La Degradación de una Viuda (03)

Encuentro a mi nieto encerrado en la trastienda de una ferretería con su novia a punto de coger. Y yo nuevamente no puedo intervenir por la intensidad de mi excitación. Pero las cosas darán un giro inesperado.

Capítulo III

¡Ay, no sé ni para qué me subí, estoy mareada!

Tranquila, ya bajamos. – mi amiga Bea venía balanceándose y algo descompuesta.

Bajamos de la rueda y nos fuimos a reunir con el resto, inmediatamente ella se apoyó en Jorge y este la abrazó con el pretexto de sostenerla. La verdad no era más que una excusa, desde hacía días notaba que ambos se habían acercado mucho. Desde siempre fueron amigos, en el primer capítulo dije que él era el mejor amigo de ella desde nuestra adolescencia, pero tras la muerte de Fernando, el marido de Bea, se habían acercado mucho más.

Yo los conocía mejor que a nadie y sabía que ahí había ya algo más que una profunda amistad a pesar de que nunca dieron señales claras. Pero discretos cambios en la forma en que se trataban los delataban. Sin embargo no sabría decir qué tanto había cambiado su relación, de hecho, ni siquiera si ellos mismos eran conciente de ello.

Por otro lado yo andaba caliente, muy excitada, recordar a mi nieto y a su novia teniendo sexo me había calentado muchísimo. Eso me mortificaba, ¿cómo una respetable señora madura, se iba a calentar viendo a su propio nieto en plena faena sexual con su novia? No me entraba en la cabeza, no era correcto, era una aberración.

Y sin embargo aquel día no pude moverme del lugar en donde estaba parada. Apenas atiné a salir corriendo después y encerrarme en mi habitación, en donde me quedé un gran rato, tratando de relajar mi corazón, de tranquilizar mi respiración, pero no lo lograba, estaba caliente y punto.

Para cuando salí, ya se habían ido, Raúl la acompañó hasta su casa. Y cuando este regresó no le pude decir nada, estaba muy perturbada. Ni siquiera se lo pude decir a Andrés, y luego, al otro día, ya no tuve tiempo, fue el día en que él falleció.

Debo decir algo sobre esto, yo nunca me caractericé por ser una mujer muy ardiente, a mi marido lo trataba de mantener satisfecho, pero nunca fui más allá de lo que él me pedía y que yo consideraba pudoroso. Sin embargo de unas semanas antes de su muerte las cosas cambiaron, me excitaba rápidamente casi por cualquier cosa, por ello no le fue difícil a Andrés llevarme a la cama cuando comenzaron sus calenturas, las mías ya llevaban algunos días de estar presentes. Por alguna razón la alteración en mi temperamento sexual coincidió con el de mi difunto esposo. ¿Coincidencia? Tenía que ser, no había otra respuesta, y sin embargo no me convencía, presentía que había algo más en ese asunto.

Buenas noches… – escuché detrás de mi, eran Braulio y su hermano Benny

Se llamaban Braulio y Benedicto Juárez, eran hermanos e hijos de un conocido nuestro, Braulio Juárez padre. Braulio, el mayor, andaba por los 23 años, era alto y delgado, con una musculatura muy marcada y desarrollada por el trabajo en el campo. De cara no era muy agraciado pues se parecía mucho al padre, con una nariz grande y gruesa, 2 ojos pequeños bajo unas cejas bastante pobladas y boca de labios finos. Su cabello era negro y ensortijado y siempre cargaba cara de malo.

Benny era algo más alto que su hermano y con las espaldas más anchas, con una musculatura trabajada en el gimnasio y en el campo. Tenía 21 años y no era tan feo, salió un poco más a la madre. Su nariz era algo más fina que la de su hermano, aunque sus ojos igual de pequeños. Su boca algo más carnosa y su cabello también era ensortijado.

¿Cómo está señora, qué tal le va? – me preguntó Braulio.

Pues… ahí… – le dije sin entusiasmo.

