La decisión de Carmen 18
Carmen finalmente pone a prueba a Gema para conocer hasta donde llegan sus deseos de ser sumisa
- Sí Ama, todo va bien- dijo Carmen sonriendo mientras estaba sentada en el sofá del salón con los pies sobre la mesa- esta tarde pondré a prueba a Gema, la he hecho esperar casi 2 semana.
- Te estás volviendo muy perversa- le dijo Sara al otro lado del hilo telefónico en tono cariñoso, la mujer se encontraba en Barcelona y allí seguiría durante un par de días más.
- La hago esperar porque sé que está desesperada por ser sometida- respondió la sumisa.
- Seguro que tu perversa cabecita ya ha planeado una dominación excitante.
- Sí Ama, estoy segura de que quedará muy contenta cuando la mande los videos y fotos que haga.
- Los esperaré ansiosa- dijo sonriendo- por cierto, ¿Qué tal llevas los exámenes?
- Muy bien Ama.
- Así lo espero, porque como saques malas notas te castigaré por ser una niña poco aplicada- dijo Sara, pero Carmen sonrió confiada en que sus notas serían buenas.
- La agradarán mis notas, estoy convencida.
- Bueno, un besito que tengo que seguir trabajando- le dijo de repente.
- Que pase un buen día, Ama.
La calle recibió a Carmen con una ráfaga de aire frio, aquello era muy normal, estaban casi a mediados de noviembre y aquel día era especialmente fresco, por aquel motivo había seleccionado aquella tarde para poner a prueba a la tímida Gema.
La sumisa estaba muy tensa ya que la que sería su Adiestradora no le había dado ni un solo avance de lo que tenía intención de hacer con ella, Carmen prefería tenerla nerviosa ante los planes que ya tenía trazados.
- Buenas tardes perra- le dijo Carmen cuando llegó al banco del parque en el que había quedado con Gema, llegando casi 20 minutos tarde.
- Buenas tardes Ama- dijo la sumisa al momento levantándose de su asiento.
- Para ver si vas en serio primeramente arrodíllate y bésame los pies- dijo la muchacha mirando a la sumisa que lo primero que hizo fue asegurarse que no había nadie que la pudiese ver- Lo siento, pero no me gustan las dudas- dijo Carmen dándose la vuelta y comenzando a caminar.
- No, por favor, espere, lo haré- dijo Gema arrodillándose en el suelo y comenzando a gatear hacia Carmen.
Carmen sonrió mientras observaba como la que iba a ser su sumisa clavaba las rodillas en el suelo y comenzaba a acercarse a ella, pero la Adiestradora no estaba dispuesta a dejárselo tan fácil después de haber dudado tras darla su primera orden, a cada paso que Gema daba Carmen retrocedía uno más, dejando a su esclava cada vez más lejos de su objetivo. Pero aún así la sumisa no abandonó y siguió persiguiendo los negros zapatos de tacón que Carmen se había puesto para aquel encuentro.
- Ya es suficiente- dijo Carmen agarrando de los pelos a la sumisa después de que esta besase los pies de su Señora- ahora sígueme- ordenó.
Gema, sabiendo que no obedecer a su Ama en cualquiera de sus órdenes le iba a costar tener que acatar castigos más duros siguió a Carmen de cerca, hasta que esta le dijo que se sentase en un banco y se quitase los zapatos. La sumisa se desprendió de los zapatos de poco tacón que llevaba y se los confió a su Ama que no tardó en desaparecer con ellos después de decirla que no mirase hacia atrás en ningún momento.
Carmen paseó con los zapatos de su esclava metidos en una bolsa, sacándolos de vez en cuando para introducir cosas en ellos: arena, alguna que otra piedrecita… pero siempre sin alejarse demasiado de Gema y teniéndola en todo momento vigilada. Tal y como Carmen esperaba, la sumisa no trató de buscar a su Ama pese a que la miradas y los comentarios de algunos de los paseantes la estaban comenzando a avergonzar, era muy llamativo que una persona se encontrase en el medio del parque sin zapatos con las temperaturas que hacía.
- Aquí tienes tu zapatitos- dijo Carmen con una sonrisa mientras observaba el sonrojado rostro de la muchacha.
