La delgada línea roja de mi familia. Parte final
Claro que sí hijo, pero para qué cerrarse puertas ¿Qué quieres? ¿Follar conmigo? ¡Vamos! ¡Hazlo! ¿Sé que eres capaz después de verme follar con otro ? Tu padre y tú sois igualitos con la diferencia que tú me quieres ver panzona y bien preñada de ti ¿Verdad cabrón?
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– Claro que sí hijo, pero para qué cerrarse puertas… ¿Qué quieres? ¿Follar conmigo? ¡Vamos! ¡Hazlo! ¿Sé que eres capaz después de verme follar con otro…? Tu padre y tú sois igualitos… con la diferencia que tú me quieres ver panzona y bien preñada de ti ¿Verdad cabrón?
– Creo que sí, mamá ¡Cómo lo sabes…Mira como me tienes! Me siento como un cerdo, pero me he excitado viendo cómo te follaban.
Desabrochó el cinturón, el pantalón y salta mi verga, como impulsada por un resorte. Me mira encantada, su cara es un poema de desencante y lujuria…no deja de mirar mi falo.
– Lorenzo, no lo hagas, te lo suplico… ahora no
– No lo haré…Aún… Mamá. Ahora responde a mi pregunta
– Me subo el pantalón y encierro a la culebra. – Ella respira más tranquila.
– Pues, no sé cómo empezar. Es una historia muy larga.
– Empieza por el principio, o mejor dime… ¿Cuándo perdiste tu virginidad? Porque dudo que fuera con papá.
– No fue con él está claro. Cuando tu padre empezó a salir conmigo ya llevaba muchos polvos en mi cuerpo. Fue con mi primo Jesusete, que era monaguillo en el pueblo por aquel entonces. Yo tendría unos once o doce años, aún no tenía la regla. Durante los veranos no salíamos del pueblo, era entonces cuando mi padre más trabajaba en el campo. Vivíamos en una casa al lado de la de mi tío Luis. En la calle y el patio era nuestro lugar de juegos y allí empezamos a jugar a las casitas, a los papás y de juego en juego acabamos haciéndolo. Mi primo tenía 4 años más que yo, así que te podrás imaginar el resto… él ya sabía cómo follarme.
– O sea, pasabas los veranos follando con tu primo.
– Bueno, sí… básicamente todo el año cuando teníamos ocasión. Pero no solo con él. Tenía algunos amigos y nos íbamos al campo, entre los árboles, a jugar. Yo me colocaba en el hueco de un gran árbol, de pie. Los amigos de mi primo hacían un sorteo, con pajitas, a quien le tocara la más larga, podía follar conmigo. Eso duró hasta que tuve la primera menstruación. Entonces mi madre me aleccionó. Ya corría el peligro de quedarme preñada, así que dejé de jugar a que me follaran todos los chicos del arrabal.
– ¿Y luego?
– Después del colegio, ya en el instituto tuve rolletes con algunos chicos. No dejaba que me follaran por miedo a quedar preñada, hasta que mi madre, temiendo lo peor, me llevó al médico para que me recetara anticonceptivos. Tenía un medio novio que me prestaba a sus amigos, a mí me gustaba, luego supe que me vendía a cambio dinero por cada polvo.
– Ya era una puta con… ¿Con cuántos años…?
– Con 13. Nos reuníamos en casa de un amigo que le daba dinero a su madre viuda y a su hermana para que se fueran al cine y nos dejaran el piso. Yo entraba en una habitación, totalmente a oscuras, me tendía en la cama, desnuda, entraba uno, me la metía, se corría, salía, entraba otro, lo mismo. Así llegué a follar con cinco chicos, no sé cuántas veces.
– ¿Todos te follaban por el coño y se corrían dentro?
– La mayoría, aguantaban poco y se vaciaban dentro, pero Antoñito aguantaba mucho más lograba correrse en mis tetas o en mi cara. Los demás me follaban en la postura del misionero sin extravagancias… se deslechaban y el siguiente…, pero fue en el Ciclo Formativo de Cuidados Auxiliares de Enfermería, donde descubrí que tenía un cuerpo por el que pagaban los hombres. Una amiga mía se costeaba los estudios y algunos caprichos, con el alquiler de su cuerpo. Cuando lo descubrí me quede pasmada, pero luego me fue explicando cómo funcionaba la cosa y acabé viéndolo como una actividad más. Un trabajo bastante bien pagado y fácil. En verdad pensé que podía ser yo quien sacara rendimiento de mi cuerpo y no ningún cabrón como mis ex.