Buenas noches… – saludaron a mis acompañantes, quienes se limitaron a saludar de regreso.

¿Y qué tal le ha ido con las reparaciones, ya no tiene problemas con el agua?

No ya no, ya todo fluye bien. – le contesté a Benny.

¿Y usted doña Bea, no tiene alguna reparación que le podamos hacer en su casa?

Gracias Braulio, pero no, todo está funcionando perfectamente bien.

Pero, en una casa que se ha convertido en una pensión, siempre hay muchas reparaciones que realizar. – insistió Benny.

Mmmm… bueno, he tenido suerte. Pero les prometo que al primer problemas los llamo. – contestó ella, cortante pero cortésmente.

A Beatriz no le agradaban mucho los 2 muchachos, no eran jóvenes de muy buena reputación y siempre la veían con lujuria, a veces de formas muy poco discretas. Era normal, ¿quién no iba a ver a Bea de esa forma? Incluso el padre de ambos, Braulio, siempre le lanzó los canes a mi amiga. De joven la pretendió, pero ella lo rechazó por ser mujeriego y algo pendenciero, prefirió a Fernando, compañero de instituto de Braulio. Pero aun con ella casada nunca dejó de lanzarle insinuaciones, por tal razón mi amiga no era muy cercana a él y a su familia, prefería mantenerlo alejado para evitar malos entendidos.

Yo no era que sintiera gran simpatía por ellos, pues tampoco me salvaba de sus miradas lujuriosas, pero no se me hacían malas personas, sencillamente eran como cualquier otro, ni buenos ni malos. Eso si, no demasiado fiables si se les daba mucha confianza. Pero igual no me pareció mala idea cuando convencieron a Andrés de contratarlos para reparar algunas cosas en mi casa. Y la verdad, hicieron un muy buen trabajo, todo quedó como nuevo. Después de eso los llamé para que me hicieran uno que otro chapús.

Mire Bertita, ¿no era su nieto el que andaba por ahí?

¿Por ahí dónde Braulio?

Por allá, detrás de los kioscos. – me dijo, señalándome el sitio, cerca de un callejón no muy bonito.

Andaba con una muchacha morena y flaquita… vestida con unos pantalón azul bien ajustado. – terminó de agregar Benny.

Entonces si era él… ¿qué estarán haciendo allí? – dije, comenzando a caminar hacia allá.

¿Te acompaño Bertita?

No gracias Bea, andate tu con ellos que yo tengo que hablar seriamente con mi nieto.

Caminé resueltamente hacia el sitio, dispuesta a llamarles la atención seriamente, ese no era un buen lugar para ir. Además, a mi edad ya no me chupaba el dedo, sabía muy bien los que hacían las parejitas en esos callejos oscuros durante las celebraciones. Iba también a hablar con ellos sobre lo que les vi hacer en mi casa, así que no sería una plática muy agradable.

El lugar, como ya dije, no era muy bonito, era un callejón sin salida ubicado detrás de la ferretería de Don Miguel, un señor de edad, muy amigo de mi finado esposo al que apreciábamos mucho y que había caído muy enfermo. Había vendido su negocio a Braulio papá, quien puso a sus 2 hijos al frente. Ellos la convirtieron en un centro de servicios en general, desde fontanería hasta electricidad, pasando por reparación de electrodomésticos. Eran un par de muchachos muy emprendedores.

Al adentrarme en el callejón no los vi en un primero momento, pensé que probablemente no andaban por allí, pero entonces escuché la risa de ella, aguda y algo aniñada. Venía del fondo, por lo que continué caminando, pero al llegar al final me di cuenta que las risas provenían del interior de la trastienda de la ferretería, en donde tenían una bodega.

Me pregunté cómo habrán entrado allí, pero lo supe cuando la puerta se abrió al nomás empujarla un poco yo. Vacilante y algo temerosa ingresé a la trastienda avanzando hacia donde se escuchaban más fuertes las risas, que empezaban a convertirse en suspiros y suaves jadeos.

