La Declaración

Declaración de una mujer "liberada" de su cautiverio

LA DECLARACIÓN


Título original: THE DEPOSITION

Autor: Stern (stern@mbox.vol.it)

Traducido por GGG (marzo 2002)

ADVERTENCIA: El texto que sigue contiene referencias a actividades de naturaleza sexual poco habituales y parcialmente sin consentimiento. Pretende ser ficción, no contiene referencias a personas actuales, lugares o situaciones y no intenta fomentar ninguna de las actividades descritas. Por favor, cierre y destruya este mensaje inmediatamente, si piensa que tal contenido puede ofenderle.

Se anima a la reproducción y difusión exclusivamente sobre una base no comercial, sin ninguna modificación del contenido completo del archivo.

CASO 179: El sujeto fue capturado durante el asalto al Palacio Aziz, Operación KKF3242A del glorioso Ejército de Liberación de la República Popular de los Estados Unidos de Arabia. El sujeto era parte del harén del tirano Kareem Aziz Baharaqani junto con los sujetos C172-C215. Se transcribe a continuación el interrogatorio completo.

  • Su nombre, por favor.

  • Sandy, Señor.

  • Sandy y...

  • Esclava Sandy, Señor. Perdone.

  • No, escuche: ya no está en ese jodido harén. No quiero oír más esa mierda de "esclava" ni a usted ni a ninguna de las otras chicas que me han asignado desde que las sacamos del palacio de ese criminal. Sólo dígame su nombre, edad y lugar de nacimiento, ¿de acuerdo?

  • Yo... Helen Bering, Señor. 22 años, y nací en Londres, Reino Unido.

  • Un minuto. ¿No acaba de decir que su nombre era Sandy?

  • Ese es mi nombre de esclava, Señor. El Amo Aziz dijo que el nombre "Sandy" le resultaba divertido, Señor.

  • Ee... está bien. Ahora veamos... ¡Eh! No será la misma Helen Bering de la familia del embajador Bering, ¿verdad?

  • Eso creo, Señor. Mi padre era Carl Bering de la Embajada Británica en este país, Señor.

  • Imagínese. Figura como desaparecida desde la fiesta de Año Nuevo de 1992, hace exactamente cinco años. ¿Qué ocurrió exactamente?

  • Yo... fue hace tanto tiempo... yo... Sí, ahora recuerdo. Volvíamos de una fiesta en una finca grande, mi familia y yo, y nuestra limusina iba por esa enorme carretera que se llama... la que va por medio del desierto, con los anuncios...

  • Sería la Carretera de Al Saffarah. ¿Era esa?

  • Sí... creo que sí. Era muy tarde y estaba dormida en el asiento de atrás: había sido una de estas noches sociales muy aburridas a las que tenía que asistir, y estaba enfadada porque no me habían dejado ir a la fiesta de mi amiga Françoise. Recuerdo que me desperté bruscamente, con mi madre gritando, y empujándome al suelo. Había mucha luz y ruido en el exterior, y no paraba de repetir "¡No te muevas! ¡No te muevas ni hables!" mientras tiraba nuestra manta encima de mí. Luego oí que alguien abría las puertas del coche, gritando en el idioma local, no entendía ni una palabra, en aquella época. De repente alguien me sacó del coche tirando de mí por un tobillo... mataron a mis padres, ¿verdad? No recuerdo... demasiada conmoción...

  • Sí, lo siento. Su familia fue asesinada por terroristas esa noche. Yo...

  • Debería haberlo sabido. No les oí mientras me arrastraban a un helicóptero y...

(el sujeto tuvo una interrupción emocional que duró varios minutos)

  • Necesito el resto de su historia, ahora.

  • Sí, Señor. ¿Dónde estaba?

  • El helicóptero.

  • Sí. Me llevaron al palacio del Amo Aziz. Su secretario, Karim, me estaba esperando. Dijo a los hombres que me sujetaban que era la persona correcta, y los hombres me arrastraron a mi celda, abajo en la mazmorra. Intenté escapar, pero eran muy fuertes. Me colgaron las muñecas del techo y me pusieron una barra separadora en los tobillos, luego cogieron unas tijeras y me cortaron toda la ropa hasta que quedé completamente desnuda delante de ellos. Grité pero me metieron una mordaza de bola en la boca, luego me dejaron allí. Al cabo de un rato el Amo Aziz vino a hacerme una visita. Le había visto brevemente en la fiesta, pero no le reconocí inmediatamente. ¿Tengo que contárselo todo, Señor?

