La decisión II
No hay que elegir si puedo tenerlo todo
Lo invité a pasar. Caminó unos metros mientras me sonreía, satisfecho de haber conseguido lo que quería. Se sentó en el sillon sin quitarme la vista de encima. Parecía tener en su mente el plan preconcebido de cada cosa que quería hacerme. Yo no tenía intención de detenerlo, sólo pensaba en dejarme llevar. Me senté a su lado.
Así que llevas unos días sola y no me has avisado. - dijo comenzando de nuevo su juego morboso.
Bueno, la verdad que he estado estudiando, sin tiempo para nada. - contesté en tono neutro, huyendo de su chulería.
Se acercó y me besó. Lento y húmedo, disfrutándolo. Lo correspondí. Jugaba con mi lengua con habilidad. Me gustaba y comenzaba a estar excitada. Se apartó despacio.
- Ves que ésto es más divertido que estudiar.- dijo al mismo tiempo que me miraba el escote. - te pusiste lo que me enseñaste en la foto? - preguntó.
No le contesté. Me levanté y me situé de pie delante de él. Se acomodó como queriendo disfrutar al máximo del momento. Dejé que las asillas del traje resbalaran por mis hombros, luego mis brazos y por último lo dejé deslizar por mi cuerpo hasta que cayó al suelo. Lo miré a los ojos y me contemplaba con deseo.
Te gusta lo que ves?- murmuré en tono bajo, casi un ronroneo.
Mucho! - apenas podía hablar.
Estas dos, sobre todo no?. - le dije mientras me agarraba las tetas por las copas del sujetador.
No lo dejé responder, su cara lo decía todo. Lo cogí de las manos y lo levanté. Quedamos de pie, enfrentados. Me desabroché el sujetador lo más lento que pude y de la misma forma que hice con el vestido, lo dejé deslizar hasta que mis pechos quedaron libres. Lo miré de nuevo a los ojos mientras volvía a cogerle de la manos. Las llevé a mis pechos.
Entonces... querías conocerlas?- comenté en tono meloso.
Me encantan.- balbuceó mientras me las acariciaba lento, con suavidad. Mis pezones, ya duros, se rozaban con sus dedos.
Le acaricié la cara con ternura, como si lo quisiera. Jugué con mis dedos en su nuca. Lo entendió rápido, agachó la cabeza y comenzó a comer mis tetas. Qué bien lo hacía, dios! Mordía con la intensidad justa mis pezones. Jugueteaba con la lengua sin dejar de acariciarlos.
Que ganas tenía de comertelas.- dijo una de las veces que su boca quedó liberada.
Y tú? no tienes nada para yo probar? -pregunté decidida.
Asintió y comenzó a desabrocharse el pantalon. Lo empujé ligeramente en el pecho hasta que quedó de nuevo sentado. Me arrodillé con calma y lo ayudé a quitarse el boxer. Me acomodé entre sus rodillas y lo miré a los ojos.
- Pues sí que tienes algo para yo probar...- dije divertida, mientras se la agarraba con firmeza. Tenía una buena polla que me moría por probar...