La defensora de mujeres

Una chica defensora de los derechos de las mujeres trabajando dentro de una Universidad, pronto se verá atrapada en lo que más odia.

Hola, el siguiente relato fue escrito por mi amigo de Costa Rica CondorLector (506lectorasiduo@gmail.com) que se puso en contacto conmigo y amablemente me compartió su fabulosa historia, juntos trabajamos en mejorar este y pudimos conseguir el trabajo que están a punto de leer, ojala sea de su agrado.


"La defensora de mujeres".

Capítulo 1

—¡Hola Pao!— Escuché como Paty me saludaba mientras entraba a la oficina, levanté la mirada para ver como entraba y dejaba sobre su espacio donde trabajaba alguna documentación, no pude pasar por desapercibido que en la puerta se encontraba Jonathan el novio de esta.

—¡Hola Paty!, veo que has podido terminar, ¡que bueno! ya estamos a punto de de armar estas pláticas.

—Si lo sé, bueno, si no tienes nada más debo retirarme que hoy tengo entrenamiento.

—No adelante, te agradezco mucho la ayuda.

—Nos vemos mañana.— Me dijo Paty dibujando una sonrisa en su boca.

—Adiós, Señorita Paola.— También se despidió Jonathan, moviendo su mano con la palma abierta de un lado a otro.

Así es mi nombre es Paola, chica de buenos principios, hija de familia, aunque hace tiempo salí de casa de mis padres, atleta por gusto, me encanta estar siempre bien conmigo misma, psicóloga de profesión, mi completa pasión ayudar a los demás, defensora de los derechos de las mujeres, odio el abuso que se ejerce sobre nosotras, enrollada con el mejor hombre para mí, alguien que entiende que somos dos entes distintos y me permite vivir mi vida, amo mi independencia y detesto tener que depender de un retrógrada que porta un bulto entre las piernas, por eso aún en esta etapa avanzada de nuestra relación cada quien aún vivía en su propio departamento.

Desde hace 3 años que soy la líder de la oficina de la mujer de la universidad más grande de mi país, me han comentado que he sido la mujer más joven que han promovido al puesto con tan solo 25 años, en gran parte porque he logrado que cesen a 12 funcionarios que han sido declarados culpables de acoso sexual a chicas que estudian en la universidad y otros a compañeras que trabajan en esta, algunos de ellos ya eran lo que llamamos "vacas sagradas", pero he podido dejar claro que en esta universidad no vamos a tolerar el acoso sexual y abuso hacia la mujer, ni siquiera en aquellos profesores que dan las mejores clases.

Gracias a mi trabajo se logró imponer en la Universidad la regla fundamental de que están prohibidas las relaciones personales entre funcionarios (no sólo profesores) y estudiantes, particularmente, porque muchas estudiantes vienen de sitios remotos y por lo tanto al verse expuestas al mundo universitario, puede que no sepan cómo reaccionar correctamente ante una relación impropia.

Algo que he detestado desde siempre es el machismo, que es a fin de cuentas lo que propicia el abuso y las relaciones enfermizas, me es incomprensible que algunos hombres pueden sentirse superiores a las mujeres, incluso, lo más absurdo del mundo, algunos usan a las mujeres como objetos y no sólo sexuales, sino que las tienen como sirvientas en sus hogares, casi esclavas de su vida, mientras ellos pueden desarrollarse completamente. Siempre que se tienen hijos, recae sobre la mujer la obligación del cuido y son ellas las que deben sacrificarse completamente, su vida social, profesional y por qué no decirlo, sexual.

Soy una mujer con buenos hábitos, casi nunca me desvelo y siempre suelo levantarme temprano, a las 5 am ya que me encuentro realizando crossfit, que junto con alimentarme correctamente me ha llevado a tener esta figura que algunas de mis amigas me han dicho que la llaman de reloj de arena, mi mayor orgullo mi trasero, mis piernas y un vientre plano, aunque debo admitir que no tengo senos demasiado grandes, pero no es algo que me preocupe.

He de confesar que antes de conocer a David no era ninguna santa, de vez en cuando me gustaba jugar un poco con mi sexualidad, gracias a mis atributos físicos se me facilita atraer a los hombres, por lo que me daba el gusto de jugar con el que se me venía en gana, la gran mayoría de las ocasiones escogía alguno que fuera atlético porque me importaba su rendimiento en la cama, siempre estoy experimentando y probando cosas nuevas, siempre que no atenten en contra de mi dignidad y no transgredan mi condición de mujer, dado que no quiero tener hijos por el hecho que no considero sea el momento, siempre, siempre, uso protección, dentro de mis manías cuento con un buen número de juguetes sexuales, que algunas ocasiones en compañía de David o sola hago uso de ellos, que puedo decir, vivo mi sexualidad con responsabilidad y libertad.

A veces en la vida no nos detenemos a pensar lo que nos espera a la vuelta de la esquina, siempre esperamos que todo nos salga como lo hemos planeado y creemos que las adversidades que se nos presenten siempre contaremos con las herramientas necesarias, así como con la gente que nos ama que nos ayudarán a vencer cualquier obstáculo, pero en esta ocasión no iba a ser mi caso.

En un momento en mi vida cuando todo parecía estar saliendo perfectamente, en la tarde tranquila de un viernes, me encontraba en mi oficina haciendo preparaciones sobre la campaña anti—acoso que estábamos por realizar, cuando de repente se asomó una estudiante, normalmente no me atraen las mujeres, pero debo confesar que ésta era particularmente bella, a pesar de la forma tan conservadora que vestía, su vestido largo y holgado, con estampado floral, un suéter abierto rojo que portaba encima y a pesar de ello se notaba un escultural cuerpo.

Viendo hacia el suelo, tímidamente me abordó.

— ¡Buenas tardes! Espero no ser inoportuna, ¿tendrá unos minutos?¿Puedo pasar?, me gustaría hablar con usted.

—Claro, pasa por favor, siéntate. — le pedí señalándole un sofá que tenía en la oficina, a la vez que me senté en éste, tomando lugar a su lado.

—La verdad es que no sé como comenzar, es la primera vez que hago algo como esto. — decía mientras trataba de mantener la mirada hacia abajo.

—No te preocupes, que todo lo que hablemos no saldrá de aquí, mi nombre es Paola. — le extendí la mano para tratar de hacer que se sintiera en confianza.

Tomándome de la mano, conseguí que alzara la vista y dibujara una sonrisa en su rostro.

—Es que...Mmmm... No sé... creo que un profesor me está acosando. — lo último lo pronunció en baja voz y con rapidez, se notaba que no estaba nada cómoda con ello, manteniendo el contacto visual con ella, me quedé callada para darle oportunidad a que me contara más — todo comenzó cuando le solicité asesoría, le envié un mensaje al número que nos proporcionó en donde podíamos buscarlo y puso... — se quedó callada por un momento, levante el brazo y coloque mi mano sobre su hombro tratando de confortarla— luego mandó esos audios bastante ofensivos y, y... en fin, quiero denunciarlo.

Desde ese momento me di cuenta que era una clara víctima de acoso, en ocasiones es difícil para las mujeres identificar si alguien está siendo acosada, cuando algo de lo que está ocurriendo incomoda es precisamente porque está siendo acosada, internamente ya me empezaba a gestar la molestia y empecé a organizar las ideas para levantar un proceso disciplinario a este docente que se estaba aprovechando de su posición para poder acosar a una joven tan recatada como la que estaba ante mí en ese momento.

—Entiendo lo que estás sintiendo, no te debes avergonzar de estar aquí, créeme, estás haciendo lo correcto y muchas gracias por compartir lo que te molesta, tu tienes derecho a estudiar en libertad y nadie debe propasarse contigo, ningún hombre tiene derecho a molestarte por tan solo ser mujer, ni compañeros, ni profesores, ni directivos, nadie, ¿entiendes? nadie.

Dibujando una sonrisa, un poco más tranquila por lo que le dije comentó —Me gustaría conocer su opinión profesional antes de proceder con la denuncia formal. — buscando en su bolso sacó un pendrive y me lo extendió.

—Por favor tome, aquí he colocado las conversaciones que tuve con él por el móvil y algunas grabaciones con él cuando fui a verlo a su oficina. — Al notar que no le quitaba la mirada mientras tomaba el memory stick se apresuró a comentar — No se preocupe, no ocurrió nada, hice la grabación para tener elementos con los cuales protegerme, quisiera que usted lo escuche primero y me dé su punto de vista, no me gustaría que después hubiera represalias por parte del profesor.

