Aitor. Los tres Amos lo hicieron cada vez más rápido hasta tener sus orgasmos. Los sumisos y sumisas, por supuesto ese día no tenían ese privilegio. Para todos los Dominantes presentes fueron entrando sumisos y sumisas que con sus bocas, culos y coños saciaron a todos los Dominantes, fueran hombres o mujeres.

Luego fueron conducidos a un extremo del salón. Allí fueron despojados de todas sus ropas y con los brazos inmovilizados en alto y sujetadas por las muñecas fueron descendidas a tres anchos cilindros metálicos. Julia, Leire y Aitor se preguntaban que pasaría y lo descubrieron rápidamente. Vinieron todos los Amos que tras beber agua los que menos ganas tenían fueron orinando sobre los cuerpos y caras de los y las sumisas hasta que hasta el pecho fueron llenos de dorada lluvia.

Ahora fueron elevados hasta volver a, desnudos como estaban, al salón y luego conducidos a las duchas para ducharse y tras colocarse las capas sobre las ropas con agujeros volver al salón a servir la comida a los Dominantes. Al final de la noche se retiraron con los Amos que habían aportado su presencia a la asociación a pasar la noche. A partir de ese día Aitor, Leire y Julia como el resto de sumisos y sumisas se entregaron a sus Dominantes y a todo aquel o aquella que tras aprobación de sus respectivos Amos y Amas solicitasen su servicio.

Este es un relato imaginario, aunque a veces nos gustaría que se desarrollase de verdad. Me encantaría leer vuestras opiniones. Hacerlo a:

Picante100@hotmail.com