- Gracias Ama- dijo la chica cogiendo lo que su Ama le entregaba y poniéndoselos rápidamente notando como las cosas que Carmen había metido se clavaban en las plantas de sus pies, pero sin pronunciar ni una sola queja a su Ama.
Carmen, complacida con la reacción de su esclava la puso a caminar a su lado al momento. La Adiestradora hizo moverse a buen paso a su esclava hasta que llegaron a un centro comercial donde Gema siguió de una sección a otra a su Ama, que miraba interesada toda clase de productos de belleza y algunas prendas de ropa que estaba valorando comprarse.
- ¿Qué tal llevas los pies, perra?- le preguntó Carmen cuando vio que la sumisa comenzaba a cojear.
- Me duele un poco, Ama- dijo la chica que se veía claramente que no era solo un poco lo que la dolían.
- ¿Te gustaría que te las quitase?- preguntó la chica con media sonrisa.
- Sí Ama, por favor.
- Muy bien, veamos a lo que estás dispuesta- dijo Carmen acelerando el ritmo y dejando a Gema un poco atrás.
Carmen se detuvo, después de 5 minutos sin parar, ante una de las tiendas de mascotas de la que estaba dotada el centro comercial, la chica podría haber elegido otra más cercana, pero prefería que su sumisa caminase todo lo posible y sufriese por ella.
La Adiestradora, como siempre que actuaba de dominante entró segura en el local, seguida de cerca por Gema que no quería enfadarla.
- Buenas tardes- saludó Carmen a la dependienta, una chiquita liviana que no tendría más de que un par de años más que sus clientas- quería un collar para mi perra.
- Por supuesto, ¿De que raza es?
- Ahora no lo recuerdo, ¿de que raza es, Gema?- preguntó Carmen mirándola con media sonrisa.
- Un labrador- dijo la chica, que sabía que el collar era para ella y que para que la valiese tendría que pedir un collar para un perro grande.
- ¿Estás segura?- le preguntó sin dejar de sonreír para acercarse a su oído y decirla- no es la respuesta que quería oír, creo que las piedras en tus zapatos se van a quedar ahí toda la tarde.
- ¿Y es una perra adulta o un cachorro?- preguntó la dependiente mirando a Gema.
- Adulta- respondió la sumisa ante lo que Carmen colocó su pie sobre el de Gema para darla un pisotón- es para mí- dijo la chica dejando sorprendida a la dependienta que se quedó mirándola- yo soy la perra de mi Ama.
La sonrisa de Carmen se ensanchó al oír como se humillaba para ella y la expresión de la dependienta mostró su sorpresa durante unos segundos hasta que una ligera sonrisa asomó en su rostro.
- Bueno, cada una puede hacer lo que quiera- dijo la chica mirando a sus clientas, pero centrándose en el ruborizado rostro de Gema- ¿sabes que clase de collar quieres?
- Creo que eso es elección de mi Ama- dijo la sumisa ruborizada mirando a Carmen que asintió ligeramente con la cabeza mientras sonreía con ganas.
La dependienta tan solo necesitó mostrar un par de collares para que Carmen seleccionase uno de cuero rosa, bastante grueso y rodeado por pinchitos metálicos. La adiestradora tan pronto como lo vio lo cogió entre sus manos para rodear el cuello de Gema con él.
- ¿Cómo te parece que le queda?
- Muy bien- respondió la dependiente encantada de la venta.
- Pues págalo, puta- ordenó Carmen con dureza, haciendo que el rostro de Gema se enrojeciese un poco mientras esta comenzaba a buscar su cartera.
La vergüenza de Gema fue en aumento al salir de la tienda, ya que Carmen no le permitió ni quitarse el collar ni taparlo siquiera un poco con la ropa que llevaba. La sonrisa de Carmen se hacía más prominente cada vez que alguien veía el collar de perra de su sumisa.
- Por favor Ama, déjeme quitarme el collar, se lo ruego- dijo Gema acercándose a su Señora y susurrándola al oído.
- Te lo puedes quitar cuando quieras- dijo Carmen- pero en cuanto te lo quites se acaban tus posibilidades de estar a mis pies.
- Lo siento Ama, seguiré con el collar cuanto usted quiera- dijo la chica bajando la mirada.
