La decisión de Carmen 12
Sara finalmente toma contacto con Vanesa para hacerla pagar el daño que hizo a su sumisa
Sara se despertó aquella mañana, como todas, sintiendo una rápida y ágil lengua acariciando su cuerpo. La mujer sonrió cuando notó como la sumisa succionaba su pezón derecho haciéndola gemir de placer, hasta que en un momento de lucidez recordó que su esclava estaba liberada de sus funciones.
- Creo que te dije que hasta que te recuperases no harías labores de sumisa -le recordó una vez cogió del pelo su esclava y tiró lentamente hasta sacarla de debajo de las sábanas.
- Lo sé Ama, pero quería hacerlo- dijo la chica- ayer fue muy buena conmigo y me pareció que no le correspondí como debía.
- No te preocupes por eso- la dijo acercándose sus labios a los de su esclava besándola con pasión.
Carmen, como cada vez que su Ama iniciaba un beso se quedó paralizada, dejando que su Dueña usase su cuerpo como ella desease. La chica confiaba plenamente en ella y si alguna vez le había hecho algo de daño siempre era compensado con creces con el gran placer que le hacía sentir.
La sumisa, como cada mañana, le había preparado un nutritivo desayuno, pero Sara prefería tomar otra cosa antes de salir para la universidad y ver cara a cara a la chica que había humillado a su querida sumisa. La Dominante quería tomar el cuerpo Carmen, la cual no puso ninguna pega.
Después de una larga tanda de besos mutuos por todo el cuerpo en los que los gemidos de las dos no paraban de escucharse, el Ama se levantó para ir a su armario y colocarse su arnés, la sumisa asociaba aquel instrumento a otro de castigo pero en aquella ocasión no llevaba nada más.
Sara echó a Carmen sobre la cama y se subió ella encima, penetrando con su arnés, cercano a los 25 centímetros, el dulce y mojado sexo de su sumisa lo recibió sin dificultad y profirió un largo gemido cuando llegó al fondo de su ser. Sara motivada por el placer que estaba procurando a su esclava, y el que ella misma sentía, comenzó a penetrarla con más dureza hasta que tanto una como otra llegaron al orgasmo.
- Muchas gracias Ama, de verdad que necesitaba algo así- dijo la sumisa besando los labios de su Señora.
- Pones una carita encantadora cuando llegar al orgasmo- le dijo la mujer sonriente.
Sara se sintió en el cielo durante unos minutos, hasta que recordó de nuevo la importante tarea que tenía para aquella mañana. La sumisa se sentía eufórica después de desahogarse sexualmente con su Ama después de su percance del día anterior, e incluso le dijo a su Ama que pensaba ir a la universidad, idea de la que Sara tuvo que disuadirla ya que la única que tenía que ir a la universidad aquella mañana era ella.
Carmen que confiaba plenamente en su Ama la hizo caso en sus consejos y decidió no presentarse en la facultad hasta después del fin de semana.
- Que pase un buen día Ama- dijo la chica a la que Sara ya no recriminaba por llamarla Ama, pese a haberla liberado de sus funciones.
- No volveré hasta la noche- dijo la mujer mientras la daba un largo beso- hoy tengo muchas cosas que hacer.
Sara llegó a la facultad diez minutos antes que el día anterior cuando acompañó a Carmen, la mujer se acomodó en uno de los bancos cercanos a la entrada de la universidad, era una posición perfecta para ver a su presa y presentarse ante ella en persona.
- Objetivo divisado- dijo la mujer sonriendo cuando vio aparecer a Vanesa escoltada por cuatro de sus amigas.
Sara se levantó de su asiento con parsimonia y avanzó tranquila hacia el grupo, si se la escapaba en aquel momento tendría otras muchas oportunidades, pero no iba a ser necesario esperar a otra ocasión para hablar con la enemiga de su sumisa, ya que tanto ella como sus amigas se detuvieron a charlar en otro de los bancos cercanos.
- Buenos días chicas- las dijo la mujer acercándose al grupo de jóvenes, las cuales la miraron extrañadas- veréis, es que un amigo mío trabaja aquí, me dijo que nos encontraríamos en una clase pero no sé donde está ¿me podríais orientar?- preguntó la mujer pasándola una tarjeta a Vanesa.
La chica al ver la tarjeta se quedó helada, reacción que a Sara le gustó bastante. En la cartulina que le había entregado ponía “tengo el vídeo de tu follada de anoche” y a juzgar por la rápida respuesta de la chica parecía que había entendido perfectamente el mensaje.