– Sigue, cuéntame cómo fueron tus primeros, trabajos como puta.
– Dicho así, resulta ofensivo hijo, pero no te culpo porque ese es el nombre correcto. Sí, era y soy una puta, no puedo negarlo. Y mucho menos a ti, que ya lo has visto.
– No puedes imaginar lo que he estado a punto de hacer. Mi primer impulso fue entrar, coger a ese mequetrefe por el cuello y cargármelo. Pero pude contenerme y me marché a mi habitación a pensar en lo que había visto y oído. Y llegué a una conclusión. Soy un hijo de puta…..Y voy a ejercer como tal.
– Qué quieres decir. Me das miedo hijo.
– No te preocupes. Por mí nadie sabrá nada, si te portas bien, claro. Sigue con tu historia. Como fueron tus primeras veces como ramera.
– No estoy acostumbrada a oírte con ese lenguaje tan duro, pero es lo que soy y no me importa lo utilices. Bueno sigo con mi historia… Mi amiga me llevó a una casa en el centro, cerca de la Plaza de la Encarnación. Era grande, tenía dos salones grandes, varias habitaciones con baño, incluso algunas con yacusi. Todo muy lujoso. Me presentó a una señora, Magda se llamaba, de unos cincuenta años, muy guapa y cuidada para su edad. Me explicaron cómo funcionaba el negocio. Me daban un número de teléfono, yo llamaba cuando quería y les decía los días y las horas que podía trabajar. Iba a la casa, me arreglaba para recibir a los visitantes, junto a las otras chicas. Antes de salir mirábamos por una ventanita a los clientes, por si alguno era conocido y así no tener problemas. Paseábamos ante ellos, y elegían a quien querían, pasábamos a la habitación y ofrecíamos los servicios que solicitaban. Pasado algún tiempo pasé a acompañar a clientes. Ella me concertaba las citas, en su casa o bien donde tenía que ir, normalmente hoteles.
– ¿Te llegaste a enamorar de algún cliente? ¿Hubo alguien especial?
– Si, en una ocasión me quedé enganchada con un hombre, repetía casi todas las semanas, hasta me propuso casarme con él. Pero al final lo pensé y me dio miedo. Era violento, NO me gustaba su modo de someterme. Era duro en ocasiones, pero otras veces muy tierno y cariñoso. Quiso obligarme a hacerme un tatuaje con su nombre en el pubis y ponerme un piercing en el clítoris. Cuando me negué me dio una hostia, respondí con otra y me marché. No lo he vuelto a ver. Por lo demás, ¿Qué te puedo contar? Me daban la dirección iba, atendía los caprichos del cliente, trataba de satisfacerlo y nada más. Cuando disponía de tiempo los encuentros eran en la casa, allí estaba más protegida. Si algún cliente se pasaba lo ponían de patitas en la calle. Incluso se de alguna que otra paliza por agredir a una de nosotras. Nos llamábamos escorts, no nos gustaba que nos llamaran putas o prostitutas. Yo prefiero chica de compañía, de hecho así era. Los clientes pagaban por la compañía de una muchacha con quien hablar de cualquier tema, salir a cenar, tomar copas, bailar y después pasar un buen rato en la cama… esto no siempre, algunos clientes no quieren follar.
– ¿Durante cuánto tiempo? Por lo que he visto lo has hecho estando casada ¿No?
– No cariño. Estuve trabajando como escort un año. Cuando empecé a salir con tu padre lo dejé. Luego me quedé embarazada de ti, nos casamos y nos fuimos a vivir al pueblo. Allí no hubiera podido hacerlo aunque quisiera, tampoco quería. Después tu padre y yo entramos en la rutina del matrimonio y nos propusimos ser swinger en un crucero por el mediterráneo y los hemos mantenido durante muchos años este gusto de intercambio de parejas. Pero ahora a tu padre no se pone dura con facilidad y lo dejamos, aunque sigue beneficiándose a Irene…
– Ya no volviste a ejercer de PUTA…
– No, casada nunca. Creí haber sido feliz durante muchos años cuidando de mi familia, pero al venirnos aquí…
– Una mañana estaba sola, hace dos semanas, tú estabas en la facultad y me fui a dar una vuelta, mira por donde me encontré, por casualidad, en la puerta de la casa donde empezó todo. No pude evitar la tentación de entrar y ver si quedaba alguien conocido, y lo había. Una señora que mi edad entró antes, era la encargada de la limpieza y otras cosas, me reconoció porque habíamos sido escorts juntas, su cuerpo ya no se lo permitía pero continuó en el negocio. Nos saludamos y me estuvo contando lo que había pasado en todos estos años. La casa de citas, seguía funcionando, pero la dueña había fallecido cinco años atrás y ahora estaba regentada por un hijo suyo homosexual y su pareja. Me acompañó al despacho, donde me presentó a los nuevos dueños del negocio. Resultaron ser muy amables y simpáticos, recordamos viejos tiempos, charlando de unas cosas y otras me propusieron volver a trabajar para ellos, aunque no podía hacerlo en la casa, ya que no aceptaban chicas mayores de treinta y cinco años, pero sí podía hacerlo aquí en casa, ellos me enviarían los clientes en las horas que yo les indicara.
