La delgada línea roja de mi familia. 2ª parte
Un escalofrió recorre mi espalda. Miro por la rendija de la puerta y lo que veo me deja sin respiración. Mi madre, totalmente desnuda, boca abajo, apoyada sobre sus rodillas y los hombros, sobre la cama, con una mano en cada nalga, abriendo el culo y ofreciéndoselo a un desconocido desnudo...
Tras una ducha a la mañana siguiente, llegué a la cocina, solo estaba mi madre preparando las tostadas, íbamos a desayunar solos, mi padre hacía una hora que se había marchado. Nada más verme me invitó a sentarme, se le veía muy feliz y servicial rozando lo ufano. Se sentó muy cerca de mí y fue cuando mi madre rompió el hielo….
…Soy una mujer madura y a tus 19 años creo que tú también lo eres, por eso a estas alturas tras lo de anoche no creo no te vayas a sorprender del secreto de tus padres. Hay cosas que nunca te hemos contado por miedo que tomaras el camino equivocado, porque en verdad tu padre y yo no somos ejemplo de personas modélicas en su comportamiento….Ambos hemos tenido ciertos vicios con las drogas, y no se puede decir que lo hayamos dejado, porque de vez en cuando nos ponemos. Otro gran vicio es el sexo. Sin ser demasiado arriesgados hemos tenidos nuestros aferes, solo lo justo para disfrutar en encuentros swinger. Con esto ya te digo que No hemos sido ni somos un modelo de padres, pero creo que al final todo se ha ido desenvolviendo bien.
Gracias a los juegos con tu padre, mi sexualidad ha ido ganando en morbo, fantasía y disfrute. Te cuento todo esto para que sepas que no siempre he sido así de entregada en el sexo, sin embargo me alegro de que mi marido me dejara desvelar mi lado oscuro, debido a ello he conocido nuevos placeres y me he desinhibido totalmente como ya viste. No se puede decir que soy una mujer viciosa, pero me encanta navegar por internet, ver todo ese mundo de posibilidades sexuales, tremendas pollas, orgías de ensueño y qué hablar de los chats, aunque no muy asidua a ellos. Te puedo confesar que en alguna ocasión he contactado con varios hombres que me han dado todo lo que he necesitado en las largas noches de ausencia de tu padre… pero de unos años acá he pensado en ti.
Tener sexo con otros hombres sin que tu padre se entere apenas ha ocurrido, tras la tercera vez, tomé miedo y nunca más lo repetí. Me animó a recaer gracias a que la primera vez me salió muy bien… en esa ocasión tuve una noche totalmente excitada, no sabía lo que hacer, no quería masturbarme como hacía por costumbre. Estaba tan cachonda que necesitaba al menos dos pollas enormes, necesitaba sentir el semen de dos machos encima de mí o dentro… es algo que me ha ido gustando cada vez más. Tu padre siempre lo ha permitido porque sabe que me cuido, nunca dejaría que ningún hombre eyacule dentro de mí si hubiese posibilidad de preñarme, sin embargo cuando me siento muy puta, necesito su néctar blanco, espeso y pegajoso, además de exquisito y excitante, dentro de mí e incluso me decanto más por tragarlo. Me encanta su textura en mi paladar y su temperatura recién ordeñado.
Saberme deseada es lo que me da la vida, me hace sentirme mujer y muy hembra… que eyaculen todos esos machos gracias a su deseo por mí, es lo máximo a lo que aspiramos muchas mujeres, a riesgo de tacharnos de putas, yo lo considero que es por naturaleza… que nos tomen, nos dominen y nos usen, que tomen las decisiones y nos provean es a lo que toda mujer en el fondo aspira, fijándonos en machos bien armados con su arrogante penetrador del placer, simplemente porque nosotras estamos hechas para recibiros dentro de nuestro cuerpo… de natural ejercéis la parte activa y fuerte, nosotras la sumisa.
