La decisión de Carmen 21
Carmen lleva a Vanesa a un bar de lesbianas con la intención divertirse humillándola, pero la sorpresa de encontrar a su hermana Susana allí hace que sus planes cambien
Después de las Navidades Carmen hizo un recorte a las sesiones que acostumbraba a dar a sus esclavas. En un principio la gusto que Sara las diese un buen y merecido castigo a Gema y Vanesa por sus bajas calificaciones, pero cuando lo pensó fríamente consideró que no era una cosa buena que corriesen el riego de suspender el curso, si lo suspendían no pasarían al siguiente y Carmen no podría divertirse poniéndolas en riesgo de ser pilladas ante sus compañeros.
- Os lo aviso zorras- les había dicho el primer día después de las vacaciones en los mismos servicios de la universidad- como saquéis más de un punto menos que yo en cualquier examen el castigo que os dio Ama Sara os parecerá nada en comparación con el que yo os daré.
- Si Ama- dijeron las dos al unísono, pese a saber de la complicación de aquella orden.
- Para que lo logréis voy a reducir vuestras sesiones de un modo bastante drástico, así que como haga este sacrificio para no recibir nada, el último tramo de curso os lo haré pasar fatal.
- Pondré todo de mi parte para lograr acercarme a su nivel, Ama- dijo Gema dócil.
- Yo también Ama- dijo Vanesa, haciendo esbozar una sonrisa a Carmen.
Desde aquel momento habían pasado más de dos meses y Carmen tan solo había tenido que castigarlas en un par de exámenes a cada una, ante lo que Ama Sara se sintió muy orgullosa de la doma que su sumisa estaba dando a Gema y Vanesa.
- Cuando acabes la carrera podrías directamente dar clases- dijo Sara a su sumisa con una sonrisa mientras cenaba- si has logrado que esas zorras estúpidas pasen de sacar cincos escasos a notables altos creo que podrías enseñar a cualquiera.
- Gracias Ama- dijo la sumisa contenta como siempre que era alagada por su Dueña- Por cierto, esta noche he pensado salir con Vanesa, la toca sesión.
- Sí claro, mañana tengo que trabajar y estoy un poco cansada, pero mañana te daré lo tuyo- le dijo haciendo sonreír a Carmen, pese a que cada día se sentía más cómoda sometiendo, Ama Sara le daba unas sesiones tan intensas que hacía imposible que dejase de desear ser sumisa.
- Reservaré muchas fuerzas para mañana, Ama.
La noche les sorprendió con una temperatura de los más agradable, con lo que Carmen le ordenó aparcar a Vanesa el vehículo a bastante distancia de su lugar de destino, la sumisa, que ya sabía como se las gastaba su Ama no vaciló ni un momento y estacionó el coche junto a un banco.
Como siempre que Carmen no le decía a donde iban, Vanesa se ponía nerviosa, poco a poco se había ido dando cuanta de que su Adiestradora no la haría nada que la hiciese excesivo daño o la humillase demasiado, pero aún así sabía que sería algo que la pondría a prueba por enésima vez.
Sabiendo que cualquier pregunta no obtendría respuesta, Vanesa siguió a su Ama todo lo cerca que le permitían sus zapatos de tacón, minifalda de cuero negro y top ajustado rojo sin tirantes, el cual no hacía más que caerse, teniendo la chica que subírselo cada vez que avanzaba unos pocos metros.
Carmen por su parte lucía unas botas de cuero altas, una falda bastante más larga que la de su acompañante y una blusa azul, dándola un aspecto en conjunto mucho más recatado que el de Vanesa.
Carmen y Vanesa no pararon de caminar hasta plantarse a la entrada de un pub exclusivo de lesbianas, lo había descubierto hacía un par de días cuando navegando por internet se encontró con él, provocándola al instante un torrente de ideas con las que someter a sus esclavas, siendo Vanesa la primera en probarlo, ya que aquella semana era su turno.
El portero que se encargaba de controlar el acceso al local no pidió el carnet a ninguna de las dos chicas, el hombre tan solo echó una larga mirada a los despampanantes senos de Vanesa y les cedió el paso al momento.