– Y aceptaste, por lo que he podido comprobar.
– Si, la verdad es que la invitación me produjo un extraño cosquilleo en el estómago…Y más abajo. Loren, tu padre hace tiempo no me presta toda la atención, yo lo he intentado todo para que nuestra relación mejorara. Pero era inútil… entre Irene y los gatillazos no tengo muchas satisfacciones. La idea de volver a sentirme deseada, la sensación que me producía saber que había hombres dispuestos a pagar por estar conmigo. No lo pensé. Acepté. Puse algunas condiciones, tratando de que esto no afectara a nuestra familia. Pero ya ves, no lo he logrado, al final me has descubierto.
– Entonces, ¿desde cuándo has vuelto a ejercer como PUTA?
– No me hables así, por favor hijo mío…. Es verdad que soy una puta, pero esa palabra en tus labios me duele mucho. Este hombre que has visto es el tercero, o sea han sido tres veces, pero eso creo que importa poco. Ahora tienes en tus manos el futuro de nuestra familia. Visita mi web en el perfil y tendrás infinidad de relatos como este. De lo que hagas dependerá nuestra vida de ahora en adelante. Así que piénsatelo bien. He cometido errores, es cierto, pero si lo cometes tú, puedes destrozarnos. Yo quiero mucho a tu padre con sus fallos y a ti mucho más ¡No podría vivir sin vosotros!
– ¡Vaya! ¿Ahora resulta que si nos vamos al carajo es por mi culpa? De eso nada. La única responsable de este follón, nunca mejor dicho, eres tú y debes asumir las consecuencias.
– Cierto. Soy la responsable de todo. Pero si tú no me delatas, si no se entera nadie más, podemos seguir con nuestras vidas. No volveré a hacerlo. Te lo prometo. Lo dejaré todo de nuevo, lo olvidamos y seguimos adelante tú y yo solos.
– ¿Tú crees que será fácil olvidar lo que he visto? No, mamá. Esto ha sido muy fuerte. Cada vez que te mire, veré tus nalgas abiertas y la polla de ese tío entrando y saliendo de tu culo mientras gritabas. ¡Mas! ¡Mas! ¡No, no podré olvidarlo jamás!
– Pero debes intentarlo y pensar que ese mismo tipo podría haber sido tu padre…. Lorenzo, por tu bien y por el de todos.
– En verdad mamá ¡No puedo evitar excitarme con ese recuerdo! Con la imagen de tu cuerpo desnudo gozando como una perra. Te juro que siempre te he visto y querido como madre. Nunca me he fijado en ti como objeto sexual, pero ahora te veo diferente, como una mujer bella que me pone la polla muy dura. ¡Mírala!
Efectivamente tenía la verga enhiesta, la saqué y se la mostré. Ella estaba sentada en el borde de la cama y al ponerme de pie se la puse a la altura de su cara.
– ¡Joder, Lorenzo! ¡No es el momento…aparta eso, por lo que más quieras!
– No puedo mamá, entre otras cosas porque lo que más quiero ahora eres tú. Te deseo, quiero poseerte, sentirme dentro de ti, quiero que seas mi puta particular, que satisfaga mis deseos y me dejes satisfacer los tuyos.
– ¡Lorenzo, eres mi hijo! ¡No puedo comportarme de la misma manera que con cualquier tipo! ¡No está bien! Y no quiero que lo nuestro sea así, hijo.
– Pero yo sí, mamá. No voy a utilizar la violencia física, pero si me rechazas te descubriré y lo mandaré todo a la mierda. Tú decides.
