La Decoración del Sótano
Inspirando al Pintor
La vida es bella, o por lo menos en este momento me lo parecía, sentado en el sofá tranquilamente con los pies encima de la mesa viendo la televisión. Ahora tenía una criada para hacerme la limpieza de la casa, no es que de repente me hubiese tocado la lotería, ni se me había muerto una tía solterona nombrándome su heredero, solamente estaba aprovechando las posibilidades de tener una sumisa multiuso.
Nuestro recientemente conocido Jorge, después de haber pillado a una pareja estafándole en su empresa, los tenía en sus manos con la amenaza de mandarlos a la cárcel, los estaba convirtiendo poco menos que en sus esclavos. De Rodrigo no sabía apenas nada, pero amablemente me cedía a Arancha para hacer lo que quisiera con ella, realmente es como si fuese de mi propiedad.
Como soy un poco vago para las faenas de la casa, usaba a Arancha como servicio doméstico. Le compré una falda a media nalga, un top que le cubría escasamente las tetas y una diadema blanca, así me alegraba la vista con esa indumentaria en plan “pornochacha” mientras me hacía la limpieza. Era el tipo de persona que jamás había hecho nada en casa y no me quedó otro remedio que enseñarle a hacer las tareas porque era una auténtica inútil, como cada vez que hacía algo mal le tocaba repetir y se llevaba unos azotes de regalo, aprendió bastante rápido. Lo que no había forma era con la cocina, más allá de freír algo no llegaba, menos mal que eso era algo que a mí se me daba bastante bien y no me molestaba hacer, era una gran ventaja tener quién me fregase y recogiera la cocina.
Hablando de Arancha, Jorge había decidido hacerle una puesta a punto integral, le había puesto una nutricionista y entrenadora personal, todavía no llevaba mucho tiempo, pero algo se le empezaba a notar, lo que se le notaba una barbaridad eran las tetas, Jorge había buscado el mejor cirujano plástico de la ciudad para que le pusiese unas tetas nuevas. Arancha no iba mal en origen, pero con los implantes era impresionante, el cirujano era un artista, además del tamaño eran preciosas, con un aspecto muy natural, hacía poco más de quince días que se había operado y ya podía hacer vida normal.
Estaba pensando en las tetas de Arancha y que uso darle cuando sonó el timbre de la puerta, dejé que Arancha siguiese arrodillada fregando el suelo del baño y me fui a ver quién llamaba. Cuando abrí la puerta me encontré con mi vecino Miguel, el pobre hombre tenía un pie escayolado y andaba con dos muletas.
— Pero Hombre ¿Qué te ha pasado?
— Un desgraciado de esos que no saben lo que es una papelera, al bajar de la acera había tirada una botella, estaba mirando para otro lado, no la vi y al pisarla me fui al suelo y me hice un esguince.
— Por lo menos no te rompiste nada, ya sabes que si necesitas que te ayude con cualquier cosa puedes pedirme lo que quieras.
— A eso venía, si cuando vayas al supermercado me puedes traer algunas cosas. — Me paso una lista de la compra, no era demasiado larga en realidad.
— No te preocupes en cuanto salga te traigo todo, ¿Cómo te las arreglas con las faenas de la casa?
— Como puedo, algunas cosas no puedo hacerlas, pero lo que peor llevo es bañarme, entrar en la bañera me cuesta una barbaridad, con la escayola y la pierna metida en una bolsa de plástico.
Miguel era un buen hombre, pero la vida le había tratado mal, se había quedado viudo hacía ya tiempo y su único hijo era un imbécil que se había marchado de casa dejando a su padre solo y nunca más supo nada de él, para rematar le habían prejubilado en la empresa, pero como vecino era una joya, siempre tenía una palabra amable para el que se cruzase con él, dispuesto a hacer las pequeñas reparaciones que siempre había en la comunidad, tenía que echarle una mano.
— Aranchaaaa ven un momento.
Arancha se acercó cuando la llame, Miguel abrió los ojos como platos al verla llegar con aquella ropa, se quedó mirándole las tetas embobado.
— Este es mi buen amigo Miguel, como ves ahora no está muy bien y necesitaría ayuda, quiero que a partir de mañana te pases todos los días por su casa y le ayudes en lo que necesite.