  • Sí, por favor. Hasta el más mínimo detalle puede ser importante.

  • Sí, Señor. El Amo Aziz me dijo que ahora era parte de su harén, que le gustaba y que me haría su esclava favorita. Me palpó el sexo y el ano, intenté gritar y él dijo que tenía que aprender a no fastidiarle cuando estaba usando su propiedad, que tenía que complacerle porque tenía sobre mí poder de vida y muerte. Luego, para demostrarlo, me aplicó mi primera flagelación.

  • ¿La torturó?

  • Oh, no. Esa vez se limitó a flagelarme. Las torturas vinieron más tarde, y normalmente dejaba a algún otro que se ocupara de ellas. Prefería obs...

  • Es bastante de momento, gracias. Por favor, siga con su historia.

  • Sí, Señor. Nunca me habían flagelado antes, así que tuvo que pegarme durante bastante tiempo antes de que aprendiera a aceptar su voluntad sin rebelarme. Cuando finalmente entendí, y me limité a gritar de dolor en lugar de intentar evitar su látigo, recompensó mi sumisión por primera vez.

  • ¿Qué quiere decir, señorita?

  • Me hizo el honor de recibir su placer. Es el mayor premio para una esclava, ya sabe, Señor. Me descolgó y me ató a la mesa, luego usó mis despreciables coño y culo.

  • ¿Qué está diciendo? ¿Está loca?

  • No, Señor. Lo hizo. Yo era virgen entonces, y él hizo a su esclava el honor de desvirgarla personalmente. Recuerdo que sentí mucho dolor, porque el Amo Aziz está muy dotado, Señor, pero más tarde aprendí que había tenido mucha suerte.

  • Está delirando, señorita Bering. ¿Quiere que llame a un médico?

  • Oh, no, Señor. Estoy perfectamente. ¿Quiere que siga?

  • Por favor.

  • Las semanas siguientes los guardianes del calabozo y más raramente, el propio Amo Aziz, me enseñaron mi lugar.

  • Un momento. ¿Quiénes eran los guardianes?

  • No lo sé, Señor. Había muchos. La mayoría eran mujeres, porque el Amo Aziz adora las mujeres. Creo que normalmente eran antiguas esclavas que habían completado su entrenamiento, incluso aunque hubiera unas pocas más jóvenes. Recuerdo en particular al Ama Stella: era muy, muy joven. Probablemente más joven que yo, y era una de las más crueles. Luego estaban los hombres, pero...

  • ¿Qué hacían ellos?

  • ¿Los hombres, Señor?

  • Todos ellos. Los guardianes.

  • Oh. Yo... Nos entrenaban a las esclavas, Señor. Nos enseñaban a comportarnos, nos castigaban cuando no éramos suficientemente obedientes, nos mostraban como aceptar el dolor y las humillaciones que el Amo Aziz quisiera hacernos soportar y, desde luego, nos utilizaban para el sexo.

  • Espere un segundo. ¿Puede darme un ejemplo concreto y detallado?

  • Sí, Señor. Recuerdo una de las primeras veces, cuando me negué a comer en el cuenco del perro.

  • ¿Qué?

  • Yo era muy estúpida, Señor, y no quería comer como la zorra que soy. ¿Señor?

  • No, no. Siga, por favor.

  • De modo que me negué a poner la cara en el cuenco del suelo, así que una guardiana tuvo que entrenarme. En primer lugar me castigó por mi mal comportamiento, me ató al banco y me dio doce golpes de vara en el culo, tres en las tetas y uno justo en el coño. Eso me enseñó a no desobedecer cuando se me ordenara comer algo. Luego la guardiana fue tan amable de demostrarme que la comida fría que estaba en mi cuenco era muy sabrosa, me llevó a la sala central de la mazmorra, alrededor de la cual estaban construidas todas las celdas, me encadenó al suelo, y me puso en la "pecera". Así yo...

  • Alto. ¿Qué es la "pecera"?