Muy compungida, suspira profundamente, coge mi duro cipote con una mano y lo empieza a pajear durante un rato, se agacha y se lo lleva a la boca, mientras con la otra mano acaricia los testículos. Me sorprende su acción, apoyo mis manos en sus suaves hombros y atraigo su cuerpo. La excitación acumulada por los hechos de la mañana, más lo que estaba aconteciendo me llevó a un rápido orgasmo que me hizo templar al correrme. Ella se tragó toda mi lefa sin rechistar. Una vez limpia mi verga la ladeé de mí cayendo sobre ella en la cama, le besé en los labios durante unos segundos eternos y luego me deslicé lateralmente para quedar boca arriba junto a su cuerpo. Sentir el calor de la piel, la suavidad, el olor de su pelo, recién lavado me transportaron al paraíso, a mi madre. Esa mujer a la que acaba de vejar obligándola a mamar mi polla y tragarse me esperma, era la cariñosa y amada madre de mi infancia.
– ¿Era esto lo que querías? Ya puedes decir que soy tu puta. A cambio quiero que tú seas mi semental… ¡¡Quiero que estés dispuesto a llenarme cuando te lo pida…!!
Al oír esas palabras en boca de mi madre me invadió una extraña sensación de amargura. ¡¿Qué había hecho?! ¡Había obligado a mi madre a comportarse conmigo como con un cliente! ¡Yo no quería eso! Me giré de lado, dándole la espalda, encogí mis piernas, adoptando una postura fetal y lloré. Cubriendo la cara con las manos no pude evitar las lágrimas que corrían por mis mejillas. Sentía un profundo dolor por el terrible descubrimiento que había hecho… ¡Era un gran HIJO DE PUTA! El sentimiento de culpa por haberme aprovechado de ese conocimiento, me hacía sentir fatal. Mi madre se mantuvo tendida, boca arriba, inmóvil. También lloraba. Poco después se levantó, se puso la bata de andar por casa y salió de la habitación. Yo me compuse el pantalón y bajé a la cocina. Ella estaba sentada ante la mesa, con la cabeza agachada, abatida por la tristeza. Me senté a su lado y rodee su cuerpo con mis brazos, recostando la cabeza sobre sus hombros. Nos miramos tiernamente, recordé esa mirada de mi infancia inocente.
– ¡Perdóname, mamá! Por favor, no te enfades conmigo.
– No, mi vida. No estoy enfadada contigo, es por lo que he hecho. Tú estás en tu derecho de echarme en cara mis errores, soy yo y solo yo, la culpable de todo. Quizá haya sido mejor así. Hablaré con tu padre y buscaremos una salida a esta situación, siempre he apelado a su comprensión y ahora no creo que sea diferente.
– ¡No, mamá! No tienes por qué hacerlo, dejaremos a papá la margen…, no tiene sentido hacernos daño por hacer. Yo no diré nada y tampoco te exigiré nada. Esto quedará entre nosotros. Solo te pido que no vuelvas a hacerlo con esos tipos desconocidos, que no vuelvas a ejercer… Me he sentido muy mal por obligarte a…
– No, cariño. No me has obligado a nada. Lo he hecho porque quería hacerlo y me ha gustado… en verdad me gustas mucho. Ahora que puedo hablar con total libertad contigo, el “cliente” me ha dejado caliente como una estufa… se ha corrido rápido después del tonteo previo… Así que puedes estar seguro que la excitación me ha impulsado a agarrarte la polla y chuparla por necesidad propia, y si a eso le añades que me tienes enamorada, ahí tienes el resultado.
– Entonces… ¿Sigues caliente, no?
– No puedes imaginarte cómo. Hacía años que no me sentía así de cachonda….
– ¿Lo harías ahora conmigo? Sin obligarte, solo si tú lo quieres.
Acariciaba mi cabeza, enredando los cabellos con sus dedos. Se inclinó hasta besarme la mejilla, me incorporé y, arrodillado como estaba, nos miramos a los ojos, no lloraba, su mirada era de deseo, pero era el mismo sentimiento que me embargaba, sentía arder mi pecho. No pude evitar acercar mi boca a la suya, ella aceptó, nuestros labios se acariciaron. Nos abrazamos, pasé una mano por su cabello, suave, aún húmedo. El calor, el aroma de su cuerpo invadió mis sentidos, cerré los ojos y me dejé, nos dejamos llevar por la vorágine de sensaciones que nos envolvían. Suspiró profundamente, con sus manos en mis mejillas seguimos besándonos. Ya los labios no eran suficientes, eran nuestras lenguas las que pujaban por penetrar la otra boca.
