La decisión del rey I

El primer capítulo de una historia en proceso. Disfrutenla.

Estaba cansada de su vida, de la rutina que la invadía y de sus desilusiones amorosas. A pesar de ser una guerrera, no quería pasar el resto de su vida destruyendo troles, ni quemando brujas malvadas, ni mucho menos pagar sus dolores con quien no tenía culpa alguna. Estaba decidida, esa mañana despertó con ganas de iniciar una aventura, de cambiar de una buena vez y tal vez, enamorarse. De eso último no estaba muy segura, aun así, el hecho de encontrarse con nuevas criaturas peligrosas y monstruosas la emocionaba al máximo.

Leah, era una veinteañera curiosa, su altura no pasaba los 1.75 m, era alta, de piel blanca, algo quemada por el sol y cabello negro liso hasta la cintura y a pesar de ser una de las mejores guerreras del reino y haber entrenado desde la infancia, su físico no era muy musculoso, pero sí que era fuerte. Ella sola pudo derrotar una de las cuadrillas de gargonks que intentaron invadir Empereon hace unos cuantos veranos atrás. Estos animales, hijos de troles con quien sabe qué, eran lentos en su ataque; Leah rodeó el perímetro con una soga a la altura de los tobillos y al intentar cruzar, los 20 gargonks cayeron desplomados e indefensos. El resto se lo deben imaginar. Definitivamente, Leah era sin duda, la mejor de las guerreras, decidida y estratega en cualquier situación que amenazara su hogar.

Empereon, debía de tener unos 500 años de pie, su rey Kreún III, era padre de 5 hermosas damas, cada una de una esposa diferente, siendo la menor, Leah. Desde el principio, el rey sabía lo que le esperaba y nunca se opuso a que su última hija entrenara con los guerreros que protegían su reino. Mas ahora sabía que había tomado una excelente decisión, porque era ella quien los había salvado varias veces.

La madre de Leah, última reina de Empereon, era adorada por todos, debido a su nobleza y generosidad, y su destacable belleza. Destrozados quedaron todos cuando llegó la noticia de que la reina había muerto. Sus órganos colapsaron con una extraña enfermedad, Leah no había cumplido el año cuando sucedió, el rey desde entonces no aceptó a ninguna otra mujer.

Leah tenía todo preparado para emprender su viaje. Su morral, con algunos alimentos y suficiente agua, un cuchillo hecho de hierro con un material desconocido que no se le permitía conocer, ella lo llamaba “el secreto” y una espada forjada igual, con un mango de plata y en él, el símbolo de un trueno, según su padre, representaba su valentía y carácter, “rápida e inalcanzable igual que un trueno”.

Su padre la miró al salir y le dijo las últimas palabras que escucharía de su boca: “Cuando encuentres lo que buscas, recuerda tu cuna, aunque no quieras volver aquí”, ella extrañada le sonrió y vislumbró lo que jamás volvería a ver. Llegó al establo, dio los buenos días y se llevó a Jhulian, su caballo predilecto.  Su vida estaba a punto de cambiar, solo que, no tenía idea.

Una hora calculó que tardó en llegar a un bosque que pertenecía a un pequeño pueblo, iba despacio para no alarmar ni dar impresión de querer robar o atacar a los guardias que a veces se ocultaban allí. Su sorpresa fue cuando de la nada un niño se guindó a su caballo y le suplicaba que lo llevara con ella.

¡¿Quién eres?! ¡¿Qué te pasa?! – Exclamó Leah sin entender bien la situación.

Por favor, señorita, lléveme con usted, no quiero estar más aquí – Dijo casi con lágrimas en los ojos.

Primero, dime tu nombre y porque quieres huir – Dijo Leah tratando de calmarse y calmarlo a él.

Mi nombre es Mhino, mi madre acaba de morir y mi padrastro es un desgraciado, acabo de huir de casa y no tengo intenciones de volver – Dijo casi sin habla.

Está bien niño, sube. ¿Tienes sed? ¿Quieres algo de comer? – Dijo amablemente a su nuevo acompañante.