Pues Bien, esa noche me metí en un chat y encontré lo de siempre, «niñatos» que juegan a ser mayores y hombres que juegan a masturbase por chat, pero yo necesitaba más, así que cuando ya daba todo por perdido encontré a dos tipos de raza árabe, creo que eran marroquís… nunca supe sus nombres ni su nacionalidad. Fue tal la excitación que tenía y las ganas de tener dos pollas para mi sola que enseguida iniciamos la conversación, realmente eran lanzados y aunque con precaución, pero cegada por mi encharcado sexo, les pedí las medidas, por supuesto que me entendieron perfectamente y se apresuraron a contestar… 23 cm uno y 21 cm el otro, era algo que casi me hizo correr, enseguida me dieron su número de teléfono móvil y llamé sin reparos. Por entonces tú tenías solo diez añitos y ese fin de semana estabas en la casa de tu tía con tus primos.
Después de una charla… ellos hablaban perfectamente el español, quedamos en una no muy conocida cafetería de la ciudad debido a la poca afluencia de gente. Tras saludarnos y ellos ya totalmente enloquecidos por lo que sabían que ocurriría, decidimos irnos a otro lugar menos concurrido. Me llevaron con su coche hasta un parque bastante oscuro, salimos del coche y sin mediar palabra les hice apoyarse en el mismo, yo, que no podía ya con mi excitación, les bajé el pantalón y los slip de un golpe y dejé saltar sus dos enormes y endurecidas pollas al aire, tenían algo de aroma a polla sedienta, olían a sexo fuertemente, algo que no me hubiera agradado de no ser por mi tremenda excitación.
Sin dudarlo, me froté la cara con las dos pollas mientras respiraba fuerte y profundamente para excitarles más aún, les chupé las pollas alternativamente, sus enormes huevos y les masturbé mirándoles a la cara, muy viciosamente. De pronto, debido a su excitación hablaban entre ellos en árabe. Me levantaron de un golpe del suelo subiéndome al capó, sin apenas esfuerzo. El primero de ellos me penetró y empezó a bombear fuertemente, mi excitación era tan tremenda que no tardé en correrme dando unos alaridos que se podrían haber oído a kilómetros de distancia, les pedí por favor que me reservaran su semen, que quería que los dos a la vez se corrieran en mi boca y en mi coño, era algo que deseaba, era algo que continuaba con mi excitación a pesar de mi orgasmo.
El primero salió y me folló el segundo de la misma manera, hasta correrme otra vez, no podía casi aguantar sus embestidas, eran tremendos, los dos me follaron el coño y la boca como se les vino en gana, pero tenían un tremendo aguante… fueron caballerosos y reservaron su semen para mí. Cuando consideraron que ya no podrían aguantar más, me hicieron sentar sobre el más pollón frente al otro…. y uno a cada lado me hicieron chuparle la polla cabalgando su tranca. Le masturbaba, luchaba por deshacerse de sus manos que me sujetaba la cabeza uno y el otro de las caderas subiendo y bajando por todo aquel garrote… gemía como una perra y ellos seguían con su intensa actividad bucal y vaginal. Mi boca ardía y mi coño mucho más, hasta que sintiendo el líquido seminal en la punta de su enorme capullo, me percaté de que era el momento oportuno para masturbarle de forma furiosa y vital, en tanto el otro bombeaba con mayor intensidad llegando al punto de no retorno en la eyaculación feroz que me esperaba.
Eso fue el colofón, los dos casi al unísono empezaron a soltar tremendos chorros de semen, que se metían en mi boca y en mi útero… me regaban toda la garganta y el coño profundo al unísono, al sentirlos me empecé a correr de una manera nunca sentida, sus chorros no paraba de manar y me llenaban por completo. Los labios chorreaban cayendo en mi tetas, y por el coño… no cabía una gota más dentro de mi cuerpo, yo tragaba y me retorcía de placer con sus morenas vergas eyaculando como mangueras de riego.Cuando la fuente se fue secando, les limpié ávidamente sus medio flácidas pollas y me limpié el coño y la cara del semen. Una vez limpios un poco, me volvieron a dejar allí donde me habían recogido, pero a pesar de su insistencia, nunca más volví a verlos. Me dejaron la semilla del deseo de seguir indagando en ese mundo sin atarme a nadie porque amo a tu padre sobre todos los hombres, aunque nunca se sabe, quizás haya llegado esa persona que me llena el vientre de semen de tal manera, que no quiera nunca más probar platos nuevos.
– ¿Y quién puede ser ese hombre…?
– Ese hombre tal vez seas tú.
– Gracias mamá, eso me congratula… pero ¿Cómo empezaste a desear tener esas relaciones extramatrimoniales que te completaban en tu matrimonio?