Carmen no se sintió molesta ante la actitud de aquel hombre, era realista y sabía que el cuerpo de Vanesa era mucho más sugerente que el suyo, por aquel motivo, cuando salía con ella a lugares públicos acostumbraba a ordenarla vestirse de forma provocativa, de esa manera la esclava era una llave para entrar casi en cualquier local de la ciudad.
Una vez dentro se sorprendieron de lo tranquilo que era el ambiente, no era como en otras discotecas en las que nada más entrar una onda sonora trataba de echarlas del local, en aquella ocasión, pese a estar el pub bastante lleno no había problemas en comunicarse unas con otras.
Como buena sumisa fue Vanesa la que se ocupó de incrustarse en la barra para sacar una bebida tanto para ella como para su Ama, que la esperó fuera del gentío que rodeaba la barra.
La adiestradora desde la distancia podía ver con más claridad como la presencia de Vanesa no pasaba inadvertida entre las mujeres, las cuales no quitaban ojo a los impactantes pechos de la esclava, esperando un desliz por su parte, en el que su top ajustado dejase mostrar sus pechos íntegramente.
Finalmente Vanesa, usando movimientos muy cuidadosos para no chocar con nadie y que su top no bajase demasiado logró llevar las bebidas hasta la zona en la que Carmen le esperaba.
- ¿Te han metido mucho mano, mi zorrita?- preguntó Carmen divertida mirando a su alrededor para comenzar con los preámbulos de su dominación.
- Un par de palmaditas en el trasero, Ama- dijo la sumisa.
- Es que hoy te has vestido como un auténtico putón- le dijo sonriente.
- Sí Ama- coincidió la sumisa.
Después de unos minutos en los que Carmen se fijó en las chicas más sexis del pub se decidió a hablar.
- Bueno perra, comienza el juego, para la primera prueba tienes 20 minutos, quiero que zorrés por el bar y que regreses tras ese tiempo con los pechos cubiertos de marcas de pintalabios. ¿quedó claro?
- Sí Ama.
- Pues ya puedes empezar- dijo dándola un soberbio azote que resonó más de lo que esperaba llevándose las miradas de las mujeres que estaban a su alrededor, a las que dedicó una sonrisa pícara.
Tal y como esperaba no tuvo que estar los 20 minutos sin hablar con nadie. Carmen se había arreglado bastante antes de salir, y pese a que Vanesa se llevase la mayoría de las miradas Carmen también era una chica de lo más apetecible para las clientas del local.
- Perdona, me dejas un momento- le dijo una voz a su espalda al tiempo que sentía como un brazo le pasaba por un costado en su intento de agarrar un par de vasos vacios.
- Sí perdona- dijo Carmen apartándose para quedarse paralizada.
Era una de las camareras que había visto en un principio tras la barra, aquella era la más joven de todas y una de las que a la sumisa le había parecido más atractiva, no porque tuviese un cuerpazo, sino por su bonita sonrisa y la actitud amable y en algunos momentos sexis con las clientas.
Carmen habría invitado a aquella joven de pelo largo y castaño, piel clara y rostro angelical a divertirse con su esclava si no fuese por un pequeño detalle; era su hermana pequeña Susana.
- ¿Susana?- le preguntó mirándola de cerca y sabiendo con certeza que era ella al ver su rostro de sorpresa.
- Carmen, ¿Qué haces tú aquí?- preguntó la camarera olvidándose de los vasos.
- He venido con una amiga, pero creo que es más importante saber lo que haces tú trabajando aquí.
- Trabajo aquí desde hace 3 meses, papá y mamá no saben nada, así que por favor no se lo digas- pidió la chica con mirada suplicante.
- Pero porque trabajas, ¿no os llega con lo que yo os paso?
- No, no es eso- se apresuró a aclarar Susana- no quiero que seas tú la única que se sacrifique para conseguir dinero. Además, me gusta este trabajo.
- Te he visto detrás de la barra- dijo Carmen mirándola directamente a los ojos- ¿eres lesbiana o solo pones mucho entusiasmo en tu trabajo?
