La decisión de Ginebra

Un hombre lleno de melancolía recuerda a su hermana menor.

La decisión de Ginebra

Me encontraba frente a la ventana, viendo como la lluvia se estrellaba contra los vidrios biselados, mientras sentía en mi mano derecha la tibia tasa de café, escuchaba de vez en cuando los relámpagos a lo lejos y el sonido de algún auto que pasaba dispersando el agua estancada de los adoquines de la calle, ésta soledad ha sido mi compañera durante varios años y a la que me he acostumbrado, pero últimamente me he sentido agobiado y he estado pensando en renunciar a mi trabajo y a todo cuanto me rodea en esta ciudad, huir quizá a alguna playa del pacifico, o de plano buscar seriamente un psiquiatra, es curioso como ésta noche después de un gratificante descanso y en oposición sentirme propenso a un paso de la locura. Continué mirando la luz súbita de los rayos por esta ventana y mis recuerdos se comenzaron a desdoblar hasta evocar la etapa final de mi adolescencia, tomé un cigarrillo lo encendí y entre volutas de humo comencé a recordar:

En esa época me encontraba en la biblioteca de la casa familiar haciendo una tarea del bachillerato, estaba en plena concentración, mientras mi hermana menor se encontraba trabajando a un costado sobre una pequeña mesita, transcribía la canción de un conocido poeta canadiense ayudándose de un reproductor de sonido, le dije:

-bájale a la música, que no me puedo concentrar, volteó con enfado y me dijo

-Yo también tengo que hacer este trabajo

Ginebra, en esa época era una jovencita muy atractiva de diez y siete años, morena de cabello casi negro ensortijado le llegaba a sus hombros, mejillas redondas, grandes y brillantes ojos castaños muy dulces, una naríz pequeñita casi chata y tenía unas curiosas pequitas en su rostro principalmente en naríz. Nuevamente me preguntó, como podía transcribir la letra que le parecía muy complicada, entonces le comenté que no se había dado cuenta que el libro del autor se encontraba en los anaqueles de la biblioteca, que por cierto era muy grande con grandes estantes de fina madera, herencia del abuelo y se ha enriquecido con libros contemporáneos que adquirió mi madre a lo largo de los años.

Ginebra fue revisando cada rincón, un rato después me dijo; -No lo encuentro, ayúdame por favor

-Creo que lo vi por aquí arriba, Le dije señalando con el dedo, y continué con mi trabajo, deslizó la escalera de madera corrediza y la acomodó en la sección, subió y comenzó a revisar en el área de literatura norteamericana, voltee y le dije esta más arriba, fue cuando me di cuenta que estaba aproximadamente a dos metros de altura sobre mí cabeza, y no me había percatado que tenía una minifalda blanca de algodón estampado de flores y al voltear observe en perspectiva sus piernas morenas ligeramente gorditas pero muy bien torneadas, instintivamente me levante y me apoyé de la escalera, mirando hacia arriba, mientras ella revisaba minuciosamente libro por libro, señalándolos con su dedo, se inclinó a un costado para examinar el extremo de la línea de los empolvados libros, desde abajo yo miraba entre boquiabierto y maravillado queriendo grabar en mi mente esa imagen tan inesperada, el contorno de sus piernas morenas y bien firmes por la gimnasia y el entrenamiento que practicó desde niña durante varios años, estiraba sus piernas parándose de puntas sobre el escalón, seguí mirando el interior de su falda, sus calzones de algodón blanco eran ligeramente mordidos por sus bellísimas nalgas redondas, yo estaba sorprendido, ya que además podía ver desde ese ángulo su vulva que se dibujaba claramente bajo el calzón.

  • ¡lo encontré!, dijo muy contenta, di un paso hacía atrás, ella tomó el libro estirando su brazo, y al intentar bajar ocasionó un resbalón y se vino de lado y al yo estar abajo la sujeté inmediatamente de la cintura y sin querer le toqué con la otra mano un seno que para su edad me pareció que eran muy grandes.

Ginebra volteó a mirarme sorprendida, con los ojos muy abiertos, yo aún la sujetaba junto a la escalera y ella me tomó de un hombro para apoyarse e incorporarse, sorprendida me dice:

-si no hubieras estado abajo que porrazo me hubiera dado, pero ¿Qué hacías debajo de le escalera eh? ¡HAAAA! ¡Pícaro! ¿Mirándome los calzones?