—Para nada, yo te aseguro que no habría ninguna represalia, creo que deberías llenar tu denuncia, sería totalmente anónima, nos interesa que ustedes siempre estén protegidas, el profesor nunca se enterará.— antes que se fuera, en verdad estaba yo interesada en levantar la denuncia, si en realidad este hombre estaba acosando estudiantes debía pagar por ello el muy cerdo.

—No por favor, primero revise esto que le acabo de dar, quiero conocer su opinión. La verdad es que siempre usted me ha inspirado mucha confianza, cada vez que puedo entro a las pláticas que imparte en la Universidad, además no quiero perjudicar a nadie si es que mi mente me esta jugando una pasada, por lo que nuevamente le pido por favor revíselo usted primero. — Terminó por decirme de forma más tranquila y sincera, cuando llegó le costó un poco abrirse, pero al parecer al final pudimos tener una conexión entre nosotras dos.

—Revisaré la evidencia de inmediato, pero agradeceré que me coloques en esta hoja información donde pueda contactarte— me levante hacia mi escritorio para proporcionarle un papel y un bolígrafo, ella se levantó y avanzó hacia mí, tomó las cosas que le dí, escribió sus datos y me los devolvió.

Dibujando una sonrisa y mucho más tranquila se dirigió hacia mí extendiéndome la mano.

—¡Muchas gracias Señorita Paola! Me siento mucho mejor después de haber hablado con usted, espero su opinión una vez que haya visto la evidencia.

—¡Todo un placer poder ayudarte, Sofia! — Miré rápidamente el nombre que me había escrito en el papel — me daré a la tarea de revisar lo que me has dejado y te busco lo más rápido que pueda una vez tenga algo. — Terminé diciendo mientras que le sonreía.

Capítulo 2

Una vez que me desocupe de mis otras actividades pendientes y con el pendrive que me había entregado Sofía en mi mano, me acerque hacia la computadora, cuando mi teléfono comenzó a timbrar, mirando la pantalla observe que era David.

—¡Hola Cariño!— Contesté el móvil.

—¡Hola Lindura!, ¿te tomo muy ocupada?

—Un poco cariño, estoy revisando un caso.

—Disculpa, solo quería saber para nuestra noche especial que te gustaría cenar.— Se trataba de una noche especial porque no nos veríamos en una semana, en esta ocasión la velada habíamos decidido llevarla a cabo en su departamento, pues facilitaría que muy temprano pudiéramos salir al aeropuerto para que pudiera tomar su vuelo.

—Que tal si preparas esa increíble pasta que sueles hacer.

—Perfecto, para mi Reina, le prepararé la pasta que tanto le gusta.

—Muchas gracias caballero, su buen gesto no pasará desapercibido y será muy bien recompensado.

—Es lo que espero lindura, nos vemos en la noche, ¡te amo!

—Yo también te amo. Besos. — Con cierta emoción que él solo podía hacerme sentir colgué la llamada.

Una vez que el amor se había evaporado de mis pensamientos, fui hacia atrás del escritorio coloque el pendrive en mi computadora y me puse los audífonos para oír los audios, me pareció escuchar un sonido agudo que me hizo cerrar los ojos, me llego una punzada en la cabeza y trate de respirar profundamente, como el dolor pasaba comencé a abrir los ojos lentamente, en verdad me encontraba molesta por ese tarado profesor.

Eche un vistazo rápido y solo había dos carpetas dentro la memoria "Capturas de conversaciones" y "Audios" pude ver que en la primera carpeta había dos archivos de conversaciones y en la segunda un archivo de audio, primero decidí ver las conversaciones, así que abrí la que cronológicamente había ocurrido primero y se leía en esta la siguiente conversación:

Lunes:

— Hola Profesor

— Hola ¿Quién es?

— Soy Sofía, su estudiante de los lunes y jueves por las mañanas

— La belleza de pelo largo, senos enormes, piernas de infarto y mirada risueña?

— Tenía una duda con la materia

— Sí, claro, para una estudiante tan deliciosa no deben haber dudas, pero creo que es mejor que vengas a mi oficina para que la explicación sea mejor, un chat no es lo mismo.

— Es que he estado ocupada con las otras materias

— No te preocupes, yo puedo a las 7 pm, cuando ya no hay clases y todos se han ido, así es mucho mejor, porque nadie nos molestará.

— Bueno, gracias, yo le aviso cuando podría.

Que descaro de su parte. Era increíble lo que ese chat presentaba, me dolía más la cabeza de sólo pensar que hubiera un profesor que fuera capaz de expresarse así de una mujer, en especial que se dirigiera así a esa dulce chica que había conocido.

Yo sabía que entre profesores se pasaban trucos para poder acosar mejor a estudiantes, uno de ellos era precisamente citar a la estudiante luego de horario de oficina, cuando no hubiera testigos cerca, pero esto era el colmo, la invitó descaradamente, aprovechando que ella necesitaba algo que él podía ofrecerle y para lo cual le pagan… Con esta rabia abrí la siguiente captura de conversación.

Miércoles:

— Hola, Sofía

— Hola profesor

— Mañana tenemos clase, no me buscaste para revisar las dudas que tenías, si gustas, podemos vernos en mi oficina antes de la clase y así podrías decirme lo que no entiendes, para yo poder aclararte completamente la mente.

— Es que no quiero molestarlo

— No es ninguna molestia, voy a llegar temprano y a esa hora siempre hay mucho movimiento en la oficina, además, de esta manera logramos evitar que te atrases, porque la materia es muy acumulativa, y requiere de la clase anterior.

— Bueno está bien, mañana llego una hora antes de la clase.

No podía creer lo que había leído, este profesor prácticamente se lanzó sobre su estudiante y ella había accedido a verlo a solas, inmediatamente busqué el audio y me puse manos a la obra, di doble clic al archivo para escuchar la grabación.

Al principio de la grabación se oye la voz de Sofía algo nerviosa, diciendo —Hola mi nombre es Sofia y estoy realizando esta grabación por protección, estoy apunto de entrar a la oficina de un profesor que tengo la sospecha que me está acosando.

En ese punto me sentí un poco complacida de que hubiera tenido la malicia de grabar la conversación sin que el profesor lo supiera.

Sonreí y me complací de que aún haya mujeres que quieran luchar por sus derechos.

La grabación siguió con el golpeteo de una puerta

—Buenos días, soy Sofía. — Se escuchó a Sofía llamando al profesor

—Adelante. — se escuchó a lo lejos la voz del profesor diciendo que pasara.

Desde mis adentros esperaba que hubiera dejado la puerta abierta, es increíble la cantidad de veces en que al cerrar la puerta las mujeres pierden completamente el dominio de la situación, aunque sea una oficina, las personas han logrado personalizarla, sea como sea, uno está invadiendo un espacio personal, tal vez no tanto como un automóvil o una habitación, pero al final de cuentas es un espacio donde alguien se siente el dueño del lugar.

Para mi tristeza, lo siguiente que se oyó fue la puerta cerrándose.

Sólo pude pensar que la pobre Sofía estaba ante un hombre sin escrúpulos por la forma en que este que actuaba, con tanta confianza y a la vez con un nivel de manipulación de miedo con el cual hizo que su alumna acudiera a su oficina.

Casi en seguida se agudizó mi dolor de cabeza y la estática generada en el audio me impedía que escuchara bien, por lo que me apreté los audífonos contra los oídos, para buscar eliminar cualquier otra cosa que no fuera la grabación.

Me encontraba atenta a lo que estaba por escuchar, quería poder recabar todos los elementos necesarios para iniciar el proceso de acoso y así poder poner en la calle a ese cerdo abusador.

El profesor le dijo —Siéntate por favor, permíteme tu abrigo— me dio la impresión de que él mismo se lo quitó y luego de oír como una silla se movía asumí que Sofía había tomado asiento

—Este abrigo huele demasiado bien, se nota que su aroma de mujer es capaz de dominar a cualquier bestia— dijo el profesor con total desfachatez.

Lo primero que vino a mi mente fue la expresión de ¡Bestia él!, me mareé un poco de solo imaginar la escena, después escuché como él se acercó a ella y le preguntó —¿qué tal la trata la universidad a tan delicio… quiero decir, delicada estudiante?

Enseguida escuché a Sofía responder algo asustada —¡Profesor!¡por favor!, no es necesario que me dé un masaje, yo sólo he venido a resolver mis dudas de la materia.