Después de entrar en un par de tiendas más, sin comprar nada, pero si notando las miradas que los dependientes y clientes lanzaban a la sumisa, Carmen decidió ir al baño con Gema para valorar si debía o no quitarla el collar ya.
- Por no ponerte pesada con lo de las piedras de tus zapatos de voy a permitir que vacíes lo que te metí en el parque en esa papelera- dijo la Adiestradora mientras se dirigía a uno de los retretes.
- Gracias Ama- dijo la chica acercándose rápidamente y quitándose ambos zapatos para vaciar el contenido con un gran alivio, las medias que llevaba puestas habían sido agujereadas debido a al roce constante de la arena y las piedras.
- Gema, te necesito aquí- dijo la chica con su tono de voz especial para sumisas, la esclava al oírlo avanzó y entró sin vacilar en el retrete que había ocupado su Ama- Vas a pasar la misma prueba que pasó Vanesa hace ya algunas semana ¡Límpiame!
La sumisa miró el sexo de Carmen, no había esperado ni un segundo después de orinar para avisar a su esclava y esta miraba el sexo de su Dueña bastante más dubitativa de lo que esperaba. Carmen dejó las piernas abiertas durante unos segundos hasta que finalmente las cerró.
- Ya puedes marcharte Gema, no me interesas, me centraré solo en Vanesa- dijo pasándose un trozo de papel higiénico por el sexo y subiéndose las braguitas y la falda.
- No por favor Ama, solo me puse un poco nerviosa, nunca he hecho esto antes- dijo Gema viendo que sus posibilidades de servir a Carmen y en consecuencia no poder llegar a los pies de Ama Sara se esfumaban.
- Estoy harta de tus nervios y de que pongas escusas tontas para no obedecer- le dijo metiendo un par de dedos por el interior del collar y levantándola para mirarla cara a cara- si quieres ser mi esclava pórtate como tal y si no deja de hacerme perder el tiempo.
- Una última oportunidad, la juro que no la fallaré Ama- dijo la chica.
- Muy bien, la última- dijo la chica- sígueme y no hagas ni una pregunta.
Gema obediente salió del baño detrás de su Ama sabiendo que si fallaba en aquella ocasión no tendría ninguna otra posibilidad de convertirse en esclava y sentir las fuertes sensaciones en las que le había iniciado Ama Sara.
En aquella ocasión Gema fue obediente y no dijo ni una sola palabra en todo el camino desde el centro comercial hasta la casa en la que la muchacha acostumbraba a castigar a Vanesa. A Carmen le agradó que lo primero que hizo su sumisa cuando entraron en la casa fuera desnudarse dejando tan solo rodeando su cuello el collar que acababa de adquirir. La Adiestradora al ver la predisposición de su esclava comenzó acariciarla las zonas más sensibles del su cuerpo: los pálidos pechos de pezones rosados, el culo blanco y firme, su sexo totalmente depilado que estaba bien húmedo…
- Veo que estás excitada como una perra.
- Sí mi Ama- dijo la chica que no podía disimular el gusto que la daba estar siendo tocada por las expertas manos de su Domadora.
A cada caricia que Carmen le daba la sumisa parecía estar más y más abstraída de la realidad con lo que Carmen decidió que era momento de comenzar a privarla lentamente de su libertad de movimiento. Lo primero que hizo la Adiestradora fue llevar a su presa a la sala de castigo, donde se hizo con una cuerda larga que empleó primero para atar los pies de su esclava y luego ir subiendo hasta llegar a los muslos y dejarla las dos piernas bien pegadas.
- ¿Te gusta como te he atado las piernas, perrita?- preguntó después de lamer los pezones de Gema que se derretía de placer.
- Sí mi Ama, me gusta el tacto de la cuerda.
- He practicado mucho con Vanesa, me encanta atarla. Ahora te ataré los brazos para que estés totalmente a mi merced y pueda hacer contigo todo lo que quiera- le informó mientras soltaba el hinchado clítoris de su esclava que se dejaba hacer.
Carmen, con la habilidad que había adquirido el los últimos tiempos ató los brazos de Gema por encima de su cabeza, dejando los pechos y el sexo de la sumisa a expensas de lo que su Adiestradora desease hacer con ella.