-¡No ¿cómo crees? Solo reaccione…como superman Le dije un tanto nervioso.

Y Ginebra no dijo nada, tomó el libro que voló hasta el suelo y se fue contoneando a su habitación.

Mucho tiempo después, Ginebra fue invitada a un campamento de verano, organizada por un grupo de amigos y vecinos a un conocido bosque, pero mi madre que siempre estaba viajando con su negocio de bienes y raíces, dijo categóricamente, -Mira Ginebra si no te acompaña Ulises tu no vas… para mi era un martirio estar en esas cosas, y sobre todo andar de niñera, a mi no me gustaba para nada la idea de ir al campo, estaba a punto de hacer un escándalo, pero mi hermanita que estaba ilusionada por ir con algunos de sus compañeros de colegio que había invitado, la vi muy triste y estaba sentada en un sillón cruzada de brazos, pero se sorprendió mucho cuando accedí, ya que de pronto pensé por que no, quizá pueda ver a Elisa una compañera del colegio de ginebra muy hermosa y despampanante, pero que desafortunadamente ni siquiera me voltea a ver,

por fin estuvimos en el mencionado campamento y después de insoportable agonía entre esa gente, se organizó una excursión al tercer día para viajar a la zona de un lago, fue una idea afortunada ya que estaba pasando un infierno por tanta bobería, yo caminaba junto con Ginebra cuando nos retrasamos por desgracia ya que se le ocurrió meterse entre unos arbustos para orinar, yo la esperé impaciente, se adelantó el grupo y repentinamente comenzó a llover primero una lluvia suave, que nos permitió seguir el camino incluso bromeando, luego grandes gotas poco después se comenzó a convertir en una fuerte tormenta, se escucharon relámpagos que centelleaban en el cielo, y un viento espantoso, Ginebra estaba desesperada a punto del llanto, corrimos como desesperados por el primer lugar que se me ocurrió, perdiendo definitivamente al grupo que seguramente corrió con la misma suerte, descubrí una especie de cabaña desvencijada sobre una ladera, nos metimos en ella, y esperamos, Ginebra se encontraba mojada y , sus ojos relucían hermosísimos, le comenté que nos podríamos enfermar con la ropa tan mojada, que teníamos que quitárnoslas, ella no quiso pero después de unos minutos al sentir un mayor frío comenzó a hacerlo entre temerosa, entonces descubrí que para su edad tenia unos enormes senos, se transparentaba sus pezones muy oscuros de ese sostén de algodón muy juvenil, se quitó sus pantalones bermudas y los extendió sobre una tabla pringosa, diciendo bueno eres mí hermano ni modo de tener tanta pena, y pude ver sus piernas gorditas con un tono moreno, y esas nalgas más grandes y anchas de lo que pensaba, sus calzones eran de un algodón de color violeta de un estilo que estaba muy de moda entre las jóvenes, aunque desafortunadamente en esa época no eran tan usuales las famosas tangas. También pude ver que tenía unos pelillos muy oscuros que salían ligeramente de los bordes y se dibujaba claramente su vulva grande como durazno, incluso en la superficie de sus piernas tenia gran cantidad de finos pelillos. Ella me miraba extrañamente con una especie de sonrisa llena de coquetería como si gozara, un tanto picara, entonces me preguntó, -¿Tardará mucho en quitarse la lluvia? le contesté que eso era imprevisible en el campo volteando a ver las goteras en el interior de la cabaña, pensando que de seguir así necesitaríamos un paraguas para usarlo en el interior.

Me pidió que me acercara que tenía frió, fue cuando me acerqué y la abracé ella también lo hizo, estuvimos así mucho rato escuchando la fuerte tormenta que golpeaba peligrosamente las tablas del techo, acompañada de rayos ensordecedores, ella temblaba y comenzó en un momento con sus manos a acariciarme la espalda, con mi mano metí mis dedos en los rizos de su cabeza y comencé a peinar cariñosamente esa hermosa maraña de cabellos negros y húmedos.