Fue entonces cuando me contó como su marido la compartió con otro por primera vez… Lo que te cuento a continuación sucedió antes de lo anterior… fue la primera vez que papá me compartió con otro. Ocurrió hace unos años, cuando mi hijo era chiquito. Vino a visitarnos un amigo de él, de la infancia, al que hacía tiempo no veía. Estuvo unos días alojado en casa. Ya para entonces tu padre había dejado al descubierto su verdadera personalidad de pervertido y me insistía con hacer un trío.
Fuimos con unos de sus amigos a la costa del lago a disfrutar de una tarde al aire libre, aunque ya al salir de casa yo sabía lo que iba a pasar… ¡Me iban a follar entre los dos! Porque así estaba decidido, y nada podía hacer para impedirlo. Llegamos al lago, dejamos el coche e hicimos el resto del camino andando a una playita por lo angosto que era. Había más personas, no muchas, que no nos prestaron atención. Nos sentamos a mirar el agua. Era una tarde cálida, bellísima. Nadie hablaba. Tu padre hizo un porro y me lo pasó. Sabe que tolero mejor la situación cuando estoy “colocada” con un poco de hierba. Fumé, sintiendo que poco a poco me sumergía en ese estado tan típico de estar volada. Papá me dijo en voz baja…
– Quítate las bragas.
Miré a los costados, a las personas que estaban relativamente cerca.
– ¡Hay gente!
– Sólo sácate las bragas nada más –insistió.
Yo llevaba puesto un vestido liviano y largo, y debajo sólo la tanga. Superando la vergüenza que me provocaba, y tratando de disimular mis movimientos lo más posible, me quité las bragas tipo tanga y se la pasé hecha un bollito, él sonrió y me dio un beso en la boca… Buena chica me dijo. Luego olió profundamente el tanga, y se la pasó a su amigo, que hizo lo mismo.
– No hay nada más exquisito que el olor de tu coño –dijo sonriendo papá.
Su amigo también rio. Yo bajé la vista, avergonzada. Ellos disfrutaban de mi sumisión. Estuvimos un rato más en silencio, hasta que terminé el petardo. Entonces tu padre…
– ¿Estás bien colocada mi amor?
Su voz me llegaba como de lejos, y tenía la mirada turbia.
– Está bien puesta –escuché que dijo su amigo.
– Entonces vamos.
Se pusieron de pie de inmediato, luego me ayudaron a pararme y mantener el equilibrio, yo estaba muy colocada por el porro que debió cargarlo mucho. Nos adentramos en el tupido bosque que rodea al lago. Yo me dejaba llevar, como si fuera un sueño. Caminamos hasta que tu padre se detuvo junto a un añoso árbol de ancho tronco. Le pasó la palma de la mano para comprobar que no tuviera asperezas…
– ¿Este te parece bien?
Estábamos lejos de los senderos que recorren los domingueros, y las voces de las personas que estaban junto al lago apenas se escuchaban. Sin decir nada, apoyé mi espalda contra el árbol, con las piernas ligeramente abiertas. Tu padre se vino sobre mí, me besó el cuello mientras se bajaba los pantalones. Pronto estaba en pelotas ante mí con una erección de caballo…, Ya sabes la verga que se gasta. La tenía muy tiesa mirando al cielo con esa curva similar a una daga árabe ¡La tenía muy dura ya sin haberme tocado! Cosas que hoy en día ya no ocurren con frecuencia, ya viste anoche…
– Súbete el vestido puta –me dijo. Su poca cortesía me excitó aún más.
Apenas lo hice se recargó contra mí enfilando su ariete en mi coño, y nada más embocar en la entrada del chumino me penetró de un golpe hasta que sentí sus pelotas en mi chocho. A pesar de que yo estaba lubricada, porque la situación no dejaba de excitarme, lancé un quejido de dolor. Tu padre se aplicó a la tarea de follarme con embestidas enérgicas. Yo estaba como ida. Miré a su amigo. Se había bajado los pantalones y se sobaba el miembro erecto. No era más grande que el de papá, sin embargo poseía una muy abultada cabeza. Me miraba de manera lasciva, se relamía esperando su turno. Yo miraba sus ojos y su verga alternadamente. Es un hombre al que no le tenía especial aprecio y lo sabía, pero también sabe que no tenía escapatoria desde que mi marido decidió compartirme con él. Ese cabrón me iba a follar sin importarle lo que yo desease.
