La delgada línea Roja de mi familia

Papá sonrió y me señalo el culo de mamá con la mirada invitándome a disfrutar de él. No tuvieron que insistir otra vez. Arrodillándome me lance a por el culo de mamá con toda mi ansia. Quería morder y lamer aquel tremendo culo sin dejar un solo centímetro de piel sin recorrer por mi lengua.

A mis 18 años sigo siendo hijo único, lo que no me explico a estas alturas de mi vida, porque mis padres son muy activos sexualmente y mi madre siempre ha tenido el deseo de tener más familia, o al menos esa ha sido siempre mi impresión leyendo entre líneas sus mensajes en muchas de las conversaciones que tenemos en casa al respecto. Sea el motivo que sea, mis padres no han engendrado ningún otro hijo y supongo que oportunidades habrán tenido a lo largo todas esas escapadas a playas y spas nudistas que han disfrutado juntos… supongo que ahí se anima hasta un muerto.

En casa no se puede decir que tengamos un comportamiento clásico en cuanto a costumbres estandarizadas de esta sociedad que nos toca vivir… más bien existe cierto liberalismo sexual con escasez de pudor. Mis padres vienen de un pensamiento abierto rozando el ideal hippy de “ama y no hagas la guerra” “Paz y amor”, en definitiva el “Power flower” de los años 70. No es que practiquen el nudismo directamente en casa en mi presencia, pero tampoco tienen reparos en follar haciéndoselo saber a los que están fuera de las cuatro paredes de su habitación. Solo con decir que mi madre es la encargada de proporcionarme los condones, y con eso ya os lo digo todo. Sería el verano del 2017 en una mañana calurosa de julio cuando…. “Imagino que cuando sales con tus amigas, tendrás relaciones sexuales con ellas”. Me dijo mi madre mientras hacía mis barquillos con las magdalenas dentro del bol de leche.

–     Todavía no me acostado con ninguna.

–     Tal vez este verano lo hagas, he visto a esa tal Mónica que no te quita ojo…

–     No sé mamá… ¿A qué viene ese interés?

–     Pues simplemente a que ya tienes edad para follar y supongo que ya tendrás ganas de meterla en un coñito apretado, mojado y caliente, en vez de pajearte tanto… que por cierto me tienes todo perdido de chorretones de lefa…

–     ¡¿Qué me quieres decir con todo ello…?!

–     Solo te digo que este verano, será para ti un verano con tendencia a ponértelo fácil. Hijo tendrás que tomar tus precauciones para no preñar a ninguna putita de esa con las que vas… A tu edad no te conviene engancharte a ese tipo de responsabilidades, y ya te digo que follártelas es cosa sencilla, soportarlas NO.

–     Tengo muchas otras cosas en las que pensar, antes de preñar a mis amigas…

–     Por eso mismo te lo digo. Tienes 16 años y no me hace ilusión ser abuela tan joven. Pienso que a sus padres tampoco les dará mucha alegría tener a su niña preñada por una picha brava como tú…

–     No te preocupes mamá, que no va a pasar.

–     Como no va a pasar es si tomas precauciones, independiente si ellas toman sus medidas… tú nunca te fíes de una mujer, una vez que tu esperma esté en su coño ya no te pertenece, pero sí la panza con el hijo que le puedas hacer. Así que yo me encargaré de que no te falten condones en tu cartera, por si acaso te entra la pasión y quieres mojar tu polla en uno de esos coñito calientes…

–     Pero mamá…

–     Ni mamá ni mamó. Sería conveniente que me dijeras de qué envergadura de polla estamos hablando para no fallar con la compra.

–     Pues… bueno… ahora así de sopetón de unos 18 cm de largo… creo yo…

–     ¿Y de ancha?

–     Pues no lo sé, ¿eso cómo se mide?

–     Para medírtela bien deberás tener la polla completamente erecta y tener a mano tanto una regla como una cinta métrica. Con la regla mídela desde la base apoyándola en el pubis, hasta la punta. Y para medir el ancho, bueno en cuanto a la anchura, ve a la  parte más ancha por debajo del glande y envuélvela con la cinta métrica para obtener el perímetro del mismo. Esta medida es importante porque permite elegir el condón adecuado que no quede holgado ni oprimido.

–     Bueno te lo diré cuando lo haga. Aunque no veo la utilidad de la anchura.

–     Pues preocúpate de ella ¡¡Es lo más importante!! A un mujer no nos interesa lo honda que nos metáis la polla en el coño, es más si es muy larga nos disgusta porque nos hacéis daño. Lo que nos importa es la anchura… es lo que nos da placer de verdad, al rozar con presión en la boca del coño que es más sensible.

–     Entonces ya te diré cuando mide de ancha…

–     Tu padre usa una talla 64, es un buen cipote ya te digo y de larga estará en los 20 cm… los suyos te podrían valer por el largo, aunque no creo que a tu edad tengas ya un grosor tan recio como el suyo, pero mídetela e impresióname…

La cosa quedó ahí y me llamó la atención en cómo habría de medir mi polla para elegir el condón adecuado, esa misma tarde le dijo a mi madre que mi perímetro era de 132 cm, y eso correspondía a una talla 57, por tanto tendría que comprarme condones diferentes a los de mi progenitor. Esas vacaciones me estrené con la putita de Mónica como vaticinó mamá, y gracias a mi madre no me faltaron condones ese verano, ni en los siguientes años… ahora sigue comprándomelos, pero solo porque no me quiero gastar mi dinero, aun sabiendo que es un sistema de control de mis polvos por parte de mi madre.

Debo especificar que ya han pasado unos años, mi cuerpo se ha desarrollado hacia una  complexión fuerte, alto, con los ojos oscuros y el pelo moreno… mi rabo también ha incrementado su dimensión en largura y grosor…, con deciros que uso los que mi padre ya no utiliza con mi madre, os podéis hacer las cuentas de como la tengo ahora. Y os digo que usos los suyos, porque desde hace un año sé por mis padres follan a pelo. Leyendo entre líneas deduciremos que mi madre desea ser preñada otra vez a sus 42 años.

