La decisión III

No hay que elegir si puedo tenerlo todo

Empecé lento. Besándole la punta, y a medida que mi mano bajaba por ella la seguía besando. Al llegar abajo le pasé la lengua con un movimiento entero hasta la punta de nuevo. Me recreaba, la disfrutaba. En ese instante me vino Sergio a la mente, paseando de la mano de su novia. Qué pensaría si me viera así: en tanga, arrodillada, comiendo la polla de uno de sus mejores amigos. Se moriría de celos, seguro. Ese pensamiento me generaba más ganas de seguir. Ahora ya no usaba mis manos, la engullía con mi boca metiéndomela toda entera y sacándola hasta la punta con movimientos perfectamente rítmicos.

  • Dios... qué bien lo haces! - le oí decir a Marcos que hasta ese momento solo gemía.

Paré un poco el ritmo, quería ver su cara. Jugué con mi lengua más despacio y mis ojos se cruzaron con los de él. Su mirada, clavada en mi boca me suplicaba que no parase. Me incorporé un poco, quedando más erguida pero sin soltársela. Lo masturbaba lento, mientras lo miraba.

  • Te gusta mi boca? - pregunté sabiendo que no podía ni siquiera responder, sólo asentir. - qué quieres que te haga? Le dije haciéndole saber que estaba entregada a darle placer durante horas.

No hizo falta que hablase. Su mirada, tras escuchar mi pregunta, se dirigía de nuevo a mis tetas. Supe enseguida, lo que deseaba que le hiciera a continuación.

  • Quieres que la meta entre tus nuevas amigas? - dije al tiempo que soltaba su miembro y me agarraba de nuevo las tetas.

  • Sí... ahora que la dejaste bien húmeda, hazme una paja con ellas. - contestó ansioso.

Me eché un poco sobre él. Las agarré bien y las llevé a su polla. Rocé mis pezones, con movimientos cortos, con su glande. Y cuando me lo ordenó, porque no podía más, la metí entre ellas. Mis tetas la abrazaban, ocultándola completamente por momentos. Pero mis movimientos acompasados volvían a dejarla aparecer dura, húmeda, reinando entre mis pechos.

  • Me encanta todo lo que me haces- dijo entre dientes mientras, ahora sí, me miraba a los ojos.

  • Te gustan mis tetas, entonces? Aún no me ha quedado claro.- dije irónicamente.

  • Me vuelven loco.

Volví a pensar en Sergio, que siempre me miraba mucho el escote. Me daba mucho morbo pensar que me viera así de entregada con Marcos. Esos pensamientos incrementaban mis ganas de no parar. Quería follar ya con él. Sentir su polla ancha dentro de mí. Y disfrutarla por placer y por venganza. Me encantaba vengarme de esta forma.

  • Quiero que me folles. - dije apresurada saliendo de mis pensamientos.

  • Uf te voy a destrozar Pau. - dijo con cara de puro sexo.

  • Y cómo me vas a follar? - inquirí.

No dejo prácticamente ni que terminara de hablar. Se levantó del sillon y se puso detrás de mí. Los dos ya de pie. Besaba mi cuello a la vez que se entretenía sobando mis tetas aún húmedas del contacto con su polla. De repente me susurró.

  • Ponte a cuatro patas en el sillon.- pese al susurro denoté un tono de orden que me encantó.

Muy obediente, accedí. Me puse en la postura del perrito en el sillon pero de forma lateral, quedando mis codos sobre el reposabrazos. Él de pie  contemplaba la escena.

  • Así, te gusta?- dije, con tono inocente, mientras giraba la cabeza para miralo a la cara.

No contestó. Se colocó de rodillas en el sillon detrás de mí. Ni siquiera me quitó el tanga, lo rodó. Mi vista en la puerta de la entrada, esperaba ahora sí que entrara Sergio y me contemplara sumisa, entregada a la polla de su amigo. El amigo que iba a darme lo que él no se atrevía a darme. Empecé a sentir el roce de su miembro en mí. Cerré los ojos y sólo deseaba que lo hiciera ya.

  • Tanto tiempo sin hacerme caso, y ahora qué quieres que te folle?- me dijo el muy cabron mientras jugaba con su punta en mí.

  • Sí, fóllame ya. - ahora era yo quien ordenaba o suplicaba, no sé bien.

Debió sonarle como una orden que tenía que cumplir porque agarró bien mi tanga, rodándolo mejor para que no le molestase, y me la metió lento pero hasta el fondo. Con la otra mano sujetaba mi cintura. Empezó a moverse. Me agarré bien al sillon para resistir mejor sus embestidas. Me lo hacía muy bien.

  • Dios... Marcos que bien follas. No pares por favor.- ahora si que le suplicaba.

Y no paró. Alternaba movimientos más lentos con sacudidas brutales. Me estaba matando de placer. Ahora que lo había descubierto iba a querer esto a diario. Pasaron los minutos y no frenaba me seguía dando sin parar. Ya le había hecho saber dos veces que me corría y él no paraba. Era inagotable.

  • Me voy a correr. - dijo al fin.- dónde quieres que lo haga?

  • En mis nalgas, quiero sentirte en ellas.

Noté como soltaba mi tanga que al volver a su sitio volvió a darme placer con el roce. Lo imaginaba con su polla apuntando mi culo y me moría por sentirlo eyacular. Cuando lo hizo me encantó la sensación de oirlo gritar y desahogarse en mí. Volví a pensar en Sergio, quería contárselo. Quería decirle que mientras el seguía con su novia yo iba a follarme a su amigo cada vez que pudiera...