En eso escuchamos voces. Mi marido dejó de bombearme. Algunas personas estaban pasando cerca, aunque no podíamos verlas. Si no fuera por la espesura del bosque, esas personas me habrían visto de pie, recostada contra el árbol, siendo follada por un hombre y otro esperando turno, cual vulgar PUTA. Contuve la respiración hasta que las voces se fueron alejando hasta desaparecer. Tu padre retomó la follada… no más de dos minutos después sus gemidos hicieron evidente que estaba por eyacular, su amigo dijo que no se corriera dentro porque seguido la iba a meter él.
Entre jadeos, tu padre me espetó… – Súbete más el vestido, ¡¡Súbetela más…!!
Me lo subí casi hasta los tetas. Papá la clavó de golpe y dando gritos, lanzó su abundante descarga en lo profundo de mi coño. Uno tras otro los fue evacuando de sus pelotas directo a mi útero gruñéndome… “Toma puta, traga leche… toma más…toma”.
– ¡Es mi esposa y tengo todos los derechos sobre ella! Así lo tendrás más lubricado ¿¡Ahora no te va a dar asco con lo que hemos pasado tu y yo!?– le dijo a su amigo en tanto me llenaba con largos y gruesos chorros de leche.
Se retiró y su amigo se plantó frente a mí. Con una mano se sujetaba su largo miembro viril por la base. Me miró a los ojos y yo le sostuve la mirada desafiante. Así, mirándonos fijamente, me hundió toda su verga en la raja de mi coño… Cuando llegó hasta el fondo gemí y entrecerré los ojos interiorizando el sabor de ese nuevo cipote. Él sonrió.
– Sácate una teta afuera – me dijo.
Obedecí, abriendo el escote de mi vestido. Me chupó el pezón, me hizo gemir de placer. Gozaba más con él que con tu padre, tal vez por el morbo de la novedad, y eso me hacía sentir mal. Tan culpable me sentía de estar gozando que ni quise mirar a mi esposo. Sé que estaba allí, observando todo, viendo en detalle la follada que me estaba pegando su amigo. De pronto el tipo sacó su verga de mi coño y me giró. Quedé dándole la espalda.
– Por atrás no quiero –me apresuré a decir. Sonrió.
– ¿Cómo qué no? Con el culo hermoso que tienes hay que aprovecharlo.
– Por atrás no le gusta mucho –intervino tu padre– Se lo tuve que estrenar yo, ¡¿puedes creerlo?! Y todavía se queja, no le cogió el gusto.
Su amigo ya me había levantado el vestido y me frotaba la polla dura contra las nalgas.
– Conmigo te va a gustar para siempre. ¿No es cierto? ¿No te mueres de ganas de probar?
Se escupió en la mano, me ensalivó el ano, apoyó la ancha cabeza de su verga y empujó. Lancé un grito desgarrador y clavé las uñas contra el árbol. Era cierto, yo tenía experiencia en el sexo anal pero siempre sentía dolor, y más en esa ocasión por la cabeza tan abultada. Con paciencia, lentamente, pero sin ceder nunca, me hundió hasta el último centímetro su monstruosa polla ante la mirada atenta de tu padre. Yo gemía, jadeaba, me quejaba, gritaba, pero él no se detenía. Reía viéndose ganador.
– Qué no le va a gustar… que no le va a gustar si le entró toda… ¿No es cierto que te gusta por el culo?
Con una mano me frotó el clítoris, sin dejar de bombearme por atrás. Mis gemidos aumentaron, la sumisión y el dolor, se mezclaban con el placer. Volvió a reír.
– ¿Ves cómo está gozando la hija de puta? Es una zorra come polla… le gusta, hay que saber follársela, nada más.
Me tomó por la melena y empezó a clavar con toda la furia. Tuve un orgasmo bestial. Luego me obligó a girar la cabeza y me dio un largo beso, con mucha lengua. Me folló un rato más, disfrutándome a pleno. Sus pelotas eran una bola enorme pegada a la raíz de su tranca, y me azotaban el culo en cada incursión, eso también me excitaba. Se movió en círculos, agrandándome el agujero, estirándolo. Yo gemía con los dientes apretados, sintiendo su enorme herramienta, dolorida además por los tirones de pelo, con las tetas fuera balanceándose por los empujones.