Este hombre era un descarado, ahí tenía la primera evidencia, estaba teniendo contacto físico con ella sin que ella le hubiera insinuado absolutamente nada para solicitarlo.

Ya quería saber cómo iba a responder… la sorpresa fue mayúscula cuando la voz de ese hombre sonó en la grabación solo diciendo — Disculpa ricura, es que con esos tirantes tan delgados, ese escote tan pronunciado y ese par asomándose, la tentación es demasiado grande como para evitarla.

¡Esto era el colmo! Todos mis sentidos estaban que explotaban, yo misma iba a llenar el formulario de acoso, sin embargo, no sabía cuál profesor era y para ello debía consultar a Sofía.

Ella respondió bastante cortante el comentario — Vea profesor Martín, es que tengo dudas sobre… — a lo que el profesor interrumpió —No me llame así, llámame por mi nombre nada más, y acércate más, que no muerdo... muy fuerte.

Este tipo era un descarado absoluto, me parecía increíble que hubiera hablado con una mujer en el pasado, en cualquier momento de su vida, no parecía tener tacto alguno.

Yo estaba pensando, ¡Sofía, sal de ahí! Este tipo no se andaba con rodeos y ya tenía suficiente material para acusarlo, además, aunque sabía que esa grabación era del pasado y que Sofía había sobrevivido a ese ataque, no sabía cuánto más iba a tener que soportar esta chica a este degenerado.

Sofía una vez más, mostrando un amago de fortaleza dijo —Profesor, yo sólo quiero aclarar mi duda sobre lo que usted plantea en su clase de psicología clínica sobre el poder la sugestión en el diario vivir de una persona, tengo dudas sobre eso y no he podido encontrar literatura al respecto, no vine a que coquetee conmigo de ninguna manera.

¡Bravo! Así se habla, había puesto en su lugar a ese cretino y aunque esperaba un silencio incómodo o aún tenía la esperanza de que ella saliera por esa puerta, la grabación no delató ninguna de las dos cosas, sino que el tal Martín respondió — Mis disculpas si la ofendí, de verdad que no quise hacerlo, con respecto a lo que me consulta, en este video hay una explicación gráfica de lo que mencioné en clase, tal vez la animación le ayude a comprender, aquí tiene estos audífonos, mientras tanto voy por un café.

Una vez más, la grabación se dejó oír como la puerta se abría y se cerraba, mientras se oía a una hastiada Sofía resoplando y luego sólo la estática.

Mientras esperaba el final del audio o que se mostrara algo nuevo en éste, caí dormida y me desperté casi una hora después, creo que nadie en la oficina se enteró por suerte.

Me di cuenta que la grabación había terminado y no creí necesario volver a oírla, ya tenía lo que me hacía falta y definitivamente la estudiante estaba sufriendo acoso sexual por parte de ese profesor, estaba siendo víctima de las malintencionadas acciones de ese cretino.

A pesar de lo que había descubierto debo confesar que me sentía con mucha calma, ya no me dolía la cabeza y estaba incluso, un poco excitada, ignoraba las razones por las cuales me encontraba en ese estado y simplemente no me importó conocerlas.

Me quité los audífonos y creía firmemente que este tal Martín, debía de recibir su merecido, al menos un proceso disciplinario, quién sabe cuántas alumnas más había acosado de esta manera, por lo general en estos casos, sólo 1 de cada 10 mujeres acosadas, proceden con la denuncia y estaba alegre de que Sofía hubiera acudido directamente a mí, debía comunicarme con ella porque la experiencia me dice que los casos son más fuertes cuando el acusado no sabe que se está formando un caso en su contra.

El procedimiento indicaba que la estudiante debía presentar la denuncia formal, aunque fuera de forma anónima, sin cargos no podía haber castigo, así que la contacté vía telefónica, la primera ocasión no contestó y volví a intentar.

—¡Hola!— se alcanzó a escuchar a la vez que Sofía tragaba algo y lo saboreaba, al oír su voz, sentí un breve mareo en ese momento, adicional a la pena de haberla interrumpido mientras ella merendaba algo.

— Hola Sofía, perdona, soy Paola, no quiero quitarte mucho tiempo solo que...— me quede pensando en que decirle —¿Tienes los datos del profesor que crees que te está acosando?¿A cuál facultad pertenece y como puedo ubicar su oficina?— pero qué diablos estaba pidiendo, se supone que debía confirmarle el caso de acoso y que necesitaba que se presentara para poder comenzar con el formulario de denuncia.

—No se preocupe... Su nombre es Martin... está en la facultad de Psicología... tercer piso... a la izquierda... subiendo por los baños de mujeres… hmmm oficina 27.

Por Dios que comía esta chica que no paraba de saborearlo, ¿No puede dejar de sorber mientras platicamos?, que mala educación de su parte.

Cuando colgué la llamada, mi mareo no cesaba me levanté de mi asiento y salí de mi oficina, dirigiéndome al tocador donde me moje el rostro y trate de tranquilizarme, una vez que pasaron algunos minutos y creí estar mejor, recompuse mi maquillaje y me arregle el cabello, no entendía bien pero quería verme guapa.

Capítulo 3

Ya casi era la hora de salida, ya se había metido el sol y la mayoría de los alumnos y personal abandonaban la Universidad, el tiempo se pasó muy rápido y no me di cuenta.

Saliendo del tocador pase a mi oficina solo a dejar mi bolso y me dirigí inmediatamente a la oficina del tal Martín yendo en contra de todo protocolo, sin saber exactamente el por qué, ni qué le iba a decir, creo que este hombre me había afectado mucho más de lo que pensé, me convencí mientras iba hacia allá de que tenía que conocerlo y saber que era real lo que había oído, quería saber si se iba a atrever a decirme algo obsceno y desenmascarar al verdadero cerdo detrás de esa fachada de profesor.

Todo indicaba que yo debía de levantar la investigación, presentar todo lo que podía sin que él se enterara de nada, así había operado anteriormente, pero ahora iba ahí, decidida a verlo, sin entender muy bien por qué.

Cuando llegué al lugar indicado por Sofía, pensé que tal vez no iba a encontrar a ese hombre, el área donde estaba la oficina del profesor se encontraba completamente vacía a esa hora, pero seguí con una seguridad de que lo iba a hallar. Al entrar al pasillo sentí escalofrío, ni un alma en el piso podía verse, al caminar el único ruido que se escuchaba era el clic que mis tacones altos producían al hacer contacto con el suelo y comencé a tener un muy mal presentimiento de todo esto, al estar frente a la oficina que Sofía me había indicado toqué nerviosamente la puerta.

—Adelante— una voz grave me dijo que pasara.

Me sentí aún más nerviosa, no era algo común en mí, así que lentamente abrí la puerta y me asomé, sin saber porque ese nerviosismo se transformó en excitación con solo verlo, no era nada claro para mí, era un hombre gordo, bajo, con una calvicie incipiente, que hasta hace poco no me parecía el prototipo de un hombre perfecto, ahí sentado detrás de un ancho escritorio y sin embargo ahora me parecía sumamente atrayente, pero de esos atrayentes que me hacía comportarme como una adolescente, algo que yo nunca había experimentado en mi vida.

Me recompuse como pude y me empecé a sentir muy mareada y hasta confundida, analizando rápidamente los hechos no comprendía cómo es que había llegado hasta ahí, esta no era la manera en que debía proceder, algo estaba mal, lo sentía, lo sabía dentro de mí.

— Sí, ¿en qué puedo servirle? — su voz me sacó de mis pensamientos

— Verá, es... que vengo…— iba a inventar una excusa, este hombre no debería saber ni siquiera quién soy para tomarlo por sorpresa con el proceso de despido, pero mis labios dijeron —porque su estudiante Sofía ha presentado una queja de acoso en su contra. — me sorprendí haciendo eso, me llevé las manos a la boca y hasta cierto punto se me alivió el mareo.

— Entiendo, pase, cierre la puerta.

— No, no puedo quedarme mucho tiempo— dije al tiempo que pasaba y cerraba la puerta, aún más extrañada sin entender lo que estaba pasando no estaba haciendo lo que realmente deseaba hacer, que era salir corriendo.

Me sentí molesta, mi dolor de cabeza empezó a manifestarse de nuevo, sentía que este hombre no me estaba dando la debida atención, ahí detrás de su gran escritorio y con los títulos académicos detrás de él que lo certificaban como un doctor en varias áreas de psicología.