Volteó y me miró con esos grandes ojos, castaño oscuros, que en ese momento tenían un extraño brillo espectacular, como una especie de deseo entonces le bese su frente sintiendo pequeños granitos juveniles, luego la punta de su naríz, dirigiéndome luego a sus labios tocándolos suavemente, que estaban un poco resecos ella respondió primero con temor, sentí la humedad de su lengua con una textura muy peculiar y con un sabor de su piel ligeramente salada por la constante transpiración de la caminata, acariciaba sin cesar su bella cara , sus cabellos, su cuello, luego mi mano se dirigió a sus senos, la metí entre el sostén de ese algodón elástico, para tocar sus pezones, por el frío y la humedad los sentí muy duros en la palma de mi mano, pase lentamente mi lengua por esas voluptuosidades gozándolos infinitamente, dejándolos brillosos de saliva, después continué acariciando sus muslos de piel suave y delicada y firme como una escultura de ébano, deslice mi mano por su vientre confirmando que estaba un poco pasada de peso, pero no me importó metí mi mano por debajo del calzón sintiendo el fino pelambre y yendo todavía más allá, toqué su vulva, mi dedo índice jugaba y lo introducía gradualmente sintiendo una humedad de un aroma tan agradable y reconocible al pasarlo de vez en cuando por mi nariz, realmente se estaba manifestando una relación lúdica, ella suspiraba, mientras besaba nuevamente su cuello, ella ya tenia en una de sus manos mi miembro que estaba erecto, estaba asida firmemente y lo acariciaba de arriba hacia abajo más por intuición que por experiencia, lo movía de pronto con una acción desesperada, adolescente, mientras gemía deliciosamente con una vocecilla que me estremecía, en cada progreso de mi parte.

Entonces le comencé a besar la parte alta de su espalda tan bien definida y así teniéndola de espaldas con un brazo la incliné de costado en el piso de la agrietada madera, con la otra mano con mis dedos le hice a un lado la orilla de la parte baja su calzón y le introduje delicadamente mis dedos en esa húmeda vulva y luego le acomodé mi pene que estaba a punto de estallar y comencé suavemente a introducirlo entre un gemido largo y placentero de Ginebra, yo sentía su sexo sumamente apretujado pero con su lubricación para ese momento ya abundante logre penetrarla plenamente, me di cuenta que mi hermana no era virgen, pero ese asunto a mí no me importaba, seguía aferrado con tocando con mis manos sus senos que se agitaban cadenciosamente, acaricié su vientre y luego tomé con firmeza su cintura para darle más fuerte, mientras aumentaban sus grititos -¡HAAAAAAAAA! ¡HAAAAYYYYY!

Mientras en esta posición de costado ella trataba de moverse, tenía unas caderas deliciosas muy amplias y su moreno culo de pera moreno, Ginebra más excitada por el momento y la situación tan extrema que se estaba dando en lo que quedaba de esa cabaña, gemía cada vez mas fuerte en el ocaso de esta embestida, llegando a una especie de rítmicos gritos. Terminé temblando como todo joven dejándole su sexo chorreando de semen. Nos quedamos muy quietos, yo seguía apretándola firmemente con mis brazos como no queriendo que se me escape, hacia otro mundo de pensamientos, ella aun suspiraba y temblaba por el frío, sin decir nada, yo la contemplaba vigilando que no se durmiera. Ella giró y me miró dulcemente tomo mi cara con su mano y me besó en los labios.

Continuaba lloviendo con relámpagos dispersos, más tarde nos encaminamos regresando al campamento.

Nunca platicamos al respecto, tampoco tuvimos otro encuentro de este tipo, no nos buscamos en absoluto ni encontrándonos solos en casa., pasaron los años, yo dejé el hogar, mi trabajo me llevo a cambiar de ciudad, ya han pasado cerca de quince años mi madre murió hace años y mi hermana encontró su camino, se casó y actualmente solo me quedan recuerdos de una pasión lejana.

Y así encontrándome frente a esta ventana divagando esas imágenes, y sentimientos, luego fui a mí estudio y busque una vieja fotografía en blanco y negro que es todo lo que tengo de ella donde se dibuja una bella sonrisa brillante y una mirada de esperanza, de pronto escuché un toquido en la puerta, al abrir la sorpresa no se hizo esperar, era predecible era Ginebra, después de varios años sin vernos, traía un par de maletas procedente del aeropuerto, estaba cubierta con un abrigo nos abrazamos y la invité a pasar, irónicamente se encontraba completamente mojada y su cabello seguía siendo muy hermoso, se encontraba quebrado y negro como antes, tomé una toalla y le ayudé a secarse el cabello, miré su rostro que era más bello que nunca, sus pecas me recodaban su etapa juvenil y sus ojos grandes y hermosos, utilizaba un mínimo de maquillaje pues nunca le gustó, le saque el abrigo y fue cuando veo con enorme sorpresa que se encontraba embarazada, seis meses me dijo, entonces antes de que la interrogara me platicó que se separó ese mismo día y precipitadamente de su marido, fue victima de una agresión constante y los últimos golpes del marido le dieron punto final a esa relación.

