La dependienta

Una chica muy mona viene a mi teineda para hacer un encargo. A partir de ahi intento meterla en mi cama.

LA DEPENDIENTA

Hola buenos días, me llamo Alfredo Sanz, tengo 37 años, trabajo en una relojería de centro comercial, y soy un hombre al que le gustan las mujeres.

Lo bueno de trabajar en un centro comercial, es que al cabo del día se ven y se conocen a multitud de mujeres diferentes. Soy un hombre casado, pero come reconocido con anterioridad, las faldas me pierden, me gusta flirtear con las clientas y con las demás compañeras de las tiendas, ojo con las compañeras de trabajo es diferente, ya saben ustedes ese refrán que dice: "donde tengas la olla no metas la polla", yo lo sigo a rajatabla. Me considero un tío atractivo y con cierto éxito con las féminas. Con mi mujer las relaciones sexuales son excelentes, ella folla como una leona y tiene unos pechos bonitos, apetecibles y bien puestos, me encanta lamérselos y chupárselos, además con esto consigo que sus pezones se pongan de punta, así los cojo entre mis dedos y los puedo sobar, cosa que a ella le excita mucho. El otro día antes de salir de casa para ir a trabajar, salió de la habitación en albornoz a despedirme, llevaba el albornoz mal abrochado y se le veían los pechos, me besó, le pasé la mano por la cintura, la apreté hacia mi y cuando nos quisimos dar cuenta, yo estaba sentado en la silla de la cocina y ella tenía mi polla metida hasta los riñones, moviéndose y gimiendo de placer, es lo que me gusta de mi mujer, que follamos a cualquier hora y en cualquier lugar. En cuanto nos olemos, sentimos o tocamos ya estamos enzarzados, sobandonos y metiéndonos mano descaradamente, a ella lo que más le gusta que la haga es que le coma el sexo, tiene un coñito arreglado y rasuradito que me encanta lamer y chupar, y a ella lo que más le gusta hacer es masturbarme y jugar con mi falo y mis huevos, eso le encanta. No es porqué y lo diga ni que sea mi mujer, pero es que me hace unas pajas tremendas con las cuales me saca toda la leche y además tengo unos orgasmos más intensos.

Con todo y con esto que le he explicado a usted, me gusta de vez en cuando hacer mis pinitos por mi cuenta, en esto soy muy claro, me gusta el sexo y disfrutar con el, si mi mujer hiciera lo mismo no me importaría ni se lo reprocharía en absoluto.

Hay una chica, que es dependienta en una tienda de ropa cercana a la mía, el otro día vino a la tienda para pedirme un pequeño "favor". El novio tenia un reloj que había perdido y ella se lo quería volver a regalar para Reyes, por lo visto el chico tenía un cierto cariño al aparato, estaba algo tristón y ella le quería dar una sorpresa, regalándole uno igual. La dije que lo intentaría ya que en este negocio conseguir cosas descatalogadas es algo complicadillo, no imposible, pero si complicado.

La chica está muy bien, mide más o menos un metro setenta, castaña, pelo rizado, labios carnosos, ojos color miel y una buena delantera. La chica pasaba a preguntarme casi todos los días, por casualidad conseguí la unidad del dichoso reloj, desde luego no le dije nada ya que quería irme a la cama con ella.

Cada vez que venía a preguntarme por el reloj, la invitaba a tomar café, las primeras dos o tres veces, declinó mi oferta pero luego accedió e íbamos a tomar café, conocía también que iba a comer asiduamente a unos de los restaurantes del centro comercial, y me hice el encontradizo en un par de ocasiones, hasta que nos sentamos juntos a comer, poco a poco iba lanzando mis redes y poniendo mis trampas, cosa que por otro lado son como la salsa de las comidas, me encanta. Del reloj no soltaba ni prenda y de esta manera tenia más tiempo para conocerla un poco mejor y para ir intimando, labor de zapador en una palabra. Mientras tanto fui averiguando cosas de ella, también descubrí que entre su chico y ella las cosas no iban del todo bien, cosa que no me extrañó ya que a todos los que estamos en pareja hay momentos en los cuales las cosas van peor y también porqué hoy en día nadie se aguanta.

Lo único que se me ocurría y podía imaginar era el momento de llevármela a la cama, imaginaba sus pechos al desnudo y mis labios y lengua besándolos, sus manos recorriendo mi cuerpo y mi falo duro y excitado penetrándola sin descanso.

A pocos días para el día de Reyes, en uno de nuestros ya habituales y obligados cafés, la di el reloj, la verdad que se alegró mucho y me dio un fuerte abrazo, y pasó lo que tenía que suceder, nos enganchamos en un beso libidinoso y lleno de pasión. Cuando nos separamos no supimos que decir, ella se puso roja como un tomate y se marchó. El plan me había salido la mar de bien, no es por nada pero aquella fruta iba a ser mía, solo debía dejarla madurar, pero confiaba en que pronto estaría entre sus piernas.