- Bien perra, ha llegado el momento de la verdad, hasta ahora te has negado a hacer cosas muy a la ligera- dijo Carmen mientras caminaba por la habitación desprendiéndose de alguna de sus prendas de ropa- pero ya no te podrás negar tan a la ligera, porque la próxima vez que oiga un no de tus labios o vea dudas tras una orden directa mía me desharé de ti ¿quedó claro?- preguntó mientras apoyaba uno de sus pies descalzos sobre la frente de Gema.
- Sí mi Ama- dijo la chica.
- Comienza a lamer mis pies para hacerte perdonar, perra inútil.
- Sí mi Ama- la sumisa nada más dijo eso comenzó a lamer con deseo el pie que Carmen le había puesto sobre la boca.
- No pienses que todas tus insubordinaciones de la tarde van a olvidárseme porque me chupes un poco los pies- dijo Carmen mientras sentía la rápida lengua de Gema entre los dedos - te voy a hacerlo pasar un poco mal, así que si en algún momento sientes que no soportas lo que te hago solo tienes que decir “me rindo” ¿Quedó claro?
- Sí mi Ama- dijo la chica sin parar de lamer los pies.
Una vez dejó claro a su esclava lo que tenía que hacer si en algún momento la situación le superaba, la Adiestradora comenzó a colocar partes de su cuerpo ante boca de la sumisa, para recibir una gratificante lamida. La esclava lamió sin pudor alguno los pechos de Carmen, sus axilas, su sexo, sus nalgas, pero mostró resistencia cuando la Domadora separó sus nalgas ante la cara de Gema para que metiese su lengua.
- ¿Te da asco el culo de tu Dueña?- preguntó Carmen levantándose y clavando el tacón de su zapato derecho sobre el estómago de la sumisa.
- No Ama, es que nunca he lamido a nadie ahí- dijo la chica temerosa al ver como su Señora se alejaba para regresar con una gruesa correa de cuero de algo más de un metro.
- Esta vez tendrás que probar el látigo para tener otra oportunidad de llegar a mi culito- dijo la chica descargando la correa de cuero con violencia haciendo aullar a la sumisa de dolor.
Carmen no pudo evitar que su sexo se mojase aún más ante la visión de Gema retorciéndose inútilmente por el suelo suplicando clemencia a su Ama, que solo paró después de descargar 15 golpes que se repartieron por los pechos y la tripita de la sumisa.
- ¿Ahora tienes más ganas de lamer el lindo culo de tu Ama?- preguntó la Adiestradora acuclillándose y dejando la cabeza de Gema entre sus piernas. La sumisa en aquella ocasión no necesitó ni siquiera que Carmen separase sus nalgas para que la esclava comenzase a buscar con deseo el ano de su Dueña y Señora- Que rápido lo has encontrado- comentó la chica acercando su trasero más a la cara de la esclava para que esta llegase más profundo.
Después de unos minutos de pellizcar los pezones de la sumisa mientras la Domadora recibía una buena lamida en su trasero Carmen se levantó, dejando a Gema respirar con normalidad de nuevo.
- ¿Ves como no era tan terrible, mi perrita?
- No mi Ama, no lo era- respondió la sumisa.
- Abre la boquita, perra- dijo Carmen inclinándose sobre su esclava mientras esta obedecía al momento para recibir al instante un escupitajo de su Ama- traga- la sumisa obedeció al momento- parece que conocer al señor látigo a surtido efecto.
Tras soltar un par de escupitajos más en la boca de la sumisa y ver que no tenía reparo alguno en tragar, Carmen colocó su sexo sobre la boca de su esclava y la obligó a lamer al ritmo que la indicaba, para así proporcionar a su Ama un orgasmo más que satisfactorio. La sumisa que parecía haber comprendido cual era el camino para agradar a su Señora lamió y tragó hasta el último resquicio de fluidos de Carmen.
- Ama, ¿ahora me podré correr yo?
- No hasta que yo te autorice, y antes de que lo hagas tendrás que hacer muchos méritos- dijo la Adiestradora mientras desataba los brazos de la sumisa- primero tendrás que hacer unas cuantas tareas domesticas.