  • Perdón Señor. La pecera es un cilindro de plástico transparente con un extremo cerrado. En ese lado hay un agujero a través del cual se pasa la cabeza de la esclava, luego se cierra el agujero alrededor del cuello con un sello de caucho que se consigue que sea impermeable añadiendo silicona y esperando que seque.

  • ¿Y para qué se usa?

  • En mi caso la guardiana hizo salir una por una a todas las esclavas de sus celdas y usar la pecera como retrete.

  • ¿Está diciendo que toda esa gente... excretó sobre usted?

  • Oh, sí, Señor. Al poco rato mi cabeza empezó a estar bajo el nivel del pis y la mierda. Recuerdo que, cuando tenía completamente tapadas las orejas, el guardián dijo: "Hay seis esclavas más, luego será el turno de los guardianes. ¡Será mejor que empieces a pensar cómo hacer para no ahogarte ahí!". Sabía que tenía razón: justo antes de eso una esclava se negó a mear en la pecera. Yo tenía un gran zurullo que ya cubría la mayor parte de mis ojos, pero vi a dos guardianes metiéndole un catéter para asegurar que yo recibiera todo el pis y la mierda que fuera posible.

  • Pero ¿cómo hizo para sobrevivir?

  • Me lo tragué, Señor, por supuesto. Intenté resistir estúpidamente hasta que la mezcla cálida empezó a cubrirme también la nariz, entonces empecé a beber, intentado sorberla por una comisura de la boca para no comerme ningún chorizo. Pero las esclavas estaban haciendo sus cosas muy deprisa, de forma que me entró el pánico y empecé a beber todo lo que podía. Recuerdo que pensé que moriría ahogada en mi propio vómito, pero finalmente se paró y pude respirar de nuevo. No podía ver nada y la mierda se había acercado a mi nariz, así que me quedé respirando entrecortadamente, con la cabeza rodeada por mierda húmeda y caliente por todas partes, pero me las apañé para no vomitar. El Amo Aziz dijo más tarde que era buena y que tenía vocación para ser entrenada como retrete, así que a menudo se me usaba como retrete durante las fiestas cuando me convertí en una buena esclava.

  • No puedo creer que esté escuchando esto. Las otras chicas eran solo muñecas sexuales.

  • Oh, sí, Señor. El Amo Aziz solo eligió a diez de nosotras para hacernos sus esclavas totales. Las demás eran solo para sexo, y no perdía el tiempo entrenándolas. Yo y las otras esclavas totales éramos afortunadas, porque realmente teníamos la oportunidad de agradarle con nuestra sumisión, mientras que las otras eran vendidas normalmente al cabo de un corto tiempo.

  • ¿Está diciendo que Aziz Baharaqani era además un traficante de esclavos?

  • Oh sí, claro. Oí a muchos de sus amigos hacer ofertas por nosotras las esclavas totales también, pero éramos sus mascotas preciosas, y nunca nos hubiera dejado ir.

  • Ya veo. Por favor, siga con su historia.

  • Bueno... oh, sí. Después de un par de horas, creo, la guardiana me sacó de la pecera y tuve que limpiarme, luego me lavó con la manguera de agua fría. Recuerdo que para entonces mi estómago estaba terriblemente afectado por lo que había comido, de modo que cuando me volvieron a llevar a mi celda y me ordenaron comer después de la pecera realmente aprecié el sabor de la comida y el agua.

  • Dijo algo sobre que los guardias la violaron.

  • Sí, Señor. Me follaban al menos una vez al día. Cuando un guardián entraba a nuestras celdas, si no estábamos en las jaulas, teníamos que arrodillarnos en el suelo de cara al lado opuesto a la puerta, con los brazos cruzados tras la espalda, la cara en el suelo y las piernas bien abiertas, para hacer accesibles nuestros agujeros.

  • Oiga, ¿no dijo que la mayor parte de los guardianes eran mujeres? ¿Eran... lesbianas?

  • Por supuesto, Señor. Parte de mi entrenamiento era aprender cómo dar placer a ambos sexos, por no mencionar a los perros del Amo y otros animales. Además las guardianas me ponían habitualmente al menos un consolador dentro de mí, en todo caso, incluso aunque normalmente me querían para que les lamiera el coño o el agujero del culo o los pies.

  • ¿Se les proporcionaba algún sistema de control de natalidad? Quiere saberlo la gente de la Cruz Roja.