No sé quién puso una cara más rara si Miguel o Arancha, me hizo mucha gracia verlos, pero ni les deje hablar.
— Pues decidido, por el precio no te preocupes ya me encargo yo de arreglarlo con la chica.
Miguel se marchó balbuceando su agradecimiento, todavía no se había recuperado de la sorpresa. En cuanto cerré la puerta Arancha empezó a protestar, en principio no le hice ni caso, pero cuando me levantó la voz la hice callarse de un guantazo.
— A ver bonita, tú vas a hacer lo que yo te diga, ya sabes como están las cosas y si no te gustan te jodes. Y que sepas que me estoy planteando buscarte trabajo como chacha por horas, no es ninguna deshonra ganarte un dinero trabajando honradamente, aunque con el uniforme que llevas lo mismo te toca limpiar otras cosas.
— Tengo una carrera universitaria y un máster en recursos humanos, no estudié tanto para trabajar de fregona.
— Tampoco estudiaste para ser una estafadora y sin embargo no tuviste ningún problema en hacerlo.
— Me equivoqué, todos podemos cometer un error.
— No le demos más vueltas, acaba de limpiar el salón y puedes irte a casa.
Arancha dejó de discutir y volvió a ponerse a gatas para limpiar debajo de la mesa. Mientras terminaba salí a comprar algunas cosas y la lista que me había encargado Miguel, a la vuelta después de haberle llevado su encargo ella ya se había marchado.
Tenía una llamada perdida de Rafa cuando llegué a casa, como no tenía nada que hacer le llamé entonces mismo. Me cogió la llamada al tercer tono.
— Muy buenas ¿He visto tu llamada, ¿qué te cuentas?
— Me ha surgido un imprevisto y me he tenido que marchar al pueblo.
— No pasa nada, de todas formas, nos estuviste contando que te ibas a coger vacaciones.
— Ya pero antes tenía que cerrar un par de cosas, una es que había quedado con un amigo pintor, para que hiciese unos cuadros para decorar el sótano del pub de Mercedes.
— Avísale que no puedes y listo.
— Ya hablé con Alfonso para que hable con él y también hable con Luisa, para que hiciese unas fotos, se las pase para que se hiciese una idea de lo que queremos poner.
— Ya lo tienes todo solucionado entonces.
— Casi, con Merce no pude hablar, como supongo que tú la verás hoy seguro ya se lo cuentas.
— No hay problema.
— Te avisó el tipo es un poco peculiar, tened paciencia con él, es muy bueno en lo que hace, pero hay que saber aguantarle.
Hablamos de chorradas unos minutos más y nos despedimos. Esa tarde había quedado en pasarme a ver a Mercedes, salí a dar una vuelta antes para bajar la comida, estuve caminando un buen rato sin rumbo fijo mientras pensaba en mis cosas, no quería llegar demasiado pronto a su casa por si me la encontraba en plena siesta, cuando pensé que ya era buena hora me dirigí a casa de Merce.
Tuve que llamar un par de veces al portero automático, cuando subí y me abrió la puerta su cara de sueño me indicó que no había sido capaz de calcular bien los tiempos.
— Parece que llego demasiado pronto.
— Ya sabes que me acuesto tarde, si no duermo un rato por la tarde no soy capaz de aguantar por la noche.
La abracé para darle un beso, me encanta abrazar a Merce, sentir su calor y suavidad, siempre me resulta agradable, aunque no tenga matiz sexual. Ella ronroneo como una gatita mimosa mientras la tenía abrazada.
— Anda dormilona prepara unos cafés y el tuyo que sea doble.
Merce paso delante de mí por el pasillo, llevaba una camiseta amplia que le cubría pocos centímetros por debajo del culo, a pesar de la amplitud de la prenda su trasero tenía el tamaño suficiente para que con cada paso se fuesen marcando alternativamente sus nalgas. Seguir ese balanceo hizo que el trayecto hasta el salón fuese desesperantemente corto.
Me senté a esperarla en el sofá, a veces pensaba porque no estábamos viviendo en común, muchas noches las pasábamos juntos, bien en su casa o en la mía, habíamos estado juntos de vacaciones y todos nuestros amigos nos consideraban pareja, una pareja con algunas particularidades, pero pareja.
Cuando volvió con los cafés le estuve contando lo que me había explicado Rafa, algo ya sabía Mercedes por lo que comentó.