No os he dicho que se llama Sabina y mi padre Lucas. Ella es una mujer bajita de 163 cm rubia con todas sus carnes en su sitio, de tetas pequeñas nada caídas por la edad. Un culo grande, firme y respingón que se elevan ofreciendo un porte sexy a sus caderas anchas de las que pueden albergar grande pollas y parir sus hijos con facilidad. A mí me parece guapa con sus labios gruesos de cara preciosa aniñada, ojos claros de mirada sensual. Comienza a tener sus arruguitas, pero nadie diría que tiene la edad que dice su carnet de identidad, a veces parecemos de la misma edad cuando ella viste de sport… yo le saca más de veinte centímetros. Por otro lado, mi padre es bastante corpulento. Su partida de nacimiento indica tener poco más de 53 años. Es alto, con los ojos oscuros y moreno de pelo y de piel. Yo he heredado los ojos de mi madre y la piel morena de mi padre, además de su complexión física y el tamaño de su verga… de testículos no andamos nada mal ninguno de los dos, los tenemos grandes con un escroto alargado evidenciando lo pesados que son. Como nos cuelgan bastante, al follar se balancean golpeando el coño y el culo de la hembra, algo que más de una nos lo agradece por lo que les excita sentirlos, dado que no es frecuente encontrar a tipos con las pelotas de este tipo. Ya me he acostumbrado al dolorcillo que se produce con las arremetidas violentas, y hasta puedo decir que cada vez me gusta más y a ellas las vuelve locas… mi madre no iba ser una excepción.


Aquella noche no me encontraba demasiado bien y por si fuese poco los colegas se habían decidido por acudir a un garito que a mí no me hacía ni pizca de gracia.

–     Vamos tío, enróllate. ¿Nos vas a dejar colgados?

–     Que va, que paso. Además, no me encuentro demasiado bien, creo que tengo algo de fiebre – mentí.

–     Venga anímate, ya sabes que allí pillamos cacho fijo – dijo tratando de convencerme.

–     Que no tíos, que esos cachos en el pueblo no son los que me interesan a mí, paso de ese ambiente. No entiendo que le veis a ese sitio.

–     Nos ha salido un estirado el colega – dijo riendo – Pues tú te lo pierdes.

–     Sí, seguro que mañana cuando contemos como hemos triunfado te arrepientes tío.

–     Que va, yo me alegraré por vosotros, pero hoy me voy…. Que os lo paséis bien.

–     Bueno tío, veo que no hay nada que hacer. Mañana te llamo ¿vale?

–     Sí, venga mañana nos vemos, adiós.

–     ¡Adiós muermo! – gritó mientras me daba la vuelta y emprendía el camino de vuelta

Volver a casa tan pronto un viernes por la noche no era lo más habitual en mí por aquella época, pera así se habían dado las cosas aquel día y tras media hora de caminata al fresco de la noche llegué al portal de casa a escasos minutos de la una de la madrugada. Tras subir en el ascensor abrí la puerta de casa con mucho cuidado y todavía con más cuidado la cerré sujetando el pestillo con la mano para no hacer ruido. Avancé lentamente y a oscuras por el pasillo evitando despertar a mis padres. Enseguida llegó hasta mis oídos ruido proveniente de su habitación, por lo que deduje que todavía estaban despiertos. A pesar de que no iba a despertar a nadie no cambie de actitud y continúe sigilosamente a oscuras el camino de mi habitación. La verdad es que no tenía ganas de tener que contestar a las típicas preguntas cotilla de mi madre y di por buena la posibilidad de acostarme antes de que nadie se diese cuenta de que estaba ya en casa.

El camino hacia mi habitación no pasaba por delante, pero me acerqué a la puerta al ver que se escapaba una luz tenue, que a buen seguro procedía de la televisión, aunque esta debía estar sin volumen ya que no se escuchaba nada. Al llegar a su altura la encontré entornada dejando una rendija entre la puerta y el marco por donde fue entonces cuando, justo estando tras la puerta y antes de llegar a la rendija que dejaba escapar la luz del interior, quedé congelado al escuchar la voz de mi madre…. – Pero que cabrón que eres.

–     Buff, ha sido sin querer nena, no te enfades – Contesto mi padre de inmediato haciéndome sentir aliviado al saber que no había sido descubierto.

–     Cada día aguantas menos y encima te corres sin avisar, ya te vale – dijo medio divertido, medio frustrada. – Estas hecho un abuelo.

–     Joder Sabina, es que hacía tanto tiempo que no me hacías una mamada tan rica que no he podido contenerme y encima así sin pedirla ni esperármela ¡Compréndelo, de comepollas no tienes precio…!

–     Pues si ni la has tenido que pedir ni te lo esperabas ya puedes imaginar lo cachonda que estoy y las ganas que tengo de verga. Así que o haces que esto se vuelva a poner dura o te vas a acordar de mí si no me follas esta noche.

Estaba helado en estado de shock. Sí, ya sé que todos los padres follan y los míos más, también sé que no seré ni el primero ni el último que los pilla con las manos en la masa, pero de eso a saber que tu madre, que está en los cuarenta, acaba de comerle la polla a tu padre hasta que este se ha corrido después de más de veinte y dos años juntos (ve a saber tú como y donde) y encima escucharla seguir exigiendo polla va un trecho. Inmediatamente me embargó un sentimiento de culpabilidad por estar invadiendo su intimidad a escondidas, aunque de forma involuntaria, y sentí la necesidad de llegar a mi habitación lo antes posible y escuchar desde allí como de costumbre, eso me quitaba un poco de remordimiento de conciencia. Me armé de valor y retrocedí sobre mis pasos  con la esperanza de pasar desapercibido. Continué avanzando por el pasillo unos pasos.

–     Uff, no te preocupes, tú sigue dándome lengua y limpiándomela así de bien y verás cómo revive – gimió.

–     Más te vale por la cuenta que te trae… mi coño tiene más hambre de lo que te imaginas. ¡Mmm! tienes suerte de que me gusté tanto la leche de tu polla, cabrón.

Volví a quedarme petrificado en medio del pasillo. No sé muy bien cómo explicarlo, pero un sentimiento mezcla de curiosidad y morbo se apodero de mí y muy lentamente di media vuelta y me acerqué hasta el borde de la puerta. El corazón me latía fuertemente agolpando sangre en mi cabeza y consiguiendo que mis sienes le siguiesen el ritmo. Allí estaba yo, con todos mis sentidos agudizados y a escasos centímetros de la rendija de la puerta preguntándome si me atrevería a mirar o no. Con miedo de ser descubierto, pero sin saber controlar un deseo irrefrenable por ver lo que allí estaba pasando. Rápidamente evalué las posibilidades de ser descubierto y concluí que la forma menos arriesgada de poder mirar era hacerlo desde abajo, de tal forma que las posibilidades de cruzar la mirada con unos de mis padres fueran realmente bajas.