  • Fui esterilizada, como las otras esclavas, al poco de mi llegada. Las esclavas sexuales normales no lo eran porque podían mandarlas fuera, pero nosotras éramos una posesión demasiado preciosa para prescindir de ella el tiempo del embarazo.

  • Mierda. Creo que necesito un descanso.

(15 minutos más tarde)

  • Bien. Ahora, señorita Bering, deduzco que era tra... liberada de vez en cuando.

  • Oh, no, Señor. Ninguna esclava podía ser liberada nunca. Simplemente completé mi instrucción. Y era una de las mejores, ¿sabe? Me gradué en sumisión perfecta antes de dos años, mientras que la mayoría de las esclavas necesita tres años completos de aprendizaje.

  • Ya lo veo. Oh, pero hay algo que anoté antes, y sobre lo que se me olvidaba preguntarle. Me gustaría cerrar este capítulo antes de seguir con esto. ¿Entendí correctamente que fue obligada a... em... practicar bestialismo, tener sexo con animales?

  • Sí, Señor. Pero no era demasiado frecuente. Me entregaban a los perros para que me follaran, normalmente durante las fiestas del Amo Aziz, para diversión de los huéspedes. Tuve el honor de ser follada por el semental favorito del Amo un par de veces durante el periodo de entrenamiento, cuando me resistí a algunos hombres diciendo que estaban demasiado dotados para mis inútiles agujeros, y tuve que chupar y beber de todos los animales de su establo principal durante mi entrenamiento de esperma. Recuerdo que tuve que tragar tanto esperma de todas clases que antes de dedicarme a los toros tuvieron que hacerme un lavado gástrico para vaciar el estómago.

  • Vale, es suficiente. ¿Puede decirme como era tratada cuando... se graduó en el Palacio de Aziz?

  • Por supuesto, Señor. Cuando el Amo y los guardianes estuvieron finalmente seguros de mi completa sumisión me sacaron de la mazmorra, a la zona de esclavas. A partir de ahí tuve una cama verdadera, agua corriente e incluso zapatos...

  • ¿Me está diciendo que en la mazmorra ni siquiera tenía zapatos que ponerse?

  • Oh, no, Señor. Estábamos siempre completamente desnudas, para recordarnos que éramos simples mascotas en manos del Amo y sus guardias. En la zona de esclavas, en cambio, me dieron mis bonitos zapatos de punta fina y mi collar con la divisa del Amo Aziz. ¿Lo ve? Todavía lo llevo puesto.

  • Uhm... sí. Volvamos a su nueva situación, ¿de acuerdo?

  • Sí, Señor. Mientras se me entrenaba como esclava me flagelaban solo una vez al día, para recordarme mi condición, y me torturaban no más de dos veces por semana. También...

  • No, pare aquí. ¿Puede describir las torturas a las que era sometida?

  • Oh... yo... me temo que he olvidado muchas de ellas. Había tantas, ¿sabe? Creo que rara vez me torturaban dos veces de la misma forma: el Amo Aziz empleaba a profesionales de todo el mundo para poder presentar siempre las más ingeniosas y excitantes, y en seguida le aburrían.

  • Bastará con algunos ejemplos, ¿vale?

  • Sí, Señor. Normalmente era torturada en la Torre Este, que albergaba el museo de tortura del Amo. No sé cómo se seleccionaban las torturas a infligirme pero generalmente era tomada de cabo a rabo de una forma aleatoria. Siempre había torturas para mis únicas partes útiles: las tetas, el coño y el culo. Los azotes genéricos se ocupaban del resto del cuerpo... junto con esas zonas, desde luego. Recuerdo que me colgaron pesos muy pesados de los pezones, los labios vaginales y el clítoris, una vez. Otra vez fui empalada con un tapón automático que se hacía más y más grande a medida que pasaba el tiempo... mediante una bomba hidráulica, creo. Perdí el conocimiento dos veces en esa ocasión, y entonces me lo metieron por el culo. Otra vez me aplicaron un enema y una ducha con ácido, que además me extendieron sobre las tetas. Me llevó más de una semana que me saliera la nueva piel en esa ocasión, y recuerdo que el Amo Aziz se enfadó tanto por esto que hizo que el Ama Carola, que había sido la inventora del tormento, fuera torturada de la misma manera una semana entera. Y una vez la gente del vídeo se puso muy contenta con el concurso de agujas, en el que cada esclava tenía que superar a las otras poniéndose el mayor número de agujas en su cuerpo. Ganó Terry, clavándose seis agujas en el esfínter anal...