— Entonces por eso será que Luisa quería hacer unas fotos hoy. Ya había hablado con Rafa sobre decorar un poco el sótano, supongo que habrá estado mirando posibilidades.
— Pues a ver que ha buscado, ya me ha avisado que el tipo es un poco raro.
— Pronto lo sabremos, me voy a duchar que ya me toca ir a abrir el pub.
Merce se marchó al baño y me quedé solo en el salón, tampoco me apetecía estar solo en ese momento hice lo más lógico, la seguí. La dejé entrar en el baño, esperé un poco mientras calculé que se quitaba la ropa, pegué la oreja a la puerta para oír correr el agua, esperé un poco más mientras se calentaba el agua y entonces entré.
La bañera tenía una anticuada cortina que aparte para tener mejores vistas, Merce se sobresaltó al verme, pero le hice una seña para que continuase, ella con una sonrisa divertida estiro la mano y cogió un bote de champú.
— ¿Te parece bien no dejar que me duche tranquila? — Esparció una generosa cantidad del champú en su pelo y empezó a frotarlo con energía, su media melena rizada pronto estuvo completamente cubierta de espuma.
— No te estoy molestando, solamente te hago compañía, me preocupó por ti ¿Qué pasaría si resbalases en la ducha?
— Si todavía tendré que darte las gracias. — Ya estaba enjabonándose y la esponja cubría de jabón su torso, se frotaba las tetas enfrente mío con movimientos lentos y deliberados.
— No has pensado que a lo mejor simplemente me gusta mirarte.
— Si solamente fuese mirarme serías muy aburrido. — Me miró a los ojos mientras acababa de retirar de su cuerpo los últimos restos de gel. Mercedes había cambiado mucho desde que la conocí, su timidez inicial había ido desapareciendo y ahora dejaba salir a la mujer ardiente que siempre había estado reprimida en su interior.
Mire el reloj de mi muñeca, si por mi fuera me daba totalmente lo mismo que el pub abriese con retraso, sacaría a Merce de la bañera y me la llevaría a la cama.
— Si no tuviese que ir a recoger el coche al taller, íbamos a pasar una tarde de lo más divertida.
— Ya me extrañaba a mi verte tan comedido al lado de la bañera. — En ese momento abrió un bote de crema hidratante y empezó a frotarse el cuerpo, extendía cuidadosamente la crema cubriendo cada centímetro, no sé si siempre lo hacia de esa forma o simplemente se estaba dedicando a ponerme cardíaco, fuese cual fuese su motivación estaba consiguiendo lo segundo.
Se giró hacía mí con el bote de crema en la mano.
— Podrías darme un poco en la espalda, que no llego bien.
Ya era demasiado para mi aguante, froté su espalda con todo cuidado extendiendo la hidratante desde los hombros a la cintura con pasadas lentas, pero cuando llegue al culo la cosa cambió, Merce tenía dos preciosas esferas de carne que me dedique a amasar con más lujuria que amabilidad.
— Oyeee creo que mi culo ya está bastante hidratado.
— No creas, todavía falta hidratación.
Un buen chorro de crema en la mano y le metí dos dedos por su agujero oscuro, Merce emitió un quejido ante esa inesperada invasión, cuando los dedos empezaron a entrar y salir se relajó un poco, tampoco era cuestión de dejar que se relajase, le di un fuerte azote.
— No voy a hacerlo yo todo, ¡tócate!
Al lado exhibicionista de Merce ya le debía haber excitado que la estuviese viendo mientras se duchaba porque me obedeció al momento, pronto el doble tratamiento que estaba recibiendo hizo que su respiración se acelerase, empezó a moverse lentamente adelante y atrás buscando el contacto de mis dedos.
— Parece que no te molesta que te hidraten la piel desde dentro, vamos a subir la dosis.
Cuando empecé a presionar el tercer dedo se quedó quieta unos segundos, evidentemente el ojete de Mercedes no era virgen ni mucho menos, pero tres dedos ya estaban estirándolo mucho más de lo que estaba acostumbrada, se los clavé todo lo profundo que pude, mientras ella seguía tocándose.
— ¿Le gusta así señorita?
— Síiiiiiiii.
— Menuda zorrita estás hecha Merce. ¡¡¡ PARA !!!
— ¿Quéee?
— Deja de tocarte, ahora no te toca correrte.