- Yo te acompaño- dijo Vanesa mientras se guardaba la tarjeta en el bolso- luego nos vemos chicas- se despidió mientras Sara la seguía de cerca.
- Eres una chica muy amable- dijo la Dominante sonriendo.
- ¿Cuánto quieres a cambio de ese vídeo?- preguntó Vanesa cuando las dos estuvieron los suficientemente alejadas.
- ¡Para empezar nada de tutearme, zorra!- dijo la mujer con dureza- y lo segundo, esto no lo hago por dinero, sino porque eres una chica muy mala, no se como Roberto te dio ayer un chupa-chus- dijo con media sonrisa.
- ¿Qué quiere de mi entonces?- preguntó la chica con un tono un tanto temeroso.
- Muy bien, así me gusta, tratamiento de usted. Lo que quiero de ti es muy simple, quiero desahogarme contigo por lo que hiciste ayer a mi sumisa Carmen- respondió la mujer.
- ¿Sumisa?- preguntó la chica.
- Así es, te lo cuento porque confío en que me guardarás el secreto ¿Verdad que no se lo dirás a nadie?- preguntó la mujer segura de tener la situación controlada.
- No, no se lo diré a nadie.
- Buena chica, ahora marchémonos de aquí estoy deseando comenzar.
- ¿A dónde quiere que vayamos?- preguntó la chica asustada.
- A la casa de una amiga- respondió.
Vanesa sabiendo que Sara tenía la sartén por el mango no la quedó mas remedio que no protestar y acompañar a la mujer hasta el exterior de la universidad. Durante el trayecto desde la facultad hasta el coche deportivo de Sara no pronunciaron ni una sola palabra.
- Espero que las cosas de mi sumisa estén bien- dijo la mujer cuando ambas estuvieron dentro del coche.
- Sí están perfectamente, se las daré si las quiere- dijo Vanesa.
- Sí, claro que las quiero- dijo mientras arrancaba el vehículo- desde ahora, hasta que yo decida dejarte, cuando estemos solas me llamarás Ama o Señora ¿entendido, puta?- preguntó la mujer mientras tomaba la primara curva.
- Sí Señora- dijo Vanesa intimidada por el carácter de la mujer y el vídeo que tenía sobre ella.
Sara tardó solo 5 minutos en llegar a su destino, era la casa de una de sus amigas Amas, Sara gustosa se la habría llevado a su domicilio, pero con Carmen por allí no la parecía una buena idea. Sabía que si su sumisa supiese lo que iba a hacer con su enemiga la buena de Carmen se apiadaría de ella. Las dos entraron en el edificio elegante y altísimo ante el que se habían plantado.
- ¡Perra, pon las manos a tu espalda mientras esperamos el ascensor!- ordenó la mujer y Vanesa, asustada obedeció al momento, Sara en cuanto vio su abdomen desprotegido lo golpeó un violento puñetazo, que hizo a la chica caer acuclillada- ¡Desde que he visto tu puta cara he estado tentada de golpearte!- dijo como justificación.
La dominante introdujo a la chica, aún sin resuello, en el ascensor cogiéndola de su larga y rubia melena y la sacó del mismo modo cuando el elevador se detuvo en el piso seleccionado.
- Por favor, déjeme se lo ruego- suplicó Vanesa cuando entraba en la casa.
- ¿Dejaste tú marchar a Carmen?- la chica temerosa se quedó callada- eso me imaginaba ¡desnúdate puta arrastrada!
La chica obedientemente comenzó quitarse, primero la mochila que cargaba sobre sus hombros y después el vestido hasta quedar en ropa interior, ante lo que la chica se quedó parada. Sara sin mediar palabra le soltó un fuerte bofetón.
- ¿No entendiste la orden, perra?- preguntó la mujer en tono duro.
Vanesa se intimidó tanto al oírla que se quitó el tanga blanco que llevaba aquella mañana y el sujetador que liberó sus enormes pechos. Cuando la chica retiró las manos de sus senos, ante la furiosa mirada de Sara, la mujer contempló el cuerpo de la muchacha de arriba a bajo, tenía la piel un poco bronceada por todo el cuerpo, salvo en la zona del pubis que estaba bastante más pálida y perfectamente depilada.