Después de pasar Reyes, y ella evitarme, tampoco hice nada por forzar un encuentro, recibí un mensaje de, me decía que teníamos que hablar, que aquello había sido un mal entendido y quería aclararlo todo, porqué me veía como un amigo y no me quería perder. La respondí que en horario de tienda no podía, mentira, ya que estaba liado con unos inventarios, que si no la importaba que la invitara un domingo, accedió.

Quedé con ella en un bar, el cual la parte de arriba era un hostal, alegando que era lo que mejor me venía, por supuesto al llegar alquilé una habitación.

Llegó, parecía nerviosa, al acercarse para darnos el beso de rigor, la noté titubeante, estaba claro que solo mi presencia la ponía nerviosa, ese era un buen síntoma.

Comenzamos a hablar y el hielo que había al principio de la conversación se fue resquebrajando poco a poco, estaba preciosa, miraba como se movían sus labios sensuales y gruesos. Fui llevando la conversación a mi terreno, en un momento que ella paró de hablar para dar un sorbo a su bebida, me acerqué a su oreja y la dije lo mucho que me gustaría poder volver a besarla, me separé la mire a los ojos y vi que estaba totalmente colorada, no sabia que decir o como reaccionar, así que me acerqué la agarré con suavidad por la nuca la atraje hacia mi y le di un beso, nuestros labios se unieron y con mi lengua busqué con suavidad y dulzura la suya, noté como ella tenía un escalofrío y mi falo comenzó a crecer, el beso se prolongó y ahora fue ella la que me agarró del brazo y se juntó aun más a mí.

Nos separamos y sonreímos, le comenté que aunque era muy atrevido por mi parte había alquilado una habitación, ella meneó la cabeza y soltó una carcajada, se me acercó me cogió la mano y me dijo: "estamos comprometidos pero quiero que me folles".

Subiendo las escaleras, eche mano debajo de su falda y noté como su sexo estaba húmedo y caliente, entramos en la habitación y nos vimos envueltos en una espiral de pasión, fue tremendo, me quitaba la ropa con avidez y deseo, yo hacía lo propio con ella, la despojé de su blusa y sujetador, dejo al aire unos pechos firmes, armados con dos pezones de color marrón bastante más grandes de lo que me había imaginado, al verlos la sujeté ambas manos por las muñecas, la lancé hacia atrás en la cama y me tumbé encima de ella, la tenía "inmovilizada" y empecé a chupar su pezones y moverlos con mi lengua, se levantaron y se apretaron excitados, ella gemía y me miraba con lascivia. Solté sus manos y seguí bajando con mi lengua por su tripa firme, la mordisquee en las caderas y llegué a su sexo, tenía ese sabor amargo y rancio que tanto me gusta, estaba lleno de jugos, su clítoris estaba inflado como un garbanzo, con la lengua juguetee con el, seguía gimiendo y me agarraba el cabello, con mis manos libres subía y bajaba por su cuerpo acariciando y tocando todo cuanto me encontraba en mi camino, estaba muy excitado y mi pene palpitaba, me pidió que no parara, que siguiera lamiendo su coño, así lo hice hasta que noté como le llegaba el clímax, cuando su cuerpo se relajó, agarré mi pene y se lo introduje de un golpe en su sexo húmedo, soltó un pequeño grito, pero cuando empecé a bombear agarró mis caderas para moverlas con más rapidez, me pedía que le diera más duro que no tuviera compasión, mis acometidas eran cada vez más bruscas y parecía estar cada vez más excitada, desde luego, estábamos disfrutando, al notar que me iba a correr saqué la polla y cambie de posición, quería seguir follando y no me apetecía correrme.

Me tumbé, se puso encima y comenzó a cabalgarme, cada vez más fuerte y sin piedad, me estaba follando y me iba a correr, mis manos sujetaban sus pechos y mis dedos excitaban los pezones, estábamos echando un buen polvo, lo estábamos disfrutando, de nuevo ella se estremeció, se había vuelto a correr, ¡joder! como follaba, sacó mi pene de sus entrañas, lo cogió y comenzó a masturbarme, no aguantaba más, la avisé que me corría, siguió pajeándome sin importarle y un borbotón de semen surgió de mi falo tieso, nos pusimos perdidos de leche. Quedamos tendidos y extenuados en la cama, abrazados. Lo habíamos pasado genial.

Seguimos trabajando en el mismo centro comercial, de vez en cuando quedamos y follamos, ella se casa en el mes de mayo y me ha invitado a la boda, a veces quedamos con nuestras respectivas parejas, a mi mujer le cae genial ella y su novio es un tipo majo.

Me gustaría que falláramos los cuatro alguna vez, se lo propondré el día menos pensado, aunque no se que cara van a poner.

Un saludo.