La cara que puso era un poema, se acabó de secar y salió de la bañera para vestirse, salimos juntos de casa, ella se marchó a abrir el pub y yo me fui a recoger el coche que tenía en el taller.
No tarde mucho en recoger el coche, pero recorrer las pocas manzanas que me separaban del taller, un poco de charla con el mecánico y sobre todo conseguir aparcar el coche a la vuelta. Hizo que cuando conseguí llegar al pub ya había pasado un buen rato.
Al entrar estaba tranquilo, había pocos clientes y estaban todos en las mesas, Mercedes estaba en la barra con cara de aburrimiento.
— Hola, ¿Cómo va la tarde?
— Aburrida, ha venido Luisa, pero al poco de llegar se ha bajado al sótano, parece que quería hacer unas fotos.
— Vete con ella si quieres yo me quedó en la barra para atender a los clientes.
— Muchas gracias — Me contó en un momento como estaban los pagos de los clientes y se marchó rápidamente.
Luisa había colocado una mesa frente al pequeño escenario del sótano, unas cajas colocadas encima le ayudaban a colocar la cámara de fotos en una posición más elevada para poder hacer las fotografías. Luisa completamente vestida de cuero y con una fusta en la mano posaba sobre el escenario. Al ver llegar a Mercedes sonrió ampliamente.
— Por fin bajas, no veas lo difícil que es hacerme fotos sola.
— Jajajaja, seguro que te las arreglas muy bien, sólo hay que verte, estás impresionante.
— Acércate que necesito ayuda.
Luisa cogió la cámara, le explicó a Mercedes como utilizarla y volvió a subir al escenario, iba posando como se le ocurría y Merce la fotografiaba. Pero los resultados no eran demasiado buenos.
— Merce cielo, como fotógrafa eres un desastre.
— Si es que nunca hago fotos con una cámara estoy acostumbrada a usar sólo el móvil.
— Será mejor que haga yo las fotos, anda vístete que te toca hacer de modelo.
— ¿Qué me pongo?
— Aquí lo tienes todo, ropa interior incluida — sacó una pequeña bolsa negra de un lateral del escenario.
Mercedes se metió en el baño para cambiarse, el conjunto que sacó de la bolsa no la sorprendió, porque ya sabía la vestimenta que se usaba en las fiestas del sótano. Una falda cortísima en cuero negro, con una cremallera que recorría todo el lateral, un corpiño también en cuero que dejaba los hombros al descubierto y un conjunto de lencería en color negro, de tamaño minúsculo y sujeto con lazos para poder quitarlo con facilidad.
Al salir ya cambiada, Luisa la miró con admiración.
— Estás preciosa Merce.
Se dieron un beso y empezaron con las fotos, se iban alternando entre las dos como modelo y fotógrafa mientras charlaban animadamente, llevaban ya un buen rato cuando oyeron una discreta tos a sus espaldas.
Allí estaba Alfonso acompañado de otro hombre, era casi tan alto como él, pero ahí terminaba cualquier parecido, era barbudo y desaliñado, tenía una tupida barba y rastas en el pelo, parecía el tipo de persona que ni cuida su aspecto ni le importa en absoluto la opinión de los demás.
— Este es Frodo, un gran pintor que puede ayudarnos a dar más vida al sótano.
Después de que Alfonso lo presentará el tal Frodo pidió la cámara de fotos para ver el trabajo que habían hecho las chicas, su cara fue cambiando hasta demostrar un desprecio absoluto.
— Estas fotos son pura basura, parece que estáis posando delante de una iglesia, no tienen espíritu.
Resoplando cogió la cámara y después de una breve observación de los controles se puso a dar órdenes.
Primero puso a Merce a gatear por el escenario, recorriéndolo de un extremo a otro hasta que la cogió en la postura perfecta, luego le hizó lamer las botas de Luisa y ahí tomó varios primeros planos.
— Ahora de pie morena — Frodo ladraba sus instrucciones sin pedir opiniones y sin dar explicaciones — Ahora besaos las dos.
Se abrazaron en mitad del escenario y empezaron a darse besitos.
— Joder que no sois familia, ponedle ganas.
Ellas se fueron animando y subiendo la intensidad de los besos, pronto se estaban morreando y entrelazando las lenguas.
— Así mejor, Rubia quítale algo de ropa.