- Me gustan las mujeres, hace casi un año que lo sé, no sé como decírselo a mamá y papá- dijo la chica un tanto preocupada.
- No te apures, yo no estaría aquí si no lo fuese también- dijo con media sonrisa para reconfortar a su hermana- ya se lo explicaremos juntas.
- ¿No les dirás a mamá y papá que trabajo aquí?
- No, no te preocupes, te he visto disfrutar detrás de la barra, me vale con que me prometas que serás cauta y no harás ninguna tontería- le dijo seriamente.
- Te lo aseguro- dijo dando un abrazo a su hermana.
Durante el abrazo Carmen vio como su sumisa se acercaba, al parecer ya habían pasado los 20 minutos que le había dado y a juzgar por todas las marcas de pintalabios que había en la parte superior de sus senos su esclava había cumplido con la prueba.
- Mira, Susana, esa en mi amiga Vanesa- dijo Carmen sonriendo a su hermana y girándola para que viese a su voluptuosa sumisa.
- Sí ya me había fijado en ella.
- He hecho una apuesta con ella, ¿te apetece comprobar si lo ha hecho bien?
- Claro- dijo la chica con una sonrisa amplísima de poder tener contacto con la rubia despampanante.
- Solo tienes que bajarla el top.
Susana la miró sin poder creérselo, y tan solo se movió cuando Vanesa asintió levemente con la cabeza y colocó sus manos entrelazadas tras la nuca. Carmen pudo ver un poco el nerviosismo de su hermana y el como la temblaron los dedos cuando rozó los costados de la esclava para bajar el top lentamente y liberar los enormes pechos de Vanesa, que tal y como Carmen esperaba estaba cubiertos de marcas de labios e incluso algún ligero mordisco.
Carmen que sabía que se acaban de convertir en el centro de atención no subió la prenda de Vanesa, sino que la dejó así mientras contaba con tranquilidad cada una de las marcas que adornaban los senos de la joven.
- Muy bien 32 marcas- dijo sonriendo- ¿no creéis que se merece un aplauso?- preguntó al entusiasmado gentío que aplaudió por el espectáculo que acababan de ver- puedes subirte el top cuando quieras- le dijo a Vanesa con media sonrisa, ante lo que la sumisa no tardó el taparse los pechos.
Carmen, como buena hermana mayor, permaneció en el pub a la espera de que su hermana terminase su turno, el encontrarse a Susana en aquel sorprendente ambiente había hecho que se decidiese por no continuar usando y humillando a Vanesa como a ella le hubiese gustado.
- Podemos irnos ya, normalmente solo estoy en barra hasta las dos, para poder volver a casa a la hora que mamá y papá me imponen- dijo la chica cuando salió del bar- quedar castigada sin salir sería perder el trabajo de manera automática- dijo la chica.
- Me imagino, y con lo que disfrutas sería un auténtico palo- dijo Carmen poniéndose en el lugar de Susana- y ahora que ya sabemos que a las dos nos gusta lo mismo ¿tienes ya novia?
- No, aún no- respondió- he tonteado con algunas amigas y con alguna clienta del bar, pero lo cierto es que aún soy virgen- dijo la chica acercándose a su hermana para decirla en un susurro esto último.
- Bueno, no importa, aún eres joven, no tienes que preocuparte.
- Pues yo creo que sí- contradijo Susana- llevo más de un mes sin sacarme los deseos de hacerlo por fin, pero me da miedo encontrar alguna que no sea comprensiva con una novata como yo.
- ¿Quieres hacerlo con Vanesa?- preguntó Carmen a su hermana- podemos hacer un trío las tres, te aseguro que seremos unas maestras muy comprensivas- Carmen que vio las dudas en el rostro de su hermana sonrió- solo probamos, si no te gusta lo dejamos y ya intentaremos otra cosa.
- Está bien, por probar no creo que pase nada.
Carmen, que sabía que no sería una buena elección llevar a su hermana y su sumisa a casa de Ama Sara se decantó por ir a la vivienda de Ama Adriana, en la que siempre solía someter a sus perras, aquella era la intimidad que necesitaba para que la primera vez de Susana fuese una buena experiencia.