Me arrodillé y muy lentamente, a gatas, me asomé durante un segundo por la parte inferior del marco de la puerta para inmediatamente volver a mi escondite y evaluar la situación. No pude ver demasiado, pero con lo visto ya quedé totalmente impresionado. La luz del televisor que estaba situado junto a la puerta iluminaba el interior de la habitación y de forma muy especial el espectacular culo de mi madre que, totalmente desnuda, estaba a cuatro patas y con las piernas ligeramente separadas sobre la cama mientras le realizaba a mi padre lo que a buen seguro era una mamada deliciosa. Mí ángulo de visión solo me dejaba ver poco más que el culo de mi madre con todo su coño expuesto y parte de su cuerpo, el resto quedaba tapado por la cama ya que yo estaba mirando prácticamente desde a ras de suelo… por cierto mi madre tenía el chocho rasurado y se le veía frondoso, apetitoso y muy, muy follable ¡Era un coño bonito!

Aquella situación tenía su ventaja, no obstante, ya que me permitía asomarme tranquilamente para observar sin el riesgo de ser descubierto. Y así lo hice. Volví asomarme para, esta vez sí, deleitarme tranquilamente observando el tremendo culazo de mamá. La luz de la pantalla iluminaba su piel blanca ofreciéndome todo un espectáculo. Aquello era un culo tremendo, diferente y no tan firme que el de las chicas de mi edad a que estaba acostumbrado, pero a mi parecer mucho más suculento y con la voluptuosidad que solo una mujer madura puede ofrecer… era muy atractivo, sugerente y tremendamente sexy.

–     ¡Oh sí, sí, sigue así, chúpame los huevos como lo hacen las perras! – gimió.

Joder, el cabrón de mi padre está disfrutando de lo lindo con la come pollas de mi madre. Pensé. Yo, mientras, estaba extasiado completamente adaptadas mis pupilas a la escasez de luz para no perder detalle del espectáculo que mi madre me estaba ofreciendo. El culazo de mamá estaba sustentado por dos muslos imponentes, entre los cuales se mostraba un coño abultado, de labios hinchados y ligeramente separados que dejaban ver la humedad que se escondía en lo más hondo de aquella cueva. El chocho de mamá parecía estar bien arreglado sin nada de vello para impedir una clara visión de su coñazo, tan solo en su pubis se hacía realmente visible no era lo suficiente espeso como para ser desagradable, sino todo lo contrario. Sus labios mayores se adueñaban abrazando los interiores que sobresalían como dos alas de mariposa carnosas de color oscuro intenso y húmedo. El resto de su zona genital estaba también pelada sin nada de pelo inexistente en su perineo y alrededor de su ano… como digo, una mujer que cuidaba los detalles. Para entonces yo ya estaba totalmente empalmado y en un estado que podría definir de febril. Mi polla presionaba fuertemente contra mi pantalón con lo que opté por desabrocharlo y bajar la cremallera en busca de algo de alivio.

–     ¡Joder sí, así nena, pásame la lengua por el ojete mientras me la meneas verás que rápido empalmo! – gemía.

–     ¡¿No dirás que hoy no te estoy haciendo disfrutar, eh cabrón?! Te hago lo que pides.

Mamá llevo entonces su mano derecha hacia atrás y pasándola entre sus piernas comenzó a acariciarse el coño deslizando sus dedos por la humedecida raja y separando los labios con los dedos…índice y anular, mientras que con el corazón alternaba las caricias en su tenso clítoris con pequeñas penetraciones ¡Me gustan los grandes clítoris!

–     Joder, que cachonda estoy, tengo el coño hirviendo – Decía entre pausa y pausa del trabajito que le estaba realizando a papá. Las frotaciones vaginales eran rigurosas.

Mientras tanto ganando en confianza, ya me había sacado la polla y comenzado a pajearme disfrutando del espectáculo. Con la confianza de no ser descubierto también aumento mi grado de osadía. Retrocedí unos pasos, a gatas, y con mucho cuidado y pegado siempre a la pared me puse de pie para poder tener un mejor ángulo de visión. Muy lentamente me asomé de nuevo por el marco de la puerta obteniendo esta vez una visión completa del acto sexual de mis padres. Mi padre estaba tumbado boca arriba en la cama, con la cabeza sobre la almohada en el lado del cabecero y con las piernas flexionadas y abiertas ofreciéndole a mi madre un completo panorama de su polla, huevos y gran parte del culo.

Mientras mamá, inclinada frente a él, meneaba la sardina con la mano izquierda a la vez que le regalaba húmedos lengüetazos que iban desde el inicio de la raja del culo hasta su depilado escroto, el cual succionaba esporádicamente absorbiendo y soltando de forma sonoramente los testículos de papá. El aspecto de mamá era soberbio con su culo totalmente en pompa mientras se acariciaba el coño con la mano derecha y con sus colgantes tetas reposando sobre la cama rayando las sábanas con los enormes pezones erectos. Sus formas de mujer madura me parecían de lo más excitantes y los pocos kilos de más presentes en su cuerpo eran deliciosos por lo que poco a poco unas ganas locas de poder lamer y saborear aquellas curvas se fueron apoderando de mí.

–     ¡Qué lástima nene que no tengas treinta años menos para que esta polla volviese a estar en forma tan solo unos minutos después de correrse! – Dijo tras un ruidoso chupetón a los huevos de papá – Recuerdo el primer año que salimos juntos… me llegaste a echar cinco polvos en la vieja cama de mis abuelos, y sin la pastilla azul.

–     Yo creo que a ti hoy día, ya no te seguiría el ritmo ni un chaval de veinte años Sabina – dijo riendo – Tú sigue que ya parece que va poniéndose en forma.

–     Uy, no te preocupes que ya me encargaría yo de sacarle todo el rendimiento a una polla así de joven, toda la noche lo iba a tener follándome. Con esa edad siempre están dispuestos a correrse unas cuantas veces seguidas.

Contestó mientras con su mano pajeaba ahora de una forma frentica la polla de papá que parecía comenzar a experimentar una erección.

–     Joder que calentorra eres… esa es la edad de Saúl.

–     ¿Quieres decir que tú hijo con veinte años no se estará follando esta noche unas cuantas veces a alguna niñata esta noche? ¿O a más de una…? – dijo morbosa –¿Y me dices a mi calentorra? Tú que no se te ocurre otra cosa que pensar en tu hijo precisamente ahora – Contesto levantando su cara y mirando a papá fijamente a la cara por un momento a la vez que frenaba en seco la paja que le estaba propinando.