- ¡Ahora ponte a cuatro patas y sígueme como la perra que eres!- ordenó Sara y Vanesa rápidamente obedeció.
El Ama al ver a la chica en el suelo cogió la mochila de la joven y la apoyó sobre la espalda de Vanesa, que comenzó a caminar detrás de los pies de su chantajista. Sara la insultó y recriminó lo lenta que era, pese a que sabía que no podía ir más rápido, si lo hacía la mochila caería y le daría un castigo.
- ¡En pie perra!- dijo la mujer cuando llegaron a la sala de castigo de la casa.
Vanesa miró a todos los lados de la habitación y se sintió intimidada ante todo lo que la rodeaba, látigos por las paredes, fustas, dildos de grandes tamaños, cadenas…
- ¿Qué va ha hacer conmigo?- preguntó la chica asustada y tapándose los pechos con las manos.
- Te voy a enseñar buenos modales ya han sido dos veces seguidas que no me has llamado Ama o Señora- le recordó con una sonrisa- eso equivale a castigo.
- Lo siento Señora, esto es nuevo para mí- dijo la sumisa arrodillándose en busca de piedad.
- Eso me importa bien poco- dijo la mujer con indiferencia- manos en la nuca y sígueme.
La chica temiendo que su castigo fuese aún mayor la siguió hasta que el Ama la agarró de los pelo y la ordenó que levantase los brazos para esposarla a una barra que colgaba del techo sujeta por un par de cadenas. Vanesa, asustada de lo que la sádica mujer haría con ella cuando estuviese indefensa se resistió.
- Por favor Señora, no me ate.- Sara respondió a la sugerencia con una nueva bofetada.
- No estás aquí obligada, puta. Puedes marcharte cuando desees, eso sí, si te marchas, el lunes toda la universidad tendrá este vídeo en el móvil- dijo reproduciendo la grabación en su teléfono.
La chica viendo su situación crítica alzó los brazos y se dejó atrapar por las muñequeras de cuero que la unían a la barra que había sobre su cabeza. Una vez con los brazos inutilizados la mujer la retuvo las piernas con otra vara que había en el suelo, dejándoselas bastante separadas.
- Ahora viene el primer castigo- dijo la mujer acercándose mucho a la cara de la chica mientras estrujaba con saña las enormes tetas de la joven- vamos a mandar el vídeo a uno de tus contactos del móvil, como es tu primer castigo te dejaré que tú misma elijas a quien se lo mandamos.
- No Señora, por favor se lo ruego- pidió la chica- ya me he dejado atar.
- Prefieres que lo elija yo entonces- dijo Sara acercándose a la mochila de la sumisa mientras comenzaba a rebuscar.
- No Señora, por favor- pidió cuando vio a la mujer con el teléfono, pero al leer en el rostro de su captora que sus súplicas no valdrían pronunció un nombre- a Carolina, mándeselo a Carolina, por favor Señora- pidió dócilmente.
- Muy bien- dijo la mujer después de descargar el vídeo de su teléfono al de la joven para mandarlo al contacto que la capturada había pedido- ¿Quien es esta puta a la que se lo he mandado?
- Es mi hermana mayor Señora- dijo la chica sumisamente.
- Buena elección, nunca se sabe lo que podría pasar si llegase a las manos de alguno de tus amigos ¿verdad? La familia el mucho más fiable.- la sumisa sintió débilmente con la cara roja como un tomate de la vergüenza que sentiría cuando su hermana la preguntase sobre el vídeo- Sabes perra Vanesa, me acuerdo de ti, de nuestro primer encuentro, cuando tú y tus amigas entrasteis a la cafetería para pegar a Carmen. Mi sumisa me contó que el último año de instituto la acosaste bastante ¿se puede saber por qué lo hiciste?- preguntó colocándose a la espalda de la sumisa y cogiendo una vara que movió con rapidez.
- No lo sé Señora- dijo la chica temblando de miedo- lo siento.
Sara descargó la vara con violencia sobre el culo de la chica que gritó de dolor, Vanesa podía gritar todo lo que desease sin ser oída por nadie, ya que la habitación de castigo estaba totalmente insonorizada. Sara después del primero golpeó otras 19 veces para completar la veintena.
- No me gustó esa respuesta- dijo la mujer caminando vara en mano hasta quedar delante de la sumisa, de sus ojos habían comenzando a caer lágrimas de dolor- te lo preguntaré otra vez ¿Por qué la tomaste con Carmen todo el curso pasado?