— Dígame su nombre completo y la ocupación que tiene, por favor — dijo mientras sacaba una hoja y un papel, se disponía a tomar nota.

Mi primera reacción fue quedarme callada, mientras mi dolor de cabeza se intensificaba —Vamos ricura, no pretenderá que le de la ración de verga que merece sin saber al menos su nombre— cuando dijo eso de inmediato mis niveles de excitación se dispararon, me llevé las manos a la cabeza, mi dolor de cabeza era absolutamente insoportable, tenía que decirle, tenía que defenderme, pero algo me obligaba a no hacerlo a tener que contestarle, a tener que responderle con la verdad.

— Paola Hernández Bermúdez, soy la directora de la oficina de la mujer— en seguida mi dolor de cabeza cesó y puse una sonrisa de alivio.

— ¿Qué edad tienes, caramelito?

— Tengo 28 años — me apresuré a responder y esta vez el dolor de cabeza no apareció, dibuje en el rostro la mejor de mis sonrisas, era muy extraño pero en lugar de objetar cada vez que él se refería a mí como un objeto, dejaba que lo hiciera y me excitaba si era posible cada vez más.

— Muchas gracias por venir a decirme sobre la denuncia.

— Yo no... no quería… — De repente recordé que yo no debía de estar ahí, que eso ponía en riesgo todo el trabajo que estaba haciendo y desde luego ponía en riesgo el proceso, además que había traicionado la confianza de una estudiante, con esto mi puesto podría quedar en entredicho.

— Tranquila, estoy seguro que para este momento usted no quiere hacerme ningún daño, ¿cierto?

¡Era cierto! No deseaba que él pasara por ninguna penalidad y pensar que él era tan bueno, que me conociera a fondo, me excitaba aún más, involuntariamente me percate como mi vulva se estremecía debajo de mi ropa, estaba completamente salida, no entendía qué pasaba, sólo quería complacerlo.

— No, no quiero que esto proceda — dije con sinceridad —debo de convencer a la estudiante de que no haga la denuncia.

— Me alegra saber que ya vio las conversaciones y escuchó el audio que Sofía le compartió, ahora estás aquí excitada y probablemente sintiendo a ratos algunos malestares ¿cierto? — ¡¿Él ya sabía de esto?!

— ¿Có... cómo lo sabe? — Una vez más el mareo y el dolor de cabeza hicieron su aparición, algo pasaba que no estaba entendiendo, quería salir de ahí, correr, sentía un peligro inminente.

— Sal de ahí Sofía, lo has hecho muy bien — dijo con un tono autoritario, yo no entendía, quería cumplir su orden, pero no sabía de dónde tenía que salir y mi nombre no era Sofía.

En ese momento, todo me daba vueltas, no comprendía muy bien lo que pasaba, pero vi que de debajo del escritorio, salía Sofía, la misma chica que me había ido a ver hace unas horas, vistiendo solamente un tanga minúsculo, denotando su precioso trasero, su casi desnudez exaltaba un espectacular cuerpo como yo lo preví antes, pude notar en especial un vientre plano, unos senos enormes, un trasero levantado rematado en un par de piernas de campeonato.

Su pecho brillaba de lo que parecía ser saliva que había caído en él, al notar mi mirada fija en éste, ella sonrió y me dijo. —¿Qué puedo decir? le encantan las cubanas, me ha dicho que desde que me conoció siempre había deseado meter su verga entre estas nenas.— terminó diciendo mientras usaba sus manos para levantar sus senos y mostrármelos sin ningún recato.

Avergonzada, no pude sostenerle la mirada y esta viajó hacia el profesor Martín que se ponía de pie, su pene estaba a plena vista, portando solo los calcetines como prenda por debajo de la cintura, se encontraba el profesor con aquella erección muy clara, era obvio que desde que llegué Sofía le estaba haciendo una felación y por su comentario hasta lo masturbaba con sus senos.

Yo no podía apartar la vista de aquel pene, no por su tamaño, ni grosor, sino por lo que este me transmitía, la imperiosa necesidad de acariciarlo, deseaba lamerlo, quería sentirlo dentro, tan adentro como pudiera.

— Pues bien — empezó diciendo Martín — creo que ustedes ya se conocieron hoy después del almuerzo, ahora Paola, por favor, venga a ocupar el lugar que tenía Sofía, pero primero desvístase, quiero comprobar que esté tan buena como me la han descrito.

Pero qué se había creído este hombre, que me iba a desvestir y que aunque deseaba comerme aquel rico pedazo de carne, ¿le iba yo a hacer eso a un acosador, a un gordo… a un papacito? me llevé las manos a la cabeza por el fuerte azote que sentí, caí de rodillas dando un grito ahogado.

Soltando una carcajada Martín comentó — Mira Sofía, así eras tú hasta hace un par de días, tratando de resistirte a complacerme. Sin duda tengo que domarla como te domé a ti.

— Estoy de acuerdo papi, no puedo entender lo idiota que fui al resistirme. ¿Te ha complacido el hecho de que te la trajera?

— Me complacerá más que les compartas las conversaciones y el audio a tu mamá y a tus dos hermanas, recuerda enviarme la dirección de tu casa, quiero hacer una gran orgía con todas ustedes mañana por la noche, una vez que deje encaminada a esta putita, aprovechando que tu padre no se encuentra, ¿qué te parece?

— ¡Ay Papi!, por favor, a mi familia no, hazme lo que quieras a mi, pero a mi madre y hermanas no les hagas nada.

— ¿Así que aún te queda algo de la vieja tú?… Sabes que me complacería mucho hacerlo, me haría muy feliz tener a esas ricuras de hembras como lo son tus hermanas y tu madre, sabes que tú te estarás convirtiendo cada vez más en la zorra que naciste para ser si me ayudas.

— ¡Aaaahh!, sí Papi. como usted lo diga — dijo con un tono de excitación.

— Sofía, vístete y vete, ya tienes trabajo que hacer, déjanos solos a mí y a esta nueva putita que tengo que adiestrar.

Mientras tanto, todo me daba vueltas, veía como Sofía se vestía y recogía su móvil que estaba sobre el escritorio del profesor.

Yo caí en posición fetal, al borde de las lágrimas, quería desvestirme y a la vez luchaba por no hacerlo, menos después de lo que acaba de oír.

— Lo has hecho muy bien, Sofía, sigue así y vas a pasar con un sobresaliente mi asignatura. — dijo el profesor Martín mientras me veía en el suelo.

— Ese no era nuestro trato, Papi, me prometiste que me ibas a encular mañana en la noche mientras miran mi Mami y mis hermanitas, si te traía a la estúpida puta que está en el piso, tu sabes que desde ayer que me desvirgaste mi pequeño hoyito, me has vuelto una adicta al sexo anal.

Al escuchar que me llamaba putita, me sentí mejor, se me estaba aclarando lo que debía hacer, me fui incorporando lentamente del piso y a la vez que lo hacía el dolor comenzaba a cesar, al ponerme de pie lo primero que hice fue desabotonar la blusa blanca que vestía, pronto esta se deslizó por mis hombros y cayó al piso, después abrí la cremallera de mi pantalón de vestir y este rápidamente cayó al suelo, aun con los tacones puesto pateé la prenda de vestir y me encontraba tan solo con mi ropa interior puesta, sentí vergüenza en ese momento, lo que no tenía claro era si la sentía por mostrarme ante este hombre con tan poca ropa o por mostrarme ante este hombre con lencería que parecía sacada del armario de mi abuela, ya sin pensarlo mucho llevé las manos atrás de mi sostén, desenganché el broche y me deshice rápido de éste, pronto Martín pudo tener una visión clara de mi pecho, que si no eran las ubres de Sofía era un buen par de senos firmes, en seguida di media vuelta y tomando el elástico de las pantaletas lo baje hasta donde alcance con las manos, doblando solo la cintura, me imaginaba el espectáculo que le brindaba a Martín.

Una vez que me encontraba completamente desnuda, salvo los tacones que aún mantenía puestos, pude sentir un alivio como nunca lo hubiera imaginado, todo parecía mucho más natural y fluía por mis venas una sensación de paz al hacer lo correcto. Al mirar hacia Martin pude verlo casi babear al ver mi desnudez.

Recobrando su compostura volvió a dirigirse hacia Sofía.

— Ves, ahora sabes como quiero que te comportes, recuerda que todas deben verlo al mismo tiempo y si quieres, lo ves con ellas, asegúrate de que antes de las 10 pm estén deseando conocerme, ahora ya, vete que estoy viendo que esta delicia que me trajiste ya me abrió el apetito...