–     Vamos, vamos Sabina, ¿no me irás a decir que nunca has tenido curiosidad por saber qué tal se las gasta el niño en la cama? Venga que te conozco. Pero si le compras los condones… debes saber hasta cuantos polvos echa el chico.

Mamá dejó de mirar a papá y bajando su cara le propino un buen chupetón en el capullo de su cada vez más despierta polla, la lamió de arriba abajo llegando sus ciclópeos huevos donde se encarnizó en lamerlos y chupetearlos tragándoselos uno a uno tirando de ellos dentro de su boca. Subió de nuevo al glande con la punta de la lengua en el orificio le contorneó el capullo saboreando la piruleta como una niña viciosa.

–     Joder, pues claro que tiene su morbo, ¿tú te has fijada el pedazo de hombre en que se ha convertido? – Contesto para acto seguido engullir la polla de papá hasta la mismísima base– Pero si ya usa el tamaño de tus condones… debe tener la polla como la tuya y con solo veinte años, ya me dirás con quién me quedaría para que me follara toda la noche y me quitase este ardor de coño que tengo.

–     ¡Jaja! Lo sabía, sabía que ya le habías echado el ojo – rio morboso – Pues si nos ha salido la mitad de cachondo que su madre seguro que es todo un follador.

Mi padre comenzó a reírse a carcajada limpia y fue entonces cuando, levantando su cara, cruzamos nuestra vista por un segundo. Os podéis imaginar el susto. Mi padre retrocedió de un bote en la cama haciendo que su polla escapase de la boca de mamá sin que está pudiese hacer nada. Yo me escondí rápidamente tras la pared y totalmente pegado a esta me dispuse a ser descubierto y recibir la bronca de mi vida mientras sentía que el corazón se me iba a salir por la boca. Allí con los pantalones bajados y la polla en ristre espiándolos.

–     Joder que susto, ¿Qué te pasa ahora? - Pregunto sobresaltada.

–     No, nada… un calambre, sí, un calambre - Contesto mi padre disimulando.

–     ¿Un calambre? ¿Dónde? No, si ya te digo yo que estás hecho un abuelo.

–     En la pierna.

–     A ver déjame que te frote un poco. Joder ahora que la tenías tiesa del todo y se vuelve a bajar – se quejó.

–     No, déjalo no es nada. Tú sigue chupando, sigue antes de que se me baje del todo.

Respiré con alivio al saber que no iba a ser delatado gracias a la complicidad aparente de mi padre. En ese momento debía haber desistido y huido asustado a mi cuarto, pero el morbo que toda aquella situación me provocaba hizo que me quedara y tímidamente volví a asomarme por la puerta.

–     Desde luego, esto seguro que a tu hijo no le pasa, seguro que a él no se le baja tan fácilmente por muchos calambrazos que sufra – dijo picándolo. Y sin esperar contestación mamá volvió a engullir la polla de papá.

Mi todavía ignorante madre lanzó este golpe bajo a papá sin saber que efectivamente a su hijo hacia un buen rato que no se le bajaba la polla y que la causa de aquella tremenda erección no era otra mujer que ella. Entonces papá volvió a mirar hacia el marco de la puerta encontrando mi sombreada silueta atenta a lo que allí sucedía sin que esta vez ninguno de los dos resultásemos asustados.

–     ¿Sabes? Apostaría a que tienes razón y que la polla de tu hijo está siempre dispuesta para que disfruten de ella - Le contesto mirándome fijamente.

–     ¡Mmm sí! Envidia me da la guarrilla que pueda disfrutarla esta noche – Dijo mamá sacase la polla de la boca y comenzando a menearla intensamente – Ya no me cuenta con quien sale o entra como antes.

Mi padre me señalo a mamá con la mirada en un gesto que interprete como una especie de… “Mira tu madre lo que dice y lo puta que es” Prácticamente me estaba invitando a participar en aquella lujuria frenética de mi madre, o esperaba que le echase un capote.

–     Me parece a mí que para guarrilla ya está su madre – gimió morboso.

–     Creo que tienes razón. Suerte tienes que no esté aquí, estoy tan cachonda que ahora mismo sería capaz de una locura ¡No me importaría que fuese mi propio hijo quien me quitase el ardor de coño! Al fin y al cabo una polla es una polla…

–     ¿Sí? ¿Qué harías dime? – Preguntaba mi padre provocando.

–     No sé, pero mi chico iba a saber lo que es un coño de verdad, el coño de la calentorra de su madre… sería igual que en aquel spa con la pareja de Logroño ¡Verías como se follan a tu esposa ante tus ojos! Pero esta vez la polla que me taladrase sería la de mi esposo en el cuerpo de nuestro hijo… ja, ja, ja.

–     Me estas poniendo muy cachondo puta, sigue, sigue contándome – Le preguntaba papá mirándome con una sonrisa en la cara mientras ella alternaba lametones a su polla con los movimientos de su mano – ¿Qué le dirías? ¿Dime qué?

–     Pero que cerdos somos Lucas – Le contesto mamá – Hay que ver cuánto hemos follado en estos veintidós años… juntos y por separado, y ahora me haces pensar en mi propio hijo… ¿Eso te la pone dura, verdad cabrón?

–     Mucho Sabina, el morbo de ver a la puta de mi esposa follada por su hijo me pone.

–     Pues mira Hijo de Puta, le diría que viniese aquí a probar lo mojado que tiene su madre el coño caliente. Le pediría que no dejase un centímetro de mi culo y de mi coño sin lamer, mientras yo le como la polla a su padre y se la pongo bien dura para que me folle como a una perra, para que luego me llene de lefa hasta el útero… A ver si demuestra ser más macho que su padre y consiguieses preñarme de una vez. ¡Porque seguro que tiene los bichitos bien potentes y revoltosos! Ja, ja.

Para entonces yo ya me había deshecho de mis zapatos, pantalones y calzoncillos que yacían en medio del pasillo. Las ganas de cumplir con los deseos de mamá se hacían cada vez más irrefrenables y pequeñas gotas de líquido pre seminal resbalaban por la punta de mi capullo… la dureza de mi rabo me producía dolor en el glande y huevos. Si quieres leer como termina y otros muchos relatos, visita mi web referenciada en mi perfil

–     ¡Vamos díselo! Díselo como si estuviese escuchándote ahora mismo, díselo como se lo dirías si estuviese viendo a la cachonda de su madre con el culo en pompa y mamando polla.