Tan solo tardaron unos minutos en llegar a su destino, estando las tres chicas nerviosas por motivos diferente; Susana porque estaba a punto de perder su virginidad, Vanesa porque no sabía como debía de comportarse para complacer a su Ama y temía que no hacerlo bien en aquella ocasión desembocase en un castigo ejemplar, y Carmen porque no estaba segura de que la excitación que sentía en aquel momento fuese suficiente como para poder tener sexo con su propia hermana, venciendo sus reparos morales.
La primera en desnudarse cuando llegaron al dormitorio principal fue Vanesa, que sin ninguna clase de pudor se desprendió de tu top, minifalda, zapatos y tanga dejando a Susana totalmente incrédula ante lo que veía.
- Puedes tocar lo que te apetezca- le ofreció Carmen colocándose a la espalda de Vanesa y alzando los pechos de la esclava con sus manos.
La chica al oír aquella se acercó lentamente hacia la voluptuosa joven que su hermana la estaba ofreciendo para clavar sus dedos sobre los blandos y cálidos pechos de la esclava que no hizo otra cosa más que gemir de placer.
Susana acarició durante unos minutos el cuerpo de Vanesa, centrándose especialmente en su culo, muslos y sexo, el cual aún estaba inaccesible para ser estimulado debido a los tres candados de los que solo Carmen tenía una llave.
La adiestradora al ver lo abstraída que estaba su hermana se movió lentamente hasta colocarse a la espalda de Susana para comenzar a quitarla ropa, comenzando por la blusa y la falda, para continuar con el sujetador y tanga negro que llevaba aquella noche. Carmen pensaba que su hermana la agarraría las manos, al menos para evitar quedar sin ropa interior, pero al parecer el estar explorando el sugerente cuerpo de Vanesa hacía que no se diese cuenta de nada, ni siquiera de que Carmen también se había desnudado a su espalda y que estaba aún más excitada que al principio.
- ¿Puedo comer de tu coñito, Vanesa?- preguntó la chica mientras chupaba con deseo unos de los grandes pezones marrones de la esclava. Carmen asintió con la cabeza para que su sumisa lo viese antes de contestar.
- Sí claro, será un placer para mí- dijo Vanesa.
Susana, contenta de la respuesta de su amante cayó de rodillas al suelo para comenzar a estimular el depilado y húmedo sexo que tenía ante ella. Carmen antes de que su hermana tuviese tiempo de preguntar por los candados se acercó con la llave en la mano para hacer desaparecer los tres cerrojos en medio minuto.
- Ahora escúchame bien zorrita- le dijo Carmen en un susurro a su esclava al tiempo que escuchaba las primeras lamidas de Susana- vas a gemir como la putilla caliente que eres, no quiero que mi hermana se vaya con mal cuerpo esta noche ¿has entendido?- preguntó en lo que mordía con fuerza el lóbulo de la oreja a la que había hablado, recibiendo como respuesta unos buenos gemido.
Carmen, que estaba muy excitada al ver la forma en que su hermana pequeña devoraba el coño de su esclava no pudo evitar colocarse a la espalda de Susana, para comenzar a jugar con su sexo. La joven, al notar las manos de Carmen en su sexo trató de moverse, pero aquella reacción solo duró unos segundos, hasta que se dio cuenta del placer que su hermana era capaz de darla, entonces levantó el culo todo lo que pudo y separó las piernas para dejar bien claro que estaba encantada de que las expertas manos de Carmen explorasen su zona más oculta.
La Adiestradora no pudo evitar excitarse cada vez que escuchaba a su hermana gemir de placer, el sexo de Susana era de lo más sensible, reaccionaba ante la más mínima caricia, y estaba totalmente depilado, cosa que la agradaba ya que no tenía intención de dejarla marchar sin probar du su dulce néctar.
Carmen, que después de haber provocado tantos orgasmos a tantas mujeres diferentes conocía los indicios que indicaban que estaba a punto de correrse, usó aquellos conocimientos para dejar de estimular el sexo de su hermana cuando notó que la liberación de fluidos era inminente.