De pronto él me la hundió hasta el fondo y me llenó los intestinos de leche, con la corrida más abundante que yo haya recibido jamás. Se retiró lentamente tras unos segundos de chorreo. Me temblaban las piernas, tuve que apoyarme contra el árbol para no caer. Cuando recuperé el aliento emprendimos el regreso sin decir una palabra. Caminamos hasta la playita, la gente que habíamos visto antes seguía allí. Nos miraron sin interés. “¿Se podrán imaginar lo que pasó en la espesura del bosque?” Me pregunté. Dos hombres me habían gozado, uno de ellos mi marido, primero uno, luego el otro. ¿Cuál sería el próximo paso? ¿Los dos a la vez? ¿Un tercero? Nos sentamos en la playita. Yo encendí otro cigarrillo. Necesitaba “colocarme otra vez”. Fumé con los ojos entrecerrados.
– Bueno, nos vamos –dijo tu padre.
Mientras llegamos al coche, nos quedaba un largo camino por senderos de bosque antes de llegar a al aparcamiento, el amigo le dijo a tu padre…
– Yo mañana me voy. Déjame echarle otro de despedida.
Ellos se sentaron adelante, yo atrás.
– Bueno, dijo tu padre.
– Mientras llegamos a la casa me da tiempo… tú vas conduciendo ¡¿Te parece bien…!?
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Tu padre largó una carcajada. Su amigo se pasó al asiento de atrás, me hizo recostar y me fue follando todo el camino. El hijo de puta lo hizo tan bien que me hizo correrme de nuevo un par de veces, y después más de veinte minutos, a punto de llegar a casa y casi sincronizado con la llegada al barrio antes de entrar en las calles con gente, me llenó el coño de leche. Desde entonces le perdí el respeto a tu padre buscando mi placer allí donde esté… Papá y yo llegamos a un acuerdo de buen entendimiento y desde ahí tenemos una relación abierta con la condición de usar condón fuera de nuestra relación y contarnos con quien lo hacemos por lo de los contagios de ETS. Lo que no teníamos previsto, era que tú te unieras a nuestro círculo “amoroso”. Follar contigo me ha declinado definitivamente a no tener más pareja que no sea tu padre y tú… Ya te he contado un poco la vida sexual tan desinhibida que hemos tenido, pero tú padre desde unos años solo se lo monta con Irene y conmigo… confío en que es así.
– ¿Irene, su administrativa…?
– Sí, la misma… ya sé que tiene algunos años más que yo, pero a tu padre le pone duro.
– Bueno en cuanto a gustos no hay nada escrito.
– Así es, además es una mujer de fiar, está casada y no se oye que vaya por ahí follando con cualquiera que no sea su esposo y papá, aunque lo de tu padre solo lo sabemos los tres y ahora contigo, cuatro.
– ¡Madre mía! Habéis follado mucho con mogollón de gente diferente, y lo que no entiendo es cómo sigo siendo hijo único… ¡¿Cómo es posible que te hayan preñado solo una vez?!
– Una que siempre ha sabido cuidarse. Mi cuerpo y mi vida siempre han sido míos y lo he utilizado a mi antojo. Cuando decidí tenerte, elegí el momento y al hombre adecuado… tal como he hecho ahora eligiéndote a ti. ¡Me gustaría tanto poder disfrutarte…!
– Es una pena mamá ahora que me voy a marchar a Sevilla…
– Cierto, pronto comenzarás la universidad y es probable que te vea muy poco,tal vez por este motivo me alegro que te hayas desinhibido con nosotros, ahora me siento un poco más liberada y feliz dentro de casa.
– ¿Cuál es el motivo de que estuvieras contraída?
– Siempre he temido que me juzgaras por cómo tu padre y yo nos tomamos el sexo, lo que nos decimos y nuestro comportamiento a la hora de follar… No deseaba que pensaras que tu madre es una puta. A tu madre le encanta el sexo, follar y que me follen duro.
– Joder mamá, yo nunca te juzgaría ni pensaría que fueses una puta porque te guste follar duro. Eso solo demuestra que eres una hembra como nos gustan a los machos…
– Gracias hijo. ¡¿Sabes una cosa…?!Estoy encantada de haber follado contigo, de que me hayas follado y llenado de semen demostrando que eres un gran semental, un semental fantástico… ¡¿Te ha gustado follarme?! No tienes por qué contestar si no quieres.