–     Ven cariño, ven aquí a chupar el chumino de mamá..., ven a comerte el coño que te dio a luz hace veinte años – dijo morbosa– ¡Castígame el clítoris y hazme correr!

No pude resistir más y tomé la invitación de mamá al pie de la letra. Empujé la puerta con la mano e irrumpí en la habitación tan solo con la camiseta puesta y luciendo mi polla totalmente erecta. Mamá se sobresaltó y avanzo a gatas por la cama en dirección a mi padre, pero sin tapar su cuerpo, cosa que me excitó más, que la recibió con una carcajada.

–     Parece que tus plegarias han sido escuchadas – rio – Aquí lo tienes y parece dispuesto a cumplir todas tus órdenes. ¡No me dirás que no está bien armado…!

–     Eres un cabrón – Contesto a la vez que abofeteaba su cara – ¿Sabías que tu hijo estaba ahí? Y me has hecho decir todo eso para ponerte cachondo ¡¡Hijo de puta…!! ¡Mira lo que has provocado y te parecerá bonito… so cabrón!

–     ¿Pero no es lo que querías, tonta? – Contesto llevándose la mano a su mejilla.

Mientras yo estaba como un pasmarote a los pies de la cama de mis padres con la polla apuntando al frente y sin decir palabra. Finalmente, mamá se volvió hacia mí y mirando a los ojos pregunto… – ¿Cuánto tiempo llevas espiando sinvergüenza…?

–     Un rato – conteste bajando mi mirada en dirección al suelo y sin poder aguantarle la mirada.

–     Mírame cuando te hablo. ¿Entonces has oído lo que estaba diciendo?

–     Pero mírale Sabina, ¿A ti que te parece? – Interrumpió mi padre.

–     No estoy hablando contigo, déjale que conteste que ya es grandecito – le dijo seria – Mírame cuando te hablo y contéstame a lo que te pregunto.

–     Sí, sí lo he oído – Le conteste volviendo a mirarla a la cara – No he podido evitarlo.

–     ¿Y qué piensas al respecto? – Pregunto entonces bajando su mirada en dirección a mi enhiesta polla.

–     ¿Co… como que qué pienso? – dije algo cohibido.

–     Joder, ¿no es evidente lo que piensa? – Volvió a interrumpirle – Solo tienes que fijarte en el pollón que tiene que no se le baja ni con la bronca que le estás pegando…

–     ¡Que te calles coño! – Le ordeno ella a la vez que le propinaba un codazo – Sí, ¿Qué piensas de lo que he dicho? - volvió a preguntarme sin dejar de mirar mi entrepierna y mientras se mordía levemente el labio inferior.

–     ¡¡Eh!! No, no creo haber pensado nada, solo he sentido muchas ganas de hacer lo que decías – me lancé al rio – Me ha excitado la idea que lanzabas al aire.

–     ¿Te refieres a comerme el coño? – Me preguntó volviéndome a mirar a los ojos y con una sonrisa en la cara por primera vez desde que irrumpí en la habitación.

–     Sí – dije más convencido mirándole las tetas.

–     ¿Y tú qué opinas de todo esto? – Se dirigió a su esposo mirándole seriamente a los ojos – Tú has sido el provocador de esta situación…

–     Qué quieres que te diga “De perdidos al rio” ¿No? Total, esto nunca saldrá de aquí ¿verdad? – dijo mirándome serio – Somos familia y no queremos escándalos…

–     No, claro que no – Contesté al segundo.

Mamá miro entonces al techo y cerrando los ojos tomo aire profundamente para luego dejarlo escapar con un bufido.

–     Siempre he sabido que en este matrimonio estábamos locos de remate, completamente locos, pero ahora sé que también se hereda, y me hace feliz esta locura ¡Va a ser la mayor de todas las que hemos cometido juntos! Le dijo a papá.

Volvió a mirarnos alternamente a ambos a la cara, antes de retroceder lentamente a gatas por la cama y detenerse al borde de esta. Su cabeza descendió entonces hasta el colchón a la vez que arqueaba su espalda haciendo que su culo se empinase y quedase totalmente expuesto. Con el culo respingado ofreciendo ambos agujeros a elegir, se portaba muy puta… verdaderamente mi madre estaba que ardía de ganas de ser follada.

–     Está bien, si estamos todos trastornados en esta casa, haz que merezca la pena follarme – Me dijo mirando hacia atrás con su cara totalmente pegada al colchón.

Papá sonrió y me señalo el culo de mamá con la mirada invitándome a disfrutar de él. No tuvieron que insistir otra vez. Arrodillándome me lance a por el culo de mamá con toda mi ansia. Quería morder y lamer aquel tremendo culo sin dejar un solo centímetro de piel sin recorrer por mi lengua. Separé los cachetes de mamá y los mordí alternamente a la vez que sorbía toda la carne que podía llevar a mi boca. Deslicé mi lengua por la raja de su culo cubriéndola totalmente por la abundante saliva que manaba de mi boca mientras sus cachetes temblaban al ser estrujados por mis manos.

–     ¡Sí, así nene, comete a tu madre, cómetela toda! – gemía –No te cortes y mete bien la lengua por todos los rincones… ¡Necesito un bombero que me refresque!

Retiré la cara del culo de mamá y contemple por unos instantes el impresiónate coño que tenía ante mí. Inundé mis fosas nasales por completo con el embriagador aroma que emanaba su humedecido coño antes de lanzarme a por él con la boca abierta, intentando devorar sus hinchados y apetecibles labios vaginales. Comencé a deslizar mi lengua por la raja de mamá que se abrió sin dificultad ante mis caricias para dejarme saborear la profundidad de su grieta. Me pareció estar comiéndome la más dulce y voluptuosa de las frutas. Su sabor inundó mis papilas gustativas al tiempo que, literalmente, bebía su zumo espeso y caliente ¡Me excitaba pensar que era el coño por donde nací hace casi 20 años!

–     ¡Oh sí, así, así dame lengua cariño, comete el coño de mamá, es tuyo, hunde tu lengua tanto como puedas mi niño! – gemía teniendo un manantial chorreando por sus piernas. La muy zorra estaba más excitada que mi padre y yo juntos…

Mamá llevó una de sus manos hacia atrás entre sus piernas y comenzó a acariciar su clítoris mientras yo intentaba no dejar un milímetro de su gruta sin saborear. Mi lengua alternaba las lamidas a sus labios vaginales con penetraciones de mi lengua en su coño, tales incursiones me llevaban a hundir la cara tanto como la naturaleza me permitía en el conducto vaginal de mi madre. Por momentos me faltaba la respiración ante tal abundancia, pero os juro que no me hubiese importado terminar ahogado en el flujo de mamá que, a aquellas alturas, era ya tan abundante que descendía por sus mulos.