me pidió entre lagrimas estar un tiempo después conseguía un lugar para vivir. Yo le comenté que no pensara en eso que era mi hermana y que vería por ella. Que pronto nos organizaríamos, platicamos mucho esa noche y le cedí mi habitación para que estuviera cómoda, durmió muy cansada, mi departamento no es muy grande así que tenía que acostumbrarme a mí nueva vida. En los días siguientes tuvimos agradables momentos, Ginebra es profesionista, con una maestría en relaciones internacionales, al venir a esta ciudad, no solo dejó un grave problema domestico, sino que dejó su trabajo, para empezar de nuevo, pero tiene grandes perspectivas profesionales, procuramos comer juntos, y mi vida se transforma agradablemente, después del trabajo por la tarde procuro llegar para cenar juntos, me siento feliz.

Pero las cosas gradualmente fueron transformándose, que aunque sentía una luz con la presencia de Ginebra, esto estaba tomando un matiz lleno de inquietudes.

Yo traté de tener una relación fraternal, de profundo respeto, pero el destino parecía tener otros planes y provocaba querernos cruzar constantemente en los lugares más comunes e inesperados, la situación más significativa fue una mañana que llegué al baño para orinar, y me encontraba concentrado en esta acción sobre el escusado cuando entró ginebra sin previo aviso y me miró abriendo los ojos sumamente, yo no supe como reaccionar con el pene en la mano, ella juguetonamente sonrió y dijo:

– ¡Mmmm que grande!, tomó del botiquín una crema facial y salio, yo lo tomé como una más de sus bromas.

En otra ocasión salio de la cocina con su bata de baño y se sentó en la mesita del comedor, y así de perfil al tomar una tasa de café, se creó un hueco como una ventana entre la tela y el enorme seno y pude mirar su pezón oscuro, me inquieté bastante, sentí incluso una erección, que preferí levantarme de la mesa e irme al trabajo de inmediato.