– Me ha gustado mucho, creo incluso que demasiado… tanto que me he corrido mucho antes y más cantidad de lo que suele ocurrir. Y además me has dejado correrme dentro de ti, eso ha sido el acabose. He sentido una emoción alucinante al eyacular en tu coño.
– Me alegro mucho, porque no va a ser la última vez que lo hagas si tú quieres…de ahora en adelante me puedes usar cuando te apetezca, estaré encantada de recibirte en mi coño.
Como cada mañana, desde que nos mudamos a la capital de Sevilla, me despierta el olor a café que prepara mi madre. Nací en un pueblo a unos cien kilómetros de Sevilla, en la sierra sur. La razón del traslado fueron mis estudios. Matriculado en la Universidad, Facultad de Física en Reina Mercedes, analizamos el asunto en familia y decidimos que mi madre vendría conmigo y viviríamos en una casa de dos plantas, cerca de la Facultad, que heredó de sus padres, ya fallecidos. Mi padre es propietario de una tienda de fertilizantes y de tierras que explota con remolacha principalmente. Vivimos desahogadamente, de ahí que mi madre pueda dedicarse a ser Ama de Casa solamente. Cuando me vine para la capital, ella tuvo que decidir entre dejar solo a mi padre o mí…
Mi madre pensó en alquilar habitaciones a estudiantes, aprovechando que estamos aquí, pero se lo quité de la cabeza por el lío de tener a gente extraña…, prefiero la tranquilidad y tener gente desconocida en casa no me hace ninguna gracia. La mayoría de los fines de semana vamos al pueblo, pero otros es mi padre quien viene a Sevilla. Tengo tiempo, sigo la rutina diaria que me he impuesto. Mientras mi madre prepara el desayuno, me aseo, me visto, repaso algo del tema del día…
– Buenos días, dormilón. Anoche te quedaste hasta muy tarde en el ordenador…
– Si, mamá, tenía que terminar un trabajo para hoy, ya lo tengo listo. ¿Qué vas a hacer hoy?
– Saldré a dar una vuelta por el centro, a ver si encuentro algo de ropa.
– Vale, hoy salgo tarde, tengo que asistir a todas las clases. Sobre las dos estaré en casa.
Termino mi desayuno, doy un beso a mamá. Al salir a la calle hay un hombre, joven, trajeado, con un maletín en la mano, que iba a llamar al timbre.
– Hola, ¿desea algo?
– Hola, buenos días, ¿Doña Sabina…?
– Sí, es aquí. ¡Mamáaa! ¡Un señor te busca!
Mi madre se asoma, abrochándose la bata de casa.
– ¿Quién es?
– Soy yo, señora me envían de la agencia…
– ¡Ah, sí! Pase, pase usted.
– Bueno mamá, yo me voy.
– Si, Lorenzo, yo atiendo a este señor.
Voy casi corriendo, cruzo la avenida de la Palmera, por la calle Páez de Rivera y Reina Mercedes, me acerco al edificio de la Facultad. ¿Qué sucede? Hay gente en los vestíbulos... Me dirijo a un compañero de clase.
– Luis ¿Qué pasa?
– Joder, Lorenzo. Vaya despiste te gastas, tronco. ¡Estamos en huelga! ¡A que no te acordabas! Jajaja.
– Pues no tío, no me acordaba. Con el lote que me di anoche para terminar el trabajo. ¡Vaya putada! ¡Me voy a casa, joder, vaya mierda!
Tengo un cabreo tremendo, estuve hasta las tres de la mañana para terminar el trabajo y ahora, con la huelga de los cojones, no lo podré presentar hasta la semana que viene. Abro la puerta de casa, todo está en silencio, mamá se habrá ido al centro. Estoy solo. ¿Solo?...Oigo hablar arriba. Será mamá que aún no se ha ido, estará arreglándose en el cuarto. Mejor, así voy con ella de compras. Subo la escalera y al acercarme a la habitación de mamá oigo hablar, es la voz de un hombre. ¿En el dormitorio? La puerta está ligeramente entre abierta. La voz…
– ¡Ábrete más, Sabina!