  • ¡Vale, vale! Dígame ahora quien era esa "gente del vídeo", ¿de acuerdo?

  • Sí, Señor. Perdone, pensé que lo sabía. Grababan todas nuestras torturas, Señor, para que el Amo Aziz pudiera disfrutar de nuestro sufrimiento en cualquier momento y, desde luego, para vender las cintas a sus amigos.

  • No puedo creerlo. Así que también se dedicaba al negocio de la pornografía...

  • Oh, no, Señor. El Amo nunca vendía porno mundano. Simplemente...

  • Sí, sí, sí. No tengo tiempo para oír toda su loca historia. Ahora quiero que se concentre en... esto... lo que le pasó a su cuerpo.

  • Sí, Señor. Como decía, el Amo Aziz estaba muy contento conmigo, así que una vez, mientras me hacía el honor de dejarme chupar su divino sexo, me dijo que había decidido transformarme en la mejor esclava del mundo. No entendía lo que quería decir y no me atreví a preguntárselo, pero luego deduje que quería moldear mi cuerpo de la forma más excitante posible. Desde ese día en adelante fui sometida a una disciplina de modelado corporal rigurosa. Veamos... por donde empiezo... bueno, primero de todo estaban mis pies. El Amo Aziz era un fetichista de los tacones extremadamente altos, así que decidió asegurarse de que nunca pudiera moverme con otra cosa. Tenía a uno de sus expertos preparando un cierto número de zapatos especiales para mí que forzaban a los pies  a alinearse con la pierna, haciendo imposible caminar si no era sobre la punta de los dedos. Nunca podía quitármelos, ni siquiera de noche, y un entrenador especial venía cada día a hacerme andar, moverme e incluso correr con ellos. Muy recientemente el médico del palacio me dijo que mi tendón de Aquiles se me estaba atrofiando muy bien y que en un par de años estaría al fin preparada, pero ahora no sé...

(el interrogatorio tuve que ser suspendido unos cuantos minutos debido a que el sujeto tuvo otra recaída emocional)

  • ¿Está bien, ahora? Sigamos con la historia de su ... "modelado corporal"...

  • Sí, Señor. Luego estaban mis tetas. Siempre he tenido tetas grandes, pero el Amo Aziz quería que tuviera las más grandes del mundo. Puesto que los implantes quirúrgicos estaban fuera de discusión porque podían romperse durante los castigos, hacía venir cada día a mi habitación a una experta y me inyectaba una sustancia especial en mis tetas. Utilizaba una aguja muy fina para no dejar puntos reveladores en mi carne, pero que era muy larga. Aplicaba de una a cuatro inyecciones por teta cada vez, bajo diferentes ángulos, y acostumbraba a usar otra aguja más larga para inyectar una cantidad mayor de la sustancia a través del pezón. Siempre ha sido muy doloroso, pero decía que era buena señal porque indicaba que las glándulas mamarias estaban reaccionando correctamente, hinchándose bien. Recuerdo que el Amo Aziz dijo al principio que estaría satisfecho con mis tetas cuando alcanzaran el tamaño del mayor melón que había en la mesa durante un banquete, y ya eran más grandes que eso. Luego incluso me felicitó cuando el médico le dijo que el peso de mis tetas estaba arruinándome la espalda, y dijo que esperaba ese día que adoraba de verme incapaz de moverme por su causa. Yo esperaba realmente satisfacer su deseo, pero...

  • Está bien, señorita. ¿Es eso todo?

  • No, Señor. No le he hablado de mis agujeros, Señor. ¿Le interesan?

  • Absolutamente, señorita Bering.