En el fondo de mi mente, una frase se repetía. ¡Es mi madre y no es una puta! Pero, esta idea, lejos de apagar el fuego de mis entrañas, lo avivaba. Mis manos se perdían bajo la bata, acariciaba su desnudo cuerpo, las enormes tetas de pezones inhiestos…duros y alargados. Sus tetas son unas grandes masas algo caídas por el peso ejercido de la gravedad universal… en mis manos, eran carbones encendidos los pezones, habían reaccionado al contacto de mis dedos endureciéndose, los besé, los chupé y mamé de ellos como cuando era un bebé.
– Chupa la teta de mamá, hijo. No imaginas el placer que me dabas al mamar cuando viniste al mundo. En el fondo he deseado siempre que esto ocurriera.
Dibujé las suaves curvas de las caderas, las sinuosas líneas de los muslos, el deseado triángulo entre las ingles cortado por la gran raja de su coño. Abría las piernas y ofrecía el sabroso fruto prohibido a mi concupiscencia. Enterré mi faz en aquella sinuosa oquedad, saboreé los jugos del amor más sublime que imaginar pudiera. Y de nuevo asomaron las lágrimas a sus ojos, pero estas no eran de culpa, sino de gozo, de pasión, de una inmensa sensación de felicidad mutua que nos abrumaba…
Mi madre, con sus delicadas manos sobre mi cabeza, me estrechaba contra su vientre, como queriendo introducirme en el seno materno de donde salí. Su respiración acelerada, el temblor de las piernas, los embates de sus caderas hacia adelante y atrás, anunciaban el inminente clímax…Un grito, un estertor y un tirón de pelo, fueron la culminación de este lance. Continué comiéndole el coño, metiendo la lengua en su conducto y lengüeteando sin cesar el endurecido clítoris. Ella convulsionaba apretando mi cabeza contra su vulva dándome de beber su corrida. Abrí la boca sellando su coño, en tanto ella no paró de expulsar su néctar directo a mi galillo…Gemía, Gritaba… SE CORRÍA. Soltado el último chorro, me incorporé y nuestras bocas se unieron de nuevo, saboreó sus propios jugos de mis labios, su lengua recorría mi cara limpiando su desaguisado en mi rostro, mis brazos la rodeaban con la fuerza de la pasión impura que inundaba nuestros corazones, que latían desbocados. Jamás había sentido tanto amor, tanta pasión por una mujer.
– Lorenzo, amor mío ¿Qué me has hecho? No recuerdo que me ocurriese algo así con nadie… me he corrido como una loca.
– Ha sido algo maravilloso, mamá, a juzgar por lo que siento. Vamos arriba, quiero amarte, poseerte, hacerte mía y ser enteramente tuyo. Te amo, Sabina. Ya se me hace difícil decirte mamá. Para mí, ahora, eres mi amada, mi esposa y también mi PUTA, si me permites que te lo diga con amor.
– Por supuesto me puedes llamar PUTA. Creo que siento algo muy grande por ti mi amor…algo que solo he vivido cuando conocí a tu padre. ¡Me tienes embrujada!
– Lo que siento por ti es desconocido para mí, mamá. Nunca antes había experimentado nada parecido por nadie. Sabina, quiero satisfacer todos tus deseos, que no tengas que recurrir jamás a nadie. Me tienes a mí de fiel amante.
– No te equivoques hijo. Para mí serás siempre mi niño, el que parí, amamanté, cuidé y amé desde que sentí tu primera patadita en mi vientre. Pero tienes razón en algo, esto que nos ha ocurrido hoy, ha cambiado nuestra vida para siempre. Espero y deseo que para bien. No quiero dilatar más este deseo por ti… ¡Vamos arriba, yo también ardo por tenerte dentro de mí, hace mucho tiempo que no me sentía tan feliz! Ya no me importaba nada la falsa moral las prohibiciones y los tabúes… desde hoy mucho menos. Pero cuidado, esto que hacemos está muy castigado socialmente, debemos ser muy cautos, si queremos seguir amándonos…, especialmente si consigues preñarme.
– Hablas se serio… ¡Deseas que te preñe!
– Hijo se lo estoy pidiendo a tu padre desde hace años, peo no me escucha. Quiero volver a ser madre antes de secarme…, creo que ahora lo deseo mucho más.