–     ¿Está bueno verdad? – Me pregunto mi padre a la vez que tomando suavemente a mamá del pelo la invitaba a levantar la cabeza para plantarle su polla en los labios.

–     Síp – Alcance a decir mientras tomaba aire.

–     Métemela ya nene, métesela a mamá por favor – imploraba - llénale a tu madre el coño de polla, déjame sentir como invades mis entrañas – suplicó antes de engullir la polla de su marido.

–     ¡¡No me he traído condones!!

–     Ni falta te hace en mi coño… ¡A tu madre te la puedes follar a pelo hasta acabar!

Sorbí una última vez el sexo de mamá antes de incorporarme para acercar mi verga a su trasero. Al sentir el contacto de mi polla contra sus nalgas, alargó su mano y tomándola por el tronco comenzó a restregarse el capullo entre los labios mayores de su babeante coño. Rápidamente rodearon el glande dejándome sentir su caliente humedad, lo frotó enérgicamente contra su duro clítoris durante unos segundos y finalmente situó mi polla en la entrada del paraíso. Sentía lo mismo que debió sentir Alejandro Magno a las puertas de Persépolis, donde todos los años pasados de dura batalla, ahora daban su fruto con ese premio, de poder follarme a mi madre con permiso expreso de correrme dentro.

–     Vamos, clávamela, clávamela hasta el fondo cariño, deseo sentir tu polla muy dentro de mí – gimió mirándome – Un macho expresa su potencia abriendo a una hembra… es ley de vida. Vosotros empujáis enérgicos y nosotras os soportamos.

Sujeté el culo de mamá con ambas manos y poco a poco comencé a empujar sintiendo como mi polla se veía envuelta por un calor y humedad indescriptibles a medida que atravesaba los pliegues del coño, hasta que finalmente, mi pubis termino por chocar con el culazo de mi madre. Se sentía tremendo ver cómo iba tragándose toda mi verga,

–     ¡Oh sí, sí, por fin! – berreó antes de que papá volviese a ahogar su voz llenando su boca de polla, yo no dejé un solo centímetro sin calar dentro del coño de mi madre.

Aguanté sin moverme, allí clavado unos segundos, en lo más hondo del útero de mi madre, sintiendo como su sexo envolvía mi polla, apretándola a su voluntad antes de iniciar un lento mete y saca. Percibía sus paredes apretar y aflojar con una leve y cálida presión sobre el tallo endurecido de mi polla. Era una gozada sentir como cada centímetro de la misma se escurría lentamente y sin dificultad por su lubricado chocho mientras poco a poco comencé a tomar velocidad. Creía renacer volviendo a los orígenes de mi vida.

Cada vez que penetraba a mamá y la base de mi verga chocaba contra su cuerpo, se transmitía una onda por sus caderas que hacía temblar sus generosos glúteos y provocaba en mí un efecto casi hipnótico que me llevó a acelerar el ritmo más y más. El sonido de nuestros cuerpos chocando junto con sus gemidos era la banda sonora de la escena de sexo más morbosa que jamás hubiese imaginado. Aquel ritmo frenético junto a la excitación del momento nos arrastró a un punto en el que sabía que no iba a poder aguantar mucho. No quería correrme tan pronto, quería alargar aquellos instantes tanto como fuera posible por lo que me detuve a descansar intentando recobrar el control de mi cuerpo. Miré a mi padre, y me extrañó todo aquello aún más, le estaba poniendo los cuernos follándome a su esposa… y él los consentía con deportividad… creo que no era la primera vez que veía a su esposa siendo follada por otro.

–     No, ¿Por qué te paras?  Exclamó suplicante.

–     Creo que me iba a correr muy pronto… noté la subida de la leche ¡Creo que he estado a punto de correrme! – Conteste.

–     Dice que se corre dentro de su madre… – Repitió mi padre riendo.

–     ¿Qué se corre? ¿Qué te corres? ¿Y a que se supone que estas esperando? ¡¿Acaso no es ese el propósito de follar?! – Espetó desesperada – ¡Follar, disfrutar y correrse! Es el encargo de un macho cuando se folla a una hembra… ¡JODER!

Y con toda su fuerza echó su tremendo culo hacia atrás clavándose mi polla tan profundamente como pudo y apretándose fuertemente contra mi cuerpo.

–     Vamos mamón, lléname, lléname el coño con tu leche de una vez, ¡vamos! No te creas que vas a ser el primero que no sea tu padre, quien me llena el coño de lefa.

–     Venga hijo, no te apures. El coño de tu madre está ardiendo y necesita que manguerazo de leche para quitarle el ardor…

Aquello fue demasiado. Sentí las contracciones del orgasmo apoderarse de mí, sentí como el semen presionaba la base de mi polla y pude notar todos y cada uno de los chorros de esperma recorriendo su tronco, a amarré con mis manos apretando fuertemente su culazo y percibí salir los chorros disparados al interior del coño de mamá en lo más profundo. Al mismo tiempo, la vagina de mamá llevada también por su propio clímax, comenzó a contraerse apretando mi miembro en un intento de ordeñar hasta la última gota de leche ¡¡Me sentía el rey del mundo inseminando a la puta de mi MADRE!!

–     ¡Sí, sí, sí! – gritaba llevada también por el orgasmo– ¡Eso es, lléname! ¡Ya no recuerdo cuando me llenaron la última vez de leche tan joven! ¡HIJO ÚSAME BIEN!

Fue largo y fue muy intenso, un segundo chorro salió de inmediato y un tercero seguido del resto dejándome grogui. Cuando por fin recobré el control de mi cuerpo retrocedí con cuidado hasta que mi tranca abandonó el coño de mamá arrastrando consigo un hilo de esperma… una mezcla de semen y flujo materno muestra del mar de fluidos que inundaba en ese momento el sexo de mi madre. Pensé entonces que todo había acabado. Trataba de recobrar el aliento cuando mi padre se tumbó en la cama y deslizando sus pies por entre las piernas de mamá situó su polla a la altura del coño chorreante. Mamá no lo dudo un momento, tomo con su mano el rabo de mi padre y tras acomodarlo en la entrada de su inundada raja, brotando borbotones de lefa aún, se dejó caer sobre este hasta clavárselo por completo… le llenó los huevos del líquido gelatinoso.