Luisa despojo a Merce del corpiño mientras le mordía el cuello, se colocó a su espalda apoderándose de sus tetas sobre el sujetador, se las amasaba mientras Merce suspiraba, pronto no fue suficiente y le despojó del sujetador, acariciaba la suave piel de sus pechos con sus manos enguantadas.
— Mucho mejor, ahora olvidaos de nosotros y seguid.
En ese momento Luisa se apartó, se sacó el pantalón de cuero y las bragas, y obligó a Mercedes a arrodillarse delante de ella y le plantó el coño delante de la cara sujetándola por el pelo.
— Ahora chúpame bien como la perrita que eres.
Merce empezó a lamer el coño de Luisa, separaba los labios con una mano y pasaba la lengua a lo largo de toda la raja, pronto el coño de la rubia estaba completamente empapado, Luisa la sujetaba el pelo con fuerza empujando la cara de Merce contra su entrepierna.
— ¡ Para zorra !, — Luisa hizó tumbarse a Merce le arrancó las bragas, la tumbó en el suelo y se sentó a horcajadas sobre su cara — ¡Sigue chupando!
La rubia movía las caderas adelante y atrás sobre la cara de Mercedes, ella se afanaba en continuar su labor, Luisa se apodero de sus tetas acariciando y pellizcando sus pezones, pero pronto se quedó completamente quieta mientras se corría sobre la cara de Mercedes.
Luisa permaneció unos segundos recuperándose, pero cuando se levantó no permitió a Mercedes incorporarse.
— Ni se te ocurra moverte.
La rubia se acercó a la barra del bar y empezó a buscar allí unos momentos, volvió con una botella en la mano, se la dio a Mercedes que la seguía mirando desde el suelo.
— ¡Follate!
Merce se acariciaba el coño con el cuello de la botella, eso impaciento a Luisa, cogió su bolso que estaba sobre una silla, desenganchó la correa y volvió al lado de Mercedes, cogió la correa por los extremos y empezó a azotarla.
— ¡He dicho que te folles!
Ante los correazos que estaba recibiendo Mercedes se clavó el cuello de la botella en el coño y empezó a meterlo y sacarlo cada vez más rápido.
— Así me gusta zorrita, no pares hasta que te corras.
Mercedes sentía su excitación disparada, la botella penetrando su coño cada vez más rápido y profundo, el calor en su piel por los correazos que le daba Luisa y los dos hombres que estaban mirándola sin apartar sus ojos ni un momento. Todo eso le hacía sentirse totalmente expuesta y eso le estaba gustando mucho más de lo que hubiese imaginado.
El cuerpo de Merce estaba cubierto de una fina capa de sudor, aparte de las líneas rojas de los correazos, Luisa daba vueltas a su alrededor azotándola, cuando vio que ella cerraba los ojos y aceleraba aún más sus movimientos con la botella se inclinó sobre ella y le retorció los pezones con fuerza.
— Aaauughhh — Mercedes se corrió gimiendo, mientras oleadas de placer y dolor recorrían su cuerpo y se quedó desmadejada en el suelo.
Frodo le entregó la cámara de fotos a Luisa.
— Lo habéis hecho bastante bien, mandadme las fotos que más os gusten y preparo unos bocetos.
Luego miró a Mercedes que seguía en el suelo, su mirada cambió totalmente y su voz sonó ronca al hablarle.
— Pronto me pasaré a ver qué es exactamente lo que desea, espero ansioso el momento en el que nos volvamos a ver.
Frodo y Alfonso se marcharon, Luisa se sentó con Merce y se abrazaron con ternura.
Así me las encontré, desnudas y abrazadas en un sillón.
— Mira que bonito, me dejáis a mi trabajando y vosotras dos aquí pasándolo bien, no sé que habéis hecho pero el pintor ha salido disparado y sin despedirse.
Mientras el tal Frodo corría a su casa, seguramente a desahogarse con un par de pajas. Beatriz estaba a la puerta del pub Manhattan, llevaba un largo rato allí sin acabar de decidirse a entrar, ya era de noche cuando al final franqueó la puerta dispuesta a hacer frente a sus deseos.
Continuará……
Hoy he publicado mi primer relato en la categoría de amor filial, si os gusta la temática y os apetece leerlo siempre es bueno tener más opiniones.
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