– Soy tu hijo, no tu marido
– Acaso eso importa mucho… eres mi hombre y nada más… ¡¡Quiero ser madre de tus hijos!! Creo que lo deseo desde la primera vez que me follaste, entonces percibí esa necesidad y ahora estoy convencida que elegí vivir contigo por esta razón… ¡ASÍ QUE…PRÉÑAME Y HAZME UNA BUENA PANZA! ¡¡Quiero parir a todos tus hijos! A todos… La cuestión es… ¡¿De cuántos hijos me vas a preñar…?!
Subimos de la mano, la escalera que nos transportaba al paraíso, caricias, besos, fuego en la piel. Al llegar al dormitorio se desprendió de la bata, me desnudé y abrazados nos dejamos caer en el tálamo.
– Sabina, amor mío, este se puede decir que es nuestro primer encuentro nupcial, somos un hombre y una mujer que se aman y están a punto de satisfacer sus deseos más primitivos.
– Sí, Lorenzo. Pero con el morbo añadido de ser madre e hijo que van a consumar un incesto tan deseado por ambos… No lo olvides. Ahora, hazme tuya, penétrame bien duro, atraviésame con tu espada y hazme morir de gozo llenándome del rico esperma que acumulas en tus preciosos huevos…. Y fecúndame el útero.
Se tiende y la cubro con mi cuerpo, abre las rodillas para permitir mi incursión. La penetración es lenta, con parsimonia, sin dejar de acariciar sus tetas, besar los labios. Sus pantorrillas en mis nalgas, empujan para facilitar la entrada en la cavidad, cálida, húmeda, acogedora…Vivo un sueño, sus caderas inician un vaivén circular que me enloquece. Pienso en los cientos de veces que lo habrá practicado con todo tipo de hombres… No me importa. Pasó su mano por el coño mientras las iba metiendo lentamente y podía escuchar pequeños gemidos de mamá a medida que iba entrando
– ¡Aaaaah…! – Gimió en voz baja cuando entro toda mi verga
Comencé con penetraciones y profundas, fui aumentando poco a poco la intensidad. Iba tocando sus tetas, y escuchaba sus pequeños gemidos, hasta que me suplica…
– Quiero que me des con todo, hazme gozar como a una Zorra.
Comencé a penetrarle con toda mi fuerza, eran embestidas muy fuertes y muy profundas
– ¡¡Aaah siiiii, dame más!! Me vas a partir en dos aaaah!! ¡¡Quiero que me PARTAS!!
Daba fuertes gritos logrando excitarme más… la tomaba más fuertemente de la cintura para poder penetrarla más duro, enterrándole todo el tronco hasta los mismos huevos…
– No pares, Ummm, uffff que bueno eres follando Lorenzo!! ¡¡Harás que me corra!!
Yo seguía como mis brutales embestidas, hasta que de pronto noté como mi cuerpo se energizaba… sentí que me iba a correr sin poder evitarlo…Ella también la noté gemir más fuerte, sus caderas se agitaban y convulsionaba mordiéndome el hombro para ahogarlo…
– ¡Sabina… me voy a correr yaaa!
– Sí hijo, vamos ahora te toca a ti ¡Me has hecho correr maravillosamente! ¡¡Vamos campeón…CÓRRETE DENTRO DE MÍ! ¡¡Quiero toda la leche de mi hijo dentro del coño de su madre…!! ¡¡Préñame mi vida, preña a tu madre por favor…!!
– ¡Entonces va en serio que quieres que te deje preñada…!
– Que no te importe cariño, con tu padre lo he planeado durante años… y con lo idiota que es, no se va a dar cuenta que el hijo que me estás haciendo, no es de él.
Cuando percibí el punto de eyacular, la penetre lo más profundo que pude y la llene de lefa… noté como salían los chorros de semen y ella también los debía notar cómo reaccionaba a cada aldabonazo de blanca munición… ella terminó con un gran grito. Sabiamente me llevó, nos llevó a ambos a una vorágine descontrolada de sensaciones, de sentimientos, de placer jamás vivido, hasta culminar en un orgasmo brutal, por mi parte y una cadena de explosivos espasmos de mi amada madre, hasta quedar los dos exhaustos, derrotados, intentando normalizar la respiración, dando grandes boqueadas de aire
– Joder mi vida, ¡Dios mío que rico ha sido notar cómo me llenabas con tu amor! Que increíble follada me has dado hijo mío ¡Eh! Jamás esperé que mi propio hijo estuviera tan bien dotado para el sexo…, y que tuviera la gran desfachatez de follarse a su madre como lo haces tú… mucho menos con esas ganas que le pones siempre. Me hace muy feliz que una mujer tan madura te excite de esa manera y me hagas vibrar como una nena adolescente.