- Me gustaba humillarla porque me hacía sentir más respetada y admirada por los compañeros Señora- respondió la chica- me aprovechaba de que ella no tuviese amigos.
- ¿Sabes? Me habría gustado traerla a ella hoy aquí para que fuese ella misma la que te azotase- comentó la mujer sonriendo mientras caminaba hacia una de las paredes de la habitación- ¿sabes por que no la he traído?- preguntó mientras cogía unas pinzas metálicas.
- No Señora- respondió la sumisa asustada cuando vio lo que su captora tenía entre manos.
- Porque ella es demasiado buena, y te habría perdonado antes de que yo tuviese la ocasión de torturarte tanto como mereces- dijo mientras ajustaba la primera pinza a unos de los pezones y a la apretaba con toda su fuerza, con el consiguiente grito de dolor- ¿duele verdad? pues ve acostumbrándote, porque la fiesta no ha hecho más que comenzar- dijo mientras apretaba con saña la segunda.
- Por favor Señora, tenga piedad se lo ruego, haré lo que sea- dijo la sumisa después de soltar el grito correspondiente a la segunda pinza.
- Todavía no estoy satisfecha- dijo la mujer volviendo a colocarse a la espalda de la indefensa muchacha- cuando considere que estamos en paz hablaremos sobre el como me puedes servir.
Sin mediar ninguna otra palabra Sara comenzó a varear el trasero de la chica que a cada golpe se iba marcando más y más dejando las huellas de la vara perfectamente definidas. Los gritos de Vanesa desde el golpe 20 al 30 siguieron siendo muy largos y desgarradores, pero a partir del 40 comenzó a bajar la intensidad, motivo por el que la mujer dejó de azotarla para volver a ponerse ante ellas.
Sara observó el rostro de sufrimiento que su nueva sumisa tenía en la cara, sus ojos estaba llorosos y su flequillo de pelo rubio se veía empapado debido al sudor. Aún así la mujer no tenía intención de perdonarla.
- Parece que estás bastante agotada- dijo tirando del pelo de la chica para alzar su cabeza.
- Por favor Señora, perdóneme- dijo la chica de nuevo.
- Mira, yo también estoy bastante sudada- dijo la mujer quitándose la blusa y quedándose en sujetador- ¿Quieres lamer el sudor de mis axilas?- preguntó Sara colocando sus brazos detrás de la cabeza y mostrándolas.
- Sí Señora- dijo Vanesa temiendo que otra respuesta entrañase un castigo.
- Pues pídemelo- dijo con una sonrisa de oreja a oreja.
- Por favor Señora, ¿me dejaría lamerla las axilas?- pidió Vanesa totalmente humillada.
- Creo que te puedes humillar bastante más- dijo la mujer levantando los grandes pechos de Vanesa tirando de la cadena hacia arriba.
- Por favor Señora, la suplico que me deje lamer sus axilas, para mí sería un honor- suplicó la muchacha.
Sara contenta de ver que su doma estaba comenzando a dar su fruto acercó su axila derecha al rostro de la sumisa, la cual comenzó a lamer lentamente y con bastantes reparos, pero aumentó rápidamente el ritmo cuando notó que Sara con su mano izquierda se dedicaba a aumentar la presión de la pinzas que presionaban los grandes y marrones pezones, que comenzaban a adquirir un tono un poco más oscuro.
Después de unos minutos en los que no dio tregua alguna a Vanesa, la Dominante la dejó descansar un instante mientras ella se encargaba de coger el siguiente instrumento que usaría en la doma de la joven muchacha que tenía a su merced. Sara finalmente se decantó por un largo látigo de cuero que hizo restallar contra el suelo, haciendo que la sumisa se pusiese tiesa de repente y tratase de girar la cabeza para poder divisar a su cruel captora.
- Adoro los látigos ¿Lo sabias?- preguntó la mujer sonriente mientras se colocaba ante la temerosa mirada de Vanesa- Al principio, cuando adquirí a Carmen como sumisa pensé en lo divertido que iba a ser castigarla y convertirla de una chica tierna y dulce en una esclava ansiosa de sexo y perversión. Pero nunca me dio la ocasión, se adaptó increíblemente bien a su posición de sumisa. Nunca habías imaginado que el cambio de imagen y actitud de Carmen se debía a esto ¿verdad?
- No Señora- respondió Vanesa con miedo. Sara sin piedad descargó su látigo sobre el muslo derecho de la joven que gritó de dolor.