– ¡Sí, mi amor! ¡Métemela toda!
Un escalofrió recorre mi espalda. Miro por la rendija de la puerta y lo que veo me deja sin respiración. Mi madre, totalmente desnuda, boca abajo, apoyada sobre sus rodillas y los hombros, sobre la cama, con una mano en cada nalga, abriendo el culo y ofreciéndoselo a un desconocido, desnudo, agarrándose la polla, apuntando al ano de mi madre y penetrándola, poco a poco, pero sin descanso. ¿Qué ocurre? ¿Sufro una alucinación? ¡Esto no puede estar pasando! Ella me prometió que ya había dejado estos rollos.
Se me aflojan las piernas y estoy a punto de caerme. Un temblor incontrolable, una opresión en el pecho, abro la boca para gritar, pero no sale ningún sonido de mi garganta. Me apoyo en la pared, para no caerme al suelo. Refriego los ojos con mis manos, deseo que todo haya sido una falsa imagen, una alucinación. Pero no, la realidad es tozuda. Miro de nuevo y allí estaba ese hijo puta follándole el culo a mi madre.
Pero que digo. ¡Si el hijo puta soy yo! Mi madre es una fulana. No quiero pensar más. Me retiro, cobardemente, a mi habitación, cierro la puerta y espero unos segundos escuchando. El corazón me late a mil, tengo la sensación de que se me va a salir por la boca. Me calmo un poco. Salgo de nuevo al pasillo y me acerco a ver qué hacen, siguen follando, se cambian de postura, mamá se traga la verga del desconocido por todos los agujeros de su cuerpo. Vuelvo a mi habitación. Poco después oigo voces que se acercan por el pasillo, la habitación de mi madre está al fondo y la mía al inicio de la escalera. Es la voz de mi madre.
– Bueno para otra vez ya lo sabes, llama al número móvil que te he dado y así no habrá sorpresas. Mi familia no sabe nada de esto y no deben enterarse.
– Lo siento, Sabina. Yo no sabía nada, en la agencia me dieron tu dirección y que estabas disponible de nueve a doce de la mañana, el fallo ha sido mío, por llegar antes de las nueve.
– Bueno, no te preocupes, no ha pasado nada. Y ya lo sabes, me llamas directamente. A través de la agencia te saldrá más caro. Un beso.
Todo esto lo he oído porque, inmediatamente después de pasar ellos ante mi puerta, la abrí, sigilosamente y bajé la escalera para ver cómo, antes de abrir la puerta de la calle, se comían la boca los dos. Me quedé sentado en el rellano de la escalera, estaba destrozado ante la evidencia. “¡Mi madre trabajaba como puta para una agencia!”
– ¡¡Ahhh!! ¡¡ ¿Lorenzo, qué haces aquí?!!
– ¡¿Tú qué crees?! ¡Ver como mi madre se deja follar el culo, por un tío, le pone los cuernos a mi padre y hace que me sienta como una mierda! ¡¡Eres una putaaaa!!
– ¡Hay señor, dios mío, que he hecho!
Cubre la cara con las manos y llora. La bata se le abre y puedo ver la raja de su coño, las tetas que me dieron de mamar, la parte interna de los muslos con restos de la corrida del tipo, supongo, porque parecen mojados. Retiro la mirada, no quiero ver más, pero la naturaleza, la curiosidad, me obliga a abrirlos y fijarme en el hermoso cuerpo de mi madre, que con los sollozos ha olvidado cubrir. Y me excito. Mi verga pugna por salir de su encierro. Mi mente no puede asimilarlo. “¡Joder, que es tu madre! ¡Estás mal! ¿Cómo puedes excitarte con ella en esta situación?” Pero ante el llanto convulso de esa persona a la que quiero, como mi madre que es, no puedo evitar acercarme a ella y darle un abrazo, tratando de calmarla.
– ¡Ya está, mamá, ya está bien! No llores más. Vamos, te llevaré al baño, estás hecha un asco.
Ella se refugia en mi pecho, mido un metro ochenta y ella apenas uno sesenta y cinco.
– Te doy asco, ¿verdad?
– No, mamá. Tú no me das asco, es por como tienes la entrepierna…
– ¡Qué vergüenza! ¡Por lo que más quieras, Loren, no le digas nada a tu padre!
– No te preocupes, ahora cálmate. Dúchate y luego hablamos.