Susana no protestó al pensar que su hermana volvería a la carga en breve, pero al oír que se alejaba sacó su cara del coño de Vanesa para mirar a su hermana.
- Me estaba gustando mucho, no me dejes así porfa- dijo la mirando a su hermana suplicante.
- No- negó Carmen sentándose en la cama y mirándola con media sonrisa- te has tirado a por las tetas grandes de mi esclava y a mí ni me has hecho caso.
- Lo siento- dijo acercándose a cuatro patas hacia su hermana, abandonando la lamida que estaba dando al coño de Vanesa- a partir de ahora te haré caso a ti también.
- Levántate- le indicó con cariño incorporándose ella también.
Carmen examinó el cuerpo de su hermana de arriba abajo, sin duda tenía un cuerpo hermoso, piel clara, complexión bastante liviana, pechos pequeños pero firmes adornado con unos pezones marrón claro que se clavaban en las palmas de las manos de Carmen.
La Adiestradora gozaba escuchando los largo y sentidos gemidos de Susana, si no se hubiese tratado de su hermana habría pensado que estaba fingiendo, pero sabiendo que era novel en el sexo era normal que la produjese ese impacto las habilidades que Carmen había estado puliendo con esclavas y Amas de lo más exigentes.
- Por favor Carmen, hazme acabar- le pidió la chica al ver que Carmen la estimulaba por todo el cuerpo repartiendo así su placer.
- No imaginabas que tu hermana mayor tuviese estas mañas con el sexo, ¿verdad?- le preguntó sonriendo mientras aprisionaba con solo dos dedos el hinchado y rosado clítoris de Susana. La chica estaba tan invadida por el placer que lo único que pudo hacer fue negar con la cabeza.
Vanesa que ya conocía perfectamente los gestos que su Dueña le hacía no tardó en salir de la habitación para regresar con dos arneses, uno de uno 25 centímetros muy grueso de color negro y otro algo más pequeño y fino de color rosa; Carmen se decidió por el segundo y Vanesa como fiel esclava le ayudó a ponérselo.
- Lubrícalo bien perra- le dijo a Vanesa cuando esta terminó de ayudar a su Ama.
- Sí Ama- dijo arrodillándose para comenzar a lamer el dildo con el que tenía intención de penetrar a Susana.
- Relación Ama- esclava, nunca lo hubiese imaginado de ti, Carmen- dijo Susana que estaba tumbada en la cama con las piernas bien abiertas acariciándose el sexo.
- Yo aún no me pudo creer lo que está pasando esta noche- dijo Carmen mientras guiaba la cabeza de su esclava para que fuese más rápido- ve poniéndote a cuatro patitas que no voy a tardar en meterte esto por tu lindo coñito.
Susana al escucharlo se incorporó sobre la cama para caer al instante en la posición que su hermana le había solicitado, con las palmas de las manos y las rodillas clavadas sobre el edredón, el culito bien arriba y las piernas todo lo separadas que podía.
Carmen se acercó con la intención de ser la primera que penetraba a Susana, pero antes de hacerlo no pudo evitar agarrar con fuerza las nalgas de la chica y dar una larga lamida al húmedo y perfumado sexo de su hermana que gimió de placer al sentir la habilidad de Carmen con la lengua sobre sus propias carnes.
- ¿Estás preparada?- le preguntó la Adiestradora apuntando el dildo sobre el sexo de Susana, llegando tan solo a mojar la punta con los fluidos de la joven.
- Sí por favor, métemela- dijo la chica recibiendo casi al instante la penetración de Carmen, que empujó el dildo sin dificultades hasta el final, sorprendiendo a la penetradora.
- Tienes un chochito muy tragón- le dijo con una sonrisa antes de comenzar a penetrar con auténtica fuerza.
Carmen, que comenzó a embestir con cuidada no tardó en dejarse de miramientos al comprobar lo mucho que gozaba su hermana y el como esta le imploraba que fuese más y más deprisa.