¡Sí! Muchas gracias señorita – Al decir esto sus ojos se iluminaron como si de un tesoro se tratara.

Mi nombre es Leah y ando en busca de aventura, si te asusta eso, puedo dejarte en otro pueblo.

No no, para nada señorita Leah, soy muy valiente aunque sea un niño. Y pues, si en busca de aventura está, a 30 minutos de aquí, hay un reino muy hermoso, se llama Trinidad y la única heredera al trono fue secuestrada por un disque mago, yo la verdad no creo en eso, pero así dicen y están ofreciendo una enorme recompensa  a quien la traiga sana y salva, si es que aún lo está, yo lo dudo, han pasado ya 3 meses desde que se la llevaron- Dijo Minho mientras se atragantaba con un pedazo de pan.

Oye oye, con calma amigo, la comida no saldrá corriendo. Iremos allá, recuperaremos a esa princesa y pues ya después veremos que nos depara- Dijo Leah haciendo que el caballo avanzara.

La idea de tener un acompañante no le agradaba mucho, prefería aventurarse sola, pero ya eso no importaba, ya había conseguido su adorada aventura.

El viaje hacia Trinidad fue sumamente rápido para Leah, Minho la entretuvo durante todo el camino, era un niño muy inteligente y con un buen sentido del humor.

Al llegar unos grandes muros recibieron a la futura salvadora del reino. Leah estaba impresionada, era una ciudad mucho más desarrollada que Empereon, más actualizada en todos los sentidos. Desde uno de los puestos de vigilancia un guardia con algún aparato mágico que hacía realzar su voz preguntó – ¡Su nombre y motivo de visita señor! – Era tan alto el muro que no se apreciaba que el “señor” era una mujer – ¡Mi nombre es Leah de Empereon, guerrera y protectora con altos honores, solicito hablar con el rey, rescataré a su hija! – Dijo gritando a todo pulmón - ¡¿Una mujer?! ¡¿Quién más viene con usted señorita?! – Preguntó al ver que algo minúsculo se movía en el caballo además de Leah – ¡Es mi segundo, me ha salvado la vida en múltiples ocasiones! – Dijo mientras reía, sin temor a que la vieran porque era imposible que vieran algún gesto desde esa altura.

El muro del centro que era más grande que los laterales empezó a temblar y a abrirse lentamente, Leah pasó y fue recibida por una multitud que solo prestaba atención a sus quehaceres, no repararon en Leah, eso la alegró. En el aire se notaba un cierto clima de tristeza, las personas, iban y venían, como si estuviesen programados para eso, ir y venir, nadie hablaba con nadie, era obvio que la presencia de la princesa secuestrada era muy importante. Siguió su camino, viendo los finos toldos de verduras y frutas, las panaderías atrás de cada toldo, carpintería, ferretería, era impresionante. A lo lejos vio una gran redoma, llena de árboles y grandes postes de luz, había sitios para sentarse y hasta uno especial para caballos. Al pasar la redoma vio el enorme castillo, era 3 veces más grande que el de Empereon, exageradamente grande y con un hermoso jardín que parecía de ensueño. 20 minutos tardó en pasar el jardín. Cientos de enredaderas con hermosas formas de reyes y reinas, flores que jamás había visto y fuentes de agua, o de ¡vino! Era increíble lo exagerado que podía llegar a ser un rey, pero tenía que admitirlo, el rey de Trinidad tenía mucho estilo.

Al llegar a la puerta del palacio, inmediatamente fue llevada hacia donde se encontraba el rey, al parecer hacía mucho que los guerreros y nobles se habían cansado de buscar a la princesa.

20 pilares, contó Leah en el pasillo que daba a la gran sala real, una enorme alfombra morada con hilos de oro que resaltaban  y era inevitable no verlos. El rey se encontraba en su trono, sosteniendo su cabeza con una mano, se notaba cansado, entristecido, como si le faltara una parte de su alma y a su derecha, la reina de Trinidad, Leah quedó impresionada de la belleza que la mujer poseía, parecía un Ángel, un Ángel muy triste y con su mirada perdida, su cuerpo se encontraba allí pero su alma estaba mucho más lejos.