Me susurraba estando todavía dentro de ella, sobre ella sintiendo su respiración agitada aún. Saqué mi polla de su vagina y me quedé recostado en la cama mientras mi polla perdía su erección.
– Mamá, ha sido genial. No me había pasado esto nunca. Hemos llegado los dos al mismo tiempo ¿No?
– Sí, mi vida. También yo hace años que no me corría así. Eres un gran amante, las chicas se volverán locas por ti.
– ¿Qué chicas mamá? La única chica que quiero está aquí, a mi lado. ¡Tú eres mi chica. No quiero otra.
– No Lorenzo. Esto que nos ha ocurrido no debe desviarte de tu senda. Encontraras una muchacha que te quiera y con la que formaras una familia. Lo que pase entre nosotros no debe alterar eso. Tú debes seguir tu camino, aunque yo te ayudaré cuando me necesites, mamá siempre estará allí a tu lado. Pero no para estorbar tus relaciones, sino para reforzarlas. Te aconsejaré y te apoyaré, pero esto terminará algún día, cuando te enamores de otra, entonces yo me retiraré y seré feliz de saber que has encontrado la mujer que te merezca. Quiero nietos, mi amor. Pero dejemos esto para más adelante. Lo primordial ahora es tu carrera, por eso no debes distraerte conmigo. Yo te relajaré, cuando lo necesites, para que tus horas de estudios sean más eficaces.
– Vaya, acabas de volver a ser mi madre, yo quiero a mi amante a quien acabo de preñar… Porque iba en serio que tú y yo tendremos un hijo ¿Verdad…?
– Sí, muy en serio. Ya no tomo medidas anticonceptivas y me has follado a pelo, y lo podrás hacer cuantas veces necesites…volveré a ser tu amante, siempre y cuando te lo ganes con tus triunfos académicos. Sé de algunos chicos que han perdido el rumbo al encoñarse con una chica. Lo he vivido en mis propias carnes. En mis años, tuve como cliente a un muchacho brillante, con un gran futuro, se encaprichó conmigo, se gastaba todo lo que le enviaba su familia, para costear sus estudios, por estar en mi compañía. Yo era muy joven, no me daba cuenta del daño que le hacía, que él se hacía. Acabó dejando la Universidad y desapareció. Por un amigo suyo supe que había vuelto a su pueblo y trabajaba como jornalero. No quiero que te ocurra nada de eso a ti, mi amor.
– ¿Y qué vamos a hacer con papá? Porque no pensaras dejarlo ¿No?
– No mi amor, seguiremos como hasta ahora, pero sin citas, para calmar mis ardores te tengo a ti. Tú me ayudas, yo te ayudo…Pero, dime… ¿Qué haces aquí? ¿No tenias que estar en la Facultad?
– Pues sí. Pero habían programado dos jornadas de huelga y no me acordaba, por eso me volví a casa y mira como te pillé in fraganti. Por cierto, yo no lo he probado nunca por el culo. ¿Puedo?
– No sé, ¿Puedes continuar…?
– Tú qué crees, mira como me tienes pedazo de golfa…
– Madre mía, ¡Bendita juventud! ¡Venga vamos al lio Lorenzo!
Mi verga estaba de nuevo en forma y dispuesta para la batalla. Sonreía, la acarició, acercó los labios a mi tranca y se la tragó, entera. Me dejó al alcance de mi mano su delicioso culito, me coloqué bajo ella y lamí su vulva mientras insertaba un dedo, dos, tres, en su ano. Entraban con suma facilidad. Con mi saliva y los fluidos de su vagina engrasé el orificio.
– Mamá. ¿Te gusta que te follen el culo?
– Si, corazón y si eres tú mucho más…. Tu padre no me lo ha hecho nunca, le parece desagradable. Se lo he comentado más de una vez, y ante su respuesta no insistí más. Yo he seguido haciéndomelo con dildos, era la única forma de satisfacerme… Anda, métela ya, lo estoy deseando. Hazlo despacio, yo te marcaré el ritmo. ¿Vale amor?
– ¡Ahhh! Qué delicia de culo, mamá, papá es bastante idiota… desperdiciar esto es imperdonable.
