La decisión V

No hay que elegir si puedo tenerlo todo

Cuando me di cuenta Pau me miraba desde la otra punta del sillón. Esperaba respuesta para alguna pregunta, que yo no había oído mientras estaba absorto en mis pensamientos pasados. Debió desistir porque se levantó en dirección a la cocina. La película ya había terminado aunque yo no me había ni enterado de la última parte.

  • Quieres un helado? - le oí preguntar desde dentro de la cocina.

  • No, gracias mi amor.

Al salir y verla caminando hacia mí su figura me pareció imponente. Lucía un pijama rojo corto, acorde con el verano insufrible que estábamos teniendo. Su melena lisa y morena reinaba suelta justo hasta sus hombros. Sus labios carnosos disfrutaban del helado pero mi vista iba irremediablemte a sus magníficos pechos.

Se sentó a mi lado disfrutando aún de su polo de chocolate. Me miró, sonrió y me lo acercó a mi boca. Mordí un poco y le devolví la sonrisa. Empecé a desear que su boca fuera en mí en quien gastase las energías. La besé lento, incluyendo pequeños mordiscos en su boca. Sin dejar de hacerlo comencé a acariciar sus tetas despacio. Ya podía sentir sus pezones duros bajo la fina tela del pijama. Se apartó un poco y, al tiempo que se recostaba, se quitó la camisa. Sus pechos quedaron a mi merced, así que mordí sus pezones y pase mi lengua por toda la circunferencia de sus senos. Me encantaba comérselas así: con rabia pero con habilidad.

-Me encanta como me las comes. - dijo mientras me acariciaba el cuello con cariño.

Tras un rato disfrutando se incorporó y volvimos a quedar sentados uno al lado del otro. Casi al unísono, nos desprendimos de la parte de abajo de nuestros pijamas y de la ropa interior. Desnudos nos besábamos, nos disfrutábamos, nos amábamos...

La excitación comenzaba a ser muy alta. Tiré de ella por sus piernas y la coloqué encima de mí. No hizo falta que ninguno usara sus manos, mi polla ya bien dura, encontró con rapidez el camino húmedo de su sexo. Empezó a moverse muy despacio, disfrutando ambos cada movimiento. Nuestra respiración se agitaba al mismo ritmo que ella aumentaba la velocidad de sus sentadas sobre mí.

  • No pares... - apenas acerté a decir.

  • No pienso parar de follarte. - contestó compenetrada, como siempre, a mis frases.

Continuó cabalgándome sin parar. Nos mirábamos a los ojos y a la vez los cerrábamos cuando las dosis de placer eran más altas. Me tenía muy cachondo así que aproveché para azotar sus nalgas.

  • Ummmmm....- emitió como respuesta. - He sido mala, deberías azotarme más.

Seguí haciéndolo con la dureza justa para que continuara gimiendo mientras seguíamos follando sin descanso. De repente, me miró a los ojos.

  • Espera, quiero que me azotes mejor.

Sin dejar si quiera que yo respondiera se puso de pie. Se giró y con un movimiento lento se volvió a sentar sobre mí pero ahora dándome la espalda. Sus nalgas quedaron delante de mí preparadas para ser castigadas de nuevo. Mis azotes ahora eran con ambas manos y sus gritos respondían al ruido seco de mis palmas en su culo. Algo se iluminó en la mesa de centro que Pau utilzaba para agarrarse y poder moverse mejor. Era un whatsapp del pesado de Marcos. Qué oportuno. Apenas pude pensarlo porque Pau de repente incrementó el ritmo con rabia. Bajaba y subía cabalgando mi polla con fiereza. Nunca lo había hecho así. No aguantamos demasiado, tras varias cabalgadas nos corrimos juntos.