Avancé sigilosamente, los sonidos se hacían más fuertes, estaban del otro lado de una estantería dentro de esa bodega. Buscando, encontré un lugar desde dónde podía ver lo que hacían, inmediatamente el corazón se me paró, allí estaban los 2 besándose con ansias, casi tratando de tragarse mutuamente mientras se metían mano mutuamente. No podía creer que se hubiesen atrevido a invadir propiedad privada solo para poder coger.

De repente ella se arrodilló velozmente y tomó el pantalón de lona de mi nieto del borde. Él ya tenía desabrochado el cinturón y el cierre, por lo que este cayó al suelo de inmediato junto con su calzoncillo, dejando su pene medio despierto frente a la cara y ávidos labios de su novia. Antes de yo poder decir algo se lo metió entero a la boca, comenzando una fuerte y deliciosa mamada.

Yo ya no me pude mover, sentí que un intenso calor se apoderaba de mi, una fuerte comezón en mis senos y que mi sexo se iba humedeciendo. Por más que traté no pude reaccionar, era como si perdiera el control sobre mi cuerpo. No me lo explicaba, no entendía qué me estaba pasando, pero no podía dejar de ver y hasta deseaba que hicieran más.

Y pasó, ella hizo algo que no me esperaba y que nunca pensé que a él le fuera a gustar tanto. Al mismo tiempo que le mamaba la verga, sujetándosela con una mano, le metía un dedo de la otra entre el culo a mi nieto, provocándole lo que parecían ser fuertes corrientazos eléctricos que lo dejaban paralizado. Así, mientras se la chupaba ansiosamente le cogía el culo con un dedo. En cuestión de segundos el hermoso pene de Raúl quedó parado y rígido mientras ella lo veía regocijada.

Rápidamente Johana regresó a su faena y continuó con aquella increíble mamada, metiéndose su garrote hasta donde le entraba, succionándolo con fuerza y ensalivándolo abundantemente. Mientras tanto, su dedo travieso y hábil dibujaba círculos dentro de su culo y yo ya había perdido todo el control a esas alturas, me apretaba fuerte las ingles por encima de mi vestido.

Johana se detuvo y se puso de pié, se colgó del cuello de Raúl y se dieron un apasionado beso. Él la rodeó de la espalda y la apretó contra su cuerpo mientras sus lenguas se enredaban. Sus manos bajaron hasta su trasero, duro y turgente, al mismo tiempo que incrustaba su pene hinchado en su vientre.

Despacio fue bajando, besándole el cuello sin dejar de acariciarle las nalgas, de apretarlas y sentir su dureza. Le empezó a sobar las tetas al mismo tiempo que sus dedos fueron zafando los botones de su blusa y comenzaron a emerger esas 2 hermosas esferas de carne morena cubiertas apenas por un muy delgado brasier. Se le veían claramente sus pezones dibujándose debajo de la delgadísima tela, duros y parados, pidiendo ser lamidos y succionados.

Empezó a morderlos suavemente por encima de la tela, acariciándole las chiches y apretándoselas simultáneamente. Le sacó una de la copa del brasier y se lancé a chupar aquel pezón oscuro y duro, mordisqueándolo y jaloneándolo. Y mientras, las manos de Johana recorrían su espalda, sus nalgas desnudas, su pene, ella empezó despacio a quitarle la ropa, dejándolo completamente denudo en un santiamén. Para no ser menos él hizo lo mismo, dejando ese cuerpo adolescente, flaquito, si, pero muy bien construido, firme, Johana era un manjar digno de dioses.

Ella aun quedó con una hermosa tanga corinta de encajes puesta, que se deslizó lentamente por sus largas y torneadas piernas mientras ella misma se empezaba a restregar el sexo, colando sus dedos por en medio de una tupida, pero bien recortada, mata de pelos negros. Me llamó la atención la forma en que se masturbaba, al mismo tiempo que besaba a mi nieto. Se restregaba las tetas y el sexo con exceso de sensualidad inmoral, pero divina delectación.