Sofía se fue apresuradamente, abriendo y cerrando la puerta al salir.

Yo me estaba aproximando hacia él, teniendo como objetivo su pene, con la firme intención de cumplir mi encargo, aunque aún sentía que algo no estaba del todo bien, por el momento sabía que obedecerlo me producía mucho placer… ¿o ausencia de dolor?

— Haz tu trabajo calladamente, me gustan los ruidos guturales, pero este no es el lugar — dijo mientras se sentaba de nuevo en su asiento y yo me ponía justo debajo de su escritorio y buscaba su pene con mi boca.

Comencé besando la cabeza, después de un par de besos, pase la lengua de forma circular alrededor de esta, no es que yo fuera una experta en felaciones, de hecho hacía mucho que no realizaba una desde que tome conciencia en que esto era una actitud que denigraba a la mujer, de rodillas ante un orangután que solo pensaba con el pene, pero esta ocasión me pareció distinto, tenía que obedecer.

Una vez que deje de lamer el glande pase la lengua por toda su extensión hasta llegar a sus pelotas las cuales comencé a chupar delicadamente, a la vez que con mi mano masturbaba su falo de carne, esto nunca en mi vida lo había realizado con otra pareja, una vez que me sentí complacida con mi trabajo en sus bolas subí nuevamente a la punta recorriendolo con la lengua y me lo introduje a la boca sin dejar de mover la lengua y comenzar a sorber este, mi cabeza comenzó a ir de arriba a abajo, tratando de tomar lo más que podía de ese caliente trozo de carne.

Cuando por un momento pensé en morderlo, sentí que esto era en realidad una violación, que no debía de pasar, que estaba abusando de las mujeres, que mi trabajo era proteger a las mujeres, defender sus derechos, pero en ese instante, me sobrevino un dolor aún mayor que todos los anteriores de ese día, mi cara de dolor debió ser muy clara.

— Veo que quisiste hacerme un daño, eso no lo hacen las Putitas Buenas, debes de ser más sumisa, pronto te acostumbrarás a hacer todo aquello que me complazca, ahora date prisa, que quiero terminar en tu boca.

Aceleré mi mamada a su miembro al máximo, podía sentir como este comenzaba a golpear al fondo de mi boca donde mi garganta se encontraba, pude sentir que estaba a punto de venirse, sólo una vez había tenido una pareja que había tenido la osadía de correrse en mi boca y me dio mucho asco, hice ademán de sacar este pene de mi boca antes de que fuera muy tarde, pero no pude porque eso iría en contra de su orden.

Todo mi cuerpo y en especial mi garganta y mi boca estaban siendo usadas como un instrumento para masturbarle, lo peor es que yo estaba ahí viviendo como estaba por terminar y yo no quería tener que recibir su semen en mi boca, estaba debatiéndome cada vez que mi nariz chocaba y se sumergía en su panza y mi barbilla chocaba contra su escroto, mi garganta se estaba irritando por el roce continuo del glande en ella, era la primera vez en mi vida que le hacía una mamada a un hombre con esa condición física y la primera en dar una felación de ese tipo, me estaba asfixiando y aún así quería darle tanto placer como pudiera.

Sentí como me sostenía la cabeza y me apretaba fuertemente contra su pelvis y estrellaba mi cara en su panza, impidiéndome respirar, levanté las manos y las agité para hacerle saber que me estaba asfixiando de algún modo y sentí hasta tres descargas de semen en lo más hondo de mi garganta.

— Me encanta cuando se tragan mi semen… — dijo soltándose finalmente la cabeza.

Me aparté y tragué una bocanada de aire, iba a escupir lo que podía, pero eso que había dicho, me instó a tragarlo todo, incluso el semen que se había escapado a mis mejillas y barbilla lo tomé con un dedo y lo llevé a mi boca.

Al levantar la cabeza vi que con su móvil estaba tomando una foto de mí con su pene al lado de mi rostro.

— Esto va directo a mi colección personal, lo has hecho muy bien. Pero quisiste hacerme daño… — un bofetón que no me esperaba impactó en mi rostro, este hombre era más fuerte de lo que parecía —espero que no se vuelva a dar— sacando un aparato de metal del tamaño de marcador comentó —para evitar que sigas comportandote de esta manera tendremos que realmente reprogramarte, para ello mi pequeño amigo va a ayudarme, me gusto ver en tus ojos esa mirada de confusión, pero no es un algo que realmente disfrute.

Antes de que mi mundo desapareciera se oyó un chillido que lastimaba los oídos, mi vista se nublo, todo a mi alrededor se empezó a esfumar, mi mente quedó en blanco.

Capítulo 4

En mi cabeza no había nada, estaba vacía, no había ideas, ni pensamientos, ni siquiera recuerdos, cuando a lo lejos un sonido conocido para mi se dejaba escuchar, poco a poco mi cerebro comenzaba a distinguir objetos que aparecían ante mis ojos, me encontraba completamente desorientada, con una sensación muy extraña.

Cuando por fin mi vista volvió por completo, el sonido era más claro, una voz detrás mío me ordenó.

—Contesta.

Identificando con dificultad el objeto que sonaba dentro de un bolso en una mesita de centro, tratando de alcanzar la bolsa de centro sin dejar de moverme de arriba a abajo, de subir y bajar, de levantarme un poco y volver a sentarme, tomé está para sacar el objeto que producía el ruido, saque un aparato que estaba iluminado por una pantalla y vi el rostro de alguien que me parecía conocido, enseguida conteste, no estaba muy segura como sabía hacerlo pero lo hice y me acerque el aparato a mi oído.

—¡Hola!— saludé aletargada.

—Pao, gracias a Dios que al fin contestas, ¿estás bien?— Pude escuchar al hombre con tono de preocupación, a la vez que en mi cerebro retumbó la forma en que me llamó, “Pao”.

—Si, estoy bien. -- Pao era mi nombre deduje.

—Llevo un largo rato marcando a tu móvil, incluso he marcado a la Universidad y me han dicho que ya te habías retirado desde hace tiempo. ¿qué ocurrió?, ¿por qué no me has llamado?

Hasta ese momento me percaté del estado en que me encontraba.

—No...no lo sé.— conteste volteando a mi alrededor.

Me encontraba desnuda con tan solo unos tacones negros de plataforma apoyados en el piso, entre las piernas de un hombre que se encontraba sentado en un sofa de dos plazas y al cual yo le daba la espalda, la sensación que sentía mi cuerpo desde mi ano, era una sensación que nunca antes había experimentado, yo misma me estaba ensartando en un trozo duro y grueso de lo que parecía ser una verga.

Y no la había experimentado antes no porque no hubiera tenido sexo anal en el pasado, si no porque esta ocasión no me producía la pequeña molestia que en las anteriores ocasiones había ocurrido, en esta ocasión era completamente placentero.

—Pao, te hablo, ¿sigues ahí?

—Sí. — trate de contestar ignorando las oleadas de placer que eran acompañadas cada vez que me sentaba y levantaba sobre el regazo del hombre.

—¿Que pasa Corazón?, en verdad me preocupas, ¿donde estas?

Volví a voltear a mirar el lugar y por fin lo reconocí.

—En mi depa. — pude distinguir que me encontraba en el salón.

—Ya pasa de la media noche y me dejaste esperándote en el departamento con la cena puesta.

—Perdona estuve atorada toda la noche en algo de lo que no podía zafarme. — claramente escuche la risita burlona detrás de mí, por parte del hombre al cual estaba cabalgando.

—Una llamadita aunque hubiera sido breve me hubieras realizado. ¿No crees?— Me mordí el labio inferior esforzándome en ese momento para no gemir del placer que me provocaba por la posición en que me penetraba yo misma, la dura verga frotaba la parte frontal del recto y por ende estimulaba mi vagina.

—Lo sé y lo siento.

—No quiero llegar a meterme en tus asuntos, se que .... bla, bla, bla.— deje de prestar atención a lo que decía el hombre molesto del otro lado de la línea.

Sentí como un líquido resbalaba de mi rajita hacia atrás a la entrada de mi culito e instintivamente abrí un poco las piernas y lleve mi mano desocupada hacia está, inmediatamente atrape un poco del líquido en esa área y lo lleve a mi rostro, era blanquecino, espeso, lo primero que se me ocurrió fue olerlo, rápidamente reconocí el olor a leche de mi Papi, tenía la conchita rellena de su leche.