Los gemidos de Susana hacían que las fuerzas de Carmen se incrementasen a cada momento y la penetrase cada vez con más energía, hasta que la joven jadeante dijo:
- Carmen, estoy a punto de llegar.
- Córrete cuando quieras- le dijo la penetradora sin bajar el ritmo, pese a que a ella aún le faltaba mucho para llegar al orgasmo.
Tan solo unos pocos segundos después de que Carmen dijese aquello su hermana comenzó a convulsionarse y gritar de gusto. La Adiestradora pensando que estaba fingiendo para complacerla pasó su mano por los muslos de la joven, pero al ver lo mojados que los tenía se convenció de que Susana no estaba echándole ni un ápice de cuento.
Carmen no retiró el dildo del empapado sexo de Susana hasta que esta no dejó de gemir. La penetrada en cuanto notó que el arnés comenzaba a salir de su interior cayó inexorablemente sobre la cama.
- Nunca imaginé poder recibir tanto placer- dijo la chica.
- Tengo bastante experiencia- le dijo Carmen tumbándose junto a su hermana para mirar a continuación a Vanesa que permanecía de pie mirando la escena-perra, tus candados están encima de la mesilla, ¡póntelos! Tan solo queda un orgasmo y va a ser mío.
Vanesa sabiendo de lo inútil que era replicar en aquellas situaciones se dirigió sumisa a recoger los pequeños cerrojos que la mantenían en castidad para ponérselos uno tras otro.
- Como la tienes domada- comentó Susana impresionada después de recibir un par de besos en la espalda de su hermana.
- Sí, cada día está más domesticada- comentó- pero ahora ella no importa ¿vas a ayudar a tu hermana mayor a llegar al orgasmo?- preguntó mientras se quitaba el arnés para dejar libre su sexo.
Susana no respondió ni una palabra, tan solo se levantó para dejar sentarse a su hermana con las piernas abiertas y así poder hundir su boca en el caliente y mojado sexo de Carmen.
La receptora de aquella felación comenzó a gemir con un poco más de énfasis que cuando la que la lamía era Vanesa, pese a que su comportamiento había mejorado muchísimo desde el inicio de su doma a Carmen aún no la gustaba demasiado reconocerla sus méritos.
La esclava por su parte miraba deseosa la escena, cosa que a Carmen la encantó, la hacía sentirse muy poderosa el tener controlados los orgasmos de la que tiempo atrás hubiese sido su peor enemiga.
- Si tantas ganas tienes de participar puedes comenzar por lamerme los pies- le dijo sonriendo, haciendo que la sumisa subiese a la cama de un brinco para lanzarse sobre el pie derecho de Carmen, el cual comenzó a ensalivar con deseo, seguramente con la pequeña esperanza de si lo hacía muy bien su Dueña le permitiese llegar al orgasmo.
Pero las esperanzas de Vanesa se esfumaron por completo cuando Carmen comenzó a gemir y convulsionarse ligeramente al tiempo que agarraba la nuca de su hermana Susana, para pegar la cara de esta más al sexo de la Adiestradora.
- Sabes deliciosa, Carmen- le dijo Susana encantada de haber probado los jugos de su hermana.
- Tú también estás riquísima- dijo moviendo la cabeza para ver la hora que era- vamos a darnos una ducha rápida y te llevamos a casa.
- Vale- dijo la chica para guardar un pequeño silencio antes de preguntar- Carmen ¿repetiremos esto otra vez?
- No veo porque no- dijo la chica con naturalidad- ahora mismo no me siento nada culpable de lo que acabamos de hacer, y no creo que me sienta mal, así que si tú quieres podemos repetir algún día- escuchar el razonamiento de su hermana hizo sonreír a Susana.
Sin decir ni una sola palabra las dos hermanas totalmente desnudas caminaron hacia el baño seguidas de la frustrada Vanesa que las miraba con envidia, pero consciente de que a diferencia de ellas sus orgasmos ya no la pertenecían.
Continuará…
Agradeceré comentarios y sugerencias tanto por aquí como por mi correo fantasias1987@hotmail.com