- Tu caso por el contrario es muy diferente. En ningún momento me has parecido una chica dulce y tierna y desde luego, después de todo lo que le has hecho a Carmen no tengo intención de tener piedad de ti- dijo la mujer con energía.
Sara tal y como había anunciado no tuvo piedad de Vanesa, y la estuvo flagelándola por todo el cuerpo. Repartió medio centenar de latigazos por la espalda, las maltratadas nalgas de la sumisa, por sus generosos pechos, sus muslos tanto por delante como por detrás…
- Parece que ya no gritas, ¿te estás acostumbrando al dolor, perra?- le preguntó Sara tirando de la melena rubia de la chica, con extrema violencia.
- Se lo suplico Señora, no me pegue más. Haré lo que quiera, pero no me pegue más- suplicó con los ojos llorosos.
- Está bien, te voy a desatar, pero como vea que no eres lo dócil que espero de ti volverás a ser esposada y fustigada hasta que pierdas el sentido, ¿entendido puta zorra?
- Sí Señora- dijo la chica asustada de lo que sucedería si no satisfacía a su Señora y esperanzada de que los golpes cesasen por fin.
Sara cumplió con su palabra y abrió las muñequeras y tobilleras de cuero que retenían a la esclava. Vanesa al sentirse libre cayó al suelo totalmente agotada, su cuerpo estaba muy dolorido por todas partes, desde tus rodillas, hasta sus pechos tenía montones de marcas rojizas de látigo y de vara.
- Gracias por desatarme Señora- dijo la chica gateando hasta los pies de Sara y besándola los zapatos.
- Parece que eres menos estúpida de lo que calculé- comentó la mujer con absoluto desprecio- vas adaptándote a tu nueva posición.
Sara después de pronunciar aquellas palabras comenzó a caminar hacia una silla que había en la sala de castigos, donde tomó asiento. A continuación dio orden a Vanesa de que le lamiese los pies, ante lo que la chica sintió algo de reparo, pero aún así comenzó a retirar los zapatos de la dominante con sus manos. Motivo por el que recibió una patada con la suela del zapato sobre su pecho izquierdo.
- ¡Usa solo tu puta boca de perra!- ordenó Sara totalmente inflexible.
Vanesa dócilmente comenzó a intentar retirar los zapatos de la Señora lo más rápidamente posible, la chica prefería aquella humillación antes de seguir recibiendo latigazos.
Una vez Vanesa consiguió retirar los zapatos comenzó a lamer los pies de Sara, que pese a sentir un gran placer prefirió no manifestarlo. Después de más de 10 minutos sin parar la sumisa empezó a bajar el ritmo, pero volvió a restablecerlo después de que su Ama la recordase que si no quedaba satisfecha volvería a ser flagelada.
- ¡Suficiente!- dijo la mujer contante, parando en seco la lamida de la universitaria- ¡ahora échate sobre tu espalda, perra!- Vanesa pese al inmenso dolor que sintió en su espalda cuando la apoyó sobre el suelo de la sala de tortura trató de no reflejarlo en su rostro. Pero no pudo disimularlo cuando los dos pies de la dominante se clavaron sobre su abdomen- Me servirás de felpudo para secar mis pies y pobre de ti como me caiga – la amenazó mirándola con fiereza.
Sara sabiendo que la esclava haría todo lo posible por no mover un musculo comenzó a caminar sobre el cuerpo de Vanesa, pisoteando con especial énfasis las zonas más doloridas de la joven. La sumisa gritaba de dolor cada vez que la mujer pisoteaba sus senos pinzados y tiraba de la cadena hacia arriba con los dedos de sus pies o cuando oprimía con su talón un par de marcas de látigo que había sobre sus sexo totalmente depilado.
Pese a todo lo que Sara intentó para que la esclava volviese a ser azotada la chica aguantó sin mover ni un musculo, pero el Ama no estaba dispuesta a premiarla.
- ¡Tu puto cuerpo sudoroso no hace que se me sequen los pies, no vales ni como felpudo!- dijo la mujer con dureza.
- Lo siento Señora- dijo la chica después del enésimo grito de dolor tras sentir un nuevo pisotón sobre uno de sus muslos.
- Ahora me los secarás bien- dijo la mujer volviendo a la silla y acomodándose en ella- esta vez lo harás con tu pelo.