Mi boca salivó en la anticipación y una hambre por obtener más de ese líquido se apoderó de mí.

Retire el teléfono de mi oído y colgué la llamada, enseguida apague el equipo móvil y lo avente hacia arriba detrás de mí, pude escuchar claramente cómo este impacto contra la pared a un par de metros atrás del sofá, para posteriormente aterrizar en el piso.

Llevé los dedos de la mano mojados a mi boca y lamí con gusto estos, saboreando el rico sabor de ese líquido.

Una vez que estos se encontraban limpios, volví a repetir la acción y así estuve hasta que me vi a través del reflejo que proyectaba la pantalla en la habitación, como ahora el hombre había recogido mis piernas y las tomaba por las rodillas, ahora él era el que me jalaba hacia su verga subiendome y bajandome, poniendome con ello la mejor culiada que hubiera recibido, yo me preocupaba más por introducir tres dedos dentro de mi conchita y poder obtener el mayor número de leche que esto me lo permitiera.

Casi después de que yo hubiera acabado en recoger y llevarme a la boca lo más que pude de su leche, sentí como un orgasmo a punto de golperame estaba produciendose, lo que me invitó a meter y sacar esos tres dedos lo más rápido que mi mano me permitía, cuando este llegó saque mis dedos y comencé a frotar mi chochito, entonces ocurrió, presencié cómo un chorro de líquido salía de mi vulva disparado a un par de metros de distancia, nunca en mi vida en un orgasmo me había pasado cosa similar, mientras mi chocho se empapaba, observaba como todo delante de mí se mojaba, arrancándome un alarido de pura lujuria y placer, esto ayudó a que mi Papi también no tardara en inundarme los intestinos.

Una vez que nuestros orgasmos menguaron, descendí como autómata a mis rodillas colocándome entre sus piernas y me lleve su verga embadurnada entre su leche, mis jugos y la mierda de mis intestinos.

Sin el menor asco comencé a chupar como si se tratara del mejor dulce que hubiera probado, no me importaba el sabor agrio de su miembro.

—Si serás la más guarra cerda que conozco, mira que comerte mi verga con toda la suciedad que has dejado en ella.

Yo lejos de ofenderme me reí de forma tonta, sin dejar desaparecer esa sonrisa traviesa que se mantenía en mi rostro.

Cuando termine de limpiar su miembro solo atine a decir.

—¿Te ha gustado follarte a tu Puta de Mierda?

Mi Papi soltó una carcajada mientras yo no paraba de sonreírle.

Capitulo 5

Al otro día me desperté agitada y sudando... eran las 8 am, me había dormido de más, la alarma configurada en mi equipo móvil no había funcionado, para comenzar no encontraba mi equipo móvil, afortunadamente era sábado, vaya sueño fui a tener, creo que a veces me tomo muy a pecho mi trabajo, hasta sueño con él, aunque nunca me gustó el sadomasoquismo, creo que voy a tener que empezar a considerarlo, he amanecido con mi vagina bastante mojada.

Me alegré que sólo hubiera sido un sueño, fui a hacer crossfit con muy pocas ganas y un poco retrasada con mi horario habitual, pero por dicha era sábado y entonces no me atrasaba con mi trabajo.

Una vez de vuelta en mi departamento y después de haberme ejercitado, me bañé y pensé que mi recortada matita de pelo sobre mi vulva era innecesaria, siempre la llevaba recortada, pero pensé que era mejor depilarme por completo.

Al salir del baño, quise ponerme muy sexy, me puse un tanga negro bastante pequeño, es sólo un triangulito con unos cuantos elásticos que salen de él, también me puse un sujetador a juego, con un poco de relleno, me peiné y maquillé a conciencia, me calcé los tacones de aguja más altos que tengo, afortunadamente eran del mismo color que la ropa interior y me puse una bata de seda muy cómoda, al terminar me dirigí a la cocina a preparar bocadillos.

Esta no era mi rutina habitual, pero ese día quería sentirme bastante provocativa, quería estar lista, ¿para quién?, no sabía, en fin, no le debo explicaciones a nadie, al final yo era una mujer libre, traté de ya no pensar en eso y me concentré en cocinar unos canapés y colocar un vino en el congelador.

Sobre las 12 pm, llamaron a la puerta y pasó por mí el pensamiento de irme a colocar algo más apropiado, rápido pensé en algún vestido holgado que ponerme o mejor no contestar el llamado en la puerta, pero una vez más un dolor en la cabeza se quiso manifestar, aparté esas ideas de mi mente y corriendo a como podía con los tacones y algo sorprendida de mí misma abrí la puerta, así como estaba, en una bata de seda muy corta, maquillada y en tacones, antes de quitar el cerrojo y jalar la puerta me asegure de dibujar mi mejor sonrisa seductora que manejaba en mi repertorio.

Al ver quiénes estaban afuera de la puerta me quedé helada, uno era Martín el hombre con quien creí haber soñado, lo que me excitó y me mojó de inmediato, el otro sujeto fue una sorpresa aún mayor, era Rubén Merino, el primer profesor que había logrado que cesaran, era un viejo de casi 60 años, lucía aún peor que cuando lo obligaron a pensionarse de forma prematura.

Mientras Rubén mostraba cierto temor o duda, Martín mostraba una sonrisa triunfal en su mórbido rostro y dirigiéndose a mí me dijo — Te arreglaste muy bien, Puta — su expresión hizo que me sonrojara, no me explicaba porque no lo abofeteaba.

Colocándose frente a mí, me tomó por el talle y me jaló hacia él, dejándome a unos escasos pasos fuera de la entrada de mi hogar, me quitó la bata sin ninguna oposición de mi parte, encontrando esta el suelo como destino, me moría de vergüenza que algún vecino me pudiera ver semidesnuda, pero no pude hacer nada.

Martín me atrajo hacia él y me planto un beso en la boca mientras sus manos no paraban de sobarme el trasero, su lengua se introdujo dentro de mí y lejos de oponer resistencia correspondí con mi lengua su atrevimiento, ¡Dios, que ningún vecino me vea!, ¡que ningún vecino me vea! rogaba al todopoderoso, cómo explicaría eso y como quedaría mi imagen en el vecindario. Cuando al fin me liberó, me dio media vuelta, y con una sonora cachetada en una nalga me envió adentro nuevamente.

— ¡Wow!, jamás creí que esto fuera posible — dijo Rubén mientras entraba detrás de Martín.

— Pues ya ves que es posible, además mira la firmeza de este trasero, como ves, vale cada centavo que debes pagar para entrar en el concurso para acabar poseyendo a esta puta de por vida. — dirigiéndose a mí— ¿Puta, es que nos vas a atender aquí en en la entrada de tu hogar todo el día?

Estaba a punto de protestar, de pedirles que salieran de mi departamento que no los quería ahí, pero lo que salió de mi boca fue diferente.

— No, disculpen, ustedes son mis invitados, acomódense en esos sillones— dije señalando dos sillones individuales que justo en esa mañana había colocado frente a frente —mientras voy por sus bocadillos.

Casi no podía creer lo que estaba diciendo, ellos dos hombres poco agraciados y uno ya casi en su tercera edad, estaban en mi departamento y no recordaba haberlos invitado.

Mientras ellos pasaban a los sillones, salí a recoger la bata rápidamente y mirando a todos lados para comprobar que nadie me haya visto, no veía a nadie, pero creo que solo el tiempo dirá si hubo algún testigo de lo que sucedió en la entrada, entré a mi departamento y cerré la puerta, me dirigí hacia la cocina pasando al lado de aquellos hombres agitando tanto como podía mis caderas al caminar.

Al regresar con una bandeja de bocadillos, me incliné en un ángulo recto hacia Martín, dejando mi trasero expuesto a Rubén y luego de que Martín se hubiera servido, hice lo mismo con Rubén.

— ¿Puedo saber qué están haciendo aquí? — dije haciendo un amago de valor increíble, mientras se llevaban el bocadillo a su boca.

— Quédate callada como una Buena Perra— me reprendió Martín —no digas nada salvo que sean respuestas a preguntas dirigidas hacia ti y trae dos copas de vino que vamos a brindar porque tus servicios de hoy sean tan buenos como tu delicioso cuerpo promete.

Estuve a punto de protestar y gritar que qué hacían en mi departamento de nuevo, pero una molestia me hizo cambiar de parecer, sonreí, di una vuelta entera para que ambos hombres pudieran apreciar mi diminuto conjunto de ropa interior y me fui caminando cadenciosamente a traer lo que me habían pedido, por suerte, había estado preparando esos bocadillos desde hace una hora, si no, me haría parecer una mala puta anfitriona.