La llevo a la ducha y al quitarle el albornoz, se mete bajo la ducha… admiro sus tetas y su carnoso coñazo por unos instantes. Abro el agua y espero un poco hasta que salga templada. Suavemente la empujo debajo del chorro, le derramo un poco de gel de baño por la espalda y con la esponja voy frotando su cuerpo…. Pretendo demostrarle mi cariño hacia ella aseándola con mis propias manos.
– Me gusta ver tu cuerpo hermoso, nunca me he podido entretener en admirarlo como ahora. Nunca te había visto desnuda de esta manera, hasta hoy, y si quieres que te diga la verdad, estas muy buena. No me importaría que fueras mi esposa.
– Pero ¿Qué dices? ¿Estás loco hijo? ¡Soy tu madre!
– ¡Sí, y yo tu hijo! Pero tienes que reconocer que ya no podremos vernos como antes, hemos follado y eso lo cambia todo, más con esto que ha ocurrido hoy… desde luego cambiará nuestra relación futura.
– Cambiará ¿En qué sentido? No querrás aprovecharte de lo que sabes ¿No?
– Y, ¿por qué no? Bueno, vamos a dejar eso. Ahora quiero que me cuentes cómo te metiste en esto. ¡Con pelos y señales!
Ya más limpia, la cubro con una toalla de baño y la voy secando. Desde atrás, paso mis brazos bajo los suyos y acaricio las mamas grandiosas. No trata de impedirlo, atrapo los pezones y los aprieto, hasta hacerla gemir.
– ¡¿Qué haces cariño?! Me duele.
– Más, mucho más me duele a mí, lo que he descubierto, lo que haces. Anda, vamos a tu cuarto tal como estás… te ves bien y quiero seguir contemplando tu belleza madura.
– ¿Así, desnuda?
– Sí, me gusta verte así, ya te he dicho. A partir de hoy, cuando estemos solos, estarás desnuda en casa. Me gusta verte en pelotas y ver cómo te mueves…
Por el pasillo voy tras ella, admiro su figura, la curva rotunda de sus caderas. Tiene unas piernas preciosas. La cintura estrecha seguida de una ancha cadera con gran suavidad de la espalda, conforma un cuerpo delicioso. Nunca había llamado mi atención de tal manera, pero después de lo que ha ocurrido hoy, mi percepción ha cambiado. Ya no es solo mi madre. Ahora la veo como hembra… una mujer muy atractiva. En el dormitorio se sienta en la cama, la cabeza agachada, intenta que se vea lo menos posible de su chocho pelado, juntando los muslos pero no intenta cubrir los pechos. Con suavidad retiro sus manos y las coloco sobre la cama. Me siento más tranquilo, domino la situación. Al menos eso creo.
– Ahora, dime. ¿Cómo te metiste en este lio? – Respira profundamente.
– Lorenzo, ¿Porqué no olvidamos esto? ¡Déjalo estar así!
– ¡¿Cómo?! ¿Qué lo deje estar? Mamá, acabo de ver cómo te abrías las nalgas y un imbécil te metía la polla por todos tus agujeros. Te ha estado follando durante dos horas. ¡Esto no podré olvidarlo jamás, mamá! Mucho menos cuando había prometido haber dejado este tipo de rollos ¡Creía que tenías acordado hablar sobre este tema de follar con otros!
– Lo sé hijo, no he sido sincera con esto… era una espinita que tenía clavada desde hace mucho tiempo, eso de sentirme una puta ¡Quería probarlo nada más!
– ¿Y te ha gustado la experiencia?
– Bueno tiene su morbo, pero nada en especial.
– Creía que follar conmigo te levantaba ese morbo.
– Claro que sí hijo, pero para qué cerrarse puertas… ¿Qué quieres? ¿Follar conmigo? ¡Vamos! ¡Hazlo! ¿Sé que eres capaz después de verme follar con otro…? Tu padre y tú sois igualitos…
– Creo que sí, mamá ¡Cómo lo sabes…Mira como me tienes! Me siento como un cerdo, pero me he excitado viendo cómo te follaban.
Desabrochó el cinturón, el pantalón y salta mi verga, como impulsada por un resorte. Me mira encantada, su cara es un poema de desencante y lujuria…no deja de mirar mi falo.
CONTINÚA....