- Sí Señora- dijo la sumisa levantándose más dolorida que cuando se tumbó y arrodillándose dócilmente ante los pies de su captora.
Vanesa comenzó a cumplir la orden que su Ama le había ordenado en cuanto llegó a los pies de Sara. La chica colocó su cabeza bajo los pies de la Dominante y comenzó a moverla frenéticamente ante las risas de Sara, que reía tanto por las cosquillas que la producía el pelo de la joven, como por ver a aquella presumida tetona a sus pies y totalmente sometida.
- ¡Suficiente perra!- dijo la mujer después de unos minutos sin dejarla parar.
- ¿Ya estamos en paz Señora?- preguntó ansiosa de una respuesta afirmativa,
- No, nada más lejos, aún te queda mucho por pagar, hostigaste a mi sumisa durante todo un año y lo vas a pagar con intereses- respondió la mujer disfrutando al observar el rostro de desilusión de su esclava.- si no he sido mal informada a parte de ti otras dos chicas te ayudaron para humillar a Carmen ¿Verdad?
- Sí Señora- respondió al momento.
- Te voy a dar dos opciones para que elijas la que más te guste- dijo el Ama levantándose de su asiento mientras Vanesa la observaba arrodillada- primera, perdono a esas dos perra a cambio de que tu sufras sus castigos o segunda, me las entregas a ambas dándome algunos de sus trapos sucio y las doy su merecido. ¿Qué prefieres, perra?
- Se las entregaré Señora- dijo la chica temerosa de recibir dos veces más lo que había sufrido aquella mañana.
- Eres una puta que vende a sus amigas, tendré que tenerte bien vigilada perra- dijo la mujer agarrando el pelo de la sumisa y haciéndola levantar del suelo, para a continuación instalar su mano entra sus piernas- estás seca- comentó la mujer- ¿no te excitó esto?
- No Señora, me duele mucho- dijo la chica mirando al suelo.
- Pues me importa bien poco, vas a seguir siendo mi esclava hasta que me canse de ti- Vanesa la miró suplicante, pero no único que consiguió fue que Sara la escupiese en la cara.
- Sí Señora- dijo la chica totalmente humillada sabiendo de las consecuencias de una negativa por su parte.
- Veo que vas comprendiendo. Muy bien, ya estamos casi acabando- informó la mujer con una sonrisa de satisfacción- a parte de entregarme a las putas de tus amigas quiero que te encargues de la felicidad de Carmen en la universidad- la sumisa le miró sin comprender- es realmente fácil, no vas a permitir a nadie que se meta con ella, como me llegue un solo día triste tú y solo tú pagarás las consecuencias.
- Pero Señora, yo no puedo…- pero la chica paró de hablar cuando sintió las uñas de su dominante clavándose en su sexo.
- ¡No recuerdo haberte preguntado nada, perra!- dijo la mujer mirándola con fijeza- tu misión no será solo protegerla de cualquiera que se quiera meter con ella, además tendrás que hacer todo lo que ella te diga, si te pide unos apuntes se los das, si te quiere llevar al baño para que la comas el coño se lo comerás, si quiere humillarte delante de los compañeros no replicarás nada… ¿Está claro, perra?
- Sí Señora- dijo la chica que cada vez se veía más atrapada por la Dominante mujer.
- Espero que así sea- dijo la mujer- ahora dame tu número de móvil para poder contactar contigo cuando me de la gana- Sara le entregó su teléfono y la chica introdujo su número- te llamaré dentro de dos días, si para cuando te llame no tienes algo interesante con lo que atrapar a una de las dos amigas putas que tienes serás tú la que cargues con el castigo ¿Entendido?
- Sí Señora- dijo la chica al momento, deseosa de marcharse.
- Un último consejo antes de que te marches zorra- le dijo Sara agarrando la cadena que unía las pinzas que torturaban los pezones de Vanesa- procura tener menos vida social de ahora en adelante, cuantos más amigos tengas más opciones tendrás de que alguno descubra la vida que vas a llevar de ahora en adelante, porque te garantizo que te voy a absorber mucho tiempo- la joven asintió lentamente con la cabeza.- ahora arrodíllate y besa mis pies como despedida- la chica al oír la palabra despedida se tiró al suelo y besó los pies de su captora con devoción- no pienses que esto acaba aquí zorra tetuda, tu penitencia no ha hecho más que comenzar.
Continuará
Agradeceré comentarios y sugerencias