Se separó y se dirigió hacia una mesa en donde se sentó con las piernas abiertas, invitándolo con un dedo a acercarse y hacerle lo que él quisiera. Mostraba que su denso matorral de vellos negros tan solo le cubría el frente, protegiendo un visible y bonito clítoris, el resto de la vulva estaba perfectamente depilada.

Mi nieto se acercó, se agachó y se zambulló en ese mar de humedad. Primero le lamió los labios por todo lo largo, despacio pero con firmeza. Así se entretuvo un rato antes de empezar a hurgar dentro de sus pliegues íntimos con la lengua, bebiéndose todos los jugos que de allí salían, aspirando su aroma a hembra caliente rebosante de feromonas. Ella profería gemidos largos y ahogados, le rodeaba la cabeza con las piernas y la apretaba contra su sexo caliente, casi temblaba por el placer que estaba recibiendo.

Raúl se percató de su creciente estado de excitación, por lo que redirigió sus ataques hacia su botón erecto, chupándolo velozmente y con fuerza, succionándolo y jaloneándolo mientras que con sus dedos frotaba y estimulaba sus inflamados y húmedos labios vaginales, metiéndoselos hasta donde podía. Pronto la humedad se convirtió en anegamiento los gemidos casi en gritos, Johana sentía su cuerpo trémulo estremecerse del gozo.

¡¡¡AAHH, AAHH, AAHH, AAHH!!! ¡¡¡¡¡AAAAAAUUUUUUGGGGGHHHHH!!!!! – Johana empezó a aullar como toda una loba en celo, presa de un fuertísimo orgasmo que había alcanzado sin mayores problemas, una caudalosa catarata de jugos de mujer brotó de su gruta para depositarse dentro de la boca de mi nieto que se los tragaba como el más delicioso néctar – ¡¡¡¡¡OOOOOOUUUUUUGGGGHHHHHH!!!!! ¡¡¡¡AARGHH, ARGHH, ARGHH!!!!

Su orgasmo fue largo, caliente y violento, delicioso, Johana quedó exhausta sobre la mesa. Raúl la dejó tendida sobre la mesa para que descansara y se recuperara, tan solo la acariciaba con las yemas de los dedos, pasándolos sobre su cuello y senos, acabando en su sexo mojado y caliente.

Pero entonces algo ocurrió, del fondo de la bodega apareció Braulio Juárez padre, desnudo y exhibiendo una descomunal erección. No lo podía creer, ¿qué hacía ese hombre en medio de los 2 adolescentes y desde cuándo estaba escondido allí?

Hola Raúl, Johana, ¿cómo están?

Bien… – dijo mi nieto con timidez y titubeando.

Muy bien, ¿y usted don Braulio? – le contestó ella, todo lo contrario a su novio, animada y nada intimidada, más bien feliz.

Bien también putita. – le dijo putita y ello, en lugar de enojarse solo le sonrió – Creo que andamos calientes, ¿no muchachos? – los 2 asintieron con la cabeza – ¿Ya me la mojaste bien perra? – pensé que se refería a Johana, pero en realidad le había hablado a Raúl.

Si… está bien mojada… – dijo él, titubeante nuevamente.

Se le acercó a la muchacha, la tomó de la cintura y la puse de pié. La besó con fuerza, de forma agresiva mientras ella permanecía con los ojos cerrados. Le hacía sentir su aliento excitado y algo aguardentoso, le apretaba las tetas contra su pecho peludo y restregaba su pene contra su vientre, la niña ya no podía estar más caliente.

Bien perra, – le dijo de nuevo a mi nieto – acostá a esta otra perra en la mesa y abrímela… me la voy a coger

Continuará

Garganta de Cuero.

Pueden enviarme sus comentarios y sugerencias a mi correo electrónico, besos y abrazos.