y de esta manera se fueron sucediendo las situaciones más insólitas en el departamento, lo más contundente fue cuando estaba preparándome para salir de la ducha con la toalla fajada a la cintura, Ginebra abrió la puerta y asomó solo su cabeza, estaba perfectamente arreglada, me comentó que iba a salir para una consulta con un pediatra, y regresaría por la tarde, me quedé mirándola y me acerque sin preámbulos, abrí completamente la puerta, ella estaba vestida con un bello traje de dos piezas tipo sastre de lino crudo, con una cinta blanca en el pelo que le formaban un peinado que le hacían destacar su cabello suelto y ensortijado, sin embargo su rostro abotagado por el embarazo le hacían ver más bella que nunca y su mirada con ese peculiar brillo de preñez que estremece de ternura, al estar frente a ella, nuestra mirada se encontró, ginebra tampoco dijo nada, no había nada que decir, le toqué su rostro y bese sus labios con profundo deseo, despedía un perfume muy suave que también me remitía a su adolescencia, dejo caer su bolso al suelo y me abrazo sujetándome con delicadeza, ese beso que parecía sellar los temores, la abrace fuertemente y nos dejamos llevar, la hice girar recargándola de espaldas a la puerta, le becé el cuello y comencé a desabrochar su blusa, al quitarle la parte superior del traje, vi sus senos que estaban plenamente hinchados, parecían brotar de ese fino sostén de encaje que dejaban ver una cinta como seda transparente donde se apreciaban sus negros pezones, me saco la toalla y tomo inmediatamente mi pene erecto, me apresuré a desabrochar su falda dejándola caer, mirando esas piernas morenas de anchas caderas, su panza ya con huellas de estrías y bajo esta los calzones que hacían juego con el brasiere color perla, tenían un también un peculiar y diminuto encaje al frente con finos dibujos y un diminuto moño, continué besándole el cuello mientras ella suspiraba, al sacarle su brasiere brotaron sus senos plenamente coronados con sus amplios pezones negrísimos, su cuerpo aunque tenía una conformación evidentemente distinta, más madura, finalmente habían pasado cerca de quince años y ahora se encontraba ahí enfrente, miré esa enorme mata de pelo al sacarle su ropa interior, mi mano la deslice tocando su ombligo hacía abajo, notando gran cantidad de vellosidades sin afeitar, destacando las que corrían por la entrepierna, sus labios de la vulva eran más gruesos ahora como si estuvieran hinchados, nos fuimos recorriendo entre los muros del baño besándonos como desesperados hasta llegar al fondo junto a la regadera, la recargue en los azulejos de la pared, ella con cuidado se hincó y tomo mi pene se lo introdujo en la boca, pasando su lengua incluso por mis testículos jalándolos con sus dientes de manera juguetona, provocándome un cosquilleo muy agradable, luego continuo un sexo oral con gran intensidad metiéndolo y sacándolo de manera rápida y luego lenta, en un momento se incorporó y con cuidado la hice girar y la coloqué recargada con sus manos en la pared, le introduje mi pene y ella procuró abrir lo más posible sus bien torneadas piernas, tenía un trasero maravilloso, unas nalgas grandes que ya no eran las de mis recuerdos de adolescente, pero su piel morena y un poco flácida hacían excitarme mucho más, le comencé a meter primero suavemente para no lastimarla, pasó su mano por detrás para controlar las embestidas luego le di con más fuerza, tomando de sus caderas para asirme con mayor impulso, en un momento dado le fui dando con rapidez mientras Ginebra jadeaba de placer, apoyada en esa intersección del muro se aferraba como podía, yo desde mi perspectiva no me cansaba de mirar sus nalgas, y una fina vellosidad que surcaba del culo hacia lo largo de su espalda comenzó a transpirar formándose un brillo de que lo podía sentir pasando mis manos , sus cabellos le caía por los hombros agitándose en cada embestida, entonces giró y se hincó apoyándose en la tasa del escusado y ahí se acomodo en cuatro sobre la pequeña alfombra, sus piernas maravillosas también estaban brillosas por el sudor y corrían gotas por sus muslos en ese momento me dijo:

-¡Así papito dame fuerte!, quiero que me metas la verga duro

Y comencé con las más fuertes embestidas, acompañadas con continuos gemidos de ella, mientras agarraba sus senos hinchados que se sacudían sorprendentemente, los apretaba jalándolos hacía mí, luego deslice mis manos por debajo de su enorme panza acariciándola en forma circular, en ese momento traté de besarle el cuello, los hombros la nuca sudorosa, continué dándole en este momento más rápidamente escuchando esos jadeos ¡HAAAAAAAYYYYY! ¡HAAAAAYYY! ¡PAPI MÁS¡ ¡DAME MÁS! ¡HAAAAAASSSIIIII! y volteó su cara de lado con una mirada dilatada con un extraño brillo cautivador.

-¡métemela por el ano mi amor!, yo me quedé boquiabierto al decirme esto, y saqué sumamente mojada mi verga de su hendidura, abrí sus nalgas y coloque la punta y comencé a deslizarla lentamente en ese ano ajustadísimo, fue una acción difícil pero en cada metida escuché sus gemidos, al lograr introducirla totalmente fue cuando comencé a bombear con mayor impulso, apoyándome de sus hachas caderas,

-dame con todas tus fuerzas !Haaaaaaaasí! ¡HAAAAAAAAAA!, entonces le continué dando hasta sentir que me vaciaba acompañado de los gritos más grandes que le había escuchado, arrojé en su apretado ano el semen que comenzó a salir, Ginebra vibraba yo seguí apoyándome desde sus hombros y jalándola hacía mi para provocar una última arremetida acompañada de un sonoro grito, al final nos quedamos quietos durante un buen rato. Permanecimos así divagando pensamientos que no me atreví a interrumpir, pero de lo que sí estaba decidido es que no la iba ha perder, no le pregunté nada ella tampoco, estaba echa de mí, Ginebra tomo la decisión de quedarse a vivir conmigo, nos olvidamos de lógicas morales y actualmente contamos con un reducido círculo social que nos identifica como una pareja de profesionistas que vive y se divierte de manera normal y cotidiana viajando juntos en el tiempo citadino, con una pequeña hija.