Majestad, esta es la guerrera que dice que puede encontrar a su hija- El rey solo se limitó a levantar su mirada agotada, la reina ni se inmutó.

¿Qué tienes de especial tú? – Preguntó sin ánimos.

Soy la mejor guerrera de mi reino y princesa, igual que su hija, pero no por eso menos fuerte. Yo sola detuve una invasión de gargonks incluso antes de que cruzaran las torres que delimitan mi reino con el bosque – Dijo con la frente en alto.

¿Tú? Empereon, conozco a tu padre, sus guerreros son los mejores debo admitir, mi gran amistad con él impidió que quisiera destruir su imperio – Dijo en tono de broma – Mi hija – Prosiguió – Estaba destinada a algo grande, incluso más que mi propio palacio, metafóricamente, por supuesto, eso sentía yo. El día que cumplió su mayoría de edad, le hicimos una gran fiesta, todos bailaron y brindaron justo aquí. Y ese impostor – Dijo con un grito ahogado, mientras lágrimas caían del rostro de la reina que hasta los momentos no había dado señales si quiera de estar viva – Se presentó alegando que era un duque, de buen linaje y grandes tesoros, pidió la mano de mi hija. Debí suponer que algo iba mal, mi hija, la dulce Noelia, dejó de comer y hasta de sonreír. Pasaba horas en su cuarto sin querer hablar con nadie. El día de su boda, hace exactamente 3 meses, el duque se esfumó con ella y cuando digo se esfumó, lo digo literalmente. Lo último que vi en mi hija fue esa mirada de tristeza, intentó correr pero la nube de polvo se la llevó – Lloró como un bebe al terminar.

Su majestad si me permite, creo saber de quién habla. Hace un par de años – Empezó a relatar, mientras los ojos del rey y la reina se posaron fijos en Leah – Me hice cómplice de una bruja para atrapar a unas cuantas que habían sido desterradas y lograron escapar, sabrá usted que las brujas no tienen intenciones de herir a nadie, sus conocimientos mágicos solo son para ellas y nunca han querido lastimarnos, con la excepción de esas brujas que se descarrilan, son desterradas a una tierra lejana, donde se vaporizan. En fin, esta nueva amiga, en una de nuestras reuniones me confesó que hace 50 años, las brujas estuvieron en peligro de desaparecer, por no ser tan agradables a la vista, los hombres ya no caían rendidos a sus pies y no podían tener hijos, por esa razón, realizaron un hechizo para hacer a un hombre inmortal y que evitara la extinción de su raza. Al inicio, este hombre inmortal realizó cada una de las peticiones que las brujas le demandaban, asqueado por la falta de belleza de esas brujas, huyó. Con el tiempo, las brujas se dieron cuenta, que realizando hechizos generosos, se volvían cada vez más hermosas y los hombres las buscaban, se olvidaron de este hombre inmortal, que al parecer no solo podía vivir para siempre sino que tenía dones igual que sus creadoras. Este señor, es su mago secuestrador. Sé exactamente dónde buscarlo, el viaje será largo y tal vez no lo encuentre a la primera, pero si confían en mí, traeré a su hija de regreso y la cabeza de ese desalmado.

Los reyes no cabían de los sorprendidos que estaban, inmediatamente, a Leah le fue otorgada una habitación, al igual que Minho, que se encontraba afuera, para que descansaran y al día siguiente a primera hora, partir.

A Leah le fue dada una foto de la Princesa Noelia, era sin duda, la mujer más hermosa que había visto, su piel era muy blanca y su cabello castaño, ojos color miel, la observaba tan delicada. Se quedó dormida contemplándola, pensaba que el dinero le haría muy bien, tenía que encontrarla.

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Espero que haya sido de su agrado, pueden seguir la historia en mi blog http://lostinwonderland.blogspot.es/ allí va un poco mas adelantada, de igual manera, estare subiendo capitulos diarios.

Sus comentarios y críticas son bienvenidas, así me animan a continuar con la historia.