La dentista y un salido como yo, todo porno

Fui a curarme una muela a la dentista que me había recomendado mi madre y acabé afollándome a tres ricachones de la zona norte de Madrid.

Lo que no me pase a mí.

Ya había pasado mas de una semana de cuando llevé el paquete a Tamara y me la follé por primera vez. Todavía no sabíamos que nos habían grabado en vídeo y ya estábamos arrasando en internet.

Ya habría tiempo de enterarse.

El caso es que empezó a dolerme una muela que ya llevaba dando guerra unos meses.

Estábamos todavía con algo de frío, lo que como ya sabréis aumenta todos los malestares. Esa mañana me había despertado temprano, juraría que serían las siete. Miré por la ventana, aún había nieve en la calle.

Reconozco que soy algo pesimista y no paro de decir que esto iba a estar hasta el verano, si es que teníamos la suerte de que el calor decidiera venir a Madrid.

Bueno el caso, que me lío, mi madre me vio quejarme varias veces mientras desayunaba.

-Pero hijo hazme caso, ¿por qué no vas a a la clínica de la Sra Silvana?

-Mamá es que esos ricos de mierda no me molan un carajo.

-A ver, serán fachas que lo son, pero son una familia muy simpática, sus dos pequeñitos son una delicia y su marido muy educado.

-Joder, no sé como tienes las agallas de limpiarles las casas a esos. ¿No ves que nos miran por encima del hombro? Ademas la Silvana esa tiene una cara de zorra que no te imaginas.

Me cruzó la cara de un guantazo.

-Un respeto a la Señora, se han portado con nosotros de maravilla. Si no recuerdo mal ella pagó de su bolsillo la furgoneta que utilizas en los repartos. Así que, no se hable mas, hoy le diré que te de cita.

Negué con la cabeza.

A la mañana siguiente libraba y con desgana fui a la clínica de la dentista ésta. Hay que joderse como viven los dentistas. Y no me extraña con lo que cobran. Cochazos, viven en la Rozas y visten unas ropas que flipas.

Puta zorra, pensé varias veces hasta que logré aparcar en la calle Zurbarán.

-Vaya casas. Igualito que Vallecas.

Pagué con la app, me abrigué el cuello con una braga negra que encontré en el asiento de atrás y me dirigí hacia allí. Tenía cita a las once.

La puerta estaba abierta y como el portero estaba de cháchara con una señorona a la que acompañaba una dominicana cargada hasta los dientes de fruta, subí al primero. La puerta estaba abierta y en el hall solo había una mujer con una hija adolescente vestida con esos uniformes que tan cachondo nos ponen a los tíos. -Hay que joderse con la mente del pervertido que los diseñó, como se estaría riendo de nosotros.

Tomé asiento frente a las dos. La madre me miraba con cierta sospecha, aun dudo si por mirarle las bragas a su hija que no dejaba de levantar las piernas con intención; o por que notó que ese no era mi lugar.

Cuando ya empezaba a excitarme, (y es que la carroña de la hija le estaba cogiendo vicio a lo de enseñarme cada vez mas lo que se escondía bajo las finas y azuladas braguitas) , apareció una enfermera rubia. Guapa a rabiar y con una sonrisa de esas que solo se ven en las películas pornos americanas.

-¿Alberto?

-Sí, soy yo.

-La doctora te espera, sígueme.

Y eso hice, la seguí sin dejar de mirarle el culo que movía con delicadeza pero con sensualidad. Esto se ponía cada vez mejor, me llevaban a un matadero de lujo con excelentes vistas al mar.

-En la puerta me recibió la señora Silvana con su perfilada sonrisa y esos ojos trasparentes que te absorbían a su yo mas profundo como embriagándote. Tenía un don, bueno este era uno de los mejores que ese día iba a conocer.

-Déjanos a solas Marta. -Le ordenó mientras se recolectaba el largo y lacio pelo negro sobre su hombro izquierdo que sobresalía bajo el uniforme azul cielo. -¿Qué tal estás? Ya me dijo tu madre que tenías una muela fastidiosa.

-Pues sí, lleva dando guerra un tiempo.

-¿Por qué no viniste loco antes a verme? ¿Vos no sabés que eso puede ser un problema? -Me preguntó en su dulce acento argentino.

-Pues… -añadí mas bien para llenar un incomodo vacío.

-Está bien loco, -me rozó el pecho con intención mientras su mirada me atravesaba con fuego helado. -Tomá asiento y esperá.

Entonces sucedió lo inesperado, mis astros se habían invertido fijo.

Mientras me recostaba en el asiento empezó a desnudarse.

(Lo repetiré por si alguien no me cree: ¡Empezó a desnudarse cojones!).

No entendía bien que estaba pasando, en un principio creí que se iba a poner algún mono o algo parecido pero cuando se empezó a quitar la ropa interior negra me rompió la cabeza la muy puta.

-¿Algún problema? -Me dijo como si nada. Yo me empalmé como si aquello fuera a reventar lo que atrajo su mirada e hizo nacerle su magnética sonrisa. -Ya veo que no.

Y con naturalidad,  con esos senos firmes, que si fueron operados tuvo que ser con las manos de dios, las piernas largas como los lunes, ese vientre firme y esa entre pierna peluda caminó hacia mi. Me enamoré. ¿Quién no iba a enamorarse de una diosa así. Será facha, pero está buenísima. ¿Es facil de entender no?