Agarrando sus caderas, presionando su esfínter que cede con facilidad, me muevo despacio, como ella me indica, hasta llegar al fondo de su intestino. Mueve sus caderas, de nuevo el movimiento enloquecedor, es como una batidora lenta, la compresión que ejerce sobre la verga es alucinante. Hoy llevo dos eyaculaciones, esta vez espero que se retrase para hacerla correr más veces. Pasa la mano entre los muslos y acaricia los testículos y su vagina, los movimientos se aceleran, grita.
– ¡Más, Más! ¡Más rápido! ¡Rómpeme el culo!
Empuja su cuerpo hacia mí para enterrar totalmente mi verga en su culo. Hay un momento que me da miedo. Tengo la sensación de que me puede arrancar la polla apretando con los músculos de su esfínter y tirando de mi. El grito es mayor que el de antes. El orgasmo es impresionante. Se deja caer sobre la cama, encogiendo y estirando las piernas, los ojos muy abiertos, la boca de par en par, temblando toda ella. Llega a asustarme, parece un ataque epiléptico. La acuno entre mis brazos cubriéndola de besos hasta tranquilizarla. Ya más calmada me mira, sonríe.
– Gracias, mi vida. Me haces gozar como nunca nadie. No te asustes. Mis orgasmos son así, explosivos, pero nunca me había dado tan fuerte.
Me invade una inmensa ternura. Estoy empezando a comprender a esta mujer. Mi madre y las cosas de mi madre. Consigo rehacerme volviendo a lo mío…me lleva cerca de veinte minutos volver a correrme, entre tanto ella se vuelve a correr ayudada por mis frotaciones en su coño y en especial el espigado clítoris. Con todo acabado, nos quedamos exhaustos sobre la cama, abrazados y besándonos como un par de enamorados nuevos.
Sobre los acontecimientos que surgieron a las pocas semanas… charlábamos en una sobremesa larga, con unos chupitos de licor de hierbas. La bebida espirituosa nos ponía tono largando toda la sinceridad que llevábamos dentro…
– Solamente quise creer que todo había sido un sueño, una simple fantasía, era lo mejor que podía hacer, sin embargo al día siguiente supe que todo volvería a pasar de nuevo contigo, y comprendí que me estaba enamorando de mi propio hijo.
– Creo que a mí también me pasa lo mismo. Nos gustamos mucho como hombre y mujer y tenerte en todas las versiones… madre, amante y amiga me encanta.
Ya hacía tiempo que nos acostábamos… ya no la veía como una madre sino como una mujer. Solo un mes después ese sueño se convirtió en el milagro que prodiga la naturaleza en el vientre de una hembra, cuando su semental la siembra. Mamá descubrió que estaba preñada, le insistí en saber si yo era el padre de su nuevo hijo…
– Naturalmente que estoy segura que este bebé es tuyo y no es de tu padre. O te olvidas que he estado follando muchas más veces con mi hijo que con mi esposo en todo este tiempo atrás…. Cierto que cada vez que tengo oportunidad, volvemos estar juntos tu padre y yo… es mi marido, pero nunca lo hago en mis días fértiles. Compréndeme hijo que me hace bien estar a su lado, pese a los cuernos que le pones a tu padre. Aunque creo que lo sabe y que no son para nada ofensivos.
– ¿Te ha dicho algo sobre lo nuestro entonces?
– El hombre con el que estoy casada no comenta nada de esta relación extramatrimonial dentro de la familia, lo cual no la hace tan eruptiva en nuestra vida privada, dado que mi hijo es tan de la familia como su padre, así que no se puede decir que sea un engaño o falta al voto matrimonial de fidelidad.
– ¿Le vas a decir que mantienes una relación sexual continuada conmigo o no?
– Ya te he dicho que tiene más que sospechas. Yo creo que lo más sensato es no levantar lodos que no nos llevan a ninguna parte. En la próxima visita al pueblo, le diré que este pequeño que estoy engendrando en mi vientre es de él, y toda nuestra vida seguirá siendo perfecta. ¿No te parece?
Mi padre consintió el engaño sabiendo que quien había preñado a su esposa y sería el padre del nuevo miembro de la familia, era su primogénito, lo que nos lleva a la conclusión que unos cuernos que no se reconocen no existen. Mi madre está preñada de 32 semanas y la criatura llevará mis mismos apellidos como hijo de mi madre y mi padre, lo cual sería lo mismo que si le pusiéramos los de mi madre y los míos, en resumen los apellidos del bebé, le hace pertenecer tanto a mi padre como a mí indistintamente, porque al fin y al cabo no solo tenemos los mismos genes, sino el mismo primer apellido.
FIN