Cuando llegué, estaban en medio de una conversación, que escuché mientras les servía el vino.

— No logro creer que esté aquí sentado — dijo Rubén, el cual no paraba de devorarme con su mirada — mientras esta mujer, que hizo mi vida miserable, nos sirve semidesnuda de anfitriona.

— Te lo dije, justo ayer me dio los datos de todos aquellos que ha perseguido con su puesto de feminazi radical, pensé en usted primero, para ofrecerle la mercadería — dijo Martín mientras colocaba su mano libre en mi trasero, mientras en la otra sostenía la copa en la que le estaba sirviendo el vino.

— Si le entiendo correctamente, por el monto que me dijo anoche, ella se abrirá de piernas para mí.

— Así es, será suya por dos horas el día de hoy y entonces le sacará provecho a esa pastilla azul que compró mientras veníamos hacia acá, pero no sólo eso, le complacerá en todo lo que desee, cualquier fantasía, lo más importante es que con ese precio, además le permitirá entrar en el concurso de esta puta — comentó mientras me pellizcaba la vulva, haciéndome brincar y poner una cara de sobresalto — el ganador de este concurso, se quedará con ella, será completamente suya y hará lo que quiera por el resto de su vida, siempre y cuando le permita seguir trabajando en la oficina de la universidad, ella tiene ciertos contactos que me son útiles y no está de más mencionar que con ello tengo el poder de prevenir que más personas pasen por el doloroso y humillante proceso por el cual usted ya pasó. Como puede ver realmente es pequeño el precio que usted aportaría por todo lo que pudiese tener.

— Entiendo, quiero poder entrar al concurso. — dijo Rubén poniéndose de pie, dejando en el sillón la copa de vino vacía y mostrando una gran tienda de campaña en sus pantalones — ¿Hay alguna regla adicional, además de la confidencialidad, que deba saber?

— Ninguna, si me hace la transferencia, podrá disfrutar de las dos horas de prueba hoy mismo, en seis semanas será el concurso — dijo Martín estrechando la mano de Rubén.

Durante todo este tiempo, yo tenía una estúpida sonrisa y me encontraba al lado de Martín, siendo exhibida como un trofeo o un premio de rifa y encima de todo yo sonreía como si aquello fuera lo más agradable o divertido que podía escuchar, a lo interno no quería ser vendida, todo lo que hablaron era degradante, pero sólo pensar en eso hacía que me doliera la cabeza, mientras por dentro estaba sufriendo al oír lo que sería mi destino, mis acciones decían otra cosa, le estaba acariciando la espalda a Martín, como si estuviera apoyándolo en lo que decía, que era realmente venderme como un objeto.

Ya las cosas habían llegado muy lejos en ese punto, exhibiéndome como una puta cualquiera, pero mi papi, Martín estaba muy equivocado si creía que iba a permitir que Rubén me follara, jamás había cogido con un hombre de su edad, menos sabiendo que se trataba de un asqueroso acosador.

Una cosa es que Martín me follara la boca o que los recibiera como una Buena Puta recibe a sus invitados, (¡qué me está pasando, ¿en serio creía que era apropiado ese recibimiento?)... pero otra es que vaya a permitir que se me utilice como objeto sexual por parte de un comprobado acosador.

—Usted disculpará, pero esto de la tecnología a mí nada más no se me da y no entiendo eso de transferencias, por lo que vine preparado— dijo Rubén a la vez que le dio un fajo de billetes a Martín y eso selló mi destino de las próximas dos horas.

— Paola, haz el favor de ir a poner duro a Rubén — dijo Martín, dándome una muy sonora nalgada — durante las próximas dos horas tu única misión es complacer y excitar todo lo que puedas a Rubén, en absolutamente todo, con tu cuerpo y tu mente de Puta, quiero que le saques tanta leche como puedas, no trajimos condones así que lo recibirás a pelo en cualquiera de los hoyos de Zorra que tienes, cuando termines te vuelves a poner presentable, el día de hoy y mañana vas a tener muchas más visitas de quienes quieren probar la mercadería, espero que Don Rubén no tenga ninguna queja tuya, si la hay, ya verás lo que te espera.

Vi como Martín se dirigía a la puerta y me quedaba con Rubén a solas.

Capítulo 6

Una vez que Martín abandonó el departamento sólo pensé que iba a matar a golpes a Rubén si se me acercaba, pero empecé a sentir un malestar general, dolores en todo mi cuerpo, de repente vi a Rubén como si se tratara de la persona más sexy del planeta, le sonreí coquetamente mientras caminaba hacia él tan sensual como podía hacerlo, casi no podía creer que estaba seduciendo a un acosador y mucho menos creí que iba a colocarme de cuclillas abriendo mis piernas lo más que pude y bajando mi pelvis hasta casi tocar el suelo, dejando mi cara al nivel de su la bragueta, la cual inmediatamente abrí sacando su miembro que ya estaba duro, tal como lo esperaba, por lo que comencé a chuparlo con avidez, sentía asco por lo que estaba haciendo, era la segunda vez que hacia algo que consideraba humillante y degradante hacia mi persona, hacia mi condición de mujer, pero no podía evitarlo, era mi deber.

Dejé de chuparlo para pasar a lamerle los testículos y luego a darle besitos a lo largo de su tronco.

— Dígame, Don Rubén, ¿Cómo quiere que lo llame?... ¿Qué quiere hacerme?... quiere que me lo coma todo... que le haga un baile sensual... que me ponga en cuatro para que use mi espalda para descansar sus pies... dígame lo que desea... es mi más profundo placer complacer todo aquello que me pida durante este par de horas— dije todo eso alternando cada frase con un beso a la cabeza de su pene y con los ojos cerrados, como si quisiera intensificar el placer que estaba... ¿sufriendo?

Cuando abrí los ojos y levanté la mirada en busca de sus ojos para saber si lo estaba haciendo bien, me sorprendí al ver que Don Rubén sostenía su teléfono móvil hacia a mi, o me estaba tomando fotos o quizá se encontraba haciendo su propia peli porno, la cara y sonrisa de degenerado que sostenía me hizo sentir aún peor, pero lejos de manifestarlo, saque la mejor cara de Guarra que pude haber hecho y con la lengua jugué abiertamente con su glande unos cinco segundos para seguidamente engullir todo el falo de carne que cupo en mi boca, sin ni siquiera perder de vista el lente de su equipo.

— Siempre me ha gustado la idea de preñar a putitas como tú.

— Don Rubén, pero si eso no es problema, justo estoy en mis días más fértiles — ¡Y era cierto!, justo lo acaba de recordar, sabía que no iba a usar condón y hace tiempo que había dejado la pastilla al no estar con una pareja estable y a David le obligaba a utilizar condón, tampoco podía creer lo que le acaba de decir, ni cómo iba a escaparme de quedar embarazada, si no era de Don Rubén, podía ser de cualquiera de los hombres que Martín iba a traerme.

Mi propio cuerpo me sacó de mis pensamientos al levantarme, quitarme el conjunto de ropa interior con una rapidez que me sorprendió y colocarme sobre Rubén, estando a horcajadas sobre su regazo coloque su pene a manera que hiciera contacto con mis labios vaginales y restregando mi muy mojada vulva moviendome de adelante hacia atrás sobre su duro miembro.

— Antes de que me penetre y me riegue toda su semilla dentro de mi útero, ¿quiere que le quite la ropa? o ¿lo cabalgo así como está? — me acerque a su oído y le murmure — porque mi rajita arde en deseos de que usted se la folle fuerte y duro, le puedo garantizar que mi tunelito aún se encuentra apretadito, esperando a que usted lo ensanche a su placer, ¿puede sentir lo lubricada que está?, está babeando gracias a su rico tronco.

— Sólo deseo una cosa antes, mire a mi móvil — éste lo seguía sosteniendo con su mano izquierda — y diga quién es usted, cómo nos conocimos y lo que más desea en este momento.

Haciéndome un poco hacia atrás sin bajarme de su regazo con la intención de que el móvil tuviera una mejor toma de mí, dibujé la mejor de mis sonrisas conquistadoras.