-No entiendo señora…

-Schsss, llámame Silvana y por lo que más quieras quítate esos pantalones y muéstrame eso que escondes entre las piernas.

No lo dudé y me despeloté. Ella me observó de nuevo relamiéndose, seguidamente alargó la mano izquierda hacia mi polla que acarició con dulzura sin dejar de mirarme a los ojos.

-Sil…va… -tragué saliva, -na…

-¿Qué?

-Estás muy buena. -Ya lo sé, no es muy original pero tenía toda la sangre en el prepucio y no supe dar con nada más letrado, así que os jodeís y seguís leyendo.

En ese momento la azafata rubia entró sonriendo como si nada, y lo que ya me dejó descolgado fue que dejó la puerta abierta, ¿y quién estaba junto al marco mirando incrédula? Pues sí, la adolescente.

-¡Como mola!

-¿Te gusta?, -dijo Marta mientras Silvana se arrodillaba ante mí para succionarme el miembro con ansia.

-Mazo.

No podía dejar de mirar a la joven pelirroja que parecía disfrutar como nadie observándonos.

-Verás como te vea tu madre tocándote en la puerta.

-Ella no se entera de nada.

-Anda si vas a  masturbarte hazlo dentro.

La joven se sentó en el suelo frente a nosotros para llevarse la mano dentro de la fajita verde a cuadros, se acarició como si fuera una maldita serpiente.

Llegué a dudar si aun seguía en la cama en casa. Mira que no soy de rezar, pero en ese momento imploré que nadie viniera a despertarme. ¡Estaba viviendo una película porno!

Silvana me comía el prepucio con ansiedad, sentía su saliva brotar hacia el suelo. Después Marta se desnudó también, entonces se acercó y me besó. Sus ojos verdes me hipnotizaron. La acaricié su culo duro y terso, luego sus senos mientras me movía hacia delante y hacia atrás flexionando las piernas para entrar con agresividad en la boca de la Doctora.

La lengua húmeda de Marta me invadió cada poro de mi boca. La agarré del pelo con rabia y ella gimió de dolor, la adolescente de placer y Silvana dio un par de arcadas. ( En argentino, que es como español pero mas dulce).

Entonces saqué mi poca de su boca con rabia y la puse a cuatro patas frente a la niña pelirroja que con los ojos entreabiertos a penas nos veía inmersa en su diabólico placer.

Se la clavé por el culo con toda la rabia que fui capaz de encontrar. Costó entrar pero solo eso, luego se dilató como por arte de magia. Cogí a Marta del pelo y la arrastré hacia mí para besarla los pechos, morderle los pezones y meterle un dedo en el ano.

-¡Ahhh! -Gritó.

-¡¡Joder Alberto que bestia sos!! -gritó Silvana con su voz susurrante y a la vez agónica de quién está siendo follada por el culo a lo bestia.

Coloqué a Marta contra la maquina rara esa que tiene en esas salas de dentistas y la penetré también, si no llega a ser por Silvana que se levantó agilmente hubiera tirado ese aparato al suelo.

Yo no podía parar de entrar y salir en el ano de la rubia que sollozaba e inútilmente intentaba frenarme con sus finas manos. Silvana se acercó y me besó con lascivía, luego me forzó a besarle sus enormes senos. Que alta era la tía, debía medir 1.80, pero joder que bien repartido todo. No se notaba que había tenido hijos, para nada, ¡la hostia!

Me follé a la rubia y a la doctora repetidas veces mientras la adolescente de quince años se tocaba sola en el suelo.

Finalmente, a punto de correrme, me quité de encima a las dos para dirigirme como un lobo sediento de sangre a por la adolescente. Le di la vuelta, le bajé las bragas hasta las rodillas y la metí con dificultad, todo hay que decirlo mi polla en su agujero trasero, ella gimió como un globo al desinflarse en los dedos, pero no paré, al contrario fui mas y mas animal.

Una vez satisfecho las coloqué a las tres en el centro de la sala y me corrí en la cara de la doctora mientras repetía:

-Puta facha, puta facha, puta facha. -Cubrí toda la cara de la doctora Silvana de mi leche, ojos, nariz y barbilla goteando. Entonces me entró la risa cuando descubrí que por la ventana¡, desde un andamio unos obreros habían grabado toda la escena. Las obligué a acercarse a la ventana aun con sus reticencias y saludaron a cámara mientras yo sonreía como un niño chico.

Los obreros fliparon, me convertí en su nuevo dios.

Otro vídeo más en las redes, éste supera en videos los 4 millones y en twitter ya hay una decena de gif con nosotros cuatro. Bestial.

Nadie me creía de mis colegas cuando lo conté a la noche.

Me la suda, les pasé el link de la pagina porno, ahora me admiran y no paran de compartir en las redes fotos conmigo, curiosos, ¿verdad?.

Voy a película por semana. Esto me está molando.

En fin, debería pensar en la adolescente cuando la hayan visto en era cole o en casa sus padres; en Marta y sus marido, que acaban de tener una hija monísima, rubia también; o en la cara del marido de Silvana cuando la esté viendo jugar con sus hijos como si nada sabiendo que su mujer está triunfando en el porno amateur en a saber cuantas paginas; pero os seré sincero, me la suda y mucho.

He enculado a tres fachas, ¿qué mas puede pedir un roerás como yo?

Ala, espero que os haya gustado y comentéis algo.

BBrous.-