–     ¡Oh sí, lléname tú también, quiero que me llenéis el coño de leche hasta que rebose! – berreaba– Es excitante poder tener el esperma de padre e hijo mezclado.

–     Joder Sabina… ¡Como se desliza en tu coño!

–     Tu hijo lo ha dejado bien lubricado.

Estaba totalmente alucinado, con los ojos abiertos como platos y sin saber qué hacer ni qué decir. Pensé por un instante que sobraba en ese momento, pero de nuevo fue mamá quien tomó la iniciativa y girándose hacia mí me alargo su mano.

–     Vamos ven aquí cariño, sube a la cama… te sigo necesitando.

Tomé su mano y me guio hasta situarme de pie en la cama, frente a ella, y con un pie a cada lado de mi padre que disfrutaba de la cabalgada que mamá le estaba regalando. Mi polla semi erecta y mojada por la mezcla de nuestros fluidos, colgaba a escasos centímetros de su cara.

–     Déjame que te limpie hijo este desastre… ¡tu madre siempre ha cuidado tu aseo…!

Con los dedos pulgar e índice de su mano izquierda rodeo mi verga por su base apretándolo y provocando que este se levantase un poco, sacó su lengua y comenzó a deslizarse por el tronco hasta llegar al glande que rodeo y succiono con sus labios llevándose contigo los restos de semen que lo ensuciaban. Mientras mamá hacia esto no dejaba de mirar a mis ojos asombrados. Desde abajo a la vez, contoneaban sus caderas suavemente amasando la polla de papá en incursiones sonoras de su culo contra él.

–     ¿Te gusta cariño? – dijo mirándole con cara de puta.

–     Joder, sí, me gusta mucho mamá… ¡Esto es increíble! – gemí.

–     Tu madre es la mejor folladora y mamadora que vas a encontrar en tu vida, hijo.

Tras decirme eso mi padre, ella me sonrió de una forma dulce y volviendo a rodear el capullo con los labios comenzó a engullir mi polla hasta llegar a la mismísima base, donde aguantó la respiración por unos segundos antes de retirarse dejándola totalmente ensalivada. No tuvo que repetir el gesto más de tres veces para que mi erección volviese a ser totalmente completa.

–     Mira que polla tiene tu hijo - Dijo orgullosa - Acaba de correrse y en menos de un minuto vuelve a estar en forma…. ¡No me digas que no es un prodigio! Me recuerda tanto a ti en nuestros primero tiempos de novios…

–     Joder con su edad cualquiera.

–     Excusas, siempre excusas – Contesto en tono burlón mientras deslizaba su manos arriba y abajo por mi polla y tras propinarme un sonoro beso en el capullo – Corre hijo, abre el cajón de mi mesita.

–     ¿Cómo?

–     Mi mesita, que vayas y abras el cajón. Tienes que coger una cosa. ¡Vamos muévete!

Rápidamente bajé de la cama y abrí el cajón tal y como me había pedido.

–     Ya, ya está. ¿Que busco?

Mamá se había inclinado hacia delante y cabalgaba a mi padre a buen ritmo haciendo que su polla entrase y saliese del lubricado coño con total facilidad. Mientras papá intentaba lamer sus tetas que colgaban balanceándose provocativamente frente a su cara.

–     ¡Oh sí, sí! Un bote, un bote pequeño y rojo – Me contesto con voz entrecortada.

–     No lo veo mamá.

–     Busca joder, al fondo, debajo de mis braguitas – gimió.

–     Sí, ya lo tengo.

Se trataba de un pequeño bote de lubricante con sabor a fresa al parecer.

–     Ven trae – Contesto deteniendo su cabalgada y volviendo a erguirse mientras papá intentaba desesperadamente que no se le escapase el pezón que por fin había conseguido atrapar con su boca… – Y tú estate quieto – Le dijo a él empujando con una mano y obligándolo a permanecer tumbado en la cama con lo que no le quedó más remedio que abandonar su recién conquistado tesoro.

Avancé de rodillas por la cama hasta la altura de mi madre que tomo rápidamente el pequeño bote de lubricante de mis manos. Apretó el dosificador un par de veces recogiendo el oleoso líquido con la palma de su mano y acto seguido lo extendió por mi tronco endurecido, deslizando su mano por toda su longitud y prestando especial atención al glande que quedo de lo más resbaladizo y brillante.

–     Venga nene, échame tú a mí también.

–     ¿Echarte dónde? – Pregunte sabiendo la respuesta, pero sin atreverme a creerla del todo.

–     ¿Dónde va ser bobo? En el culo…lúbricamente el ano ¡Joder siempre eh querido hacer esto y hoy me lo vais a dar par de cabrones! – dijo morbosa y cachonda.

Una vez obtenida la carta blanca por parte de mamá, no tardé ni un segundo en colocarme detrás de ella. Mi madre volvió a inclinarse hacia delante dejando su culo bien expuesto, cosa que papá agradeció atrapando nuevamente su preciada teta.

–      ¡Trae aquí esa teta joder! – dijo antes de llenar su boca con la abundante carne de mamá– Te encantan que te llenen dos a la vez… ¡¿Nunca dejarás de ser tan PUTA?! ¡¿Ni siquiera con tu hijo…?!

–     Ahora con mi hijo mucho más so cabrón… ¡¡SABES LO PUTA Y PERVERTIDA QUE SOY!! ¡Cómo no le voy a dar el gusto a mi pequeño que me use a placer…!

El panorama era verdaderamente increíble, lo que oía de mis padres aún más…. El culo de mamá se me ofrecía sin reparo mientras que algo más abajo, en su coño tenía atrapada la polla de papá en un mar de fluidos viscosos que escapaban mojándole los huevos. Dejé caer un par de dosis de lubricante en el culo de mamá y comencé a extenderlo deslizando mis dedos por toda la raja, al llegar a su ano comencé a acariciarlo con pequeños movimientos circulares que poco a poco fui acompañando con presión. Volví a depositar otra dosis de lubricante directamente sobre aquel botoncito y poco a poco apreté con mi pulgar que se deslizó sin dificultad hasta el interior del culo de mamá.

–     Vamos, vamos. ¿A qué esperas? No lo vas a romper, no será la primera vez… por ahí han entrado bien gordas y de varios colores, ja, ja, ja.