— Soy Paola Hernández, nos conocimos porque dirigí un caso contra usted por acoso sexual en la Universidad donde trabajo — solté una risita tonta y traviesa — y ahora lo que más deseo es sentir su rica verga taladrando mi conchita, exprimir hasta la última gota de ese rico tubo de carne con mi empapada rajita y obtener ese delicioso jugo para hacer bebés, dejándole los testículos completamente secos y asegurarme de quedar preñada por el pene más vil y asqueroso que una chica pueda tomar, el de un acosador — dirigiendo mi mirada a Don Rubén, le guiñé un ojo de manera que también quedara visible para su móvil y tomando su verga con mi mano lo encaminé a la entrada de mi preciado tunel..

Don Rubén, enfocó el momento preciso en que su miembro entraba en mi muy lubricada concha, que de inmediato comencé a mover para que se apreciara la cabalgata que le brindaba al órgano masculino que la llenaba.

— ¡Aaaught! ¡Don Rubén!, fólleme bien rico, sí, siga, déjeme bien jodida para que aprenda mi lección, sí, así Don Rubén, por favor, deme duro, quiero sentir su semen bien adentro, ¡UY!, qué rico, deme duro — no podía creer lo que le decía a este depravado, pero sólo pensar en detenerme hacía que todo mi cuerpo pidiera más.

— Déjeme su líquido viscoso bien adentro, que tiene que aprovechar que estoy ovulando... quiero que alguno de sus chiquillos traviesos fecunde mi ovulito, estoy segura que me va a dejar bien preñada... ¡Uuufff! ¡qué gusto!, ojalá pueda darle un hijo, Don Rubén... ¡Ouuught!,¡que ricooo!... ¿Que le gustaría Don Rubén... un varoncito... para que le enseñe… ¡Mmmmh! como verle las bragas a las niñas... por debajo de la falda?... cuando sea mayorcito… ¡Mmmh! si, si que rico... yo con todo gusto le enseño... como usar la verga en tantas hembras como le plazca… ¡Aaaaaght! o… o ¿una mujercita... para que su Madre…. la enseñe a ser una Putota como ella?... podríamos hacer un equipo genial… Siiii, deme con su vergota… ¡Uuuffff!... ¿Usted… ¡Mmmmh! ya se ha follado... ¡Auught! a hija y madre al mismo tiempo?. — el pobre viejo terminó corriéndose casi inmediatamente tras decirle esas palabras.

Una vez que se tranquilizó, me detuve y me acerqué a su rostro y le di un beso de pico en los labios.

—¡Gracias Don Rubén!, ha sido maravilloso. — le dije con total sinceridad.

— El gusto ha sido mío, puta— resopló Don Rubén —ahora quítame toda la ropa y limpia el desastre que has ocasionado con tu boca de Zorra.

Sin pensarlo mucho me desacople de su pene, como pude le saque la playera tipo polo que vestía y baje al piso a la vez que le sacaba la ropa interior junto con sus pantalones y zapatos, me coloqué entre sus piernas hincada y me llevé a la boca su pene todo embarrado en una mezcla de nuestros jugos.

Pasé un par de minutos lamiendo el falo y su escroto asegurandome que quedara completamente limpio y cuando lo había hecho me incorporé sin dejar de masturbarlo con una de mis manos y lo mire mientras mi rostro se iluminó con una amplia sonrisa.

—Ahora empieza a chuparme el culo,— ¿Qué? ¿había oído bien? de inmediato a mi mente sólo vino la fija idea de poner mi lengua tan adentro de su ano como pudiera — recuerda hacerme un suave y delicado masaje en los huevos, que quiero estar lo más duro posible para darte por el culo y luego que me limpies

Pero qué diablos, no obstante con la humillación de haberme comido dos vergas en las últimas horas, ahora me obligarían a realizar un par de actos abominables que transgredían mi dignidad como mujer, actos tan asquerosos que en mi vida me hubiera imaginado que realizaría.

Contrario a lo que pensaba fuera a ser mi reacción, mi rostro mantuvo la sonrisa.

— Con todo el gusto del mundo, Don Rubén, estoy para que haga de este par de horas la consagración de sus fantasías sexuales.

Se puso de pie y le bajé los pantalones, mientras él quedaba completamente desnudo, dejando a la vista su cuerpo flácido, me puse de rodillas detrás de su viejo y especialmente flácido trasero y metí mi boca buscando su ano con mi lengua, hasta que lo encontré y mientras le hacía un masaje con las manos en los testículos, le chupaba a conciencia su trasero.

En apariencia la pastilla que se había tomado le hacía buen efecto, no tardé mucho en que se pusiera duro de nuevo, fueron sólo cerca de 20 minutos, pero fue lo suficiente para que mi lengua y mi mandíbula empezaran a sentir una incomodidad creciente, estaba a punto de apartarme cuando produjo una flatulencia, lo que me sorprendió.

— ¿Te gustó, Puta? — creo que estaba probando hasta dónde podía llegar.

— Todo lo que venga de usted para mí es muy valioso — dije con una risita tonta — no se preocupe por nada, que si a usted lo complace, es para mí, mi más profundo deseo. — ¿qué estaba diciendo?¿que mi más profundo deseo era que ese viejo me echara flatulencias a la boca?.

— Bien, vas bien puta, ¿Tienes lubricante? No quiero lastimarme mi pene mientras te follo el culo.

Sin decir palabra, me levanté casi en un brinco y salí corriendo, tan rápido como los tacones que aún vestía me lo permitían y volví con un recipiente de lubricante, en cierto modo me aliviaba que mi primera vez por atrás con Rubén, iba a ser menos dolorosa.

— Dame ese recipiente y tráeme algo grande que sea tan fálico como sea posible, que sea más grande que un consolador.

Nuevamente corrí a buscar lo solicitado y sólo pude atinar a llevar un pepino que tenía en el refrigerador, el cual puse en las manos de Don Rubén con una tímida mirada a sus ojos, como si fuera una niña traviesa.

— ¿Esto le sirve? — Le pregunté mientras veía que su miembro ya estaba brillando de lubricante.

— Claro, sirve bastante bien — me dijo mientras lo metía con fuerza en mi vagina— espero que esto sirva de contención para mi leche ahí dentro.

Cuando lo introdujo sentí como una corriente recorrió toda mi espalda y sin podérmelo creer casi toda la totalidad del pepino fue alojada en mi vagina, me imaginé que se trataba por la excitación que tenía ya en ese momento o quizá a final de cuentas si tenía el cuerpo de Puta como me decían y nunca lo había notado y había nacido para alojar grandes falos en mis entrañas.

Ahora, prepárate, quiero gozar de tu culo y que me supliques por ello.

Me coloqué sobre el sillón, con las rodillas en el asiento, el torso en el respaldar y con mis manos abrí tanto como pude mi trasero.

— Por favor Don Rubén, castígueme, ponga su miembro dentro de mi culo y deme duro, me lo merezco, quiero que me reviente el culo, que me rompa el culo, que entierre todo su miembro viril en mi apretado hoyito — mi boca hablaba mientras pensaba como la directora de la oficina de las mujeres iba a prestarse para hacer estas cosas, lo que me dio otra idea —úseme como la Puta que soy, como debemos ser tratadas todas las mujeres, como receptáculos de semen para el placer de los hombres.

Sentí como el pene de don Rubén se abría paso en mi culo, con un poco de dolor al inicio, pero en lugar de apartarme, moví mis caderas hacia él buscando la mayor penetración de ese duro y caliente instrumento. Sentí una doble penetración, entre el pene de Don Rubén y el pepino que estaba en mi vagina, considero que eso es muy degradante, pero había una parte de mí que se estaba empezando a sentir orgullosa, estaba sintiendo que esa doble penetración me iba a abrir … la mente a hacer cosas nuevas y que no había degradación en aquello, sino la posibilidad de mucho placer, que iba a ser vista como quien produciría mucho placer a muchos machos.

Don Rubén me tomó de las caderas con sus viejas y algo callosas manos y empezó a embestirme con rudeza y fuerza.

— ¡Aaaaaah!, ¡aaaaaaah!, ¡aaaaaaah!— fueron gritos de dolor que me arrancó con el inicio de las embestidas, mi pequeño anillo no estaba acostumbrado a abrazar un pene en esta posición, era la primera vez que permitía un acto que siempre consideré tan denigrante hacia cualquier mujer y ahora me encontraba deseosa de sentir ese falo en toda su dimensión dentro de mi — ¡Don Rubén!, deme duro, no dude en castigar a su Puta, por ahora castígueme por mi comportamiento, pero prometo de ahora en adelante ayudaré a más mujeres a cumplir su rol de putas — y vaya que lo haría.