La sumisa se levantó en cuanto Carmen la liberó las piernas, pero no se movió del sitio hasta que su Dueña le introdujo un vibrador con control remoto.
- Es el mismo que uso con Vanesa- le dijo la Carmen mientras aumentaba la intensidad de la vibración – he leído tu diario y la nombras con mucha frecuencia.
- Sí Ama, es que me parece que es muy atractiva.
- ¿Más que yo?
- No Ama, usted me gusta más- aseguró la sumisa consciente de lo que podría suponer el no alabar a su Adiestradora.
Carmen aprovechó aquella situación para obligar a Gema a hacer todas las tereas domesticas que quedaban en la vivienda de Adriana: la sumisa se ocupó de barrer, fregar algunos cacharros, fregar el suelo de un par de habitaciones a la antigua usanza, arrodillada en el suelo y en algunas ocasiones con Carmen sobre su lomo… todo ello animándola frecuentemente con una fusta y aumentando la intensidad de la vibraciones del dildo que por momentos hacía que Gema quedase paralizada de placer.
- ¿Me deja correrme ya, mi Ama?- preguntó en cuanto dejó la bayeta que había empleado para dejar reluciente hasta la última baldosa del pasillo.
- Creo que te lo has ganado- dijo Carmen sonriendo- pero no puedo dejar que te corras aquí, las perritas como tú no pueden correrse en una casa. Te voy a dar dos opciones, puedes elegir la que quieras, o te alivias sexualmente en la terraza o en el descansillo.
Gema la miró suplicante, la sumisa no podía creerse que después de tanto esfuerzo su Ama lo único que la ofreciese fuese poder correrse en el balcón, con el frío que hacía, o en el descansillo, donde con muchas probabilidades las pillarían y se metería en un lio importante, pero eligió una cuando vio que Carmen no tenía intención de ofrecerla nada más.
- Prefiero el balcón mi Ama- dijo la chica.
- Buena elección, unos segundos más y te habría dejado frustrada.
La sumisa dócilmente siguió a su Dueña hasta la terraza, donde Carmen salió vestida de calle, perfectamente abrigada y Gema totalmente desnuda dispuesta a todo para llegar a su ansiado orgasmo.
- Túmbate con los pechos pegados al suelo y comenzaré a darte placer- le dijo Carmen con un tono que no admitía réplica.
- Sí Ama- dijo la chica tumbándose y sintiendo el suelo helado sobre sus pechos y abdomen.
La Adiestradora sonrió un poco al ver como su sumisa levantaba un poco el culo para que su sexo no notase en frío, pero Carmen puso fin a aquel intento pisando las nalgas de la esclava haciéndola estremecerse de frío cuando su vagina tocó el suelo. Aún así Carmen se mantuvo fiel a su promesa y puso el vibrador a máxima intensidad para que Gema no se enfriase en exceso.
La muchacha desnuda hacía unos gemidos tan evidentes que para Carmen fue sencillo saber cuando estaba a punto de llegar al éxtasis para así detener el vibrador en un par de ocasiones, frustrando así la enorme oleada de placer que la esclava tanto ansiaba. Por alguna razón escuchar a Gema frustrada proporcionaba un gran placer a la Dueña del mando, que notó como su sexo se humedecía cada vez más, hasta que finalmente no pudo más y dejó que su esclava se corriese, soltando una gran cantidad de fluidos que quedaron esparcidos por todo el suelo.
- Ahora límpialo perra- dijo la chica entrando de nuevo en la casa, pero dejando la puerta abierta- y en cuanto termines espero tu lengua entre mis piernas, verte así me ha puesto cachonda así que ahora tendrás que atenderme a mí hasta que me quede satisfecha.
- Sí mi Ama- dijo la sumisa comenzando a lamer el suelo, pero Carmen le pasó la bayeta que había usado con el suelo minutos antes.
- ¡Con la lengua eres lenta y te quiero ya!- dijo Carmen con dureza haciendo que su sumisa no tardase ni un momento en pasar la bayeta para seguir rápidamente los pies de su Ama.
Continuará…
Agradeceré comentarios y sugerencias, tanto por aquí como por mi correo fantasias1987@hotmail.com