No tenía miedo a romperlo, pero disfrutaba explorando el culo de mamá, estaba completamente absorto con aquello y tubo que insistir una segunda vez.

–     No me hagas esperar más, fóllame el culo vamos, métemela, he soñado tantas veces sentirme totalmente llena y hoy me lo vais a dar, vais a llenarme completamente, quiero sentir vuestras pollas a la vez. Por favor hijo, dale este capricho a tu madre no la hagas esperar más – imploraba.

Sus suplicas me hicieron reaccionar y poniéndome en cuclillas comencé a restregar mi polla por su culo. El lubricante hacia bien su trabajo y mi capullo resbalaba con total facilidad recorriendo el canal entre sus glúteos. Finalmente fue ella quien alargando la mano, sujeto mi polla situándola en posición, y girando su cara hacía atrás…

–      Vamos empuja cariño, empuja y clávate bien dentro de mamá – gimió.

Obedecí y con cuidado fui empujando aumentado la presión despacio, su ano no tardo en abrirse acogiendo mi glande con facilidad. No era ningún experto, pero di por buenas las palabras de mamá al respecto de que no era la primera vez que le follaban el culo, mi padre tenía que haberlo disfrutado muchas veces sin duda. Continúe avanzando notando como el interior de mi madre se abría a mi paso. Estaba claro que estaba acostumbrada a ello, era entrar en otro mundo…se sentía mucho más apretado que su coño.

–     ¡Oh sí, sí! – berreó dejando escapar el aire una vez estuve totalmente dentro

–     A tu madre le está gustando como nos la follamos… ja,ja,ja.

–     ¡Joder, como me llenáis los dos, siento vuestras pollas, siento vuestras pollas apretarse en mi interior, joder que gusto! ¡Folladme, folladme hasta me llenéis de leche, quiero sentir como me rebosa! ¡Quiero morirme de gusto!

A decir verdad no hizo falta que ninguno de los dos fallásemos a mi madre. Fue ella misma la que comenzó a moverse hacia adelante y atrás follándose ella misma y a nosotros. Al principio fue despacio y poco a poco fue acelerando el ritmo. Podía sentir como el culo de mamá me apretaba cada vez que la polla de mi padre entraba en su caliente coño. Mamá respiraba entrecortadamente en un mar de gemidos disfrutando la sensación de sentirse totalmente llena por sus hombres. Compaginar los movimientos de los tres era difícil y varias veces la polla de papá se escapó de la grieta cuando fue él quien quiso marcar el ritmo, para mí era más fácil por la mayor libertad de movimiento.

Este inconveniente lo resolvíamos parando por unos momentos en los que mamá que tomaba rápidamente el cipote díscolo para volver a llevarlo al agujero adecuado. Finalmente, y sin alternar palabra llegamos a un acuerdo tácito por el que los tres nos alternábamos para llevar el ritmo. Cuando era mi padre quien follaba el coño de mamá yo aguantaba la posición, mientras que cuando era yo quien jodía el su culo, papá aguantaba sin moverse demasiado. De esta forma conseguimos mantener nuestras pollas enterradas dentro de mi madre sin mayor contratiempo y solo cuando era ella la que marcaba el ritmo nuestras vergas entraban y salían a un mismo tiempo.

Aquella debió ser la escena familiar más morbosa que jamás se haya dado. Nuestros gemidos se entremezclaban sin que ninguno intentásemos ahogarlos en ningún momento. Por mi parte follaba a mi madre al más puro estilo canino y a toda velocidad, mi padre también se aplicaba en lo que a velocidad se refiere mientras que mamá tenía un estilo más lento pero profundo. Fue durante mi turno cuando, follando su culo a toda pastilla y excitado por los continuos gemidos que escapaban de su boca mientras lo hacía, sentí que no podía más. Me corría y ni quería ni podía vitarlo.

–     ¡Me voy a correr mamá, oh sí, me corro! – gemí.

–     ¡Si nene, CÓRRETE! ¡lléname el culo de leche, llénamelo que me corro yo también, sí! – Gimió – ¡Sí te siento cariño, te siento, me corro me corro yo también!

Comencé a correrme con tanta fuerza dentro del culo de mamá que incluso sentí una pequeña punzada de dolor al salir el semen a borbotones por la punta de mi polla. Dicho y hecho, el culo de mamá comenzó a contraerse violentamente estrujando mi polla y sin duda su coño acompaño en la jugada pues papá se nos unió en pocos segundos.

–     ¡Joder, tu coño, como me ordeña la polla, como me aprieta, me corro, me corro yo también! – gimió– ¡Madre mía! Jamás te he visto tan puta… Sabina.

Fue un auténtico concierto de gemidos en el que los tres perdimos cualquier tipo de control sobre nuestros cuerpos. Mamá cayó derrumbada entre temblores sobre el cuerpo de mi padre acompañándola yo detrás en lo que fue un abrazo a tres que perduro durante varios minutos en los que intentábamos recobrar la respiración. Finalmente rodé a un lado quedando tumbado boca arriba en la cama siguiéndome mamá algunos segundos después. Los tres estábamos tumbados en la cama boca arriba, mirando al techo con mi madre en el medio. Tras unos minutos me giré y la besé tiernamente en la mejilla, ella se volvió hacia mí correspondiendo el beso con otro, pero esta vez en la boca metiéndome la lengua al galillo durante unos veinte segundos, al acabar, mi padre hizo lo mismo y tras besarla también en la mejilla obtuvo igual respuesta por su parte. Todo la acción de hacía unos minutos había devenido en una calma total. Mi padre llevó su mano hasta el coño de mamá y tras introducir sus dedos y recoger la mezcla de sémenes que emanaba de él llevo su mano a la boca de mamá que comenzó a lamer y besar sus dedos hasta dejarlos totalmente limpios… – ¡¡Es la leche más rica que me han metido en el coño…!!

–     ¿Eres feliz? – Le pregunto él con una sonrisa.

–     Sí – contesto ella que poco después se giró en mi dirección y me ofreció su boca en un cálido beso que no pude rechazar.

–     Os habéis portado como unos auténticos campeones sementales. Creo que soy la mujer más afortunada del mundo… Adoro a mis hombres y ellos me aman a mí.

No recuerdo mucho más, solo que una gran sensación de relax me invadió por completo. Ni tan solo se cuándo ni cómo me dormí. Al despertar por la mañana ninguno de los dos estaba ya en la cama conmigo…

CONTINÚA...