  • Para completar mi transformación en la esclava más excitante del mundo el Amo Aziz decidió hacer mis agujeros lo más grandes que se hubieran visto. Desde ese día tenía que llevar un cinturón dilatador con dos tapones de madera, día y noche. Cada mañana venía una guardiana a mi habitación y comprobaba si mis músculos se habían dado de sí un poco más, luego sustituía los tapones por otros lo más grandes posible. A veces querían acelerar la dilatación e inyectaban algún relajante muscular en el agujero de mi culo o en mi coño, de forma que pudieran forzar que se abrieran un poco más. Perdí la facilidad de retener mis heces apenas empezado el tratamiento y el médico dijo que mis huesos eran excepcionalmente flexibles y permitirían encajar tapones aún mayores. Cuando se utilizaba un tapón nuevo normalmente no podía andar, o incluso ni siquiera moverme, durante medio día, pero el Amo estaba tremendamente excitado con los resultados. Durante una cena de fiesta la semana pasada retó a los huéspedes a encontrar alguna botella lo bastante grande para que no me entrara por la parte de atrás: al final una señora vino con una botella de champán especialmente grande, pero después de algunos esfuerzos y mucho dolor la recibí obedientemente en ambos agujeros, e hice muy feliz al Amo.

  • ¿Pero eso es todo? ¿Para hacer feliz a ese loco de Aziz? ¿Y qué hay de usted?  Es un monstruo, ha sido humillada, torturada, solo dios sabe qué más... ¡Usted y las otras cabezas huecas incluso parecen disgustadas de haber sido salvadas de ese criminal!

  • Ya ve, Señor, el Amo Aziz nos enseñó disciplina, nos mostró nuestro verdadero destino, que es ser esclavas perfectas y agradar a nuestros amos. Al principio no lo entendía, pero ahora estaba realmente feliz con mi vida. Aprendí que cada castigo, cada tortura, era una demostración de su interés, si no amor, por su humilde esclava. Podía haber tenido cualquier otra muchacha del mundo, pero me escogió a mí. Sin el Amo Aziz habría sido solo otra mocosa inútil: recuerdo bien lo aburrida e inútil que era, igual que todas mis amigas y todas nuestras madres. Ahora vivía con alguien que gastaba millones y empleaba a docenas de personas para asegurar que mi vida tuviera un significado, ¡que era sufrir para su placer y el de sus amigos! Sabe, Señor, los momentos verdaderamente terribles no eran cuando pensaba que estaba a punto de morir del dolor, lo que ocurría bastante a menudo, ni cuando tenía que suplicar a algún extraño que me dejara comer la mierda de su perro. Era cuando el Amo Aziz se quedaba insatisfecho, cuando no le podía ver masturbando su majestuoso sexo a través de mis lágrimas, o no quería verme en una semana después de que fallara en soportar complacientemente cualquier tormento que hubiera preparado para mí.

  • Está usted loca. Sabe, mañana un psicólogo leerá mi informe, y la colocará en algún manicomio. Es una pena: incluso en estas condiciones es usted una muchacha muy joven y hermosa.

  • Lo sé, Señor. ¿Puedo preguntarle que será del Amo Aziz?

  • Será ejecutado mañana al amanecer, junto con los otros tiranos que mantuvieron a este país en la pobreza y la ignorancia durante tantos años.

  • Ya veo, Señor.

(el interrogatorio se suspendió para atender una llamada urgente)

  • Bueno, creo que tengo buenas noticias para usted, señorita Bering.

  • ¿El Amo Aziz?

  • No, señorita Bering. Pero estamos recibiendo llamadas de todo el mundo de gente que han sabido de la caída de la familia Baharaqani y están ofreciendo su ayuda para sus prisioneros políticos, que es como decir para las personas como usted.

  • Pero yo no...

  • He recibido un mensaje de máxima prioridad del señor Serge Lacroix, que aparentemente es una preeminente figura política francesa, que dice que su servicio secreto conocía las atrocidades perpetradas en el palacio de Aziz, pero no podían intervenir para evitar una guerra a gran escala. Está dispuesto a ocuparse de ustedes, las víctimas de la insana lujuria de este loco, en su clínica especializada para el tratamiento de traumas sexuales situada en Francia.

  • Lacroix, ¿el Inquisidor?

  • ¿Qué dice, señorita?

  • Le con... nada, oficial. Por favor, apelo a mis derechos como ciudadana extranjera y como prisionera política para que se me envíe a Francia de inmediato, en el primer vuelo. Aceptaré gustosa la oferta del ministro Lacroix. Creo que necesito desesperadamente la terapia que su centro puede ofrecerme...

Por favor, envía tus comentarios, si tienes alguno, a stern@mbox.vol.it. El autor estará muy interesado en escuchar a mujeres que encuentren esta historia de su gusto.